Bienvenidos a una edición más de JW Broadcasting.
Estas son algunas cosas que veremos en el programa.
Sharon Hall tuvo que dejar de ser precursora, pero ella quería seguir dándole a Jehová todo lo que pudiera.
¿Qué decidió hacer?
¿Y qué podemos aprender todos nosotros de su ejemplo?
En muchas escuelas se enseña que la evolución es un hecho.
Joven, ¿sucede eso en la tuya?
Pues verás cómo puedes hacerle frente a esta idea falsa y comprobar por ti mismo que Dios existe.
También presentaremos una nueva serie de videos que nos ayudará a enseñar y a predicar mejor.
Este es el programa de octubre de 2021 de JW Broadcasting.
El título para este mes es: “A Jehová le agrada mucho lo que usted le da”.
Todos amamos a Jehová y queremos darle lo mejor.
Queremos que esté contento con los sacrificios que hacemos por él.
Por eso quizá nos esforcemos por participar al máximo en los emocionantes proyectos que la organización tiene en marcha.
¿Alguna vez se ha sentido frustrado?
¿Frustrado o incluso culpable o desanimado en su servicio a Jehová?
Por un lado, puede que a veces esté tan ocupado en tantas actividades de la organización que no le dé suficiente atención a su espiritualidad, a su familia o a usted mismo.
Y, por otro lado, puede que pase lo contrario.
Tal vez se sienta mal porque no puede hacer tanto como a usted le gustaría o tanto como hacen otros.
Por ejemplo, es posible que usted haya estado muy activo y, de repente, cambiaran sus circunstancias —sea por salud o por algún otro problema que surgió— y, entonces, todo se detuvo.
Este tipo de situaciones pudieran hacer que usted se pregunte: “¿Qué espera realmente Jehová de cada uno de nosotros?”.
En este discurso vamos a analizar tres puntos.
El primer punto es tener claro qué es lo más importante.
El segundo es no compararse con los demás.
Y el tercero, tener presente lo que es importante para Jehová.
Veamos el primero.
Jehová espera que tengamos claro qué es lo más importante.
¿Pero cómo se hace eso?
Un texto que me ayudó a mí fue 2 Corintios 8:12.
Para cuando se escribió esta carta, los cristianos de Judea estaban pasando por muchas pruebas.
Entre otras cosas, ellos eran víctimas del hambre, la persecución y la delincuencia.
Necesitaban ayuda.
Antes, en su primera carta, Pablo les había dicho a los corintios que apartaran dinero para ayudar a los hermanos de Judea.
Poco después, cuando el apóstol Pablo escribió su segunda carta a los cristianos de Corinto, los animó a tener listas sus donaciones.
Ahora que sabemos a qué se refería Pablo con hacer sacrificios, dar y ayudar a otros, vamos a leer 2 Corintios 8:12: Aquí Pablo está hablando de sacrificios que le agradan a Jehová y también de sacrificios que no le agradan.
¿Cuál es la diferencia?
Usemos la imaginación.
Imaginémonos a una familia en la ciudad de Corinto: el padre, la madre y sus niños.
Cuando se lee la carta de Pablo en la congregación, el padre la escucha y, lleno de entusiasmo, quiere hacer todo lo posible por ayudar a los hermanos de Judea.
Cuando la familia llega a su casa, él habla del tema con su esposa.
Le dice: “Tenemos un dinerito apartado para hacer algunas reparaciones en la casa, y también estábamos ahorrando para poder comprar otro burro.
Pero me gustaría usar ese dinero para ayudar a los hermanos necesitados de Jerusalén”.
¿Qué le parece?
¿Diría usted que es un sacrificio que le agrada a Jehová?
Sí.
Él y su familia van a donar dinero para ayudar a los hermanos, pero ese sacrificio es de lo que tienen.
Sin duda, ese sacrificio es muy valioso para Jehová.
Imagínese: la familia estaría encantada de apoyar esa decisión.
Pero ahora imagínese a otra familia de la misma congregación.
En este caso, cuando llegan a su casa, el esposo dice: “Ya sé que no tenemos ahorros, pero me gustaría donar el dinero que teníamos apartado para comer las próximas dos semanas para ayudar a los hermanos necesitados de Jerusalén”.
¿Qué le parece ahora?
¿Diría usted que es un sacrificio que le agrada a Jehová?
Son las mismas intenciones, el motivo es bueno y a lo mejor es la misma cantidad de dinero.
¿Pero está haciendo bien?
No.
¿Por qué?
Porque no da en función de lo que tiene.
Jehová no quiere que les quite el pan de la boca a sus hijos.
¡Imagínese a ese padre contándole su decisión a su familia!
Jehová le ha dado al padre la responsabilidad de alimentar a su familia.
Pablo dice que solo demos en función de lo que tenemos.
¿Qué nos enseña esto?
¿Cómo nos ayuda esto a tener claras nuestras prioridades y mantener el equilibrio?
Cuando hacemos sacrificios en función de lo que tenemos, le agrada mucho a Dios.
Pero lo que a Jehová no le agrada es que queramos darle más de lo que tenemos.
¿Cómo lo ponemos en práctica?
Bueno, hay cosas que para Jehová no son opcionales.
¿Cuáles son algunas de ellas?
Una de esas cosas es nuestra amistad con Jehová.
Él espera que mantengamos fuerte esa amistad dedicando tiempo a actividades tan importantes como orar desde el corazón, leer la Palabra de Dios y meditar en ella, asistir a las reuniones y participar en ellas y estar muy ocupados en el ministerio.
Así que no dejemos que nuestras ocupaciones en la organización les quiten tiempo a estas otras actividades que nos acercan a Dios.
Está claro que eso no sería un sacrificio que le agrade a Jehová.
Otro aspecto son nuestras responsabilidades familiares.
Jehová espera que cuidemos a nuestra familia, no solo en sentido físico y material, sino también en sentido espiritual y emocional.
Por eso hay que pasar tiempo juntos, estudiando la Biblia, participando en el ministerio y divirtiéndonos.
