¿Es posible sobrevivir al ataque de un león rugiente?
Pues investigué un poco en varias páginas de Internet sobre animales salvajes, y todas daban más o menos el mismo consejo en caso de que nos ataque un león: “Quédese donde está.
No corra ni le dé la espalda”.
De hecho, una página decía: “Un león puede correr a 80 kilómetros [o 50 millas] por hora.
Así que quédese quieto.
Si corre, solo le servirá para morir cansado”.
Bueno, eso es cierto.
En 1 Pedro 5:9 encontramos exactamente el mismo consejo.
Ahí dice: “Pónganse en contra de él”.
En este caso, no se trata de ponernos en contra de un león de verdad, sino en contra de Satanás, el “león rugiente”, que trata de devorarnos a cada uno de nosotros.
Para mantenernos firmes en contra de este león, es decir, para oponernos a él, para no sentirnos intimidados, no salir corriendo ni ponernos de espaldas al león, hace falta lo que el apóstol Pedro menciona luego en este versículo 9, y que el hermano Crane explicó bien en su comentario.
Tenemos que ponernos “en contra de él, sólidos en la fe”.
Si queremos salir con vida, tenemos que confiar plenamente en Jehová.
Relacionado con esto, veamos el ejemplo de un siervo de Dios de tiempos bíblicos que tuvo esa confianza en Jehová.
Retrocedamos a los días del rey Jehosafat, cuando los ejércitos de Moab y de Ammón, y los habitantes de la región montañosa de Seír se aliaron contra Judá.
Abramos la Biblia en 2 Crónicas 20:12.
Aquí, Jehosafat le está orando a Jehová, le está abriendo su corazón.
Y miren lo que le dice: “Oh Dios nuestro, ¿no ejecutarás juicio contra ellos?
Porque no hay en nosotros poder delante de esta gran muchedumbre que viene contra nosotros; y nosotros mismos no sabemos qué debemos hacer, pero nuestros ojos están hacia ti”.
Jehosafat se estaba enfrentando al león.
Le dijo a Jehová que no sabían qué hacer.
Pero este rey confiaba plenamente en su Dios y tenía una fe inquebrantable.
¿Y qué le dijo Jehová a Jehosafat que hiciera?
Veámoslo en el versículo 17: “No tendrán que pelear en esta ocasión.
Tomen su posición”.
¿Les recuerda a algo?
“Tomen su posición, esténse quietos y vean la salvación de Jehová a favor de ustedes.
Oh Judá y Jerusalén, no tengan miedo ni se aterroricen.
Mañana salgan contra ellos, y Jehová estará con ustedes”.
¿Qué les dijo Jehová que tenían que hacer?
Bueno, les estaba diciendo: “Ocupen sus puestos, opónganse a ese ejército, estén firmes, no huyan y vean cómo los salva Jehová”.
Para conseguirlo, Jehosafat y el pueblo necesitarían una fe fuerte, sólida, inquebrantable.
Así que, para ayudar al pueblo mientras se preparaban para la batalla, noten lo que les dijo Jehosafat.
En el versículo 20, justo en la mitad del versículo, dice: “Jehosafat se puso de pie y entonces dijo: ‘¡Óiganme, oh Judá y ustedes los habitantes de Jerusalén!
Pongan fe en Jehová su Dios para que resulten de larga duración.
Pongan fe en sus profetas y así logren éxito’”.
Y eso fue exactamente lo que ocurrió.
Cuando Jehová vio que el pueblo confiaba en él y se mantenía firme, ¿qué hizo?
Bueno, según los versículos 22 y 23 —seguramente ya recuerden qué ocurrió— los hombres de Ammón, Moab y los habitantes de la región montañosa de Seír se mataron unos a otros.
Y el versículo 23 añade: “Y los hijos de Ammón y Moab procedieron a levantarse contra los habitantes de la región montañosa de Seír para darlos por entero a la destrucción y aniquilarlos; y tan pronto como acabaron con los habitantes de Seír, ayudaron a arruinar cada cual a su propio compañero”.
