“Ha jurado a lo que es malo para sí, y no obstante no lo altera”.
Estas palabras dicen mucho de una persona, ¿no creen?
¿Qué ejemplos encontramos en la Biblia de personas que agradaron a Jehová por cumplir sus promesas?
¿Y qué recibirán quienes lo hacen, incluso cuando cumplirlas los perjudique?
Bueno, sabemos que Jesús es el mejor ejemplo de alguien que cumplió su promesa de hacer la voluntad de Jehová.
Pero también hay personas imperfectas que han sido leales y han cumplido sus promesas.
Por ejemplo, Josué 9 explica que los gabaonitas engañaron a los principales de Israel para que hicieran un pacto de paz con ellos.
Sin darse cuenta, los israelitas les prometieron que no destruirían Gabaón.
Pero algo interesante es que aquellos hombres disfrazados eran parte del pueblo de los heveos, una nación que era una amenaza para Israel.
Josué 10:2 dice que todos sus hombres eran poderosos guerreros.
¿Qué ocurrió cuando los israelitas descubrieron la verdad?
Josué 9:18 dice: “Los hijos de Israel no los hirieron, porque los principales de la asamblea les habían jurado por Jehová el Dios de Israel”.
¿Aprobó Jehová la decisión de no atacarlos?
Sí, la aprobó, tal como vemos en el capítulo 10.
Hablaremos de eso en unos minutos.
En otro relato, Mardoqueo le pidió a Ester que hablara con el rey Asuero en nombre de los judíos para suplicarle su favor.
Ester sabía que si se presentaba delante del rey sin que él la llamara, podía morir.
Pero Mardoqueo razonó con ella y le hizo ver la importancia de hablar con el rey, así que Ester le prometió que lo haría.
Por favor, fíjense en lo que menciona Ester 4:16, al final del versículo.
Ella está dando su palabra, pues dice: “Entraré a donde el rey, lo cual no es conforme a la ley; y en caso de que tenga que perecer, tendré que perecer”.
Y ya sabemos lo bien que acabó todo para Ester, Mardoqueo y los judíos.
Ester cumplió su palabra, y todos fueron bendecidos por ello, ¿verdad?
¿Por qué cumplieron sus promesas estas personas?
Porque, entre otras cosas, tenían cualidades como la fe, la lealtad y el amor por Jehová y por los demás.
Los principales de Israel tenían fe y veían a Jehová como alguien real.
También eran conscientes de la promesa que les habían hecho a los gabaonitas.
Debido a su fe y su lealtad cumplieron su palabra.
Y Ester también estuvo dispuesta a arriesgar su vida porque amaba a su pueblo y quería ayudarlos.
Ahora, retomando la segunda pregunta, ¿qué recibirán quienes cumplen sus promesas, incluso cuando esto los perjudica?
Veamos el principio que se encuentra en Marcos 4:24.
Aquí Jesús dice: “Con la medida con que ustedes miden, se les medirá a ustedes, sí, hasta se les añadirá”.
¿Cuál es el principio?
Como muestra el contexto, Jesús estaba hablando sobre alguien que recibe información y comprensión espiritual por escuchar con atención sus enseñanzas.
Pero la idea de que “se les añadirá” se cumple de muchas formas.
Por ejemplo, cuando somos leales a Jehová, a menudo nos bendice con más de lo que esperábamos.
A veces, incluso nos sorprende.
Salmo 84:11 dice que Jehová “no retendrá nada que sea bueno de los que andan exentos de falta”.
Ahora, volvamos a lo que ocurrió entre Israel y los gabaonitas.
En el capítulo 8 de Josué leemos que, en una batalla anterior contra la ciudad de Hai, Jehová le había dicho a su pueblo qué estrategia emplear para ganar.
Pero el relato no dice que en aquella ocasión Jehová hiciera algún milagro sorprendente.
Y ahora, fijémonos en el capítulo 10.
Después de que engañaran a los principales de Israel para conseguir un pacto de paz, los gabaonitas se vieron en peligro por una alianza de cinco reyes amorreos.