Eso significa que no debemos permitir que nuestras responsabilidades en la organización nos impidan dedicar suficiente tiempo a cuidar a nuestra familia.
Eso no sería un sacrificio que le agrade a Jehová.
Otro aspecto es nuestra salud.
Jehová desea que le sirvamos con toda el alma.
Eso implica hacer todo lo que nuestra salud nos permita.
Así que hacemos todo lo posible por cuidar nuestra salud al comer sanamente, dormir suficientes horas, hacer ejercicio de forma regular… Una vez más, no debemos permitir que nuestras responsabilidades en la organización nos impidan cuidar nuestra salud.
Eso no sería un sacrificio que le agrade a Jehová.
¿Vemos cuál es la lección?
¿Cómo podemos tener claro qué es lo más importante?
Acuérdese del principio bíblico de 2 Corintios 8:12.
Jehová aquí nos dice: “Dame en función de lo que tienes, no de lo que no tienes, y eso es lo que realmente me agrada mucho”.
Pero, aunque tengamos claro qué es lo más importante, es todo un reto mantener el equilibrio.
El equilibrio no es algo que, una vez que lo alcanzas, ya está.
No, es como un equilibrista, que tiene que ir pensando y cambiando sus movimientos para mantener el equilibrio.
Pasa lo mismo si queremos mantener el equilibrio en nuestra vida.
Yo lo trato de hacer constantemente, y estoy seguro de que ustedes también lo hacen.
Tenemos excelentes publicaciones con consejos muy útiles para organizar nuestro tiempo.
Veamos dos ejemplos.
En la ¡Despertad! de abril de 2010, página 7, hay un artículo que se titula “Veinte consejos para que el tiempo le rinda”; y en la de febrero de 2014, página 6, hay otro artículo que se titula “Cómo invertir sabiamente el tiempo”.
Allí encontrará información que le ayudará a tener claro qué es lo más importante y a mantener el equilibrio.
El segundo punto que nos ayudará a mantener el equilibrio es no compararse con otras personas.
Siempre habrá alguien que dé en su servicio a Jehová más que nosotros.
Y, si empezáramos a compararnos con ellos o a pensar que le agradan más a Jehová que nosotros, no solo podríamos perder el equilibrio, también la felicidad.
Respecto a la importancia de no compararse con los demás, pensé en los profetas Daniel, Ezequiel y Jeremías.
Como recordará, estos hombres vivieron en la misma época, pero las circunstancias de cada uno eran muy diferentes.
Daniel vivía en la corte del rey de Babilonia.
Es cierto que pasó por persecución y dificultades.
Pero, después de todo, era un oficial de la corte.
Había recibido capacitación para su puesto.
Así que las cosas eran relativamente fáciles para él.
Ezequiel vivía con otros desterrados en una comunidad junto al río Kebar.
En general, las circunstancias allá eran buenas.
Los judíos allá tenían cierto grado de libertad.
Tenían casas, tenían hijos, se establecieron ahí.
Se hicieron expertos en distintos oficios.
Así que todo parece indicar que llevaban una vida relativamente estable.
¿Y qué decir de Jeremías?
Él estaba en Jerusalén.
Parece que siempre había alguien que quería matarlo.
Casi todo el tiempo estaba escondido o confinado.
Piense en esto: ¿Significaban las diferentes asignaciones que Jehová amaba o favorecía a unos más que a otros?
Para nada.
Solo era una asignación.
Jehová quería tener un profeta en Jerusalén, otro con los exiliados en Babilonia y tener otro en la corte del rey.
Solo era la asignación que le tocó a cada uno.
Si estos hombres se hubieran valorado a sí mismos según su asignación, o se hubieran comparado con los otros dos, seguro se habrían sentido desanimados.
Es posible.
Vamos a ver… Ezequiel y Jeremías pudieron haber visto a Daniel y pensar: “¡Guau!
Él tiene libre acceso al rey; vive donde se toman las grandes decisiones.
¡Qué emocionante vivir allí!
Puede usar su influencia para ayudar al pueblo de Dios.
¡Qué privilegio!
¡Ojalá yo estuviera ahí!”.
O Daniel y Jeremías pudieron haber visto a Ezequiel y pensar que querían estar en su lugar.
“Disfrutaríamos de cierta libertad junto con los exiliados, podríamos animarlos a ellos, a otros siervos de Jehová.
Podríamos ayudar a otros a conocer a Jehová”.
O, aunque no lo crea, Ezequiel y Daniel pudieron haber visto a Jeremías y pensar: “Su situación es difícil, pero está agarrando al toro por los cuernos.
Ahí es donde quiero estar, arriesgando la vida por Jehová y por mi pueblo.
Ahí está toda la acción”.
Distintas asignaciones, distintas circunstancias y distintos lugares; pero los tres eran especiales para Jehová.
¿Qué aprendemos?
Que debemos tener mucho cuidado de no comparar lo que hacemos con lo que hacen los demás.
Es bueno tratar de ver lo que podemos aprender de los demás y procurar seguir su ejemplo.
Pero ¡cuidado!
No caigamos en el error de medir lo que hacemos en nuestro servicio a Jehová basándonos en lo que otros hacen.
Podríamos terminar perdiendo la alegría, el equilibrio… Y podríamos caer en la trampa de hacer las cosas por el motivo incorrecto.
Esto nos lleva al tercer punto: Las circunstancias siempre cambian.
En el pasado, como vimos, tal vez hayamos hecho mucho en el servicio a Jehová.
Pero, debido a la situación en el mundo, eso pudo haber cambiado.
O puede que nuestras circunstancias sean diferentes.
¿Pero cambia eso lo que Jehová siente por usted?
No.
¿Y cómo lo sabemos?
¿Qué es lo más importante para nuestro Dios?
¿Qué lo hace a usted realmente valioso para Jehová?
Vamos a leer juntos Hechos 10:34, 35: Temer a Jehová, hacer lo que está bien y obedecer sus mandamientos.
