El texto de hoy nos recuerda que debemos tener cuidado si no queremos que el Diablo nos atrape.
Al apóstol Pablo le preocupaba que eso les ocurriera a los cristianos de Colosas.
Por eso, ¿qué les parece si repasamos las recomendaciones que dio Pablo para que esto no sucediera?
Por favor, busquen Colosenses 2:6, 7.
Ahí dice: “Por lo tanto, como han aceptado a Cristo Jesús el Señor, sigan andando en unión con él, arraigados y siendo edificados en él y siendo estabilizados en la fe, así como se les enseñó, rebosando de fe en acción de gracias”.
Como leímos, Pablo los animó a cultivar una fe de raíces fuertes y profundas.
Quisiera contarles que hace poco estuve en Luisiana e intenté sacar de la tierra una planta que da nueces pequeñas.
¿Han tratado de hacer algo así?
Bueno, hay plantas que no se pueden sacar solo con las manos porque sus raíces son muy profundas; se necesita una pala para desarraigarlas.
Y en eso estaba pensando Pablo cuando dijo que nuestra fe y nuestra espiritualidad deben tener raíces fuertes y profundas.
Pero ¿por qué les habló de eso?
Vean lo que dice el versículo 4: “Esto lo digo para que nadie los alucine con argumentos persuasivos”.
Pablo temía que hasta algunos cristianos de buena espiritualidad pudieran ser engañados con argumentos persuasivos y, como consecuencia, su fe tambaleara, o se debilitara.
Ahora bien, ¿a qué se refería con “argumentos persuasivos”?
El texto de hoy nos da la respuesta.
Leamos el versículo 8: “Cuidado: quizás haya alguien que se los lleve como presa suya mediante la filosofía y el vano engaño según la tradición de los hombres, según las cosas elementales del mundo y no según Cristo”.
¿Qué quiso decir con “la filosofía y el vano engaño”?
Bueno, en aquel tiempo eso incluía las ideas del filósofo griego Platón, las cuales podían dañar la espiritualidad de la congregación.
Pero el término “filosofía” abarcaba mucho más.
No solo se refería a los filósofos griegos, sino a muchos grupos y escuelas de pensamiento que también promovían todo tipo de ideas, incluidas muchas creencias religiosas.
Al apóstol Pablo le preocupaba que aquellas ideas equivocadas pudieran debilitar la fe de sus hermanos.
Por esa razón, en el versículo 8, les pide que no caigan como presa, es decir, que no se dejen atrapar por esas ideas.
¿Les advirtió sobre algo más aparte de las filosofías?
Noten que el versículo 8 también habla de “las cosas elementales del mundo”.
¿Y eso a qué se refiere?
Para responder esa pregunta, La Atalaya del 15 de agosto de 2008, en la página 28, menciona lo que dice 1 Juan 2:15, 16 cuando identifica “las cosas elementales del mundo”.
Primera de Juan 2:15, 16 dice: “No estén amando ni al mundo ni las cosas que están en el mundo.
Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él; porque todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del Padre, sino que se origina del mundo”.
Como vemos, no solo las ideas religiosas falsas podrían debilitar nuestra fe; los deseos de la carne pueden tener el mismo efecto.
La forma de pensar inmoral de este mundo también puede dañar nuestra espiritualidad.
Con el paso de los años, Satanás se ha encargado de que el mundo que nos rodea se convierta en una trampa cuidadosamente diseñada para nosotros.
Él manipula las circunstancias a nuestro alrededor a fin de explotar nuestras debilidades personales.
Por eso, La Atalaya que sirve de base para el comentario de hoy dice: “Si detectamos enseguida cualquier mala inclinación y actuamos de inmediato, evitaremos ser ‘pescados vivos’”.
¿Cómo se nos pudiera pescar vivos?
Bueno, recuerden que Pablo advirtió contra el peligro de que se nos llevara como presa.
Y eso es justamente lo que quiere Satanás: atraparnos como presas.
