¡Bienvenidos, queridos hermanos!
El video musical para esta sesión va a comenzar.
Cuando lo vean, piensen en cómo podrían ustedes imitar la fe de estos hermanos.
Esperamos que les guste mucho.
Les damos la bienvenida a esta sesión de la asamblea “Poderosos gracias a la fe”.
Corresponde a la sesión del domingo por la mañana en el programa impreso.
El tema está basado en la promesa de Jesús que hay en Mateo 21:21, que dice en parte: “Si tienen fe [...] pasará”.
Los invitamos a cantar juntos la canción 137, Fieles, valiosas, amadas. Repetimos, canción 137.
Por desgracia, algunos creen que las mujeres son inferiores a los hombres y que valen menos.
¡Qué equivocación!
Como veremos en esta serie de ocho discursos, hay mucho que aprender de las mujeres de fe.
Cada orador presentará al siguiente.
Para empezar, prestemos atención al hermano Kenneth Cook, miembro del Cuerpo Gobernante, quien presentará el discurso “Imitemos a las mujeres de fe.
Sara”.
A lo largo de la vida conocemos a personas que jamás olvidaremos, tanto buenas como malas.
Pero las personas de las que más nos gusta acordarnos son las más importantes para nosotros y las más queridas.
Y a Jehová le pasa lo mismo que a nosotros.
Él recuerda a todos los seres humanos que han vivido —justos e injustos— y resucitará a millones de ellos.
Pero lo que más le gusta a Jehová es recordar a quienes tuvieron una fe fuerte y fueron sus amigos, entre ellos muchas mujeres fieles.
La Biblia está llena de relatos de mujeres que tuvieron una fe fuerte.
En esta serie, analizaremos el ejemplo de varias mujeres fieles que tuvieron diferentes circunstancias.
Veremos por qué necesitaron fe, cómo la demostraron y cómo podemos todos imitar su ejemplo de fe.
Comenzaremos hablando de Sara, una fiel sierva de Dios.
Sara necesitó fe, ¿por qué?
Bueno, porque, al igual que su esposo, Abrahán, Sara aceptó llevar una vida nómada —con todo lo que eso conlleva— porque Jehová se lo pidió.
Hebreos 11:8 dice de Abrahán: “Por la fe, Abrahán obedeció cuando [...] salió hacia un lugar que iba a recibir como herencia.
Salió aunque no sabía adónde iba”.
Aunque aquí habla de Abrahán, lo mismo puede decirse de Sara.
Ella también obedeció el mandato que Jehová le había dado a su esposo y lo acompañó cuando se fueron de la próspera ciudad de Ur.
Sin duda, tuvo que dejar atrás a sus parientes y también muchas comodidades.
En Génesis 12:1, leemos que Jehová le dijo a Abrahán: “Sal de tu país [y] deja a tus parientes”.
Mudarse nunca es fácil.
De hecho, mudarse es una de las cosas más estresantes que una persona puede hacer, sobre todo si esto implica irse lejos de familiares o de amigos.
No hay duda de que Sara necesitaba fe, y la demostró.
Ella ayudó a su esposo a cumplir la orden de Jehová.
Y eso significó que tendría que llevar una vida completamente diferente.
Con su obediencia, demostró que tenía una fe fuerte en Jehová.
Veamos ahora a qué retos debió enfrentarse Sara cuando aceptó llevar aquella nueva vida.
Cuando vivíamos en Ur, teníamos todo tipo de comodidades.
Pero Jehová nos dio una comisión que jamás habríamos imaginado, una comisión que nos obligó a dejar atrás la vida que amábamos.
Pero, en vez de mirar atrás, Abrahán y yo nos concentramos en lo que teníamos por delante.
Jehová ya nos había ayudado mucho, y sabíamos que estaría con nosotros en cada paso del camino.
Y lo estuvo.
Hizo cosas por nosotros que no habríamos podido imaginar nunca.
Jehová no solo nos ayudó, sino que cumplió todo lo que nos había prometido.
Como acabamos de ver, ¿qué cosas hizo Sara que demostraron su fe?
Se concentró en lo que tenían por delante.
También meditó en lo que Jehová ya había hecho por ellos.
Ella y Abrahán ya habían visto la ayuda de Jehová en sus vidas.
¡Eran sus amigos!
Y Jehová confiaba en ellos; sabía que le obedecerían porque ya lo habían hecho en el pasado.
Como era una mujer de fe, Sara confiaba en que Jehová estaría con ellos y los ayudaría en su nueva vida.
Así que estuvo dispuesta a dejar las comodidades que tenía vivir en Ur.
Y la fe que demostró en Dios fue recompensada.
Con el tiempo, recibió una bendición que nunca se hubiera imaginado.
Gracias a la fe que demostró, Sara tuvo un hijo, Isaac.
Pero ¿por qué fue tan especial aquella bendición?
Lo sabemos por lo que dice Hebreos 11:11, 12.
Vamos a leer esos versículos.
En Hebreos 11 se menciona a muchos siervos fieles de Dios, y también se menciona a Sara junto con Abrahán.
Al leer estos versículos, fijémonos en la importancia que se le da a la fe: “Por la fe, Sara también recibió poder para concebir descendencia, a pesar de que ya se le había pasado la edad, porque consideró fiel al que le hizo la promesa.
Por esa razón, de un solo hombre que ya estaba como muerto nacieron muchos hijos, tan numerosos como las estrellas del cielo e incontables como los granos de arena a la orilla del mar”.
Entonces, ¿qué extraordinaria bendición recibió Sara por haber demostrado fe?
Dice que “recibió poder para concebir descendencia, a pesar de que ya se le había pasado la edad”.
Pero ¿de qué manera en concreto demostró fe?
Como dice el versículo, “consideró fiel al que le hizo la promesa”.
Sara confiaba en la promesa de Jehová a Abrahán de que sería padre de muchos hijos.
Abrahán necesitó fe, pero Sara también.
Y, gracias a que los dos tenían una fe tan fuerte, como dice el versículo 12, “nacieron muchos hijos”.
Pero alguien podría decir: “¿No dice la Biblia que Sara se rio cuando se enteró de que iba a tener un hijo?”.
Es cierto, pero ¿se rio porque le faltara fe?
Claro que no.
Acabamos de leer que Sara consideró fiel a Jehová, es decir, confió en él.
Entonces ¿por qué se rio?
Bueno, pensar en que iba a tener un hijo a su edad era tan extraño que, cuando Jehová se lo dijo, no pudo evitar reírse para sus adentros.
Así que, aunque Sara era imperfecta, sin duda, era una mujer de mucha fe.
Años más tarde, la fe de Sara en la promesa de Jehová relacionada con Isaac la motivó a defender a su hijo, que tenía 5 años, del acoso de Ismael, que tenía 19.
Ismael era una verdadera amenaza para el pequeño Isaac.
Y, gracias a su fe, Sara recordó que él no solo era su hijo, sino que tendría un papel clave en el propósito de Jehová.
Por eso, reunió valor y habló con Abrahán para defenderlo.
Tener una fe fuerte nos ayuda a hacer muchas cosas.
Veamos ahora un video y fijémonos en cómo un matrimonio demuestra una fe como la de Abrahán y Sara.
Decir adiós nunca es fácil.
Y, aunque estábamos entusiasmados con la nueva asignación del LDC, nos iba a llevar más lejos de lo que jamás habíamos estado.
No solo tuvimos que adaptarnos a una nueva rutina, sino que toda nuestra vida cambió.
Cada vez que nos mudábamos para colaborar en una construcción, pensábamos en Sara.
Ella se concentraba en las cosas buenas que tenía por delante y no en lo que dejaba atrás.
Y eso es lo que intentábamos hacer nosotros.
Jehová ha sido muy bueno con nosotros.
