Sábado tarde (parte 2) | Asamblea regional del 2021 “Poderosos gracias a la fe”

El programa de esta asamblea está disponible en más de 450 idiomas.

Este trabajo se realiza con el apoyo de sucursales de todo el mundo.

Todos tenemos la oportunidad de demostrar nuestro agradecimiento por poder recibir este programa espiritual en nuestro propio idioma.

Una manera de hacerlo es apoyando la obra del Reino de acuerdo con nuestras circunstancias.

Podemos hacer donaciones por internet en donate.jw.org.

Seamos jóvenes o mayores, todos nos enfrentamos a pruebas de fe.

Los cambios en la vida presentan nuevos desafíos.

¿Cómo podemos hacerles frente con una fe fuerte?

Por favor, pónganse en la piel de los personajes de la historia de Daniel, un hombre de fe (parte 1). Mi rey.

General.

Ya no tienen comida, —pero Joaquín no está dispuesto a hablar.

—Las negociaciones no me interesan, general, pero tu incompetencia sí.

Acaba con esto, o te aseguro que yo no seré tan compasivo como los dioses.

Sí, mi rey.

Esto es lo que dice Jehová de los ejércitos: “Como ustedes no obedecieron mis palabras, toda esta tierra se convertirá en ruinas.

Y sus habitantes tendrán que servir al rey de Babilonia por 70 años”.

Daniel, ¿dónde estabas?

Ya es casi de noche.

Lo siento, Jeremías habló hoy y me entretuve en el templo.

Vamos a cenar.

¿Estuviste otra vez en el templo?

Pues sí.

“Para contemplar la bondad de Jehová...

... y recrearme mirando su templo”.

Tengo algo para ti.

Para que siempre tengas las palabras de Jehová contigo.

Gracias, papá.

¿Qué te pasa, hijo?

¿Qué va a pasar con nosotros?

Lo que siempre pasa con los siervos fieles de Jehová.

No tengas miedo, Jehová es nuestro escudo.

La cena está lista.

¿Viste al vecino de al lado?

No, no lo vi en todo el día.

Hablando de vecinos, el otro día vi a Elí.

Elí siempre se está metiendo en problemas.

Vamos a cantar.

Hijo, elige un salmo.

“Jehová es mi luz y mi salvación”.

Tú siempre escoges ese.

Husim.

“Jehová es mi luz...

... y mi salvación.

¿A quién le tendré miedo?”.

Daniel, juega conmigo.

Tengo que irme con papá.

Y, cuando vuelvas, ¿jugamos al arca de Noé?

Sí. ¿Y quién quieres ser?

Yo seré un león.

Yo seré un elefante.

—¡Joaquín se rindió!

—¡Joaquín se rindió!

¡Familia de Éber, de la tribu de Judá!

¡Abran ahora mismo!

¡Salgan todos! ¡Ya!

Pasó lo que esperábamos.

Ya están aquí.

Busquen sus cosas.

Tenemos que irnos.

¿Irnos? ¿Adónde?

No podemos seguir viviendo aquí.

Husim, trae las bolsas.

¡Odio este lugar!

Vamos a entrar.

¡Abran la puerta!

¡Salgan afuera los cuatro!

Miren en el cuarto de atrás.

Por orden del rey, tienen que venir con nosotros.

Daniel, de la tribu de Judá, serás instruido en el palacio del gran rey Nabucodonosor.

¡Pero esta es mi familia!

Los príncipes y los nobles deben estar en el palacio.

Pero no es un príncipe, es solo un muchacho.

—¡Daniel!

—Por favor, llévenme a mí.

Yo seré su sirviente.

¡No! Me llevo al muchacho.

¡Daniel!

¡Esperen!

¿Podemos despedirnos?

Pero rápido.

Sé fuerte, hijo.

Jehová está contigo.

¡Daniel!

¡Misael!

¿Has visto a alguien?

¿No pensarías que te íbamos a dejar solo?

¡Azarías!

¡Hananías!

Kislón y Ahitub.

Mucho gusto.

¡Muévanse!

¿Adónde vamos?

Creo que al palacio.

¿Como José, que estuvo en la casa del faraón?

No, como José, pero en la prisión.

Pues a mí esto no me parece tan malo.

Espera. Kislón, ¡mira!

Si no hablas con ellas, lo haré yo.

—Hola.

—Hola.

¡Caminen!

Ven a verme otro día.

Estos son los muchachos judíos que Aspenaz ordenó que trajéramos.

Ustedes fueron elegidos porque son sabios, pero tienen que aprender más.

Aprenderán nuestro idioma y nuestra escritura.

Recibirán nombres nuevos.

Y, dentro de tres años, servirán al gran rey Nabucodonosor.

Hoy son extranjeros, mañana, si los dioses lo permiten, babilonios.

Mesac.

Te queda bien ese nombre.

Los nombres son como los de sus dioses.

Nuevos nombres, nuevo idioma...

Querrán que adoremos a sus dioses.

No pasa nada.

Mi padre tenía ídolos, y adoraba a Jehová.

¿Se fijaron en la ciudad?

Es el centro del mundo.

Y el rey nos invita a su mesa.

¿Y qué comen los babilonios?

Los siervos del rey comen lo mejor.

No podemos comer esto.

Pero ¿por qué te quejas tanto?

Porque es alimento impuro.

¿Hay algún problema?

Nuestro Dios nos prohíbe comer estos alimentos.

¿Temes a tu Dios?

Le temo.

Pues yo a quien temo es a mi rey.

Y él quiere que coman estas cosas.

Él insiste en que coman esto para que estén sanos y fuertes.

¿Y si ve que tienen peor aspecto que los otros jóvenes?

Me harían culpable ante el rey.

Yo debo obedecer al rey, y tú también.

¡Todos!

Cuando se sirva la cena, espero que todos se la coman.

¡No hables por nosotros!

Tienes razón.

Tú puedes tomar tu decisión.

No tenemos opción.

¿No lo escuchaste?

Estamos en un país diferente, con leyes diferentes.

¿Y qué más da si no han desangrado la carne?

¡Es solo comida!

Pero Jehová nos prohibió comer sangre.

Esa es tu interpretación.

“Nunca deben comer [...] sangre”.

No hay nada que interpretar ahí.

Esperen. Quizás deberíamos orar a Jehová.

Orar.

Aquí.

Orar..., ¿para qué?

Jehová está en Israel.

Y nosotros en Babilonia.

¿Y no crees que Jehová está aquí también?

Jehová dijo que somos sus testigos.

¿Qué va a decir la gente de Jehová si desobedecemos sus normas?

La comida está lista.

¿Es que no me oyen?

Gracias.

Pero, si comemos eso, desobedeceremos a nuestro Dios.

