Ralph Walls: “Mujeres que anuncian buenas noticias”

Este discurso se titula “Mujeres que anuncian buenas noticias”.

Es triste, pero a lo largo de la historia, la mujer ha sido víctima de injusticias, violencia y abusos.

¿Por qué?

La Biblia lo explica.

En el capítulo 3 de Génesis, en la parte final del versículo 16, Dios le dijo a Eva: Cuando Jehová dijo que Adán dominaría a su esposa, no estaba dando su consentimiento para que el hombre sometiera a la mujer.

Solo estaba prediciendo las tristes consecuencias del pecado que se había cometido.

Así que el maltrato que sufre la mujer es consecuencia de la naturaleza imperfecta del ser humano, y no de una maldición divina.

Aun en nuestros días, es poco común ver que a las mujeres se las trate con la dignidad que Dios desea que reciban.

Sin embargo, Jehová deja muy claro en su Palabra, la Biblia, que a sus ojos, los hombres y las mujeres son iguales.

Es más, él indicó que las mujeres tendrían un papel importante en el cumplimiento de su propósito.

El texto temático de este discurso es Salmo 68:11.

Vamos a leerlo: Dios inspiró estas palabras, pero ¿a qué se refería el salmista cuando las escribió?

El contexto del Salmo 68 muestra que David estaba alabando a Jehová por sus actos de salvación.

Desde que salieron de Egipto, los israelitas tuvieron que pelear muchas veces contra naciones enemigas.

Pero, con la ayuda de Jehová, lograban vencerlas, y luego, toda la nación celebraba con alegría la victoria que Jehová les había dado.

La primera celebración de victoria que se registra en la Biblia tuvo lugar cuando Jehová libró a su pueblo de Faraón y su ejército, que estaban al acecho.

Éxodo capítulo 15, versículos 20 y 21, relata lo que sucedió luego de aquella milagrosa victoria: Imaginemos la escena.

La nación de Israel se componía de unos 3 millones de personas.

¿Pueden ver a “todas las mujeres” bailando y cantando alabanzas a Jehová?

¡Sí que era un ejército grande!

¡Y qué poderoso grito de alabanza a Jehová se escuchó ese día!

Hubo otra celebración cuando el rey Saúl y su general David regresaron después de haber derrotado a los filisteos.

Leamos el relato en 1 Samuel 18:6, que dice: Noten que el relato dice que las mujeres salieron “de todas las ciudades” a recibirlos con música, canto y danza.

Estas celebraciones eran más que una expresión de la alegría espontánea.

Recordemos lo que David dijo bajo inspiración divina: “Jehová mismo da el dicho; las mujeres que anuncian las buenas nuevas son un ejército grande”.

Así es, Jehová valoró aquellas expresiones de alabanza tanto como el despojo traído de la batalla.

¿Qué hay de nuestros días?

Bueno, el informe del año de servicio 2017 indica que hay más de 8,3 millones de publicadores anunciando buenas noticias por toda la Tierra.

Recordemos que, en la mayoría de los países, más de la mitad de los precursores especiales y casi tres cuartas partes del total de precursores regulares son mujeres.

Todo eso sin contar a las hermanas que se esfuerzan de corazón por anunciar las buenas noticias del Reino tanto como sus circunstancias se lo permiten.

Hay muchas madres que crían solas a sus hijos y les dan lo necesario en sentido material y espiritual.

También hay muchas hermanas solteras que son fieles y que se gastan sirviendo a Jehová en proyectos de construcción o mantenimiento, en Betel o en lugares con más necesidad de predicadores, lo que a veces implica aprender un nuevo idioma.

Las hermanas casadas apoyan lealmente a sus esposos a la vez que cumplen con la tarea de predicar y enseñar.

Sí, ¡Jehová se siente feliz de verlas a todas ustedes sirviéndole de tantas maneras distintas!

Y todos valoramos el cariño que nuestras queridas hermanas demuestran, así como la influencia positiva que ejercen en las congregaciones.

Sin duda, Jehová tiene en alta estima al gran ejército de mujeres que le sirven.