No siempre sabíamos cuál sería nuestro siguiente destino, lo que sí sabíamos es que Jehová estaría con nosotros en cada paso del camino.
Como acabamos de ver en el video, podemos fortalecer nuestra fe meditando en las cosas buenas que Jehová hizo por su pueblo en el pasado y en las que hace por su pueblo hoy en día.
Tómese tiempo para meditar en cómo Jehová lo ha ayudado a usted cuando ha hecho sacrificios por servirle.
Tal como dijo la hermana del video, Sara “se concentraba en las cosas buenas que tenía por delante y no en lo que dejaba atrás”.
Nosotros también demostramos una fe como la de Sara cuando apoyamos las decisiones que toma la organización de Jehová hoy en día.
Imitemos la fe de Sara y sigamos todas las instrucciones de Jehová.
Cuando obedecemos las instrucciones que se nos dan, como dice Hebreos 13:17, los hermanos podrán cumplir con sus responsabilidades “felices y no con suspiros”.
En cuanto a las hermanas, ellas también pueden imitar la actitud de Sara en su matrimonio.
Las esposas cristianas respetan a sus esposos y los apoyan en su servicio a Jehová.
El apóstol Pedro escribió que una actitud así “es de gran valor a los ojos de Dios”.
Hoy en día, las hermanas demuestran una actitud como la de Sara de muchas maneras diferentes.
Por ejemplo, muchas hermanas demuestran su fe apoyando a sus esposos en la obra de circuito.
Muchas otras colaboran en obras de construcción teocráticas o asisten a la Escuela para Evangelizadores del Reino, aunque tengan que dejar atrás a su familia.
Y muchas hermanas que actualmente sirven en Betel están muy lejos de sus familias.
Y, no solo hablamos de las casadas, sino también de las solteras.
Tanto ellas como muchas otras hermanas muestran una fe como la de Sara, pues confían en que Jehová las va a cuidar y se ofrecen para trabajar más para él.
Estamos seguros de que Jehová ve estos actos de fe.
Hebreos 13:16 dice que a Jehová “le agradan mucho” los sacrificios que hacen estas hermanas.
Así que sigamos su ejemplo e imitemos la fe que demuestran.
El hermano James Mantz, ayudante del Comité de Redacción, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Imitemos a las mujeres de fe.
Rahab”.
Dos israelitas entran a escondidas en la ciudad de Jericó.
¡Son espías!
Se esconden en un sitio donde creen que nadie los va a encontrar.
Es la casa de una prostituta, Rahab.
Pero poco se imagina Rahab que aquella visita le cambiará la vida.
Luego, alguien reconoce a los espías y enseguida se lo dice al rey.
Y, entonces, él manda a unos hombres para que los arresten.
Mientras los hombres del rey golpean la puerta, Rahab tiene que tomar una decisión de vida o muerte, una decisión que cambiará por completo su vida y la vida de todos los miembros de su familia.
¿Se pondrá de parte del pueblo de Jehová, o se pondrá de parte del rey de Jericó?
Póngase en el lugar de Rahab.
Imagínese los desafíos a los que se tuvo que enfrentar y vea qué la ayudó a tomar una decisión que le salvó la vida.
Jericó tenía los días contados.
La gente tenía miedo.
Cuando los hombres israelitas vinieron a mi casa, no tuve mucho tiempo para pensar.
Pero sabía lo que estaba en juego.
Desde que era niña había escuchado las historias.
Jehová no era como los otros dioses.
Él había secado las aguas del mar Rojo y le había dado la victoria a su pueblo sobre los amorreos.
Sabía que, si ayudaba a aquellos hombres, Jehová me ayudaría a mí.
Por primera vez en mi vida, estaba del lado de Jehová, estaba con su pueblo.
Y Jehová me estaba recompensando por mi fe.
Seguramente, aquellos espías eran los primeros israelitas que conocía Rahab.
Pero estaba convencida de que, si ayudaba a aquellos dos hombres, Jehová también la ayudaría a ella.
¿Por qué estaba tan convencida?
Por favor, abran su Biblia en Hebreos 11:31.
Aquí encontraremos la respuesta a la pregunta, es una palabra muy corta.
Hebreos 11:31 dice: “Por la fe, Rahab la prostituta no murió con los que fueron desobedientes, pues recibió a los espías de manera pacífica”.
Rahab se puso de parte de Jehová.
Ella había oído que había liberado a su pueblo en el mar Rojo y que los había ayudado a vencer a los reyes de alrededor.
Todo eso hizo que tuviera una fe muy fuerte en Jehová.
En el capítulo 2 de Josué, encontramos el relato de lo que pasó con Rahab y los espías.
Rahab ya había escondido a los espías en el techo cuando llegaron los hombres del rey.
Y, después de mandarlos a otro lado, subió otra vez al techo para hablar con los espías.
Entonces, les explicó por qué tenía tanta fe.
Les dijo a aquellos israelitas que estaba segura de que Jehová es el Dios verdadero y que no dudaba que les daría la victoria, que conquistarían Jericó.
Y fue después cuando Rahab les pidió a los espías que la protegieran, bueno, a ella y a su familia.
Eso demuestra que Rahab no los ayudó para recibir algo a cambio.
Más bien, estaba convencida de que Jehová es el Dios verdadero, el Todopoderoso.
Así que su fe era genuina.
Esa fe le dio el valor que necesitaba para esconder y proteger a los espías, y también la ayudó a obedecer las extrañas instrucciones que le dieron.
Ahora, en el siguiente video, noten cómo una joven estudiante de la Biblia muestra una fe como la que demostró Rahab.
No tenía ninguna duda, había encontrado la verdad.
Entonces, ¿por qué estaba tan preocupada?
Sabía que a mi madre le encantaban las navidades.
Pero había aprendido lo que piensa Jehová.
Y a él no le gustan.
Algunos de los cambios que tuve que hacer en mi vida fueron fáciles.
Pero necesitaba la ayuda de Jehová para lo que estaba a punto de hacer.
Quiero muchísimo a mi madre.
Cuando le dije que no volvería a celebrar las navidades, noté que se puso muy triste.
Pero sé que hice lo correcto y le pedí a Jehová que la ayudara a entenderlo.
Estas navidades serán únicas, como esta cámara de 36 megapíxeles por solo $399 o esta televisión de 65” 4K UHD por solo $849.
¡Dese prisa!
Reconozco que me sorprendió que mi madre me dijera que quería saber más.
¡Qué contenta me puse!
Gracias a Jehová, había encontrado la verdad, y ahora mi familia también podría encontrarla.
Igual que Rahab, esta estudiante de la Biblia se había dado cuenta de que Jehová es el Dios verdadero y estaba completamente convencida de que había encontrado la verdad.
Pero ahora tenía que demostrar esa fe.
¿Y cuál fue el resultado?
Que Jehová la bendijo cuando ella se puso de su parte.
Todos nosotros debemos preguntarnos: “¿Me he puesto con firmeza del lado de Jehová?”.
Quizás usted piense que no sabe suficiente de la Biblia para tomar una decisión.
Aun así, imite a Rahab y actúe sin dudar.
Aunque Rahab sabía pocas cosas sobre Jehová, fueron suficientes para que su fe la motivara a actuar sin demora, a obedecer rápidamente.
Pero Rahab no solo tuvo que proteger a los espías y obedecer sus instrucciones.
Santiago 2:25 menciona que Rahab fue “declarada justa por sus obras”.
¿Recuerdan?
Ella era prostituta, y ese trabajo no está en armonía con las normas justas de Jehová.
Es verdad que los cananeos no veían mal la prostitución.
Sin embargo, si Rahab quería que Jehová la aceptara como parte de su pueblo, tenía que dejar atrás su estilo de vida inmoral.
Lo mismo ocurre hoy.
Todos los que desean agradar a Jehová deben dejar atrás las conductas y los estilos de vida que le ofenden.
