William Malenfant: ¿Estás aprendiendo un nuevo idioma? (Neh. 13:24)

Normalmente, el primer idioma que aprendemos cuando somos niños se convierte en el idioma de nuestro corazón.

Y ese idioma se aprende en casa.

Casi siempre, la persona que más influye en cuál será nuestro primer idioma, o la lengua del corazón, es nuestra madre.

Y eso es justo lo que ocurrió en Israel en los días de Nehemías.

Pero en este caso había un problema.

Muchos judíos, incluso prominentes, se habían casado con mujeres extranjeras.

Y ellas enseñaban a sus hijos su idioma y, probablemente, sus creencias.

Leamos lo que dice Nehemías 13:23, 24.

Nehemías 13:23, 24: “Por ese entonces también vi que algunos judíos se habían casado con mujeres asdoditas, ammonitas y moabitas.

La mitad de sus hijos hablaba asdodeo y la otra mitad el idioma de otros pueblos, pero ninguno de ellos sabía hablar el idioma de los judíos”.

Y, como dijimos antes, es muy probable que esas madres les enseñaran a sus hijos sobre su tierra, su cultura y su religión, es decir, sobre los dioses paganos a los que adoraban.

Así que había que hacer algo.

Siguiendo la guía y el consejo de Esdras y Nehemías, los judíos mismos tomaron una decisión.

Despidieron a sus esposas junto con sus hijos.

Y, quizá, para algunos de esos esposos fue difícil separarse de sus hijos.

Pero lo único que esos niños conocían era el idioma de sus madres paganas.

Nada de hebreo ni de la adoración a Jehová.

Así que tenían que irse para que los judíos no perdieran poco a poco su identidad debido a la influencia de la cultura y la religión de las naciones vecinas de donde venían sus esposas.

En los días de Nehemías hablar hebreo era vital.

Y menos mal que hoy día no es necesario que todos sepamos hebreo.

Pero Jehová es muy sabio e invita a todas las personas, sin importar qué idioma hablen, a aprender el “idioma puro”: la verdad sobre él y sus propósitos.

En realidad es como lo contrario a lo que pasó en la Torre de Babel, cuando Jehová intervino y confundió a sus constructores, haciendo que hablaran idiomas diferentes y pensaran de maneras diferentes.

Eso hizo que se fueran, porque ya no se entendían ni podían trabajar juntos.

Hoy día, los siervos de Dios por todo el mundo hablan muchísimos idiomas distintos.

Pero Jehová es muy sabio, y está uniendo a todas esas personas, a todos los que aman la verdad y lo aman a él.

Y esto es lo que describe Sofonías, en Sofonías 3:9.

Ahí se habla del “idioma puro”: “Y entonces cambiaré el idioma de los pueblos a un idioma puro para que todos ellos puedan invocar el nombre de Jehová”.

Y eso es lo que hacen, aunque todos hablen distintos idiomas.

Aprenden la verdad y se unen a la organización de Jehová para que, como sigue diciendo el versículo, puedan servirle “hombro a hombro”.

Qué interesante, ¿verdad?, cómo Jehová ha usado el “idioma puro” para unir a personas de muchas culturas distintas e idiomas diferentes.

Hoy día, mucha gente está emigrando a otros países donde se habla un idioma distinto al suyo.

Y, cuando uno lo piensa, es impresionante: hay ciudades grandes que están llenas de personas que hablan distintos idiomas.

Incluso en pueblos pequeños también hay personas que hablan diferentes lenguas.

Y hay que ayudarlos a aprender la verdad en el idioma de su corazón.

Llama la atención la cantidad de betelitas, que han aprendido un nuevo idioma para enseñarles la verdad a otros.

En el Betel de Estados Unidos, en nuestra sucursal, hay más de 2.500 betelitas y voluntarios externos que apoyan muchos grupos y congregaciones en un total de 24 idiomas.

Así que, como vemos, hay muchos hermanos que trabajan en Betel que están haciendo un gran esfuerzo por ayudar a las personas del territorio a aprender la verdad.

Y a muchos nos gustaría hablar otros idiomas.

¿Se imaginan lo maravilloso que sería aprender como los niños?

Lo absorben y listo. Sin esfuerzo.

Y empiezan a hablar.

Una ¡Despertad! citó estas palabras del doctor John Brierley: “Claramente el cerebro joven parece estar programado casi como una computadora” para el desarrollo lingüístico.

Explicó que hasta “la anatomía del cerebro” sugiere “que un infante nace con la capacidad biológica programada de antemano para hablar”.

Y que es como si los niños tuvieran en su cerebro un sistema de cables programado para aprender idiomas.

La mala noticia es que, queramos o no, a muchos de nosotros se nos van pelando esos cables con los años.

Pero si estamos dispuestos a hacer ese esfuerzo extra y decidimos cambiarnos a una congregación donde se habla otro idioma, recordemos esto: los niños que van a esa congregación pueden ayudarnos mucho con el idioma.

A veces pueden ser muy directos, ¿verdad?

“Usted habla raro.

¿Por qué no puede decir bien esa palabra?

Si es muy fácil”.

“Claro, para ti será fácil porque es tu idioma”.

Pero así son los niños.

Ellos no se dan cuenta de que, con el paso de los años, más se arraiga en el cerebro nuestra lengua materna.

Cada vez se nos hace más difícil cambiar el chip y nos cuesta más aprender nuevas palabras y aprender a pronunciar nuevos sonidos.

