Joel Dellinger: La cooperación contribuye a la unidad (Luc. 2:41)

Un factor clave para la unidad del pueblo de Jehová está en las instrucciones claras y los recordatorios constantes que recibimos.

Pensemos en todo lo que la organización de Jehová nos suministra cada mes.

Sin falta, recibimos la edición de estudio de La Atalaya y, para el público, un número de ¡Despertad! o uno de La Atalaya. También recibimos la Guía de actividades y el programa de una hora de JW Broadcasting.

Además, casi todos los días se publican nuevos artículos, noticias e informes legales en el sitio jw.org.

¿Nos resulta fácil mantenernos al día con todo?

¡Qué práctico es tener el botón “Vea lo nuevo” en la página principal de jw.org!

Estos recursos se pueden comparar a un rico banquete de muchos platos, que no son solo una delicia, sino que además nos nutren en sentido espiritual y nos dan las fuerzas necesarias para seguir sirviendo a Jehová.

¿Y si pensamos en los hermanos que hemos recibido responsabilidades, ya sea en la congregación o en Betel?

La verdad es que tampoco nos faltan instrucciones y recordatorios.

Es interesante que, durante el año 2016, la central mundial mandara 80 cartas con instrucciones a los ancianos y los superintendentes de circuito.

Durante el mismo periodo, los seis comités del Cuerpo Gobernante también mandaron 240 cartas a los comités de las 90 sucursales para ayudar a esos hermanos a realizar las labores de manera uniforme.

Por supuesto, no podemos olvidar los miles de cartas que se responden mensualmente a las distintas sucursales.

Sin duda, estas instrucciones claras y oportunas son un factor clave que contribuye a la unidad del pueblo de Jehová.

Dediquemos unos minutos a hablar de otro factor que fortalece la unidad.

Los hermanos lo han mencionado en sus comentarios.

Se trata de nuestra disposición a cooperar con las instrucciones teocráticas.

Relacionado con esto, los invito a abrir sus biblias en Hebreos 13:7.

Y en este punto, pensemos en qué clase de relación quiere Jehová que tengamos con nuestros superintendentes, los ancianos que trabajan tan duro.

Leamos el versículo 7.

Dice: “Acuérdense de los que llevan la delantera entre ustedes, los cuales les han hablado la palabra de Dios, y al contemplar detenidamente en lo que resulta la conducta de ellos, imiten su fe”.

Lo primero que se nos dice que hagamos es acordarnos de ellos.

Acordarse significa “tener presente” la buena labor que realizan los ancianos.

Eso nos ayudará a tenerles cariño, a sentir amor y aprecio por ellos.

Recientemente, la edición de estudio de La Atalaya señaló que la palabra “acuérdense” también puede traducirse “mencionen”.

Así que interesarnos sinceramente por los ancianos nos motivará a mencionarlos en nuestras oraciones.

Esa es la clase de relación que Jehová quiere que tengamos con los superintendentes.

¡Qué contraste con la actitud rebelde y conflictiva que muchas personas del mundo demuestran hacia quienes tienen autoridad!

Fijémonos en este mismo capítulo 13 de Hebreos, en el versículo 17.

Ahí se nos dice: “Sean obedientes a los que llevan la delantera entre ustedes, y sean sumisos, porque ellos están velando por las almas de ustedes como los que han de rendir cuenta; para que ellos lo hagan con gozo y no con suspiros, por cuanto esto les sería gravemente dañoso a ustedes”.

Se nos aconseja obedecer y ser sumisos.

Claro, ser obedientes es mucho más fácil si entendemos por qué se nos pide algo o si estamos de acuerdo con ello.

Pero ¿qué pasa si recibimos ciertas instrucciones teocráticas que nos sorprenden, nos parecen ilógicas o no nos convienen?

En esos casos, deberíamos poner en práctica la parte del versículo que nos aconseja ser sumisos.

¿Por qué?

