¡Bienvenidos a JW Broadcasting®!
Los testigos de Jehová vemos la Biblia como un maravilloso regalo de nuestro Padre celestial.
El programa de este mes nos ayudará a valorar aún más este regalo.
Veremos que la Biblia refleja el amor que Jehová nos tiene y lo que hicieron muchísimas personas para conservar su mensaje.
También veremos que la Biblia se escribió mucho tiempo antes de que se inventaran las técnicas de impresión modernas.
Conocer el nombre de Dios es un privilegio.
Eso es lo que pensaba un hombre humilde que se sintió motivado a publicar la primera Biblia en inglés que usaba sistemáticamente el nombre de Jehová.
En el último episodio de “La verdad cambia la vida de las personas”, vamos a ver cómo las promesas de la Biblia ayudaron a un hombre sordo que era huérfano a conocer a su Padre celestial y a tener una familia espiritual.
¡Esto es JW Broadcasting!
Imagine que le acaban de decir que ha heredado algo increíble, algo muy especial que le pertenece a su familia desde hace años.
Y es un regalo muy valioso.
¿Cómo se sentiría?
En realidad, todos los que estamos viendo este programa hemos recibido una herencia así.
Es algo que se ha ido pasando de generación en generación durante miles de años.
¿Qué es?
Es la Palabra de Dios, la Biblia.
Gracias a este precioso regalo, sentimos que Jehová nos ama.
¿Cómo lo sentimos?
Veamos tres maneras.
La primera, cuando vemos lo que Jehová ha hecho para proteger su Palabra durante miles de años y que así la tengamos en nuestros días.
La segunda, por el mensaje que contiene de nuestro cariñoso Padre, Jehová.
Y la tercera, cuando vemos lo mucho que mejoran nuestras vidas al poner en práctica sus enseñanzas.
Hablemos de la primera de ellas: sentimos que Jehová nos ama al ver lo que ha hecho por proteger su Palabra.
La Biblia se escribió hace muchísimo tiempo en materiales que se deterioran y, aun así, ha llegado a nuestros días.
La tenemos en el teléfono, en la tableta y también en formato impreso.
La verdad es que es un milagro que Jehová hiciera que se escribiera la Biblia, que se copiara a mano durante siglos y que el mensaje hoy siga siendo el mismo.
¿Cómo se escribió la Biblia?
De manera milagrosa.
2 Timoteo 3:16 dice claramente: Jehová usó su espíritu santo para pasar sus pensamientos a la mente y al corazón de algunos hombres fieles.
Usó a unos 40 escritores.
Pasaron 1.600 años hasta que la Biblia se completó alrededor del año 98 de nuestra era.
Y de eso hace más de 1.900 años.
Así que ¿cómo es posible que la Biblia haya llegado hasta hoy?
Había que copiarla a mano.
A lo largo de los siglos, los escribas hicieron copias del texto.
Por ejemplo, los masoretas —que eran un grupo de copistas y eruditos judíos muy meticulosos— contaban literalmente el número de palabras e incluso el número de letras.
¿Por qué?
Para asegurarse de que copiaban el texto con exactitud.
No querían ni un error en sus copias, ni uno.
Afortunadamente, muchos manuscritos bíblicos antiguos han sobrevivido hasta el día de hoy: tal vez unos 6.000 manuscritos de las Escrituras Hebreas y unos 5.000 de las Escrituras Griegas Cristianas.
Es interesante que la Biblia se estuvo copiando a mano durante cientos de años, pero en el siglo quince algo cambió.
Permítanme explicarles lo que pasó mostrándoles algunas de las Biblias que tenemos en Warwick, en Nueva York.
Esta es, como se suele llamar, una Biblia Parisina. Se terminó en Francia durante la última parte del siglo trece, es decir, entre los años 1250 y 1300.
Es una Biblia completa, ¡copiada a mano!
¡Miren qué bonita es!
Imagínense cuánto trabajo.
Un escriba en su mesa día tras día copiando cada letra con mucho cuidado para que alguien pudiera tener una Biblia como esta.
Está claro, muy pocas personas se podían permitir tener una Biblia copiada a mano así de bonita.
Pero Jehová tenía algo mejor en mente.
En el siglo quince, a un hombre que se llamaba Johannes Gutenberg se le ocurrió una idea increíble.
Alrededor del año 1455, Gutenberg imprimió la Biblia por primera vez.
Solo hizo unos 180 ejemplares.
Eso ahora no nos parece mucho, ¿verdad?
Pero recuerden: hasta ese momento, cada Biblia se había copiado a mano.
Así que ¡esto fue algo impresionante!
Aquí tenemos una página original de una de esas 180 biblias que imprimió Gutenberg.
Es preciosa, ¿verdad?
Pero esto fue solo el principio.
Con el tiempo, sería posible que se imprimieran miles de copias de la Biblia en relativamente poco tiempo gracias al invento de Gutenberg.
En los años siguientes, poco a poco se empezaron a utilizar imprentas en varias ciudades de Europa.
¿Y qué cosas se pudieron lograr?
En 1475, Bernhard Richel imprimió esta Biblia en Basilea, en Suiza.
¡Miren el tamaño que tiene!
Y además es preciosa.
Es increíble lo que fueron capaces de hacer aquellos primeros impresores.
Aunque ahora ya se imprimían Biblias, había otro problema.
¿Cuál era?
Que muy pocas personas tenían dinero suficiente para comprar una Biblia como esta.
Se imprimían copias, pero aun así eran muy caras.
Esta Biblia probablemente se hizo para una iglesia o para alguien muy rico.
Pero, menos de 20 años después, pasó algo más, algo emocionante.
Esta es la llamada Biblia Íntegra, también conocida como “la Biblia del Pobre”.
Se imprimió en Suiza en el año 1491.
¿Qué tiene de especial?
