¡Bienvenidos a la edición de este mes de JW Broadcasting®!
Estas son algunas de las cosas que veremos.
La vida de Bill era la música.
Aun así, él sentía que algo le hacía falta.
Veremos qué le dio verdadero sentido a su vida.
Tener buenos amigos es toda una bendición, en especial cuando pasamos por momentos difíciles.
Hoy veremos cómo forjar amistades buenas y duraderas.
Y la canción de este mes nos recordará las razones que tenemos para sentirnos felices.
Seguro que nos hará sonreír.
Esto es JW Broadcasting.
Es un hecho que todos nosotros, en algún momento de nuestras vidas, nos hemos enfrentado a alguna situación que nos ha desanimado.
Y es que no hay persona que sea inmune al desánimo.
A veces nos podemos sentir así un par de días.
Pero, en otras ocasiones, este sentimiento dura más.
¿Qué cosas pueden hacer que nos sintamos desanimados?
En el Índice de las publicaciones Watch Tower aparece una lista de más de 20 factores que pueden contribuir al desánimo.
Algunos son: la conducta de los demás —es decir, lo que alguien haya hecho o dejado de hacer que nos lastimó—, las faltas que hayamos cometido, el hecho de que ya no podamos servir como anciano o siervo ministerial, los problemas en la congregación, los problemas de salud y los sentimientos de inutilidad.
¡Hay infinidad de razones por las que alguna vez nos podemos sentir desanimados!
Incluso el hecho de sentirnos desanimados puede desanimarnos.
Hay quien se siente culpable porque está desanimado.
¿Es ese su caso?
¡Pues bienvenido al club!
En la propia Biblia, podemos encontrar ejemplos de hombres y mujeres fieles a Jehová que se sintieron desanimados.
A Moisés le decepcionaron tanto las constantes quejas de los israelitas que le dijo a Jehová: “Por favor, mátame de inmediato”.
A Rebeca, la esposa de Isaac, le afectó tanto que su hijo Esaú se casara con mujeres paganas que en una ocasión llegó a decir que odiaba la vida, la detestaba.
¿Se ha llegado usted a sentir así alguna vez debido a algún problema en la familia?
David se sentía muy culpable por sus pecados.
En el Salmo 51:3 escribió: “Porque conozco muy bien mis ofensas y mi pecado está siempre delante de mí”.
¿Siente que sus errores lo aplastan?
Jeremías se sintió tan desanimado por la oposición, las burlas y la apatía de la gente que se prometió a sí mismo que no volvería a hablar más de Jehová ni volvería a hablar más en su nombre.
¿Se ha llegado a sentir así cuando no le va bien en la predicación?
El apóstol Pablo admitió con franqueza en Romanos 7:24, 25 que tenía una lucha contra su tendencia al pecado.
A veces aquella lucha lo hacía sentir como una basura.
Él llegó a decir: “¡Qué desdichado soy!
¿Quién me librará del cuerpo que está sufriendo esta muerte?”.
Como vemos, hubo hombres y mujeres fieles que se sintieron desanimados.
Y a nosotros nos puede pasar lo mismo.
Sentirse desanimado es parte de la vida en este mundo; lo gobierna el Diablo.
Ahora bien, es importante que meditemos en cómo reaccionamos ante el desánimo.
¿Nos ponemos en el papel de víctimas de la situación y nos sumimos en la desesperanza porque no dejamos de compadecernos de nosotros mismos?
¿O, más bien, vemos al desánimo como un enemigo contra el que hay que luchar con todo?
Todos sabemos que sentimientos como el orgullo, el egoísmo y la envidia, entre otros, son como enemigos.
Y luchamos contra estos sentimientos porque no queremos que destruyan nuestra fe ni que se arraiguen en nuestra personalidad.
Sin embargo, puede que a veces no luchemos con la misma fuerza contra el desánimo.
¿Por qué es esto un peligro?
Por favor, lean junto conmigo Proverbios 24:10.
Dice así: ¿Se dieron cuenta de por qué debemos luchar contra el desánimo?
Según estas palabras que acabamos de leer, ¿qué peligro corremos si nos desanimamos al enfrentarnos a momentos difíciles?
Nos faltarán las fuerzas.
Así es, el desánimo puede agotarnos en sentido físico, emocional, mental y espiritual.
¿Y qué pudiera sucedernos si nos faltaran las fuerzas?
Podríamos dejar de servir a Jehová con ilusión.
Podríamos perder las ganas de orarle o de estudiar la Biblia.
Podríamos empezar a faltar a algunas reuniones.
Quizás empecemos a alejarnos de los hermanos.
Podría irse apagando nuestro deseo de predicar.
Y podríamos llegar a darnos por vencidos.
Y no queremos que ninguna de esas cosas nos suceda, ¿verdad, hermanos?
Entonces, ¿cómo podemos combatir el desánimo y vencerlo?
Pues bien, el desánimo es un sentimiento, una emoción.
¿Y qué da origen a los sentimientos, o emociones?
