John Ekrann: Seamos como barro en las manos de Jehová (Rom. 12:2)

Una forma sencilla de ilustrar lo que dice Romanos 12:2 es con una piedra y con barro.

Queremos ser como una piedra en las manos de Satanás —difíciles de moldear—, pero queremos ser como barro en las manos de Jehová.

Así que ser como una piedra en las manos de Satanás encaja muy bien con la primera parte de Romanos 12:2, que dice: “Dejen de amoldarse a este sistema”.

Y ser como barro en las manos de Jehová es muy parecido a lo que sigue diciendo Romanos, capítulo 12, versículo 2: “Transfórmense renovando su mente”.

Pongamos un ejemplo para ver cómo reaccionamos cuando Satanás intenta moldearnos con este sistema y cómo reaccionamos cuando Jehová quiere moldearnos.

Imaginemos que estamos en un lugar público —como un centro comercial o un lugar parecido— y un extraño se acerca por detrás y empieza a masajearnos los hombros.

¿Qué haríamos?

Nos pondríamos tensos y diríamos: “¡Déjeme! ¡¿Qué está haciendo?!”.

Pero si lo hace alguien de confianza o un ser querido, bueno, nos relajamos y nuestra reacción es diferente, ¿verdad?

Entonces, ¿cómo reaccionamos cuando Satanás intenta moldearnos?

Siendo duros como una piedra.

Pero cuando es Jehová el que quiere moldearnos, queremos ser como barro.

Analicemos ahora una cualidad que nos ayudará a ser duros y fuertes como una roca cuando Satanás intente moldearnos.

Hablamos del valor.

Para comenzar, abramos nuestras Biblias y leamos las palabras claras y directas del Salmo 56:3.

Salmo 56:3 dice: “Cuando tengo miedo, pongo mi confianza en ti”.

Así que Satanás usa el miedo, la intimidación y la persecución para debilitar nuestra relación con Jehová, para que renunciemos a nuestra integridad, para que dejemos de servir a Jehová.

Cuando leemos en nuestra página de Internet las noticias sobre lo que están pasando los hermanos de Rusia, estoy seguro de que todos nos preguntamos: “¡Guau! ¿Qué haría yo si tuviera que pasar por lo mismo?”.

O puede que una hermana casada se pregunte: “¿Cómo me sentiría yo si metieran a mi esposo en la cárcel y le hicieran lo mismo que a estos hermanos?”.

Sin duda, estamos orgullosos de nuestros hermanos.

Son como rocas.

Su valor ante los intentos de Satanás de moldearlos los hace duros y fuertes.

En especial, me conmovió leer la noticia sobre los hermanos de la ciudad de Oremburgo, en Rusia.

Un grupo de hermanos y hermanas muy valientes fue hasta la prisión, dijeron que eran testigos de Jehová —arriesgando su propia libertad— y pidieron información a los funcionarios sobre cómo estaban sus hermanos.

Está claro que estos hermanos son fuertes como rocas.

¿No es verdad que estamos muy orgullosos de ellos?

Pero también necesitamos valor para impedir que Satanás nos moldee de otras formas aparte de la persecución.

Por ejemplo, hace falta valor para cambiar de canal o para cerrar una página de Internet cuando aparece algo malo.

¿Somos fuertes como piedras en estas situaciones?

También hace falta valor cuando nos enfermamos o tenemos una enfermedad terminal.

En esos momentos, nuestra esperanza y fe en la resurrección tienen que ser fuertes como una piedra.

Hoy día, tenemos que ser valientes para ver las noticias y todo lo que está pasando en el mundo.

También necesitamos una fe fuerte para tener claro que este sistema se termina y que el nuevo mundo está a punto de llegar.

Así que deberíamos preguntarnos: “¿Somos como una piedra en las manos de Satanás o es posible que nos estemos ablandando y nos sintamos cómodos en este mundo?”.

Por otro lado, ¿cómo podemos ser como barro blandito en las manos de Jehová?

Isaías 64:8 menciona algo interesante.

Leámoslo.

Aquí se habla de una decisión que hemos tomado.

Está relacionada con el barro.

Isaías 64:8 dice: “Pero ahora, oh, Jehová, tú eres nuestro Padre.

Nosotros somos el barro y tú eres nuestro Alfarero; todos somos la obra de tus manos”.

A veces, algunos leen este versículo así: “Nosotros somos el barro y tú eres el Alfarero”.

Pero, en realidad, la palabra “nuestro” es muy importante.