Que es muy pequeña.
Se cree que es la primera Biblia impresa en tamaño pequeño.
Y es que el impresor había tenido una idea novedosa.
Quiso hacer una Biblia que pudiera tener la gente común.
No era una Biblia para una biblioteca ni para una iglesia.
Era para uso particular; le pertenecía a una persona, y podía llevarla adonde quisiera y leerla en cualquier momento.
¿Por qué fue tan importante la aparición de esta Biblia?
Porque en las siguientes décadas la Biblia se traduciría de los idiomas originales a los idiomas de la gente común y se imprimiría en idiomas de toda Europa.
Por primera vez, las personas podrían tener un ejemplar personal de la Biblia en su propio idioma.
Todo lo que hemos visto que se hizo para producir la Biblia nos da razones para creer que nuestro amoroso Padre, Jehová, tuvo mucho que ver.
No solo hizo que se conservara la Biblia, sino que también se aseguró de que su regalo les llegara a las personas de todo el mundo.
Ahora podemos volver al estudio.
Pero, claro, los enemigos de Dios no querían que la gente tuviera este precioso regalo de nuestro Padre.
Por eso, no nos sorprende que muchos hayan intentado con todas sus fuerzas evitar que otras personas tengan la Biblia.
Sobre esto, el erudito Albert Barnes escribió: “Este libro ha suscitado más hostilidad que ningún otro; sin embargo, ha sobrevivido a todos los ataques que el poder, el talento o la elocuencia han lanzado contra él. […] Ningún ejército sobrevivió jamás a tantas batallas como la Biblia”.
Sin la ayuda de Jehová, el ser humano no hubiera podido proteger la Biblia de estos fuertes ataques.
Es un milagro que la tengamos hoy.
Sin duda, sentimos que Jehová nos ama cuando vemos cómo ha conservado la Biblia y ha puesto este precioso regalo al alcance de todos.
La segunda manera en la que sentimos el amor de Jehová es por el mensaje de la Biblia.
En ella aprendemos cosas que no podríamos saber de ninguna otra manera.
Es verdad que sin la Biblia podríamos llegar a la conclusión de que hay un Creador y podríamos conocer sus cualidades por las cosas que ha hecho.
Pero la Biblia nos enseña mucho más.
Allí, Jehová nos dice su propio nombre, cuál es el sentido de la vida y lo que pasará en el futuro.
Al contarnos todas estas cosas, nos demuestra que es un Padre cariñoso y que nos quiere mucho.
Y va más allá, nos invita a ser sus amigos, a que tengamos una amistad fuerte con él.
¡Qué tierno y qué cariñoso es Jehová!
En la Biblia encontramos muchos consejos prácticos para la vida, y esa es la tercera manera en la que sentimos el amor de Jehová.
Es un libro del Creador que nos enseña a tener una vida feliz, una vida con sentido.
Es como si el mismísimo Creador nos diera un manual de instrucciones.
Y qué bien nos viene, ¿verdad?
Jesús vio lo mucho que necesitaba la gente esa guía.
Mateo 9:36 dice: Y eso también pasa ahora.
La gente está muy confundida y perdida, sin saber qué hacer.
Se suelen guiar simplemente por su criterio y por sus deseos.
¿Y el resultado?
Que terminan complicándose la vida.
Necesitamos una guía confiable que nos diga lo que está bien y lo que está mal, y que nos ayude a ser felices de verdad.
Y todo esto lo encontramos en un precioso regalo, el que nos ha dado Jehová: la Biblia.
Romanos 15:4 dice: Incluso cuando cambien nuestras circunstancias, la Biblia seguirá siendo nuestra guía en la vida.
Seamos jóvenes o mayores, solteros o casados, los consejos de la Palabra de Dios siempre son útiles.
Siempre funcionan.
Cuando reflexionamos en todas las razones por las que la Biblia es tan especial, ¿de qué nos damos cuenta?
¿Qué sentimos?
Sentimos el amor tan grande que Jehová nos ha demostrado al darnos este regalo.
Se ha asegurado de que toda la información que necesitamos esté en la Biblia.
Y nos ayuda a aplicar sus consejos en nuestra vida.
¿Cuál será el resultado?
2 Timoteo 3:16, 17 dice: ¿Qué aprendimos en estos minutos?
Vimos tres maneras en las que la Biblia refleja el amor de Jehová.
Son lo que ha hecho para protegerla, el cariñoso mensaje que contiene y sus prácticos consejos para la vida.
Heredar algo muy valioso no garantiza que vayamos a valorarlo.
Igualmente, el hecho de tener una Biblia no garantiza que nos beneficiaremos de ella.
Para eso, tenemos que leer nuestro manual de instrucciones, la Palabra de Dios, todos los días.
Cuando leemos y estudiamos la Biblia, sentimos lo mucho que nos quiere su autor, nuestro maravilloso Dios, Jehová.
Y, cuanto más sentimos que nos quiere, más motivados nos sentimos a hacer lo que él nos pide.
Eso incluye compartir este valiosísimo regalo con otros para que se puedan beneficiar de él.
Si lo hacemos, ayudaremos a tantas personas como sea posible a sentir, a sentir de cerca, el amor de Jehová a través de la Biblia.
Los escritores bíblicos se esforzaron mucho para poner por escrito la Palabra de Dios.
Pero ¿qué técnicas y materiales utilizaron?
Vamos a conocer algunos de sus métodos.
Dios inspiró a unos 40 hombres para escribir la Biblia.
Pero ¿se han preguntado en qué la escribieron?
Porque el papel como lo conocemos hoy se inventó unos 1.000 años después de que se escribieran las partes más antiguas de la Biblia.
De hecho, los manuscritos más antiguos que tenemos hoy fueron escritos en un material llamado papiro.