¡Ahí lo tiene!
Eso es lo que hace que usted sea muy valioso para Jehová.
Pero a veces nos complicamos la vida pensando que no es suficiente, y pensamos que la asignación que recibimos es lo que realmente determina cuánto valemos para Dios.
Pero Jehová no ve las cosas de esa manera.
Un texto que me ha ayudado a mí es el de Eclesiastés 3:10: “La ocupación” se refiere a las cosas que hacemos, nuestras actividades.
Y Jehová nos da trabajo para mantenernos ocupados.
Cuando leo esto pienso en los padres con sus niños.
Cuando los llevan a la playa a pasar la tarde, ¿qué hacen?
Les dan juguetes y los ponen a jugar.
¿Para qué?
Para mantenerlos ocupados.
Y, en cierto sentido, es lo que Jehová hace con nosotros.
Si lo piensa bien, Jehová no necesita que nosotros hagamos el trabajo.
Jehová podría hacerlo perfectamente sin nosotros; pero nos dignifica y nos da la oportunidad de participar.
Nos da un trabajo con propósito.
Fíjese en lo que sigue diciendo el versículo 13 del mismo capítulo de Eclesiastés: El trabajo es un regalo de parte de Dios.
¿Le parece lógico que Jehová nos dé un regalo que nos cause estrés o que nos complique la vida?
No.
Él quiere que disfrutemos nuestro trabajo.
Somos nosotros mismos los que nos preocupamos tanto por darles un rango a las asignaciones o puestos de responsabilidad, o sea, en qué parte de la playa jugamos y con qué juguetes estamos jugando.
¿Qué es lo que realmente cuenta para Jehová?
Leamos un último texto, Eclesiastés 12:13.
Ahí dice: Temer a Jehová; obedecer sus mandamientos; en definitiva, servir a Jehová.
Haga todo lo que pueda, mantenga el equilibrio, dé en función de lo que tiene; esto es lo que cuenta.
Si hace esto, sean cuales sean sus circunstancias, a Jehová le agradará mucho lo que usted haga por él.
Ahora veremos algunas situaciones que nos podrían hacer difícil mantener el equilibrio.
Mientras ven el siguiente video, presten atención a lo que hacen estos hermanos para ser equilibrados.
¿Señora Kwon?
¿Señora Kwon?
Disculpe.
¿Señora Kwon?
— Hoy estoy tan lenta...
— No se preocupe.
Tómese su tiempo.
¿Podemos hacer el precursorado el mes que viene?
Si lo hacemos, seguro que disfrutaremos muchísimo.
¿Hermano Joo?
¿Hermano Joo?
— ¿Sí, hermana Kwon?
— Disculpe.
¿Me da una a mí también?
Eh, sí, espere un momento.
Hermano Joo, tengo muchas citas médicas el mes que viene, pero quizás...
— Eh, bueno.
— Sí.
Le escribí una cosita que la puede ayudar cuando llene la solicitud.
Ah, gracias.
— Aquí tiene.
— Muchas gracias.
Recuerde que en dos meses tenemos la visita del superintendente.
Ah...
Y se puede hacer el precursorado de 30 horas.
Ah, sí.
— ¿Hermano Joo?
— Hola, hermano Lee.
— Hola, hermana Kwon.
— Hola, hermano Lee.
Buen trabajo con esas asignaciones de última hora.
Parece que todos se pusieron de acuerdo para irse estos días.
Hola, hermana Kwon.
Una cosa, ¿te puedo pedir un favor?
Mira, necesito que me ayudes con esto.
Hola, hermana Joo.
¿Qué tal?
Ya sabes que si quieres que algo se haga hay que pedírselo a alguien muy ocupado.
Sabemos que podemos contar contigo.
Hannah y yo empezábamos a sentirnos muy cansados.
En el nombre de Jesús, amén.
Hermano Joo, disculpa.
¿Tienes un momento?
Necesito que me ayudes con algo.
Y el hermano Kim necesitaba ayuda con los territorios.
Claro, nos encantaba estar ocupados en el servicio a Jehová.
¿Sí, hermano Kim?
Un segundito.
Es el hermano Kim, por lo de los territorios.
Será solo un minuto.
Sí, dime.
Ajá.
Ya.
Sí, claro.
OK.
De acuerdo, nos vemos.
Cada vez tenía menos tiempo para las cosas más importantes.
A veces siento que lo único que hago últimamente es ir al médico.
Tengo muchas citas el mes que viene, y si cancelo alguna va a pasar mucho tiempo hasta que me atiendan.
¿Cómo voy a hacer mis horas?
A ver qué me escribió el hermano Joo: “Haga una oración y lea 2 Corintios 8:12”.
“Si hay buena disposición”, yo tengo buena disposición...
“cuando da en función de lo que tiene y no de lo que no tiene”.
Cuando los israelitas hacían sacrificios, Jehová quería que dieran lo mejor, pero ¿qué habría pasado si hubieran tratado de dar más de lo que podían?
Me imagino la situación.
¡Papá!
¿Dónde están las ovejas?
¿Las diste todas?
¿De qué vamos a vivir ahora?
No, Jehová no quería que dieran tanto que no pudieran mantener a su familia.
Necesito ir a esas citas médicas.
Quizás en dos meses, cuando no tenga tantas y estemos con la visita del superintendente, pueda hacer el precursorado.
Estábamos aceptando demasiadas responsabilidades, pero ¿podíamos decir que no a alguna?
Queríamos saber lo que pensaba Jehová.
¿De qué te ríes?
Nada, es que le sugerí a la hermana Kwon que leyera un texto que es perfecto para nosotros también.
Mira, 2 Corintios 8:12.
“En función de lo que tiene y no de lo que no tiene”...
Como cuando hacemos contribuciones.
Eso es.
Amor, ¿verdad que Jehová no querría que hiciéramos una contribución tan grande que tuviéramos que endeudarnos?
— Amén.
— Amén.
¿Sabes?
