La Biblia no dice específicamente que el Diablo fuera padre de alguno de los nefilim.
Pero Jesús dijo en Juan 8:44 que el Diablo sí tiene hijos, en sentido figurado.
Él no puede crear seres humanos, pero sí puede influir en ellos para que reflejen su personalidad.
Y eso los convierte en sus hijos.
Busquen conmigo Juan 8:44.
Vamos a leer el versículo entero.
Jesús sabía que los líderes religiosos tenían la intención de matarlo, así que dejó claro quién era el padre de ellos.
Juan 8:44. Jesús dijo: “Ustedes son hijos de su padre, el Diablo, y quieren cumplir los deseos de su padre.
Él en sus comienzos fue un asesino.
No se mantuvo fiel a la verdad porque no hay verdad en él.
Cada vez que dice una mentira, habla de acuerdo con su forma de ser, porque es un mentiroso y el padre de la mentira”.
De acuerdo con lo que leímos, hubo un tiempo en el que era fiel a la verdad.
Pero era un ser libre, y decidió alimentar malos pensamientos hasta el punto de que perdió todas sus buenas cualidades, ya no quedaba nada bueno en él.
Y se convirtió en “el padre la mentira”, Satanás el Diablo.
Si, además de lo que dijo Jesús, tenemos en cuenta lo que escribió Juan, en 1 Juan 3:10, podremos identificar características específicas de los hijos del Diablo y de los hijos de Dios.
Vamos a leerlo. 1 Juan 3:10.
Dice: “Los hijos de Dios y los hijos del Diablo se reconocen por esto: el que no practica la justicia no proviene de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano”.
Tenemos que “practicar la justicia”, o hacer lo que es correcto.
Pero no somos nosotros los que decidimos lo que es correcto y lo que no.
Es Jehová quien lo hace.
¿No fue eso lo que dijo Jesús en Mateo 6:33: “Sigan buscando primero el Reino y la justicia de Dios”?
Las normas que Jehová ha establecido para nosotros, eso es la justicia de Dios.
Y, una cosa muy importante, para ser justos y servir a Dios, no podemos ser parte de este mundo.
Es muy curioso que hay muchas personas en este mundo que piensan que son justas.
Establecen sus propias normas.
Estas personas están convencidas de que practican la justicia.
Lo hacen cuando luchan contra la desigualdad social o contra las injusticias que se comenten en la política, en el mundo comercial o en la economía.
Quieren justicia para todos.
Quieren eliminar cosas como la discriminación racial y muchos otros problemas que hacen sufrir tanto a la gente hoy día.
Haciendo todo esto, creen que son justos.
Y, cuando parece que consiguen eliminar una injusticia, y solo lo parece en muchos casos, ¿verdad que siempre surge otra?
Y es que hay muchísimas injusticias en este mundo.
Esto me recuerda lo que un siervo fiel de Jehová le dijo a un grupo de hombres que criticaban a los testigos de Jehová porque no nos involucramos, no luchamos contra las injusticias sociales de este mundo.
Nuestro hermano, que era conocido por ser franco y directo, dijo que aquellos hombres que luchaban contra las injusticias de este mundo lo único que hacían era quitar telarañas.
Las injusticias eran como telarañas.
Y ellos luchaban, peleaban y protestaban para acabar con una telaraña, pero otra telaraña ya se estaba creando, ya se estaba tejiendo.
O, en muchos casos, incluso la misma volvía a surgir.
Y eso es lo que siempre pasa, una y otra vez.
Así que el hermano les dijo a los hombres: “¡Miren!
Nuestro objetivo es la araña, Satanás el Diablo.
Ustedes van tras las telarañas, lo que él produce.
Pero hay que ir a la fuente, y asegurarse de acabar con la araña”.
Y es Jesucristo quien encerrará a Satanás el Diablo, la araña que está tejiendo todas estas cosas para distraer a la gente de lo más importante, el Reino de Dios, y de servir a Jehová de todo corazón.
Esa araña será arrojada, echada al abismo.
No más telarañas.
