Izak Marais: Aceptemos de buena gana la disciplina de Jehová (Heb. 12:6)

Es fácil aceptar que somos imperfectos.

Entonces, ¿por qué nos molestamos tanto cuando otros nos corrigen?

Claro, todos sabemos qué actitud deberíamos tener.

Lo podemos leer en Salmo 141:5.

Vamos a buscarlo.

Salmo 141:5 dice: “Si me golpeara alguien justo, sería un gesto de amor leal; si me reprendiera, sería como aceite sobre mi cabeza, que mi cabeza jamás rechazaría”.

Ahora bien, puede que veamos la disciplina de la misma forma que la ve el mundo.

Un diccionario dice que la disciplina es un castigo para poner a alguien bajo control.

Otro dice que la disciplina es para hacer que la gente obedezca y para castigarla si no lo hace.

Pero así no es como Jehová ve la disciplina, ¿verdad?

En el texto de hoy, aquí en Hebreos, capítulo 12, vemos que Jehová nos habla como si fuéramos sus hijos.

El versículo 5 dice “Hijo mío”.

Y luego en el versículo 6 dice que “Jehová disciplina a quienes ama”.

Aquí la disciplina se presenta como algo bueno, algo positivo.

La realidad es que la disciplina es una de las maneras en las que Jehová nos educa.

De hecho, puede ser incluso emocionante, porque nos da la oportunidad de conocer mucho mejor a Jehová.

Ahora me gustaría hablarles de tres formas en las que solemos reaccionar ante la disciplina.

Y seguro que todos hemos reaccionado de una de estas formas en algún momento.

La primera es sentir un dolor muy profundo, sentir vergüenza, sentirnos heridos en el corazón.

Esto es normal.

Es algo que vemos hasta en los niños.

A veces, les duele mucho cuando sus padres los regañan por algo malo que han hecho.

Enseguida ponen una carita triste y empiezan a hacer pucheros.

Pero, claro, nosotros que somos cristianos maduros —adultos— no hacemos eso, ¿no?

Pero preguntémonos: ¿cómo reaccionamos, o cómo deberíamos reaccionar?

Antes que nada, trate de no dejarse llevar por las emociones.

Deje de lamentarse.

Tampoco olvidemos lo siguiente: la disciplina nos duele porque nos hace sentir un poco inseguros, perdemos la confianza.

Pero lo mejor es reaccionar de forma positiva ante la disciplina, porque en realidad el consejo es para nuestro propio bien.

Leamos las palabras de Proverbios 15:32.

Búsquenlo conmigo.

Proverbios 15:32: “El que rechaza la disciplina desprecia su vida”.

Sí, si nunca aceptamos consejos de nadie, nuestra vida será un desastre.

El versículo sigue diciendo: “Pero el que escucha la corrección consigue entendimiento”.

Y el 33 dice: “El temor de Jehová es escuela de sabiduría, y antes de la gloria hay humildad”.

Si alguien nos da un consejo, dejémonos enseñar por Jehová.

Aprendamos la lección, para que no nos haga falta disciplina más fuerte.

Y también para que no tengamos que sufrir las consecuencias de una mala decisión.

La segunda forma negativa en la que solemos reaccionar es restándole importancia al consejo.

Podríamos pensar: “No sé por qué me dice eso a mí el hermano.

Está exagerando.

Para empezar, me parece que ni siquiera está viendo el cuadro completo.

Y, además, que primero aprenda a dar consejos”.

Por lo general, cada vez que reaccionamos así es porque en lo profundo de nuestro corazón no queremos dejar de hacer lo que está mal.

Y tratamos de esconder eso buscándole faltas al hermano que nos da el consejo de parte de Jehová.

Puede que seamos nosotros los que no vemos el cuadro completo, quizá porque no queremos ver el cuadro completo.

¿Podríamos estar confiando en nuestro propio entendimiento, en vez de dejarnos guiar por Jehová?

Tal vez sería mejor que viéramos al hermano que nos está dando el consejo como se describe en Proverbios 25:12.

Vamos a leerlo, por favor.

Proverbios 25:12.

Léanlo conmigo.

“Como un arete de oro y un adorno de oro fino, así es para un oído receptivo la persona que corrige con sabiduría”.

Podemos demostrar que valoramos los consejos si vemos a la persona que nos los da como algo sumamente valioso, un adorno de oro, por decirlo así.

Jehová nos disciplina a todos porque nos ama.

Por eso tenemos que mostrar amor tanto por la disciplina como por el hermano que nos la da.

La tercera reacción podría ser que nos ofendamos, o que nos enojemos.

Podríamos pensar: “¿Y este quién se cree que es?”.

Podría ser alguien como tú.

O podría ser alguien que en tu opinión esté por debajo de ti, sea porque lleve menos tiempo en la verdad, porque sea menor que tú, porque sepa menos que tú o por cualquier otra razón.

También podría ser porque no es tan buen maestro como nosotros.

Pensemos en lo siguiente: puede que Jehová tuviera muy buenas razones para elegir a esa persona para que nos diera ese consejo a nosotros.

¿Estamos dispuestos a aceptar que Jehová sabe exactamente lo que necesitamos y que es él quien realmente nos ha dado ese consejo?

El pasaje de Hebreos 12 del que está tomado el texto del día dice en el versículo 5 que no menospreciemos la disciplina de Jehová y que tampoco debemos rendirnos cuando él nos corrija.

Tal vez pensemos: “Bueno, si Jehová me da un consejo directamente, ¡pues claro que le voy a hacer caso!”.

Pero, para hablarnos directamente, Jehová puede utilizar a alguno de nuestros hermanos.

Recordemos el caso de David.

Cuando Natán lo aconsejó, David no rechazó el consejo.

Tampoco se enojó con Natán.

No, todo lo contrario.

Él aceptó el consejo y dijo: “He pecado contra Jehová”.

¿Cuál es la lección?

Nunca despreciemos los consejos; aceptémoslos de buena gana.

En resumen, hermanos, veamos el cuadro completo.

Los que somos parte de la familia de Jehová —y qué bueno que aquí todos lo somos— vamos a recibir a lo largo de nuestra vida muchos consejos.

Toda la guía y todos los consejos que vienen de Jehová son para nuestro propio bien.

Jehová nos está moldeando para que lleguemos a ser la clase de persona que él quiere que seamos.

Así que este no ha sido un análisis de por qué necesitamos consejos, sino de qué actitud deberíamos tener cuando alguien nos aconseja.

Las palabras de Pablo en la Carta a los Hebreos están tomadas del libro de Proverbios.

El capítulo 3 de Proverbios habla sobre la disciplina y, en el versículo 18 de este capítulo 3, ya después de haber hablado un rato sobre este tema, se nos hace una bonita invitación a todos.

El capítulo 3, si vamos al versículo 18, dice sobre la disciplina: “Es un árbol de vida para los que se aferran a ella, y los que se mantienen aferrados a ella serán llamados felices”.

Así que, hermanos, aceptemos los consejos de buena gana porque son un regalo de Jehová.

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