Eso incluye la inmoralidad sexual, la idolatría, el robo, la borrachera y otras costumbres que no están de acuerdo con lo que dice la Biblia.
Seguro que Rahab y su familia se sintieron muy contentos y agradecidos porque su fe los había salvado.
Pero esa no fue la única bendición que ella recibió de Jehová.
Gracias a su fe, también tuvo el honor de ser antepasada del Mesías, de Jesucristo.
Así pues, hermanos y amigos, imitemos todos la fe de Rahab.
Permitamos que esa fe nos motive a actuar.
Dejemos atrás la conducta inmoral y las tradiciones falsas.
Pongámonos del lado de Jehová y del lado de la adoración pura.
Continuemos aprendiendo sobre Jehová, acerquémonos más a él.
Él es nuestro Padre y nos quiere mucho.
Si tenemos una fe como la de Rahab, tendremos la aprobación y la bendición de Dios para siempre.
El hermano Ken Flodin, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Imitemos a las mujeres de fe.
Ana”.
En el tercer discurso que escuchamos en esta asamblea, el hermano Noumair preguntó: “¿Está pasando por problemas económicos?”; “¿está sufriendo su hijo presión de grupo?” —y también podríamos decir bullying—, “¿le han diagnosticado una enfermedad grave?”.
Pero a esta lista podemos añadirle más dificultades.
¿Lo tratan con desprecio sus compañeros de trabajo?
¿Se lleva mal con alguien porque sus personalidades chocan?
¿Se burlan de usted sus familiares?
Si estamos pasando por alguna de estas pruebas, tal vez nos venga a la mente una idea que mencionó Pablo: “Si tengo que luchar o dar golpes, no ‘peleo dándole golpes al aire’ ”.
Bueno, ¿cómo podemos luchar contra los problemas de este sistema?
Busquemos 1 Samuel 1.
Ana tenía dos grandes problemas.
Y esos problemas eran como...
¡pum!
¡pum!
¡Dos derechazos!, pensados para dejarla noqueada.
El primero lo encontramos en 1 Samuel 1:2: “ [Elcaná] tenía dos esposas.
Una se llamaba Ana, y la otra, Peniná”.
Era polígamo.
Y Peniná odiaba, detestaba a Ana.
¿Y cuál era el segundo problema?
Sigue diciendo: “Peniná tenía hijos, pero Ana no tenía ninguno”.
Ana era estéril.
Y, en esa cultura, eso era una causa de vergüenza muy grande para una mujer.
¿De verdad era Peniná tan mala, tan retorcida con Ana?
Leamos el versículo 6: “Y la otra esposa, su rival, siempre se burlaba de ella para hacerla sentir mal [¡lo hacía a propósito!] porque Jehová no le había dado hijos”.
Y mire el final del versículo 7.
Su rival se burlaba tanto de ella “que Ana acababa llorando y no comía nada”.
Mientras ve la siguiente presentación, imagínese cuánto sufría Ana, y vea cómo su fe le dio un giro a su vida.
No podía comer ni dormir.
Sentía que mis sueños y mi esperanza se desvanecían.
Pero, aunque nadie me entendiera, yo sabía que Jehová sí lo haría.
Por eso le conté todo.
Yo sabía que Jehová es un “Dios de justicia” y que arreglaría las cosas a su manera y en su debido momento.
Jehová contestó mi oración de una manera increíble.
Nunca olvidé de quién recibí esta bendición tan maravillosa.
“No hay roca como nuestro Dios”.
¿Vio la cara de sufrimiento de Ana en la primera imagen?
Y en la siguiente la vemos tranquila, calmada, y la escuchamos expresar su fe, su confianza en Jehová.
Pero ¿cómo pasa Ana de la desesperación a la calma?
Versículos 10 y 11.
Ella demostró su fe de varias maneras.
Y nosotros podemos hacer lo mismo cuando...
¡pum!
¡pum!
...nos enfrentemos a los golpes y frustraciones de la vida.
Versículo 10: “Ana, profundamente angustiada, se puso a orarle a Jehová y no podía dejar de llorar”.
Estaba “profundamente angustiada”, pero se puso a orar.
“Y no podía dejar de llorar”, pero le oró a Jehová.
Si está pasando por algún problema y se siente muy angustiado, busque un lugar tranquilo —aunque solo sea en su mente— y ábrale su corazón a Jehová.
Ahora bien, hermanos, Ana mostró fe de otra manera.
Leímos que hizo una oración.
Y, aunque es verdad que pidió una bendición, también le prometió a Jehová que le daría algo a cambio.
Versículo 11: “Y le hizo este voto: ‘¡Oh, Jehová de los ejércitos!
Mira lo mucho que estoy sufriendo.
Si te acuerdas de esta sierva tuya, si no te olvidas de mí y me das un hijo varón, yo te lo entregaré, Jehová, para que te sirva toda la vida.
Y nunca se le cortará el pelo’ ”.
¿Vieron?
Ana estuvo dispuesta a dar a su hijo para que sirviera a Jehová todos los días de su vida como nazareo.
Ella fue, sin duda, un excelente ejemplo de fe.
¿Qué otra cosa debió ayudar a Ana a tener una fe fuerte?
Pensar en el ejemplo de otras mujeres fieles del pasado que tuvieron circunstancias parecidas.
¿Se acuerda de Raquel?
¿Y de su hermana Lea?
Las dos estaban casadas con Jacob e, igual que Ana, Raquel no tenía hijos.
Por eso había algunos problemitas entre ellas.
Pues seguramente Ana podía recordar ese ejemplo y meditar en cómo Jehová había bendecido la fe de Raquel.
Eso fortalecería su fe.
Veamos de qué otra manera demostró fe Ana.
Aunque se sentía muy deprimida, tan deprimida que siempre “acababa llorando y no comía nada”, mantuvo su rutina espiritual.
El versículo 7 dice que Ana iba fielmente al tabernáculo “año tras año”.
Y, del 13 al 16, se explica que el sumo sacerdote la juzgó mal.
Pero ella continuó con su rutina espiritual.
¿Recuerdan lo que mencionamos al principio?
Los golpes que nos da la vida a nosotros son diferentes a los de Ana.
Pero podemos tener la misma fe fuerte que ella demostró.
Veamos en el siguiente video lo que le ocurre a una hermana.
Ella demuestra una fe como la de Ana, aunque su prueba es distinta.
Por el tono de voz de la doctora, sabía que no iba a darme buenas noticias.
La verdad es que no esperaba que mi salud hubiera empeorado tan rápido.
Intenté actuar como si no pasara nada, como si yo estuviera bien..., pero no lo estaba.
Orar a Jehová y saber que él me escuchaba y me entendía...
eso me ayudó a aguantar.
Nadie sabía por lo que estaba pasando, ni siquiera mis amigos.
Me sentía como Ana: totalmente incomprendida.
Pero ella tenía fe en que Jehová la ayudaría con su situación.
Y la ayudó, como también me ayudó a mí.
Es más, me recordó que no tenía que hacer frente a esta enfermedad yo sola.
¿De dónde sacó fuerzas la hermana?
Del ejemplo de fe de Ana.
Y eso que sus circunstancias eran diferentes.
No importa qué pruebas afrontemos o qué problemas tengamos, todos podemos imitar el ejemplo de fe de Ana.
Aunque hay varias formas de hacerlo, veamos algunas.
1 Pedro 5:9.
Satanás trata de golpearnos, de dejarnos noqueados.
Pero no estamos solos, hay hermanos que pasan por lo mismo que nosotros.
1 Pedro 5:9: “Pero pónganse en contra de él, firmes en la fe, [y ahora fíjense] sabiendo que toda la hermandad está pasando por los mismos sufrimientos”.
¿Por qué no medita en cómo ayudó Jehová a sus siervos fieles en el pasado y en cómo lo hace ahora?
