Episodio 1: La verdadera luz del mundo

En el principio, la Palabra existía. La Palabra estaba con Dios. Y la Palabra era un Dios.

Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas llegaron a existir por medio de Él. Y sin Él, no llegó a existir ni siquiera una sola cosa.

Lo que ha venido a existir mediante Él, fue la vida. Y la vida era la luz de los seres humanos. La luz brilla en medio de la oscuridad. 

Pero la oscuridad no la ha podido vencer. Son muchos los que se han dedicado a organizar un relato de los hechos, que entre nosotros cuentan con total credibilidad. Tal como nos los transmitieron quienes desde el principio fueron testigos oculares y servidores del mensaje.

Por eso yo, porque he investigado todo con exactitud desde el comienzo. También decidí escribirtelo en orden lógico, excelentísimo Teófilo, para que puedas tener la total seguridad de que las cosas que te han enseñado oralmente son confiables. En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la división de Abías.

Su esposa era descendiente de Aarón, y se llamaba Elizabeth. Los dos eran justos delante de Dios, y cumplían de manera intachable todos los mandamientos y requisitos legales de Jehová. Pero no tenían ningún hijo, porque Elizabeth era estéril, y los dos ya eran personas de avanzada edad.

Zacarías estaba sirviendo de sacerdote delante de Dios en el turno de su división, y según la costumbre del sacerdocio, le tocó entrar en el santuario de Jehová para ofrecer incienso. Y a la hora de ofrecer el incienso, toda la multitud del pueblo estaba orando afuera. Entonces el ángel de Jehová se le apareció allí.

Estaba de pie al lado derecho del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó, y le dio mucho miedo. No tengas miedo, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado.

Tu esposa Elizabeth te dará un hijo, y tienes que llamarlo Juan. Estarás feliz, radiante de alegría, y muchos se pondrán contentos por su nacimiento, porque él será grande a los ojos de Jehová. Pero no tomarán nunca vino, ni ninguna otra bebida alcohólica.

Ya desde antes de nacer estará lleno de Espíritu Santo, y hará que muchos de los hijos de Israel se vuelvan a Jehová su Dios. Además, irá delante de él, con el espíritu y poder de Elías, para volver el corazón de padres a hijos, y para que los desobedientes se vuelvan a la sabiduría práctica de los justos, con el fin de tenerle listo a Jehová un pueblo preparado. ¿Cómo puedo estar seguro de eso? Ya soy viejo, y mi esposa es una mujer de avanzada edad.

Yo soy Gabriel, el que está de pie delante de Dios, y fui enviado para hablar contigo y comunicarte estas buenas noticias. Pero mira, no podrás hablar, y estarás en silencio hasta el día en que estas cosas sucedan, porque no creéis de mis palabras, que se cumplirán en su tiempo fijado. Mientras tanto, el pueblo seguía esperando a Zacarías, y se extrañaba de que tardara tanto en el santuario.

Cuando salió, no podía hablarles, y se dieron cuenta de que acababa de ver algo sobrenatural en el santuario. Les hacía señas, pero seguía mudo. Cuando se cumplieron los días de su servicio santo, se fue a su casa.

Unos días más tarde, Elizabeth, su esposa, quedó embarazada, y estuvo cinco meses sin salir de su casa. Esto es lo que Jehová ha hecho ahora por mí. Se ha fijado en mí para liberarme de mi vergüenza.

Cuando ella estaba en su sexto mes, Dios envió al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret. Lo envió a visitar a una joven virgen que estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, de la casa de David. La virgen se llamaba María.

Te saludo, mujer especialmente favorecida. Jehová está contigo. Pero ella se quedó muy desconcertada con sus palabras, y trataba de entender qué podría significar ese saludo.

No tengas miedo, María, porque cuentas con el favor de Dios. Mira, quedarás embarazada, y darás a luz un hijo. Y tienes que llamarlo Jesús.

Él será grande, y será llamado hijo del Altísimo. Y Jehová, Dios, le dará el trono de David, su padre. Y él reinará sobre la casa de Jacob para siempre.

Su reino no tendrá fin. ¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones sexuales con ningún hombre? Sobre ti vendrá Espíritu Santo, y el poder del Altísimo te envolverá con su sombra. Por eso, el que va a nacer será llamado Santo, hijo de Dios.

Y mira, tu pariente, Elizabeth, también ha concebido un hijo, aunque ya está en su vejez. Ella, a la que llamaban Estherin, ya está en su sexto mes. Nada de lo que Dios afirma es imposible.