El texto que acabamos de leer...
Es el hermano Kim.
¿Los territorios otra vez?
Pero le voy a decir que lo llamo después de la adoración en familia.
No podemos darle a otros lo que es de nuestra familia ni debemos descuidar nuestra rutina espiritual por aceptar privilegios.
Mire lo que nos promete Dios en la Biblia.
Qué hermosas estas flores, ¿verdad?
¡Me gusta tanto esta época del año!
Muchas gracias a los dos por todo lo que me han ayudado este mes.
Ahora nos sentimos muy contentos porque hemos encontrado el equilibrio y sabemos que le estamos dando a Jehová todo lo que podemos.
¿Cómo se sintieron los hermanos cuando reorganizaron sus prioridades de forma razonable?
No se sintieron mal porque no podían hacer más.
Se sintieron contentos porque sabían que estaban haciendo todo lo que podían por Jehová.
Ahora veremos una situación un tanto diferente.
Sharon Hall sirvió de precursora regular por muchos años, pero en determinado momento tuvo que dejar el precursorado.
Aun así, quería darle a Jehová algo especial.
Veamos qué hizo.
Me hice precursora al terminar la escuela, en 1978.
Pero 17 años después tuve que dejarlo porque ya no podía cumplir con el requisito de horas.
En una asamblea, vi a unas hermanas interpretando el programa al lenguaje de señas.
Así que pensé que, aunque no pudiera seguir siendo precursora, quizás podía aprender lenguaje de señas para hacer más en el servicio a Jehová.
Y eso fue lo que hice.
Como estaba tan agradecida a Jehová por todo lo que había hecho por mí, retomé el precursorado en septiembre de 2009.
Estaba muy contenta de ser precursora otra vez y poder ayudar a las personas que hablaban lenguaje de señas.
Un día, conocí a Cecilia.
Ella tiene síndrome de Usher, un problema genético que causa pérdida de la audición y problemas graves en la vista.
Hace que la persona tenga visión de túnel y hasta puede hacer que, con el tiempo, se quede ciega.
Debido a su discapacidad, Cecilia era extremadamente tímida, y era muy difícil comunicarse con ella.
Comencé a darle clases de la Biblia en octubre de 2009, y ella empezó a asistir a las reuniones muy pronto.
Yo la pasaba a buscar para llevarla al Salón y después la iba a dejar a su casa.
Yo vivía a solo cinco minutos del salón, y ella como a una media hora.
Pero muy pronto me di cuenta de que, para que ella progresara espiritualmente, iba a tener que esforzarse para ir a las reuniones.
Cecilia vivía cerca de una zona donde podía tomar un taxi que la llevara a la estación de tren.
Y, después de eso, tenía que tomar dos trenes para llegar al Salón del Reino.
Así que viajaba entre una hora y media y dos horas para llegar a la reunión, y lo mismo de vuelta.
Además, el barrio donde ella vivía era conocido por la violencia entre pandillas.
No era un lugar muy seguro.
Pero yo sabía que, aunque Cecilia era tímida y reservada, también era lo suficientemente fuerte e independiente como para llegar por sí misma al salón.
Cecilia estaba asistiendo regularmente a las reuniones.
Pero nunca venía con falda.
Así que se lo comenté a Nancy, una hermana que en ese tiempo me acompañaba muchas veces al curso bíblico de Cecilia.
Y juntas pensamos en cómo ayudarla a darse cuenta de que tenía que hacer ese cambio.
Durante un año, estuvimos mostrándole con cariño imágenes, repasando principios bíblicos...
Y con el tiempo captó el punto.
Un fin de semana que se quedó en mi casa, pasé por su habitación y vi que sobre la cama había puesto su ropa para la reunión.
Y ahí había una falda, lista para el salón.
En ese momento le di muchas gracias a Jehová porque al fin nuestra paciencia había sido recompensada.
Teníamos las dos reuniones de la semana los sábados, y al mediodía hacíamos una pausa para comer juntos.
Pero nos dimos cuenta de que Cecilia no se relacionaba con los hermanos.
Así que, para que ella comprobara por sí misma que dar nos hace felices, a una amiga se le ocurrió que podíamos ayudarla a hacer galletas el día antes de la reunión.
Aunque le dio un poco de vergüenza, ella les ofreció galletas a todos los que estaban ahí comiendo.
Los hermanos se pusieron muy contentos; no paraban de darle las gracias.
Eso de verdad ayudó mucho a Cecilia, y fue muy bonito ver cómo poco a poco fue venciendo su timidez.
En julio de 2014, Cecilia tuvo su primera asignación y ese mismo mes también la nombraron publicadora.
Estos años he tenido que afrontar algunos desafíos, como, por ejemplo, aprender lenguaje de señas, entender cómo es el mundo de los sordos y su forma de pensar e incluso he tenido algunos problemas económicos.
Pero los desafíos y los sacrificios que he hecho no son nada comparados con todas las bendiciones que he recibido.
Algo que quedará grabado para siempre en mi memoria es el día en que Cecilia me dijo que quería bautizarse.
Ella ha llegado a ser como una hija para mí, y estoy muy orgullosa de ella y de todo lo que ha crecido en sentido espiritual.
Se bautizó en octubre de 2015.
Ese día lloré de felicidad.
En total, llevo como precursora 28 años y, durante este tiempo, sobre todo desde que lo retomé y empecé a darle clases a Cecilia, muchos muchos hermanos y hermanas de la congregación me han ayudado.
Me acompañaban al curso bíblico, se hicieron sus amigos y le daban clases de la Biblia cuando yo no podía.
Jamás lo habría logrado yo sola.
Y, además de todo eso, Jehová me ha ayudado a cultivar cualidades como la paciencia, el autocontrol, la humildad y la compasión.
Ha sido un maravilloso privilegio poder aportar mi granito de arena y ayudar a Cecilia a formar parte de la familia de Jehová.
Es verdad que la decisión de Sharon exigió grandes sacrificios.
