¡Bienvenidos, queridos hermanos!
¿Quieren ver un avance del programa de este mes?
Veremos diferentes maneras en las que la oración puede ayudarnos a no caer en las tentaciones.
Por ejemplo, gracias a la oración, Narciso pudo abandonar algunas prácticas que están en contra de los principios bíblicos.
El año pasado, millones de personas se alegraron mucho cuando recibieron la edición revisada de la Traducción del Nuevo Mundo en español.
Hoy veremos lo que implicó producir esta traducción de la Palabra de Dios.
Una de las cualidades más atrayentes de Jehová es su disposición a perdonar.
Y el video musical de este mes nos recuerda que con la ayuda de Jehová nosotros también podemos perdonar a los demás.
Esto es JW Broadcasting®.
Este mes vamos a hablar de estas palabras de Jesús: “Oren constantemente para que no caigan en la tentación”.
Podemos encontrar estas palabras en Mateo 26:41.
En este discurso vamos a contestar tres preguntas importantes: Empecemos leyendo este versículo.
Mateo 26:41: ¿Por qué oraba Jesús?
Jesús dijo las palabras que acabamos de leer la noche antes de morir.
Sin duda, esa fue la noche más difícil de su vida.
En el contexto leemos que se sentía “triste y muy angustiado”.
Para nosotros es difícil comprender del todo la angustia y la presión que sintió Jesús esa noche.
Él sabía que Satanás haría cualquier cosa para que le fallara a Dios.
También sabía que estaba a punto de sufrir una muerte horrible.
Pero había algo que le preocupaba todavía más.
Jesús sabía que iba a ser acusado falsamente y sentenciado por un delito despreciable: blasfemar contra el nombre de Jehová.
La nota de estudio de Mateo 26:39 dice: Ante toda esa presión, ¿podría Jesús mantenerse fiel hasta la muerte?
Estaba en juego la vida de muchísimas personas.
Y, más importante aún, estaba en juego la reputación de su padre.
Jesús estaba sometido a muchísima tensión emocional, ¿qué hizo en ese momento?
Oró no una, sino tres veces.
Veamos cómo cuenta Lucas lo que pasó.
Lucas 22:44: ¿Qué aprendemos de esto?
Bueno, pensémoslo.
Jesús conocía bien a Satanás.
Había visto desde el cielo todas las tentaciones que Satanás usa para entrampar a los siervos de Dios.
Aun así, Jesús no pensó que para él sería fácil superar cualquier tentación que le pusiera el Diablo.
Aquí hay una lección para nosotros: si el Hijo perfecto de Dios sintió la necesidad de orar para pedirle ayuda y fuerzas, con mucha más razón nosotros.
Por eso, qué apropiado es el consejo “Oren constantemente para que no caigan en la tentación”.
Pero ¿qué quiere decir “caer en la tentación”?
En 1952, La Atalaya explicó: La oración nos ayuda a vencer las tentaciones.
Nos ayuda a concentrarnos en lo que Jehová quiere que hagamos y a pedirle que nos dé fuerzas para no caer en la tentación.
La segunda pregunta: ¿A qué tentaciones se enfrentó Jesús cuando estuvo aquí en la Tierra?
Seguro que nos viene a la mente la ocasión en la que el Diablo tentó a Jesús tres veces poco después de su bautismo.
Vamos a repasar brevemente esas tres tentaciones.
La primera: el Diablo le dijo a Jesús que convirtiera unas piedras en panes en una ocasión en la que él estaba muy hambriento.
Satanás se estaba aprovechando del deseo de Jesús de comer.
Pero él rechazó inmediatamente la tentación de satisfacer ese deseo de una manera inapropiada.
La segunda: Satanás retó a Jesús a arrojarse desde la parte más alta del templo.
Jesús también rechazó esa tentación.
¿Por qué?
Porque sabía que exhibirse de esa manera sería una muestra de orgullo y pondría a prueba a Jehová.
Finalmente, Satanás le ofreció a Jesús “todos los reinos del mundo y su gloria”.
Pero ¿a cambio de qué?
Satanás le exigió que realizara ante él un acto de adoración.
¿Qué le contestó Jesús?
Lo rechazó de inmediato y le dijo: “¡Vete, Satanás!”.
¿Se ha enfrentado usted a tentaciones parecidas?
Puede que diga: “A mí nadie me ha pedido que convierta piedras en panes o que me arroje desde un edificio.
Y por supuesto nadie me ha ofrecido todos los gobiernos del mundo”.
Pero dijimos tentaciones parecidas, no las mismas.
¿Se ha enfrentado a tentaciones parecidas?
Seguro que sí.
La mayoría de nosotros nos hemos visto tentados a hacer cosas que están mal.
Quizás nos hayamos visto tentados a caer en la inmoralidad sexual o a ser codiciosos o a darle demasiada importancia a las cosas materiales.
O quizás nos hayamos visto tentados a hacer algo por orgullo o para impresionar a los demás en vez de ser personas humildes.