Pero ¿será que él se fija en las circunstancias y los sacrificios de cada una de ellas?

No hay que adivinarlo.

En su Palabra, Jehová deja claro que él observa y toma en cuenta a cada una de sus siervas.

Por ejemplo, ¿se dieron cuenta de que, en el capítulo 15 de Éxodo, a Míriam se la llama “la profetisa”?

Eso demuestra que ella tenía el honor de ser un medio por el que Jehová se comunicaba.

Sin duda, una forma de hacerlo era inspirándola para entonar canciones.

Míriam no es la única mujer de la Biblia que recibió el título de profetisa, pues hubo otras, entre ellas Ana y la esposa del profeta Isaías.

El libro de los Jueces nos habla de Débora, otra fiel sierva de Jehová.

Leamos Jueces 4:4, 5, que dice: Al parecer, la asignación de Débora consistía en zanjar disputas transmitiendo la opinión de Jehová sobre los problemas que surgían.

Muchos años después, durante el reinado del fiel rey Josías, Huldá sirvió de profetisa.

Segundo de los Reyes 22:8 relata que, mientras se estaban llevando a cabo algunas reparaciones en el templo, se encontró el libro original de la Ley.

Cuando se lo leyeron, Josías se sintió destrozado por lo mucho que la nación se había alejado de las leyes de Jehová.

El versículo 13 dice lo que el rey ordenó al sacerdote, al secretario y a otros hombres de autoridad: ¿Cómo inquirieron ellos de Jehová?

El versículo 14 lo explica: Resulta interesante que Jehová usara a esta fiel mujer para transmitir sus instrucciones y que sacerdotes y otros hombres de autoridad pidieran su consejo inspirado por Dios.

Ahora bien, las Escrituras Griegas Cristianas no autorizan a las mujeres a tener responsabilidades como las de Débora y otras profetisas de la nación de Israel.

Aun así, Tito 2:3, 4 anima a las “mujeres de edad” a demostrar buenas cualidades, a fin de dar consejo a las mujeres jóvenes en asuntos espirituales.

Allí dice: ¡Cuánto valoramos a las hermanas maduras en sentido espiritual que ayudan a las jóvenes y a las que son nuevas en el pueblo de Jehová!

Con todo, en la actualidad, Jehová ha dado la autoridad a los varones.

Cuando cumplen con los requisitos bíblicos, ellos pueden servir de ancianos o siervos ministeriales, a fin de ministrar, guiar y proteger al pueblo de Dios.

Claro, esto no quiere decir que se menosprecien los dones de nuestras hermanas.

De hecho, muchos hermanos con responsabilidades reconocen que se han beneficiado de la experiencia y la sabiduría práctica de nuestras hermanas humildes, espirituales y maduras.

Por último, pensemos en la sobresaliente fe que demostró otra mujer que se menciona en la Biblia, María.

Jehová le confió una gran responsabilidad: ¡dar a luz y criar a su propio hijo como ser humano!

¡Imaginen todo lo que habrá pasado por su mente cuando se le comunicó su asignación!

Pero el capítulo 1 de Lucas nos dice mucho sobre su espiritualidad.

El versículo 38 dice que, cuando el ángel Gabriel terminó de hablar, ella respondió: Debió preguntarse cómo haría Jehová todo aquello, pero fue humilde y obediente.

Incluso hombres fieles, como Moisés y Jeremías, mostraron ciertas dudas ante asignaciones difíciles, ¡pero María no!

¡Qué gran ejemplo para todos nosotros, seamos hombres o mujeres!

No cabe duda de que Jehová siempre ha tenido a las mujeres en alta estima.

Y en nuestros días es un placer servir junto a millones de hermanas diligentes.

¡Jehová debe estar feliz de ver a nuestras queridas hermanas sirviéndole con humildad y lealtad!

Las animamos, hermanas, a seguir haciendo tan buen trabajo y a seguir siendo una influencia positiva dentro de la congregación.

Jehová les ha dado, fieles hermanas, el honor de participar en el cumplimiento de estas palabras del salmista: “Jehová mismo da el dicho; las mujeres que anuncian las buenas nuevas son un ejército grande”.



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