¿Quieren pasar hambre?

Claro que no. Pero él nos prohíbe comer sangre y cualquier cosa que sea impura.

Por favor, haz una prueba con tus siervos durante 10 días, y que nos den de comer legumbres y de beber agua.

¿Legumbres?

Solo 10 días.

Después haz con tus siervos según lo que veas.

Diez días.

Aquí está, gracias a Jehová.

Tienen que probar esta carne.

¡Está deliciosa!

¿Habían visto alguna vez algo así?

¡Arg!

—Oh, no...

—¡Sí!

¡Guau!

Aspenaz quiere verlos.

Mi señor, —estos son los jóvenes que...

—Ya sé quiénes son.

Los he estado observando...

a los cuatro.

No se inclinan ante nuestros ídolos, solamente oran a su Dios y no comen nuestra comida.

—Ellos dijeron que su Dios no les permitía...

—Sin embargo, tienen mejor aspecto que los otros.

Sigue dándoles los mismos alimentos.

Y, Beltsasar, tienes un gran futuro.

No lo desperdicies.

Traigan al siguiente grupo.

El total sería de 15 kurru, 2 pānu y 5 sūtu. Correcto.

¿Cuánto interés puede cobrar un comerciante por dinero y cereales?

Sería un 40 %, señor.

¿40 %?

¿Solo aprendiste a ser ladrón estos tres años?

Mesac, ¿qué dices tú?

Sería un 20 %.

Muy bien.

¿Cuál es la estrella de Enlil que más brilla en la constelación Urgula?

¿Tú lo sabes?

Es la estrella Lugal.

Excelente.

Hay una torre que es alta pero no produce sombra, ¿cuál es?

¿Tu zigurat?

Increíble.

¿Sabes tú la respuesta?

Es la luz del sol.

Correcto.

Mis sabios dicen que los dioses son responsables de todo lo que pasa.

Si eso es cierto, ¿por qué sufren los buenos y los malos prosperan?

Nadie puede saber...

Como dices, oh, rey, los sabios no siempre tienen alimento, ni los inteligentes tienen siempre riquezas, ni siempre les va bien a los que tienen conocimiento, porque a todos les llega un mal momento o un suceso imprevisto.

¿Quién escribió eso?

Salomón.

El rey sabio.

Pero su sabiduría venía de su Dios; nuestro Dios, Jehová.

Llévenselos.

¿Y cuándo volveremos?

Nunca.

Vuelvan con sus familias.

No sirven para nada.

Beltsasar, tú no.

Ninguno de los cuatro.

Ustedes se quedan.

Tenemos mucho de qué hablar.

No conozco a su Dios, pero ustedes han demostrado ser 10 veces mejores que todos los adivinos y los sacerdotes que conozco.

Aspenaz se encargará de que sirvan en el palacio con mis sabios.

Puede que en Jerusalén desperdiciaran su talento, pero aquí sabremos usarlo.

Por fin derrotamos a Jerusalén.

Nuestro ejército se prepara para asediar Tiro.

Deberían pensar en lo que le pasó a Sedequías.

Los dioses están de nuestro lado.

Jérah, ¿qué pasa?

Noticias de Jerusalén.

¿Adónde vas?

A ver a mi familia.

Este año no ha sido fácil.

Daniel.

Anda, ven.

¿Qué pasa?

Dinos.

Es Jerusalén.

Derrumbaron las murallas.

Quemaron las torres.

Muchos murieron, y...

quemaron la casa de Jehová.

¿Por qué el pueblo no escuchó?

¿Acaso creían que Jehová no podía ver lo que hacían?

Mientras el templo existía, el pueblo tenía esperanza.

Nosotros tendremos esperanza mientras Jehová exista.

Pero Jehová nos rechazó por culpa de nuestra desobediencia.

No es así.

No rechazó a todos.

Jehová le dijo a Ezequiel que a sus ojos tú eres tan justo como Noé y Job.

¿Dijo eso?

Lo dijo.

Si de verdad le importamos a Jehová, ¿por qué estamos desterrados? ¿Por qué no podemos volver?

¿Por qué no podemos estar juntos?

Ahora este es nuestro hogar.

Yo no tengo todas las respuestas.

Mantente cerca de Jehová.

Él te va a bendecir.

¡Llamen a los sabios!

He tenido un sueño, y estoy inquieto.

Quiero saber qué soñé.

¡Oh, rey, vive eternamente!

Cuéntales el sueño a tus siervos.

Y te diremos su interpretación.

¡No!

Si no me revelan el sueño y su interpretación, serán desmembrados y sus casas se convertirán en letrinas públicas.

Sin embargo, si me revelan el sueño y su interpretación, les daré regalos, recompensas y grandes honores.

Tenemos que ganar tiempo para poder consultar a los espíritus.

Encontraremos en los rollos lo que significa el sueño.

—Necesitamos un plan.

—Quiere que le digamos el sueño.

Sí. Nadie ha pedido una cosa así antes.

¿Podremos hacerlo?

¿Qué vamos a hacer?

Pídele más tiempo al rey, para que podamos consultar a los espíritus.

Se ponen de acuerdo para mentirme y engañarme esperando a que cambie la situación.

¿Engañarte?

¡Eso dije!

No hay ningún hombre en la tierra capaz de hacer lo que pide el rey.

Lo que el rey pide es difícil.

Y no hay nadie que pueda revelarle eso al rey salvo...

salvo los dioses.

Arioc, ¡detenlos!

¡Quietos! ¡Quietos!

¡Mátenlos!

Llamen a los sabios. ¡Rápido!

¡Vamos, vamos!

Reúnanlos a todos, por orden del rey.

Jérah.

¡Estás en peligro!

—¿Qué? ¿Qué pasó?

—No lo escuché todo.

Pero los sabios enfurecieron al rey, y ordenó ejecutarlos a todos.

Busca a Ananías, a Misael y a Azarías.

Tráelos. Veré qué averiguo.

Sí. A los caldeos, a los egipcios, a los judíos.

Todos los sabios.

Arioc.

Beltsasar, no deberías estar aquí.

¿Por qué ha dado el rey una orden tan severa?

Tuvo un sueño, y nadie es capaz de decirle qué soñó.

Huye. Si te vas antes de que amanezca, puede que sobrevivas.

¿No te dije que los trajeras?

¿Por qué no están aquí?

¿Por qué los dioses no les dicen nada?

Quiero que me los traigan, a ellos y a sus familias.

Quiero que me miren a la cara y me digan por qué.

¡Despelléjenlos y cuélguenlos!

Dejemos que los dioses vean su carne, y luego echen sus cuerpos al Éufrates.

Aspenaz.

¡Para qué queremos sabios que no saben nada!