¿Y quién no ha tenido la tentación de aprovechar las oportunidades que ofrece el mundo de Satanás de ser rico, tener poder o una posición importante?
Independientemente de la tentación que se nos presente, recordemos las palabras de Jesús: “Oren constantemente para que no caigan en la tentación”.
Pero ¿fueron esas las únicas tentaciones a las que se enfrentó Jesús?
No. ¿Cómo lo sabemos?
Por lo que leemos en el Evangelio de Lucas 4:13: ¿Volvió Satanás a tentar de nuevo a Jesús?
Tiene que haberlo hecho.
Lo sabemos por lo que dice Hebreos 4:15.
Vamos a leerlo: ¿Se ha preguntado alguna vez qué “otro momento conveniente” aprovechó Satanás para tentar a Jesús?
Veamos algunas posibilidades.
Una podría ser lo que ocurrió en el año 32, unos dos años y medio después de las primeras tentaciones.
Vamos a buscar Juan, capítulo 6, versículo 15: Jesús ya se había enfrentado a una tentación parecida a esta.
Pero esta vez las circunstancias eran distintas.
Satanás no le ofreció directamente la oportunidad de ser rey.
Tampoco le pidió un acto de adoración.
En este caso, fueron sus seguidores los que quisieron hacerlo rey.
La tentación se presentó por petición popular.
¿Cómo reaccionó Jesús?
Bueno, antes de que pudieran lograr su objetivo, Jesús se retiró a una montaña, él solo.
¿Y qué hizo en la montaña?
Encontramos la respuesta en un detalle que añade el relato paralelo de Mateo.
Vamos a leerlo.
Mateo 14:23: Así que Jesús se fue allí no solo para evitar a la gente, sino para orar.
Tercera pregunta: ¿Qué aprendemos del ejemplo de Jesús?
Que, aunque en el pasado ya hayamos superado una prueba o evitado caer en una tentación, no debería sorprendernos que se nos presente de nuevo una tentación parecida, pero de otra manera o en otra situación, y en un momento conveniente; ¿para quién?
Para Satanás, no para nosotros.
Otra ocasión pudo ser cuando Jesús y sus apóstoles se encontraban cerca del monte Hermón, en la región de Cesarea de Filipo.
Los apóstoles acababan de reconocerlo como “el Cristo, el Hijo del Dios vivo”.
Así que Jesús aprovechó la oportunidad para enseñarles más cosas.
Vamos a ver lo que dice Mateo 16:21: ¿Cómo reaccionaron los apóstoles al escuchar esas palabras?
Veámoslo en el versículo 22: Aunque estas eran las palabras de un buen amigo, Jesús se dio cuenta enseguida de que reflejaban los deseos de Satanás, no los de Jehová.
Así que le respondió con firmeza: “¡Ponte detrás de mí, Satanás!
Eres un estorbo en mi camino, porque no estás pensando como piensa Dios, sino como piensa el hombre”.
Aunque la Biblia no dice si Jesús oró o no en aquella ocasión, sabemos que él oraba constantemente.
El apóstol Pablo escribió en Hebreos 5:7: Esas oraciones ayudaron a Jesús a concentrarse en la razón por la que vino a la Tierra.
Tener ese enfoque tan claro lo ayudó a ver que el consejo de Pedro era equivocado y que si lo seguía estaría haciendo lo que el Diablo quería.
¿Qué nos enseña esto?
Nos muestra que las tentaciones no siempre vienen de los enemigos de Jehová.
Puede que personas cercanas a nosotros, sin darse cuenta, nos animen a hacer lo que Satanás quiere, como lo hizo Pedro.
Podría ser nuestro jefe, un compañero de trabajo o de clase, un amigo, un familiar, nuestros padres, nuestro cónyuge o alguien de la congregación.
Veamos otro caso en el que Satanás volvió a tentar a Jesús.
Esta vez, Satanás utilizó a los líderes religiosos.
Ellos atacaron a Jesús verbalmente, tergiversaron las Escrituras y le lanzaron acusaciones ridículas.
Pero Jesús sabía cuáles eran sus intenciones y les dijo claramente: “Ustedes son hijos de su padre, el Diablo”.
No debería sorprendernos que los apóstatas y otros opositores usen tácticas similares hoy día.
Tal como Jesús fue acusado de blasfemia y sedición, también el pueblo de Dios ha sido acusado de ser “extremista” y ha sido víctima de todo tipo de acusaciones falsas.
Igual que Jesús, nosotros sabemos quién está detrás de estos ataques: Satanás, el gran Tentador.
¿Qué nos ayudará a evitar la tentación de rendirnos por culpa del desánimo?
¿Cómo podemos enfrentarnos con éxito a todos estos ataques?
Pablo nos dice lo que debemos hacer.
Leamos Efesios, capítulo 6, versículo 11: Después de hablar de lo importante que es ponerse la armadura espiritual, Pablo dice en el versículo 18 Así que ¿qué hemos aprendido?
