Harold Corkern: No dejemos que Satanás se aproveche de nosotros (2 Cor. 2:11)

 El texto de hoy dice que Satanás puede aprovecharse de nosotros.

¿En qué pensamos cuando escuchamos que alguien se aprovecha de otra persona?

Aprovecharse de alguien significa sacar provecho de esa persona —normalmente con malas intenciones— mediante el engaño, la manipulación o el abuso.

Por eso tenemos que tener mucho cuidado y estar alerta, porque el Diablo aprovechará cualquier oportunidad para engañarnos, manipularnos y abusar de nosotros.

Y puede hacerlo de muchas maneras, ¿verdad?

De hecho, la Biblia, en Efesios 6:11 habla de “las astutas trampas del Diablo”.

Bueno, el contexto del texto de hoy nos ayuda a identificar cuáles son dos de sus tácticas.

Por favor, busquen conmigo 2 Corintios, capítulo 2.

En la primera carta que Pablo les escribió a los corintios les había hablado de un hombre del que Satanás se había aprovechado.

Se trataba de un caso muy grave de inmoralidad sexual.

No solo Satanás se estaba aprovechando de él, sino que la congregación lo toleraba, y Pablo les habló de manera muy clara. Les dijo: “Entreguen a ese hombre a Satanás”.

“Saquen a la persona malvada que está entre ustedes”.

La congregación reaccionó, y finalmente este hombre, que llevaba una vida tan inmoral, se arrepintió de verdad.

Y ahora el problema no era que se tolerara una mala conducta.

¿Cuál era el problema?

Ahora tenían que perdonar a ese hombre.

2 Corintios 2:6: “Ese hombre ya tiene suficiente con la reprensión que le dio la mayoría.

Ahora deben perdonarlo bondadosamente y consolarlo para que no se sienta abrumado por estar demasiado triste”.

¿Y quién podía aprovecharse de esa tristeza excesiva?

Versículo 11: “Para que Satanás no se aproveche de nosotros, porque no desconocemos sus tácticas”.

Así que el Diablo usará lo que sea: la tentación de la inmoralidad sexual, que toleremos la maldad o que seamos demasiado duros, que no perdonemos, que no tengamos compasión.

Cualquiera de esas dos reacciones son tácticas del Diablo para alejarnos de Jehová.

Hablemos brevemente de otra táctica que el Diablo usa

relacionada con las tentaciones y la inmoralidad sexual.

Él puede convencer a alguien de que no pasará nada si prueba cosas que podrían ser impuras —o que lo son—, que no habrá consecuencias graves o que no se le hará daño a nadie.

Puede que incluso haga algo impuro y, como aparentemente no pasa nada malo, piense que está bien.

Pero esa persona se está olvidando de una verdad fundamental que Jehová nos recuerda en Gálatas 6:7: “Lo que uno esté sembrando es lo que cosechará”.

Para que entendamos mejor que el Diablo usa cebo o carnada para convencer a alguien de que no está en peligro, de que no pasa nada, y luego lo atrapa, les contaré algo que ocurrió hace muchos años.

En una ocasión había un grupo de jóvenes que estaba pescando en un lago.

Desde donde estaban, podían ver que en el agua había peces enormes, muy grandes.

Y probaron todo tipo de carnada.

Intentaron con lombrices, con señuelos artificiales, pero los peces no mordían el anzuelo.

Entonces llegó un hombre más mayor y les dijo: “Denme una lombriz”.

Agarró la lombriz y la echó al agua sin anzuelo adonde estaban los peces.

Y uno de los peces se la comió.

Y dijo: “Echen otra sin anzuelo”.

Lo hicieron y el pez se la comió.

Y entonces les dijo: “Ahora echen una con el anzuelo”.

Y lo pescaron.

¿Cuál es la lección?

Que el Diablo puede ponernos una carnada que nos parezca algo placentero.

“Esto no es nada malo, no me hará daño”.

Pero con el Diablo siempre hay un anzuelo.

Siempre lo hay.

Y nos hará daño espiritual, emocional, mental e incluso físico.

Engañarnos a nosotros mismos pensando que las prácticas sucias o impuras son inofensivas puede costarnos la vida.

Pero el Diablo no solo usa el placer y las tentaciones, también puede valerse del dolor y el sufrimiento.

Recuerden lo que le pasó a Job.

Él perdió sus posesiones materiales, perdió a sus hijos, se puso muy enfermo.

Y eso le causó mucho dolor físico y emocional, nada de placer.