¿Qué estás haciendo aquí?

Tengo que hablar con el rey.

Tienes que irte.

Por favor, déjame hablar con él.

Señor, este es Beltsasar.

Oh, rey.

Las interpretaciones vienen de mi Dios, Jehová.

Él sabe qué soñaste y lo que significa.

¿Y dónde está tu Dios? ¿Dónde?

Yo creo que él...

Yo sé que él me revelará tu sueño.

Por favor, dame tiempo.

Tenemos hasta mañana por la mañana.

¿Para qué?

Para revelarle el sueño al rey.

¿Te ha revelado Jehová ya algo del sueño?

Bueno, todavía no.

Pero Jehová te prometió que lo interpretaría, ¿no?

En realidad no.

Daniel, ¿cómo sabes que él te lo va a revelar?

Bueno, no estoy seguro.

Más te vale estarlo.

Su nombre está en juego.

Si él revela el sueño demostrará que es el Dios verdadero.

¿Y si no lo hace?

¿Cómo podemos ayudarte?

Oren.

Pídanle a Jehová que tenga misericordia de nosotros.

Jehová, sé que no nos trajiste aquí para morir.

¿Qué diría la gente?

Les dijimos que tú eres el Dios de los cielos, el único que puede revelar secretos.

Por favor, defiende tu nombre.

¡Jérah!

Encontré a un hombre entre los desterrados de Judá que puede revelarle la interpretación al rey.

Ya sé quién es.

¿De veras puedes revelarme el sueño que vi y su interpretación?

Hay un Dios en los cielos que revela los secretos.

Y él le ha anunciado al rey Nabucodonosor lo que va a suceder en la parte final de los días.

Este es tu sueño: Viste una estatua enorme.

Esa estatua estaba de pie enfrente de ti.

Tú mismo eres la cabeza de oro.

Pero después de ti surgirá otro reino inferior a ti.

Luego surgirá un tercer reino, uno de cobre, que gobernará toda la tierra.

El cuarto reino será fuerte como el hierro.

El reino estará dividido.

Y, como los dedos de los pies eran en parte de hierro y en parte de barro, del mismo modo el reino será en parte fuerte y en parte frágil.

En los días de esos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será destruido ni pasará a manos de ningún otro pueblo.

Hará añicos y pondrá fin a todos esos reinos.

Y será el único que permanecerá para siempre.

El sueño es verdadero, y su interpretación es confiable.

¡Rápido!

Traigan una túnica fina y un collar de oro.

Y quemen incienso delante de él.

Su Dios es Dios de dioses y Señor de reyes y el que revela secretos.

Tu Dios recibirá honra por la honra que te doy a ti.

Te nombro gobernante de toda la provincia de Babilonia.

Señor, estos siervos tuyos también adoran al Dios de los cielos.

¿Podrían ellos también estar a cargo de la provincia?

Prepárenlo todo.

Has demostrado ser mejor que estos que se creen sabios.

Te nombro prefecto principal de todos los sabios de Babilonia.

¿Oyeron lo que dijo Nabucodonosor?

¿Cuando dijo “Su Dios es Dios de dioses y Señor de reyes”?

Jehová escuchó tu oración.

Jehová escuchó nuestras oraciones.

¿Qué va a pasar ahora?

¿Podemos volver a Jerusalén?

No sé lo que sucederá ahora, pero mientras estemos cerca de Jehová...

Él siempre estará con nosotros si tenemos fe en él.

Las estrellas no dicen nada sobre reinos que vayan a hacer añicos a otros reinos.

¡Claro que no!

Es un engaño.

—Pero ¿cómo pudo saber el sueño?

—¡Amar-Utu!

Amar-Utu, ¿hay algún mensaje de los dioses?

He examinado el hígado de una oveja.

Tu futuro es brillante.

Las estrellas de Shabatu, el grande, solo hablan de tu grandeza.

Y yo soy la cabeza de oro.

Lo dijo Jehová.

Tu sueño reveló muchas cosas buenas.

Pero ese Beltsasar es solo un judío.

Debo admitir que es un judío listo.

Pero él no podía interpretar sueños antes de venir aquí.

Primero tuvimos que educarlo y darle un nombre babilonio, un nombre que honra a nuestro gran dios Bel.

Bel usó a este joven cautivo para revelarte cosas importantes.

Bel, no Jehová, a quien tú venciste en Jerusalén.

Así que el árbol son mis enemigos.

Pero, después de los siete tiempos, ¿a quién representa?

Pues... eres tú, oh, rey.

Son inútiles.

¡Por fin!

Beltsasar, jefe de los sacerdotes-magos.

Ninguno de los sabios pudo revelarme la interpretación del sueño que tuve.

Pero tú sí podrás.

Explícame las visiones que tuve en mi sueño.

¿Qué soñaste?

Vi un árbol en medio de la tierra.

Era altísimo, enorme.

El árbol creció y se hizo fuerte, y su copa...

su copa llegó hasta los cielos, llegó hasta los cielos...

Y el árbol creció y se hizo fuerte...

Vi a un santo...

¡Corten el árbol!...

Vi a un vigilante...

¡Corten el árbol!...

Con una atadura de hierro y de cobre.

Dime, ¿quién es el árbol?

Oh, mi señor, que el sueño se cumpla en los que te odian y su interpretación en tus enemigos.

El árbol que viste, que se hizo grande y fuerte, cuya copa llegó a los cielos, el que se veía desde toda la tierra, que tenía un follaje hermoso, mucho fruto y comida para todos, bajo el que vivían los animales del campo y en cuyas ramas residían las aves del cielo, ese árbol eres tú, oh, rey.

Y el rey vio a un vigilante, un santo, que bajaba de los cielos diciendo: “Corten el árbol y acaben con él, pero dejen el tocón con sus raíces en la tierra, con una atadura de hierro y de cobre.

Que lo moje el rocío del cielo y que esté con los animales del campo hasta que pasen siete tiempos por él”.

Esta es la interpretación, y este es el decreto del Altísimo.

Oh, rey, te van a echar de entre los hombres, y vivirás con los animales del campo y comerás hierba como los toros.

El rocío del cielo te mojará, y pasarán siete tiempos por ti, hasta que tú sepas que el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad y que él se lo puede dar a quien él quiera.

Pero, como dijeron que se dejara el tocón del árbol con sus raíces, recuperarás tu reino cuando reconozcas que los cielos están gobernando.

Apártate de tus pecados haciendo lo que está bien, y de tu maldad siendo compasivo con los pobres.

Y puede que se prolongue tu prosperidad.

¿Sabe Beltsasar cuándo sucederá esto?

No.

Pero tus sabios no creen que su interpretación sea confiable.