Al parecer, Satanás no volvió a tentar a Jesús directamente, pero siguió insistiendo.
Siguió tentándolo de diferentes maneras.
Se valió de otras personas para darle malos consejos, para atacarlo y ridiculizarlo, y también para intentar hacerlo rey.
Quizás hayamos conseguido vencer algunas tentaciones en el pasado.
Pero, recordemos, Satanás no se rinde solo porque haya fracasado en el pasado.
En un momento conveniente para él, puede volver a tentarnos con algo totalmente diferente o usar la misma tentación, pero disfrazada.
Así que ¿cuál es la clave para no caer en la tentación?
Tenemos que recordar y seguir el consejo de Jesús: “Oren constantemente para que no caigan en la tentación”.
Hasta ahora, hemos visto que podríamos caer en la tentación de hacer algo que está mal.
Pero también podríamos vernos tentados a no hacer lo que está bien.
Por ejemplo, aunque sabemos que deberíamos estar dispuestos a perdonar a alguien que nos ha hecho algo malo, puede que caigamos en la tentación de evitar a esa persona y no perdonarla aunque tengamos buenas razones para hacerlo.
¿Qué puede ayudarnos en una situación como esta?
De nuevo, la respuesta es pedirle a Jehová que nos ayude.
Ese es el tema de nuestro video musical de este mes.
En él se ve una situación muy dolorosa que se produce entre una madre y una hija.
Veamos lo importante que fue la oración para resolver un problema que al principio parecía no tener solución.
♪♪ Es como hiel muy dentro de mí, le doy mil vueltas a lo que pasó.
No sé desterrar el rencor.
Se terminó, no puedo seguir alimentando esta insensatez.
Así no hay manera de olvidar.
Es hora de hacer una oración.
Jehová me librará de esta sinrazón que juega con mi mente.
Qué difícil es sacarlo de mi corazón.
Jehová, me faltan las fuerzas, te pido tu ayuda.
Me duele recordar, quisiera olvidar, dejarlo pasar.
Jehová, quisiera lograrlo, decir: “Te perdono”.
“Te perdono”.
Qué decepción, me cuesta entender, siento lástima y frustración.
Hay tantas heridas que cerrar.
No puedo más, no debo seguir guardando dentro lo que sucedió.
Qué importa quién se equivocó.
Es hora de hacer una oración.
Jehová me librará de esta sinrazón que juega con mi mente.
Qué difícil es sacarlo de mi corazón.
Jehová, me faltan las fuerzas, te pido tu ayuda.
Me duele recordar, quisiera olvidar, volver a empezar.
Jehová, quisiera lograrlo, decir: “Te perdono”.
“Te perdono”.
“Te perdono”.
“Te perdono”.
“Te perdono”. ♪♪ Seguro que este video nos ha emocionado mucho.
¡Qué situación tan difícil!
Claro, estas situaciones no se solucionan de la noche a la mañana.
Algunas heridas tardan mucho tiempo en cerrarse.
Sin embargo, es posible que se empiecen a curar si intentamos perdonar.
Pero no podemos lograrlo solos, recordemos lo que dice esta canción.
Sigamos orando.
Pidámosle a Jehová que por favor nos ayude; que nos ayude a perdonar.
En el siguiente video, veremos otro ejemplo de cómo puede ayudarnos la oración hoy día.
Narciso García se esforzó mucho por poner en práctica los principios bíblicos en su vida.
Pero no fue fácil.
Veamos lo que hizo cuando se enfrentó a tentaciones parecidas a las que tuvo Jesús.
Me costó sangre, sudor y lágrimas aprender artes marciales.
Cuando participé en un torneo importante, lo gané.
Después, mi vida cambió.
Me convertí en el guardaespaldas de un político muy conocido y les enseñaba artes marciales a algunos famosos.
Mis alumnos, mi jefe y su familia llegaron a ser parte de mi vida.
Pero todavía me faltaba algo.
Un día, los testigos de Jehová vinieron y me dejaron un tratado.
Me sorprendió mucho saber que Dios tiene nombre.
Pensé: “Esto puede ser lo que estaba buscando”.
Así que acepté un curso bíblico y me di cuenta de que se lo debía todo a Dios.
Cuando fui por primera vez a una reunión, vi que los Testigos son muy humildes y cariñosos.
Pero mis vecinos se burlaban de mí.
Me daban ganas de golpearlos porque sabía que podía.
Me avergonzaba no hacer nada por defender el nombre de Jehová.
Pero una mañana, al ir a la reunión, le oré a Jehová por primera vez y le pedí que me diera valor: “Jehová, ayúdame, no puedo hacerlo solo”.
Cuando terminé de orar, sentí que Jehová me dio fuerzas y, con calma, les dije a los vecinos que iba al Salón del Reino.
Desde entonces, siempre le he orado a Jehová al tomar decisiones.