Aquí está la estraba de Jehová. Que me suceda tal como tú has dicho. Con eso, el ángel la dejó y se fue.

Poco tiempo después, María se puso en camino y viajó apresuradamente a la región montañosa, a una ciudad de Judá. Y entró en la casa de Zacarías y saludó a Elizabeth. Apenas Elizabeth oyó el saludo de María, la criatura que llevaba en su vientre saltó.

Elizabeth entonces se llenó de Espíritu Santo. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿A qué se debe que tenga yo este honor? Que la madre de mi Señor venga a verme.

Fíjate, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura que llevo en el vientre saltó de alegría. Feliz también la que creyó. Porque lo que se le dijo de parte de Jehová, se cumplirá por completo.

Mi alma engrandece a Jehová. Y mi espíritu no puede menos que rebosar de alegría a causa de Dios, mi Salvador. Porque Él se ha fijado en la humilde condición de su esclava.

Y de ahora en adelante, todas las generaciones me llamarán feliz. Porque el Poderoso ha hecho cosas grandes por mí. Y su nombre es Santo.

De generación en generación, les tiene misericordia a quienes le temen. Ha hecho cosas poderosas con su brazo. Ha dispersado a los que tienen intenciones arrogantes en el corazón.

A los poderosos los ha derribado de sus tronos. Y a los humildes los ha elevado. A los hambrientos los ha saciado por completo con cosas buenas.

Y a los ricos los ha despedido con las manos vacías. Tal como les prometió a nuestros antepasados, ha venido a ayudar a Israel. Acordándose de su misericordia a favor de Abraham y su descendencia para siempre.

María se quedó con ella unos tres meses, y luego volvió a su casa, entonces a Elizabeth le llegó el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Cuando sus vecinos y sus parientes se enteraron de la gran compasión que Jehová le había mostrado, se alegraron con ella. Al octavo día fueron a circuncidar al niño, y le iban a poner el nombre de su padre, Zacarías. 

No, se va a llamar Juan. No hay nadie en tu familia que se llame así. Entonces, haciendo señas, le preguntaron al padre cómo quería que se llamara el niño.

Él pidió una tablilla, y escribió, su nombre es Juan. Todos se quedaron asombrados. Al instante, se abrió su boca, y se soltó su lengua, y empezó a hablar. 

Su nombre es Juan. Alabando a Dios. Todos los que vivían en el vecindario se quedaron muy impresionados, y por toda la región montañosa de Judea, se empezó a hablar de estas cosas.

Los que oían hablar del asunto lo guardaban en su corazón, y decían, ¿qué llegará a hacer este niño? Porque sin duda alguna la mano de Jehová estaba con él. Entonces, Zacarías, su padre, se llenó de Espíritu Santo, y dijo proféticamente, Alabado sea Jehová, el Dios de Israel, porque se ha comparecido de su pueblo y lo ha liberado. Ha hecho surgir para nosotros un poderoso Salvador de la casa de su siervo David, tal como él dijo por boca de sus santos profetas de la antigüedad.

Para salvarnos de nuestros enemigos, y de las manos de todos los que nos odian. Para tener misericordia por causa de nuestros antepasados, y para acordarse de su santo pacto, el juramento, que le hizo a nuestro antepasado Abraham. El juramento de que después de rescatarnos de las manos de los enemigos, nos concedería el privilegio de darle servicio sagrado sin temor, y con lealtad, y justicia delante de él, todos los días de nuestra vida.

Y tú, pequeño, serás llamado profeta del Altísimo. Porque irás delante de Jehová, para preparar sus caminos, para darle a su pueblo el conocimiento de la salvación, mediante el perdón de sus pecados. Debido a la tierna compasión de nuestro Dios, por esa compasión, la luz de un amanecer nos visitará desde lo alto, para alumbrar a los que están sentados en oscuridad y bajo la sombra de la muerte, y para guiar nuestros pies por el camino de la paz.

El niño creció, y se hizo fuerte en espíritu, y se quedó en el desierto hasta el día en que se mostró abiertamente a Israel. Ahora bien, así fue el nacimiento de Jesucristo. Su madre María estaba comprometida para casarse con José, pero antes de que se unieran, quedó embarazada por Espíritu Santo. 

José, su esposo, era un hombre justo, y no quería que María pasara vergüenza delante de todos. Por eso pensaba divorciarse de ella en privado. Pero, después de que él pensó estas cosas, miren, el ángel de Jehová se le apareció en un sueño.

