JW Broadcasting: Octubre de 2019

Bienvenidos a JW Broadcasting®.

Este mes, analizaremos cómo podemos imitar la santidad de Jehová y ser mejores cristianos.

¿Decimos a veces cosas de las que luego nos arrepentimos: usamos palabras desconsideradas o criticamos a los demás?

Veremos un video que nos mostrará qué podemos hacer para corregir lo que decimos y lo que pensamos.

Joven, ¿alguna vez te has sentido en una lucha, una lucha por agradar a Jehová, una lucha por ser feliz a pesar de la oposición?

Pues el nuevo video musical te va a encantar.

Algunos hermanos han cometido errores espirituales graves y han perdido su amistad con Dios.

Pero Jehová ama a la gente, y quiere que regresen a él.

Veremos cómo ayudó a un hombre a cambiar su vida.

Esto y mucho más en el programa de octubre de 2019 de JW Broadcasting.

Al oír las palabras “santo” y “santidad”, ¿qué se nos viene a la mente?

Muchos pensarían en palabras como “limpio” o “puro”.

Pero cambiemos un poco la pregunta: ¿quién se nos viene a la mente?

Seguro que pensamos en Jehová.

Quizá también nos imaginemos a Jesucristo y a los santos ángeles.

Pero ¿pensamos en seres humanos imperfectos?

¿Se puede decir que un ser humano es santo?

Sí, pues fuimos creados a la imagen de Dios.

Igual que reflejamos otras cualidades divinas —como el amor, la bondad o el autocontrol—, podemos reflejar la santidad.

¿Cuánta importancia tiene la santidad?

No es algo insignificante.

Hoy día, se ve cada vez más maldad en el mundo.

En 2 Timoteo 3:13 se predijo que los malvados irían de mal en peor.

Sin duda, antes del fin, Satanás aumentará sus esfuerzos por promover la maldad.

Así que nosotros debemos aumentar nuestros esfuerzos por ser santos y rechazar lo malo.

¿Y quiénes son los blancos principales de Satanás?

Nosotros.

Él y los demonios son como una manada de leones hambrientos que quieren devorarnos.

Satanás nos ataca por ser publicadores de las buenas noticias.

¿Tiene usted hijos?

¿Le parece que Satanás quiere que usted deje de ser santo?

Claro.

Él sabe que devorando a un padre puede debilitar a toda su familia.

En la congregación, a Satanás le gustaría devorarlos a ustedes, precursores, siervos ministeriales o ancianos.

¿Es superintendente de circuito?

¿Misionero?

¿Betelita?

¡Qué privilegio tan especial!

Pero recordemos que eso nos convierte en blancos de Satanás.

A él y a los demonios les gustaría acabar poco a poco con nuestra pureza y santidad.

Eso podría tener un grave impacto en la obra del Reino o hacer tropezar a otros.

Así que no podemos descuidarnos.

Debemos intensificar nuestro empeño por rechazar todo lo malo.

Como vemos, la santidad es algo muy importante.

Por eso, el título del programa de este mes es “Perfeccionemos nuestra santidad con el temor de Dios”.

Se basa en 2 Corintios 7:1.

Para empezar, necesitamos conocer mejor a la fuente de la santidad, nuestro Dios, Jehová.

Al leer la Biblia, vemos que la santidad es una cualidad muy importante de Jehová que él quiere que conozcamos.

Hay muchos versículos que asocian el nombre de Dios con las palabras “santo” y “santidad”.

Por favor, abra su biblia para ver un ejemplo de esto, en Isaías, capítulo 6.

Comencemos en Isaías 6:1.

Imaginemos que somos el profeta Isaías, que recibió una visión divina.

¿Qué habríamos visto y oído?

Leamos los versículos 1 a 3: Seguro que Isaías se quedó asombrado.

El versículo 2 dice que vio serafines, criaturas espirituales de alto rango.

¿Y qué aprendemos de lo que cantan?

El que repitieran la palabra “santo” tres veces nos enseña que Jehová es santo al grado máximo.

Nadie es tan santo como él.

Pero ¿qué es exactamente la santidad?

¿Qué quiere decir ser santo?

Investiguémoslo.

Podemos hacerlo con una herramienta muy útil de la “Traducción del Nuevo Mundo” revisada.

Para los que no tengan la edición revisada en su idioma, daremos la definición más adelante.

En la versión impresa de la edición revisada, el “Glosario” se encuentra unas páginas después de Apocalipsis e inmediatamente después del “Índice de palabras bíblicas”.

Los temas están en orden alfabético.

Por favor, vayamos a la entrada “santo; santidad”.

En la aplicación JW Library® en inglés, hay dos maneras de llegar al “Glosario”.

Una vez que estamos en la aplicación, buscamos la Biblia.

En la parte de arriba de la pantalla, pulsamos en la lupa para comenzar una búsqueda.

Luego, escribimos la palabra “santo”.

Entonces aparece una entrada del “Glosario”, y la pulsamos.