Tengan sentido del humor.

Escuchar a los niños los ayudará.

Y no... no se preocupen demasiado si al hablar ese idioma se les nota su acento.

En realidad, todos tenemos un acento.

Es verdad que algunos son más agradables que otros, pero todos tenemos uno.

Y, algunos no quieren admitirlo, pero, en realidad, sí lo tienen.

Incluso en un mismo idioma se puede saber de dónde es la persona por como habla: si es del norte, del sur o de cualquier otra parte.

Hay diferentes acentos y maneras de pronunciar las palabras.

Recuerdo que, hace años, cuando eras misionero y llegabas a tu asignación tenías que seguir un programa especial para aprender el idioma del lugar.

El primer mes tenías que estudiar 11 horas al día.

Todos los días, 11 horas.

Era tan difícil que muchos días te sentías como si estuvieras en la Torre de Babel.

El segundo mes tenías que estudiar el idioma 4 horas al día y además predicar 130 horas.

Y el tercer mes tenías que pasar 150 horas en la predicación y estudiar cuando pudieras.

Para los que están intentando aprender un nuevo idioma, les comento unas sugerencias que saqué de la ¡Despertad! de marzo de 2007 y de la ¡Despertad! de enero del año 2000.

Son cuatro puntos: 1) motivación, 2) humildad, 3) paciencia, 4) práctica.

Motivación: hace falta un incentivo, una razón para llegar a la meta.

Y, es verdad, porque mientras más motivado estés, mejores resultados tendrás.

¿Y qué mejor motivación hay que la nuestra?

Queremos enseñar la verdad, alabar a nuestro Dios Jehová y fortalecer a los hermanos de nuestra nueva congregación.

¿Y qué hay de la humildad?

Bueno, no seamos demasiado exigentes con nosotros mismos al aprender un idioma.

Es normal equivocarse.

Si están esperando a hablar perfecto antes de empezar a comentar en las reuniones o dar discursos, prepárense para esperar bastante tiempo.

Porque puede que no lo consigan hasta después de los 1.000 años.

Así que no tengan miedo de equivocarse y cometer errores.

No se rindan.

Paciencia.

Un hermano dijo: “Los primeros dos años fueron difíciles para mí, y a veces casi me di por vencido”.

Aun así, él reconoce que con el tiempo se hace cada vez más fácil.

Hasta lo disfrutaremos.

Y por último, la práctica.

La ¡Despertad! decía: “Un programa de estudio le ayudará a adquirir fluidez en el nuevo idioma.

Intente practicar todos los días, aunque sea solo unos minutos”.

Y hay un libro que dice algo interesante: “Es preferible poco con frecuencia a mucho pero rara vez”.

Así que practiquen regularmente el idioma, aunque sea a ratitos.

Bueno, la verdad es que la mayoría de los betelitas aquí en Estados Unidos sirve en el campo inglés.

Y son una verdadera bendición para sus congregaciones.

Los hermanos están contentos de contar con estos betelitas que dan un buen ejemplo y trabajan duro para fortalecer a la congregación.

Así que la decisión de servir en una congregación en nuestro idioma o en uno distinto es muy personal.

Sea cual sea nuestra decisión, hay algo muy importante que tenemos que recordar para mantenernos fuertes en sentido espiritual y dar lo mejor de nosotros en Betel.

Debemos recordar y tener muy presente que el idioma más importante, el que tenemos que dominar, es el “idioma puro” que Jehová Dios le ha dado a su pueblo.

Tal vez te interesen estas entradas

Entrada destacada

Avance: Las buenas noticias según Jesús | Episodios 2 y 3

Hay alguien entre ustedes al que no conocen. Es el que viene detrás de mí. Y yo ni siquiera merezco…

Popular Posts

JW Broadcasting: Abril de 2025

JW Broadcasting: Abril de 2025

¡Bienvenidos a JW Broadcasting®! Los testigos de Jehová vem…

George Aljian: Cómo sobrellevar la plaga de tu propio corazón

George Aljian: Cómo sobrellevar la plaga de tu propio corazón

Imagina que vas a salir de viaje. Te han regalado los bolet…

JW Broadcasting: Marzo de 2025

JW Broadcasting: Marzo de 2025

Bienvenidos a JW Broadcasting®. ¡Qué alegría que estén con …

2025 | Informe 2 del Cuerpo Gobernante

2025 | Informe 2 del Cuerpo Gobernante

Bienvenidos, queridos hermanos. Para empezar, tenemos una n…

2024 | Informe 2 del Cuerpo Gobernante

2024 | Informe 2 del Cuerpo Gobernante

¡Bienvenidos, hermanos! ¿Han pensado en lo que vimos en la …

Michael Banks: Jehová está con nosotros (Juan 17:15)

Michael Banks: Jehová está con nosotros (Juan 17:15)

El texto de hoy nos prueba muy claramente que tanto Jehová …

El deseo de su corazón

El deseo de su corazón

El rey David quería de todo corazón participar en la constr…

Antony Griffin: Dios nos llena de energías (Filip. 2:13)

Antony Griffin: Dios nos llena de energías (Filip. 2:13)

Pues bien, ¿te parece que en ocasiones te faltan las dos co…

“La palabra profética” nos fortalece

“La palabra profética” nos fortalece

Este análisis se basa en las palabras de 2 Pedro 1:19. Ahí …