Veamos lo que se explicó en el artículo “¿Puede usted superar las emociones negativas?”, publicado en el número del 8 de octubre de 1992 de ¡Despertad! Dicho artículo no se refería a quienes sufren depresión debido a enfermedades como el trastorno bipolar, deficiencias nutricionales, reacciones a sustancias tóxicas o medicamentos, problemas hormonales, alergias o a alguna otra complicación que requiera atención médica.
El propósito de este artículo era ayudarnos a sobrellevar el desánimo que sentimos cuando pasamos por “momentos difíciles”, como decía Proverbios 24:10.
Bajo el subtítulo “Podemos controlar nuestros pensamientos”, decía lo siguiente: Se ha dicho que no puede tenerse un sentimiento sin antes haber experimentado un pensamiento.
Entonces, el desánimo no siempre es el resultado de las situaciones que enfrentamos, sino de los pensamientos que tenemos sobre esas situaciones.
Así que el primer paso en la lucha contra el desánimo es identificar los pensamientos negativos.
A veces lo que sucede en nuestra mente es que una idea nos lleva a otra.
El problema con eso es el siguiente: esa serie de pensamientos nos puede llevar a una conclusión equivocada.
Para ilustrarlo, imagínense que para llegar a algún destino necesitan tomar un tren.
Pero ya estando arriba, se dan cuenta de que se equivocaron de tren.
Resulta que están yendo en la dirección contraria.
¿Qué se hace en un caso así?
¿Se queda uno en el tren equivocado hasta la última parada?
¡Claro que no!
En cuanto uno llega a la siguiente parada, se baja de ese tren.
Y... ¿qué hay que hacer después?
Subirse al tren correcto.
Con nuestra mente pudiera suceder algo parecido.
Una serie de pensamientos negativos pudiera estar llevándonos en la dirección equivocada: hacia el desánimo.
¿Qué podemos hacer?
Cambiar de tren, por así decirlo, y reemplazar esos pensamientos negativos por pensamientos positivos que nos den paz mental.
Esa es la clave: tenemos que esforzarnos por sacar de la mente las ideas negativas y fijarla en lo que Jehová nos enseña.
Pero esa lucha por pensar de forma positiva es algo continuo.
Y es de esa lucha de la que el apóstol Pablo habló en Efesios 4:23.
Noten cómo dice: Estas palabras nos muestran que nosotros podemos controlar lo que pensamos; podemos renovar nuestros pensamientos.
Pero, como somos imperfectos, debemos seguir esforzándonos por hacerlo.
Y no es una batalla perdida.
Jehová nos ha dado todo lo que necesitamos para que nuestra mente vaya en la dirección correcta: el poder de su Palabra inspirada, el poder de su espíritu santo, la oración y el nutritivo alimento espiritual que recibimos mediante su organización.
Hablemos a continuación de algunos pensamientos negativos que pudieran desanimarnos, y luego mencionaremos algunos pensamientos positivos que nos ayudarán a combatir el desánimo.
Hoy no fue su mejor día.
Dijo o hizo algo malo y está arrepentido.
Ha sido uno de esos “momentos difíciles”.
Usted empieza a pensar: “No sirvo para nada”.
Se subió a un tren con dirección al desánimo.
¿Decidirá no bajarse de ese tren aunque su destino final sea el desánimo?
Recuerde: la decisión es suya.
¡Puede bajarse del tren!
En vez de dejarnos llevar por ese pensamiento negativo, podemos decirnos: “Un momento.
Detente.
Eso no es cierto.
El hecho de que me haya equivocado no quiere decir que no valgo nada para Jehová.
La Biblia dice que Jehová comprende que somos polvo y que es muy misericordioso.
Jesús mismo dijo una vez que ni un solo gorrión cae a tierra sin que Jehová lo sepa.
¿Y no es cierto que nosotros valemos más que muchos gorriones?
Sí, para Jehová, yo sí valgo.
Le pediré ayuda a Jehová.
Estoy seguro de que con su apoyo no volveré a cometer este error.
Sin duda, mañana será un día mejor.
¡Qué bueno que tengo a Jehová!”.
Veamos un segundo caso.
Imagine que un hermano le dijo algo muy desconsiderado.
Ahora se enfrenta a otro de esos “momentos difíciles”.
Puede que piense: “¿Cómo es posible que un hermano que se comporta así tenga tanta responsabilidad en la congregación?
No es una persona ejemplar.
¿Por qué no hacen nada los ancianos?”.
Ese es el desánimo llamándonos y diciendo: “¡Ya es hora de abordar!”.
Pero, si nos subimos a ese tren, terminarán faltándonos las fuerzas.
Una vez más, la decisión es nuestra.
Podemos reemplazar los pensamientos negativos con pensamientos positivos.
Para hacer que nuestra mente viaje en otra dirección, podemos decirnos algo como lo siguiente: “Bueno, es cierto que el hermano me dijo algo desconsiderado.
Pero él no suele ser así.
Es muy probable que estuviera teniendo un mal día.
Como yo, él también es imperfecto.
Yo también he dicho algo fuera de lugar más de una vez, y me he sentido muy mal.
Quizás él se sienta igual.
Recuerdo que Colosenses 3:13 dice que debemos seguir soportándonos unos a otros y que debemos seguir perdonándonos con generosidad, incluso si alguna vez tenemos una razón válida para quejarnos de alguien.
