El texto que estamos analizando dice “dejen”, “dejen de juzgar”.
Esto nos da a entender que es algo que está pasando.
Tal como pasaba en el primer siglo cuando Jesús dijo estas palabras, también está pasando ahora.
Entonces, respondamos algunas preguntas sobre estos versículos que aparecen en Mateo 7.
¿Qué quiso decir Jesús con “juzgar”?
¿A qué se refería con “la paja”?
¿Y a qué se refería con “la viga”?
Y, cuando en el versículo 2 habló de “la medida”, ¿qué quería decir?
Primero podemos hablar de la palabra juzgar. ¿Qué significa y qué no significa?
Por supuesto, no significa que nunca vamos a poder juzgar nada.
Esto sería contrario a lo que Jesús dijo más tarde, aquí mismo en el capítulo 7.
Si se fijan en el versículo 6, dice: “No les den cosas santas a los perros”, es decir, a quienes no aprecian las cosas espirituales.
Aquí tenemos que juzgar: “¿Tiene interés realmente la persona?
¿O mejor me voy a predicar a otro lugar?”.
Después, más adelante, se menciona otra cosa que también debemos juzgar, si nos fijamos en el versículo 13.
Jesús dice: “Entren por la puerta angosta”, y la contrasta con la puerta “ancha” y el camino “espacioso”.
Así que aquí habría que juzgar bien y decidir cuál es “la puerta angosta”.
Y en el versículo 15 dijo: “Cuidado con los profetas falsos”.
¿Quiénes son ellos?
Nuevamente, es necesario formarse un juicio.
Así que por estos otros versículos que leemos en el capítulo 7, entendemos que Jesús no estaba diciendo que nunca debemos juzgar. La Atalaya explicaba claramente que Jesús aquí se estaba refiriendo a ser demasiado críticos o demasiado exigentes con los demás.
Entonces, ¿cómo podemos aplicar este consejo?
Para saberlo, respondamos primero otra pregunta: ¿qué representa “la paja” que Jesús mencionó en estos versículos? La Atalaya explicaba que la paja puede ser cualquier pequeño defecto o debilidad de alguien en el que decidimos concentrar nuestra atención y que hace que juzguemos a esa persona o que pensemos mal de ella.
Estos pequeños defectos pueden ser reales, aunque también podrían ser imaginarios, como vamos a ver en un momento.
Pero ¿a qué nos referimos con pequeños defectos?
Quizás alguien podría decir o hacer algo sin pensar, algo que nos molestara.
Bueno, en realidad eso es algo que todos hacemos; todos hemos dicho cosas de las que más tarde nos hemos arrepentido.
Pero la persona que es demasiado crítica o exigente se enfoca en eso, en ese pequeño error, y lo convierte en un gran problema o lo comenta con otras personas.
En otros casos, tal vez a nosotros nos parece que alguien tiene una paja en el ojo, solo porque esa persona piensa diferente.
Entonces, vemos eso como si fuera un defecto.
A veces podría ser un asunto de opinión personal.
En el capítulo 10 de Romanos, el apóstol Pablo habló de esto, de cuando hay diferencias de opinión.
¿Por qué habló de eso?
Porque había surgido un problema en la congregación.
Aunque ya no era necesario obedecer la Ley mosaica, algunos hermanos todavía se aferraban a algunas tradiciones.
Algunos de ellos habían sido judíos toda su vida, y había cosas difíciles para ellos.
Por ejemplo, ahora tenían que aceptar que había ciertos tipos de carne que sí se podían comer o también que ya no era necesario observar el sábado.
Pero la verdad era esta: ahora que la Ley se había abolido, estos eran asuntos de decisión personal; qué tipo de carne iban a comer o incluso si querían reservar cierto día de la semana para descansar o para adorar a Jehová.
Eran cosas de elección personal.
Pero, como leemos en el capítulo 14 de la Carta a los Romanos, el problema era que estas diferencias de opinión estaban causando divisiones entre los hermanos y se juzgaban unos a otros.
La verdad era que, como ya no seguían la Ley, había muchos temas en los que cada hermano tenía derecho a tomar su propia decisión.
Así que el hecho de que alguien no estuviera de acuerdo con la decisión de un hermano no significaba que ese hermano tuviera un defecto.
Lo mismo pasa hoy día en las congregaciones.
Nuestros hermanos toman muchas decisiones diferentes sobre distintos temas, por ejemplo, sobre la ropa, la forma en que gastan su dinero, lo que comen, cómo se cuidan… Quizás no eligen lo mismo que nosotros.
Pero ¿deberíamos criticarlos por eso?
¿Será que estamos viendo paja donde no la hay?
Aquí en Betel, el “esclavo fiel y prudente” y el Comité de Sucursal nos han dado pautas que debemos seguir.
Pero ¿verdad que no sabemos todas las razones por las que se tomaron esas decisiones?
Entonces, ¿nos ponemos a criticar: “Ay, ¿por qué tengo que hacer esto o lo otro?”?