Otra manera es ir a Publicaciones y luego a Libros.

Allí podemos abrir el “Glosario” y buscar la entrada “santo; santidad”.

¿Listos?

Vamos a leerla: ¿Qué aprendemos?

Primero, se nos recuerda que Jehová es absolutamente puro.

Pero ¿hasta qué punto la santidad forma parte de la naturaleza de Jehová?

Pongamos un ejemplo.

Pensemos en las palabras “humano” e “imperfecto”.

Hoy en día, es normal que esas palabras vayan juntas.

La imperfección es parte de nosotros y afecta todo lo que hacemos.

Ahora pensemos en otro par de palabras que siempre van juntas: “Jehová” y “santo”.

Jehová es completamente santo.

Él no tiene que perfeccionar su santidad, como nosotros.

Todo lo que tiene que ver con él es limpio, puro y recto.

¡Qué diferente es la santidad de Jehová del mundo que nos rodea!

En la actualidad, prácticamente toda la sociedad humana que no sirve a Dios está contaminada de alguna manera, ya sea por la imperfección que hemos heredado o por la maldad intencionada.

Pero Jehová está totalmente alejado del pecado.

Él nunca se contaminará con la maldad.

Nunca se volverá corrupto, inmoral ni les hará daño a los demás.

Como es absolutamente santo, es completamente digno de confianza.

En otras palabras, Jehová es el Padre ideal.

¡Qué animador es saber eso!

La santidad de Jehová es una bella cualidad.

Pensemos en el mundo físico.

¿Cómo nos hacen sentir las cosas bonitas?

¿Nos sentimos atraídos a ellas, o las rechazamos?

Por ejemplo, fíjese en estos paisajes.

¿Cómo le hacen sentir?

¿Le gustaría pasar un rato allí?

¿Se puede imaginar dando un paseo, respirando aire limpio y fresco?

¿O se imagina bebiendo el agua pura y cristalina de un río?

¡Cuánto anhelamos vivir en esas condiciones!

¡Y así será!

Pero ¿nos hemos preguntado por qué esas imágenes son tan atrayentes?

Es muy sencillo, todo se ve puro y limpio.

Por otro lado, ¿y si esos mismos lugares estuvieran llenos de basura, grafitis y humo?

¿Todavía le gustaría vivir allí?

Probablemente no.

La contaminación y la suciedad no atraen.

¿Cuál es el punto?

Por naturaleza, nos atrae lo que es bello.

La belleza se relaciona con cosas limpias, puras y brillantes.

Así es como Jehová quiere que veamos la santidad.

Meditar en este aspecto de la personalidad de Jehová nos acerca más a él.

Y, aunque él odia el pecado, su Palabra nos asegura que no nos odia a nosotros.

Todo esto que hemos comentado nos motiva a perfeccionar nuestra santidad.

Leamos ahora 2 Corintios 7:1, el texto temático del discurso.

Aunque Pablo le escribió estas palabras a una congregación, Jehová las conservó para nuestro bien.

Allí dice: La parte final de ese versículo es la base del título de este discurso.

¿Y qué significa “perfeccionar” algo?

Un diccionario dice que es “acabar enteramente una obra, dándole el mayor grado posible de [...] excelencia”, o “mejorar algo o hacerlo más perfecto”.

Por ejemplo, quizá tengamos una afición, como el dibujo, la fotografía o tocar un instrumento musical.

Si un experto en la materia nos dijera que deberíamos “perfeccionar” nuestro talento, ¿qué nos estaría diciendo?

Primero, estaría reconociendo que ya tenemos algo de experiencia.

Y, segundo, nos estaría diciendo: “Tienes el talento que hace falta para ser mejor en el futuro.

Tienes potencial”.

Por supuesto, perfeccionar un talento toma tiempo.

Lo mismo es cierto de la santidad.

La obra “Imágenes verbales en el Nuevo Testamento” explica que “perfeccionar”, en 2 Corintios 7:1, no se trata de una adquisición “repentina de la completa santidad, sino de un proceso continuo”.

De modo que Jehová, el experto en la santidad y nuestro mejor Amigo, nos anima.

Es como si nos dijera: “¡Tienes potencial!

Tienes lo que hace falta para perfeccionar tu santidad.

Sigue esforzándote para lograrlo”.

¿Verdad que eso nos llega al corazón?

Podríamos preguntarnos: “¿Hay algún aspecto de mi vida en el que pueda imitar mejor la santidad de Jehová?”.

Por ejemplo, pensemos en la limpieza física.

El capítulo 8 del libro “Continúe en el amor de Dios” explica que debemos glorificar a Jehová manteniendo limpios nuestro cuerpo, nuestra ropa, nuestra casa por dentro y por fuera, así como nuestros lugares de adoración.

Estar limpios en sentido físico nos beneficia a nosotros y a los que nos rodean.

Pero lo más importante es que honra a nuestro Padre santo.

Claro, no basta con la limpieza física, hay que ir mucho más allá.

En el texto temático leímos que Jehová nos pide que nos limpiemos “de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu”.

