El título de este discurso es “Jesús es un Sumo Sacerdote compasivo”.
El texto de Mateo 12:20 es una cita de una profecía mesiánica de Isaías, Isaías 42:3.
Hoy vamos a analizar tres preguntas.
En primer lugar, ¿qué idea nos transmiten “la caña que está quebrada” y “la mecha que apenas arde”?
Ya nuestros comentaristas nos dieron un adelanto.
En segundo lugar, ¿cómo nos ayuda esta profecía a entender que Jesús es un Sumo Sacerdote compasivo?
Y, en tercer lugar, ¿cómo sigue su ejemplo el pueblo de Dios hoy día?
Para empezar, ¿qué idea nos transmiten “la caña que está quebrada” y “la mecha que apenas arde”?
En las Escrituras Hebreas, a las personas a las que les iba bien se las comparaba a flores hermosas o árboles grandes y fuertes.
Pero Isaías no usó esa imagen aquí.
Él habla de una caña quebrada a punto de romperse, como un tallo de hierba doblado que un animal o una persona podrían pisar o aplastar.
De hecho, Isaías usó esta misma comparación en el 36:6 para describir de forma despectiva a una persona débil.
Isaías tampoco habló del Sol y las estrellas, que normalmente se usaban para representar a personas y naciones poderosas.
Más bien, usó la imagen de una mecha que apenas arde, como las de las lámparas que la gente tenía en sus casas.
Si una lámpara tenía una mecha que apenas ardía y daba poca luz, probablemente se debía a que los dueños de la casa no le habían puesto más aceite.
Y al final se apagaría, como se ve en la imagen de la derecha.
Para la gente, una caña quebrada no servía para nada.
Y, como dijimos antes, una mecha que apenas arde daba muy poca luz y producía un humo muy molesto hasta que terminaba apagándose.
Así que estas imágenes representan a la gente común, a la gente pobre, que se sentía aplastada y que eran insignificantes a los ojos de los demás.
Entonces, ¿cómo muestra esta profecía que Jesús es un Sumo Sacerdote compasivo?
Mateo citó de este versículo después de escribir que Jesús había curado milagrosamente a muchas personas.
Y algunos de los milagros que más nos emocionan son los que hizo a favor de personas oprimidas, personas que eran como mechas a punto de apagarse.
Por ejemplo, aquel hombre que estaba cubierto de lepra, que le rogó a Jesús de rodillas que lo curara.
O seguramente recordemos al sordo, al que Jesús se llevó aparte para curarlo, quizás para hacerlo sentir más cómodo.
O la mujer que se acercó a Jesús temblando, que sufría de hemorragias, que había gastado todo su dinero para curarse y no mejoraba.
Por otro lado, los líderes religiosos enseñaban que solo sufrían los que hacían cosas malas.
En otras palabras, lo que estaban diciendo era que, si alguien estaba enfermo, era porque había pecado.
Y eso seguramente los hacía sentir más insignificantes todavía, como cañas quebradas y mechas que apenas ardían.
Estos líderes no tenían ningún interés en enseñarles nada.
Ellos decían que la mayoría de la gente, incluyendo los que no conocían la Ley de Moisés, eran unos malditos.
En contraste con eso, veamos lo que nos dice la nota de estudio de Mateo 12:20: “La profecía de Is 42:3 predijo que Jesús sería compasivo y que nunca apagaría la última chispa de esperanza de los oprimidos y maltratados”.
Es cierto, Jesús los curó físicamente, pero también reavivó su esperanza.
La misericordia y la compasión de Jesús son algunas de las cualidades que lo hacen un excelente Sumo Sacerdote.
Hebreos 2:17 dice que “tuvo que llegar a ser igual que sus ‘hermanos’ en todo sentido, para poder ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel”.
Y, pensándolo bien, algunos de los que curó se convirtieron en sus hermanos.
Y observen cómo se destaca su compasión hacia ellos en Hebreos 4:15.
Leamos solo la primera parte del versículo: “Porque no tenemos a un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades”.
Aquí Pablo utiliza una doble negación.
“No tenemos a un sumo sacerdote que no pueda compadecerse”.
Esta es una forma griega de enfatizar que nuestro Sumo Sacerdote entiende a la perfección nuestras dificultades y sentimientos.
Un diccionario bíblico explica que una persona que siente compasión por otros es una persona que sufre cuando otros sufren.