José, hijo de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa. Porque el niño que lleva en su interior ha sido concebido por Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, y tienes que llamarlo Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 

Todo esto de hecho pasó para que se cumpliera lo que Jehová había dicho por medio de su profeta. Miren, la Virgen quedará embarazada, y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emmanuel, que traducido significa, con nosotros está Dios. Cuando José se despertó, hizo lo que el ángel de Jehová le había mandado, y llevó a su esposa a su casa, pero no tuvo relaciones sexuales con ella, hasta que ella dio a luz al niño, y él lo llamó Jesús.

En aquellos días, César Augusto emitió un decreto para que toda la población se registrara. Este primer censo se hizo cuando Quirinio era el gobernador de Siria, y todos fueron a registrarse, cada uno a su propia ciudad. José también lo hizo, y claro, como pertenecía a la casa y familia de David, subió de Galilea a Judea, de la ciudad de Nazaret a la ciudad de David, que se llama Belén.

Fue a registrarse con María, que ya le había sido dada en matrimonio según lo prometido, y que pronto daría a luz. Mientras estaban allí, a ella le llegó el tiempo de dar a luz. Y tuvo a su hijo, su primer hijo, lo envolvió con bandas de tela, y lo acostó en un pesebre, porque no había espacio para él.

En aquella misma zona, había pastores, viviendo al aire libre, y vigilando sus rebaños por la noche. Y de repente, se les apareció el ángel de Jehová, y la gloria de Jehová brilló alrededor de ellos, y les dio mucho miedo. No tengan miedo, porque miren, les anuncio buenas noticias, que le traerán una gran alegría a todo el pueblo, porque hoy, les nació en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo, el Señor.

Esto les servirá de señal. Encontrarán a un bebé, envuelto en bandas de tela, y acostado en un pesebre. De pronto, apareció con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios.

¡Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra, para las personas que le aprueban! Cuando los ángeles los dejaron y se fueron al cielo, los pastores empezaron a decirse unos a otros. Tenemos que ir a Belén, sea como sea, y ver lo que ha pasado, lo que Jehová nos ha hecho saber. ¡Vamos! Entonces se fueron rápido, y encontraron a María y a José, con el bebé, acostado en el pesebre.

Al ver esto, contaron lo que les habían dicho acerca del niño, y todos los que escucharon a los pastores quedaron asombrados con lo que ellos contaron. María, por su parte, comenzó a atesorar todas estas palabras, y a sacar conclusiones en su corazón. Los pastores entonces regresaron, iban glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído, que era tal como se les había dicho.

Ocho días después, cuando llegó el tiempo de circuncidar al bebé, lo llamaron Jesús, el nombre que había indicado el ángel antes de que el niño fuera concebido. Además, cuando llegó el tiempo para la purificación de ellos según la ley de Moisés, subieron con él a Jerusalén para presentarlo delante de Jehová. Así como está escrito en la ley de Jehová, todo primogénito varón será llamado santo para Jehová.

Y ofrecieron un sacrificio, según lo que dice la ley de Jehová, dos tórtolas o dos pichones de paloma. Resulta que había en Jerusalén un hombre justo y devoto llamado Simeón, que esperaba el consuelo de Israel. Y el Espíritu Santo estaba sobre él.

Es más, por medio del Espíritu Santo había recibido la revelación divina de que no vería la muerte sin antes ver al Cristo de Jehová. Entonces, guiado por el Espíritu, entró en el templo. Y cuando los padres entraron con el pequeño Jesús para hacer por él lo que era costumbre según la ley, tomó al niño en sus brazos y alabó a Dios.

Señor Soberano, ahora estás dejando que tu esclavo muera en paz, tal como dijiste, porque mis ojos han visto el medio que usarás para atraer salvación. ¿Qué has preparado a la vista de todos los pueblos? Es una luz para quitarles el velo a las naciones.

Y una gloria para tu pueblo Israel. El padre y la madre del niño no salían de su asombro por las cosas que se decían de él. Además, Simeón los bendijo y le dijo a María, la madre del niño, Escucha, este niño está designado para que muchos caigan y muchos vuelvan a levantarse en Israel y será una señal contra la que se hablará. 

Y a ti una espada larga te atravesará el alma para sacar a la luz los razonamientos de muchos corazones. También había allí una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer de avanzada edad que después de casarse había vivido con su esposo siete años y ahora era una viuda de 84 años de edad.

