Gajus Glockentin: ¿Por qué esforzarnos por progresar? (1 Tim. 3:1)

El texto para hoy menciona varios requisitos para ser superintendente en la congregación.

Aunque, por extensión, el consejo de esforzarnos por asumir más responsabilidades o progresar espiritualmente nos aplica a todos.

El comentario de La Atalaya dice al final: “Los hermanos y hermanas que desean ser precursores, betelitas o voluntarios de construcción de Salones del Reino también necesitan ‘estirarse’ [o esforzarse] para alcanzar sus metas espirituales”.

Sabemos bien que el apóstol Pablo no nos estaba animando a ser ambiciosos y desear cierto puesto o cierto estatus.

No, él no se estaba refiriendo a eso.

No hablaba de un siervo ministerial o un anciano como título.

No se trata de recibir un nombramiento, por ejemplo, precursor, betelita, siervo de Salón de Asambleas o voluntario de construcción.

Pablo nos estaba animando a esforzarnos por cumplir los requisitos para poder trabajar más y ser más útiles en la organización de Jehová.

Pero hoy queremos hablar del porqué.

¿Por qué deberían esforzarse los hermanos, como decía el comentario, por tener más responsabilidades?

Y las hermanas hoy día también pueden alcanzar muchas metas más que antes, como ir a la Escuela para Evangelizadores o a Galaad.

Así que, sin importar si somos hermanos o somos hermanas, ¿por qué debemos todos esforzarnos por alcanzar metas como estas?

Nos gustaría destacar tres razones principales.

La primera la podemos encontrar en Mateo 5.

En los versículos 14 y 15 de Mateo, capítulo 5, Jesús usó el ejemplo de una lámpara que se enciende para dar luz.

Ahora, leamos lo que Jesús explicó en el versículo 16: “De la misma manera, hagan brillar su luz a la vista de la gente.

Que vean sus buenas obras y así le den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos”.

Así que la razón más importante para esforzarnos por progresar espiritualmente es nuestro deseo de dar gloria a Jehová.

¿Verdad que el amor que Jehová nos demuestra y su forma de gobernarnos nos motiva a querer hacer más por él?

Además, pensemos en la misericordia que nos muestra aunque somos imperfectos, cómo nos ayuda con paciencia y cómo promete protegernos en estos momentos tan difíciles.

Por eso es comprensible que Jesús dijera: “Esto glorifica a mi Padre: que den siempre mucho fruto y demuestren ser mis discípulos”, como dice Juan 15:8.

Claro, teniendo esto en cuenta, ¿quién de nosotros se atrevería a decir que ya hizo suficiente, que es tiempo de relajarse o que lo que hacemos ya está bien?

Todo lo contrario.

Por ejemplo, nos esforzamos por cultivar “el fruto del espíritu” para reflejar la maravillosa personalidad de Jehová.

De hecho, el apóstol Pablo utilizó el ejemplo de un espejo que refleja la gloria de Jehová, tal como dice 2 Corintios 3:18.

Por lo tanto, progresar es como pulir poco a poco nuestro espejo para reflejar mejor a Jehová.

Y, cuando lo hacemos, seguro que Jehová está sonriendo con aprobación al ver nuestros esfuerzos.

¿Se lo imaginan?

Bueno, ¿cuál es la segunda razón para seguir progresando y esforzándonos para ser más útiles para Jehová?

Por favor, vayamos a 1 Timoteo, capítulo 4.

Y, si ven en el versículo 14, Pablo le recordó a Timoteo que había sido nombrado para asumir responsabilidades.

Por eso, podemos decir que Timoteo ya había demostrado mucha madurez desde joven.

Entonces, ¿por qué necesitaba Timoteo seguir progresando espiritualmente?

Leámoslo en el capítulo 4, versículo 15: “Reflexiona sobre estas cosas; dedícate de lleno a ellas”.

¿Por qué le dijo esto?

“Para que todos vean claramente tu progreso”.

Así que, si Timoteo progresaba y desarrollaba cualidades cristianas, todo el mundo podría verlo.

Por eso, la segunda razón para esforzarnos por alcanzar metas espirituales es que otros se benefician.

Por ejemplo, si nos proponemos pasar más tiempo en la predicación o mejorar la calidad de nuestras conversaciones y lo conseguimos, los demás se beneficiarán, tanto la gente del territorio como los hermanos.

O si un hermano se esfuerza por cultivar cualidades cristianas para poder servir como siervo ministerial o anciano, los demás lo verán y se beneficiarán de sus esfuerzos.

Y los demás también se benefician de quienes sirven en los Salones de Asambleas o construyendo y renovando Salones del Reino.

Claro, los hermanos necesitan mucho ánimo.

Necesitan toda la ayuda que les podamos dar.

Por eso, tenemos que seguir esforzándonos por progresar espiritualmente.

Y seguir haciendo esto, como ya lo estamos haciendo, es una forma de animar a los demás a hacer lo mismo.

Es contagioso, y así todos crecemos espiritualmente.

Ahora analicemos la tercera razón de por qué tenemos que esforzarnos por alcanzar metas espirituales.

¿Cuál es?

Nos beneficia a nosotros mismos.

Claro, esto parece una contradicción porque se nos anima a progresar, a trabajar duro.

Entonces, ¿cómo es posible que esto nos beneficie?

La respuesta la encontramos en el capítulo 5 de Hebreos.

Veamos cómo explicó esto el apóstol Pablo.

Él aquí estaba mostrando cómo alguien se convierte en un cristiano maduro.

En el capítulo 5, versículos 11 a 13, les dijo a los hebreos que eran como niños, como niños pequeños que siempre necesitan ayuda y guía, incluso para las cosas más básicas, porque si no, se sienten confundidos, indefensos y frustrados.

Pero ahora veamos cómo Pablo describe a las personas maduras en el versículo 14.

Y leeremos hasta el capítulo 6, versículo 1: “En cambio, el alimento sólido es para personas maduras, para las que con la práctica han entrenado su capacidad de discernimiento para distinguir lo que está bien de lo que está mal.

Por lo tanto, ya que hemos dejado atrás las enseñanzas básicas acerca del Cristo, avancemos hacia la madurez sin volver a poner los fundamentos”.

¿A qué nos estaba animando Pablo?

A ser cristianos maduros.

Pero esto no ocurre automáticamente.

Él nos dijo que “avancemos”, que progresemos.

¿Y cómo nos beneficia esto?

Pues, como dijo Pablo, si somos maduros podremos “distinguir lo que está bien de lo que está mal”.

En otras palabras, tomaremos buenas decisiones.

Y también nos beneficia de otra forma.

Progresar en sentido espiritual nos hace felices, nos hace sentir bien.

¿Por qué decimos esto?

Porque, si nos esforzamos, veremos nuestro progreso; a veces solo unos pasitos, quizás dos pasitos adelante y luego un pasito hacia atrás.

Pero da igual.

Lo importante es esforzarse y así serviremos a Jehová felices y contentos.

Así, en resumen, todos nosotros, tanto hermanos como hermanas, tenemos que seguir progresando, esforzándonos por conseguir metas espirituales.

¿Por qué?

Porque Jehová lo merece y porque esto beneficiará a los demás.

Pero también porque lo necesitamos para ser cristianos maduros, felices, y servir alegres a Jehová.

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