Al analizar el texto para hoy, surge una interesante pregunta: ¿cómo es que podemos probar a Jehová? ¿Acaso no dijo Jesús que jamás deberíamos poner a Jehová a prueba? Bueno, la respuesta a esta cuestión la dio la revista “La Atalaya” en 1957, cuando dijo: “Hay una manera incorrecta y una manera correcta de poner a Jehová a prueba”. Ahora bien, ¿cómo saber si estamos probando a Jehová de la forma correcta? La clave es distinguir la diferencia entre tener fe y ser tonto. La Biblia nos ayuda a comprender que existe una línea que separa la fe de la tontedad.
Hablemos primero de la forma correcta de probar a Jehová. Él nos ha prometido que nos va a bendecir siempre y cuando hagamos lo que espera de nosotros. Y cuando demostramos fe en esa promesa y lo obedecemos sin dudar, lo estamos probando en el buen sentido. Por otro lado, si, por falta de confianza, primero esperamos a que nos bendiga para entonces hacer lo que nos pide, si nos quejamos por las cosas que Jehová ha permitido que nos pasen, si tomamos riesgos innecesarios o si aparentamos ser obedientes cuando en realidad no lo somos, entonces lo estamos poniendo a prueba de la manera incorrecta. Así que, dicho de manera simple, probar a Jehová de la manera correcta significa confiar en él, tener fe y obedecerle, incluso cuando no sea fácil hacerlo.
Ya hemos dicho que ponemos a prueba a Jehová como no debemos hacerlo si, con actitud egoísta, nos quejamos por lo que ha permitido que ocurra en nuestra vida, si hacemos cosas imprudentes o peligrosas —esperando que nos rescate con un milagro— o si intentamos engañarlo fingiendo ser fieles por un lado, pero portándonos mal por el otro. Además, ponemos a prueba su paciencia cuando insistimos en que haga algo por nosotros que no está muy de acuerdo con su voluntad. La verdad es que sería tonto hacer cualquiera de estas cosas.
¿Qué puede ayudarnos a entender mejor este importante tema? Pensemos en dos ejemplos. Primero, recordemos la ocasión en que Jesús le dijo al Diablo: “No debes poner a prueba a Jehová tu Dios”. Leamos las palabras en las que se basó Jesús para decir eso. Se encuentran en Deuteronomio 6:16: “No deben poner a prueba a Jehová su Dios, como lo pusieron a prueba en Masah”. ¿Y qué hicieron los israelitas cuando se encontraban en Masah, que significa “Prueba”? Lo que se dice en Éxodo 17:7 nos ayuda a entender en qué sentido pusieron los israelitas a prueba a Jehová. Éxodo 17:7 dice: “De modo que llamó el lugar por nombre Masah y Meribá, a causa del reñir de los hijos de Israel y a causa de que pusieron a prueba a Jehová, diciendo: ‘¿Está Jehová en medio de nosotros, o no?’”. ¿Qué fue lo que hicieron? En pocas palabras, no confiaron en Jehová. Y, por esa razón, no fueron capaces de entender que su Dios no los abandonaría para que murieran en el desierto. Además, les faltó paciencia. ¡Querían que Jehová les diera las cosas ya! Solo les importaba satisfacer sus propios deseos. ¡Qué impactante lección!, ¿no les parece? Sin duda, les faltó fe. Pensemos en un segundo ejemplo, en la ocasión en que los israelitas decidieron no entrar en la Tierra Prometida. Si recordamos, ellos se desanimaron debido al informe negativo de diez de los espías enviados por Moisés. Estaban tan molestos que querían apedrear a los dos espías que dieron un buen informe. ¿Y todo por qué? Por la falta de fe. Y cuando Jehová los castigó y les dijo lo que iba a ocurrir, ¿qué decidieron hacer? Invadir la Tierra Prometida sin permiso, sin el apoyo divino. ¿Y cuál fue el resultado? Sufrieron una derrota aplastante. ¡Qué forma de actuar tan tonta! Este ejemplo nos ayuda a entender que, efectivamente, hay una manera correcta —pero también una manera incorrecta— de poner a Jehová a prueba.