Bueno, el hermano me dio una razón válida para quejarme de él.
Pero el texto también dice que Jehová nos perdona con generosidad.
A mí Jehová me ha perdonado una infinidad de veces.
No, no voy a permitir que esta situación arruine mi amistad con el hermano.
¿Qué puedo hacer yo por él?
Voy a orar por él.
Y también voy a orar por mí, para que Jehová me ayude a no guardar ningún tipo de resentimiento en mi corazón”.
Pensemos en una tercera situación.
Después de haberle dedicado años de esfuerzo a su trabajo, lo despiden de su empleo.
Ahora no sabe qué hacer.
¡Qué momento tan difícil!
Lo invaden la ansiedad y los pensamientos negativos y se pregunta: “¿Y ahora qué va a pasar?
¿Cómo voy a mantener a mi familia?
Jehová, ¿por qué permitiste que me pasara algo tan terrible?”.
Si usted sigue dándoles vueltas a este tipo de ideas, ¿adónde irá a parar?
Sí, el destino final será el desánimo, y eso lo dejará débil, agotado en sentido espiritual.
Pero tiene otra opción.
En vez de pasársela pensando en eso, pudiera razonar así: “Bueno, aún no encuentro trabajo.
¿Pero qué debería hacer?
¿Aflojar el paso en mi servicio a Jehová?
¡Claro que no!
Jesús dijo que no deberíamos angustiarnos por las cosas que necesitamos porque Jehová nos ha prometido que nos las dará si seguimos buscando primero el Reino en nuestras vidas.
También nos dijo que lleváramos una vida sencilla...
La verdad es que hay cosas que realmente no necesitamos.
Eso es lo que voy a hacer: me voy a deshacer de algunas cosas, y así tendré más tiempo para servir a Jehová.
Él me prometió que nunca me va a abandonar, así que voy a arrojar mi carga sobre él.
Estoy seguro de que me ayudará a tomar la mejor decisión”.
Hermanos, como sabemos, vivimos en los últimos días de este mundo, así que pasaremos por momentos difíciles.
A veces, será debido a nuestras propias imperfecciones y, a veces, será debido a las de los demás.
Y también debemos recordar que el Diablo está empeñado en desanimarnos.
Apocalipsis 12:17 dice que Satanás está enfurecido y guerrea contra “los que obedecen los mandamientos de Dios y tienen la misión de dar testimonio acerca de Jesús”.
El Diablo se va a aprovechar de los problemas y las situaciones difíciles que tengamos para tratar de llenar nuestra mente de pensamientos negativos y robarnos las fuerzas.
Por eso, nunca olviden que estamos a la entrada del nuevo mundo.
Hay que luchar contra el desánimo con todas las armas que Jehová nos ha dado.
No dejen de estudiar la Palabra de Dios; conviértanlo en parte de su vida diaria.
Órenle constantemente a Jehová y pídanle la ayuda de su espíritu santo, y permanezcan cerca de su organización.
Jehová nos prometió que nos dará la victoria.
Con valor, hacemos eco de las palabras del apóstol Pablo que encontramos en Filipenses 4:13: En el primer video de hoy, veremos la historia de Aino Ehtmaa.
Sin duda, ella soportó muchos momentos difíciles con tal de ser leal a Jehová.
Noten lo que hizo para mantenerse fiel y no perder la alegría.
Recuerdo que una vez mi padre me escribió este versículo de la Biblia: “Tu palabra es una lámpara para mi pie y una luz para mi camino”.
Y me dijo: “Nunca te olvides de eso.
Ten siempre presente la Palabra de Dios y permite que dirija tu vida”.
Nací en 1929 en Võru, una ciudad de Estonia.
Mis padres creían mucho en Dios y eran muy cariñosos.
Y siempre se preocuparon de que no me faltara nada.
Cuando mi padre aprendió la verdad, nos dio a cada uno una Biblia, y comenzamos a estudiarla juntos.
Lo arrestaron en el verano de 1948.
En ese tiempo, Estonia estaba bajo el control del régimen soviético, pero él todavía seguía trabajando como profesor en una escuela.
Un día le dijeron que se presentara en el Departamento de Educación.
Él fue vestido con ropa de verano y sandalias.
Nunca regresó.
Un día, a medianoche, oímos que golpeaban muy fuerte la puerta.
Cuando abrimos, entraron unos soldados y nos ordenaron que les diéramos nuestros pasaportes.
Los pusimos sobre la mesa y, sin ninguna explicación, nos dijeron: “Están arrestados”.
Todo el mundo le tenía miedo a la prisión de Pagari, en Tallin, y yo también.
Recuerdo que me hicieron bajar al sótano por las escaleras y llegué a un pasillo muy largo.
Lo único que había en la celda era un banco.
Cerraron de un golpe la puerta, y fue entonces cuando sentí un poco de miedo.
Pero le pedí a Jehová que me ayudara, e inmediatamente sentí que me llenaba de paz.
Me acosté en el banco y me quedé dormida.
Me declararon enemiga del Estado y me condenaron a 10 años de prisión.
