James Mantz: ¿Somos privilegiados por tener privilegios?

Antes de venir a Galaad, todos ustedes han disfrutado de muchos privilegios de servicio.
Quizás han servido como precursores regulares, precursores especiales, como misioneros o en proyectos de construcción.
O puede que fueran superintendentes de circuito o betelitas, y ahora se les ha dado la oportunidad de recibir capacitación intensiva durante cinco meses aquí en Galaad.
Y, sin duda, todos ustedes están muy agradecidos por la magnífica enseñanza que han recibido.
Proverbios 28:20 dice que “el hombre fiel recibirá muchas bendiciones”.
Y estamos seguros de que hoy, en su graduación, ustedes sienten que Jehová los ha bendecido muchísimo.
Nos alegramos mucho por ustedes y sabemos que recibirán muchas más bendiciones y privilegios o responsabilidades en los lugares adonde vayan.
Pero, antes de que se vayan, me gustaría hacerles una pregunta: ¿son privilegiados por tener privilegios?
Les hacemos esta pregunta porque la respuesta los ayudará a tener la actitud correcta sobre la capacitación que han recibido y sobre cualquier otra responsabilidad que puedan recibir.
Y la respuesta también nos ayudará a todos nosotros a mostrar modestia y humildad en cualquier tarea que Jehová decida asignarnos.
Entonces, ¿somos privilegiados por tener privilegios?
Dicho en una palabra: no.
Pero en algunos idiomas, la palabra “privilegio” puede dar una idea equivocada.
Por ejemplo, “privilegio” puede dar a entender que se tiene o se recibe un derecho especial.
A veces se oye lo de “clase privilegiada”; personas a las que la gente considera más importantes en la sociedad por la familia de la que vienen o por su dinero.
Y, cuando recibimos una responsabilidad o un privilegio en la organización de Jehová, también podría malinterpretarse como que nos lo dieron porque somos especiales o incluso mejores que otros.
Hay otros idiomas en los que aún hay más posibilidades de que se entienda mal lo que significa la palabra “privilegio”.
Por ejemplo, durante muchos años, en japonés utilizamos la palabra “tokken” para traducir “privilegio.” Y si uno busca en el diccionario, esa es la palabra que hay que usar.
Pero muchos de los que servimos en congregaciones de habla japonesa nos sentíamos incómodos usando “tokken”, porque esta palabra está formada por dos caracteres chinos: “toku”, que significa “especial” y “ken”, que significa “derecho”.
Así que, literalmente, estaríamos diciendo que ustedes tienen el derecho especial de asistir a Galaad.
O que yo tengo el derecho especial de servir en Betel.
Pero, como sabemos, ese no es el caso.
Así que se pueden imaginar lo felices que nos pusimos cuando recibimos “La Atalaya” de septiembre de 2019 y vimos el artículo de estudio número 35. Se titulaba: “Jehová valora a sus siervos humildes”.
En un subtítulo, se hablaba de que debemos ser humildes cuando otros reciben “privilegios” de servicio, así que los traductores al japonés decidieron traducir el significado y no la palabra.
En vez de usar la palabra del diccionario y llamar a los privilegios “derechos especiales”, los llamaron “hoshinokikai”: oportunidades de servir.
Nos encantó.
Los privilegios o responsabilidades no son un derecho especial.
Al contrario, nos ofrecen más oportunidades de servir a Jehová y a nuestros hermanos.
Entonces, ¿debemos evitar la palabra “privilegio”?
No necesariamente.
Pero sí es importante que entendamos bien lo que significa cuando la usamos para hablar de nuestro servicio a Jehová.
Para entender bien lo que significa tener un privilegio, veamos algunos ejemplos de la “Traducción del Nuevo Mundo”.
Por ejemplo, en Lucas 1:43, Elisabet dijo que la visita de María, la madre de su Señor, era un honor, un privilegio.
¿Estaba diciendo Elisabet con estas palabras que tenía el derecho especial de que María fuera a su casa?
No.
Al contrario, vio aquella visita como una bendición de Jehová.