Mira los hechos.

Los dioses de Egipto les dijeron a los egipcios que nos derrotarían.

Pero tú los venciste.

Así que ¿por qué deberíamos creer al Dios de los judíos?

Has conseguido mucho.

Los dioses están contigo.

Tú has hecho de Babilonia el mayor reino de la tierra.

Beltsasar quiere que tú te humilles como un esclavo.

¡Tú!

Si el rey es fuerte, el reino también lo será.

Sigamos hablando de las estrellas de Enlil.

La estrella Lugal es la que más brilla en la constelación Urgula.

Las estrellas son confiables, no como los dioses de las naciones vencidas.

Vuelve a Jerusalén.

Ah, claro, no puedes, porque no queda nada de ella.

¿Te ha revelado Jehová algo nuevo?

Ya han pasado 10 meses, y el rey todavía no se ha vuelto loco.

Confío en mi Dios.

Y nosotros en los nuestros.

Pero, cuando leemos las estrellas, elegimos cómo interpretar el mensaje.

Tú eres responsable de lo que dices.

Y, cuando un sabio miente, bueno, entonces...

Yo solo dije lo que Jehová reveló.

¿Olvidaste lo que hizo el rey cuando no supieron interpretar el sueño de la imagen?

Mandó matar a los sabios.

Y aquella fue una interpretación buena para el rey, él era la cabeza de oro.

Esta vez dijiste que enloquecería, y no ha pasado nada.

Pero va a pasar.

Puede que sí o puede que no.

Pero lo que dijiste va contra el rey.

Es traición.

Y nadie puede protegerte de eso.

Diez meses.

No ha pasado nada.

Lo que dijiste va contra el rey.

Y el rey todavía no se ha vuelto loco.

Es traición.

Y nadie puede protegerte de eso.

Para que siempre tengas las palabras de Jehová contigo.

“Enséñame tu camino, oh, Jehová”.

“No me entregues a mis adversarios, porque testigos falsos se han levantado contra mí y me amenazan con violencia.

¿Dónde estaría yo si no hubiera tenido fe en que vería la bondad de Jehová en la tierra de los vivos?”.

Por favor, haz una prueba con tus siervos durante 10 días.

Sin embargo, tienen mejor aspecto que los otros.

Sigue dándoles los mismos alimentos.

No conozco a su Dios, pero ustedes han demostrado ser 10 veces mejores que todos los adivinos y los sacerdotes que conozco.

Tuvo un sueño, y nadie es capaz de decirle qué soñó.

Jehová escuchó tu oración.

“Pon tu esperanza en Jehová; sé valiente y fuerte de corazón.

Sí, pon tu esperanza en Jehová”.

Preparen un sacrificio para Bel.

—Por los dioses.

—Por los dioses.

Esta ciudad es la joya del mundo.

Miren la Puerta de Istar, los jardines...

el zigurat es tan alto que llega hasta los mismos dioses.

Nadie lo pone en duda.

Es extraño que hace un año uno de tus sirvientes dijera que te ibas a volver loco.

¿No es esta Babilonia la Grande, la que yo mismo he construido para la casa real con mi propia fuerza y poder, para la gloria de mi majestad?

Oh, rey Nabucodonosor, a ti se te dice: “El reino se te ha quitado y se te echa de entre la humanidad.

Vivirás con los animales del campo y comerás hierba como los toros.

Pasarán siete tiempos por ti, hasta que sepas que el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad y que él se lo da a quien él quiere”.

¡No!

¡No!

¡No!

¡Padre!

¡Padre!

Tú y tus sabios se equivocan constantemente.

¿Cómo se atreven a decir que Daniel es un fraude?

Todo es un truco.

Daniel conspiró contra tu padre.

Un truco.

¿Y cómo hizo que se cumpliera?

Todo lo que él dijo se cumplió, no como las cosas que dicen ustedes.

Mi padre confiaba en ustedes, y yo también.

Pero estaban equivocados.

Me da igual si falló Marduk o fallaron ustedes...

Dime, ¿quién es este Dios de los cielos, Jehová?

¡Qué historia tan emocionante!

Y hay mucho más que aprender de la vida de Daniel.

Veremos la segunda parte en la última sesión de la asamblea.

Al igual que Daniel, nos enfrentamos a la oposición y a las mentiras que dicen sobre nosotros.

¿Cómo podemos evitar que se debilite nuestra fe?

Por favor, presten mucha atención al hermano David Splane, del Cuerpo Gobernante, que presentará el discurso “Luchen con todas sus fuerzas por la fe”.

“Luchen con todas sus fuerzas por la fe”.

Esas son palabras de Judas el medio hermano de Jesús.

Y es importante que las analicemos en su contexto.

Vamos a hacerlo.

Por favor, busquen Judas 3 y dejen la Biblia abierta porque vamos a analizar otro versículo de Judas.

Eso nos ayudará a entender lo que Judas quería decir.

Judas 3 dice: “Amados, estaba haciendo todo lo posible por escribirles acerca de la salvación que tenemos en común.

Pero me pareció necesario escribirles para rogarles que luchen con todas sus fuerzas por la fe”.

El propio Judas había estado luchando “con todas sus fuerzas por la fe”.

Piensen en esto: solo tres años antes, su hermano carnal Santiago murió apedreado por orden del sumo sacerdote Ananías.

Eso fue un ataque directo al pueblo de Dios.

Y debió haber sido muy doloroso para Judas y otros cristianos.

Pero miren qué interesante: Judas no está advirtiendo a sus hermanos sobre el sumo sacerdote Ananías o la persecución.

Él está hablando de otra cosa, de otro tipo de ataque, uno más sutil.

Leamos el versículo 4 para ver por qué escribió esta carta.

Fíjense en las primeras palabras: “La razón es”, o sea, “por esto es que les estoy escribiendo, hermanos”.

“La razón es que entre ustedes se han metido disimuladamente algunos [...] que hace mucho tiempo fueron señalados por las Escrituras para su condena”.

Así que Judas estaba hablando de falsos hermanos, que eran un verdadero peligro para las congregaciones, en cierto modo, un peligro mayor que la persecución directa.

¿Y se fijaron en qué dijo sobre esos falsos hermanos?

Que se habían “metido disimuladamente”.

Ocurrió en aquellos días, y también ocurre ahora.

Hermanos, esto es un asunto muy serio del que queremos hablar hoy.

Piensen en esto: ¿desapareció la congregación cristiana por culpa de la persecución en los siglos segundo y tercero?

No.

Fue por culpa de falsos hermanos y enseñanzas apóstatas.

Así que el Diablo puede usar ataques directos.

Puede usar la persecución para tratar de machacar la estructura de la congregación cristiana.