¡Pero cuántas bendiciones recibieron tanto ella como Cecilia!
Jóvenes, esperamos que estén disfrutando de la serie Cuando eres adolescente. Esta serie trata sobre temas que les preocupan a ustedes.
En el siguiente episodio, se hablará sobre una de las cuestiones más importantes en la vida: ¿realmente existe Dios?
¿Te han entrado dudas alguna vez, aunque lleves años estudiando la Biblia y yendo a las reuniones?
Observa qué hicieron dos jóvenes para probarse a sí mismos que Dios realmente existe.
Estaba en clase de Física y, de repente, se pusieron a hablar de la evolución.
Cuando mi profesor me preguntó por qué, que por qué no creía en la evolución, lo único que pude decirle fue: “Es que soy testigo de Jehová, y nosotros no creemos en eso”.
Mucha gente de mi edad cree en la evolución, y parece que están superseguros de que es un hecho.
Me puse muy nerviosa, me empezaron a sudar las manos… Estaba muy nerviosa.
Estaba muerto de miedo, como paralizado ahí en mi silla, y no pude defender la verdad.
¿Cómo es que no podía explicar esto?
Explicaba sin problema por qué no saludaba la bandera, por qué no celebraba los cumpleaños… Pero este tema no sabía explicarlo y no entendía por qué.
Empecé a tener dudas, y me preguntaba cosas como: “¿Seguro que Dios existe?
¿Es verdad lo que enseña la Biblia?”.
Así que ese día cuando llegué a casa fui a hablar con mi mamá y le dije: “Mamá, me pasó esto en clase y necesito… necesito respuestas”.
La verdad es que no sabía qué hacer.
Era difícil porque además mis padres no eran testigos de Jehová.
Así que tuve que orarle a Jehová para que me ayudara.
Entonces mi mamá y yo entramos a internet, fuimos a jw.org, y me dijo que escribiera en la lupa el tema sobre el que tenía dudas.
Así que escribí la palabra “evolución”, y me apareció el folleto El origen de la vida y lo abrí.
Y todo como que empezó a encajar en mi cabeza.
Fue como si algo me hiciera clic y como que vi la luz.
Vi uno de los videos de la sección “Opiniones sobre el origen de la vida”.
Hablaba sobre el cerebro y explicaba que el cerebro es tan complejo que tiene miles de millones de neuronas que están conectadas unas con otras.
Es impresionante que gracias al cerebro podemos mover las manos, podemos mover los pies, podemos hacer gestos con nuestra cara… Hay tantas cosas que podemos hacer gracias al cerebro… ¡Es increíble!
El folleto es que justo respondía todas esas preguntas que yo tenía, todas mis dudas.
Y con cada respuesta fue como: “Ah, sí, me acuerdo de que leí sobre esto en alguna Atalaya o en uno de nuestros libros”.
Pero el folleto como que lo explicaba de una manera que para mí era más fácil de entender en ese momento.
Casi sentí como si Jehová me estuviera hablando a mí mientras iba leyendo.
Y sentí, bueno, pensé: “Esto es justo para mí”.
Y lo que leí me ayudó mucho.
Eso me hizo pensar: “Es imposible que el cerebro haya llegado a existir por casualidad.
No pudo ser un accidente.
Alguien tuvo que crearlo.
Alguien tuvo que diseñarlo”.
Ahora sí que estaba preparada.
Así que en la siguiente clase de Ciencias le dije al profe: “Ya estoy lista para explicarlo”.
Entonces, otro día pasó lo mismo.
Estaba en clase de Física y volvió a salir el tema de la evolución.
Pero esta vez fue diferente.
Esta vez pude defender mi fe en Jehová.
Con lo que me pasó aprendí que Jehová tiene las respuestas a todas tus preguntas, a todas.
Solo tienes que ir a buscarlas.
Cuando tengo dudas sobre algún tema, busco las respuestas.
Pero, antes, le oro a Jehová.
Y es que Jehová hace que sea muy fácil encontrar la verdad.
Estoy superconvencido de que cualquier cosa que leamos en la Biblia es algo en lo que podemos confiar.
Joven, como acabamos de ver, no tienes por qué preocuparte tanto por cómo vas a desmentir la teoría de la evolución.
Lo mejor que puedes hacer es comprobar por ti mismo que Dios existe.
Usar tu capacidad de razonar es muy importante para que estés convencido.
Y ahora vamos a presentarles otra serie nueva.
¿Verdad que cuando nos visita el superintendente de circuito nos encantan las ideas y las sugerencias que nos da para predicar?
Él nos ayuda a poner en práctica los buenos consejos que recibimos del esclavo fiel y prudente para realizar aún mejor nuestro ministerio.
En esta serie conoceremos a superintendentes de circuito con años de experiencia.
Ellos nos ayudarán a perfeccionar nuestros métodos para predicar mejor.
La serie se titula El hierro afila el hierro. En el primer episodio, Taylor Bornschein nos dará un par de ideas sobre cómo empezar conversaciones que nos permitan predicar.
Hola, soy Taylor.
Esto es “El hierro afila el hierro”.
Hoy vamos a ver cómo empezar conversaciones que después nos permitan predicar.
Para muchos, hacer esto es aterrador.
¿Por qué?
Porque, cuando vemos a alguien con quien nos gustaría hablar, quizás nos ponemos a pensar: “¿Y qué le voy a decir?
¿Cómo le voy a predicar?
¿Cómo va a reaccionar?”.
Y al final nos preocupamos tanto, nos ponemos tan nerviosos pensando en cómo terminará la conversación, que ni siquiera la empezamos.
Si nos pasa eso, recordemos algo: nuestro objetivo simplemente es empezar una conversación.
Así que, si comenzamos una conversación, ¡perfecto!
¡Hemos logrado el objetivo!
Ahora podemos relajarnos y ver si surge la oportunidad de predicar.
