Mark Sanderson: Enfrentemos los cambios con fe y confianza (Heb. 13:17)

Fe Poner fe en las sencillas palabras que aparecen en el texto de hoy ha permitido a seres humanos imperfectos lograr cosas extraordinarias, tales como aceptar considerables cambios de asignación, mudarse a otros lugares y, de verdad, ser capaces de enfrentar todo tipo de retos. En el capítulo 11 de Hebreos, el apóstol Pablo habló de lo que se logra con esta clase de fe. Abramos nuestra Biblia.

Aquí el apóstol Pablo menciona algunos ejemplos sobresalientes de fe y resalta lo que ayudó a estas personas a actuar como lo hicieron. Empecemos con lo que dice Hebreos 11:5. Se habla de Enoc. Recordemos que Enoc fue quien predicó un mensaje en contra de las personas malvadas de su tiempo, una generación muy mala.

Ahora bien, ¿Qué hizo Jehová por este hombre que tenía una fe tan grande en sus promesas? Bueno, el versículo 5 dice que Dios lo transfirió. Yo creo que esta es la reasignación más sencilla de la historia. Enoc llegó de forma inmediata a su nueva asignación.

La idea es alcanzarlo pronto. Qué maravilloso será cuando los que vivan en la tierra tengan la oportunidad de conocer a este hombre de fe quien fue reasignado a la nueva tierra. Pero ¿Qué hay de Abraham? Para él fue un poco más complicado.

Vean el versículo 8. Ahí se dice que fue llamado cuando vivía en la ciudad de Ur, rodeado de comodidades sin duda. Recuerden que Ur era una ciudad próspera del mundo antiguo.

Muchas casas hasta tenían un sistema de drenaje, algo poco común en esa época. Pero ¿a dónde se le pidió que fuera? Según el versículo ocho, salió aunque no sabía a dónde iba. De veras se necesitaba fe para hacer eso, aceptar una asignación aún sin saber qué es lo que Jehová tenía en mente.

Pero ¿por qué estaba Abraham dispuesto a hacerlo? Por su fe en la promesa sobre unos nuevos cielos y una nueva tierra. El versículo 10 dice, porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos verdaderos, cuyo edificador y hacedor es Dios. Y los versículos 13 a 15, hablando de aquellos que tuvieron fe, como Abraham, añaden, en fe murieron todos estos, aunque no consiguieron el cumplimiento de las promesas, pero las vieron desde lejos y las acogieron, y declararon públicamente que eran extraños y residentes temporales en la tierra.

Porque los que dicen tales cosas evidencian que buscan solícitamente un lugar suyo propio. Y sin embargo, si verdaderamente hubieran seguido acordándose de aquel lugar de donde habían salido, habrían tenido la oportunidad de volver. Interesante.

Podrían haber regresado. Sigamos leyendo. Pero ahora procuran alcanzar un lugar mejor, es decir, uno que pertenece al cielo.

Por lo tanto, Dios no se avergüenza de ellos, de ser invocado como su Dios, porque les tiene lista una ciudad. Aquellos hombres y mujeres de fe estuvieron dispuestos a vivir como extraños, como residentes temporales, e ir a donde Jehová los enviara porque tenían fe. Sabían que Jehová les había preparado algo mejor, unos nuevos cielos y una nueva tierra.

Pero ellos no han sido los únicos que han tenido esa clase de fe. Piensa en Moisés. Cuando tenía 40 años de edad, hizo un viaje de Egipto a Madian.

Al estar allí, recibió otra asignación. Imagínese, Jehová lo prepararía por los siguientes 40 años para luego regresar a Egipto y liberar a los israelitas. Claro, su trabajo apenas comenzaba, ya que tuvo que regresar al desierto y quedarse allí otros 40 años.

Con todo, por su fe se mudó y cumplió con nuevas asignaciones. ¿Qué hay de Jesús? Filipenses 2.7 dice que se despojó a sí mismo y tomó la forma de un esclavo, y llegó a estar en la semejanza de los hombres. ¿Quieren que hablemos de grandes cambios? Creo que no hay mejor ejemplo que este, dejar la vida en el cielo, para vivir como ser humano en la tierra.

Pero Jesús aceptó esa asignación por la fe que tenía en lo que Jehová había prometido. ¿Qué podemos decir de los cristianos del primer siglo? Y no nos referimos a los discípulos o a los apóstoles. Hablamos de los miembros comunes y corrientes de la congregación de aquel tiempo.

Hechos 8:1 dice que, en aquel día, se levantó gran persecución contra la congregación que estaba en Jerusalén, y que todos, salvo los apóstoles, fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria. ¿A qué se refiere esto? A que todos tuvieron que mudarse. Cada uno de los cristianos cambió de residencia.

Fueron esparcidos a causa de su fe. ¿Con qué resultado? Uno muy positivo. El versículo cuatro dice, no obstante, los que habían sido esparcidos iban por la tierra declarando las buenas nuevas de la palabra.

De hecho, ser esparcidos fue una bendición, porque la verdad se extendió por los lugares a donde fueron. Ellos llevaron consigo el mensaje del reino, y así lo dieron a conocer. Entonces, ¿qué aprendemos de todo esto? No es raro que los siervos de Jehová recibamos nuevas asignaciones.

Algunas exigen que nos mudemos a otro lugar, que tengamos otro tipo de trabajo u otras responsabilidades. Esta ha sido la constante en el caso de los siervos de Dios. Recuerdo que un buen día del 2008, estaba trabajando en Patterson, cuando dos miembros del cuerpo gobernante me llamaron.

Era viernes por la tarde. Me preguntaron si estaba dispuesto a recibir una asignación en Filipinas. Dijeron, si aceptas esta asignación, el lunes por la mañana tienes que estar en la escuela para miembros de comités de sucursal.

Y era viernes, a las tres de la tarde. ¿Qué hay de mi trabajo?, les pregunté. Amaba servir en el departamento de servicio.

Contestaron, tú vete y ya. Así que para el lunes por la mañana, ya estaba en la escuela para miembros de comités de sucursal. Claro, cuando recibes una nueva asignación, tienes muchos sentimientos encontrados, alegría, miedo, emoción, inquietud y quizás hasta un poco de terror.

Y debo admitir que nunca olvidaré el momento en que arrancó la camioneta que me llevaría al aeropuerto para partir a Filipinas. Fue entonces cuando me di cuenta de que en cierto sentido, no volvería a trabajar para la sucursal de Estados Unidos y que tendría una asignación completamente nueva. Me iba, y no era nada fácil.

Pero pronto, en mi nueva asignación, me encontré con una gran familia espiritual y con un trabajo tan enriquecedor que de verdad, de verdad me dolió partir cuando me pidieron regresar a Estados Unidos. A menudo pienso en cuánto me hubiera perdido si hubiera dicho no a aquella asignación. Realmente enriqueció mi vida.

De hecho, la fe en la promesa de los nuevos cielos y la nueva tierra literalmente nos hará mudarnos. Por ejemplo, todos los que vivimos en Brooklyn nos mudaremos, todos sin excepción. Y en realidad, cada persona que tiene la esperanza de vivir en la tierra también tendrá que mudarse, de un mundo moribundo a un nuevo mundo de justicia.

¿Y qué podemos decir de los ungidos? De todos aquellos que reciban el sello final, pues que todos ellos también tendrán que mudarse a los cielos. Así que cuando Jehová tenga para nosotros una nueva asignación, sigamos adelante con plena fe y confianza, seguros de que Jehová nos tiene reservadas bendiciones realmente maravillosas y que siempre nos cuidará con cariño y esmero, no importa a dónde vayamos.




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