Pero, a veces, trata de corromper la congregación desde adentro.

Este es un ataque sutil.

Sea cual sea el método que use, tenemos que luchar.

Nuestra fe está en juego.

Y vale la pena luchar por ella.

Es un regalo de Jehová.

Tenemos que protegerla.

Es parte del fruto del espíritu.

Luchemos con todas nuestras fuerzas por la fe.

En este discurso no hablaremos de la persecución, sino de dos métodos sutiles que Satanás usa para debilitar nuestra fe: la apostasía y comentarios negativos en los medios de comunicación sobre los Testigos.

Hablemos primero de la apostasía.

Podríamos llamarla veneno espiritual.

Pensemos en el veneno, ¿cómo podemos evitar ser envenenados?

Primero, tenemos que saber reconocer el veneno y después evitarlo.

El mismo principio aplica a las enseñanzas que pueden destruir nuestra fe.

Pero no siempre es fácil.

Es verdad que la mayoría de los hermanos no hablarían con los apóstatas a propósito, pero podría ocurrir sin darnos cuenta.

A veces recibimos cartas de hermanos que están preocupados por algo que vieron en una página web, una acusación, un rumor sobre nosotros o la organización...

Y el problema es que no tienen ni idea de que son los apóstatas los que están detrás.

Y es que los apóstatas no se anuncian diciendo: “Usted se encuentra en una página apóstata”.

A menudo se hacen pasar por Testigos sinceros que tienen dudas o preguntas.

Y hay otros que, aunque no son apóstatas, pueden causar tanto daño como ellos con sus comentarios negativos y sus críticas.

Hermanos, tenemos que tener cuidado, esto es serio.

Supongamos que, por curiosidad, usted entra en un chat o un foro de personas que dicen que son testigos de Jehová —a lo mejor lo son, pero no lo sabe, no los conoce—, y alguien empieza a hacer preguntas.

“¿Vieron el último programa de JW Broadcasting?

¿De verdad creen que fue animador?”.

O “¿creen que los hermanos que escriben los artículos de La Atalaya saben lo que es el mundo real?

¿Se darán cuenta de lo difícil que es la vida aquí afuera?”.

Y luego otros responden con comentarios negativos también.

Usted no sabe si estas personas son apóstatas, o solo son hermanos que están muy mal espiritualmente, pero ¿importa eso?

¿Cómo le hacen sentir?

Cuando sale del chat, ¿se siente animado?, ¿con ganas de ampliar su ministerio?, ¿más convencido que nunca de que Jehová tiene una organización a la que usted ama y de la que se siente agradecido y orgulloso de pertenecer?

¿O más bien se queda triste, inquieto o incómodo?

Alguien podría decir: “Tengo que participar en ese chat para ayudar a esas personas”.

Pero es que no deberían estar ahí.

Aunque no sean apóstatas, no se están haciendo ningún bien.

Quedarse en ese foro para “ayudar” a alguien sería como tomarle de la mano mientras se bebe el veneno y, además, beber un poquito para que no beba solo.

Tenemos que seguir el consejo que encontramos en Romanos 16:17.

Pensemos en el chat imaginario que acabamos de describir mientras leemos Romanos 16:17.

Piensen en todos los comentarios negativos que hay en ese chat —no sabemos quién los dice—, y ahora leamos Romanos 16:17.

Dice: “Hermanos, ahora les ruego con firmeza que vigilen a los que crean divisiones y obstáculos que van en contra de las enseñanzas que [...] han aprendido, y que los eviten”.

Pensemos en el chat.

¿Crea divisiones?

Sí.

¿Podría ser un obstáculo para la fe?

Podría.

¿Va en contra de lo que hemos aprendido?

No tenemos ni que contestar esa pregunta.

Sea a propósito o no, esos comentarios podrían debilitar nuestra fe.

¿Qué debemos hacer?

¿Qué dice Pablo al final del versículo 17?

Dice que los evitemos.

Ahora me gustaría decirles algo a los que participan en estos chats o foros.

Tal vez se valgan de ellos solo para desahogarse, por decirlo así.

Quizás están pasando algunas cositas en la congregación que no entienden...

o decisiones de los ancianos con las que no están de acuerdo...

Así que escriben lo que piensan en el foro para desahogarse, y así se sienten mejor.

Pero ¿qué hay de los que lean sus comentarios?

¿Cómo les afectarán?

¿No se sentiría fatal si por culpa de sus comentarios negativos alguien dejara la verdad?

Yo sé que usted no quiere que eso ocurra.

Así que, por favor, por favor, tenga cuidado con lo que diga.

Bueno, alguien podría decir: “Las advertencias sobre los apóstatas son para los que están débiles, pero eso a mí no me afecta.

Yo estoy fuerte espiritualmente”.

Eso es como si un levantador de pesas pensara que puede beber veneno y que no le pasará nada porque él es grande y fuerte.

No somos tan fuertes, tan espirituales ni tan inteligentes como para que no nos afecte el veneno de las ideas apóstatas.

¿Cuándo podríamos sentirnos presionados a leer algo escrito por los apóstatas?

Piense en esta situación: usted tiene una estudiante de la Biblia, y el esposo le envía a ella un enlace a una página apóstata, y le dice: “Lee esto para que veas dónde te estás metiendo”.

Su estudiante está preocupada y le pide que lo lea para saber qué piensa.

Pues no debería hacerlo, porque Pablo dice “evítenlos”.

Así que no deberíamos leer información apóstata o buscar en las redes sociales para ver qué dicen de nosotros.

¿Qué podría decirle a su estudiante?

Podría decirle algo así: “Puedo entender que esto te preocupe bastante y es normal que quieras saber dónde te estás metiendo.

Una sugerencia.

No tenemos nada que esconder, así que cuando vayas a las reuniones presta atención a lo que dicen los hermanos.

Fíjate en cómo nos tratamos unos a otros.

Averigua cómo se financia nuestra organización.

Conoce a los ancianos y a sus esposas.

Saluda al superintendente de circuito y a su esposa.

Visita la central mundial o la sucursal, yo voy contigo, yo te ayudo.

Quiero que conozcas a fondo nuestra organización.

Si lo haces, seguro que te darás cuenta de que lo que dicen sobre nosotros es mentira”.

Quizás se les ocurra algo mejor, esta es solo una idea.

Solo unas gotas de veneno en una bebida son suficientes para hacer mucho daño.

Los apóstatas a menudo mezclan algunas verdades con mentiras.

¿Recuerdan a Elifaz, uno de los supuestos amigos de Job?

Algo de lo que dijo era verdad.

Busquemos Job 5:13.

Les doy un momento.

A ver si lo que voy a leer les suena familiar.