Y, por si eso fuera poco, sus falsos amigos fueron a consolarlo, pero lo que hicieron fue acusarlo de hacer todo tipo de cosas malas e intentaron sembrar dudas en la mente de Job para que pensara que él nunca podría agradar a Dios.

Esa fue una de las pruebas más duras que tuvo que soportar, escuchar todo aquello que le dijeron sus amigos.

Y sobre este tema, La Atalaya del 15 de agosto de 2002 explicó lo difícil que puede ser una prueba cuando viene de nuestros hermanos.

Dice así: “Satanás no ha dejado de valerse de consejos equivocados o comentarios irreflexivos […] de amigos y de hermanos […].

Es posible que el desánimo generado dentro de la congregación nos desmoralice con mayor facilidad que la persecución procedente del exterior”.

Más adelante, el mismo artículo cuenta que un hermano que servía como anciano y que había estado en la guerra —había vivido cosas terribles— recibió críticas y comentarios hirientes de los hermanos de la congregación.

Le hicieron mucho daño.

¿Qué dijo él sobre aquella situación dentro de la congregación?

Él dijo: “Es lo peor que me ha sucedido”.

¿De qué puede valerse el Diablo?

A veces los hermanos hacen o dicen cosas, y el Diablo las usa y las exagera para desanimarnos y que dejemos de servir a Jehová.

Bueno, está claro que Satanás usa diferentes trampas, y hoy solo hemos hablado de algunas.

¿Qué podemos hacer para protegernos?

Santiago 4:7 dice: “Por lo tanto, sométanse a Dios, pero opónganse al Diablo”.

Y para hacer eso debemos recordar siempre lo que dijo Jesús en la oración modelo: “Líbranos del Maligno”.

¿Por qué es importante que se lo pidamos?

Bueno, llevamos el nombre de Jehová.

Y él desea proteger su nombre.

Además, nos quiere mucho a nosotros.

Él es nuestro Padre.

Y, como cualquier buen padre, si ve que uno de sus hijos está sufriendo mucho porque alguien está intentando matarlo, ¿verdad que haría algo, y rápido?

¿Qué está dispuesto a hacer Jehová?

Bueno, busquemos en la Biblia el libro de Malaquías, donde veremos lo mucho que Jehová se preocupa por nosotros y por qué responde rápido a nuestras súplicas cuando le pedimos que nos libre del Maligno.

Malaquías 3:17 dice: “Y ellos serán míos —dice Jehová de los ejércitos— el día en que los convierta en mi propiedad especial.

Les tendré compasión, igual que un hombre le tiene compasión al hijo que le sirve”.

¿Verdad que es muy bonito lo que acabamos de leer?

Jehová nos quiere mucho.

Otras Biblias traducen la expresión “propiedad especial” de las siguientes maneras: “Mi propiedad personal”, “mi tesoro especial” y “mis joyas”.

Jehová nos ama.

Él solo permitirá que el Diablo nos pruebe hasta cierto punto.

Satanás no puede ir más allá de donde Jehová le permita.

Por ejemplo, ¿recuerdan el caso de Job, cuando bajó fuego del cielo y devoró sus rebaños de ovejas e incluso a algunos de sus sirvientes?

El Diablo hizo eso y Jehová lo permitió.

Pero más tarde, en 1 Reyes 18, allí en el monte Carmelo, cuando había dos toros y se tenía que demostrar quién era el Dios verdadero, si Jehová o Baal, y los adoradores de Baal estuvieron todo el día rogándole a su dios, no bajó ni una sola chispa del cielo.

Jehová no le permitió al Diablo quemar un solo toro aunque ya le había permitido quemar miles de ovejas.

Jehová tiene el control.

Y podemos estar seguros de que cualquier cosa que él le permita hacer al Diablo que nos cause dolor emocional o físico, o si le permite perseguirnos, o incluso matarnos a algunos…, mediante su Hijo Jesucristo, Jehová va a deshacer por completo todas las obras del Diablo.

Así que pase lo que pase, si nos mantenemos leales a Jehová y evitamos las astutas trampas del Diablo, él no podrá aprovecharse de nosotros.

Este enemigo traicionero y mentiroso no podrá causarle ningún daño permanente al pueblo de Dios.

Sabemos cuáles son las tácticas del Diablo.

Mantengámonos alerta, roguémosle a Jehová que nos libre de él.

Podemos estar seguros de que nuestro amoroso Padre celestial nunca nos abandonará.



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