El papiro es una planta que crece en aguas poco profundas con tallos que pueden llegar a medir hasta 4,5 metros de altura (o unos 15 pies).
Hace unos 4.000 años, los egipcios hallaron la manera de convertir el papiro en un material para escribir liso y resistente.
Aun con herramientas modernas, fabricarlo requiere mucho trabajo.
Hay que cortar tiras delgadas de la planta, aplanarlas y remojarlas; luego colocarlas en capas, y luego, para que estas capas queden unidas, hay que prensarlas.
Una vez que están secas, hay que pulirlas con una piedra lisa.
Antes también se usaban pedazos de marfil o de conchas marinas.
Como resultado, se obtiene un material relativamente liso.
Comúnmente, se pegaban varias hojas de estas por los bordes para fabricar un rollo.
Estos rollos podían llegar a medir unos 6 metros (o 20 pies).
Sin embargo, aproximadamente en el siglo segundo, las personas que copiaban las Escrituras comenzaron a utilizar el códice: una nueva tecnología que facilitaba mucho el uso del papiro.
Para fabricar un códice se doblan las hojas de papiro y se cosen; luego se unen para formar una especie de libro.
¿Se imaginan todas las horas de trabajo que tomaba fabricar estos materiales para escribir?
Por cierto, en aquel tiempo no había lápices ni bolígrafos.
¿Con qué escribían?
Las plumas que usaban solían hacerse con pedazos de una caña dura, como esta.
La punta se tallaba y se le hacía un pequeño tajo.
En tiempos bíblicos, con este tipo de pluma se usaba una tinta hecha con hollín.
Al hollín se le añadía una sustancia gomosa.
Dicha sustancia ayudaba a que se adhiriera a la página.
La mezcla se diluía con agua.
Pero, aunque estuviera en forma de rollo o de códice, el problema del papiro es que no era muy duradero.
Por eso es tan impresionante que haya fragmentos de las Escrituras en papiro que han sobrevivido hasta nuestros días.
Los originales de las reproducciones que vemos aquí tienen más de 2.000 años.
Ahora bien, con el tiempo se empezaron a usar materiales más resistentes.
Para el cuarto siglo, uno de los más comunes era el pergamino.
Por lo general lo fabricaban con pieles de oveja, becerro o cabra.
El proceso comenzaba empapando la piel en agua con cal.
Después se le quitaba el pelo y cualquier residuo de carne.
Luego de eso, la piel se extendía sobre un marco y se raspaba para quitar cualquier irregularidad, como la grasa.
El siguiente paso era estirarla aún más y dejarla secar, así la piel quedaba lisa y tiesa.
Por último, se espolvoreaba con tiza y se frotaba con piedra pómez para crear una superficie suave.
Como ven, para fabricar tan solo un pliego de pergamino se necesita muchísimo trabajo.
Sin embargo, hoy en día todavía hay muchos manuscritos bíblicos que se escribieron en pergamino, como estos dos originales.
Un manuscrito muy famoso es el Códice amiatino, el cual se encuentra en Italia y tiene más de 1.300 años.
De hecho, es la Biblia latina completa en un solo volumen más antigua que existe.
Algunos expertos calculan que se necesitaron más de 400 pieles para completarla.
Y, aunque esta réplica es grande, el original lo es todavía más.
Y pesa 34 kilos (o unas 75 libras).
¿Se imaginan todo el esfuerzo que requirió producir tan solo esa Biblia?
Todos estos materiales son perecederos, se deterioran con el tiempo.
Así que, para preservar el mensaje de la Biblia, Jehová hizo que se copiara con cuidado vez tras vez durante siglos.
Por eso hoy tenemos miles de manuscritos de diferentes partes de la Biblia, y no solo unos cuantos.
Así que, la próxima vez que lea un versículo en su dispositivo, piense en todo lo que hizo falta para crear los materiales en los que se escribieron esas palabras y en lo increíble que es que, a pesar de haber sido escritas en materiales tan frágiles, hayan llegado hasta nuestros días.
Estamos muy agradecidos a todos estos hombres devotos que con mucho cuidado escribieron y copiaron la Biblia.
Gracias a sus esfuerzos, la tenemos disponible en nuestros días.
Y eso cumple estas palabras del profeta Isaías: “La palabra de nuestro Dios permanece para siempre”.
Nuestro gran Dios, Jehová, ha usado a personas de todo tipo para proteger su mensaje y su santo nombre.
Una de esas personas fue Benjamin Boothroyd, el hijo de un humilde zapatero que se convirtió en ministro religioso e impresor.
¿Qué hizo que este hombre común y corriente llegara a ser un erudito y traductor bíblico autodidacta?
Vamos a descubrirlo.
“Aplaudimos sinceramente al doctor Boothroyd por haber culminado una labor que tal vez nadie haya completado jamás, a saber, una versión revisada en hebreo del Antiguo Testamento y una versión revisada en inglés de toda la Sagrada Escritura”.
Benjamin Boothroyd nació en 1768.
Era hijo de un humilde zapatero.
Y vivió toda su vida en Yorkshire, Inglaterra.
Boothroyd no era rico ni prominente, pero aun así consiguió algo extraordinario en el campo de la traducción bíblica.
Cuando era joven, Boothroyd y sus amigos iban a la iglesia y después se reunían en una taberna muy similar a esta.
En una de esas ocasiones a Boothroyd le pasó algo que cambió su vida para siempre.
Mis amigos y yo nos hallábamos en conversación sobre asuntos más vulgares y pecaminosos de lo acostumbrado, y yo era el más depravado entre todos.
De súbito, cual si un rayo me hubiese alcanzado, quedé horrorizado al percatarme de mi pecado y pensé que aquello me hacía culpable y digno del infierno.
Sin decir nada, Boothroyd salió de la taberna y dejó a sus compañeros allí.
Mientras iba de camino a casa, se puso de rodillas y le suplicó a Dios que le tuviera misericordia.
