Robert Luccioni: Fortalezcamos nuestro tronco espiritual (2 Tim. 3:13)

¿Están fuertes los músculos de tu tronco?

Los expertos dicen que los músculos del tronco están entre los músculos del cuerpo más importantes que hay que fortalecer.

Están en la parte central del cuerpo, más o menos entre el cuello y la cintura.

Un tronco fuerte nos ayuda a mantenernos en pie si algo nos golpea.

Tener un tronco fuerte también nos permite cargar cosas pesadas.

Y, si nos caemos, un tronco fuerte nos ayudará a ponernos de pie otra vez.

Por eso, los expertos dicen que es muy importante hacer ejercicios que fortalezcan los músculos del tronco, especialmente las personas mayores.

Así que ¿tienes un tronco fuerte?

La pregunta que deberíamos hacernos es “¿Cuán fuerte es nuestro tronco espiritual, nuestra fe y nuestra confianza en Jehová y su organización?”.

En el texto de hoy, vemos la importancia de tener un tronco espiritual fuerte.

Segunda a Timoteo, capítulo 3...

Si nos fijamos en el versículo 6, vemos que Pablo está hablando de “hombres que con malicia se meten en los hogares” y engañan a muchos.

En el versículo 8, menciona a Janes y Jambres, que “se opusieron a Moisés”.

Estos eran hombres malvados, “de mente totalmente corrupta”, que trataban de desacreditar todo lo que Moisés decía y hacía.

Y, como vemos en el texto de hoy, Pablo dijo que en los últimos días habría hombres malvados e impostores que irían de mal en peor.

¿Y qué le dijo Pablo a Timoteo que lo ayudaría?

¿Qué tenía que hacer?

Necesitaba tener un tronco espiritual fuerte.

¿Qué era eso?

Bueno, veamos 2 Timoteo 3:14, 15.

Él le dice: “Mantente en lo que aprendiste y fuiste persuadido a creer, pues sabes de quiénes lo aprendiste y que desde que naciste conoces los santos escritos, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús”.

Tenía que hacer dos cosas.

Una, tener un conocimiento profundo de las Escrituras y confiar en ellas.

Y, dos, no podía olvidarse nunca de quiénes le habían enseñado todo lo que sabía.

Tenía que tener claras esas dos cosas.

Eso lo ayudaría a enfrentarse a los hombres malvados e impostores.

Esta base sólida, la fe y la confianza, fue lo que ayudó a los apóstoles de Jesús.

Pensemos en las tácticas que usaron los hombres malvados e impostores contra Jesús y en cómo pudieron haber afectado a los apóstoles o a nosotros si hubiéramos estado allí.

Veamos cuatro de esas tácticas que usaron contra Jesús.

La primera: decían mentiras y tergiversaban las cosas.

Vamos a buscar Mateo 11:9 para ver un ejemplo.

Perdón, Mateo 11:19, que dice: “Y llegó el Hijo del Hombre, que sí come y bebe, y la gente dice: ‘¡Miren!

Un glotón y un bebedor de vino, que es amigo de cobradores de impuestos y pecadores’ ”.

Ahora bien, ¿le gustaba a Jesús comer y beber?

Sí.

¿Es verdad que comió con cobradores de impuestos y pecadores?

Sí.

Pero ¿vieron lo que hicieron los hombres malvados?

Tergiversaron los hechos.

Dijeron: “¡Miren!

Es un glotón, es un borracho.

Y es amigo de los cobradores de impuestos y pecadores”.

Y en Lucas 15:2 hasta insinuaron que él aprobaba la conducta de los pecadores y que él mismo era un pecador.

¿Y si hubieras estado allí?

¿Habrías pensado “bueno yo sé que a él le gusta comer y beber, pero no sé lo que hace cuando no estoy con él, espero que eso no sea cierto”?

Intentaron sembrar dudas en la gente y debilitar su confianza.

Segunda táctica: los hombres malvados tergiversaban las palabras de Jesús.

En Juan 5:18 vemos un ejemplo.

Juan 5:18 dice: “A raíz de eso, los judíos se esforzaron todavía más por matarlo, porque, además de no respetar el sábado, llamaba a Dios su Padre, haciéndose igual a Dios”.

Así que estaban tergiversando las palabras de Jesús diciendo que él había dicho que era igual a Dios, pero él nunca dijo eso.

En realidad él dijo que él era el Hijo de Dios, que su Padre era mayor que él.

Pero ellos torcieron sus palabras, las tergiversaron, para que pareciera que él estaba afirmando que era igual a Dios.

¿Y si te hubieran contado a ti esta historia?

Tú no escuchaste directamente a Jesús, solo lo que otros te contaron.

“¿De verdad dijo eso?

Si lo hizo, está equivocado, porque nadie es igual a Dios”.

También se aprovecharon de los errores que cometieron sus discípulos.

Veámoslo en Lucas 9.

Esta es la ocasión en la que los discípulos no pudieron expulsar el demonio que tenía un joven.

