William Malenfant: No escuchemos palabras vacías (Prov. 28:26)

Hoy día hay una frase muy popular entre la gente de este mundo: “Escucha a tu corazón”.

Suena muy lindo; algo agradable, inocente.

Pero no lo es.

Es tonto.

Seguir ciegamente a tu corazón, que significa dejarte llevar por tus emociones y sentimientos y no tomar en cuenta a Jehová, es precisamente de lo que está hablando Proverbios 28:26.

Ahí dice: “El que confía en su propio corazón es un insensato”.

Pero luego añade otra idea.

Es muy interesante, dice: “Pero el que actúa con sabiduría escapará”.

¿Escapar de qué?

Escapar de dejarte guiar por tus emociones y por tus sentimientos; por tu corazón, que es traicionero.

Es tal como dice Jeremías 17:9: “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa y es desesperado”.

Cuando la Biblia habla de alguien “insensato”, no quiere decir que sea ignorante.

Se refiere a una persona que no obedece a Jehová ni sigue sus normas.

Bueno, el mundo está lleno de personas que encajan con esta definición.

No obedecen a Jehová, no siguen sus caminos y, por eso, lo que dice la Biblia de ellos es verdad.

Pero pueden cambiar.

Algunos lo hemos hecho.

Quizás en el pasado escuchábamos a nuestro corazón, pero escuchamos la verdad y ahora dejamos que Jehová nos guíe.

Fíjense en lo que el Salmo 49 dice sobre los que se dejan llevar por su corazón.

Salmo 49:10-13.

Miren lo que dice sobre este tipo de personas, dice así: “El hombre ve que hasta los sabios mueren; el insensato y el irrazonable desaparecen por igual y tienen que dejarles a otros su fortuna.

En su interior, desean que sus casas duren para siempre, sus tiendas, generación tras generación.

Les han puesto su nombre a sus propiedades.

Pero el hombre, por muchos honores que reciba, no se mantendrá con vida; no es mejor que los animales, que mueren.

Este es el camino de los insensatos y de quienes los siguen, que disfrutan con sus palabras vacías”.

Sí, hay muchos hoy en día a quienes les encanta escuchar las palabras vacías de los insensatos y los siguen.

El ser humano hace todo tipo de promesas sobre el futuro y sobre lo que va a lograr.

Pero son palabras vacías porque no toman a Jehová en cuenta.

¿Y qué hay de lo que se enseña en las universidades y escuelas por todo el mundo?

Hay muchos profesores que están llenos de palabras vacías, en especial los que niegan que Dios existe y se aferran a la fantasía de la evolución.

Efesios 5:6 dice esto: “Que nadie los engañe con palabras vacías, porque por esas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de la desobediencia”.

Bueno, hay muchas palabras vacías sobre el origen del ser humano.

Que algún tipo de mono es nuestro ancestro perdido, sin duda, son palabras vacías.

Que todo lo que vemos a nuestro alrededor apareció por sí solo, o que, de cierta forma milagrosa, algo que no tenía inteligencia produjo inteligencia.

He encontrado una cita muy interesante, de hecho, es una cita bastante graciosa.

Está en la ¡Despertad! del 8 de junio de 1955, página 7.

El artículo habla de la creencia de que, tal vez durante el periodo cámbrico, algunas criaturas sufrieron mutaciones muy grandes de las que no se han encontrado fósiles que demuestren que hubo un cambio gradual entre una criatura y otra.

Esto es lo que decía el artículo: “Suponga usted que estas muy raras mutaciones grandes rápidamente produjeron por evolución una nueva forma.

Suponga usted que hace miles de años un mono dió a luz un bebé humano masculino.

Esta mutación imposible no es suficiente.

¿De qué sirve un solo humano?

De modo que esta mutación fantástica tiene que sucederle a otra madre mona, sólo que de forma diferente; tiene que ser un bebé humano femenino, una exacta equivalencia física y genética.

Eso no es suficiente.

Estas dos rarezas fantásticas tienen que sucederles a dos monas que vivan al mismo tiempo, para que los humanos puedan desarrollarse juntos y ser de la edad correcta el uno para el otro.

Pero todavía eso no es suficiente.

Estos dos sucesos increíbles tienen que ocurrirles a madres monas que estén viviendo en la misma área de la selva, para que su prole humana llegue a encontrarse y cohabitar.

Si usted cree que esto está tergiversado [sigue diciendo el artículo] porque se consigue el bebé humano en un solo paso, tiene usted razón.

Pero es más fácil imaginarse esta serie imposible de sucesos aconteciendo una vez que tres veces o muchas veces, dependiendo del número de pasos necesarios para pasar de mono a hombre.

Es una estupidez consumada pensar que todos estos factores estarían presentes en un solo paso”.

Y tengo que añadir que los evolucionistas estarían de acuerdo con eso, al menos, la mayoría.

Pero “pensar que están presentes vez tras vez en cada uno de los muchos pasos, como los evolucionistas tienen que sostener, ¡es una estupidez consumada multiplicada repetidas veces!”.

Las personas que apoyan o creen en la teoría de la evolución no son ignorantes, excepto en un tema: no creen en Dios.

Y eso es porque no tienen fe.

Muchos evolucionistas se equivocan al juzgar a Dios y la Biblia por las iglesias y sus ridículas enseñanzas.

Y hay otros evolucionistas que simplemente no creen en Dios.

Pero lo que enseñan, lo que todos ellos enseñan sobre la evolución, impide que millones de personas por todo el mundo aprendan la verdad.

El apóstol Pablo escribió sobre esto en Romanos 1:18-20.

Dice así: “La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda irreverencia e injusticia de los hombres que de un modo injusto dificultan el progreso de la verdad”.

Y eso es precisamente lo que hace esta teoría, la de la evolución, que dice que Dios no existe y que todos evolucionamos.

Y luego sigue diciendo: “Pues lo que puede conocerse de Dios lo tienen claramente a la vista, ya que Dios se lo ha mostrado con claridad”.

¿Cómo?

Bueno, aquí mismo lo explica: “Porque sus cualidades invisibles —su poder eterno y divinidad— se ven claramente desde la creación del mundo, pues se perciben por las cosas creadas, de modo que ellos [los que no creen en Dios] no tienen excusa”.

Y esa es la verdad, “no tienen excusa”.

La teoría de la evolución ha causado mucha confusión y desconsuelo a personas de todo el mundo.

No hay Dios; no hay objetivo en la vida, somos solo animales.

No hay Dios; no hay hombre, no hay mujer, no hay matrimonio.

En realidad, no importa lo que cada uno haga con su vida.

No hay Dios; no hay normas ni leyes divinas que nos guíen en la vida.

No hay Dios; no hay esperanza.

¡Qué triste!

Eso es lo que pasa cuando prestan atención a palabras vacías y confían en su corazón.

¡Qué agradecidos estamos de conocer la verdad, de tener fe en nuestro padre celestial Jehová y de poder confiar plenamente en su Palabra, la Biblia!

Sin duda, alabamos a Jehová porque él es nuestro Creador.

Y nosotros no escuchamos palabras vacías.