Tenía que dejar las artes marciales, tenía que renunciar a mi trabajo como guardaespaldas y dejar de llevar armas.
Obedecer a Jehová no siempre ha sido fácil, pero él me ha dado el valor para hacerlo.
Un día, mi jefe me pidió que lo visitara.
Me ofreció pagarme el doble y un automóvil nuevo.
Esa oferta era muy tentadora, así que fui al baño y le supliqué de nuevo a Jehová que me diera valor.
“Jehová, ayúdame, por favor.
No puedo hacer esto solo”.
Al final, elegí a Jehová.
Él es más valioso para mí que lo que el mundo pueda ofrecerme.
Le dije a mi jefe: “Lo siento, pero no voy a aceptar su oferta”.
Me sentí como si hubiera perdido a mi familia.
Con el tiempo, me bauticé.
Me di cuenta de que lo que importa es lo que piense Jehová de mí, no lo que piensen los demás.
Estoy muy agradecido de servir a Jehová junto a mis hermanos.
Ahora soy precursor regular.
¡Esta sí es la vida que estaba buscando!
¿A qué tentación se enfrentó Narciso?
Cuando sus vecinos empezaron a burlarse de él por ir al Salón del Reino, pensó en usar las manos y volver a poner en práctica lo que sabía de artes marciales.
Las burlas pusieron a prueba la humildad de Narciso.
Pero, gracias a la oración, fue capaz de hablarles con calma y seguridad a sus vecinos.
Su jefe también lo tentó con un aumento de sueldo y un auto nuevo.
¿Qué hizo Narciso?
Inmediatamente se fue a un lugar tranquilo y oró con todas sus fuerzas.
Y Jehová le dio el valor que necesitaba para tomar la decisión correcta.
Cuando nos enfrentemos a tentaciones parecidas, podemos estar seguros de que, si oramos a Jehová, él nos dará las fuerzas para hacer lo que está bien.
Una manera en la que Jehová contesta nuestras oraciones es a través de las Escrituras.
En ellas encontramos excelentes ejemplos de siervos fieles de Dios que superaron todo tipo de pruebas.
Veamos en la siguiente escenificación lo que podemos aprender del apóstol Pedro.
Después de predicar en un territorio no asignado, decidí que quería hacerme precursor regular.
Aunque... me está yendo muy bien en el trabajo.
¿Será este el mejor momento para hacer un cambio tan grande?
En nuestra congregación se va a formar un grupo de habla extranjera.
Yo no pienso irme al grupo.
¿Sabes lo difícil que es aprender ese idioma?
Quizás esto no es para mí.
Esa cultura y ese idioma son tan diferentes...
¿Y tú qué piensas?
Ahora que nuestro hijo menor está sirviendo en otro lugar...
... tal vez nosotros podríamos servir en una zona donde se necesiten más publicadores, como antes de tener a los niños.
Pero ya no tenemos tantas energías.
Quizás es demasiado para nosotros.
Le conté mis dudas sobre hacerme precursor a un hermano que lo ha sido por mucho tiempo.
Me hizo pensar en el ejemplo del apóstol Pedro.
Él era pescador, pero Jesús sabía que tenía el potencial para hacer un trabajo mucho más importante.
Pedro no había pescado nada en toda la noche, pero, con Jesús a su lado, las cosas serían distintas.
Pedro se asustó.
Simón, no tengas miedo.
A partir de ahora estarás pescando hombres.
La predicación sería el trabajo más importante en su vida.
El apóstol Pedro vivió una situación parecida a la mía cuando estaba en Antioquía de Siria.
Al principio, no tenía problema en juntarse con los cristianos gentiles.
Pero, después, vinieron de visita algunos hermanos de Jerusalén.
Y lo que ellos pensaban de los gentiles hizo que el corazón de Pedro se cerrara.
Jehová usó al apóstol Pablo para que ayudara a Pedro a dejar de tener temor al hombre.
Así que le pedí a Jehová que me ayudara a abrir mi corazón de par en par.
Les pedimos consejo a unos hermanos mayores, y ellos nos recordaron el ejemplo de Pedro.
Probablemente tenía nuestra edad cuando se fue a vivir a Babilonia, donde se necesitaban más predicadores.
Seguro que él y su esposa tenían preocupaciones como las nuestras.
¿Serían capaces de hacer un viaje como ese?
¿Podrían adaptarse a un lugar diferente?
Pero confiaron en la ayuda de Jehová.
Nosotros podemos hacer lo mismo.
Si superamos nuestras dudas...
... y abrimos nuestro corazón de par en par...
... podremos vencer nuestros miedos.
Y Jehová nos bendecirá mucho más de lo que imaginamos.
Pedro era como nosotros.
Amaba a Jehová.
Amaba a los hermanos.
También tenía dudas y temores que a veces le impidieron hacer lo que sabía que estaba bien.
Pero confiaba en que Jehová le ayudaría a vencer sus miedos.
Nosotros podemos hacer lo mismo.