Hechos 7:46 dice que David le pidió a Dios “el privilegio de hacer una morada para el Dios de Jacob” y, en 2 Corintios 8:4, Pablo habló de unos cristianos que les rogaban que les concedieran “el honor de dar con bondad y así participar en las labores de socorro para los santos”.
Ni David ni Pablo se estaban refiriendo a ningún derecho especial; más bien, estaban hablando de una oportunidad de servir a Jehová y a los hermanos.
Así que no se dejen engañar por el significado que el mundo suele dar a la palabra “privilegio”.
Las palabras de Lucas 17:10 nos pueden ayudar.
Leamos juntos este versículo.
Siempre que se nos dé una responsabilidad o una oportunidad de servir más, por favor, recordemos estas palabras, o este consejo, que nos dio Jesús.
Lucas 17:10: “De la misma manera, cuando ustedes hayan hecho todo lo que les manden hacer, digan: ‘No somos más que esclavos y no merecemos nada.
Solo hemos hecho lo que teníamos que hacer’ ”.
Claro, esto no significa que debamos pensar que no valemos nada, que somos inútiles.
Una nota en la “Biblia de estudio” en inglés explica que, según el contexto, Jesús dio a entender que los esclavos debían ser modestos y recordar que no merecían ningún reconocimiento o alabanza especial.
Y así es como debemos vernos a nosotros mismos cuando recibimos responsabilidades.
Analicemos ahora otro aspecto de los privilegios.
Un diccionario define la palabra “privilegio” como una ventaja que tiene una persona frente a los demás por su posición.
Ahora bien, no siempre que tengamos la oportunidad de servir más en la organización conllevará recibir un puesto de responsabilidad.
La cantidad de puestos de responsabilidad en la organización de Jehová es limitada, pero las oportunidades de servir más son infinitas.
Por favor, vayamos a Mateo 20 y leeremos los versículos 25 a 27 para ver cómo Jesús aclaró que es más importante servir a los demás que tener un puesto de responsabilidad.
El hermano Lett ya mencionó este relato.
Fue cuando la madre de Santiago y de Juan le pidió a Jesús que les diera a sus hijos un lugar especial en el Reino.
Esto es lo que Jesucristo dijo, en los versículos 25 a 27: “Pero Jesús los reunió a todos y les dijo: ‘Saben que los gobernantes de las naciones dominan al pueblo y que los hombres importantes tienen autoridad sobre la gente.
Entre ustedes no debe ser así.
Más bien, el que quiera llegar a ser grande entre ustedes tiene que servir a los demás y el que quiera ser el primero entre ustedes tiene que ser esclavo de los demás’ ”.
Así que, en vez de desear un puesto importante con autoridad, los cristianos nos esforzamos por atender las necesidades de los demás, por servirles como humildes esclavos.
Es interesante que, en 1 Timoteo 3:1, antes se hablaba de un hombre que procuraba “alcanzar un puesto de superintendente”.
Pero la revisión de la “Traducción del Nuevo Mundo” dice: “Si un hombre está esforzándose por ser superintendente, desea una labor muy buena”.
Así, pone el énfasis, no en el puesto o la posición, sino en las cualidades que debe tener todo el que se esfuerza por servir a los demás.
Hay muchas oportunidades de servir a los demás para las que no hace falta un nombramiento especial o un puesto.
Pensemos en ejemplos bíblicos de cristianos que fueron muy trabajadores.
Dorcas “hacía muchas obras buenas y ayudaba mucho a los necesitados”; Juana, Susana y muchas otras mujeres usaban sus bienes para atender a Jesús; mientras Pablo estaba en prisión, Tíquico lo ayudó y fue su mensajero personal, y Marcos también dio ayuda práctica a Pablo, quizás llevándole alimentos.
Así que, cuando vayan a sus destinos, recuerden, los privilegios no hacen que sean privilegiados y, sea que sus responsabilidades conlleven un nombramiento o no, cumplan con ellas humildemente y véanlas como oportunidades de ser “esclavos de Jehová” y de servir más a los hermanos.




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