¿Qué harían los israelitas?
Bueno, como sabemos, mantuvieron su promesa y fueron a defender a los gabaonitas.
En el versículo 7 de este capítulo, leemos que Josué y sus hombres hicieron eso.
Jehová los bendijo por cumplir su promesa.
En el versículo 8, Jehová les dijo: “No les tengas miedo [...].
Ni un solo hombre de ellos se mantendrá en pie contra ti”.
Parece que a Jehová le gustó aquella decisión, ¿no creen?
Les demostró su aprobación de una forma excepcional.
Arrojó enormes piedras de granizo sobre sus enemigos, e incluso el sol se quedó inmóvil en el cielo más o menos un día entero.
En el versículo 14 dice: “Ningún día ha resultado ser como aquel, ni antes de él ni después de él, por el hecho de que Jehová escuchó la voz de un hombre, porque Jehová mismo estaba peleando por Israel”.
¿No es cierto que Jehová demostró que amaba a su pueblo por cumplir la promesa que ellos habían hecho?
Y cuando los israelitas fueron a guerrear por Gabaón, los apoyó al máximo.
De hecho, Jehová superó todas sus expectativas.
¿Han sentido alguna vez que Jehová ha hecho eso por ustedes cuando han cumplido una promesa o una tarea difícil?
¿Verdad que a menudo nos damos cuenta de que hemos recibido bendiciones que no habíamos imaginado?
Entre otras cosas, quizás nos sorprenda ver que nuestra fe ha aumentado, que nuestro amor es más profundo y que lo que antes veíamos como algo muy difícil ahora nos parece más sencillo.
Un betelita que permaneció en su asignación a pesar de la muerte de su madre —y de que algunos lo trataran mal— dijo: “A veces vivimos situaciones que nunca hemos experimentado, y quizás no entendamos por qué Jehová no hace lo que le pedimos.
Pero cuando las aguantamos, vemos, primero, que él comprende mejor toda la situación y, segundo, que quiere que confiemos en él, que sepamos que está ahí para nosotros y que no hemos perdido su aprobación aunque estemos pasando por un momento difícil.
Cuando Jehová nos ayuda, lo único que podemos hacer es lo que dice Génesis 24:21: mirar con admiración la manera en que contesta nuestras oraciones”.
¡Qué idea tan bonita!
Y aunque las bendiciones no lleguen enseguida, podemos confiar en que Jehová estará ahí para ayudarnos en el momento exacto.
Eso mismo le pasó a Job.
En cierta ocasión, dijo: “¡Hasta que expire no quitaré de mí mi integridad!”.
Y vivió a la altura de esas palabras, ¿verdad?
Lo hizo a tal grado que, después de aguantar mucho sufrimiento y dolor, pudo decir: “De oídas he sabido de ti, pero ahora mi propio ojo de veras te ve”.
Sin duda, su fe creció.
Y, como sabemos, Jehová con el tiempo le devolvió la salud, duplicó sus riquezas y lo bendijo con una preciosa familia.
Relatos como estos nos ayudan mucho.
Igual que los siervos de Jehová de la antigüedad, podemos sufrir persecución, injusticias, desastres, la pérdida de un ser querido, decepciones o enfermedades graves.
Puede que además tengamos que esforzarnos por cumplir nuestra promesa de ser un buen cónyuge o un amigo en tiempos difíciles.
La lista es larga.
Y, a pesar de los problemas o incluso el dolor, es posible conseguirlo.
Podemos imitar la fe de siervos de Dios del pasado y del presente y cumplir nuestras promesas, incluida, por supuesto, nuestra dedicación a Jehová.
Él suele hacer más de lo que esperamos, y por eso tenemos la seguridad de que lo que tiene preparado para nosotros es mucho mejor de lo que podemos imaginar.
Como dice Salmo 31:19 sobre Jehová: “¡Cuán abundante es tu bondad, que has guardado cual tesoro para los que te temen!”.