Pero la historia no acaba ahí.
Phil no sabía lo tensas que estaban las cosas entre Tim y yo.
Ni idea.
Teníamos que haber hablado, haber hablado seriamente, pero lo hicimos tarde.
Carlos, tenemos que hablar.
Creo que debemos pensar mejor lo del nombramiento de Phil.
Tú sabes que no es del tipo de hermanos que… ¡Basta! No más.
No hables más de Phil.
—Ya sé que es tu amigo…, —¿Mi amigo?
—… pero el cuerpo de ancianos ya decidió —¿Mi amigo?
—que Phil no cumple —¿Mi amigo?
—con los requisitos para ser anciano.
—¡Ha estado con nosotros durante años!
Todos los ancianos estuvimos de acuerdo —en que Phil dejara de ser anciano.
—¡Porque tú los presionaste!
¿Qué dijiste?
¡Bastante tenemos con la presión de afuera de la congregación!
—¡No necesitamos más aquí!
—¿Estás hablando en serio?
Aquella conversación, aquella discusión, fue horrible.
Los dos dijimos cosas que no queríamos decir.
Después de eso, los dos manejamos mal la situación.
Teníamos que arreglar las cosas.
No fue fácil, pero hablamos.
Y con la ayuda de Jehová hicimos las paces.
¿Te imaginas lo que habría sido estar juntos en la cárcel enojados?
Al final, decidimos contarle todo a Phil cuando estábamos en la celda.
¡Guau!
¡Listos!
A cantar.
“Es un mundo sin fe, injusto y cruel, feroz como la tempestad.
Pero hoy por fin, podemos ya sentir los vientos de cambio soplar.
Qué bonito será disfrutar de paz por la eternidad.
Donde mires, verás…”.
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