David Schafer: Cuidado con el exceso de confianza (Mat. 26:33)

Analicemos el contexto de la cita de hoy. Empecemos por el ver. 31 del cap. 26 de Mateo. De hecho, las palabras del texto de hoy son la respuesta a una contundente afirmación de Jesús basada en una profecía. A saber, a todos ustedes se les hará a tropezar respecto a mí esta noche. Porque está escrito, heriré al pastor y las ovejas del rebaño serán esparcidas. Pero después que yo haya sido levantado, iré delante de ustedes a Galilea. En respuesta, Pedro dijo las palabras del texto de hoy, que en esencia equivalen a decir, disculpa, Jesús, pero a mí no me incluyas si piensas que yo no te seré fiel cuando en frente persecución. Estás muy equivocado. Puedo entender qué digas eso de Santiago y Juan, de Felipe y Bartolomé, de Tomás y Mateo, de Santiago, hijo de Alfeo y de Tadeo, de Simón el Cananeo, e incluso de mi querido hermano Andrés, pero de mí no digas eso de mí, yo no te fallaré. Aunque nos agrada que Pedro estuviera tan convencido de que sería leal a Cristo, lo cierto es que hizo ver muy mal a todos sus hermanos con lo que dijo sobre sí mismo. Pero ¿qué había detrás de su afirmación? Una trampa en la que cualquiera de nosotros podría caer. En El pasado la llamábamos la trampa de la confianza en sí mismo. En un artículo de La Atalaya del 15 de enero de 1998 apareció un subtítulo con esas mismas palabras. Dicho artículo hizo referencia al Salmo 85:8. Busquemos ese Salmo y reflexionemos en lo que dice. En la versión en inglés de 2013, dice algo así. Hoy de lo que el Dios verdadero, Jehová, dice: Escucharé lo que el Dios verdadero, Jehová, va a decir, porque él le hablará de paz a su pueblo, a sus leales. Pero que estos no vuelvan a caer en el exceso de confianza. Si están usando la aplicación JW Library en español y hacen clic en el ver. 8, verán que la Biblia con referencias, no vuelvan ellos a la confianza en sí mismos. En Prov. 14-16 encontramos un caso parecido. En inglés dice algo como, el sabio es prudente y se aparta de lo malo, pero el estúpido es imprudente y demasiado confiado. Sin embargo, la Biblia en español dice, el estúpido se pone furioso y confiado en sí mismo. De modo que la versión de 2013 en inglés nos ayuda a ver que el problema no es confiar en uno mismo, sino confiar en exceso alardear de lo que uno cree que puede hacer. Lo cierto es que, en los últimos años, muchas de nuestras publicaciones, en particular la ¡Despertar!, han destacado la necesidad de tener una sana autoestima. Lo ha hecho al hablar sobre cómo pueden los padres ayudar a sus hijos a desarrollarla y también al explicar qué pueden hacerlos enfermos para recuperarla confianza en sí mismos. Así que confiar en uno mismo no es tan mal. Lo malo es excederse. 1 Cor. 10:12 lo describe así. Es más, vayamos a la Biblia y fijémonos en el contexto. Es 1 Cor. 10:6- 11. Pablo narra la historia de la antigua nación de Israel para beneficio de sus lectores y a continuación, dice: “Por consiguiente, el que piensa que está en pie, cuídese de no caer”. Dice el versículo, ni siquiera intenten ponerse de pie no se pongan de pie. Ni se les ocurra ponerse de pie. No, no tendría sentido, ya que un poco más adelante en la misma carta. En 1 Cor. 16-13, Pablo escribió. Manténganse despiertos, estén firme en la fe. Pórtense como hombres, háganse poderosos. Y en 2 Cor. 1:24, afirmó: Es por su fe que están firme. De modo que, si te vemos intentar ponernos de pie, lograrlo y ser conscientes de que estamos en dicha posición. Si no, ¿por qué les dijo Pablo los corintios que estaban en pie, gracias a su fe, sin ni siquiera quería que pensaran que lo estaban? La expresión clave en 1 Cor. 10:12, es cuídese. Si ya no se hemos acostumbrado a estar de pie, mucho cuidado. Tenemos que reconocer que nos hace estar en pie. Recordar que ya estamos de pie y pensar en lo que pasaría si cayéramos en el exceso de confianza. Tal y como le ocurrió al apóstol Pedro. ¿Y qué nos pasaría? Pues y empezáramos a confiar en nosotros mismos hasta el grado de ignorar los peligros. Eso nos haría vulnerables. De hecho, pondríamos en riesgo nuestra espiritualidad. ¿De qué peligros hablamos? Bueno, eso depende de cuáles sean nuestras debilidades. Satanás las conoce. 2 En 1 Cor10:6-11, se mencionan algunos peligros potenciales. La inmoralidad sexual, la idolatría, la murmuración, así como poner a prueba a Jehová. Puede que reconozcamos los series que son estas cosas, o quizás sólo sepamos que son malas. Pero si no nos damos cuenta de lo peligroso que es confiar excesivamente en nosotros mismos, quizás pensemos. A mí no me va a pasar. Entonces pudiéramos exponernos a situaciones que nuble nuestro buen juicio. Cuidado, tengamos mucho cuidado con las cosas a las que nos exponemos al navegar por Internet, aunque pensemos que somos fuertes. Y la televisión puede exponernos a las vidas de personas que no tienen fe en Jehová. Experimentos recientes han demostrado que, aunque los ratones reaccionan instantáneamente al olor de los gatos, los ratones que son expuestos a ese olor de muy pequeños se asustan menos y no siempre huyen ante la presencia de un gato. Así que exponernos deliberadamente algo hace que terminemos confiándonos demasiado. Menos mal que los científicos no con todos los ratones. Pero el punto es que en el mundo de Satanás no podemos bajar la guardia. Si detectamos su olor, hemos de percibir el peligro y huir. Quizás nos sintamos seguros gracias a nuestra relación con Jehová. Aquí estamos de pie, confiados en la garantía de que él nos ayudará. Pero confiemos en el poder de Jehová, no en nuestras fuerzas o inteligencia. Moisés, Salomón, David, el apóstol Pedro, todos pecaron alguna vez. ¿Por qué deberíamos pensar que somos mejores que ellos? Hoy en día, hay muchas formas en las que la confianza excesiva en uno mismo puede atraparnos. Pero el comentario impreso del texto de hoy nos anima. Pedro es un excelente ejemplo de alguien que aceptó la ayuda de Jehová y dejó de confiar demasiado en sí mismo. Si él pudo, nosotros también.



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