El texto para el día de hoy es Daniel 11:27.
Allí dice que “dos reyes […] se sentarán a una misma mesa diciéndose mentiras el uno al otro”.
Y siempre que ha habido reyes humanos les han dicho mentiras a las personas.
Noten lo que dijo el filósofo Platón: “[A] los gobernantes del Estado […] se les puede permitir mentir por el bien público”.
Y a lo largo de los siglos, reyes, gobernantes, políticos… se han vuelto más expertos en el arte de la diplomacia y el engaño.
En la Biblia hay un ejemplo de un funcionario que mintió de manera descarada.
Lo encontramos en Isaías 36:16, 17.
El que está hablando es el rabsaqué, que era el copero del rey Senaquerib.
Isaías 36:16, 17.
Y esto es lo que este funcionario le dice al pueblo de Dios: “No escuchen a Ezequías, porque esto es lo que dice el rey de Asiria: ‘Hagan la paz conmigo y ríndanse.
Así todos ustedes podrán comer de su propia vid y de su propia higuera, y beber de su propia cisterna, hasta que yo venga y los lleve a una tierra como la suya, una tierra de cereales y vino nuevo, una tierra de pan y viñas’”.
¿Se fijaron?
Él estaba prometiendo paz y seguridad, ¿no es cierto?
Pero ¿a qué precio?
Para obtener esa paz y seguridad que les prometía, lo primero, ellos tendrían que rendirse ante el rey.
Pero el hecho es que Jehová ya le había prometido paz y seguridad a su pueblo mucho tiempo antes.
En realidad, lo que el asirio les estaba prometiendo era paz y seguridad, pero sin Jehová, su Dios.
Ya sabemos cómo trataban los asirios a sus prisioneros, a los cautivos.
Eran despiadados.
Claramente estas eran palabras vacías que venían de la mesa de las mentiras.
Es interesante que los mentirosos suelen esconder sus mentiras —o mezclarlas— entre algunas verdades.
Lo podemos entender con un ejemplo de las matemáticas del que hablamos hace poco.
Tal vez lo recuerden: que cualquier número que multipliquemos por cero da como resultado cero, ¿no?
Así que no importa cuántos números haya en la multiplicación.
Si hay un cero multiplicando en esa operación, el resultado terminará siendo cero.
Será siempre cero.
La táctica que usa Satanás es mezclar algo que es mentira, que es falso, con algo que es verdad.
Entonces Satanás es como ese cero.
Es un cero enorme.
Por eso, cualquier cosa que combinemos con él no vale nada, vale cero.
Así que busquemos el cero o la mentira de cualquier afirmación, aquello que contradice lo que sabemos que es verdad.
Veamos lo que les pasó a los israelitas.
Volvamos al relato de Isaías 36.
Esta vez leeremos los versículos 18 y 19.
Dice: “No dejen que Ezequías los engañe diciendo ‘Jehová nos salvará’.
¿Ha podido alguno de los dioses de las naciones salvar a su país de las manos del rey de Asiria?
¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arpad?
¿Dónde están los dioses de Sefarvaim?
¿Han salvado ellos a Samaria de mis manos?”.
¿Se dieron cuenta de la mentira mezclada con algunas verdades?
Como en el versículo 18.
Era verdad que los dioses de otras naciones no habían podido salvar a su pueblo.
Versículo 19.
También era verdad que Hamat y Arpad habían sido conquistadas.
Pero los israelitas no cayeron en la trampa.
Vieron la verdadera intención, la intención de esas palabras.
Tiempo antes, Isaías —en Isaías 10:9— había profetizado que el rey de Asiria presumiría de la conquista de estas ciudades precisamente.
La historia confirma que Carquemis, Arpad y Damasco fueron conquistadas después de que Isaías diera estas profecías y antes de que el rabsaqué incluyera estos hechos en su promesa.
En aquella situación, Jehová ayudó a sus siervos fieles a descubrir la mentira que estaba oculta detrás de algunas verdades.
Ahora volvamos al texto que estamos analizando esta mañana, Daniel 11: 27, 28.
Es muy interesante.
Allí se describen los sucesos que llevarían a la Primera Guerra Mundial.
Y allí se dice que el rey del norte y el rey del sur “se sentarán a una misma mesa diciéndose mentiras”.
Y eso es exactamente lo que pasó.
A finales del siglo diecinueve, Alemania (el rey del norte) y Gran Bretaña (el rey del sur) se dijeron el uno al otro que querían la paz.
Eso era mentira.
Se mintieron entre ellos y les mintieron a las personas que los apoyaban.
Un general alemán comentó con arrogancia: “Derrotaremos a Francia en dos semanas”.
Y ¿qué fue lo que pasó?
Las mentiras de estos dos reyes provocaron una auténtica masacre: millones perdieron la vida tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial más tarde.
En la actualidad los gobiernos siguen haciendo lo mismo.
Se mienten unos a otros y les mienten a los ciudadanos.
Y en el futuro cercano desde la mesa de las mentiras se engañará a gente de todo el mundo con una gran mentira, tal como hizo el rabsaqué, según leímos antes en el libro de Isaías.
¿Cuál es esa mentira, y cómo podemos protegernos?
El apóstol Pablo habló de eso.
Leamos 1 Tesalonicenses 5:3: “Cuando ellos estén diciendo ‘¡Paz y seguridad!’, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina”.
O como dice otra traducción de la Biblia: “Cuando estén diciendo: qué paz, qué tranquilidad; entonces, de repente, […] se les vendrá encima la destrucción”.
Así que, cuando la gente esté concentrada en esa gran mentira, esa falsa esperanza de paz y seguridad, la destrucción les llegará en el momento en el que menos lo esperan.
Y la pregunta es: ¿cómo podemos protegernos?
El apóstol Pablo dijo, según vemos en el versículo 8: “Pero nosotros, que le pertenecemos al día, mantengamos nuestro buen juicio y pongámonos la coraza de la fe y el amor, y el casco de la esperanza de la salvación”.
Pablo nos recomienda ponernos dos cosas.
“La coraza de la fe y el amor”, que protegerá nuestro corazón simbólico.
Es decir, tenemos que entender las promesas de Dios, tener fe en esas promesas.
Y esto combinado con un amor intenso por él.
Eso protegerá nuestro corazón, nuestro corazón simbólico.
Será como una coraza en sentido espiritual, una de muy buena calidad.
Además, debemos ponernos “el casco de la esperanza”.
Este casco protegerá nuestra mente.
Evitará que seamos llevados de acá para allá por este viejo sistema y sus mentiras.
Estaremos alerta en sentido espiritual.
En nuestros días, también hay un grupo de hombres que están sentados a una misma mesa: el Cuerpo Gobernante.
Nunca nos mienten; nunca nos engañan.
Podemos confiar completamente en el Cuerpo Gobernante.
Ellos encajan perfectamente con la descripción que Jesús dio para que podamos identificarlos.
Sabemos muy bien a quién está usando Jesús para proteger de las mentiras a su pueblo.
Nosotros solamente tenemos que prestar atención.
En resumen, ¿cómo podemos identificar una mentira?
Busquemos el cero: cualquier cosa en una afirmación o enseñanza que contradiga lo que sabemos que es verdad.
¿Y cómo podemos evitar dejarnos engañar por la declaración de “Paz y seguridad”?
Bueno, Jehová ya nos ha prometido paz y seguridad.
Y además nos ha advertido de que muy pronto las naciones harán una declaración falsa.
¿En qué mesa podemos confiar?
En la mesa en la que están nuestros futuros reyes, el Cuerpo Gobernante.