Además, es importante tomar en cuenta cómo se siente Jehová cuando lo ponemos a prueba de manera indebida. Veamos lo que nos dice a este respecto el libro de los Salmos. Vamos al Salmo 78:40, 41. Dice: “¡Cuán a menudo se rebelaban contra él en el desierto, lo hacían sentirse herido en el desierto árido! Y vez tras vez ponían a Dios a prueba, y causaban dolor aun al Santo de Israel”. Sí, a los israelitas les faltó fe e hicieron cosas que irritaron o decepcionaron a Jehová. Le causaron dolor. Por eso es tan importante que veamos la diferencia entre la manera correcta y la incorrecta de probar a Jehová. En nuestro caso, ¿cuáles serían algunas maneras incorrectas de probar a Dios? Pues bien, no debemos exigirle ni ordenarle a Jehová que nos conceda favores especiales. Tampoco debemos quejarnos con él porque no se han cumplido nuestras expectativas. Además, no debemos correr riesgos innecesarios. De hecho, hay hermanos encargados de ayudarnos a velar por la seguridad, y es esencial que sigamos sus instrucciones.
Puede que no siempre sea fácil ver la diferencia entre tener fe y ser un poco tonto. Tal vez hayamos pensado alguna vez: “Jehová siempre me va a cuidar, no importa lo que haga”. Pero notemos lo que se publicó en un número de “¡Despertad!” de 1953. El artículo se titulaba: “No has de poner a Dios a prueba”. En parte decía que nos creeríamos “muy importantes” si actuáramos “como si nada pudiera pasarnos porque estamos sirviendo a Jehová”. Y advertía: “No debemos atrevernos a poner a Dios a prueba con acciones irracionales [...] [ni con descuidos]. Sencillamente no podemos esperar que Dios nos proporcione ángeles para guardarnos del mal y de accidentes a pesar de lo que hagamos o dejemos de hacer”. ¡Qué buen recordatorio!, ¿no les parece? A lo largo de mi servicio misional, yo también tuve que aprender la diferencia entre tener fe y ser tonto. En mis primeros años, llegué a hacer algunas cosas bastante imprudentes, como saltar de un barco grande a uno más pequeño en alta mar sin llevar salvavidas. En aquel tiempo, pensaba que eso era un acto de fe, pero ahora lo veo de forma un tanto diferente. El asunto es que debemos estar muy pendientes para saber distinguir entre actuar con fe y actuar con tontedad.
Jesús, tan sabio como era, supo ver dicha diferencia. Cuando estuvo aquí en la Tierra, su vida corrió peligro en muchas ocasiones, pues sus enemigos, los fariseos y los saduceos, siempre andaban buscando formas de matarlo. Pero él había venido para servir a Jehová y hacer su voluntad, y tenía fe en que su Padre no permitiría que lo mataran antes de tiempo. Sin embargo, cuando Satanás lo tentó para que se luciera arrojándose desde la parte más alta del templo, ¿qué le contestó Jesús? “No debes poner a prueba a Jehová”. Jesús tenía claro que hacer eso sería tonto. De igual manera, cuando nosotros tengamos que tomar una decisión, debemos asegurarnos de lo que Jehová quiere que hagamos. Él nos ha prometido que, si lo obedecemos y ponemos el Reino en primer lugar, nos va a bendecir. Y podemos estar seguros de que él cumplirá su promesa mientras seamos obedientes. Pero jamás deberíamos pensar que podemos poner a prueba a Jehová siendo negligentes o exponiéndonos al peligro innecesariamente. En conclusión, antes de tomar decisiones, siempre pidámosle a Jehová que nos permita ver si se trata de un acto de fe o de una tontedad.