Veamos ahora otra manera de imitar a Ana.
1 Samuel 1:12 dice que Ana le oró “a Jehová un buen rato”.
Orarle a Dios también nos puede ayudar a nosotros.
Seamos específicos, sinceros y persistentes.
Colosenses 4 nos anima a perseverar en la oración.
Cuando le contemos algo a Jehová, dejémoslo en sus manos.
Confiemos en que nos va a ayudar.
¿Recuerda que Ana estaba “profundamente angustiada” y que “no podía dejar de llorar”?
Pero, después, una vez que le contó a Jehová cómo se sentía...
Versículo 18: “Entonces se fue y comió, y la tristeza desapareció de su cara”.
Después Jehová contestó su oración.
Y Ana no se olvidó de eso.
Volvió a orarle a Jehová y le hizo una oración preciosa.
Se encuentra en 1 Samuel 2.
Y ahora el último punto.
Igual que Ana, siga manteniendo una buena rutina espiritual, aunque esté desanimado.
Si permitimos que la angustia nos paralice, nos convertiremos en un saco de boxeo para Satanás, el Diablo.
Así que mueva rápido los pies, esté activo en su servicio a Jehová.
Como Pablo, dirija bien sus golpes, no le dé “golpes al aire”.
Pelee contra Satanás y sus tácticas.
Si hacemos todo esto, nuestra amistad con Jehová será cada vez más fuerte.
Y, además, Jehová recompensará nuestra fe como hizo con la fiel Ana.
Ahora, el hermano Harold Corkern, ayudante del Comité de Publicación, presentará el siguiente discurso de esta serie: “Imitemos a las mujeres de fe.
La niña israelita prisionera”.
En el siglo 10 antes de nuestra era, la nación de Siria atacó muchas veces a Israel.
Esclavizó a muchos prisioneros de los que se llevó, incluso a los niños.
Noten cómo describe la Biblia uno de sus ataques en 2 Reyes 5.
En 2 Reyes 5:1, se nos dice que Naamán era el jefe del ejército del rey de Siria.
Era un poderoso guerrero.
Pero estaba muy enfermo de lepra.
Leamos el 2: “En uno de sus ataques a la tierra de Israel, los sirios se llevaron prisionera a una niña, que se convirtió en sierva de la esposa de Naamán”.
¿Cómo se sentiría esa niña cuando la arrancaron de sus padres?
Aterrorizada.
Se la llevaron a un país extraño, lleno de gente que le daba miedo y que además adoraba muchos dioses falsos.
En medio de estas circunstancias tan difíciles, ¿cómo demostró esta joven israelita que tenía una fe fuerte?
Veamos la respuesta a esta pregunta a continuación.
Recuerdo el día en que los soldados me llevaron prisionera.
Nunca me había sentido tan sola.
Mi familia, mis amigos...
todo mi mundo había desaparecido.
Pero todavía tenía a Jehová.
El amo de la casa estaba muy enfermo.
Él sufría mucho.
Eliseo podía ayudarlo.
Yo había escuchado que él hacía milagros.
Incluso había resucitado a una persona.
Sabía que Eliseo podía curarlo, y Jehová me dio el valor para hablar.
Aunque estaba lejos de sus padres, esta niña demostró que tenía una fe fuerte.
¿Cómo la consiguió?
Bueno, sin duda, sus padres le enseñaron a amar a Jehová y a confiar en él.
Pero, a su corta edad, seguro que también había oído cosas que fortalecieron su fe.
Por ejemplo, es probable que hubiera escuchado de los milagros de Eliseo.
Gracias al espíritu de Jehová, este profeta había hecho muchos milagros, incluso había resucitado a un niño.
Esta niña quizás pensó: “Si Jehová pudo resucitar a una persona, sin duda, también puede curar a mi amo de su grave enfermedad”.
¿A qué la impulsaron su fe y confianza en Jehová?
A hablar con valor.
Noten lo que le dijo a su ama en 2 Reyes 5:3: “Ella le dijo a su ama: ‘¡Ojalá mi señor fuera a ver al profeta en Samaria!
Él lo curaría de la lepra’ ”.
¡Qué valiente!
Y, como ella habló, Naamán fue a Israel.
Allí buscó al profeta Eliseo.
Fue humilde, siguió las instrucciones y se curó por completo de la lepra.
Pero también ocurrió otra cosa importante: Naamán llegó a conocer al Dios verdadero.
Y fíjense en lo que dijo.
Está en 2 Reyes 5:15: “Ahora sé que no hay Dios en ninguna otra parte de la tierra excepto en Israel”.
Además, prometió que no volvería a servir a ningún otro Dios que no fuera Jehová.
¡Qué contentos debieron sentirse todos cuando él volvió a casa!
No solo se había curado de la lepra, sino que estaba alegre y feliz por servir a Jehová.
Bueno, experiencias tan buenas como esta no solo ocurrieron en tiempos bíblicos.
Veamos un ejemplo de ello en el siguiente video.
Fijémonos en cómo demuestra fe fuerte una hermana que pasa por circunstancias muy difíciles.
Me alejaron de mi hogar, de mi esposo, de mi familia espiritual.
Me encarcelaron por mi fe.
Era como estar en otro mundo.
No era fácil ser valiente.
Pedí muchas veces que me dieran una Biblia, y la respuesta era siempre no.
Pero la Palabra de Dios ya estaba en mi corazón.
Así que hice lo que más me gustaba: hablar del Reino de Dios.
Al principio, muchos eran muy fríos conmigo cuando les predicaba.
Pero el amor sincero y el calor de la Palabra de Dios empezó a derretir sus corazones.
A veces, para hablar de mi fe necesitaba más valor del que pensaba que tenía, pero no más valor del que Jehová podía darme.
No es fácil ver a las personas que hay tras las rejas y los uniformes.
Pero la voluntad de Dios es que “toda clase de personas” lo conozcan.
Así que les hablaba de mi Dios, Jehová.
Sabía que, aunque estaba en prisión, Jehová me daría el valor para ayudar a otros.
Y ahora me gustaría dirigirte las siguientes palabras a ti, joven.
Tú también puedes tener una fe fuerte como la de la muchacha israelita y hablarles a otros acerca de Jehová.
¿Recuerdas las palabras de Romanos 10:13, 14?
Es muy importante que las personas lleguen a conocer a Jehová.
Pero ¿cómo pueden conocerlo y salvarse sin alguien que les predique?
Tú también puedes ser valiente y fiel al predicar las buenas noticias.
¿Cómo?
Estudiando las verdades de la Biblia y cultivando una fe fuerte en tu corazón.
Así, podrás hacer lo mismo que hizo la hermana del video.
¿Recuerdas lo que dijo?
“La palabra de Dios [...] estaba en mi corazón”.
Por eso, aunque ella estaba en prisión y tenía muchísimos problemas, hizo lo que más le gustaba hacer: hablar del Reino de Dios.
Otra cosa que puedes hacer es pedirle a Jehová más valor y fe.
¿Recuerdas qué más dijo la hermana?
“A veces, para hablar de mi fe necesitaba más valor del que pensaba que tenía, pero no más valor del que Jehová podía darme”.
Querido joven, ¡sé valiente!
No tengas miedo de defender la verdad y de hablar de Jehová con otros: con tus compañeros de clase, con tus familiares no Testigos y con tus maestros.
Eso puede darte buenos resultados.
Por ejemplo, una maestra de aquí, de Estados Unidos, buscaba la respuesta a preguntas sobre el sentido de la vida, aunque no las encontraba.
Pero, luego, una alumna de 12 años de su escuela le hizo a ella tres preguntas.
La primera: “¿Sabía usted que soy testigo de Jehová?”.
“Sí”.
“¿Le gustaría saber más sobre los testigos de Jehová?”.
“Sí”.
Tercera pregunta: “¿Dónde vive usted?”.