“Nosotros somos el barro y tú eres nuestro Alfarero”.

Esto significa que hemos tomado una decisión: hemos escogido a Jehová para que sea él quien nos moldee.

Ahora, imaginemos por un momento que vamos a moldear este barro y nos dice: “¡Ay! ¡Oye, no hagas eso!

¡Ay! ¡No quiero verme así!

¡No quiero que me cambies!”.

“OK, OK, está bien”.

¿Y nosotros?

¿Cómo reaccionamos cuando Jehová trata de moldearnos?

Bueno, analicemos a continuación dos cualidades que nos ayudarán a ser moldeables como barro en las manos de Jehová.

La primera es la obediencia.

Está claro que Jehová nos está moldeando, dando forma y preparando para el final de este sistema y para todas las cosas que van a ocurrir antes y durante la gran tribulación.

Entonces, ¿seremos obedientes cuando nos den instrucciones sobre cómo predicar, cómo hacer las reuniones o cualquier tarea que nos asignen en esos momentos difíciles?

Ayer el hermano Splane dijo cosas muy interesantes sobre el rey Salomón.

Él tenía instrucciones de Jehová, pero no las obedeció.

Básicamente, dijo: “Bueno, mira, me puedo casar con muchas mujeres extranjeras y no me va a pasar nada”.

No queremos ser como él cuando Jehová nos da instrucciones.

O podríamos ser como un deportista que contrata a un entrenador, le paga mucho dinero y le dice: “¿Cómo puedo mejorar?”.

Pero luego le dice “Mira, el profesional aquí soy yo, no necesito que me digas lo que tengo que hacer”.

Recordemos que es Jehová quien nos da consejo.

Escuchémoslo.

Por ejemplo, este coronavirus que se está extendiendo por todos lados nos da una oportunidad de demostrar nuestra obediencia.

La organización nos ha puesto muchas normas sobre qué debemos hacer.

Quizás nos pongan en cuarentena, o nos cancelen un viaje u otras actividades, o quizás nos digan que nos lavemos las manos y que nos saludemos con el codo y no con las manos.

Claro, por supuesto, tenemos que obedecer al pie de la letra todas las normas que nos dan, pero tenemos que ir más allá.

No solo queremos obedecer todas esas normas, también queremos ser obedientes a los principios que hay detrás de ellas.

Y, en este caso, el principio que hay detrás es el amor al prójimo.

Así que, cuando obedecemos las normas relacionadas con el virus, nos estamos preocupando por los demás.

Y, si lo pensamos bien, deberíamos valorar todas estas instrucciones porque nos sirven de práctica para ser obedientes.

Debemos verlo como un entrenamiento.

Ahora tenemos la oportunidad de mejorar nuestra obediencia para el futuro.

Debemos aprovechar momentos difíciles como estos para desarrollar nuestra obediencia y que, con el tiempo, con esfuerzo y con la práctica, logremos que obedecer nos salga de forma natural, a la primera.

¿Y qué otra cualidad nos puede ayudar a ser moldeables?

Estar despiertos en sentido espiritual.

Jehová nos está dejando muy claro que vivimos en los últimos días.

En los días de Noé, las personas “no hicieron caso” del momento en el que estaban viviendo.

No estuvieron atentos y fueron destruidos.

Hace poco, vi un video de una carrera de atletismo.

Estaban todos corriendo en la pista cuando uno de ellos cruzó la línea de meta y levantó los brazos totalmente emocionado porque había ganado la carrera.

Pero entonces vio que nadie estaba aplaudiendo y que sus rivales seguían corriendo.

¡Se había confundido!

Aún quedaba otra vuelta.

Se despistó por completo.

No sabía que aquella no era la última vuelta.

En nuestro caso, no queremos despistarnos en la carrera por la vida; no queremos estar demasiado ocupados con otras cosas.

Al tomar decisiones, tengamos siempre presente que estamos viviendo en los últimos de los últimos días.

Seamos como barro, moldeables.

Vivimos en los últimos días.

Prestemos mucha atención a los principios bíblicos que se nos enseñan en “La Atalaya” y en nuestras reuniones y hablemos de lo que aprendemos con los hermanos.

Esas conversaciones nos ayudarán a tener presente el tiempo en el que vivimos.

Así que recordemos que hemos elegido a Jehová como nuestro Alfarero.

Seamos barro moldeable siendo obedientes y estando despiertos en sentido espiritual.

Tenemos que ser duros como piedras en las manos de Satanás, pero blandos como barro en las manos de Jehová.

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