Cuando oramos, no deberíamos limitarnos a pedirle a Jehová que nos ayude solamente a nosotros.
También podemos pedirle a Jehová que ayude a los demás.
Veamos un ejemplo de esto en el siguiente video.
Todos los días oro a favor de los hermanos porque sé que Jehová es “el que escucha las oraciones”.
Desde que nos bautizamos, mi familia y yo hemos estado muy ocupados sirviendo a Jehová.
Era una vida que nos hacía muy felices.
Me encantaba predicar.
Disfrutaba mucho dirigiendo cursos bíblicos y hablándoles a otros de la verdad.
Durante un tiempo, era el único anciano de mi congregación.
Intentaba hacerles visitas de pastoreo a todos los hermanos, pero no me daba tiempo.
Así que me acostumbré a orar por ellos muchas veces al día.
Los mencionaba a cada uno por nombre.
Le pedía a Jehová que protegiera a sus valiosas ovejas de los ataques de Satanás.
Algún tiempo después, mi esposa se puso muy enferma.
Estuvo en el hospital durante un tiempo, y después la llevé a casa para cuidarla.
Al final, tuve que dejar el precursorado.
Kuniko le sirvió fielmente a Jehová hasta que murió.
Después de un tiempo, yo también me puse enfermo.
Una mañana, me sentía muy mal y no me podía mover.
Afortunadamente, aquel día sobreviví.
Pero ahora estoy confinado a una silla de ruedas.
Ya no puedo salir a predicar como lo hacía ni encargarme de responsabilidades en la congregación.
Necesito ayuda para vestirme y para ducharme.
Lo cierto es que me deprimo mucho cuando pienso en que antes podía caminar y moverme con libertad.
Pero Jehová nunca se olvida del amor que le hemos demostrado.
A Jehová le alegra mucho ver que le damos lo mejor a pesar de las circunstancias que tengamos.
Es cierto que ahora tengo limitaciones, pero todavía puedo orar.
Cuando oro, menciono los nombres de los hermanos de mi congregación y de mis amigos.
Hago una lista de sus nombres para no olvidarme de nadie.
En jw.org, leo acerca de los arrestos de los hermanos de Rusia y sobre la situación en Eritrea, y así me aseguro de incluirlos en mis oraciones.
El Cuerpo Gobernante, sus ayudantes y todos los demás que sirven a tiempo completo también necesitan el apoyo de Jehová.
No hay duda de que Jehová es el que escucha las oraciones.
Cuando era el único anciano de la congregación y cuando mi esposa estaba enferma, él escuchaba mis oraciones.
Así que estoy convencido de que las oraciones que hago ayudan a mis hermanos.
Ahora predico lo que puedo.
Por ejemplo, les hablo a los que me cuidan.
Cuando veo a alguien a quien no he visto desde hace mucho y le digo “He estado orando por ti”, muchas veces me dicen que de verdad les ayudó.
Algunos incluso lloran de agradecimiento.
Y yo también me siento feliz.
Aunque cada día me siento más débil, mis oraciones son cada vez más y más profundas.
Mientras viva, quiero valorar el magnífico regalo que Jehová nos ha dado: la oración.
Takeshi podría centrarse en todas las cosas que no puede hacer, pero, en vez de eso, dedica mucho tiempo a pensar en los hermanos.
Ora por ellos todos los días.
Y son oraciones específicas.
Incluso hace listas para no olvidarse de nadie.
Y entra en jw.org para saber qué hermanos tienen problemas.
¿Por qué hace todo eso?
Takeshi dijo: “Porque sé que Jehová es ‘el que escucha las oraciones’ ”.
Sea que estemos sufriendo los efectos de la vejez, de una enfermedad, de la persecución...
o disturbios en nuestra zona, lo cierto es que todos tenemos el mismo enemigo: Satanás.
¿Cómo nos ayuda Jehová a ganar esta guerra espiritual?
El hermano Harold Corkern lo explica muy bien en la siguiente adoración matutina.
El texto de hoy destaca que estamos en guerra con Satanás.
La guerra se define como “una relación de hostilidad entre dos bandos enemigos que hacen todo lo posible por conquistarse o destruirse el uno al otro”.
Y el contexto del texto de hoy, 1 Pedro 5:8, habla sobre el tipo de enemigo que tenemos: “un león rugiente” que trata de devorar a alguien.
Y la expresión “rugiente” transmite la idea de una bestia muy muy hambrienta.
Hermanos, es un enemigo real.
Y eso se ve claramente en las palabras que Jesús usó en la oración del padrenuestro.
En Mateo 6:13, él dijo: “No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos [o, como dice la nota, “rescátanos”] del Maligno”.
Si buscamos ese mismo versículo en otras Biblias, como la Biblia de Jerusalén o la Reina-Valera, veremos que esas versiones dicen: “Líbranos del mal”.
Pero pensemos por un momento: ¿estaba Jesús hablando del mal?
