“El hierro afila el hierro”: Sea adaptable

Hola, mi nombre es Mihalis, y esto es “El hierro afila el hierro”.

Hay algo que me pone nervioso cuando predico.

Quizás tengo muy bien preparada mi presentación, sé cómo quiero dirigir la conversación, pero entonces, la persona me habla de otra cosa, y ahora me toca adaptarme.

¿Le ha pasado eso alguna vez?

Cuando esto ocurre, es probable que todo lo que habíamos preparado ya no nos sirva.

Así que vamos a hablar de cuatro sugerencias que a mí me han ayudado, y que espero que también le ayuden a usted a ser más adaptable en la predicación.

Los cuatro puntos son: 1) conozca bien su territorio, 2) use las herramientas del kit de enseñanza, 3) piense en las preguntas y objeciones que las personas podrían plantearle, y 4) sea flexible y hable de lo que la persona realmente quiere hablar, porque, recuerde, lo que queremos es conversar, no queremos dar un sermón ni que parezca que estamos vendiendo algo.

Ahora vamos a ver una situación en la que poner en práctica estos cuatro puntos nos ayudará mucho.

Oye, ¿cómo vas a empezar la conversación?

Estaba pensando hablar sobre los problemas económicos.

Muy buena idea, ¡qué buen tema para este territorio!

Gracias.

Voy a leer Isaías 65:21-23 y después voy a ofrecer el tratado del Reino.

Genial, entonces voy buscando el texto de Isaías.

Perfecto.

Buenos días.

Hablando con nuestros vecinos, hemos visto que a muchos de nosotros nos cuesta llegar a fin de mes.

¿Cree que algún día dejaremos de preocuparnos por el dinero?

Perdonen, pero la verdad es que ahora no es un buen momento.

Me acaban de dar una mala noticia.

Lo siento mucho.

Mejor volvemos otro día.

Está bien, gracias.

OK.

Nuestra hermana puso en práctica las dos primeras sugerencias muy bien.

Pero sabemos que las hermanas suelen ser expertas en conversar con la gente, así que no nos sorprende.

¿Se fijaron?

Primero, ella conocía bien a las personas de su territorio y preparó una presentación pensando específicamente en ellas.

Segundo, la publicadora eligió un texto y un tema de conversación que aparecen en el tratado ¿Qué es el Reino de Dios?, que es parte del kit de enseñanza.

Sin embargo, cuando la hermana vio que la señora estaba preocupada por otro tema, le dijo que mejor iba a volver en otra ocasión.

Es verdad que en algunos casos esa podría ser una buena opción.

Pero veamos qué pasaría si la hermana hiciera solo una pregunta más y se adaptara a lo que dice la señora.

Perdonen, pero la verdad es que ahora no es un buen momento.

Me acaban de dar una mala noticia.

Lo siento mucho.

¿Podemos hacer algo para ayudarla?

No.

Es que mi hermana me acaba de decir que tiene cáncer.

¡Cuánto lo siento!

Me imagino lo mal que lo deben estar pasando.

Debe ser muy difícil para las dos.

Sí, cuando un familiar está sufriendo nos sentimos muy angustiados.

Sí, así me siento yo.

Si tiene un momento, me gustaría mostrarle algo que a mí me consuela mucho.

Es sobre un futuro en el que nuestros seres queridos nunca más tendrán que sufrir.

Bueno, está bien.

Mire lo que dice la Biblia, aquí, en Apocalipsis 21:3, 4: “Luego oí una voz fuerte que salía del trono y decía: ‘¡Mira! [...]’ ”.

¡Qué bien lo hicieron!

¿Notaron cómo esta vez la hermana pudo consolar a la señora al ser adaptable y hablar de lo que ella necesitaba?

Solo tuvo que hacer una simple pregunta: “¿Podemos hacer algo para ayudarla?”.

Mostró empatía y fue amable, y la persona quiso escuchar.

Después, nuestra hermana puso en práctica la tercera sugerencia.

Se notaba que conocía bien lo que le preocupaba a la gente de su territorio, porque pudo cambiar de tema rápidamente y hablar del sufrimiento.

¿Cuál fue el resultado?

La persona dijo cómo se sentía y la hermana pudo poner en práctica la cuarta sugerencia.

Se adaptó a lo que la persona realmente necesitaba.

Habló de algo que la podía ayudar.

Además, no le costó encontrar información sobre el tema; siguió utilizando el kit de enseñanza.

Es verdad que no todas las conversaciones serán así, y que toma tiempo y experiencia poder cambiar rápidamente de un tema de conversación a otro.

Pero esforcémonos por aplicar los cuatro puntos: conozcamos bien nuestro territorio, usemos las herramientas del kit de enseñanza, pensemos en las preguntas y objeciones que las personas podrían plantearnos, y hablemos de lo que la persona quiere hablar.

Si seguimos estas sugerencias, seguro que en poco tiempo tendremos muy buenas conversaciones y podremos hablarle a cada persona de la verdad bíblica que más necesita escuchar.

Bueno, estas son solo algunas sugerencias que me han ayudado a mí, y espero que también les ayuden a ustedes.

Y, recuerde, una de las cosas más bonitas de la predicación es ver que “el hierro afila el hierro” al ayudarnos unos a otros.



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