“Él atrapa a los sabios en su propia astucia para arruinar los planes de los maquinadores”.

“Atrapa a los sabios en su propia astucia”.

¿Les suena familiar?

¡Claro! El apóstol Pablo dijo lo mismo en 1 Corintios 3:19.

De hecho, la referencia marginal, la letra pequeñita que vemos aquí, nos lleva a 1 Corintios 3:19.

Es posible que Pablo estuviera citando a Elifaz.

Así que eso era cierto, pero ¿qué pensaba Jehová de todos los argumentos de Elifaz?

Vamos a leer Job 42:7 para ver la opinión de Jehová.

Job 42:7: “Cuando Jehová terminó de hablar con Job, Jehová le dijo a Elifaz el temanita: ‘Estoy furioso contigo y con tus dos amigos, porque ustedes no han dicho la verdad sobre mí como lo ha hecho mi siervo Job’ ”.

Algunas verdades mezcladas con mentiras.

Además, parte de lo que dijo Elifaz estaba inspirado por demonios.

¿Cómo lo sabemos?

Él lo reconoció.

Vayamos a Job 4:15-17.

Les doy un momento, es muy interesante.

Job 4:15-17.

Elifaz dice: “Un espíritu pasó por delante de mi rostro; el vello de mi cuerpo se erizó.

Entonces el espíritu se detuvo, pero no reconocí su apariencia”.

Parémonos aquí por unos segundos.

“No reconocí su apariencia”.

Así que él no sabía con quién estaba hablando, tal como alguien en un chat o en un foro quizás no sepa con quién está hablando.

Continuamos leyendo: “Había una silueta frente a mis ojos; y, tras un silencio, oí una voz: ‘¿Acaso puede el hombre mortal ser más justo que Dios?

¿Puede el hombre ser más puro que su Creador?’ ”.

¿Debería sorprendernos que un demonio se involucrara en la conversación entre Job y sus falsos amigos?

Pues no.

Aquello no era un asunto cualquiera.

Era algo importantísimo.

Satanás había desafiado a Jehová delante de todos los ángeles diciendo que ningún hombre sería íntegro bajo prueba.

Aquel demonio estaba usando a Elifaz para desmoralizar a Job y debilitar su fe.

Job tenía que luchar por su fe, y eso es lo que hizo.

En algunos lugares, hay un mayor número de apóstatas que en otros.

Si usted vive en una zona en la que hay muchos apóstatas, es posible que las personas de su territorio los escuchen y quieran hablar de sus ideas con usted.

En ese caso, ¿qué debería hacer?

No se ponga a discutir con los apóstatas.

No lea sus comentarios.

Pídales a los ancianos o a otros hermanos experimentados ideas sobre cómo responder a los amos de casa.

¿De verdad son tan venenosas las enseñanzas apóstatas?

Vamos a verlo.

Prestemos atención al siguiente video.

A los cuarenta y tantos años, estaba divorciada, tenía tres niños en casa, tenía tres trabajos, y además me había alejado de la congregación.

Tenía un conocido que me decía que yo estaba en una secta y que debía leer cierta información que él me iba a dar.

Cuando tenía como 30 años, un compañero de trabajo me vio intentando entrar en jw.org, y se dio cuenta de que era Testigo.

Entonces me contó que conocía a alguien de otro país que podía demostrarme que los Testigos no tenían la verdad.

Eso me dio curiosidad, y poco a poco empecé a leer información apóstata.

Me crie en la verdad, y tomé la decisión de dedicar mi vida a Jehová a los 16 años.

Pero empecé a juntarme con personas que ya no estaban en la verdad y con gente que sabía algunas cosas de Jehová y de su organización.

Y así fue como la apostasía empezó a afectarme.

Al leer aquella información, podía ver que no era cierta.

Pero, cuando te estás alejando de la verdad, buscas una razón para no creer.

Empecé a llenar mi mente de diferentes filosofías, diferentes ideas, y hasta empecé a estudiar diferentes religiones.

Y me convencí a mí mismo de que solo era algo intelectual.

Pero empezó a cambiar mi modo de ver las cosas.

Los ancianos intentaron ayudarme, pero yo me puse a rebatirles con mucha agresividad, hasta les dije que la historia del arca de Noé era un cuento, que no era más que un mito.

Las ideas apóstatas que estaba leyendo empezaron a calar cada vez más hondo en mi corazón.

Dejé de leer nuestras publicaciones, dejé de asistir a las reuniones, y al final abandoné mi rutina espiritual.

Decidí tratar de encontrar la verdad en otra parte.

Me puse a buscar un grupo que creyera en lo que yo sabía que la Biblia enseñaba, pero no encontré ninguno.

Un domingo por la mañana, pasé por delante del Salón del Reino y me dije a mí misma: “¡Ja!, ahí están, esperando a que llegue Armagedón”.

Pero, en cuanto ese pensamiento se me vino a la mente, me dije: “Al menos ellos se sienten bien consigo mismos, ¿puedes decir tú lo mismo?”.

La respuesta era “No”, me sentía fatal.

Los ancianos, usando muy bien las Escrituras y razonando conmigo, me ayudaron a ver que me había dejado llevar, que me había dejado atrapar, por filosofías humanas, por razonamientos falsos y vacíos.

Hice una oración en la que le supliqué a Jehová que me mostrara cómo encontrar la verdad.

Y me quitó esa sensación de vacío que tenía, un vacío espiritual.

Me di cuenta de que la amistad con Jehová es lo más valioso que uno puede tener en la vida.

Tenía que volver.

Empecé a estudiar la Biblia con la actitud correcta.

Quería que influyera en mi mente y en mi corazón, y que me ayudara a cambiar mi conducta.

A medida que iba estudiando, notaba cómo Jehová me bendecía.

Jehová me ayudó a recuperar mi amistad con él.

Empecé a usar el nombre de Jehová y a hablar de él con otras personas.

Eso me hacía muy feliz.

Comencé a tener muy buenos resultados en la predicación.

Es un gran honor poder ayudar a alguien a amar a Jehová.

Me hacía muy feliz estar de nuevo bajo las alas de Jehová y estar en paz conmigo misma.

¡Cuánto nos ama Jehová!

Él quiere ayudarnos.

¿Y qué mejor ayuda podríamos tener?

No hay nadie mejor en el universo.

Ahora hablemos del segundo desafío al que nos enfrentamos: los comentarios negativos sobre nosotros en los medios.

Hay un principio que podemos seguir, Proverbios 14:15.

Dice: “El ingenuo se cree todo lo que le dicen, pero el prudente mide bien todos sus pasos”.

Algunas personas se creen todo lo que leen en los periódicos o ven en la televisión.

Y usted, ¿debería hacerlo?