Siempre estaba en el templo donde prestaba servicio sagrado día y noche, ayunando y haciendo ruegos. Justo en ese momento se acercó a ellos y empezó a darle gracias a Dios y a hablar acerca del niño a todos los que estaban esperando la liberación de Jerusalén. Después de nacer Jesús en Belén de Judea, en los días del rey Herodes, resulta que vinieron a Jerusalén unos astrólogos de oriente y preguntaban ¿Dónde está el que nació rey de los judíos? Porque vimos su estrella cuando estábamos en oriente y hemos venido a rendirle homenaje. 

Al oír esto el rey Herodes se inquietó y con él toda Jerusalén. El rey reunió a todos los sacerdotes principales y los escribas del pueblo y les preguntó ¿Dónde tenía que nacer el Cristo? En Belén de Judea. Porque esto fue lo que se escribió por medio del profeta. 

¿Y tú Belén de la tierra de Judá? No eres en absoluto la ciudad más insignificante entre los gobernantes de Judá. Ya que de ti saldrá un gobernante que pastoreará a mi pueblo Israel. Entonces Herodes mandó llamar en secreto a los astrólogos y averiguó el tiempo exacto en que había aparecido la estrella. 

Luego los mandó a Belén y les dijo vayan y busquen al niño por todos lados. Cuando lo encuentren vuelvan y háganmelo saber para que yo también pueda ir a rendirle homenaje. Después de escuchar al rey ellos siguieron su camino. 

Y resulta que la estrella que habían visto cuando estaban en oriente iba delante de ellos hasta que se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se alegraron muchísimo. Cuando entraron en la casa vieron al niño con María su madre.

Entonces poniéndose de rodillas le rindieron homenaje. También abrieron sus cofres y le regalaron oro, olivano y mirra. Pero como recibieron en un sueño una advertencia de Dios de que no regresaran a ver a Herodes se fueron a su país por otro camino. 

Después de que se fueron resulta que el ángel de Jehová se le apareció a José en un sueño. Levántate toma al niño y a su madre y huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te diga porque Herodes va a buscar al niño para matarlo. Tenemos que irnos. 

De modo que José se levantó de noche tomó al niño y a su madre y se lo llevó a Egipto y se quedó allí hasta que Herodes murió. Con esto se cumplió lo que Jehová había dicho por medio de su profeta. Llamé a mi hijo para que saliera de Egipto. 

Herodes al ver que los astrólogos lo habían engañado se puso muy furioso y teniendo en cuenta el tiempo exacto que había averiguado por ellos. Mandó matar a todos los niños de dos años de edad para abajo que vivían en Belén y todos sus distritos. Así se cumplió lo que se había dicho por medio del profeta Jeremías.

En Ramá se oyó una voz llanto y gran lamento. Era Raquel llorando por sus hijos. No quería que la consolara porque ellos ya no están. 

Cuando Herodes murió entonces el ángel de Jehová se le apareció en un sueño a José que estaba en Egipto. Levantate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel porque ya han muerto los que querían quitarle la vida al niño. Por lo tanto él se levantó tomó al niño y a su madre y regresó a la tierra de Israel. 

Pero cuando oyó que Arkelao estaba reinando en Judea en vez de su padre Herodes tuvo miedo de ir allí. Además como recibió en un sueño una advertencia de Dios se retiró al territorio de Galilea y se quedó a vivir en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que se había dicho por medio de los profetas. 

Será llamado Nazareno. Todos los años sus padres tenían la costumbre de ir a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando él tenía 12 años subieron a Jerusalén como era costumbre en la fiesta. 

Al terminar los días de la fiesta ellos comenzaron el viaje de regreso pero Jesús se quedó atrás en Jerusalén sin que sus padres se dieran cuenta. Dando por sentado que el niño estaba en el grupo que viajaba junto estuvieron todo un día viajando. Entonces se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos pero como no lo encontraron volvieron a Jerusalén y lo buscaron por todas partes.

Al final después de tres días lo encontraron en el templo sentado en medio de los maestros. Estaba escuchándolos y haciéndoles preguntas y todos los que lo escuchaban se quedaban asombrados al ver su entendimiento de los asuntos y las respuestas que daba. Cuando lo vieron sus padres se sorprendieron muchísimo.

Hijo, ¿por qué nos hiciste esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando desesperados. ¿Por qué me estaban buscando? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi padre? Con todo, ellos no entendieron lo que les estaba diciendo. Entonces él bajó con ellos de regreso a Nazaret y continuó sujeto a ellos. 

Y su madre guardaba cuidadosamente todas esas palabras en su corazón. Y Jesús siguió creciendo, llenándose de sabiduría y ganándose la aprobación de Dios y de la gente. La luz verdadera que alumbra a todo tipo de personas estaba a punto de venir al mundo.







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