Jehová es quien más ánimo nos da.
Él puede fortalecer a su pueblo como nadie.
Hoy vamos a fijarnos en Jeremías.
Jeremías es un ejemplo de alguien a quien Jehová animó.
Veamos qué podemos aprender.
Vamos a buscar el capítulo 1 de Jeremías.
Jeremías tenía unos 25 años cuando Jehová lo eligió para ser profeta.
Él dijo: “Yo no estoy a la altura.
Solo soy un muchacho.
Yo no estoy preparado para algo como esto”.
¿Qué necesitaba Jeremías?
Necesitaba que le dieran confianza; necesitaba que lo animaran.
¿Qué hizo Jehová?
Bueno, veámoslo en el capítulo 1, versículo 8: “No te dejes intimidar por su apariencia, porque ‘yo estoy contigo para salvarte’, afirma Jehová”.
“Yo estoy contigo, Jeremías”.
¿Qué significa eso?
Que Jehová, con su espíritu santo, le daría a Jeremías las fuerzas y el ánimo que necesitaba para mantener el entusiasmo y servir a Jehová por unos 60 años.
El espíritu santo seguiría dándole fuerzas a Jeremías mes tras mes, año tras año.
Jeremías necesitaba ánimo y lo recibió.
Jehová nunca lo defraudó.
Pero, además de darle espíritu santo, ¿qué otra cosa hizo Dios por Jeremías, para animarlo?
Bueno, él nos lo dice.
Vamos ahora al capítulo 15, Jeremías 15, y vamos a leer el versículo 16.
Aquí dice: “Tus palabras fueron encontradas”.
Paramos ahí.
“Tus palabras fueron encontradas”.
Jeremías tenía acceso a ellas.
Eran las palabras inspiradas de Jehová, en los escritos de Moisés, Josué, Samuel, David, Salomón...
Jeremías no solo sabía de la existencia de esas palabras.
Aquí dice: “Y me las comí”.
Jeremías se tomó su tiempo para comer, digerir y meditar en la Palabra de Dios.
Fue Jeremías quien escribió 1 y 2 Reyes.
Este hombre estudió mucho.
Investigó en los documentos que tenía disponibles.
Jeremías mencionó el “libro de la historia de los reyes” 33 veces.
Seguro que le animó mucho estudiar algunas profecías, profecías que él vio cumplirse con sus propios ojos.
Él vio su cumplimiento.
Por ejemplo, fue el mismo Jeremías el que, por inspiración, escribió la profecía que se encuentra en 1 Reyes 13:2.
Ahí dice que un hombre de Dios, en los días de Jeroboán, predijo que una persona llamada Josías lucharía contra la adoración falsa.
Esa profecía se dijo unos 300 años antes de que Jeremías naciera.
¡Cuánto debió fortalecer a Jeremías investigar y meditar en esta profecía y ver cómo se cumplía!
Y, por si eso fuera poco, Josías fue amigo suyo.
Por eso leemos en Jeremías 15:16: “Y tus palabras se convirtieron en la alegría y felicidad de mi corazón”.
Bueno, ¿qué hemos visto hasta ahora?
1) Encontró sus palabras; 2) se las comió, y 3) se convirtieron en la “felicidad” de su corazón.
Veamos otro ejemplo.
¿Se han preguntado qué ayudó a Jeremías, a pesar de ser perseguido, a seguir dándoles advertencias a reyes malvados como Jehoiaquim y Sedequías?
¿De dónde sacó las fuerzas para eso?
Pues vamos a leerlo.
Capítulo 15, versículo 4.
Estas son palabras de Jehová: “Y los convertiré [se refiere a su pueblo] en motivo de horror para todos los reinos de la tierra por culpa de Manasés hijo de Ezequías, el rey de Judá, por lo que hizo en Jerusalén”.
Por lo que Manasés hizo en Jerusalén.
Como vimos, Jeremías hizo mucha investigación sobre el reinado de aquellos reyes, entre ellos Manasés.
Fue Jeremías quien escribió que Manasés “construyó altares a Baal”, derramó “sangre inocente”, “quemó a sus hijos en el fuego”, “hizo a gran escala lo que estaba mal a los ojos de Jehová”...
Manasés era malvado.
Pero Jeremías sabía que Manasés después se arrepintió, porque Manasés murió cuando Jeremías tenía unos 10 años.
Así que Jeremías investigó sobre la mala conducta de Manasés, pero también investigó sobre su arrepentimiento.
¡Cuánto debió animar a Jeremías ver que valía la pena seguir insistiendo a estos reyes malvados como Jehoiaquim y Sedequías para que buscaran el perdón de Jehová!
Quizá pensó: “Si Manasés, que fue tan idólatra y un asesino, pudo arrepentirse y fue perdonado, ¿qué hay de ti, Sedequías?”.
¿La lección?
Investigar y estudiar la Palabra de Dios le dio fuerzas a Jeremías.
Lo ayudó a tener una fe fuerte y a confiar en Jehová en momentos difíciles.
Es verdad que algunas personas le fallaron a Jeremías.
No le dieron el ánimo que necesitaba cuando lo necesitaba; es cierto.
Pero Jehová nunca le falló a Jeremías.
Jehová lo ayudó.
Y a nosotros nos pasa lo mismo.
A veces necesitamos que nos animen, pero en ese momento nadie nos anima.
En cambio Jehová siempre lo hace.
Él nunca nos falla.
¿Necesitas ánimo?
Ve a la mejor fuente de ánimo.
Aunque sea unos minutos, cada día, unos minutos leyendo la Biblia y meditando, cada día.
Eso nos recordará que a Jehová le importa todo lo que hacemos.
Nos animará mucho pensar en cómo Jehová nos ve, pensar en nuestra amistad con él.
Una sugerencia: si te cuesta arrancar con la lectura diaria de la Biblia, intenta esto: empieza por el Salmo 119.
Este salmo tiene la particularidad de estar dividido en 22 estrofas con 8 versos cada una.
Se tarda como un minuto en leer los ocho versos.
Saborea esas palabras.
Es Jehová quien te está hablando.
Después escoge un verso, uno de los ocho —solo uno—, uno que te llame la atención, un verso en el que tú quieras profundizar.
Y párate a pensar en él, hazte algunas preguntas.
Supón que es el versículo 11 del Salmo 119: “Atesoro tus palabras en mi corazón para no pecar contra ti”.
Ahora deja que te llegue, que te llegue al corazón.
Hazte preguntas: ¿Cuántos textos favoritos tienes que te ayuden a no pecar contra Jehová?
¿Cuántos atesoras?
¿Podrías apuntar dos o tres?
Textos que te ayuden a cambiar tu conducta, que puedas usar cuando te enfrentes a una tentación o a una prueba.
¿Cuánto se tarda en hacer algo así?
Quizá cinco minutos, pero muy provechosos; poco tiempo, pero mucho beneficio.
Y, si tienes más tiempo, dale a la Guía de estudio. Encontrarás muchísima información que te ayudará a meditar y a amar más a Jehová.
Bueno, con este poquito tiempo, si somos constantes, desarrollaremos “un fuerte deseo por” la Biblia.
En menos de un mes, habremos comido y digerido 176 pensamientos preciosos de Dios.
Jehová es la fuente de ánimo, el que mejor nos puede animar, y él quiere hacerlo.
Pero, igual que Jeremías, debemos comer, digerir y meditar en el ánimo que Jehová nos da por medio de su Palabra inspirada.
Y, como resultado, tendremos “alegría y felicidad” en nuestro corazón.