Piense en esto: está predicando de casa en casa y le sale una persona que le dice: “Ustedes, los Testigos, son malas personas.

Dejan morir a sus hijos, no creen en la medicina”.

Y usted le pregunta: “¿Conoce a algún testigo de Jehová personalmente?”. “No”.

“Entonces, ¿de dónde sacó la idea de que dejamos morir a nuestros hijos y de que no creemos en la medicina?”.

Y la persona dice: “Lo sé de buena fuente.

Lo leí en el periódico”.

Claro, y si está en el periódico tiene que ser verdad, ¿no?

No necesariamente.

Recuerde que los periodistas tienen fechas límite para entregar sus artículos, y puede que no tengan tiempo ni ganas de corroborar los hechos.

O puede que el redactor escriba un artículo sin prejuicios, pero luego el editor lo cambie.

Quizás al editor no le gustan los testigos de Jehová o haya escuchado mentiras sobre nosotros.

Qué triste que tantas personas en el mundo se crean todo lo que leen.

Hermanos, no hagamos lo mismo; no seamos ingenuos, comprobemos bien la información.

A veces, hay programas en la televisión que hablan sobre los Testigos.

Algunos de ellos son razonables y justos, pero muchos, por no decir la mayoría, no lo son.

Y, cuando no lo son, a menudo es porque los productores ya tienen una opinión negativa sobre los Testigos, y solo buscan información que apoye sus prejuicios.

Y ¿a quiénes acuden?

A apóstatas y líderes religiosos.

Y ellos les dicen a qué personas entrevistar.

Y ya sabemos lo que dirán esas personas.

En el último momento, puede que entrevisten a algún hermano para que el programa parezca imparcial, pero el programa no estaba pensado para serlo.

Estaba preparado para ser parcial y dar una imagen negativa de los testigos de Jehová.

Por otro lado, algunos medios de comunicación son muy cuidadosos con lo que publican y quieren que todas las partes implicadas estén representadas.

Y, si hablan bien de los Testigos, habrá consecuencias.

Si un periódico publica algo positivo sobre nosotros, las Iglesias se van a quejar: “Tenemos feligreses molestos.

Están suscritos a su periódico y no les gusta leer cosas positivas sobre los testigos de Jehová”.

¿El mensaje?

“Si lo vuelven a hacer, van a perder lectores”.

Ahora bien, a través de la historia, siempre ha habido informes negativos sobre el pueblo de Jehová, no es algo nuevo.

Piensen en los días de la reina Ester.

El malvado Hamán le da un informe negativo al rey Asuero.

“Los judíos no obedecen nuestras leyes, son una amenaza para la sociedad”.

¿Comprobó Asuero si aquello era cierto?

¿Pidió pruebas?

No.

Asuero fue ingenuo, se dejó llevar por lo que le dijo Hamán.

Bueno, hoy día hay muchas personas como Hamán.

Y usan las mismas tácticas.

De hecho, consiguen engañar a algunas autoridades.

Estas se creen las calumnias de los apóstatas.

Si tan solo se molestaran en contrastar la información.

Sabrían que les están mintiendo, pero es que no comprueban los hechos.

Hermanos, esto también es triste, que las autoridades se dejen llevar por las mentiras.

Ustedes no se dejen llevar.

¿Alguna vez han escuchado hablar de los juicios mediáticos?

Suele pasar esto: alguien es acusado de un delito, el caso sale en todos los medios de comunicación, y los medios presentan los hechos de tal modo que todo el mundo que los oye cree que la persona es culpable.

Para evitar que los denuncien por difamación o calumnia, los periodistas escogen con mucho cuidado sus palabras.

Y hay que entender qué es lo que están diciendo.

Este texto nos ayudará, Job 12:11.

Es impresionante la cantidad de principios que estamos sacando de Job en este discurso.

Job 12:11.

Aquí está hablando Job y dice: “¿Acaso el oído no prueba las palabras como la lengua saborea la comida?”.

“¿Acaso el oído no prueba las palabras?”.

¿Qué quiere decir eso?

Que, si nos enteramos de que los apóstatas van a salir en un programa de televisión, ¿deberíamos verlo para ver si lo que dicen es cierto?

No.

Básicamente significa comprobar cuál es la fuente de esas palabras.

Si los que hablan son apóstatas, ¿por qué deberíamos creer lo que dicen?

Pongamos un ejemplo: se encuentran un frasco con una etiqueta que dice “veneno”.

¿Necesitan abrirlo y probar un poquito para ver si de verdad es veneno?

La etiqueta dice que es veneno.

Volvamos al texto de Job.

¿De qué otra manera podemos probar las palabras?

Lo hacemos fijándonos en lo que de verdad significan las palabras.

Dijimos que los medios de comunicación y los periodistas escogen muy bien las palabras para evitar denuncias.

Supongamos que una noticia dice que alguien ha sido acusado de un delito o que está siendo investigado.

Bueno, tenemos dos palabras: acusado e investigado.

Eso no quiere decir que sea culpable.

O supongamos que alguien es condenado y va a la cárcel.

Bueno, podemos decir eso de los hermanos de Corea, fueron condenados y encarcelados.

¿Y por qué?

Por negarse a matar a otros.

¿Hicieron algo malo?

Y, si un tribunal declara culpable a alguien, como le pasó a Jesús, eso no significa que para Dios sea culpable.

Así que, hermanos, tenemos que reflexionar en estas cosas.

Puede que leamos que una persona o una organización es demandada, pero se llega a un acuerdo fuera del tribunal.

¿Significa eso que la parte demandada es culpable?

No necesariamente.

Y, en algunos países, a menudo los casos son juzgados por un jurado.

¿Y quiénes están el jurado?

Ciudadanos normales, sin conocimientos de leyes.

Pero no solo eso.

Estos ciudadanos no siempre tienen acceso a todas las pruebas, porque el juez y los abogados deciden qué datos darle al jurado.

Así que es poco probable que se sepa toda la verdad en el juicio.

De hecho, es posible que ninguna de las partes quiera que se sepa toda la verdad.

A veces, los abogados omiten a propósito información que pudiera perjudicar a sus clientes.

Además, los miembros del jurado tienen prejuicios, como todo el mundo, y hay quienes no son capaces de dejarlos a un lado.

Voy a contarles una historia real.

Hace un tiempo, un abogado me habló de un caso que tuvo.

Se trataba de un doctor acusado de negligencia médica.

Y había un jurado.

En el juicio, se demostró claramente que el doctor era culpable.

Pero el jurado decidió que el paciente no recibiera ni un centavo.

El abogado, confundido, les preguntó a dos miembros del jurado después del juicio: “Por favor, ¿podrían decirme qué parte del testimonio no creyeron?”.