En nuestra Guía de actividades de septiembre de 2018, se hablaba de este tema y se explicaba cómo podemos empezar conversaciones copiando lo que Jesús hizo con la mujer samaritana de Juan 4. Así que, cuando veamos a alguien con quien queramos hablar, tratemos de recordar estos tres pasos: número 1: sea amigable.
Así de fácil.
Sea amigable.
Si estamos nerviosos, hagamos una breve oración a Jehová para pedirle valor y saludemos a la persona amablemente.
Entonces podemos comentar algo que esté pasando en ese momento: que quizás va a llover, que hay una fila muy larga en la tienda, que su auto es muy bonito o cualquier otra cosa amable.
Cuando Jesús empezó a hablar con la mujer samaritana en el versículo 7, simplemente dijo, y sin duda lo hizo de forma amigable: “Dame de beber”.
Paso 2: deje que la conversación fluya de manera natural.
No la fuerce.
Si la conversación termina antes de que pueda predicar, no hay problema.
Cumplimos con el objetivo: empezamos una conversación.
Y podemos intentarlo de nuevo.
Pero, si la conversación sigue adelante, podemos buscar una oportunidad para dar el tercer paso: hacer un comentario sencillo sobre nuestras creencias.
Siete versículos después de que Jesús empezara la conversación con la mujer samaritana, leemos que le predicó.
Le dijo que tenía agua que daba vida eterna.
Pero, entre esos dos puntos, no la sermoneó.
Dejó que ella hablara y se expresara, y escuchó lo que tenía que decir.
Con estos tres puntos en mente, ahora nos toca a nosotros.
Vamos a practicar cómo iniciar una conversación que quizás nos permita predicar.
Para ayudarnos, tenemos aquí con nosotros a Taís y a Carolina, que van a hacer una demostración.
Para ponernos en contexto, ¿dónde tendrán esta conversación?
Estamos en un supermercado.
Somos de una congregación portuguesa, y cuando vamos a comprar es normal encontrar a personas hablando portugués.
Muy bien.
Ya escucharon los tres pasos que queremos probar.
Pero, antes, veamos qué pasaría si forzamos la conversación.
OK. Oi, tudo bem? Te escuché hablando portugués.
¿De dónde eres?
Oi, soy de Río de Janeiro.
Ah, ¡yo soy de São Paulo!
¿Hace cuánto tiempo estás aquí?
Solo tres meses.
Los primeros meses son difíciles, ¿verdad?
Cuando llegué de Brasil, algo que me ayudó mucho fue leer la Biblia.
Pero, mira, no te quiero quitar más tiempo.
Puedes leer la Biblia en portugués en nuestro sitio web, y también vas a encontrar artículos que te pueden ayudar.
OK, paramos un momento.
Bueno, Taís, forzaste un poco las cosas, ¿verdad?
¿Cómo te sentiste al hacerlo así?
Sí, sentí que era demasiado pronto para predicar y me di cuenta de que ella no se lo esperaba.
Claro.
Y tú, Carolina, ¿cómo te sentiste?
La conversación empezó bien, pero luego se puso un poco rara.
Es verdad.
Bueno, ahora pueden mostrarnos cómo sería la conversación si la dejan fluir de forma más natural.
OK. Oi, tudo bem? Te escuché hablando portugués.
¿De dónde eres?
Oi, soy de Río de Janeiro.
¡Ah, qué bien!
Lo imaginé por tu acento.
Yo vengo de São Paulo.
Me llamo Taís.
Yo soy Carolina.
Mucho gusto.
Igualmente.
¿Cuánto llevas aquí?
Solo tres meses.
Yo ya llevo aquí tres años, y el primero fue el más difícil.
Sí, por lo menos tenemos trabajo.
Pero todavía estamos buscando casa, y conseguir los papeles ha sido más difícil de lo que pensábamos.
Guau… Lo siento mucho.
¿Y viniste solita o con tu familia?
Con mi esposo, pero nuestro hijo se tuvo que quedar con mi mamá.
Lo echo muchísimo de menos.
¡Oh, qué difícil!
A mí me ayudó mucho confiar en Dios.
Eso me dio las fuerzas para salir adelante.
No sé, a veces me pregunto cuándo va a hacer algo para ayudarnos.
OK, paramos otra vez.
Les salió muy bien, gracias.
Taís, ¿cómo sentiste que iba la conversación esta vez?
Ahora sentí como que el momento para hablar de Dios surgió de forma natural, y ella pudo decir cómo se sentía.
Claro, qué bien.
Y tú, Carolina, ¿cómo te sentiste?
Estábamos teniendo una conversación agradable, así que cuando habló de Dios no me pareció raro.
Muchas gracias a las dos por ayudarnos con esta conversación.
A mí me pareció muy práctico, y espero que a ustedes también.
Póngase la meta de empezar conversaciones siguiendo estos tres pasos: sea amigable, converse de manera natural y busque un buen momento para hablar de sus creencias.
Practique en casa o con un amigo, y compruebe usted mismo que “el hierro afila el hierro”.
¡Cuánto aprendimos de esa presentación!
En los siguientes episodios de esta serie, veremos qué más podemos hacer para predicar mejor y ser mejores maestros.
Otro deber que tenemos los cristianos es animar y consolar a nuestros hermanos.
De ese mismo tema habló nuestro hermano William Turner en esta adoración matutina.
Bueno, seguro que a todos nos anima saber que servimos a un Dios que nos consuela, ¿verdad que sí?
Y él nos recuerda muchas veces que todos tenemos la necesidad de fortalecernos, animarnos y consolarnos unos a otros, sobre todo ahora, en estos momentos.
Porque nadie puede saber exactamente los problemas por los que pasan nuestros hermanos aquí en Betel o en las congregaciones.
Así que es muy importante que todos demostremos empatía unos por otros.
Quizás un buen ejemplo de lo que no es consolar ni mostrar empatía es lo que hicieron los tres supuestos amigos de Job.
Puede que recuerden que estaban tan ocupados juzgándolo y sermoneándolo, que no se tomaron tiempo para tratar de entenderlo o mostrarle empatía.