¿No es cierto que eso es más impersonal, que no transmite la idea de un enemigo real?
Jesús sabía que el Diablo es alguien real, que es un enemigo de verdad.
El Diablo es despiadado.
Es feroz y no tiene compasión.
Lo que hace es atrapar a la persona y seducirla para que haga algo malo a los ojos de Jehová.
Entonces la persona se siente aplastada por la culpa.
Y ahí es cuando vuelve el Diablo y machaca a la persona para hacerla sentir todavía más culpable por haber fallado. ¿Cómo nos enfrentamos a un enemigo tan poderoso?
Bueno, en una guerra hay soldados.
Así que usemos una expresión que usó el apóstol Pablo para describir nuestra situación.
Vamos a abrir nuestra Biblia, por favor, en la segunda carta a Timoteo, 2 Timoteo 2.
Y vamos a leer los versículos 3 y 4, y a hablar un poco de cómo ser un soldado.
¿Ya lo tienen? Dice: “Como buen soldado de Cristo Jesús, acepta las dificultades que tengas que sufrir”.
Y el versículo 4 sigue diciendo: “Ningún soldado se envuelve en los asuntos comerciales de la vida si quiere agradar a quien lo reclutó”.
Nos convertimos en soldados de Cristo cuando aceptamos que mediante su sacrificio Jehová nos ha salvado y cuando le prometemos a Jehová que le vamos a servir por toda la vida.
Nos convertimos en soldados y, como soldados, sabemos que las cosas no van a ser fáciles.
Tendremos problemas y pruebas.
Pero el objetivo de un buen soldado es permanecer leal a sus superiores, a los que le dan las órdenes.
Como ya dijimos, no va a ser fácil, nada fácil.
Pero hemos elegido ser soldados de Cristo.
Un buen soldado, como este soldado leal del que habla Pablo, es muy diferente de un mercenario.
Un mercenario es alguien al que le pagan para pelear, pero en realidad no siente pasión por la causa.
Solo lo han contratado.
Lo que hace, lo hace por dinero o lo que sea que le vayan a dar.
Nosotros no somos mercenarios.
Nosotros estamos completamente entregados a la causa.
Estamos dedicados a Jehová y somos leales a Cristo.
Somos buenos soldados: leales e íntegros.
Otro detalle sobre los soldados es que se les puede identificar por los uniformes y las armas que llevan.
Gracias a eso, los soldados pueden ver claramente quién lucha en su bando y quién lucha en el bando enemigo en medio de la batalla.
Se distinguen por lo que llevan puesto. Hoy también hay una clara diferencia entre los soldados de Satanás y los soldados de Cristo.
Eso es algo fácil de ver.
Pero no solo son enemigos, sino que son muy diferentes en su aspecto, su manera de pensar, de sentir y de actuar. Todo esto nos hace pensar en el gran contraste que hay entre “las obras de la carne” y “el fruto del espíritu” que se mencionan en Gálatas 5.
Hay una diferencia enorme “entre el que sirve a Dios y el que no le sirve”.
Y, a ver, pensemos: ¿qué armadura es la que llevamos puesta?
Efesios 6 dice: “Pónganse la armadura completa que Dios da”.
Así que nuestra armadura es de Dios.
No usamos ni las tácticas ni los métodos del Diablo.
No, se ve de lejos que somos soldados de Cristo.
Y aquí no hay zonas grises.
O estamos de un lado, o estamos del otro.
Es así, no hay más.
Por ejemplo, imagínate que eres un soldado y que estás de guardia.
Ya es de noche.
Ves que alguien se acerca y gritas: “¡Alto! ¿Quién anda ahí?
¿Amigo o enemigo?”.
Y contesta: “Las dos cosas”.
Eso es un enemigo.
No se puede estar en los dos bandos.
¿Qué más nos convierte en buenos soldados en esta guerra?
Vamos a abrir la Biblia en Filipenses, capítulo 1, Filipenses 1.
Y aquí vamos a hablar un poco de la unidad y de trabajar juntos, en paz.
Porque un ejército debe estar unido. Filipenses 1:27 dice: “Solo que pórtense de una manera digna de las buenas noticias acerca del Cristo, para que, sea que yo vaya a verlos o esté ausente, oiga de ustedes y sepa que se mantienen firmes con un mismo espíritu, con una misma alma [o, como dice la nota, “con un mismo propósito”], luchando lado a lado por la fe de las buenas noticias y sin tenerles ningún miedo a sus adversarios.
Esto mismo es prueba de que ellos serán destruidos pero ustedes salvados, y esto proviene de Dios”.
Sabemos que es muy importante estar unidos, trabajar hombro a hombro, lado a lado.
Ahora, una de las tácticas del Diablo es tratar de dividirnos.
Quiere vernos separados, que nos peleemos entre nosotros.
Esta es una estrategia de guerra muy efectiva. Hasta Jehová la usó contra sus enemigos, ¿se acuerdan?
