Te saludo, mujer especialmente favorecida; Jehová está contigo.
Pero ella se quedó muy desconcertada con sus palabras y trataba de entender qué podría significar ese saludo.
No tengas miedo, María, porque cuentas con el favor de Dios.
Mira, quedarás embarazada y darás a luz un hijo, y tienes que llamarlo Jesús.
Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo.
Y Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob para siempre.
Su Reino no tendrá fin.
¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones sexuales con ningún hombre?
Sobre ti vendrá espíritu santo, y el poder del Altísimo te envolverá con su sombra.
Por eso el que va a nacer será llamado santo, Hijo de Dios.
Y, mira, tu pariente Elisabet también ha concebido un hijo, aunque ya está en su vejez.
Ella, a la que llamaban estéril, ya está en su sexto mes.
Nada de lo que Dios afirma es imposible.
¡Aquí está la esclava de Jehová!
Que me suceda tal como tú has dicho.
Con eso, el ángel la dejó y se fue.
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