Jeremy Clarke: Sirvan, cooperen y animen

Pero ustedes ya están preparados para servir, cooperar y animar, ¿no?

Claro que lo están.

Así que ¿por qué hablar de esto ahora?

Por un lado, porque no los vamos a ver por un tiempo.

Pero, más importante aún, aunque en este momento tengan muchas ganas de servir, cooperar y animar, seguro que vendrán pruebas.

Pueden ser cambios inesperados o desánimo, circunstancias difíciles, pruebas y problemas que no esperabas, que no te apoyen o no te valoren… ¿Alguna de estas?

¿O todas a la vez?

Esto fue justo lo que le pasó a alguien que vivió en el siglo primero en Corinto.

El apóstol Pablo, que fundó la congregación de Corinto, habló de él en una de sus cartas, en 1 Corintios 1:16.

¿Quién era?

1 Corintios 1:16: “Es cierto, también bauticé a los de la casa de Estéfanas”.

¿Quién era Estéfanas?

¿Por qué lo mencionó Pablo?

Estéfanas y los de su casa —o sea, su familia y quizás también sus esclavos y trabajadores—, todos aceptaron la verdad desde el principio, cuando Pablo fundó la congregación.

Pablo se quedó en Corinto aproximadamente un año y medio para dar estabilidad a la congregación, así que Estéfanas aprendió directamente de Pablo.

Su capacitación no fue de 5 meses, sino de unos 18 meses.

En ese tiempo aprendió quién es Jesús y cómo imitarlo fijándose en el excelente ejemplo del apóstol Pablo.

¡Qué buena escuela!

Pero las cosas cambiaron.

Pablo se fue a Éfeso, y en muy poco tiempo surgieron problemas graves en Corinto.

Se estaba tolerando en la congregación un caso escandaloso de inmoralidad sexual.

Había divisiones.

Algunos decían: “Yo soy de Pablo”, “Yo soy de Apolos”, “Pues yo de Pedro”.

Los hermanos se enfrentaban en los tribunales por problemas entre ellos, y había muchos otros problemas graves.

¿Cómo se sentiría Estéfanas?

¿Cómo lo llevaría?

¿Aprovecharía la capacitación de Pablo para manejar todo esto?

¿O se volvería parte del problema, diciendo: “Bueno, yo soy de Pablo.

Él me bautizó”?

Sabemos la respuesta porque cinco años después de que se formara la congregación —o sea, cinco años después de que Estéfanas se bautizara— ahí estaba él con otros dos hermanos yendo a Éfeso a ver a Pablo para informarle de lo que estaba pasando en Corinto.

¿Qué aprendemos de Estéfanas?

Pablo lo dice.

Vayamos al capítulo 16.

Primera a los Corintios 16:15: “Tengo que suplicarles algo, hermanos.

Ustedes saben que los de la casa de Estéfanas son las primicias de Acaya”.

Sí, eso lo sabemos.

Él y su familia fueron de los primeros en bautizarse.

Pero aquí está el punto.

Dice: “Y que ellos se dedicaron a servir a los santos”.

“Ellos se dedicaron a servir a los santos”.

¿Qué implica servir? Servir significa prestar “un servicio a favor de otros con humildad y constancia”.

Implica constancia, así que servir no es fácil.

Hay desafíos, problemas…, pero Estéfanas sirvió a los demás con constancia.

¿Y a quiénes servía?

“A los santos”.

Pero este no era un grupo exclusivo de personas muy importantes.

Todos los hermanos y hermanas eran santos, incluido Estéfanas, porque todos habían sido ungidos con espíritu santo.

Y se estaban enfrentando en los tribunales entre ellos.

Tenían un punto de vista humano de las cosas en vez de espiritual y estaban tolerando la inmoralidad en la congregación.

Pero Estéfanas estaba decidido a servir con humildad a todos sus hermanos y hermanas.

Ahora leamos el 16: “Ustedes también sométanse a personas como esas [¿como quién? Como Estéfanas] y a todos los que cooperan y trabajan duro”.

¿Pablo le pide a la congregación que se someta a Estéfanas?

¿Por qué tiene que pedírselo?

¿Podía ser porque no apoyaban ni valoraban lo suficiente a Estéfanas?

Sea como sea, Estéfanas estaba decidido a servir a sus hermanos.

Pablo también dice que Estéfanas cooperó.

¿En qué sentido?

Bueno, Estéfanas no fue a ver a Pablo él solo.

En el siguiente versículo vemos que otros dos compañeros fueron con él.