En 2 Crónicas 20:20-23, se describe el ataque de Ammón, Moab y la región montañosa de Seír contra Judá.
¿Y qué hizo Jehová?
Sembró el caos.
Empezaron a atacarse y matarse entre ellos.
El Diablo usa la misma estrategia para sus malvados fines. ¿Cómo?
Si él logra que nos llevemos mal, que nos tratemos como enemigos, habrá conseguido su objetivo.
De hecho, recuerden lo que dice Efesios 4:26, 27 sobre llevarnos bien: “Cuando se enojen, no pequen; no dejen que se ponga el sol estando todavía enojados.
No le den ninguna oportunidad al Diablo”.
Y cuando él ve algún desacuerdo, o algún conflicto, le echa leña al fuego.
No perdamos de vista quién es nuestro enemigo.
Los hermanos pueden decepcionarnos, sacarnos de quicio y a veces hacernos daño, porque son imperfectos.
Pero ellos no son el enemigo.
El Diablo y sus ejércitos, ellos sí son el enemigo.
Así que no nos pongamos a pelear con quien no debemos.
Recordemos que los hermanos están de nuestro lado.
Por otra parte, también leímos en el texto de Filipenses que no debemos tener miedo.
¿Y recuerdan qué era lo que tenían que hacer los soldados israelitas cuando tenían miedo?
Deuteronomio 20:8 dice: “Los oficiales también deben preguntarle al pueblo: ‘¿Hay alguien que tenga miedo y esté desanimado?
Que vuelva a su casa, para que no haga que sus hermanos se desanimen como él’ ”.
Lo que hacen otros nos afecta.
Imagínate que estás en el ejército de Josué, listo para la batalla.
Y junto a ti hay otro soldado.
Y justo antes de salir llega y te dice: “¡Vamos a morir todos!
No vamos a volver.
Despídete de tu familia.
Se acabó”.
O diga: “Yo no sé si Jehová va a ayudar a Josué como ayudó a Moisés, ¿eh?”.
¿Se imaginan? ¡Qué horrible!
Era mejor que alguien así se quedara en casa.
Con esa actitud, solo iba a desanimar a los demás.
Pero nosotros tenemos compañeros positivos, valientes, que confían en Jehová.
Y tenemos los ejemplos de la Biblia, y los actuales, como nuestros hermanos de Rusia.
Como soldados de esta batalla, sabemos cuáles son las tácticas de Satanás.
Pero, ojo, él nos estudia y conoce nuestros puntos débiles. La Atalaya del 1 de septiembre del 88 publicó el artículo “Estén firmes contra las maquinaciones de Satanás”.
Allí decía que el Diablo conoce bien nuestras debilidades.
¿Y nosotros?
Si no las conocemos y no las corregimos, seremos presa fácil del Diablo.
Para eso hace falta ser humildes, sinceros con nosotros mismos, realmente querer cambiar.
Si no, estamos perdidos.
Uno tiene que preguntarse: “¿Cuáles son mis debilidades?
¿Las conozco? ¿Las corrijo?”.
Con la ayuda que nos da Jehová, podemos ganar esta batalla.
1 Pedro 5:10 dice que Jehová terminará nuestro entrenamiento; él nos hará firmes, él nos hará fuertes.
Con él podemos ganar.
Así que, hermanos, seamos buenos soldados de Cristo, confiemos en Jehová y ganemos la batalla contra el enemigo, el Diablo.
Como mencionó el hermano Corkern, Satanás no tiene compasión.
Hace todo lo posible para que pequemos contra Jehová.
El año pasado se publicó la edición revisada de la Traducción del Nuevo Mundo en español.
¡Qué emocionante fue este acontecimiento para millones de hermanos!
Como el español es el idioma más hablado entre los testigos de Jehová, la traducción fue todo un reto.
Veámoslo en el siguiente video.
Poco después de publicar la revisión de la Traducción del Nuevo Mundo en inglés, el Cuerpo Gobernante decidió revisar la edición en español.
Querían que fuera una traducción moderna y fácil de entender para todo el mundo hispanohablante.
El español es la lengua materna de unos 480 millones de personas.
Y es el idioma más hablado entre los testigos de Jehová.
Este proyecto de traducción fue todo un desafío.
Se necesitaron cuatro años y medio para llevarlo a cabo.
¿Por qué tanto tiempo?
Traducir no es una tarea fácil, pero, en este caso, fue todavía más complicada porque el español se habla en muchos países con culturas diferentes.
Esta variedad hace que una palabra en español pueda significar cosas diferentes en distintos países.
En otros casos, puede pasar que una palabra no se conozca en algunas zonas o que suene ofensiva.
Para superar estos obstáculos, los traductores contaron con la ayuda de 100 lectores externos de muchos países que revisaban el texto a medida que se iba traduciendo.
Estos lectores eran de diferentes edades, culturas y antecedentes.
Ellos iban recibiendo el texto poco a poco en formato electrónico, lo revisaban y luego escribían sus sugerencias.