En el versículo 40, el padre le dice a Jesús: “ ‘Les rogué a tus discípulos que lo expulsaran, pero ellos no pudieron’.

En respuesta, Jesús dijo: ‘¡Esta generación retorcida y sin fe!

¿Hasta cuándo voy a tener que estar con ustedes y soportarlos?

Trae a tu hijo acá’ ”.

Al parecer, los escribas estaban criticando a los discípulos por no haber sido capaces de ayudar al joven.

De nuevo, imagina que estás allí y que ves esto con tus propios ojos.

“Un momento.

Esos son los discípulos de Jesús.

Esa es su comisión.

Se supone que hagan eso.

Quizás no son tan especiales como yo pensaba”.

Los malvados e impostores también se aprovechaban de las ocasiones en las que Jesús decía algo y la gente no lo entendía.

Veámoslo en Juan 6:54.

Recordamos lo que pasó cuando Jesús dijo: “El que se alimenta de mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”.

¿Cómo reaccionó la gente?

Versículo 60: “Al oír esto, muchos de sus discípulos dijeron: ‘Este discurso es ofensivo.

¿Quién lo puede escuchar?’ ”.

Versículo 66: “Muchos [...] volvieron a las cosas que habían dejado atrás”.

En vez de tratar de entender lo que Jesús había dicho o de esperar un poco para ver si él se lo explicaba, dejaron de seguirlo.

Y, como vemos en el versículo 52, los judíos siguieron criticando lo que Jesús dijo, y por eso muchos dejaron de seguirlo.

Era demasiado difícil de aceptar.

¿Y si hubieras estado tú allí escuchando a Jesús decir eso?

“¡Pero qué cosa más rara está diciendo este hombre!

Parece que se está volviendo cada vez más fanático”.

¿Qué efecto tuvieron estas tácticas en la gente?

A la gente le encantaba seguir a Jesús.

Les gustaba escuchar lo que enseñaba.

“¡Nunca ha hablado así ningún hombre!”, decían.

Miles de personas iban a él para que los alimentara, los curara...

Pero, al final, la mayoría dejó de seguirlo, ¿por qué?

Bueno, porque si quitamos todos los extras, los milagros y demás, ¿qué les quedaba?

Su fe en las profecías bíblicas y en que el hombre que les estaba hablando era el Hijo de Dios.

Su tronco espiritual no era lo suficientemente fuerte.

Pero el de los discípulos de Jesús sí era fuerte.

Aunque a veces se sintieron confundidos y, por decirlo así, se cayeron, pudieron levantarse de nuevo.

¿Por qué? Porque recordaron lo que decían las Escrituras y estaban convencidos de que aquel hombre era el Hijo de Dios.

Hoy día, los hombres malvados e impostores usan exactamente las mismas tácticas.

Y cada vez nos atacarán más.

Dicen mentiras y tergiversan las cosas.

Mienten sobre cómo tratamos a quienes han cometido abuso de menores y a las víctimas de esos abusos.

Tergiversan lo que decimos sobre la sangre, la lealtad que le debemos a la familia, la expulsión...

Nos critican cuando creen que hemos cometido errores, quizás afirmaciones dogmáticas que hicimos en el pasado sobre alguna profecía bíblica, sobre los últimos días...

y que luego rectificamos.

Y, cuando hacemos cambios en la organización que no entienden, también nos critican.

Como cuando muchos hermanos recibieron cambios de asignación en el 2015, la nueva explicación sobre la generación, los cambios en la central mundial...

Algunos se dejan influenciar por estas cosas.

Es demasiado para ellos, tropiezan y se caen.

¿Qué hay de nosotros?

¿Tenemos un tronco espiritual fuerte?

Por eso se nos repite constantemente que debemos estudiar con regularidad y a profundidad las Escrituras.

Por eso se nos recuerda una y otra vez que Jehová está usando al Cuerpo Gobernante para darnos las cosas buenas que tenemos.

¿Por qué es esto tan importante?

Porque podría llegar el día en el que perdamos, ya sea personalmente o como organización, todas las cosas espirituales adicionales que tenemos, todos los extras.

¿Qué haremos entonces?

¿Qué haremos, por ejemplo, si un día dejara de existir JW Broadcasting?

¿Qué pasaría si no tuviéramos ni las espectaculares asambleas, ni los videos, ni la música, ni los artículos de La Atalaya tan bien escritos, ni las reuniones anuales, que tanto nos gustan?

De hecho, algunos de nuestros hermanos no tienen estas cosas ahora mismo.

Si llegara ese día, dependeríamos de nuestra fe en que esta es la Palabra de Dios y en que Jehová está usando al Cuerpo Gobernante para dirigirnos.

Así que aprovechemos este periodo de calma relativa para seguir el consejo del apóstol Pablo en 2 Timoteo 3:14, 15.

Conozcamos bien “los santos escritos” y no olvidemos nunca de quién hemos aprendido todo lo que sabemos.

Ese es nuestro tronco espiritual.

Fortalezcámoslo.

Así estaremos firmes y preparados para enfrentarnos a lo que está por venir.

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