Ese fue un momento clave de su vida porque tomó la decisión de dedicarle el resto de sus días a Dios.
Estamos en la Biblioteca Nacional de Gales para averiguar qué ocurrió después en la historia de Boothroyd.
En 1801, Boothroyd se casó con Sarah Hurst, quien también amaba mucho a Dios y tenía una fe fuerte.
Para ganarse la vida, abrieron una pequeña librería e imprenta.
Trabajando en la librería, Boothroyd consiguió unos libros muy interesantes: eran comentarios sobre la poesía sagrada de los hebreos.
La obra de Robert Lowth sobre poesía hebrea cayó en mis manos.
La leí con gran interés y curiosidad.
Boothroyd se enamoró del idioma hebreo.
Así que decidió aprenderlo.
¿Pero cómo?
Boothroyd se dio cuenta de que algunos de los salmos tenían letras hebreas antes de cada estrofa.
El Salmo 119 me ayudó a aprender los nombres de las letras, y entonces traté de leer algunas partes del Pentateuco.
Meticulosamente, fue aprendiendo por su cuenta las letras, las palabras y la gramática hasta que consiguió leer la Biblia en hebreo.
Cuando comparó los textos en hebreo que se habían impreso más recientemente —como estos de Benjamin Kennicott— con manuscritos más antiguos, Boothroyd descubrió algo que lo alarmó: tenían muchos errores.
Por eso, tomó una decisión trascendental: Boothroyd empezó el proyecto de recopilar y publicar una versión en hebreo más exacta del Antiguo Testamento.
Aunque él hizo la mayor parte del trabajo, no estuvo solo.
Mi esposa aprendió las letras hebreas.
Y, al revisar las hojas impresas, no lo hacíamos palabra por palabra, sino pronunciando cada letra.
Sarah ayudaba a su esposo a corregir el texto para asegurarse de que era exacto.
Después de años de cuidadoso trabajo, en 1816, acabaron los dos volúmenes de la que se conoce como Biblia Hebraica de Boothroyd.
Para muchas personas, realizar una obra como esta sería el mayor logro de sus vidas.
Pero Boothroyd tenía pensado hacer algo más, un proyecto impresionante.
Él sentía que era su responsabilidad producir una versión revisada de la Biblia en inglés sencillo, una Biblia que todo el mundo pudiera entender.
Así que con los recursos y herramientas que tenía disponibles se puso a trabajar.
Vinimos a Lampeter, a la universidad, para ver el resultado del trabajo de Boothroyd.
Solo dos años más tarde, en 1818, publicó el primer volumen de su Biblia en inglés: A New Family Bible. En 1821 acabó el segundo volumen, y para 1824 ya se había publicado la Biblia completa.
Una vez más, no hizo todo este trabajo él solo.
A lo largo de esta noble y ardua labor, mi querida señora Boothroyd fue mi principal compañera y ayudante, y tanto yo como los que lean esta Biblia le debemos nuestra profunda gratitud.
Muchos valoraron la traducción de Boothroyd, tanto eruditos como lectores sinceros de la Biblia.
Hubo un aspecto de esta Biblia en inglés que hizo de ella algo muy especial.
Al traducir, él se apegó a la siguiente regla: “He utilizado Jehová en lugar de Señor; y […] Jehová Dios […] es mucho más apropiado y fiel al original que Señor Dios”.
Esta fue la primera Biblia publicada en inglés en la que aparecía el nombre Jehová a lo largo del Antiguo Testamento.
Boothroyd también lo incluyó varias veces en el Nuevo Testamento.
La Universidad de Glasgow otorgó a Boothroyd un título en reconocimiento al excelente trabajo que hizo en su obra A New Family Bible. Esta Biblia se usó más tarde como base para traducir la Palabra de Dios a idiomas del Pacífico sur, como por ejemplo el tahitiano.
Debido a esto, esas Biblias también usan en muchas ocasiones el nombre Jehová. Boothroyd usó lo que tenía a su alcance para estudiar en profundidad las Escrituras y tratar de entender su significado.
Después, se esforzó por mostrar a otros lo que había aprendido.
En los comentarios de introducción de su Biblia, él escribió: “Mi único interés es el de servir a la verdad”.
Este hombre, aunque era de origen humilde, consiguió algo extraordinario: su trabajo permitió que las personas conocieran la Palabra, el propósito y el nombre de Dios.
¡Qué animador es ver todo lo que hizo Boothroyd para ayudar a otras personas a entender la Palabra de Dios y para que el nombre de Jehová volviera a aparecer en la Biblia en inglés!
Por medio de la Biblia, Jehová también le expresa su amor a otro grupo: los huérfanos.
Él los ama tanto que quiere que sientan su cuidado de una manera especial.
Esta es la historia de Nazar Komar, un hombre sordo que además era huérfano y que llegó a sentir el amor de Jehová.
De niño, estaba en un internado.
Allí tenía comida, ropa y un techo.
Pero los fines de semana veía que los demás niños se iban a casa con sus padres.
Yo los miraba y pensaba: “¡Qué felices son!”.
Y a mí nadie venía a buscarme.
Estaba solo.
Me llamo Nazar Komar.
Nací en Ucrania, en Kiev.
Mis padres me abandonaron cuando era un bebé, solo siete días después de haber nacido.
El director del internado y los maestros se turnaban para cuidarme.
Pero veía que los padres de los otros niños querían mucho a sus hijos.
Deseaba con todas mis fuerzas tener a mis padres.
Esperaba que vinieran a buscarme, pero nunca lo hicieron.
Eso me dolía mucho.
Pensé que necesitaba ponerme una meta.
Tenía la esperanza de que mis padres me estuvieran buscando, así que pensé que si me dedicaba al deporte sería más fácil que ellos me encontraran.