Un año después de ese juicio, nos mandaron a Rusia, a campos de prisioneros.
Era muy difícil conseguir el alimento espiritual.
No podíamos recibirlo por correo.
Pero los ángeles siempre encontraban la manera de hacernos llegar algo.
Una idea bíblica o un simple versículo puede ayudarte mucho cuando estás en prisión.
De todas maneras, la Palabra de Dios debería estar en nuestro corazón.
Nunca debemos olvidarla, aunque solo podamos recordar un versículo.
Después de un tiempo, me permitieron vivir fuera del campo de prisioneros.
Una familia de Testigos nos acogió a dos hermanas y a mí en su casa.
Vivir fuera del campo significaba que no había un guardia vigilándonos todo el tiempo.
Así que podíamos pasar tiempo juntos y podíamos salir a predicar un poco, incluso a veces, de casa en casa.
Tiempo después, me mudé a otro lugar porque en la casa de los hermanos no había mucho espacio.
Eso nos permitió esconder las publicaciones en el lugar donde yo vivía, y así, si arrestaban a alguien, me arrestaban a mí y no al hermano, lo que hubiera sido mucho peor.
Una noche, entraron a registrar el lugar donde estaba viviendo.
Pusieron todas las publicaciones en la mesa y me preguntaron de dónde las había sacado.
Yo les dije: “Los ángeles las trajeron.
Ellos siempre nos están alimentando”.
Así que, como resultado, me impusieron una nueva condena: dos años más por posesión de publicaciones.
Entonces, por primera vez, oí que los testigos de Jehová estaban prohibidos oficialmente.
¡Qué emoción sentí al saber que me reconocían como testigo de Jehová!
¡Fue una gran alegría para mí!
Sabía que Jehová me estaba ayudando porque las cosas nunca fueron tan difíciles como para que no pudiera aguantarlas.
Si la situación era demasiado para mí, siempre ocurría algo que me permitía seguir aguantando.
En todo momento tenía la sensación de que alguien me estaba cuidando.
Nunca me sentí sola ni abandonada.
Si pudiéramos ser fieles siempre, nos sentiríamos felices siempre.
Pero a veces nos equivocamos y nos ponemos un poco tristes.
Ser fiel te hace feliz.
Aunque estés en prisión, puedes seguir siendo fiel si no dejas a Jehová, si no dejas de orar y si nunca olvidas la razón por la que estás ahí.
Estás ahí porque sirves a Jehová.
Yo no era una ladrona ni era una asesina; yo era testigo de Jehová, y estar en la cárcel por eso es un orgullo.
Si usted se está enfrentando a persecución, o a cualquier otra prueba, tenga siempre presente lo que le ayudó a la hermana Ehtmaa.
Ella se esforzó por alimentarse en sentido espiritual, aun cuando casi no había publicaciones.
Tenía en su corazón la Palabra de Dios.
Se valió de la oración para combatir el desánimo y las preocupaciones.
Y pasó tiempo con sus hermanos espirituales; y esto es algo que todos debemos hacer.
Fortalecer la amistad que tenemos con nuestros hermanos es especialmente importante ahora que nos encontramos tan cerca del fin.
En el siguiente segmento de la serie “Lecciones de La Atalaya”, veremos qué debemos hacer para tener amistades fuertes.
Mis amigos me ayudan cuando más lo necesito.
Me hacen reír, y también cuando me hace falta algo puedo contar con ellos.
Y, bueno, mis amigos me alegran la vida.
Ver que mis amigos pasan por momentos difíciles y que aun así siguen sirviendo a Jehová me ayuda a aguantar cuando soy yo la que paso por alguna prueba.
Los amigos mejoran y enriquecen nuestra vida muchísimo.
La verdad es que para mí no es tan fácil hacer amigos.
Soy bastante tímido, a veces un poco inseguro, y me siento inferior a los demás.
Siempre pensé que Baruc era simplemente el secretario de Jeremías.
No había pensado que como pasaron tanto tiempo juntos seguramente llegaron a ser muy buenos amigos.
Cuando estudié el artículo sobre Jeremías y Baruc, me puse a pensar en mis amigos.
Cuando haces cosas por Jehová junto a tus amigos, eso lleva la amistad a otro nivel.
Las amistades que tenemos las personas que servimos a Jehová son más fuertes y profundas que las que tienen las personas que no le sirven.
Me gustó mucho la parte del artículo que hablaba sobre la comunicación.
Si te abres con los demás, ellos también se abrirán contigo.
Eso hace que la amistad se haga más fuerte.
A veces me veo a mí misma de forma muy negativa.
Me gustó que La Atalaya nos recordara que es normal ver los defectos de nuestros amigos, porque todos tenemos defectos.
Pero los amigos de verdad están ahí para ayudarnos a ver nuestras cosas buenas.
Cuando hacen eso conmigo es como si Jehová me estuviera diciendo lo mucho que me quiere.
Me enteré de que Keith, un hermano mayor muy querido y respetado, tenía que volver aquí, a Gran Bretaña, para recibir tratamiento médico.
Intenté ponerme en su lugar.
