¿Te ha pasado que, aunque te esfuerzas al máximo, sientes que no es suficiente?
Por culpa del mundo en el que vivimos y de nuestra propia imperfección, muchos de nosotros nos exigimos demasiado, a veces incluso nos exigimos perfección.
Una hermana explicó cómo se sentía de la siguiente manera.
Dijo: “No importa cuánto ame a Jehová o cuánto me esfuerce por servirle, siempre creo que me quedo corta”.
Puede que a veces nosotros también nos sintamos así.
Tener expectativas poco realistas puede robarnos nuestra alegría, pero no solo la nuestra, sino también la de quienes nos rodean.
Qué bueno que Jehová es diferente, ¿verdad?
Aunque él es perfecto, no es perfeccionista.
Es curioso.
Jehová tiene muchas, muchísimas razones para estar contento; y ser razonable es justo una de ellas.
Claro, puede que nos preguntemos cómo lo hace, cómo logra Jehová ser razonable y estar contento con lo que hace y también con el trabajo que hacen los demás.
Para contestar estas preguntas, vamos a hablar de una de las obras más bonitas de Jehová: nuestro planeta.
Bueno, cuando Jehová creó la Tierra —o más bien, cuando la estaba creando—, era tan hermosa, tan especial, que los ángeles lanzaron gritos de alabanza.
Y, en algún momento, Jehová dijo las palabras que encontramos en Génesis, capítulo 1.
Abran sus Biblias, por favor, en Génesis, capítulo 1.
Leeremos la primera oración del versículo 31.
Génesis 1:31 dice: “Después de eso, Dios vio todo lo que había hecho y, ¡miren!, todo era muy bueno”.
¿Qué significa la expresión “muy bueno”, que se utiliza aquí por primera vez en el relato de la creación?
La obra Perspicacia, bajo la entrada “Perfección”, da una explicación muy interesante.
Pero, para resumirla, significa básicamente que la Tierra era perfecta.
¿Significa eso que la Tierra estaba completamente terminada?
No.
Sabemos que la Tierra era muy linda, pero todavía quedaba mucho terreno silvestre que aún estaba sin cultivar.
Jehová les dijo a Adán y a Eva que tenían que tomar control de la Tierra, y así poder convertir todo el planeta en un paraíso.
Así que surge una pregunta: ¿cómo es que pudo decir Jehová que la Tierra era perfecta si su propósito para ella todavía no se había cumplido?
La misma entrada de Perspicacia dice algo interesante sobre todas las creaciones de Jehová.
Dice: “La perfección de cualquier […] persona o cosa [salvo el propio Jehová, por supuesto,] es relativa, no absoluta”.
Así que la Tierra era perfecta en sentido relativo.
Cumplía con las normas perfectas de Jehová en ese momento, aunque todavía quedaba mucho por hacer.
Y aquí está la primera lección, lo primero que aprendemos de Jehová: él es muy razonable.
Cuando Jehová crea o hace algo, no espera a terminar hasta el último detalle para disfrutar de lo que está haciendo.
Él está muy muy contento con su obra, aunque todavía no la haya finalizado.
Entonces, ¿qué creen que querrá Jehová que hagamos nosotros?
Quiere que disfrutemos de nuestro trabajo como él disfruta del suyo.
Pero tal vez pensemos: “Es que lo que Jehová hace es perfecto.
Lo que hago yo, no”.
¿Pero no es igual de válido el principio?
Imaginemos, por ejemplo, que nos hemos esforzado mucho, y ahora somos mucho más pacientes.
Hemos cambiado muchísimo; somos muy diferentes de la persona que éramos antes.
Y, de repente, surge algo que nos pone a prueba, una situación que de veras pone a prueba nuestra paciencia.
Y entonces nos damos cuenta de que tenemos mucho que mejorar.
O quizás ustedes, que están aquí sentados, como estudiantes de Galaad que pronto van a graduarse y que han estudiado mucho estos cinco meses, se preguntan: “¿Cómo voy a hacer para poner en práctica todo lo que he aprendido en Galaad?
Es que no estoy a la altura”.
No se mortifiquen.