Quizás hayan oído sobre un anuncio que se usaba antes y decía: “Se busca vivo o muerto”.
Pues el Diablo nos está buscando a nosotros.
Pero no nos quiere muertos: ¡quiere pescarnos vivos!
¿Y saben por qué nos quiere vivos?
Fíjense en lo que dice 2 Timoteo 2:26: “Y recobren el juicio fuera del lazo del Diablo, ya que han sido pescados vivos por él para la voluntad de ese”.
Si estamos muertos, no podemos hacer lo que él desea.
Por eso quiere atraparnos vivos: para que hagamos su voluntad.
Entonces, ¿qué debemos hacer para que Satanás no nos atrape?
Como veíamos hace un momento, necesitamos identificar nuestras malas inclinaciones y corregirlas de inmediato.
Pero ¿cómo pueden afectarnos las malas tendencias?
La Atalaya del 1 agosto de 1996, página 12, párrafo 12, dice: “Las acciones impuras no son espontáneas ni carecen de una causa previa.
Son el resultado de pensamientos corruptos que han estado latentes en el corazón”.
Eso es lo que le pasó a Judas Iscariote.
Él era un hombre que seguramente tenía cualidades espirituales bien arraigadas.
De hecho, cuando Jesús lo eligió como apóstol, todo indica que no sabía que Judas lo traicionaría.
Más tarde, en el año 32, Jesús dijo a sus apóstoles: “Uno de ustedes es calumniador”.
Así que, para entonces, Jesús tal vez ya sabía que Judas sería el traidor.
Como hombre perfecto, es muy posible que Jesús pudiera ver lo que le estaba pasando a Judas.
La Biblia dice que “Satanás entró en Judas”.
En otras palabras, este hombre se había dejado dominar por sus deseos incorrectos y ahora estaba listo para hacer la voluntad de Satanás.
Pero antes de que eso sucediera, tuvo que haber malas tendencias que Judas no corrigió.
¿Como cuáles?
Quizás era orgulloso y ambicioso; tal vez se hizo hipócrita y manipulador...
Algo en su interior no andaba bien y lo iba a llevar a ofender a Jehová.
Judas no desarraigó sus malas inclinaciones; es más, ni siquiera les dio importancia.
¡Y miren lo que pasó!
¿Qué hay de nosotros?
¿Qué cosas estamos dejando que ataquen nuestro corazón?
En este momento quizás nuestras raíces espirituales estén fuertes.
Podemos llevar años en la verdad o haber servido en Betel por mucho tiempo.
O puede que seamos jóvenes y estemos sirviendo a Jehová con muchas ganas.
Pero todos tenemos pensamientos impropios y todos necesitamos luchar contra ellos.
Por ejemplo, quizás nuestra mente esté haciendo planes para ver dónde tomar otro trago de alcohol.
O, tal vez, el rencor hacia alguien esté enredándose en nuestro corazón.
Quizás alguien esté buscando la manera de ver pornografía o sienta una atracción indebida hacia alguien del sexo opuesto.
Si algo así nos ocurre, ¿qué podemos hacer?
Isaías 30:21 nos anima a escuchar la voz de Jehová cuando nos dice: “Este es el camino.
Anden en él”.
No se deje llevar hacia el camino de Satanás; mejor escuche a Dios.
Jehová nos ha dado muchas armas para luchar contra los deseos incorrectos que atacan el corazón.
Por ejemplo, nos ayuda por medio de su Palabra: tan solo piense en todos los relatos bíblicos que pueden ayudarnos a combatir las malas tendencias, sin importar cuáles sean.
Además, Jehová nos da su espíritu santo.
Y, en la congregación, Jesús nos enseña a oír la voz de Jehová mediante la guía que da el “esclavo fiel y discreto”.
Por eso, si le está costando vencer alguna mala tendencia, pida ayuda antes de que Satanás lo atrape y lo convierta en su marioneta.