Sin duda, Jehová les dio una buena recompensa por la fe que demostraron en él.
Las armas que se habían levantado en contra de Jehosafat y su pueblo no tuvieron éxito.
A veces, como es normal, pensamos que este tipo de situaciones solo ocurrían en tiempos bíblicos.
Pero es impresionante ver que los hermanos de hoy en día también tienen ese tipo de fe y que se mantienen firmes ante el león.
Les voy a relatar un par de experiencias que me emocionaron mucho.
La primera es sobre un hermano de Rusia llamado Pavel.
En 1958, Pavel fue arrestado por participar en actividades religiosas.
Él explicó lo que le ocurrió: “Antes de partir en tren, el agente que me escoltaba me dijo: ‘Mira a tu esposa por última vez, porque no la volverás a ver nunca’”.
Ahí estaba el león rugiendo.
Sigue diciendo: “Estuve seis meses en aislamiento, antes de ir a juicio.
Durante los interrogatorios, [...] los agentes hicieron cuanto pudieron por socavar mi fe [...].
Hubo veces que recurrieron a la violencia física [...].
Le rogué a Jehová que me diera las fuerzas para mantenerme firme [...]”.
Y ahora miren lo que ocurrió: “Durante uno de los interrogatorios de rutina, el agente me llamó a su despacho y me dijo: ‘Ahora te vamos a enseñar lo que tu organización está haciendo.
¿Nos vas a decir que viene de Dios?’.
Mirándome fijamente, prosiguió: ‘Este año asistieron a la convención de Nueva York 253.000 personas en dos estadios. [...] La convención duró ocho días’. [...] El agente cubrió la mesa de fotografías.
En una de las fotos pude ver a asambleístas felices, con sus coloridas vestimentas típicas, abrazándose unos a otros.
Una más mostraba al hermano Knorr presentando un discurso, y otras eran del bautismo [...].
Aquel agente no podía imaginar siquiera la sensación que me invadía.
Era como asistir a la asamblea sin tener que salir de la prisión.
Sentí un torrente de fuerzas renovadas.
¡Cuánta falta me había hecho algo así!
Y Jehová me bendijo generosamente de una manera especial.
¡Ahora estaba listo para seguir aguantando!”.
Impresionante.
Y la otra experiencia: ocurrió en 1960, también en Rusia, y tiene que ver con un juicio contra los Testigos que recibió mucha atención pública.
En el juzgado había unas trescientas personas, entre ellas muchos hermanos.
Bueno, como prueba contra los Testigos, el fiscal presentó una carta de Nathan Knorr.
Uno de los hermanos que estuvo presente en el juicio dijo: “El fiscal empezó a leer en voz alta una carta interceptada por la KGB que el hermano Knorr había enviado a los hermanos de la Unión Soviética.
Para todos los Testigos que estábamos en la sala, aquello fue un maravilloso regalo de Jehová.
La carta nos infundió mucho ánimo.
Contenía sabios consejos de la Biblia y nos instaba a servir con amor a nuestros hermanos espirituales y a mantenernos fieles ante las pruebas. [...] El fiscal leyó la carta de principio a fin.
Nosotros escuchamos absortos.
Nos sentíamos como en una asamblea”.
Entonces, hermanos, ¿qué otras lecciones aprendemos de estas dos experiencias?
Que cuando nos plantamos con firmeza contra Satanás, firmes en la fe, Jehová hará tal como ha prometido en 1 Pedro 5:10.
¿Ven lo que dice ahí?
“Pero, después que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, el Dios de toda bondad inmerecida, que los llamó a su gloria eterna en unión con Cristo, terminará él mismo el entrenamiento de ustedes; él los hará firmes, él los hará fuertes”.
Así que, hermanos, ¿es posible sobrevivir al ataque de un león rugiente?
¡Claro que sí!
Con una fe inquebrantable, permanezcamos firmes y veamos cómo nos salva Jehová.