La hermanita de 12 años empezó a darle clases a su maestra, a ella le encantó lo que estaba aprendiendo, progresó muy bien y finalmente se bautizó.
Esa hermana, la que era maestra, le ha servido a Jehová fielmente por muchas décadas.
De hecho, lleva 40 años formando parte de la familia Betel de Estados Unidos.
Así que, cuando hablamos con valor y demostramos fe, recibimos bendiciones.
Recuerde que, en el caso de la niña israelita, si ella no hubiera hablado, Naamán nunca habría ido a Israel.
Pero, gracias a ella, Naamán se curó y empezó a servir a Jehová.
Hermanos, imitemos la fe fuerte que demostró aquella niña israelita prisionera, y Jehová nos dará a todos el valor que necesitamos para demostrar una fe fuerte incluso en las circunstancias más difíciles y angustiosas.
El hermano Geoffrey Jackson presentará el siguiente discurso de esta serie: “Imitemos a las mujeres de fe.
María la madre de Jesús”.
Jehová le encargó a la joven María una tarea muy difícil.
Era una asignación única, para la que necesitaba mucha fe.
Tenía que cuidar y criar al Hijo unigénito de Dios, Jesucristo.
¡Qué gran honor se le concedió a María!
Aun así, requirió mucha fe de su parte.
No solo porque aquella era una gran responsabilidad que tendría que cumplir por muchos años.
Sino porque, incluso antes de aceptar la asignación, ya tendría muchas preocupaciones.
Por ejemplo, estaría preocupada por la reacción de sus amigos, sus vecinos, sus familiares y por supuesto su prometido, José.
Al fin y al cabo, el ángel no le dijo: “No te preocupes, María, tranquila, yo le voy a decir esto a todos los implicados, para que nadie se moleste”.
Sin duda, fue una tarea muy difícil y abrumadora para María.
¿Se imaginan cómo reaccionó a esa petición de Jehová?
Lo que veremos a continuación nos ayudará a hacernos una idea.
Estaba comprometida para casarme con José.
Creía que íbamos a tener una vida sencilla y tranquila, pero de repente todo cambió.
Yo sé que Dios a veces nos pide hacer cosas que son difíciles.
Pero esto parecía imposible.
No creíamos que pudiéramos lograrlo.
Pero sabía que estaba segura en las manos de Jehová.
Si nos manteníamos leales a él y cuidábamos de su querido Hijo lo mejor que pudiéramos, él siempre sería leal con nosotros y nos daría lo que necesitáramos.
Como vimos, María solo quería tener una vida normal, tranquila, sencilla.
Y, de repente, todos sus planes cambiaron.
Seguro que en aquel momento esta joven pensó que no podría cumplir con su asignación, pero ¿cuál fue su reacción?
Por favor, busquen conmigo en sus biblias Lucas 1:38.
Vamos a ver cómo reaccionó María.
Dijo: “ ‘¡Aquí está la esclava de Jehová!
Que me suceda tal como has dicho’.
Con eso, el ángel la dejó y se fue”.
Así es, aceptó esta asignación difícil con humildad y fe absoluta.
Tenía la seguridad de que Jehová estaría con ella y de que la ayudaría.
Pero, ¿por qué tenía María una fe tan fuerte?
Bueno, encontramos una pista si seguimos leyendo en el mismo capítulo, pero en el versículo 46.
Lucas 1:46.
Pero no voy a leer el versículo, sino la nota de estudio que está en la Biblia en inglés.
Ahí dice: “Las palabras de alabanza de María que se encuentran en los versículos 46 a 55 contienen más de 20 referencias o alusiones a las Escrituras Hebreas [...].
Sus palabras demuestran su espiritualidad y su conocimiento de las Escrituras, así como su actitud agradecida.
También revelan su profunda fe, ya que habló de Jehová como el que humilla al arrogante y poderoso y el que ayuda al humilde y pobre que quiere servirle”.
Así es.
María tenía fe porque tenía conocimiento de la Palabra de Dios, o de las Santas Escrituras que había en ese momento.
Pero todo parece indicar que María no tenía copias de las Escrituras en su casa, así que seguramente debió memorizarlas cuando las leían en voz alta en la sinagoga.
¿No es impresionante?
María guardó en su corazón todas estas citas de las Escrituras Hebreas.
Por eso, cuando de forma espontánea se puso a alabar a Jehová, todas estas expresiones salieron porque ella las había guardado en su corazón.
Está claro, la fe de María estaba fundamentada en la Palabra de Dios, y por eso Jehová pensó que era la adecuada para recibir esa asignación.
Pero ¿y nosotros?
¿Cómo podemos imitar la fe tan fuerte que tenía María?
Nosotros no tenemos asignaciones como la suya, pero también necesitamos una fe fuerte.
Veremos un ejemplo de eso en el siguiente video.
Cuando me lo dijeron, pensé: “Tiene que ser un error”.
¿Yo?
¿Encargado de un departamento en una asamblea internacional?
Pensé que era demasiado para mí, pero recordé que había pensado lo mismo hace años cuando me pidieron que colaborara con un Comité de Socorro, y también cuando formé parte de un Comité de Enlace con los Hospitales.
La verdad es que siempre me he sentido así cuando Jehová me ha dado una asignación.
Pero he aprendido que él siempre está ahí para ayudarme.
Así que, cada vez que Jehová me pide hacer algo que parece difícil, me recuerdo a mí mismo que tengo que orar, ser leal y tener fe, fe en que él me ayudará.
¿Cómo se sintió al ver a este hermano joven?
Quizás se sintió identificado con sus palabras.
“Cuando me lo dijeron pensé: ‘Tiene que ser un error’ ”.
Seguro que algunos también nos hemos sentido así alguna vez.
¿Pero qué ayudó a este hermano?
Recordó que en el pasado Jehová lo había ayudado cuando pasó por circunstancias parecidas.
¿Vieron que él se puso a pensar en cuando colaboraba con un Comité de Socorro?
Y él estaba allí, tan joven, y todos los demás hermanos mirándolo, esperando que les diera instrucciones.
¡Eso intimida a cualquiera!
¿Y qué hay de cuando tuvo que hacer una presentación porque servía en el Comité de Enlace con los Hospitales?
Él está ahí esperando solo en el pasillo..., y después viene esa chica y lo invita a entrar, aunque no parecía muy amigable que digamos.
Y la verdad es que los médicos tampoco lo parecían.
Asignaciones como esas pueden asustarnos un poco.
Pero ¿qué mencionó el hermano?
Dijo que lo que lo ayudó fue “orar, ser leal y tener fe”.
Así, como María, nosotros también podemos tener una fe fuerte que le agrade a Jehová.
Tenemos que ser personas humildes y confiar completamente en Jehová.
Esa confianza debe ser como la que menciona el libro de los Salmos.
Abran sus biblias en el Salmo 56:3, 4: “Cuando tengo miedo, pongo mi confianza en ti.
En Dios —alabo su palabra—, en Dios pongo mi confianza; no tengo miedo.
¿Qué puede hacerme un simple hombre?”.
Así es, igual que el salmista e igual que María, podemos confiar por completo en Jehová.
Por lo tanto, demostremos una fe fuerte cuando recibamos asignaciones difíciles.
Confiemos en Jehová, porque sabemos que él nos bendecirá como hizo con María.
El siguiente discurso de esta serie será presentado por el hermano Leonard Myers, ayudante del Comité de Redacción.
El título del discurso es “Imitemos a las mujeres de fe.
La mujer fenicia”.
Después de la Pascua del año 32, Jesús y sus discípulos estaban en Fenicia de Siria, al norte de la frontera de Israel.
Incluso en esta zona fuera de Israel, Jesús no pasaba desapercibido.
Por favor, abran su Biblia en Mateo 15, y pueden poner una marca allí.
Mateo 15, desde el versículo 22.