Seguro que estaba nervioso y asustado.
Aunque primero pensé: “¿Quién soy yo para animar a Keith?”, después me di cuenta de que acercarme a él y hablarle sería una muestra de amor.
Así que pasamos tiempos juntos, conversamos...
El simple hecho de hacer una oración con él ya me parecía un honor.
Me emocionó muchísimo ver lo agradecido que se sentía por la ayuda que yo le estaba dando.
Y me puse muy contento de saber que lo poquito que hice por él lo había animado mucho.
Me tocó pasar tiempo con una hermana con la que no tenía muchas cosas en común.
Charlotte y yo somos polos opuestos, pero enseguida me di cuenta de que es muy buena escuchando a los demás.
Charlotte ya no es solo una amiga...
ahora es familia.
Amo muchísimo a mi familia.
Aunque ninguno de mis familiares es testigo de Jehová, la verdad es que nunca me he sentido solo.
Jehová siempre se ha encargado de que tenga hermanos, hermanas, padres, madres, tíos, tías...
Él siempre ha puesto en mi camino a las personas que necesitaba.
Lo que viví con Keith me ha enseñado que tener amigos verdaderos te trae muchas bendiciones.
Cuando nos esforzamos por hacer algo que agrada a Jehová, aunque sea algo pequeño, él nos bendice.
He aprendido que, muchas veces, terminas haciéndote muy amigo de la persona que menos esperabas.
Cuando sirves a Jehová con diferentes hermanos y hermanas, te das cuenta de que cada uno es un regalo de Jehová.
“Y él los entregará a todos ustedes en nuestras manos”.
Si trabajas duro para Jehová y eres tú mismo, otros hermanos querrán ser tus amigos.
Nunca vamos a olvidar las amistades que hagamos ahora.
Jehová usará a esos amigos para ayudarnos durante la gran tribulación.
Estos excelentes consejos aparecieron en el número de noviembre de 2019 de la revista La Atalaya.
Este artículo enfatizó lo importante que es que fortalezcamos nuestras amistades con los hermanos antes de que llegue el fin.
Puede que durante la gran tribulación nuestros enemigos intenten causar divisiones entre nosotros, pero estamos seguros de que nada ni nadie podrá romper nuestros lazos de amistad.
Nuestras amistades durarán no solo hasta el final de este sistema, sino por toda la eternidad.
En nuestras revistas se han publicado por muchos años historias de testigos de Jehová.
¿Se ha preguntado alguna vez qué ha sido de algún hermano o hermana desde que se publicó su historia?
¿Cómo les irá?
En ese caso, nos alegra presentarles una nueva serie titulada: “¿Qué ha sido de ellos?”.
En el primer episodio, nos pondremos al día con Bill Mullane.
Su historia apareció en la revista ¡Despertad! hace unos 35 años.
En ese entonces, Bill tomó una importante decisión que cambió por completo su vida.
¿Cómo le ha ido?
Veámoslo.
La música te permite expresar cosas que no puedes expresar de ninguna otra manera.
Es tan poderosa.
Es un regalo maravilloso.
Antes de conocer la verdad, la música era mi vida.
Durante muchos años toqué rock duro y heavy metal en bares y locales de la ciudad de Nueva York.
El ambiente de esos lugares me parecía muy deprimente.
Pero después me enamoré de la música clásica.
Practicaba seis horas al día.
Me aceptaron en la prestigiosa escuela de música Juilliard, pero al final decidí no ir.
Sentía que me faltaba algo.
Mi vida cambió para siempre el 16 de febrero de 1973, porque ese día, en un taxi, conocí la verdad.
Llegué a Betel el 16 de febrero del año 1979.
Al principio tuve que dejar un poco de lado la música.
Empecé trabajando en la imprenta y, bueno, era algo completamente nuevo para mí.
También trabajé en jardinería, en la construcción en Wallkill y en ingeniería y diseño de planos.
Aunque no era muy bueno en esas cosas, me di cuenta de que Jehová estaba usando esos trabajos para ayudarme a desarrollar cualidades importantes.
Y creo que cuando Jehová me miraba decía: “Hay que seguir ayudándote a mejorar”.
Igual que afinas un instrumento para que suene bien, Jehová también te afina.
Él nos enseña a darle a cada cosa la importancia debida y a ponerlo a él en primer lugar porque es lo que se merece.
Cuando puse a Jehová en primer lugar, todo lo demás encajó donde debía ir.
Un día, en 1981, mientras tocaba en una boda, conocí a una hermana.
Nos enamoramos y nos casamos.
Si nuestro amor por Jehová crece con los años, el amor que le tenemos a nuestra pareja también crece.
Nunca dejé la música del todo porque aún me apasionaba.
Seguí practicando todo lo que me permitían el horario de Betel y mis actividades espirituales.
No me importa que la música ya no sea lo principal en mi vida.
Soy más feliz porque está en su debido lugar.
En 1995, cuando llegué a Patterson, empecé a trabajar en Servicios de Audio y Video.
Desde el año 2016 la música es parte de mi trabajo, porque ahora soy editor y compositor musical.
Trabajar con hermanos en la creación de una pieza musical es un privilegio y una verdadera bendición.