El equipo de traducción tomaba nota de todas sus recomendaciones, y en algunos casos los traductores también les enviaban preguntas específicas.
Cada versículo fue revisado por 130 personas.
Naturalmente, todo esto tomó mucho tiempo.
La traducción se terminó a principios del año 2019.
Entonces se presentó un nuevo desafío.
Había que imprimir millones de biblias para que todos los publicadores hispanohablantes pudieran tener una.
Esto era un trabajo enorme para las imprentas de Estados Unidos y Japón.
Aunque trabajaran día y noche, llevaría mucho tiempo cumplir con este objetivo.
Y, claro, todo el mundo quería tener su biblia lo más pronto posible.
El Cuerpo Gobernante decidió publicar la Biblia en formato electrónico en la asamblea internacional de Madrid.
Meses antes de que la recibiéramos en papel.
El momento más emocionante del viernes por la mañana fue cuando el hermano Lösch presentó la nueva revisión de la Biblia.
Pero hubo otra sorpresa.
Como la mayoría de los hermanos que estaban en la asamblea tenían sus teléfonos y tabletas, pudieron descargarse la Biblia revisada allí mismo.
¿Cómo fue eso posible?
Se usaron más de 500 dispositivos portátiles de wifi para que los hermanos pudieran descargarse la revisión tanto en Madrid como en las otras 11 sedes de España que se conectaron a la asamblea.
Durante el almuerzo del viernes, prácticamente todos los asistentes pudieron descargarse la edición revisada de la Traducción del Nuevo Mundo en español.
Se preparó a más de 1.200 voluntarios para que ayudaran a quienes lo necesitaran a descargarse la Biblia.
Gracias a esto, los hermanos pudieron empezar a usar la traducción revisada durante el programa de la tarde de ese mismo día.
Reíamos, se nos saltaban las lágrimas de alegría, porque entendíamos que era un regalo de Jehová que nos estaba dando en ese momento, y además nos sentimos muy contentos porque ya hacía mucho tiempo que lo estábamos esperando.
Lo que más me gusta de esta revisión es que es muy sencilla, a veces incluso pienso: “Pero ¿esto ha estado escrito antes?”.
Es como que me llega al corazón más rápido.
Conforme la vas usando, te das cuenta de que hay muchos textos cambiados y que el esclavo ha trabajado mucho para que se te haga más fácil de entender.
Sin ninguna duda, la revisión de la Traducción del Nuevo Mundo en español es un regalo que Jehová le da a todo el mundo hispanohablante.
La Palabra de Dios tiene poder, y esta revisión es una herramienta poderosa que ayudará a muchas personas a conocer a Jehová.
Este mes hemos visto que debemos orar constantemente para que no caigamos en la tentación.
La oración ayudó a Narciso a hacer grandes cambios en su vida y a no caer en las tentaciones que pusieron a prueba su humildad.
El ejemplo del apóstol Pedro demuestra que podemos vencer nuestros temores y mostrar más amor a Jehová y a los hermanos.
En vez de centrarse en sus limitaciones, Takeshi es feliz orando por sus hermanos todos los días.
Y la canción Te perdono nos recuerda que podemos imitar a Jehová y estar dispuestos a perdonar para superar el dolor que pudiera habernos causado alguien a quien amamos.
Para terminar, visitaremos a los hermanos de Tierra del Fuego, una provincia de Argentina.
Tierra del Fuego es un archipiélago que se encuentra en el extremo sur del continente americano.
En la isla principal se elevan montañas de glaciares y picos de casi 2.400 metros (8.000 pies) de altura.
Aquí, la cantidad de horas de luz varía mucho a lo largo del año.
De unas 17 horas en verano a aproximadamente 7 horas en época de invierno.
Pero, independientemente de eso, puede haber viento, hielo y nieve durante todo el año.
En la ciudad de Ushuaia, que se encuentra en la isla principal, hay tres congregaciones.
Para asistir a las asambleas, los hermanos tienen que cruzar una cordillera.
Viajan aproximadamente 200 kilómetros (unas 125 millas).
A veces hay carreteras intransitables por culpa del hielo y de la nieve.
Los hermanos salen a predicar sin importar el tiempo que haga.
En algunas partes de Ushuaia, no se puede ver el sol en invierno porque no se eleva por encima de las montañas.
Cuando los días son cortos, los hermanos se adaptan y salen a predicar más tarde para aprovechar las horas de luz.
Los hermanos organizaron una campaña para predicar en zonas rurales y en islas remotas, como la isla Navarino, a la que llegan cruzando el canal Beagle.
Hace poco, algunos hermanos hicieron el esfuerzo de aprender inglés para poder predicar a los muchos turistas que visitan la zona.
En las tres congregaciones de Ushuaia hay más de 300 publicadores y 47 precursores regulares.
Dirigen 286 cursos de la Biblia.
Los hermanos de Ushuaia, Tierra del Fuego, les envían un cariñoso saludo.
Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.