Una mujer griega, nacida en Fenicia, buscó a Jesús y le rogó que curara a su hija.
Aquí dice que la niña estaba “cruelmente poseída por un demonio”.
El versículo 23 dice que Jesús “no le contestó ni una sola palabra”.
Después de un rato, sus discípulos le dijeron: “Dile que se vaya, porque no deja de gritar detrás de nosotros”.
La madre era insistente.
Y, en el versículo 24, Jesús explica por qué la estaba ignorando.
Dijo: “Solo se me envió a las ovejas perdidas de la nación de Israel”.
¿Qué haría la mujer?
¿Se desanimaría por la respuesta de Jesús?
¿Perdería la fe?
A continuación, veamos cómo la mujer fenicia demostró una fe extraordinaria.
No, yo no era judía, pero me di cuenta de que aquel hombre, Jesús, no era un hombre común y corriente.
Había oído de su poder para ayudar a otros, y mi hija estaba sufriendo.
No aceptaría un no por respuesta, no podía.
Ese hombre venía de Dios.
Era el único que podía ayudarme.
Yo tenía fe en Jesús.
Cuando él se dio cuenta de la fe que tenía, me dijo: “Que se te cumpla lo que deseas”.
¡Y sucedió!
Mi preciosa hija estaba sana y sonriendo de nuevo.
Gracias a su fe, esta mujer se atrevió a acercarse a Jesús aunque sabía que los judíos tenían muchos prejuicios.
Recuerden, ella era de origen griego y Jesús era judío.
Pero, como acabamos de ver, ella había oído que Jesús tenía el poder para ayudar a otros, y se dio cuenta de que era un hombre de Dios.
Notemos que en el 22 ella se dirige a Jesús como “Señor, Hijo de David”.
Es decir, reconoció públicamente que él era el Mesías.
Y, aunque al principio Jesús la ignoró y luego le explicó la razón, ella no se dio por vencida.
Sigamos con el relato, en el versículo 25, para ver lo fuerte que era su fe.
“La mujer vino, se inclinó ante él y le suplicó: ‘¡Señor, ayúdame!’ ”.
Seguro que aquella súplica sincera conmovió a Jesús.
Pero parece que Jesús quería probar su fe.
Así que hizo lo mismo que haría un padre con su hijo.
Quiso asegurarse de cuánto deseaba realmente lo que le acababa de pedir.
Por eso le dijo lo que leemos en el versículo 26: “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”.
A los griegos y los romanos les gustaba tener perros en casa como mascotas, y los niños jugaban con ellos.
Así que la expresión que utilizó Jesús aquí, cuando dijo “perritos”, quizás le hizo pensar a la mujer en algo tierno y cariñoso.
Al llamar “hijos” a los israelitas y “perritos” a los no judíos, Jesús seguramente quiso indicar un orden de prioridades.
En cualquier casa donde hubiera hijos y perros, se alimentaría primero a los hijos.
Así que quiso decir que se ocuparía de los judíos que lo merecieran antes de atender a los no judíos.
En vez de ofenderse, la mujer entendió aquella comparación y dijo con humildad lo que dice el 27: “Cierto, Señor [...], pero la verdad es que los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus dueños”.
¡Qué respuesta tan bonita!
¿Y en qué resultó la fe tan grande de esta mujer?
Versículo 28: “Entonces Jesús le respondió: ‘Mujer, ¡qué fe tan grande tienes!
Que se te cumpla lo que deseas’.
Y en ese momento su hija quedó sana”.
Su fe se vio recompensada cuando Jesús curó a su hija.
¡Qué gran ejemplo de fe nos puso esta mujer!
En el siguiente video, veamos cómo un joven que está empezando a hacerse amigo de Jehová necesita tener una fe fuerte como la de la mujer fenicia.
Nunca imaginé que ocurriría.
Por fin encontré lo que estaba buscando: ser amigo de Dios.
Pero un día un compañero de trabajo me envió un artículo que supuestamente contaba lo que me habían ocultado los Testigos.
Me sentí tentado a leerlo, pero entonces recordé el día en el que conocí a los testigos de Jehová.
Me encantaba todo lo que me estaban enseñando de la Biblia: que el nombre de Dios es Jehová, que el Reino es un gobierno real y tantas otras cosas...
¿Por qué iba a querer saber lo que dicen de los testigos de Jehová sus enemigos?
Pero mis amigos no veían las cosas como yo.
Yo veía que los Testigos de verdad se aman unos a otros.
Son una verdadera hermandad.
Pero no era solo por las personas.
Vi que esta era la verdad.
No necesitaba saber lo que cuentan los enemigos de los testigos de Jehová.
Yo había comprobado por mí mismo que adoran al Dios verdadero, Jehová.
¿Vieron cómo este joven reconoció que Jehová tiene una organización y puso fe en ella?
Eso lo protegió para que las mentiras de nuestros enemigos no lo engañaran.
¿Verdad que su fe era como la de la mujer fenicia?
Ella también reconoció que Jesús es el representante de Jehová y puso fe en él.
Ahora surge la siguiente pregunta: “¿Cómo puedo yo tener una fe fuerte como la de la mujer fenicia?”.
Igual que ella, tenemos que reconocer quiénes son los representantes de Jehová y colaborar con ellos.
Jesús identificó a esos representantes en Mateo 24:45.
Predijo que, en nuestros días, usaría al “esclavo fiel y prudente” para darnos el “alimento al tiempo debido”.
¿Por qué podemos tener una fe fuerte en que el Cuerpo Gobernante es “el esclavo fiel y prudente”?
Analicemos tres razones.
Primera: está claro que el espíritu santo guía a estos hermanos.
Por ejemplo, ayuda al Cuerpo Gobernante a entender verdades bíblicas que antes no se entendían.
Estos hermanos se sienten como Pablo, que en 1 Corintios 2:13 dijo: “Nosotros también hablamos de estas cosas, pero no usamos palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino [...] por el espíritu”.
Segunda: vemos prueba de que los ángeles los apoyan.
El Cuerpo Gobernante supervisa en todo el mundo la obra de predicar, en la que participan más de ocho millones de evangelizadores.
El progreso de la predicación y de la obra de hacer discípulos, a pesar de la hostilidad en algunos países, solo es posible gracias al apoyo de una fuerza sobrehumana.
La tercera es que el Cuerpo Gobernante confía en la Biblia.
Algunas religiones cambian sus enseñanzas para adaptarlas a las creencias y opiniones de sus miembros.
Pero nuestros queridos hermanos del Cuerpo Gobernante basan sus decisiones en la Palabra de Dios, y no en las ideas populares de este mundo.
Así que estamos convencidos de que Jehová dirige al Cuerpo Gobernante mediante Jesucristo.
Por eso tenemos que ser leales a estos hermanos fieles y a la organización de Jehová, pese a las mentiras que nuestros enemigos digan sobre ellos.
¿Qué ocurrirá si hacemos esto?
Pensemos en el ejemplo de la mujer fenicia.
¿Fue recompensada por su gran fe?
Sí, cuando Jesús curó a su amada hija.
De igual manera, si usted demuestra una fe fuerte y sigue la guía de nuestro Líder, Jesús, él lo conducirá a la vida eterna.
El hermano William Malenfant, ayudante del Comité de Enseñanza, presentará el siguiente discurso: “Imitemos a las mujeres de fe.
Marta”.
“Marta, Marta”.
Marta era una mujer muy trabajadora y hospitalaria.
La Biblia dice que “Jesús amaba a Marta, a su hermana [María] y a [su hermano] Lázaro”.
Cuando Lázaro se enfermó, seguro que Marta hizo todo lo que pudo para que él se sintiera mejor.
Estaba tan preocupada por la salud de su hermano que ella y su hermana María mandaron a decirle a Jesús lo que leemos en Juan 11:3.
