¡Daniel!
¡Misael!
¿Has visto a alguien?
¿No pensarías que te íbamos a dejar solo?
¡Azarías!
¡Hananías!
Kislón y Ahitub.
Mucho gusto.
¡Muévanse!
¿Adónde vamos?
Creo que al palacio.
¿Como José, que estuvo en la casa del faraón?
No, como José, pero en la prisión.
Pues a mí esto no me parece tan malo.
Espera.
Kislón, ¡mira!
Si no hablas con ellas, lo haré yo.
– Hola.
– Hola.
¡Caminen!
Ven a verme otro día.
Estos son los muchachos judíos que Aspenaz ordenó que trajéramos.
Ustedes fueron elegidos porque son sabios, pero tienen que aprender más.
Aprenderán nuestro idioma y nuestra escritura.
Recibirán nombres nuevos.
Y, dentro de tres años, servirán al gran rey Nabucodonosor.
Hoy son extranjeros, mañana, si los dioses lo permiten, babilonios.
Mesac.
Te queda bien ese nombre.
Los nombres son como los de sus dioses.
Nuevos nombres, nuevo idioma… Querrán que adoremos a sus dioses.
No pasa nada.
Mi padre tenía ídolos, y adoraba a Jehová.
¿Se fijaron en la ciudad?
Es el centro del mundo.
Y el rey nos invita a su mesa.
¿Y qué comen los babilonios?
Los siervos del rey comen lo mejor.
No podemos comer esto.
Pero ¿por qué te quejas tanto?
Porque es alimento impuro.
¿Hay algún problema?
Nuestro Dios nos prohíbe comer estos alimentos.
¿Temes a tu Dios?
Le temo.
Pues yo a quien temo es a mi rey.
Y él quiere que coman estas cosas.
Él insiste en que coman esto para que estén sanos y fuertes.
¿Y si ve que tienen peor aspecto que los otros jóvenes?
Me harían culpable ante el rey.
Yo debo obedecer al rey, y tú también.
¡Todos!
Cuando se sirva la cena, espero que todos se la coman.
¡No hables por nosotros!
Tienes razón.
Tú puedes tomar tu decisión.
No tenemos opción.
¿No lo escuchaste?
Estamos en un país diferente, con leyes diferentes.
¿Y qué más da si no han desangrado la carne?
¡Es solo comida!
Pero Jehová nos prohibió comer sangre.
Esa es tu interpretación.
“Nunca deben comer […] sangre”.
No hay nada que interpretar ahí.
Esperen.
Quizás deberíamos orar a Jehová.
Orar.
Aquí.
Orar…, ¿para qué?
Jehová está en Israel.
Y nosotros en Babilonia.
¿Y no crees que Jehová está aquí también?
Jehová dijo que somos sus testigos.
¿Qué va a decir la gente de Jehová si desobedecemos sus normas?
La comida está lista.
¿Es que no me oyen?
Gracias.
Pero, si comemos eso, desobedeceremos a nuestro Dios.
¿Quieren pasar hambre?
Claro que no.
Pero él nos prohíbe comer sangre y cualquier cosa que sea impura.
Por favor, haz una prueba con tus siervos durante 10 días y que nos den de comer legumbres y de beber agua.
¿Legumbres?
Solo 10 días.
Después haz con tus siervos según lo que veas.
Diez días.
Aquí está, gracias a Jehová.
Tienen que probar esta carne.
¡Está deliciosa!
¿Habían visto alguna vez algo así?
¡Arg!
– Oh, no… –Sí!
¡Guau!
Aspenaz quiere verlos.
Mi señor, estos son los jóvenes que… Ya sé quiénes son.
Los he estado observando… a los cuatro.
No se inclinan ante nuestros ídolos, solamente oran a su Dios y no comen nuestra comida.
Ellos dijeron que su Dios no les permitía… Sin embargo, tienen mejor aspecto que los otros.
Sigue dándoles los mismos alimentos.
Y, Beltsasar, tienes un gran futuro.
No lo desperdicies.
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