Es maravilloso que Jehová nos permita utilizar la música, que nos gusta tanto, para alabarlo.
La organización no hace música para ganar dinero.
El objetivo que tenemos es darle gloria a nuestro querido Padre, Jehová.
Y usamos música de todas las culturas.
Eso nos une como hermanos.
La música es muy poderosa y ayuda a tocar el corazón.
A veces nos juntamos algunos hermanos y nos ponemos a tocar, a improvisar, y es como si estuviéramos hablando a través de la música.
Es algo único.
Saber que he llevado una vida limpia a los ojos de Jehová me hace muy feliz.
Y no me arrepiento de las decisiones que tomé cuando tenía 22 años.
Todo lo contrario, fue lo mejor que pude hacer porque gracias a eso llegué a ser amigo de Jehová y encontré el equilibrio en mi vida.
La felicidad no depende del trabajo que tenemos.
Depende de nuestra espiritualidad y de nuestra amistad con Jehová.
Eso es lo que le da sentido a la vida.
No hay nada mejor que servir a Jehová.
Como hemos visto, Bill no se arrepiente de la decisión que tomó.
Él sacrificó su carrera musical por su amor a Jehová, y Jehová lo bendijo con una vida plena y feliz en su servicio a él.
El apóstol Pablo les escribió a los corintios que Jehová “ama al que da con alegría”.
Escuchemos cómo el hermano Anthony Morris, del Cuerpo Gobernante, desarrolló ese tema en una adoración matutina reciente.
Hoy hablaremos de dinero.
Bueno, la verdad es que nosotros nunca pedimos dinero.
Pero eso no significa que en la parte terrestre de la organización de Jehová no podamos hablar de dinero.
Y hemos mantenido esa visión equilibrada por mucho tiempo.
Ya hace más de 100 años, la revista Watch Tower dijo lo siguiente: “Jamás nos ha parecido propio pedir dinero para la causa del Señor como las demás iglesias”, refiriéndose a la cristiandad.
“Opinamos que el dinero obtenido mendigando con tretas en el nombre del Señor es ofensivo e inaceptable para él, y no consigue Su bendición ni para los que lo dan ni para la obra que con él se realice”.
Así que no necesitamos que se nos obligue a dar.
Nos sentimos muy felices de apoyar el Reino con nuestro dinero.
Lo que dijo la revista sigue siendo cierto hoy.
Pero, claro, con esto no queremos decir que esté mal hablar de dinero.
A veces hay que hablar de dinero en estos últimos días del sistema.
La Biblia dice que el dinero cubre las necesidades.
Así que pensé en que analizáramos algunas ideas del libro Reino de Dios.
Veremos tres razones muy bonitas por las que nos gusta tanto dar.
La primera razón es que queremos hacer lo que a nuestro Padre, Jehová, le agrada.
Y el texto que vamos a leer ahora en Segunda a los Corintios es muy útil para explicar por qué nosotros no pedimos dinero.
Aunque, como decíamos, hay que hablar de dinero de vez en cuando.
Y, aquí, en el capítulo 9, Pablo está hablando de las donaciones.
Entonces, dice algo muy profundo por inspiración que muestra lo que piensa Jehová.
Está en el versículo 7.
2 Corintios 9:7: “Que cada uno haga lo que ha decidido en su corazón, y no de mala gana ni a la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría”.
Y ese es el punto: nos sentimos felices de darle a Jehová.
Cuando surge una necesidad, la organización nos lo comunica.
Por ejemplo, en la reunión anual vimos un informe sobre el aumento en la cantidad de desastres que están ocurriendo.
Y la organización de Jehová gastó millones de dólares para ayudar a nuestros hermanos.
Pero sabemos que dar es una responsabilidad personal.
Como vimos, cada uno debe hacer “lo que ha decidido en su corazón, y no de mala gana”.
Y, claro, nunca querríamos hacer sentir mal a alguien.
Y nunca le diríamos a nadie algo como: “Oye, tú tienes mucho dinero, ¿por qué no das más?”.
No nos corresponde preguntar eso, no es nuestro problema.
Es una decisión que cada uno debe tomar.
Así que, aunque hablamos de dinero, nunca queremos que nadie se sienta presionado.
Y jamás querríamos que las personas nos dieran dinero obligadas o de mala gana.
Nuestra organización no es así.
Sin embargo, la cristiandad es experta en pedirle dinero a las personas.
Como nosotros amamos a Jehová, queremos ser la clase de persona a la que él ama.
Y miren qué bonita esta expresión: “Dios ama al que da con alegría”.
O como dice otra traducción: “Dios ama a las personas a las que les gusta dar”.
Y así es.
Queremos que Jehová nos ame.
Así que, sin importar cuánto dinero tengamos, eso depende de nuestras circunstancias, nos sentimos felices de contribuir para el Reino.
Esa es la primera razón por la que hacemos donaciones, por nuestro amor a Jehová.
La segunda razón se encuentra en la Ley de Moisés.
Se basa en un principio que nos permite ver lo que hay en nuestro corazón.
Es muy interesante.
Vamos a Deuteronomio 16...