Porque, como destaca el versículo, seguir las instrucciones teocráticas al final resulta en nuestro bien.

Por supuesto, a pesar de saber que es para nuestro bien, obedecer no siempre es fácil.

Para ilustrarlo, imaginémonos caminando por el desierto con los israelitas durante los cuarenta años que estuvieron allí.

Llevamos unos días caminando junto a nuestra familia y, de repente, la columna de nube se detiene.

Nosotros también nos detenemos, echamos un vistazo al lugar...

Estamos obedeciendo las instrucciones.

Pero, entonces, nos preguntamos: “¿Cuánto tiempo estaremos aquí?

¿Un día?

¿Una semana?

¿Algunos meses?”.

Y luego, pensamos: “¿Tengo que sacar todas las cosas otra vez?”.

Bueno, al principio sacamos solo unas cuantas.

Pero, después de unos días, estamos cansados de tener que revolver entre el equipaje, así que decidimos sacarlo todo.

¿Se imaginan qué pasa luego?

La columna de nube comienza a elevarse y a trasladarse.

Tenemos que volver a guardar nuestras pertenencias.

Así que, ¿es fácil obedecer las instrucciones teocráticas?

No siempre.

Veamos qué hacían los israelitas cuando Jehová los guiaba con aquella nube.

Leámoslo en el capítulo 9 de Números, en el versículo 17 y luego el 22.

El 17 dice: “Y siempre que la nube subía de sobre la tienda, los hijos de Israel partían inmediatamente después, y en el lugar donde residía la nube, allí era donde acampaban los hijos de Israel”.

Y el versículo 22 continúa: “Fueran dos días o un mes o más días durante los cuales la nube prolongara su detención sobre el tabernáculo, residiendo sobre él, los hijos de Israel se quedaban acampados y no partían; pero cuando se alzaba, partían”.

¿Nos estamos esforzando por tener esa misma actitud hacia las instrucciones teocráticas?

La familia Betel es un excelente ejemplo de eso.

Cuando me preparaba este comentario, me acordé del superintendente de un departamento del Betel de Brooklyn con el que colaboré de cerca.

Él siempre llevaba un bolígrafo y una libretita en el bolsillo y, tan pronto como alguien le pedía que hiciera algo, sacaba el bolígrafo y la libreta, y lo anotaba.

Casi siempre, antes de terminar el día, ya había hecho todo lo que tenía en la lista.

Este hermano era como dice Lucas 16:10: “La persona fiel en lo mínimo es fiel también en lo mucho”.

Por eso, no nos sorprende que la organización de Jehová le haya confiado muchas responsabilidades de peso.

Y el caso de este hermano no es único.

Hay muchos hermanos y hermanas por todo el mundo que tienen esa misma disposición de obedecer las instrucciones teocráticas.

Hace poco, mientras estaba de visita en una sucursal de África, el superintendente del Departamento Local de Diseño y Construcción me contó que, en su departamento, se reúnen tres veces por semana durante quince minutos para leer en voz alta las pautas del departamento.

¿Por qué le parecía importante al hermano hacer eso?

Porque, según me explicó, ha notado que revisar las pautas con todo el departamento los ayuda a ver si entienden lo mismo, si tienen claras las instrucciones.

Además, también les permite darse cuenta de qué puntos se les habían pasado la primera vez que las leyeron y qué cosas entienden mejor ahora.

Ese es otro ejemplo excelente de cómo ser cooperadores y diligentes.

¿Y qué aprendemos de todo esto?

Bueno, hoy en día recibimos muchísimas instrucciones y recordatorios oportunos.

Jehová nos guía mediante los ancianos, que llevan la delantera, y esa guía es tan real para nosotros como la columna de nube que guiaba a los israelitas de día y la columna de fuego que los guiaba de noche.

Así que, mientras recorremos el último tramo de nuestro viaje por el desierto, por decirlo así, cooperemos plenamente con cualquier instrucción que recibamos de la organización.

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