Le llegan al corazón las emociones y los sentimientos de los demás.
Es una persona que tiene empatía.
Pasar tiempo con sus hermanos aquí en la Tierra hizo que fuera una persona aún más compasiva.
Jesús no tenía lepra, pero su empatía lo motivó a acercarse y tocar al leproso.
Jesús tampoco era sordo ni mudo, pero puso sus dedos en los oídos del sordo y le tocó la lengua.
No cometió ningún pecado, pero defendió firmemente a la mujer arrepentida que le lavó los pies con sus lágrimas y se los secó con sus cabellos.
Él no rechazaba a la gente enferma o a las personas que habían pecado.
Más bien, los recibía con compasión, les mostraba cariño, los animaba, y así Jesús les puso el ejemplo a sus discípulos de aquel entonces y también a nosotros para que lo imitemos.
Y la tercera pregunta que vamos a analizar es: ¿cómo sigue el ejemplo de Jesús el pueblo de Dios hoy día?
Bueno, al usar al esclavo fiel, nuestro Sumo Sacerdote está abriendo, por así decirlo, las puertas del gran templo espiritual.
Él invita a todos, a personas de toda clase, para que adoren al Padre, incluyendo aquellos que son despreciados, rechazados por las personas de su entorno.
Por ejemplo, el pueblo de Jehová publica información en 105 lenguas de señas Las publicaciones en braille para los ciegos están disponibles en 54 idiomas.
Y las audiodescripciones de nuestros videos están en 92 idiomas, y estas también benefician a los ciegos.
Así como Jesús curó a las personas individualmente, algunas de nuestras publicaciones se encuentran en lenguas que hablan comunidades muy pequeñas, dándoles esperanza para el futuro y reavivando su llama.
Y, así como pasaba con los leprosos en los días de Jesús, hoy también hay grupos de personas que son menospreciadas y discriminadas por aquellos que los rodean.
Por ejemplo, el pueblo romaní ha sido durante mucho tiempo incomprendido y maltratado.
Los nazis intentaron acabar con todos ellos en Europa, y hasta el día de hoy los romaníes sufren por culpa de esos prejuicios.
Pero el pueblo de Jehová los recibe con gusto, como vemos en la imagen de la izquierda.
Y hemos traducido publicaciones a más de 25 dialectos romaníes.
Hoy día miles de romaníes son nuestros hermanos espirituales y, junto con sus niños, estudian publicaciones en su idioma.
También hemos producido publicaciones en 160 lenguas amerindias de América del Sur, Central y del Norte.
Muchas veces, los amerindios son pobres, están aislados y son considerados como poco importantes por otras personas en sus propios países, pero miles de ellos han aceptado la verdad.
Y, como vemos en la imagen de la derecha, en la India y en el sur de Asia, encontramos a los dalits.
Este término se refiere a la gente que es oprimida y maltratada.
Antes a los dalits se les conocía como intocables o parias, palabras degradantes.
Y esta población de más de 200 millones de personas se considera la menos importante entre los hindús.
Aunque las leyes prohíben la discriminación contra este grupo, a menudo se les trata como a los leprosos del tiempo de Jesús.
Muchos los rechazan, se niegan a comer con ellos o incluso a acercarse.
Pero en nuestra organización no pasa eso: cada vez hay más y más dalits en el pueblo de Jehová.
Nuestros hermanos imitan a Jesús, pues reciben a aquellos que por sus circunstancias se sienten como cañas quebradas o mechas a punto de apagarse.
Y, bueno, ¿qué hay de nosotros?
A veces, las circunstancias de nuestra vida pueden hacernos sentir que la llama de la esperanza que alguna vez tuvimos y que fue tan brillante ahora se está extinguiendo, se está apagando.
Puede ser por un fracaso personal o un problema de salud, o porque discutimos con un familiar o con alguien de la congregación y quedamos distanciados.
Puede que nos cueste ver más allá del dolor que sentimos y centrarnos en nuestra esperanza.
Pero recuerden que nuestro Sumo Sacerdote conocía bien las circunstancias de cada persona cuando él estuvo en la Tierra, y también conoce las de cada uno de nosotros hoy.
Jehová le ha dado a Jesús el poder de dar espíritu santo y también de usar “hombres como regalos” en las congregaciones.
Así fortalece nuestra esperanza y reaviva nuestra llama.