Deuteronomio 16.
Y veremos la relación entre lo que se les pedía a los judíos y lo que nosotros debemos hacer hoy día.
Vamos a leer los versículos 16 y 17 del capítulo 16: “Tres veces al año, todos tus varones deben presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escoja: durante la Fiesta de los Panes Sin Levadura, la Fiesta de las Semanas y la Fiesta de las Cabañas, [ahora fíjense] y ninguno debe presentarse delante de Jehová con las manos vacías.
El regalo que lleve cada uno debe ser en proporción a la bendición que Jehová tu Dios te haya dado”.
Así que, si pensamos en estas palabras, vemos que Jehová les dejó claro a los israelitas que ninguno debía presentarse en estas fiestas sin llevarle un regalo.
Ninguno.
No dijo: “Tienes que dar solo si eres rico o si has tenido un buen año”, como si los pobres no tuvieran que dar, porque en ese tiempo, aunque eran el pueblo de Jehová, también había pobres.
Aun así, Jehová dijo: “Ninguno debe presentarse con las manos vacías”.
Y eso nos incluye a todos nosotros sean cuales sean nuestras circunstancias, tanto si somos betelitas como si no.
Así que Jehová no quiere que nos presentemos con las manos vacías.
¿Y qué motivaría a un siervo de Dios a no presentarse con las manos vacías, fuera en el pasado, en el tiempo de Israel, o en nuestros días?
Leamos lo que dice el versículo 17, es muy interesante: “El regalo que lleve cada uno debe ser en proporción a la bendición que Jehová tu Dios te haya dado”.
Ese es el punto.
Ellos tenían que pensar en las bendiciones que habían recibido, y eso es algo que nosotros deberíamos hacer siempre.
Pensemos en lo que Jehová nos da, en cómo nos ha bendecido.
Y debemos dedicar tiempo a hacer esto, hay que esforzarse.
“El regalo que lleve cada uno debe ser en proporción a la bendición”.
Así que hay que reflexionar.
Pensar en nuestras bendiciones nos motivará a contribuir con alegría.
Esta es una idea importante y algo en lo que deberíamos reflexionar, porque queremos asegurarnos de dar contribuciones de forma regular, y así nunca presentarnos con las manos vacías.
No pensemos: “Yo ya hago mucho por Jehová”.
Sí, pero se necesita dinero para muchas cosas.
Y eso es algo que todos debemos recordar, incluso si no tenemos mucho dinero.
Bueno, la tercera razón para contribuir tiene que ver con nuestro amor por Jesús.
Vayamos, por favor, a Juan, capítulo 14.
Evangelio de Juan 14:23.
Hacemos donaciones voluntarias porque amamos al Señor Jesús.
Y vamos a leer lo que él dijo aquí.
Juan 14:23.
Dice: “Jesús le contestó: ‘Si alguien me ama, obedecerá mis palabras.
Y mi Padre lo amará, y nosotros dos vendremos a él y viviremos con él’ ”.
Fíjense...
Dijo: “Si alguien me ama”.
Así que cada uno de nosotros tiene esa responsabilidad.
Nosotros no somos como la cristiandad.
Ellos proclaman su amor por Jesús, aseguran que sienten mucho amor por él.
Pero la verdad es que ellos no saben cómo es Jesús en realidad.
Nosotros sí que conocemos a Jesús.
Si estamos en la verdad y nos hemos dedicado y bautizado, si realmente lo amamos, obedeceremos sus palabras.
Y eso no solo significa dedicar tiempo y energías a la predicación, sino también hacer donaciones.
Por eso nos sentimos felices de apoyar la obra del Reino con nuestro dinero.
No nos da vergüenza reconocer que para las labores que realizamos hace falta dinero.
Por ejemplo, construir y mantener las sucursales, apoyar la predicación y otros proyectos.
Se necesita dinero.
No podemos ir a comprar los productos que necesitamos y decirle al vendedor: “Mira, somos una organización sin fines de lucro.
¿Nos lo das gratis?”.
No, no hacemos eso.
Es lógico que estas personas esperen recibir dinero por los productos que nos proporcionan.
Así que recordemos los tres puntos que analizamos: amamos a Jehová y por eso queremos hacer lo que a él le gusta.
También debemos reflexionar en lo que nos da.
Y, por último, el amor a Cristo nos impulsa a dar.
Y queremos hacer todo lo que podamos.
Así que, ¿cuánto dinero debemos dar y con cuánta frecuencia?
Eso es una decisión personal, y Jehová nos dignifica dándonos esa libertad.
Nunca querríamos hacer sentir mal a alguien presionándolo a dar o diciéndole que debe dar esto o aquello.
Eso es algo personal.
Y, si somos pobres, recordemos el excelente ejemplo de la viuda.
Ella era muy pobre.
Pero, aun así, cuando fue al templo, no se presentó con las manos vacías.
No tenía mucho, pero Jehová y Jesús la amaron por dar lo que tenía.
Así que se espera que todos hagamos donaciones, incluso si somos pobres.
Y lo hacemos porque amamos a nuestro Dios, Jehová, amamos a Jesús y también porque nos sentimos agradecidos por todas las bendiciones que Jehová nos da.