De hecho, aunque hablaron con él durante mucho tiempo, ni una sola vez se dirigieron a él por su nombre.
La Atalaya hizo un comentario sobre estos tres hombres que fueron a consolar a Job.
Dijo: “Es obvio que lo consideraban más un problema que una persona”.
¿Cómo creen que se sintió Job?
Busquemos, por favor, Job 19.
Leamos lo que el propio Job dijo.
Job 19:2: “¿Hasta cuándo seguirán ustedes irritando mi alma, aplastándome con palabras?”.
¡Qué triste!
En lugar de animarlo y consolarlo, aquellos amigos hicieron que Job se sintiera irritado, aplastado y frustrado.
Con esto queda claro que, si no pensamos antes de hablar o de actuar, si vemos a un hermano como un problema en vez de como una persona, no vamos a poder darle el consuelo y el apoyo que quizás necesite.
Quizás un hermano de nuestra congregación o con el que trabajamos tenga defectos o haga cosas que nos molestan.
E incluso puede que tengamos razones válidas para estar preocupados por algunas de las cosas que hace.
Pero, si cuando estamos con él solo nos centramos o nos fijamos en las cosas que hace mal, en sus faltas, nos va a resultar muy difícil verlo como un colaborador fiel de Jehová.
Probablemente veamos a este hermano como un obstáculo o un impedimento en nuestro trabajo, y pensemos que nos impide ser tan productivos y alegres como nos gustaría.
Y, claro, seguramente tampoco nos sintamos bien, porque empezamos a tener sentimientos negativos hacia nuestro hermano.
Y seguro que el hermano también se dará cuenta de lo que sentimos hacia él.
¿Cómo le afectará esto al hermano?
Pues, como Job, quizás se sienta frustrado, irritado…, y eso le va a crear más ansiedad.
Es obvio que ninguno de nosotros queremos que nuestros hermanos se sientan así.
Y por eso haremos bien en imitar el buen ejemplo de Pablo cuando les escribió a los hermanos de Tesalónica.
Pensemos en cómo era esta congregación.
Desde que se había creado la congregación en Tesalónica, los hermanos habían sufrido mucha persecución.
En Hechos 17 se explica que unos judíos fanáticos formaron una chusma, y eso obligó a los hermanos a enviar a Pablo y a Silas a otro lugar para salvarlos.
Otro asunto que estaba afectando mucho a los tesalonicenses era que estaban muy tristes porque algunos hermanos de la congregación habían fallecido.
Así que ahora entendemos mucho mejor la situación.
Era una congregación muy nueva, y los hermanos estaban sufriendo ataques desde fuera, la persecución.
Por otra parte, dentro de la congregación, los hermanos estaban afligidos por la muerte de algunos de ellos.
¿Necesitaban ánimo y consuelo los tesalonicenses?
Sin lugar a dudas.
Es interesante que, además de la persecución y de la tristeza, nos damos cuenta de que estos cristianos también estaban luchando contra debilidades personales.
En 1 Tesalonicenses 4, se les dijo que se abstuvieran de la inmoralidad sexual, que se amaran más, que se ocuparan de sus propios asuntos y que trabajaran con sus manos.
Y luego en el 5, que estuvieran despiertos en sentido espiritual, que evitaran todo tipo de maldad y algunos asuntos más que tenían que corregir.
Todas estas eran razones válidas para que Pablo estuviera preocupado por los hermanos.
Por eso, Pablo se sintió impulsado a escribirles una segunda carta poco después de la primera.
¿Pero en qué se iba a centrar Pablo?
¿Se iba a centrar en los problemas o en las personas?
Por favor, busquemos juntos 2 Tesalonicenses 1 y veamos cómo comienza Pablo este capítulo.
Comencemos a leer desde el versículo 3.
“Siempre nos sentimos obligados a darle gracias a Dios por ustedes, hermanos.
Es apropiado hacerlo, porque su fe está creciendo muchísimo y el amor que todos y cada uno de ustedes sienten unos por otros está aumentando.
Por eso, nosotros mismos hablamos con orgullo de ustedes en las congregaciones de Dios debido al aguante y la fe que demuestran en medio de toda la persecución y las dificultades que están soportando”.
Pablo los felicitó por cosas específicas.
¡Qué bonito!
¿Verdad?
Es cierto que había problemas que solucionar, pero comenzó alabando sus cualidades, las cosas que hacían bien.
¿Podemos nosotros hacer lo mismo, tratar así a nuestros hermanos?
En lugar de pensar en lo que hacen mal, ¿nos fijamos en lo que hacen bien?
¿Los valoramos por ello?
¿Verdad que es mejor centrarse en sus buenas cualidades?
Lo bueno de hacer esto es que nos ayuda a desarrollar interés personal sincero por nuestros hermanos.
Si los hermanos perciben que de verdad nos preocupamos por ellos, será mucho más fácil que los podamos ayudar en cualquier asunto en el que necesiten consejo.
Y ese interés personal puede comenzar con algo tan simple como un saludo.
Recordemos que los tres amigos de Job ni siquiera se dirigieron a él por nombre.
En cambio, el joven Elihú, cuando tuvo la oportunidad de hablarle a Job, le mostró respeto y se dirigió a él usando su nombre.
En Job 33:1, Elihú empezó diciendo: “Job, oye mis palabras, por favor”.
Y hay muchos otros versículos en los que también utilizó el nombre personal de Job.
Seguro que estarán de acuerdo conmigo en que muchas veces —y en especial nosotros, los hermanos— estamos en modo trabajo, en modo oficina.
Estamos muy centrados en nuestro trabajo, ya sea aquí en Betel o en la congregación.
Y por eso podríamos olvidarnos incluso hasta de saludar.
¿Les ha pasado eso?
¿No les parece que Elihú nos enseña una gran lección?
Veamos ahora qué dijo Pablo después de felicitar a los hermanos en el capítulo 1.