Tal vez al verme me reconocerían.
Entonces, me esforcé mucho por llegar a ser un jugador profesional.
Aprendí a jugar muy bien, pero lo que en realidad quería era que en algún lugar de los que íbamos a jugar estuvieran mis padres sentados en las gradas y que, al verme, dijeran: “Es nuestro hijo.
¡Lo encontramos!”.
Comencé a jugar en la liga nacional.
Me daban una pequeña habitación en donde vivir y un sueldo.
No era mucho, y no me alcanzaba para cubrir mis gastos.
Así que conseguí un trabajo en una fábrica.
Allí conocí a Serguéi, que era testigo de Jehová.
Él siempre me mostraba textos de la Biblia que hablaban de lo maravillosa que será la vida en el Paraíso.
Uno de ellos era Apocalipsis 21:3, 4, que dice que ya no habrá más dolor ni sufrimiento.
Pero me costaba creer en esas promesas porque, aunque me encantaba la idea de vivir así, cuando miraba a mi alrededor no veía nada de eso.
Mi vida no era nada fácil.
Serguéi también me mostró el nombre de Dios en la Biblia, en Éxodo 15:3.
Además, me explicó lo que significa el nombre de Jehová, “Yo Seré lo que Yo Decida Ser”.
Cuando hice la conexión entre este nombre y lo que dice Apocalipsis 21:3, 4, comencé a confiar en las promesas para el futuro.
Me impresionó mucho la primera reunión a la que asistí.
Los oyentes y los sordos se comunicaban de lo más bien.
Todos estaban unidos y se cuidaban entre ellos.
Me sentí muy cómodo.
En una de las reuniones se leyó Salmo 68:5.
Allí dice que Jehová es “padre de huérfanos”.
Eso me llegó al corazón.
Él sabe perfectamente lo duro que es ser huérfano.
Jehová sabe muy bien lo que siento.
En ese momento, se me puso la piel de gallina y sentí paz.
Cuando mi equipo de básquet y la comunidad sorda se enteraron de que estaba estudiando la Biblia con los testigos de Jehová, se enojaron mucho conmigo.
Me dijeron que dejarían de ayudarme y que perdería el sueldo y la vivienda.
Tenía que tomar una decisión importante.
Como soy huérfano, ¿dónde viviría?
Fue un momento muy difícil.
Al final decidí seguir estudiando la Biblia porque me di cuenta de que me sentía más unido a los Testigos que a mi equipo.
Ya no me identificaba con ellos.
Así que renuncié a la ayuda económica que me habían estado dando y me bauticé.
Jehová me ha bendecido, y ya no estoy solo.
Ahora tengo mi propia familia.
Mi esposa, Evdokia, y yo nos queremos y nos cuidamos mucho.
Dios también me ha dado hermanos y hermanas que están pendientes de mí.
Son mi familia.
Mi vida ya no está marcada por el sufrimiento.
Hoy en día, sigo buscando a mis padres.
Los sigo esperando porque cuando los encuentre quiero ayudarlos, quiero hablarles del nombre de Dios.
Ahora ya no me siento huérfano porque tengo un Padre: está en los cielos y se llama Jehová.
Al acercarnos a la congregación buscando ser amados y aceptados, lo que encontramos es una auténtica familia.
Los que amaban la verdad sacrificaron algo más que su tiempo y energías.
Muchos llegaron incluso a dar su vida para que tengamos la Palabra de Dios en un idioma que podamos entender.
Visitemos el museo de la Biblia de la sucursal de Bélgica para saber quiénes arriesgaron su vida y por qué.
Jehová nos ha dado la Biblia para que podamos conocerlo y amarlo.
Quiere que seamos sus amigos.
Por eso se ha encargado de que todas las personas puedan leer la Biblia, vivan donde vivan y hablen el idioma que hablen.
En la sucursal de los testigos de Jehová de Bruselas, en Bélgica, se puede visitar el museo “La Biblia en Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos”.
Allí se cuenta cómo se tradujo y produjo la Biblia en la zona costera del noroeste de Europa.
¡Es fascinante!
En este museo, conoceremos la historia de personas sinceras que amaban la Biblia y que querían que otros tuvieran acceso a ella.
En la Edad Media, la Iglesia católica romana no quería que la gente tuviera la Biblia en su idioma porque, si la entendían, se darían cuenta de que en la Iglesia se estaban haciendo muchas cosas mal.
Por eso, empezaron a perseguir con crueldad a quienes traducían la Biblia.
Pero ¿qué estaba pasando en la zona de Bélgica y los países vecinos en ese momento de tanta tensión religiosa?
Para el siglo dieciséis, el centro de comercio más importante del oeste de Europa era Amberes, en Bélgica.
Esta ciudad era bastante tolerante con las diferentes creencias religiosas y políticas, y por eso era un lugar ideal para traducir e imprimir biblias en los idiomas que hablaba la gente.
De hecho, había unos 270 impresores, editores y libreros en ese lugar tan cosmopolita.
Además, tenía un puerto enorme, que facilitaba mucho el contrabando de biblias a los países vecinos.
Uno de los muchos impresores que había en Amberes era Jacob van Liesvelt.
Fue muy valiente al publicar la primera Biblia completa en holandés en 1526.
Fue una de las primeras Biblias impresas en un solo volumen.
Van Liesvelt llegó a producir 19 ediciones de la Biblia.
Y, aunque las condiciones de trabajo en Amberes eran relativamente seguras, los editores de la Biblia no estaban totalmente a salvo de la Iglesia.
Van Liesvelt fue condenado a muerte porque su última edición de la Biblia en holandés contenía notas marginales que la Iglesia católica vio como un ataque a su dogma.
Por eso, tuvo el mismo final que otros impresores de la Biblia en Amberes: fue ejecutado.
Otro traductor que publicó su trabajo en Amberes fue el erudito francés Jacques Lefèvre d’Étaples.