No se torturen pensando en lo que todavía no han hecho.
La realidad es que ustedes ya han hecho mucho, y lo han hecho porque aman a Jehová.
Y él los quiere por eso; y nosotros también.
¿Y cuál es el punto?
El punto es: imiten a Jehová y sean razonables.
Aprendan a disfrutar de las cosas que ya han hecho y disfruten de lo que están haciendo ahora, aunque todavía no lo hayan terminado.
Ahora bien, Jehová también disfruta con el trabajo que otros hacen, y esto lo demostró muy bien cuando creó la Tierra.
Recordemos que, en Génesis 1:26, Jehová hace referencia por primera vez a su Hijo, Jesús, el “obrero experto”.
Así que Jesús estaba allí cuando Jehová dijo “muy bueno”.
Fue como si dijera: “Aprecio mucho tu trabajo, valoro mucho tu ayuda, aunque todavía quede mucho por hacer”.
¡Guau!
¿Se imaginan cómo se sintió Jesús cuando Jehová dijo “muy bueno”?
Para que se hagan una idea, vamos a leer un texto.
Y vamos a enlazar Génesis 1:31 con Proverbios 8:30.
Recuerden que en Proverbios 8 se habla de la existencia prehumana de Jesús, cuando estaba ayudando a Jehová a crear todas las cosas.
Imagínense ahora el día en que Jehová dijo “muy bueno”, cuando leamos Proverbios 8:30.
Ahí dice: “Yo [Jesús] estuve junto a él [Jehová] como un obrero experto.
Día tras día su mayor alegría era yo, y siempre me sentía feliz delante de él”.
Aquí Jesús estaba diciendo que se sentía valorado por Jehová.
De hecho, ahí dice que se “sentía feliz”.
Esta palabra, feliz —en el hebreo original—, incluye la idea de reírse, divertirse y festejar.
O sea, que a Jesús le encantaba trabajar con Jehová porque sentía que su Padre lo valoraba mucho, tanto que siguió dándole lo mejor de sí mismo, incluso en las circunstancias más difíciles.
Así que, de nuevo, ¿qué lección aprendemos de Jehová?
Bueno, que él es razonable con lo que espera de los demás.
Él no se preocupa ni se obsesiona por las cosas que todavía no se han hecho.
Se centra principalmente en lo que ya se ha conseguido y expresa su aprecio por ello.
¿Han delegado alguna vez una tarea en alguien —quizá aquí en Betel— y, aunque ha avanzado bastante, aún queda mucho por hacer?
O piensen en su congregación.
Quizás haya algún hermano o hermana que se haya desgastado por ayudar a su hijo a amar a Jehová, por enseñarle a su querido hijo la verdad.
Estos padres son un gran ejemplo, pero su hijo sencillamente no desea estar en la verdad.
Ahí tenemos una buena oportunidad para imitar a Jehová.
Podemos decirles: “Lo han hecho muy muy bien.
Céntrense en eso”.
Si los animan de esta manera, verán que los van a ayudar a seguir dándole lo mejor a Jehová.
Sobre todo los van a ayudar en esos momentos en los que ellos sientan que no han hecho lo suficiente.
Bueno, ¿qué hemos aprendido?
Que la imperfección hace que seamos perfeccionistas.
Por eso a veces somos exigentes, irrazonables, fríos… Es difícil, todos tenemos esa inclinación.
Pero la verdadera perfección, la que viene de Jehová, es diferente.
Es amorosa, considerada, razonable...
Así que, cuando no cumplamos con nuestras expectativas porque son poco realistas, no nos frustremos; no cedamos a los sentimientos negativos.
Mantengamos la alegría fijándonos en el ejemplo perfecto de Jehová, quien disfruta de su trabajo incluso mucho antes de que esté terminado.
Si lo hacemos, vamos a ser más felices y haremos más felices a los que nos rodean.
Y Jehová, que nos está viendo, se dará cuenta y verá que nos estamos esforzando por imitarlo, aunque todavía nos queda mucho que mejorar.
Y eso va a tocar su corazón.
Y entonces Jehová dirá con una gran sonrisa: “muy bueno”.