2 Tesalonicenses 2 comienza con la expresión sin embargo. Como ven, hay un contraste.
Pablo cambia de tema y comienza a hablar acerca del punto de vista equivocado que tenían algunos sobre la presencia de Cristo.
De esto aprendemos que Pablo no pasó por alto los problemas que había.
No los minimizó en ningún momento.
Los atendió.
Pero lo hizo de tal forma que los hermanos todavía podían sentir que Pablo se preocupaba por ellos, que los quería.
Si se fijan ahora en el versículo 13, verán que Pablo utiliza de nuevo la expresión sin embargo. Otro cambio de tema.
Pero esta vez les dirige palabras de amor, de ánimo…, les demuestra empatía a sus hermanos.
Pablo estaba convencido, estaba totalmente seguro, de que sus hermanos harían lo correcto.
En resumen, si queremos ser una fuente de consuelo y de ánimo para nuestros hermanos, es muy importante que los veamos, no como un problema ni un obstáculo en nuestro trabajo, sino como colaboradores.
En lugar de juzgarlos, los felicitamos.
Les demostramos interés personal y los tomamos en cuenta.
Y, si hay alguna razón válida para estar preocupados, podemos ayudarlos de manera cariñosa.
Queremos que se nos recuerde más por ser personas animadoras que por dar consejo.
Si hacemos eso, nuestros hermanos nos tendrán cariño por la forma en la que los tratamos.
Y, aún más importante, nuestro Padre celestial, el Dios de todo consuelo, también nos amará.
En el programa de hoy hemos visto que es importante establecer bien nuestras prioridades.
Esto es algo que los jóvenes en particular querrán hacer, pues seguro que desean darle los mejores años de su vida a Jehová.
Como nos enseña la canción de este mes, nunca jamás se arrepentirán de haber puesto a Jehová en primer lugar.
Hace unos años, todo era fácil: portarte bien, servir a Dios, alzar la mano, hacer oraciones, predicar, ir a la reunión.
Y pasan los meses, y creces, y muchas veces notas que se hace más difícil eso de ir a predicar.
Y te haces más fuerte, valiente, miras al frente, muestras tu fe y nunca sueltas la mano de Jehová.
Tú vales un montón, eres especial, no dudes más.
Jehová sabe cuánto llevas en tu interior, te quiere ver feliz, ¿qué responderás?
Te haces más grande, y llegan las pruebas, la tentación y la presión.
Te preguntas qué debes hacer, pero Dios te escucha siempre.
Y pasan los meses, y creces, tienes intereses, quieres hacer sacrificios por Jehová.
Y te haces más fuerte, prudente, inteligente, muestras tu fe y nunca sueltas la mano de Jehová.
Tú vales un montón, eres especial, no dudes más.
Jehová sabe cuánto llevas en tu interior, te quiere ver feliz, ¿qué responderás?
Dile a Dios que sí, y serás feliz.
Verás que es cierto, pregunta a los que ya lo hicieron.
Tú vales un montón, eres especial, no dudes más.
Jehová sabe cuánto llevas en tu interior, te quiere ver feliz, ¿qué responderás?
Dile a Dios que sí, y serás feliz.
Verás que es cierto, pregunta a los que ya lo hicieron.
Dile a Dios que sí, y serás feliz.
Verás que es cierto, pregunta a los que ya lo hicieron.
Hoy hemos visto que todos debemos esforzarnos por mantener el equilibrio.
No aceptemos nuevas responsabilidades si eso significa descuidar nuestra rutina espiritual.
Nuestra hermana Hall hizo todo lo que pudo por darle lo mejor a Jehová y recibió grandes bendiciones.
También vimos cómo los jóvenes pueden usar su capacidad de razonar para comprobar por sí mismos que Dios existe.
Y, en el primer episodio de la nueva serie El hierro afila el hierro, vimos que para empezar conversaciones basta con buscar un buen momento para conversar, ser amigables y hablar de forma natural.
Antes de terminar el programa de hoy, vamos a conocer a nuestros hermanos de la isla de Madagascar.
Madagascar está al este del continente africano y es la cuarta isla más grande del mundo.
Su clima y su gran variedad de ecosistemas permite que Madagascar sea el hogar de muchas especies de animales y plantas.
Los baobabs, que viven durante siglos, se distinguen a lo lejos por la forma de sus enormes troncos.
Hay nueve especies de baobabs en el mundo, y seis de ellas solo se encuentran en Madagascar.
También hay en esta isla unas 40 especies de lémures.
Aquí vemos al lémur de cola anillada.
Y este otro es el sifaca de Coquerel.
Uno de los paisajes más típicos de Madagascar son los arrozales, pues el arroz es el alimento básico de los habitantes de Madagascar.
Antsirabé es la tercera ciudad más grande de Madagascar.
Allí hay 34 congregaciones.
Pocas personas en el país tienen servicios de agua.
Así que es muy fácil encontrarlas mientras lavan su ropa en ríos y lagos.
En Madagascar también hay comunidades muy remotas, como Tanambao Sahafony.
En esa zona de la costa este, ni las lluvias torrenciales ni las grandes distancias impiden que nuestros hermanos lleven las buenas noticias del Reino de aldea en aldea.
Muchos ponen interés en nuestro mensaje y solicitan un curso de la Biblia.
Aquí vemos a dos hermanas dirigiendo un curso mientras las demás estudiantes esperan su turno.
Hay personas que todas las semanas caminan unos 15 kilómetros (10 millas) para asistir a las reuniones.
Como en Tanambao Sahafony no hay electricidad, para descargar videos largos como los de la asamblea, este anciano y otros hermanos tienen que viajar hasta 12 horas en bote para llegar al pueblo más cercano.
La congregación solo tiene 32 publicadores, pero cada fin de semana asiste a la reunión un promedio de 150 personas, y el 40 % de ellas son niños.
Nuestros queridos hermanos de la congregación de Tanambao Sahafony le envían sus saludos y amor cristiano a toda la hermandad.
Nos despedimos desde la central mundial de los testigos de Jehová.
Esto ha sido JW Broadcasting.