Como ya vimos, una forma de luchar contra el desánimo es cambiar los pensamientos negativos por pensamientos positivos.
¿Qué les parece si hacemos eso?
El video musical para este mes, titulado “Siempre feliz”, nos llenará la mente de pensamientos positivos.
Mira hacia el mar y el cielo azul.
Siente el sol en tu piel.
Hay tanto que vivir y disfrutar gracias a Dios.
¡Qué maravilla es poder percibir su inmenso amor!
Sirve a Jehová con el corazón.
¡No te arrepentirás!
Canta y sonríe con ilusión.
Prueba y así serás ¡siempre feliz!
¡Siempre feliz!
¡Siempre feliz!
¡Siempre feliz!
Qué emoción es disfrutar tanto amor y unidad.
Nos quitarán tal vez la libertad, pero jamás nadie nos robará la felicidad de nuestro Dios.
Sirve a Jehová con el corazón.
¡No te arrepentirás!
Canta y sonríe con ilusión.
Prueba y así serás ¡siempre feliz!
¡Siempre feliz!
¡Siempre feliz!
¡Siempre feliz!
Gracias a Jehová y Jesús, podremos disfrutar verdadera libertad por la eternidad.
Sirve a Jehová con el corazón.
¡No te arrepentirás!
Canta y sonríe con ilusión.
Prueba y así serás ¡siempre feliz!
¡Siempre feliz!
¡Siempre feliz!
¡Siempre feliz!
¡Siempre feliz!
¡Siempre feliz!
¡Siempre feliz!
¡Siempre feliz!
¡Siempre feliz!
¡Siempre feliz!
¡Siempre feliz!
¡Siempre feliz!
¡Siempre feliz!
Seguro que este video les dibujó una sonrisa en el rostro.
En este programa, hemos visto que sí podemos vencer al desánimo y seguir siendo felices.
A pesar de las dificultades, la hermana Ehtmaa siguió sirviéndole a Jehová con alegría porque buscó el apoyo de los hermanos y no dejó de alimentarse espiritualmente.
También vimos cómo hacer amistades fuertes, que son tan necesarias cuando pasamos por momentos difíciles.
La historia de Bill nos enseó que poner siempre en primer lugar a Jehová puede darle verdadero sentido a nuestra vida.
Y la canción del programa de este mes llenará nuestros corazones de alegría cada vez que la cantemos.
Ahora los invito a visitar a nuestros hermanos de Quebec, en Canadá.
Quebec es la provincia con mayor extensión territorial en todo Canadá.
Allí hay más de 24.000 de nuestros hermanos y hermanas.
Esta región es muy conocida por su belleza.
Ahí encontramos el río San Lorenzo, miles de lagos, cascadas, bosques y montañas nevadas ideales para esquiar.
También encontramos muchos animales, como el alce, el caribú, el castor, el lobo y el búho nival.
Nuestros hermanos comenzaron a predicar en esta región en la década de 1920.
Claro, la Iglesia influyó enseguida en el Gobierno para que los persiguiera.
En 1946, los Testigos organizaron una campaña de 16 días para denunciar al Gobierno por no respetar la libertad religiosa.
Lamentablemente, cientos de hermanos y hermanas fueron arrestados.
Los primeros en ir a juicio fueron el hermano Aimé Boucher y sus dos hijas, y eso que la menor solo tenía 11 años de edad.
Pero en 1950, el Tribunal Supremo de Canadá falló en su favor y respaldó el derecho legal que tienen los testigos de Jehová de predicar en el área de Quebec.
Hoy nuestros hermanos aprovechan al máximo esta libertad.
Montreal es la ciudad más grande de la provincia de Quebec.
A los publicadores de Montreal les encanta predicar en las zonas turísticas, en las estaciones del metro y en los puertos, donde trabajan personas de muchos países.
También se esfuerzan por predicarles a la gran cantidad de jóvenes que van a estudiar a Montreal.
En la ciudad de Quebec, los hermanos predican hasta enfrente del edificio donde alguna vez se escribieron leyes para prohibir la predicación.
El hermano Boucher era de la pequeña ciudad de Lac-Etchemin.
Actualmente, hay allí una congregación de 71 publicadores.
Gran parte del amplio territorio asignado a esta congregación es rural, pero los hermanos se han esforzado por llegar a todos y hoy dirigen varios cursos bíblicos.
En pleno invierno, la temperatura promedio de este lugar es de -12 ºC, o 10 ºF, pero es normal que llegue a hacer mucho más frío.
A pesar de ese frío tan intenso, los hermanos disfrutan de una cálida amistad.
El 70 % de la producción mundial de jarabe de arce proviene de Quebec.
A mucha gente de Quebec le gusta hervir la savia del arce, derramarla sobre la nieve, dejar que se endurezca, enrollarla en un palito y, entonces, disfrutarla como si fuera un caramelo.
Nuestros hermanos y hermanas de la congregación de Lac-Etchemin nos mandan un saludo lleno de entusiasmo.
Muchas gracias por acompañarnos en una edición más de JW Broadcasting.