Hoy muchos niegan que estemos en el tiempo del fin.
Dicen: “El mundo sigue igual que siempre; las cosas no han cambiado mucho realmente”.
Pero es obvio que se están engañando.
Nunca antes tanta gente se ha entregado a la inmoralidad sexual con tal descaro y a escala mundial.
La gente ya no se limita a actuar en privado, sino que se exhibe en Internet, la televisión y otros medios.
Y nunca antes el hombre había tenido el poder de arrasar con poblaciones enteras con una sola bomba o con armas biológicas.
Nunca antes se había visto que la falta de amor y cariño natural causara la muerte de tantos niños.
Llama la atención que, según algunos cálculos, se han provocado más de 1.000 millones de abortos desde 1980.
¡Y no es poca cosa!
Dicha cifra equivale a la población de China.
Hoy la gente acepta el aborto como una práctica común.
Pero hay quienes sostienen que el mundo no ha cambiado.
¿Es eso cierto?
No, es todo lo contrario.
También sabemos que los hombres están convirtiendo este planeta en un basurero al contaminar el aire, los mares y el suelo.
Pese a ello, todavía hay quienes insisten en que el mundo no ha cambiado.
¿Por qué están tan seguros?
¿De dónde viene esa actitud?
Parte de la respuesta es lo que el apóstol Pablo escribió en 2 Corintios 4:3, 4.
Este pasaje dice que Satanás ciega “las mentes de los incrédulos”.
Los “incrédulos” no son únicamente los ateos.
También los hay en todas las iglesias de la cristiandad.
Realmente no creen en las profecías bíblicas, ni aceptan las normas morales, ni creen en la promesa de Dios de convertir este planeta en un nuevo mundo donde reinen la paz y la felicidad.
Por eso salimos a predicar: para ayudar a la gente a ver los hechos.
Les decimos que Mateo 24, Marcos 13, Lucas 21 y 2 Timoteo 3 prueban que vivimos en el tiempo del fin.
Y si nos descorazona que la gente no reaccione como esperamos a pesar de toda la evidencia habida y por haber, hay algo que no debemos olvidar.
La Biblia indica claramente que muchos no verían la señal, que no todo el mundo aceptaría el mensaje de la Biblia.
Lo más curioso es que la gente que se niega a aceptar la señal de que estamos en los últimos días es parte de la señal; sus pensamientos y conducta son parte de ella.
Vayamos a la segunda carta de Pedro.
Segunda de Pedro capítulo 3.
Leamos los versículos 3, 4 y las primeras frases del versículo 5.
Es 2 Pedro 3:3, 4 y el inicio del 5.
Pedro escribió: “Porque ustedes saben esto primero, que en los últimos días [aquí Pedro está refiriéndose a algo que pasaría en nuestros tiempos] vendrán burlones con su burla, procediendo según sus propios deseos y diciendo: ‘¿Dónde está esa prometida presencia de él?
Pues, desde el día en que nuestros antepasados se durmieron en la muerte, todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación’”.
El versículo 5 dice por qué tendrían esa actitud: “Porque, conforme al deseo de ellos, este hecho se les escapa”.
Aquella gente no tomaría en cuenta el Diluvio.
Hoy la gente pasa por alto la señal de los últimos días, detallada en la Biblia y de la cual Jesús mismo habló.
No se dan cuentan de que son parte de la señal.
¿Qué contribuye a tanta incredulidad?
En parte es lo que podríamos llamar gradualismo.
La Atalaya del 15 de enero de 2014, página 30, párrafo 11, hizo esta afirmación: “Parece que cuanto más común es una situación, menos nos asombra.
Puede que un cambio inesperado y repentino en la conducta de alguien que tenemos cerca nos conmocione.
Sin embargo, el deterioro de la moralidad de la sociedad en general, como es gradual, quizás pase desapercibido”.
Y agregó: “Pero no por ello deja de ser peligroso”.
¿No es verdad que la mayoría de nosotros fuimos criados en un entorno que no era del todo bueno?
Ya ocurrían cosas inmorales a nuestro alrededor, guerras y crímenes.
Pero las personas comenzaron a aceptarlo como algo normal.
Y aunque esto ha ido en aumento, la gente no logra percibir que los tiempos sí han cambiado, que están ocurriendo cosas mucho peores.
Y la creciente degradación moral es peligrosa.
Esto me recuerda una ilustración sobre cómo hervir una rana.
Si calentamos agua en una olla e intentamos poner una rana dentro, ¿qué pasará?
Que la rana no se meterá a la olla.
No es tonta: al sentir el agua caliente, saltará.
Pero si colocamos la rana dentro de una olla con agua fría y gradualmente —poco a poco— elevamos la temperatura del agua hasta el punto de ebullición, ¡la rana se cocerá!
Y eso es lo que le está pasando al mundo hoy.
La gente no alcanza a percibir el gradualismo; pero están en una olla que se calienta cada vez más.
Sabemos que los hombres malvados seguirán aumentando; los impostores seguirán burlándose de la verdad; las condiciones mundiales continuarán empeorando.
Pero todo el mundo tendrá que enfrentar al Creador y su juicio.
Hay tres salmos que me gustaría citar brevemente y que me parecieron interesantes porque describen la maldad del mundo y lo que Jehová hará al respecto.
Salmo 10:4: “El inicuo, conforme a su altanería, no hace investigación; todas sus ideas son: ‘No hay Dios’”.
Salmo 12:8: “Todo en derredor andan los inicuos, porque la vileza es ensalzada entre los hijos de los hombres”.
Estas palabras bien podrían haber aparecido en la primera plana del New York Times esta mañana.
Por último, Salmo 92:7: “Cuando los inicuos brotan como la vegetación, y todos los practicantes de lo que es perjudicial florecen, es para que sean aniquilados para siempre”.
Y a esto decimos: “¡Amén!
¡Que así sea!”.