Dedicó toda su vida a transmitir el significado original de los escritos antiguos y estudió con mucho detalle la Vulgata latina.
Creía firmemente que todos los cristianos tienen el derecho a leer y estudiar la Biblia por sí mismos.
Por eso, Lefèvre usó todas sus energías para traducir la Biblia al francés.
Fue la primera Biblia completa que se imprimió en este idioma.
Estaba convencido de que había llegado la hora de que el Evangelio —como él mismo dijo— “se proclamara por todo el mundo para que ya nadie fuera engañado por doctrinas humanas”.
En un inicio, Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, aprobó la traducción de la Biblia de Lefèvre.
Pero tiempo después, en 1546, la segunda edición se incluyó en el Índice de Libros Prohibidos de la Iglesia católica romana.
Otro hombre valiente que tradujo la Biblia, en este caso al inglés, fue un sacerdote experto en griego y latín.
Se llamaba William Tyndale.
Le encantaba la Palabra de Dios.
Tyndale escribió: “Además, tenemos que desear […] que Dios nos haga comprender y sentir la razón por la que nos dio la Escritura, y así podremos usar la Escritura como medicina”.
La Iglesia y el Gobierno lo persiguieron porque había traducido el Nuevo Testamento al inglés.
Por eso buscó refugio en varias ciudades, entre ellas Amberes.
Allí publicó una versión revisada del Nuevo Testamento y también la traducción que había hecho del Pentateuco.
Esta era la primera vez que alguien usaba el nombre de Jehová en una traducción al inglés.
Lamentablemente, a Tyndale también lo ejecutaron por su trabajo.
En España, publicar Biblias era algo muy peligroso.
Por eso, en 1543, el traductor Francisco de Enzinas mandó que imprimieran su versión del Nuevo Testamento en español en Amberes.
Fue la primera versión en este idioma que se tradujo directamente del texto original en griego.
Él escribió: “Me parecía que solo tenía una tarea que hacer: imprimir la traducción en la que había trabajado tanto y después confiar en que Dios, el Padre, por quien la había hecho, se encargara del resto”.
A Francisco de Enzinas también lo arrestaron por su trabajo.
Aun así, algunos ejemplares de su Nuevo Testamento acabaron en España.
Y estos tuvieron mucha influencia en otras traducciones de la Biblia al español, como la famosa Reina-Valera. Curiosamente, la primera edición de esta Biblia también se imprimió en esta zona de Europa.
Quedan muchas más joyas fascinantes por descubrir en este museo, como la Políglota de Amberes, que contiene el texto bíblico en cinco idiomas, y la llamada Biblia de Jehová, que fue publicada en secreto en holandés.
Todas fueron impresas en esta zona.
Todos estos hombres demostraron que amaban la Palabra de Dios, y Jehová bendijo sus esfuerzos, porque el trabajo que ellos hicieron dio lugar a una serie de acontecimientos que hicieron que la Biblia esté disponible hoy en miles de idiomas.
Aparte de este museo en Bélgica, tenemos muchos otros museos de la Biblia por todo el mundo.
Cada uno destaca aspectos diferentes de la emocionante historia de la Palabra de Dios.
Estas exposiciones nos ayudan a valorar aún más la Biblia y a ver cómo se cumple 1 Pedro 1:25: El museo de la Biblia de la sucursal de Bélgica es uno de los muchos museos de la Biblia que hay en nuestras sucursales por todo el mundo.
Si le es posible, lo invitamos a que visite uno de los museos de la Biblia que haya en una sucursal cercana a donde usted vive.
Allí aprenderá más sobre el ejemplo de muchas personas sinceras que aguantaron persecución para hacer disponible la Palabra de Dios, la Biblia.
Recibir a los nuevos en la congregación nos da muchísima alegría.
Pero ¿cómo podemos ayudarlos a amar la verdad y no abandonarla?
Escuchemos la respuesta en la siguiente adoración matutina del hermano David Schafer.
¿Cómo podemos nosotros ayudar a otros a que amen profundamente la verdad y nunca la abandonen?
Vamos a hablar de tres cosas: tenemos que obedecer las instrucciones que nos da Jehová, amar la verdad y amar a los hermanos que aman la verdad.
Vayamos al año 50 de nuestra era y veamos cómo hizo Pablo esto durante su ministerio en Macedonia.
Pablo comenzó su segundo viaje alrededor del año 49 de nuestra era en Listra.
Silas y él se encontraron con Timoteo, a quien Pablo había conocido en su primera visita.
Y ahora Timoteo está listo para acompañarlos en su viaje.
En el mapa B13 de nuestra Biblia podemos ver que visitaron Iconio y la ciudad de Antioquía en la región de Pisidia.
Pero luego vemos esta gran curva de color violeta (está en violeta porque es el color de su segundo viaje).
Según el mapa, no hay ninguna parada entre Antioquía y Troas; solo esa gran curva.
¿Por qué está ahí esta curva?
Porque Pablo obedeció las instrucciones divinas.
Hechos 16:8-10 dice que Pablo y sus compañeros quisieron predicar en Asia, pero el espíritu se lo prohibió.
Luego trataron de predicar en Bitinia, pero otra vez Jesús usó el espíritu santo para impedírselo.
Así que se dirigieron hacia el oeste y continuaron su viaje hasta llegar a Troas, allá en la costa.
Allí se encontraron con Lucas, y por fin Jehová les da instrucciones claras: tenían que ir a Macedonia.
Sin perder tiempo, obedecieron.
Se subieron a un barco y zarparon rumbo a Macedonia.
Es ahora el final de la primavera o el principio del verano del año 50.
En el transcurso de un año, Pablo pasa a formar congregaciones en Filipos, Tesalónica y Berea, todas ciudades de Macedonia.