No hay duda de que la mentira que Satanás le contó a Eva sobre ser como Dios y conocer lo bueno y lo malo ha tenido consecuencias que han afectado a la humanidad a lo largo de la historia, y ahora más que nunca. Lo vemos, es la actitud de la gente, son independientes.
“No necesitas a Dios.
No necesitamos principios bíblicos que nos guíen ni hacer caso a la Biblia.
Tú decides lo que quieres hacer con tu vida.
No existen las normas morales.
Tú fijas tus propias normas”.
¿No es eso lo que Satanás le dijo a Eva?
“Puedes ser como Dios.
Decidir lo que está bien, lo que está mal, lo que te conviene y lo que no”.
Creen que son intelectuales, creen que son muy listos.
“Podemos solucionar nuestros problemas”.
Ah, ¿sí?
Vemos cómo está el mundo.
¿De verdad están solucionando los problemas, o qué es lo que está pasando en realidad?
Todo es un desastre.
El mundo entero está fuera de control.
El mundo, que se cree tan sabio, prefiere la mentira.
Aunque no sepan quién es el que los está engañando, ellos prefieren creerse las mentiras antes que reconocer que necesitan a Jehová.
Y lo que les espera se describe claramente en Jeremías 8:9: “Los sabios han sido avergonzados.
Se han aterrorizado y serán atrapados.
¡Miren! Ellos han rechazado las palabras de Jehová, ¿y qué sabiduría tienen?”.
Pero uno podría preguntarse: “¿Por qué?
¿Por qué insiste tanto la gente en hacer las cosas a su manera?
¿Qué les pasa?
¿Por qué piensan así?”.
Hay varias razones, pero hay una que llama mucho la atención.
El apóstol Pablo la mencionó en 2 Tesalonicenses 2:10.
Entre otras cosas él dijo que muchas personas morirían “por no aceptar el amor de la verdad para ser salvados”.
¡Qué interesante!, ¿verdad?
“El amor de la verdad”.
La gente no ama la verdad, se inventan sus propias verdades, que son mentiras, no son ciertas.
Tenemos que aceptar el amor de la verdad.
Y la verdad que Jehová nos ha enseñado es tan maravillosa que tiene un efecto positivo no solo en nuestra mente, sino en nuestro corazón.
Piensen en la ocasión en la que Jesús les enseñó la verdad a sus discípulos cuando estos iban de camino a Emaús.
¿Recuerdan cómo reaccionaron?
Está en Lucas 24:32.
Dice: “¿Acaso no nos ardía […] el corazón cuando él venía hablándonos por el camino, cuando nos explicaba claramente las Escrituras?”.
Encontré un comentario muy interesante en La Atalaya sobre este versículo.
Es La Atalaya del 15 de agosto de 1962.
Decía algo así: solamente si tenemos verdadero amor a la verdad, podemos llegar a sentir que nos arde el corazón.
Que nos arde el corazón… ¿Cuándo fue la última vez que le ardió el corazón?
¿Fue cuando vio uno de nuestros videos, cuando escuchó un discurso muy animador o cuando cantó una preciosa canción del Reino?
Piense en el video de Ezequías, cuando el ángel extiende sus alas, ataca a las tropas asirias y acaba con todo el ejército, ¿no le ardió el corazón?
O cuando vimos a aquellos soldados acercándose sigilosamente a nuestros hermanos en un campo abierto, y entonces se abren los cielos y aparece Jesús, en un caballo blanco, con un arco en la mano, preparado para vengarse de todos los que odian a Jehová.
La Biblia promete que eso va a suceder.
¿No les arde el corazón?
Y hay más cosas que hacen que nuestro corazón arda.
Por ejemplo, canciones tan conmovedoras como Jamás me dejarás o Por ti seré valiente, y muchas otras.
A la persona que ama a Jehová de veras le arde el corazón.
Y no es solo una emoción.
Nuestra capacidad de pensar también está envuelta, y junto con las emociones, nos ayuda a reconocer y a sentir el poder de la verdad. La Atalaya que mencioné antes declara: “Nuestra vida […] depende de que tengamos amor por la verdad”.
Así que amemos a Jehová, amemos al prójimo, y por supuesto amemos la verdad.
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