Sin duda, las pautas que nos dan en Betel se establecen por buenas razones.
Así que, si pensamos que hay una pauta que está mal o que no es necesaria y la criticamos, podría ser que estuviéramos viendo la paja donde no existe.
Otro caso en el que podríamos estar viendo una paja donde no la hay es cuando juzgamos los motivos de nuestros hermanos.
No tenemos la capacidad de ver el corazón de los demás, de saber por qué hacen las cosas.
Así que, si somos demasiado críticos, podríamos estar juzgando mal a alguien.
Por ejemplo, una hermana que es muy sociable, y pensamos que le gusta coquetear con los demás.
O quizás un hermano, un hermano mayor que es tímido, y lo juzgamos como antipático o poco amigable.
Pero no sabemos cómo es realmente, ¿verdad?
Ese solo es el exterior de la persona.
Podríamos estar imaginando una paja donde en realidad no la hay.
Esto podría aplicarse a muchas situaciones.
Si un hermano es nombrado precursor regular o siervo ministerial, ¿juzgamos sus motivos o nos alegramos por él?
Y es cierto que algún hermano o hermana podría decepcionarnos, pero no deberíamos suponer que lo hizo con malos motivos.
Entonces, ¿qué representa la paja?
Un pequeño defecto o imperfección que podría ser real, pero que podríamos estar imaginando.
¿Y qué representa la viga?
Bueno, Jesús dio a entender que tener una viga es un problema más grave.
En esos versículos del capítulo 7 de Mateo, Jesús nos ayuda a entender algo muy importante: que juzgar a otros es ser hipócrita.
¿Por qué lo decimos?
Una Atalaya menciona esto: “Quien se pone a señalar las faltas de los demás, aunque las suyas sean mucho peores, está aparentando ser algo que en realidad no es”.
Y eso es ser hipócrita.
También está mal —y es una “viga” en nuestro ojo, por así decirlo— que hagamos algo que solo le corresponde a Jehová.
En Santiago 4:12 leemos: “Solo hay un Legislador y Juez […].
Pero tú, ¿quién eres tú para juzgar a tu prójimo?”.
Es por eso que el libro “Amor de Dios” dice: “Jehová nos ha dado la conciencia para juzgarnos a nosotros mismos, no para juzgar a los demás”.
Así que, si hacemos algo que solo le corresponde a Jehová, es como tener una gran viga en el ojo.
Otra viga es no amar a los demás.
Podríamos tratar de ensalzarnos y vernos superiores rebajando a nuestros hermanos.
Y eso no es una muestra de amor porque, si rebajamos a alguien, si lo criticamos, quizás abiertamente, lo que hacemos es dañar su reputación.
Provocaríamos un ambiente triste en la congregación o aquí en Betel.
Y no amar a alguien es algo muy serio porque, como dice 1 Juan 3:14: “El que no ama permanece en la muerte”.
¡Qué grave!
Así que tener una viga puede incluir ser hipócrita, querer hacer cosas que solo le corresponden a Dios y también no amar a los demás.
Jesús también habló de “la medida” que se usará con nosotros.
En esencia, lo que Jesús quiso decir fue que uno cosecha lo que siembra.
Eso significa que, si nosotros criticamos a los demás, seguramente también nos criticarán a nosotros.
Y, si juzgamos a otros, probablemente nos juzguen con dureza a nosotros.
Una hermana comentó: “Si alguien critica a los demás, seguramente también te critica a ti”.
Eso es cierto, y tratamos de evitar a esas personas.
Normalmente los seres humanos juzgamos a los demás por culpa de la imperfección.
Somos orgullosos, nos consideramos justos, tenemos inseguridades, somos envidiosos… Es por todo esto que a veces criticamos con dureza a nuestros hermanos y hermanas.
Pero podemos dejar de hacerlo.
Jesús dijo que podemos.
“Dejen de juzgar”.
Podemos dejar de hacerlo haciéndonos un autoanálisis: “¿Me he vuelto muy criticón?
¿Estoy siempre buscando defectos en los demás?”.
Debemos recordar que el primer criticón fue Satanás.
Criticó a Jehová, criticó al justo Job, y sabemos que también nos critica a nosotros.
Pidámosle ayuda a Jehová.
Hagamos cosas con la persona a la que le vemos un defecto para conocerla mejor; salgamos a predicar con ella.
Hay un video muy bonito que se llama Sácate la viga de tu ojo. Lo podemos encontrar en la lección 56 del libro Disfrute de la vida. Así que, si dejamos de juzgar, seremos más felices.
Tendremos mejores relaciones en casa, mejores amistades...
También tendremos congregaciones más cariñosas y un ambiente más agradable y acogedor aquí en Betel.
Además, será más difícil que Jehová nos juzgue con dureza a nosotros, y así nuestra relación con él será más fuerte.
Bueno, seguro que queremos que, cuando Jehová nos mida, vea lo positivo en nosotros y que nos juzgue favorablemente.
Lograremos esto si dejamos de juzgar.
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