Pero ¿cómo fue que lo logró?
Notemos el gran amor por la verdad que sentía el apóstol Pablo aquí, en Hechos 17:1: “Entonces pasaron por Anfípolis y Apolonia y llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos.
Y, tal como tenía por costumbre, Pablo entró adonde estaban ellos y durante tres sábados razonó con ellos usando las Escrituras.
Les explicaba y probaba con referencias que era necesario que el Cristo sufriera y se levantara de entre los muertos”.
Ese es el texto de hoy.
Bueno, aquí vemos a Pablo en la sinagoga de Tesalónica.
Todos lo escuchan atentamente.
¿Por qué?
Porque estaba usando las Escrituras.
Se notaba que Pablo amaba la verdad.
Además, está conectando con el auditorio; está estableciendo un vínculo con ellos.
¿Estarán aquí Jasón, Aristarco, Demas y Segundo?
Todos ellos eran de Tesalónica.
Pero hay un problema: Pablo no era de allí, y los judíos se pusieron celosos.
Y en Hechos 17:5 dice que empezaron a perseguir a los nuevos discípulos.
Persecución.
A Pablo ya lo habían perseguido en Filipos; ahora lo estaban persiguiendo en Tesalónica y luego lo perseguirían en Berea.
Al final acabarían echándolo por completo de Macedonia.
Pero, para fortalecer a las nuevas congregaciones, Pablo dejó a Lucas en Filipos, a Silas en Berea y a Timoteo en Tesalónica.
Ahora cada congregación contaba con un hermano competente.
¿Podía Pablo olvidarse de los hermanos de Macedonia?
Acompáñenme, por favor, a 1 Tesalonicenses 2:17.
Aquí es donde se nota el amor de Pablo por los hermanos.
Cuando Timoteo fue a Corinto a ver a Pablo y le contó cómo estaban los hermanos de Tesalónica, Pablo se sintió impulsado a escribir lo que seguramente fue su primera carta inspirada.
En esta carta se nota cuánto los quería.
1 Tesalonicenses 2:17: “Cuando tuvimos que separarnos de ustedes”...
Esa palabra, “separarnos”, en griego tiene que ver con lo que sucede cuando un padre pierde un hijo.
Vean cuánto quería Pablo a sus hermanos espirituales.
“Cuando tuvimos que separarnos de ustedes por un poco de tiempo (físicamente, pero no en nuestros corazones)”.
Noten, en el corazón, ahí era donde llevaba Pablo a sus hermanos de Tesalónica.
De hecho, él dice: “Teníamos tantos deseos de verlos en persona que hicimos todo lo posible por conseguirlo.
Por eso queríamos ir a visitarlos.
Sí, yo mismo, Pablo, lo intenté no una, sino dos veces”.
Pero ¿qué pasó?
Satanás les “impidió el paso”.
Hasta ese entonces, Pablo había intentado ir dos veces; sin embargo, no lo consiguió.
¿Malinterpretaría el apóstol estos obstáculos?
¿Pensaría que Jehová ya no quería que volviera a Macedonia?
No.
Pablo sabía perfectamente cuándo Jehová lo estaba dirigiendo y cuándo Satanás le cerraba el paso; por esa razón no se rindió.
Impulsado por el espíritu santo, Pablo escribió esta carta.
Por su amor a la verdad y por su amor a los hermanos de Tesalónica, Pablo les recuerda su maravillosa esperanza.
En el versículo 19, habla de la “presencia” de Cristo.
En esta breve carta a los tesalonicenses, Pablo habla de la presencia de Cristo más que en sus 13 cartas inspiradas todas juntas.
¿Por qué?
Porque estos cristianos bajo persecución necesitaban que se les recordara qué era lo que estaban esperando.
Esa esperanza sería como un casco que protegería sus mentes.
Y así fue; los ayudó.
Pero entonces Satanás se valió de otra táctica.
Algunos empezaron a especular y torcer las palabras de Pablo.
¿Por qué habló tanto de la presencia?
¿Significaba esto que Cristo ya estaba presente?
Es posible que hasta pensaran que una carta atribuida equivocadamente a Pablo daba a entender que el día de Jehová había llegado.
¿Qué podía hacer Pablo para combatir eso?
Escribir su segunda carta inspirada.
En esa carta les aconseja que se esfuercen por mantener el buen juicio porque el día señalado de Jehová no vendrá “sin que antes llegue la apostasía”.
¿Notaron?
“La apostasía”.
Eso que mencionó encaja perfectamente con la comparación que puso Jesús del trigo y la mala hierba registrada por Mateo en su Evangelio, que ya llevaba 10 años en circulación cuando Pablo escribió su Segunda Carta a los Tesalonicenses.
Es también en esta Segunda Carta a los Tesalonicenses que Pablo explica que la predicha apostasía vendría porque la gente no sentiría amor por la verdad.
Pero Pablo y los demás apóstoles serían una “restricción” contra la apostasía fomentando el amor por la verdad.
Por su ejemplo, al meditar constantemente en las Escrituras, al razonar con ellos usando las Escrituras, al explicarlas y al probar con referencias todo lo que decía, Pablo preparó a los hermanos de Tesalónica para aguantar la persecución.
Al final, Pablo sí pudo volver a Macedonia dos veces.
¿Qué encontró?
Congregaciones fuertes, un verdadero ejemplo de amor, hermanos sumamente generosos que estuvieron dispuestos a dar más de lo que podían.
Un ejemplo que inspira a los cristianos hasta hoy.
Entonces, ¿qué vamos a hacer para ayudar a otros a que amen la verdad y nunca la abandonen?
Seguir siempre las instrucciones que vienen de Jehová, amar la verdad y ayudar a otros a hacer lo mismo, y amar a quienes aman la verdad.
Incluso cuando las circunstancias nos separen, nos mantendremos unidos en el corazón.
