La experiencia nos enseña que el proceso de adquirir sabiduría dura toda la vida, nunca acaba.
Por lo tanto, esta mañana vamos a analizar el proceso de adquirir sabiduría.
La sabiduría se basa en conocimiento, así que lo primero es adquirir conocimiento.
Pero ser sabio es más que saber muchas cosas.
La obra Perspicacia, en la entrada “Conocimiento”, dice esto: “[La sabiduría] es la capacidad de poner por obra, usar o aplicar de manera provechosa lo que se ha aprendido”.
Explica que alguien que no es sabio pudiera tener mucho conocimiento pero no saber cómo usarlo.
Y sigue diciendo que “Jesús relacionó la sabiduría con las obras cuando dijo: ‘La sabiduría queda probada justa por sus obras’ ”.
En una ocasión alguien dijo que el conocimiento sin sabiduría es como tener harina, huevos, mantequilla, leche y azúcar, pero no saber cómo combinar todo esto para hacer un pastel.
Podría decirse que en la Palabra de Dios están todos los ingredientes, los principios necesarios para ser sabios.
Tenemos que aprender a combinar los principios, es decir, hacer un pastel.
La receta está ahí.
Sabemos que en las recetas, bueno, en la mayoría de las recetas, suelen aparecer los ingredientes.
Y en una receta para un pastel vamos a encontrar también los pasos.
Pero quizás esto no sea suficiente y necesites ver a un pastelero profesional que muestre cómo mezcla todos los ingredientes y cómo es el proceso de hacer un pastel.
En internet podemos encontrar muchos videos de este tipo.
En cierto sentido, eso es lo que Jehová ha hecho por nosotros.
En la Biblia, no solo nos ha dado una lista de principios, sino que también encontramos relatos de personas que los pusieron en práctica en sus vidas.
Es como si nos mostraran cómo hacer el pastel.
Bueno, para poner un ejemplo, vamos a pensar en un matrimonio.
Ellos buscan ejemplos en las Escrituras para saber cómo poner en práctica los principios bíblicos.
Quieren encontrar algo que los ayude con un problema, un problema que puede acabar con la unidad y que también puede alterar la paz en el matrimonio.
Ahora bien, si lo que voy a decir te suena familiar, te aclaro que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, como dicen por ahí.
A la esposa le gustaría hablar de un asunto con su esposo.
Ella se siente bastante estresada.
Los dos están ocupados en sus asignaciones teocráticas.
Y el esposo es muy hospitalario, le encanta invitar a gente a comer a su casa.
Y a ella también le gusta.
Pero el problema es que al final ella termina haciéndolo todo.
Tiene que pensar en el menú, prepararlo y después limpiar.
¡Qué estrés!
Claro, ella ya sabe el principio.
Eclesiastés 3:7.
Hay “un tiempo para quedarse callado y un tiempo para hablar”.
Pero ¿encontrará algún ejemplo en las Santas Escrituras de una esposa que pusiera en práctica este principio?
Entonces piensa en Ester.
La reina Ester.
En Ester 5, leemos que la reina quería hablar de un asunto muy delicado con su esposo.
Ella probablemente también conocía el principio bíblico que hemos mencionado.
¿Cómo lo puso en práctica?
Bueno, ella creó un buen ambiente para expresar su preocupación.
Lo que hizo fue preparar varios banquetes con comida que sabía que le iba a gustar y buen vino.
Y, cuando vio que estaba de buen humor, cuando encontró el momento apropiado, le contó su problema.
Teniendo en cuenta este relato de la reina Ester, la esposa del ejemplo —como es sabia— crea un buen ambiente y elige un momento —cuando él está relajado— para contarle con respeto qué la tiene tan estresada.
Y ¿qué podemos decir del esposo de este ejemplo?
¿Qué va a hacer?
Él se sabe el principio.
1 Pedro 3:7: “Del mismo modo, esposos, continúen viviendo con ellas de acuerdo con conocimiento.
Denles honra como a una vasija más frágil, la femenina”.
Así que él debe saber hasta dónde puede llegar su esposa y tratarla de acuerdo con eso.
¿Podrá encontrar él un ejemplo en la Biblia de un esposo sabio que haya puesto en práctica este principio de Primera de Pedro?
Bueno, echemos un vistazo al relato que encontramos en Génesis 18.
En los versículos 1 al 8, que no vamos a leer, se nos cuenta la situación.
De forma totalmente inesperada, llegan a la tienda de Abrahán tres hombres muy importantes.
Él los invita a comer y les dice que les va a traer “un poco de pan”.
Pero ¿lo dejó él todo en manos de Sara?
¿Tuvo que pensar ella en el menú?
No, Abrahán planificó un menú muy elaborado que incluía pan recién horneado, mantequilla, leche y carne de la mejor calidad.
¿Y le pidió entonces a Sara que lo hiciera todo?
Bueno, él le pidió que preparara el pan.
Pero él se encargó personalmente de preparar el resto de las cosas, incluyendo poner la mesa y servir todos los alimentos a los invitados.
Al reflexionar en este relato, el esposo se da cuenta de que lo mejor que puede hacer es ayudar a su esposa cuando tengan invitados, incluso limpiando después.
Este esposo, que sabe que su esposa está muy estresada, también podría pensar en el principio bíblico de Efesios 5:25: “Esposos, sigan amando a sus esposas, tal como el Cristo también amó a la congregación”.
¿De qué manera amó Cristo a la congregación?
¿Cómo puso en práctica este principio con sus discípulos?
Vamos a verlo.
Examinemos un ejemplo en Mateo 15:21.
Ahí dice: “Jesús salió de allí [probablemente de Capernaúm] y se fue a la región de Tiro y Sidón”.
Quizás nos preguntemos: “¿Por qué Jesús se fue a un territorio más allá del límite de Israel, a un territorio de gentiles?
Él tenía que predicar en Israel.
Pero, ¿por qué se fue a otra región?”.
Vamos a leer la referencia marginal, Marcos 7:24.
Aquí dice lo siguiente: “Después salió de allí y se fue a la región de Tiro y Sidón.
Entró en una casa porque no quería que nadie supiera que estaba allí, pero no pudo evitar que se enteraran”.
Esto es un poco raro.
¿Qué les parece a ustedes?
¿Por qué no quería Jesús que la gente supiera dónde estaban él y los apóstoles? La Atalaya explicó que, al comparar este relato con Marcos 6:30, 31, podemos ver que, no mucho antes, Jesús les había dicho a los apóstoles que buscaran un lugar retirado para descansar un poco.
Al final, esto no le funcionó, porque la gente siempre sabía dónde estaba.
Por eso Jesús se fue muy lejos, a Fenicia.
No le dijo absolutamente nada a nadie y se llevó a los apóstoles con él, para que pudieran tener el descanso que tanto necesitaban.
Así pues, hermanos, los esposos sabios hacen bien en imitar la forma en la que Jesús puso en práctica este principio con sus discípulos.
La verdad es que todos estamos cansados.
Llevamos vidas muy ocupadas, y las esposas, en especial, tienen mucho que hacer.
Claro, todos necesitamos descansar.
Durante la pandemia, no hemos tenido muchas oportunidades de viajar.
Pero hay que hacer un esfuerzo, hay que sacar tiempo para salir de la rutina y buscar una manera en la que los dos podamos descansar.
En resumen, día tras día, sigamos adquiriendo sabiduría.
Aprendamos de la Palabra de Dios y fijémonos en cómo los demás ponen en práctica los principios bíblicos.