Le contestaron: “Bueno, es que no lo tuvimos en cuenta.

El doctor era tan atractivo que no queríamos que pagara nada”.

Con personas así juzgando, no sorprende que muchos abogados prefieran resolver los casos fuera de los tribunales.

Pero alguien podría decir: “Yo no creo en los acuerdos fuera del tribunal, yo creo en la justicia”.

Así que surge la pregunta ¿está mal llegar a un acuerdo para no ir a juicio?

¿Qué dice la Biblia?

Veamos lo que dijo Jesús sobre esto.

Busquemos Mateo 5:25, 26.

Es interesante que Jesús hablara de este tema junto con otras cosas importantes que enseñó.

Mateo 5:25, 26: “Si un adversario te lleva a juicio, trata de resolver las cosas cuanto antes, mientras aún van de camino al tribunal, no sea que tu adversario te entregue al juez, el juez te entregue al guardia del tribunal y tú acabes en prisión.

Te aseguro que de ningún modo saldrás de allí hasta que hayas pagado la última monedita”.

Esto es interesante.

Pensemos en la Ley de Moisés.

¿Decía la Ley que se podía meter a alguien en la cárcel si no podía pagar una deuda?

No decía eso.

Para pagar la deuda tenía que trabajar.

O un familiar tendría que hacerlo.

Así que, cuando Jesús habla aquí de una prisión y de un juez, está claro que se refiere a lo que haría un juez no judío.

Por lo que no esperaríamos que fuera un juez justo.

¿Y qué podría llevarlo a condenar a nuestro hermano?

Bueno, quizás la otra parte lo haya sobornado.

O quizás tuviera prejuicios contra él por su raza o por su religión.

Fíjense en que Jesús no dijo que resolviera el asunto antes del juicio solo si era culpable.

Así que, hermanos, no seamos ingenuos.

No se crean todo lo que leen.

Solo porque sea un artículo del periódico no significa que sea cierto.

Y el que lo escribió tiene su opinión, y puede estar equivocado.

Y los productores de televisión tienen sus propios intereses, prejuicios y puntos de vista.

Así que, hermanos, ¿qué podemos decir, entonces, para concluir?

Nuestra fe está siendo atacada.

Tenemos que luchar.

Y Jehová nos da lo que necesitamos para poder luchar.

Algo que él nos da es la amistad de nuestros hermanos.

Satanás tratará de alejarnos de ellos, tratará de debilitar nuestra fe.

Intentará influenciarnos con malas compañías sin darnos cuenta.

Pero Jehová nos da amigos en la congregación, personas a las que conocemos, a las que amamos.

Personas que de verdad quieren lo mejor para nosotros.

Recordemos el principio que encontramos en Proverbios 13:20: “El que anda con los sabios se hará sabio, pero el que se junta con los insensatos acabará mal”.

Usted conoce a los hermanos de su congregación, sabe que son sabios, sabe que quieren lo mejor para usted.

Pero, en un foro de internet, probablemente no sepa si está andando con personas sabias, por lo menos al principio.

Así que tenga cuidado, y si la conversación se vuelve negativa sálgase.

Satanás está detrás de las enseñanzas engañosas de los apóstatas.

Él es el “padre de la mentira”.

Y los que mienten están haciendo exactamente lo que hace su padre.

Los apóstatas no tienen nada que ofrecernos, hermanos.

Lo único que ofrecen es odio.

Solo ofrecen críticas y comentarios negativos.

Pero qué bien nos sentimos cuando estamos con quienes aman a Jehová.

Él nos da muy buenos amigos, compañías edificantes.

Además, nos da la verdad de su Palabra, y un conocimiento exacto de la verdad es la mejor defensa contra la apostasía.

Lea la Biblia todos los días y medite en ella.

Preste atención a las palabras.

Fíjese en lo que quieren decir.

Sea como los bereanos mencionados en Hechos 17:10, 11.

Vamos a leerlo.

Hechos 17:10, 11: “Esa misma noche, los hermanos enviaron a Pablo y a Silas a Berea.

Cuando llegaron, fueron a la sinagoga de los judíos.

Pero estos judíos eran más nobles que los de Tesalónica, porque aceptaron la palabra con muchísimo interés, y todos los días examinaban con cuidado las Escrituras [todos los días examinaban con cuidado las Escrituras] para ver si estas cosas eran tal como les decían”.

Pablo compara a los bereanos con los tesalonicenses.

¿Qué sabemos de los tesalonicenses?

En aquellos días no existía YouTube, pero parece que los tesalonicenses escucharon el rumor de que “el día de Jehová” había llegado.

¿Quién esparció ese rumor?

¿Un apóstata?

Puede ser.

O también puede ser que alguien lo escuchara y lo repitiera sin comprobar si era cierto.

¿Alguna vez ha hecho eso?

¿Repetir algo que le contaron sin saber si era cierto?

Creo que todos debemos reconocer que hemos hecho eso alguna vez.

Pero ¿cómo reaccionaron los tesalonicenses?

Se asustaron.

Perdieron el buen juicio fácilmente.

No queremos que eso nos pase a nosotros.

Cuando escuchemos algo, comprobémoslo.

No lo repitamos, no nos lo creamos, comprobémoslo.

Colosenses 2:6, 7, el último texto que vamos a leer en este discurso.

Aquí Pablo explica cómo podemos evitar perder el juicio fácilmente.

Leamos este último texto, Colosenses 2:6, 7: “Por lo tanto, tal como han aceptado a Cristo Jesús el Señor, sigan andando en unión con él [si hacemos eso, estaríamos andando con alguien sabio], siendo arraigados en él, edificados sobre él [y noten lo que dice ahora] y estabilizados en la fe, como se les enseñó”.

Si estamos estables en la fe, no nos dejaremos llevar por las acusaciones falsas de los apóstatas ni de los medios.

En tiempos de guerra, a menudo se esparcen rumores falsos.

Hermanos, estamos en guerra.

Y tenemos que luchar con todas nuestras fuerzas por la fe.

Nuestra vida está en juego.

Gracias, hermano Splane, por este discurso tan interesante.

Esta sesión nos ayudó a proteger nuestra fe y a actuar con fe.

¿Qué veremos en las dos últimas sesiones?

El texto temático será Mateo 21:21, que dice en parte: “Si tienen fe [...] pasará”.

La siguiente sesión comenzará con una serie de discursos que habla de mujeres de fe.

Y estamos deseando escuchar el discurso público, titulado “Tengan fe en las buenas noticias”.

Ahora cantemos la canción 38, que dirige la atención a nuestra fuente de poder, Jehová.

La canción se titula Jehová te cuidará. Después de la canción pueden hacer una oración para finalizar.

Canción 38.



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