Ahí dice: “Señor, mira, tu querido amigo está enfermo”.
Marta sabía que su hermano estaba muy grave.
Seguro que se sentía desesperada al ver a Lázaro cada vez peor, hasta que murió.
¿Qué haría ahora esta fiel mujer?
¿Se dejaría llevar por la tristeza?
¿Permitiría que la desesperación la invadiera y debilitara su fe?
A continuación, piense en Marta.
Trate de imaginar el dolor que sintió cuando su hermano murió.
Ni siquiera recuerdo lo que sucedió los primeros días después de la muerte de mi hermano.
Mi hermana, María, y yo nunca habíamos sentido un vacío tan grande.
Yo sabía que si el Señor hubiera estado allí mi hermano no habría muerto.
Pero, a pesar de las lágrimas y del dolor, no tenía ninguna duda de que la resurrección era real; de que algún día, algún día, él volvería a vivir.
¿Quién se iba a imaginar que aquello sucedería aquel mismo día, delante de nuestros ojos?
Lloramos de felicidad y le dimos gracias a nuestro amoroso Padre celestial, Jehová.
La empatía nos ayuda a sentir el dolor y la tristeza que sintió Marta cuando Lázaro murió.
La Biblia explica que Jesús fue al pueblo donde vivía esta familia, Betania.
Pero, cuando llegó allí, Lázaro ya había muerto.
De hecho, ya habían pasado cuatro días desde que murió.
Cuando Jesús se encontró con Marta, ella expresó su fe en Jesús, en que podía haber curado a Lázaro, y creía que él aún podía hacer algo por su hermano.
La Biblia muestra que ella también creía en la resurrección que habrá en el futuro.
Seguro que Marta estaba pensando en todos los milagros que Jesús había hecho y en toda la gente a la que había curado.
Y no tenía ninguna duda de que Jesús era el Cristo y que tenía el poder de hacer milagros.
Leamos juntos lo que dice la Biblia sobre la fe que tenía Marta en la resurrección y de su confianza en Jesús.
Lo encontramos en Juan 11:21-26.
Dice lo siguiente: “Marta entonces le dijo a Jesús: ‘Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto’ ”.
Con estas palabras, Marta no le estaba echando la culpa a Jesús, estaba haciendo un comentario.
Después siguió diciendo: “ ‘Pero, incluso ahora, sé que todo lo que le pidas a Dios, Dios te lo dará’.
Jesús le dijo: ‘Tu hermano se levantará’.
Marta le respondió: ‘Yo sé que se levantará en la resurrección, en el último día’.
Jesús le dijo: ‘Yo soy la resurrección y la vida.
El que demuestre fe en mí, aunque muera, llegará a vivir; y nadie que esté vivo y demuestre fe en mí morirá jamás.
¿Crees tú esto?’ ”.
En el versículo 27, leemos unas de las palabras más importantes que dijo Marta en toda su vida.
Fíjense: “Ella le dijo: ‘Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo’ ”.
¡Cuánto debió valorar Jesús la fe que demostró su amiga Marta!
Y, sin duda, Jesús también valora muchísimo la fe que nosotros demostramos en sus promesas.
Ahora, en el siguiente video, veamos cómo la fe de una hermana le da consuelo.
Cuando mi hijo murió, sentí como si una parte de mí también hubiera muerto.
Intenté mantenerme ocupada, pero nada parecía tener sentido.
En los peores momentos, las palabras de Jehová me consolaban.
No pasa ni un solo día en el que no piense en Brandon.
Pero no solo me vienen recuerdos, sino que cada vez pienso más en lo maravilloso que será verlo de nuevo en el nuevo mundo.
¿Verdad que nos entristece ver el dolor de la hermana al perder a su hijo y también ver el dolor de cualquiera en la congregación cuando pierde a un ser querido?
En el video, vimos cómo la hermana imitó la fe de Marta al confiar completamente en Jehová y también al acudir a él en oración.
Como Marta, podemos fortalecer nuestra fe en la resurrección.
Lo hacemos al analizar con cuidado todo lo que dice la Biblia sobre el tema.
Pensemos en todas las pruebas que demuestran que Jesús resucitó.
La Biblia dice claramente que, después de su muerte y resurrección, Jesús “se les presentó” a sus discípulos.
También se le apareció a Saulo de Tarso, quien llegó a ser el apóstol Pablo.
En su primera carta a los corintios, Pablo menciona que hubo “más de 500 hermanos” que vieron a Jesús resucitado.
Y, para demostrar que no eran solo rumores, Pablo dijo que la mayoría de aquellos hermanos todavía estaban vivos para cuando escribió la carta.
Así es, eran testigos oculares que podían confirmar que Jesús fue resucitado de entre los muertos.
Y pensemos en la bonita promesa bíblica que se nos hace.
La encontramos en Apocalipsis 21:3, 4.
Ahí dice que llegará el día en que “la muerte ya no existirá”.
Pensemos en estas palabras.
¿Quién es el que dice aquí en Apocalipsis 21:3,4 que la muerte ya no existirá?
Nada más y nada menos que Jesucristo, ya resucitado.
Es bueno que imitemos a Marta y tengamos una fe fuerte cuando perdamos a un ser querido.
No, no es nada fácil.
Duele mucho.
Pero podemos lograrlo, porque sabemos que esta vida no es todo lo que hay.
Los cristianos verdaderos debemos tener fe en la resurrección, fe en que los muertos volverán a vivir, y fe en que la muerte será eliminada en el nuevo mundo.
Jehová y su Hijo recompensaron la fe de Marta, María y Lázaro.
Y nos recompensarán a nosotros si tenemos una fe fuerte como la que tuvo Marta.
El hermano Gerrit Lösch, miembro del Cuerpo Gobernante, presentará el discurso final de esta serie, “Imitemos a las mujeres de fe.
Ejemplos de la actualidad”.
A lo largo de los años, muchas hermanas han demostrado una fe extraordinaria.
La hermana Matsue Ishii fue una de ellas.
Nació en Japón en 1909.
Y, aunque creció en una familia budista, tenía mucho interés en aprender de la Biblia.
En 1918, la gripe española azotó la zona donde vivía, y vio muchos ataúdes con cadáveres.
Su hermana mayor y ella también se contagiaron de la gripe, y una semana después su hermana murió.
Ella se preguntaba: “¿Por qué muere la gente?
¿Qué les pasa cuando mueren?”.
En 1928, cuando Matsue tenía 19 años, su padre concertó su matrimonio con Jizo Ishii, un budista acérrimo.
Matsue conoció la verdad en Osaka gracias al libro El Arpa de Dios. El libro se lo dio un hermano que vivía cerca de ella en una casa que pertenecía a la Asociación Internacional de los Estudiantes de la Biblia.
Matsue se bautizó en marzo de 1929, y su esposo, Jizo, se bautizó poco tiempo después.
En junio de 1939, cuando Matsue tenía 30 años, ella y su esposo fueron arrestados y fueron separados el uno del otro.
Aquello fue una prueba de fe para ella.
Matsue comentó que estuvo a punto de morir después de pasar casi un año confinada y aislada.
La liberaron a finales del año 1944 y se reencontró con Jizo cuando terminó la Segunda Guerra Mundial.
Tanto ella como su esposo se habían mantenido leales a Jehová.
Ahora hablemos de otro ejemplo muy animador.
Situémonos justo después de la Segunda Guerra Mundial, pero muy lejos de Japón, en Estonia, al noreste de Europa.
Ella Toom conoció la verdad en abril de 1945 y se bautizó en agosto de 1946, cuando tenía 20 años.
El Gobierno comunista la arrestó el 27 de diciembre de 1950, y fue condenada y encarcelada.
Después de un tiempo, la mandaron al infame campo de trabajos forzados de Vorkutá, en Rusia, más allá del círculo polar ártico.