Mientras llevamos a cabo nuestro servicio sagrado hoy, esforcémonos por imitar el excelente ejemplo de amor de Pablo.
Este mundo es cada vez más egoísta, así que pertenecer a la familia de Jehová en la que nos cuidamos unos a otros es un regalo precioso.
Hablando de regalos, tenemos una sorpresa: un avance de lo que podremos disfrutar en la asamblea regional del 2025 “Adoración pura”.
¡Veámoslo!
La gente necesita adorar algo o a alguien: a un poder superior, a ellos mismos, a otras personas, o el dinero.
¿Pero cómo deberíamos satisfacer esa necesidad?
¿Qué dijo Jesús?
“Los auténticos adoradores […] tienen que adorarlo con espíritu y con verdad”.
En la asamblea regional del 2025 de los testigos de Jehová se presentarán más capítulos de la serie “Las buenas noticias según Jesús”.
Jesús es el único que puede enseñarnos cómo debemos adorar a Dios.
Si hacemos lo que él dice, nos beneficiaremos ahora y para siempre.
Seguro que disfrutaremos mucho de estos tres días en los que descubriremos cómo darle a Jehová adoración pura.
En el programa de este mes, hemos visto que la Biblia es un regalo maravilloso que refleja el amor que Jehová nos tiene.
Sentimos que Jehová nos ama al ver lo que ha hecho para proteger su Palabra desde tiempos pasados hasta nuestros días.
También al ver que usó a gente humilde para que su nombre volviera a estar en la Biblia y al ver que su mensaje cambia la vida de las personas.
El video musical de este mes nos muestra que Jehová nos dio su Palabra por puro amor.
♪♪ Es como un regalo de un amigo especial, como una bella carta que nos escribió Jehová.
Cuando leo su Palabra, me da paz para aguantar los problemas que me invaden y no me dejan avanzar.
Como el sol de la mañana cuando empieza a brillar.
Como un faro en la noche que me guía a mi hogar.
Como un cálido abrazo que me puede consolar.
La Biblia es todo eso y más, y nos la dio Jehová por puro amor, por puro amor.
Me recuerda que las pruebas un día acabarán, porque lo ha prometido, me da seguridad.
Nuestro Padre nos ofrece su preciosa amistad.
Escucho sus consejos, su Palabra es la verdad.
Como el sol de la mañana cuando empieza a brillar.
Como un faro en la noche que me guía a mi hogar.
Como un cálido abrazo que me puede consolar.
La Biblia es todo eso y más, y nos la dio Jehová por puro amor, por puro amor.
Con su ayuda consigo ser más fuerte cada vez, día a día crece mi fe.
Quiero compartir lo que aprendo y conseguir que muchos más le quieran servir.
La Biblia es un regalo de un amigo especial, como una bella carta que nos escribió Jehová.
Meditar en sus promesas, que muy pronto cumplirá, hace fuerte mi esperanza, no me decepcionará.
Como el sol de la mañana cuando empieza a brillar.
Como un faro en la noche que me guía a mi hogar.
Como un cálido abrazo que me puede consolar.
La Biblia es todo eso y más, y nos la dio Jehová por puro amor, por puro amor. ♪♪ La videopostal de este mes nos lleva a un hermoso país: Paraguay.
Es un país sin acceso al mar en el corazón de América del Sur.
Tiene una población de unos siete millones de habitantes.
El río Paraguay recorre el país de norte a sur y lo divide en dos.
La parte oriental se caracteriza por tener colinas onduladas y terrenos fértiles, también por su tierra colorada y sus densos bosques.
En contraste, la parte occidental tiene una población escasa, extensos pastizales, bosques bajos y matorrales, grandes pantanos y aves tropicales muy coloridas.
Paraguay tiene dos idiomas oficiales: el español y el guaraní.
Pero muchas personas hablan el yopará, que es la mezcla de estos dos idiomas.
La historia de los testigos de Jehová en Paraguay comenzó cuando Eberhard Hoeckle, un inmigrante alemán, recibió por correo un tratado que la central mundial había enviado de manera aleatoria.
A raíz de esto, solicitó la colección Estudios de las Escrituras. En 1906, él y su cuñado se bautizaron el uno al otro, y así llegaron a ser los primeros Testigos en Paraguay.
En 1924, llegó a América del Sur un misionero fiel de España llamado Juan Muñiz.
Él predicó las buenas noticias por varios de aquellos países, entre ellos Paraguay.
Después, en 1934, los hermanos Martonfi, Koros y Rebacz entraron al país a pesar de que este estaba inmerso en la guerra del Chaco.
Sus esfuerzos dieron sus frutos cuando, cinco años después, se formó la primera congregación.
En 1979, debido a la inestabilidad política, el Gobierno le quitó a nuestra organización el reconocimiento legal.
Entonces nuestros hermanos tuvieron que empezar a reunirse en grupos pequeños.
Lo hacían en casas particulares o en lugares aislados.
Felizmente, 12 años después, en 1991, nuestros hermanos recibieron reconocimiento legal de nuevo gracias a la caída del gobierno militar.
Pero ¿qué pasaría con el número de publicadores en los años de la prohibición?
¿Bajaría? ¡Claro que no!
La cantidad de publicadores se duplicó.
Actualmente, Paraguay tiene más de 11.000 publicadores que dan unos 10.000 cursos de la Biblia y pertenecen a 183 congregaciones.
En la región occidental del país están las congregaciones de Filadelfia Español y Loma Plata Guaraní.
En conjunto, estas congregaciones tienen 95 publicadores y dirigen un promedio de 155 cursos bíblicos.
Predican en español, guaraní, alemán bajo y nivaclé.
Nuestros hermanos de las congregaciones de Filadelfia Español y Loma Plata Guaraní les envían sus saludos y su cariño.
Los queremos mucho a todos.
Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.