Y, en el capítulo 7, vemos que Pablo dice que los hermanos le habían escrito para hacerle algunas preguntas.

Así que hubo una carta.

Y puede que Estéfanas y sus compañeros se la llevaran a Pablo.

¿Qué nos dice esto de Estéfanas?

Que no actuaba solo, que no hacía las cosas por su cuenta para llevarse todo el mérito.

Él cooperaba con los hermanos, hermanos que recientemente no habían manejado bien problemas graves de la congregación.

Pero, además de la carta, Estéfanas estaba allí en persona para contarle con más detalle la situación a Pablo y que así él tuviera el cuadro completo de lo que estaba pasando en Corinto.

Así que Estéfanas estaba cooperando.

Hacía las cosas a la manera de la organización; no las hacía a su manera.

¿Y es posible que fuera a ver a Pablo simplemente para criticar y quejarse de lo mal que se estaban haciendo las cosas?

A algunos les gusta hacer eso, criticar y quejarse, y ahí se quedan, esperando a ver qué pasa.

¿Pero era así Estéfanas?

¿Le contó a Pablo lo que pasó de verdad, o le estaba dando su propia versión de la historia para quedar bien con él?

Bueno, Pablo lo aclara en los versículos 17 y 18: “Me alegro por la presencia de Estéfanas, Fortunato y Acaico, porque ellos han llenado el vacío de la ausencia de ustedes.

Ellos han reanimado mi espíritu y el de ustedes.

Por lo tanto, demuestren que valoran a hombres de esa clase”.

Entonces, pensemos.

Si Estéfanas hubiera torcido la verdad y criticado, Pablo no habría dicho que lo había animado.

Ya sabemos cómo era Pablo.

Lo hubiera corregido, ¿no?

Había corregido a Pedro unos años antes en Antioquía, ¿verdad?

Está claro: Estéfanas animaba a los demás.

Seguro que su informe ayudó a Pablo a no estar tan preocupado por lo que pasaba en Corinto.

Imagínense, ¡conseguir animar ni más ni menos que al apóstol Pablo!

Pero Pablo dijo “han reanimado mi espíritu y el de ustedes”, refiriéndose a la congregación.

¿Cómo lo consiguió?

Bueno, Estéfanas no se quedó de brazos cruzados, no se quedó sin hacer nada, quejándose.

Pero tampoco intentó resolver los asuntos por su cuenta.

Él cooperó con los hermanos, se fue con ellos, y le contaron la situación a Pablo.

Después de explicarle todo lo que estaba pasando en Corinto, volvieron y se llevaron las respuestas de Pablo para ayudar a la congregación.

¡Cuánto los animaba tener con ellos a alguien como Estéfanas!

Gracias a que Estéfanas siguió sirviendo a otros, cooperando con ellos y animándolos, contribuyó a dar estabilidad y madurez a la congregación.

Nunca perdió de vista que Jesús es la “cabeza de la congregación” y siguió las instrucciones de la organización con humildad.

El apóstol Pablo, por inspiración, escribió una carta tan acertada, eficaz y firme que aún hoy sigue siendo útil.

Seguramente Estéfanas y sus compañeros tuvieron esa carta en sus manos para llevarla a la congregación y, con humildad, ayudar a los hermanos a seguir aquellos consejos.

En solo unos meses, las cosas mejoraron mucho en Corinto.

Solo se habla de Estéfanas en cuatro versículos.

Si se escribieran cuatro versículos sobre ti, solamente cuatro, dentro de cinco años, ¿qué te gustaría que dijeran?

Estéfanas es un buen ejemplo para nosotros.

Nunca te canses de servir a los hermanos, a todos los hermanos.

No te olvides de los tímidos, de los que están tristes.

Coopera y haz las cosas a la manera de la organización.

Valora a los que vinieron antes de ti y que trabajaron duro —publicadores, precursores, misioneros, betelitas—, que se mantuvieron fieles en situaciones difíciles y que contribuyeron a que la organización creciera.

Anima a otros, incluso cuando vengan problemas graves.

Cuenta las cosas como son.

No maquilles la verdad o escondas datos solo para quedar bien.

Anima a los que dirigen la congregación, como Pablo, pero no te olvides de los que “están sobrecargados” por las preocupaciones.

Serás una auténtica bendición vayas adonde vayas si —a pesar de los cambios, desafíos o problemas— sigues los pasos de Estéfanas al servir a los demás, cooperar con ellos y animarlos.



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