Y luego a otro campo de prisioneros a 400 kilómetros, o 250 millas, al sureste de Moscú.
Las hermanas de aquel campo no dejaron sus actividades espirituales.
Hacían copias en miniatura de La Atalaya, las metían en barras de jabón y volvían a sellar el jabón.
Eso requería mucha fe.
Ella no tuvo que cumplir los 13 años de condena, ya que fue liberada el 4 de mayo de 1956, después de cinco años y medio.
Al año siguiente, se casó con el hermano Lembit Toom.
Sin embargo, el Gobierno siguió haciendo redadas y arrestando a los Testigos hasta que nuestra obra se legalizó en Estonia en 1991.
A continuación, veamos algunos otros detalles de las vidas de estas dos mujeres de fe: Matsue Ishii y Ella Toom.
Me habían mantenido incomunicada en prisión por casi un año en una celda pequeña, sucia e infestada de insectos.
Cinco años y medio después de mi arresto, me pusieron en libertad.
Si realmente confiamos en Jehová, lo amamos de verdad y le suplicamos que nos ayude, no nos abandonará, tal como no me abandonó a mí.
Me detuvieron y me llevaron a la comisaría para interrogarme.
Uno de los interrogadores me pidió que firmara un documento en el que declaraba que dejaría de predicar.
Le dije: “Preferiría vivir en la cárcel y mantener intacta mi relación con Dios a estar libre y perder su aprobación”.
Siempre he estado decidida a seguir el consejo de la Biblia: “Confía en Jehová y haz el bien”.
He aprendido que, si hacemos esto, Jehová nos concederá los deseos de nuestro corazón.
¿Cómo demostraron fe la hermana Ishii y la hermana Toom?
Por favor, busquemos el Salmo 37.
La hermana Ishii tenía fe en que Jehová nunca la abandonaría, en armonía con el Salmo 37:25, que dice: “Fui joven y ahora soy viejo, pero nunca he visto a un justo abandonado ni a sus hijos buscando pan”.
Su fe la ayudó a aguantar cuando se puso a prueba su lealtad a Jehová.
El 21 de junio de 1939 arrestaron a nuestra hermana, la llevaron a la estación de policía y la metieron en una celda oscura que tenía el techo cubierto de hollín.
Poco después, la transfirieron a otro lugar y la incomunicaron totalmente.
También arrestaron a su esposo, y no pudo verlo sino hasta después de la guerra.
“Casi me muero en esa celda”, dijo ella.
Pero también tuvo que pasar por otra prueba.
Cuando la interrogaron, los oficiales le dijeron que Junzo Akashi, que en aquel entonces era el superintendente de la sucursal de Japón, había abandonado la verdad.
La hermana Ishii contestó: “Akashi es solo un hombre imperfecto [...].
Él ya no es mi hermano”.
Y la hermana Ishii se mantuvo leal.
De igual forma, la hermana Toom, de Estonia, se negó a transigir o a abandonar su fe.
Para poder aguantar las pruebas, ella oraba y meditaba en principios bíblicos como el que se encuentra en el Salmo 119:97, 98.
Vamos a leerlo juntos: “¡Cuánto amo tu ley!
Reflexiono en ella todo el día.
Tu mandamiento me hace más sabio que mis enemigos porque siempre está conmigo”.
En el año 1949, los comunistas arrestaron a Ella Toom y se la llevaron para interrogarla.
Ella cuenta: “Me obligaron a quitarme toda la ropa mientras unos policías jóvenes miraban boquiabiertos.
Me sentí humillada, pero le oré a Jehová, y eso me trajo paz y tranquilidad de corazón.
Luego me pusieron en una celda tan pequeña que no podía ni acostarme, y solo me sacaban para los interrogatorios.
Los policías me decían: ‘No te estamos pidiendo que niegues la existencia de Dios.
Solo deja tu tonta predicación.
Puedes tener un futuro prometedor’.
Y después venía la amenaza: ‘¿Quieres vivir, o prefieres morir con tu Dios en los campos de Siberia?’ ”.
Ella continúa: “Por tres días no me permitieron dormir entre un interrogatorio y otro, pero logré soportarlo gracias a que meditaba en los principios bíblicos.
Por último, uno de los interrogadores me pidió que firmara un documento en el que declaraba que dejaría de predicar.
‘He pensado mucho en este asunto —le dije—, y preferiría vivir en la cárcel y mantener intacta mi relación con Dios a estar libre y perder su aprobación’ ”.
Ante eso, el hombre le gritó a Ella: “¡Tonta!
¡A todos ustedes los vamos a arrestar y mandar a Siberia!”.
Pero, para su sorpresa, la liberaron a medianoche.
Aun así, tiempo después la volvieron a arrestar.
En el siguiente video, notemos cómo un hermano demuestra una fe como la de las hermanas Ishii y Toom.
Al ver que el mundo iba de mal en peor, me puse a estudiar la Biblia más profundamente.
Quería ser valiente, como lo fueron muchos hermanos en el pasado.
“Los que siguieron fieles no tenían aptitudes especiales ni se destacaban.
Ciertamente todos debemos confiar siempre en Jehová con todo el corazón”.
Me aprendí textos bíblicos de memoria.
Sabía que eso fortalecería mi fe y me prepararía para lo que estaba a punto de pasar.
Debido a las nuevas restricciones impuestas a los testigos de Jehová, esta semana las autoridades están llevando a cabo una nueva ola de arrestos.
Todo esto solo 14 días después de que el Tribunal Supremo...
“Confía en Jehová y haz el bien; vive en la tierra y actúa con fidelidad.
Haz de Jehová tu mayor deleite, y él te concederá los deseos de tu corazón”.
Aunque tuvimos que ser más discretos, nunca dejamos de predicar.
Tuvimos que enfrentarnos a muchas dificultades, pero, como teníamos la Palabra de Dios en el corazón, pudimos ser fieles hasta el final.
¿Cómo podemos imitar los ejemplos que vimos en esta serie de discursos?
¿Cómo puede imitar a Sara?
Fortalezca su fe meditando en todas las cosas buenas que Jehová ha hecho por su pueblo y por usted.
¿Cómo puede imitar a Rahab?
Póngase de parte de la adoración verdadera sin dudarlo, aunque todavía no sepa muchas cosas sobre Jehová.
¿Cómo puede imitar a Ana?
Fortalezca su fe fijándose en cómo responde Jehová a sus oraciones.
¿Cómo puede imitar a la niña israelita prisionera?
Joven, demuestra tu fe predicándoles a tus compañeros de clase, a tus maestros y a tus familiares no Testigos.
También puede imitar a María la madre de Jesús.
¿Cómo?
Fortaleciendo su fe y confiando en Jehová.
Examine con cuidado la Biblia y medite en ella.
¿Cómo puede imitar a la mujer fenicia?
Reconozca a quienes Jehová está usando para hacer su voluntad y colabore con ellos.
¿Cómo puede imitar a María la hermana de Lázaro?
Fortalezca su fe leyendo la Biblia y meditando en las maravillosas promesas de Jehová.
La Biblia dice: “María [...] se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando lo que él decía”.
¿Y cómo puede imitar a las hermanas Ishii y Toom?
Deje que el poder de la Palabra de Dios lo ayude a aguantar lealmente.
Cuando meditamos en todos los ejemplos de la gran “nube de testigos” que nos rodea, podemos correr “con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros”, como nos anima a hacer Hebreos 12:1.
Igual que Jehová recuerda a estas mujeres de fe, también puede recordarnos a nosotros, incluirnos en su libro, que se menciona en Malaquías 3:16, y bendecirnos por toda la eternidad.
Gracias, hermanos, por esos discursos tan animadores.
Valoremos siempre a las mujeres leales, como lo hace Jehová.
A continuación, cantaremos la canción 142, Aferrémonos a nuestra esperanza. Será la canción 142.