Eso abarca todo aspecto de la vida.

Por ejemplo, algo que leamos en la Biblia o que escuchemos en una reunión podría hacernos ver que necesitamos cambiar nuestra manera de pensar.

Quizá veamos que tenemos la tendencia a ser materialistas.

O a lo mejor nos damos cuenta de que pasamos demasiado tiempo en las redes sociales, navegando en Internet o jugando con videojuegos.

Efesios 4:23 y 24 nos anima a seguir renovando nuestra forma de pensar y a ponernos la nueva personalidad.

Puede que nuestro problema sea algún rasgo negativo de personalidad que esté muy arraigado.

Una hermana llamada Cristina admitió:

“Muchas veces noto que estoy mirando a otros con envidia.

Me fijo en lo que ellos tienen y yo no”.

Bueno, estos son solo unos ejemplos, y quizá no tengamos ese tipo de debilidades.

Pero la lección está clara: todos necesitamos seguir examinándonos.

Hermanos, si nos damos cuenta de que tenemos una debilidad, ¿qué debemos hacer?

Para responder esa pregunta, veamos qué aprendemos del ejemplo de Cristina y su lucha contra la envidia.

Hay tres pasos que podemos dar para renovar nuestra forma de pensar, se explicaron en la edición de estudio de “La Atalaya” de junio de 2019, página 11.

¿Qué debería hacer Cristina primero?

Paso 1: Debería hablar con Jehová y admitir con sinceridad que necesita cambiar.

Si le pide con frecuencia que le dé “un espíritu nuevo”, nuestro Dios, que es santo, la ayudará.

Paso 2: Necesita meditar, para poder verse frente al espejo de la Palabra de Dios.

Por ejemplo, podría reflexionar en el hecho de que “el amor no es celoso” ni “busca sus propios intereses”.

Eso podría ayudarla a odiar la envidia.

Paso 3: Necesita pensar en quiénes son sus compañías y buscar amigos que la ayuden a mejorar.

¿Podría ser que el chisme —ya sea en sus conversaciones en persona o por Internet— haya afectado su manera de pensar?

Si es así, debería buscar mejores amigos.

Si Cristina hace todo esto, Jehová bendecirá los esfuerzos que haga por perfeccionar su santidad.

Y estos tres pasos pueden ayudarnos a nosotros también.

Repasemos los puntos principales.

Primero, la maldad va “de mal en peor”, así que necesitamos intensificar nuestros esfuerzos por ser santos.

Segundo, en vista de que Jehová es la fuente de la santidad, todo lo que tiene que ver con él es limpio, puro y recto.

Esta hermosa cualidad nos atrae a él y nos motiva a ser santos.

Y, tercero y más importante, Jehová nos anima a limpiarnos “de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu”.

Así que aceptemos la ayuda de Jehová para perfeccionar “nuestra santidad con el temor de Dios”.

Aunque tratamos de imitar la santidad de Jehová, no menospreciamos a la gente que sigue el modo de vivir de este mundo.

En el siguiente video —de Italia— veremos qué movió a un grupo de hombres jóvenes que habían tenido una infancia difícil a aceptar la verdad y lo que hizo una hermana muy valiente para llegarles al corazón.

Nuestros padres nos amaban, pero no sabían demostrarlo de la manera correcta.

Muchas veces eran violentos, así que aprendimos a ser así.

Recuerdo que, desde que era pequeño, tenía miedo de volver a casa y ver que mis padres se hubieran separado, porque desde que tengo memoria siempre han estado peleando.

Crecimos con esos valores y esa manera de pensar y nos convertimos en un grupo al que la gente conocía y temía porque éramos violentos, inmorales y consumíamos drogas.

Vivíamos sin reglas.

Éramos de esas personas a las que no debes acercarte.

Era una de esas típicas mañanas en las que estábamos solos en casa.

Siempre nos juntábamos ahí, era nuestra guarida.

No habíamos ido a clase y nuestros padres no lo sabían.

Estaba con Federico y Raffaele cuando dos hermanas, dos testigos de Jehová, tocaron el timbre.

Las hicimos pasar para poder burlarnos de ellas.

Y, de hecho, eso es justo lo que hicimos.

Recuerdo que María y la hermana que estaba con ella fueron muy naturales y hablaron con franqueza.

Fueron muy valientes al venir a hablarnos de la verdad.

Me sorprendió que fueran tan amables a pesar de mi tono de burla.

Aprecié mucho su amabilidad.

María no dejó que nada la detuviera, ni siquiera nuestra apariencia.

La conversación con María me llegó al corazón, pero pensé que nunca la volvería a ver, porque, ¿quién volvería a visitar a personas como nosotros?

María no se rindió.

Volvió con un precursor mayor que no nos tuvo miedo y que habló con valor.

Comencé a hacer cambios radicales en mi vida y a progresar espiritualmente.

Desde el principio, les hablé a todos mis amigos sobre lo que estaba aprendiendo.

Lo que me sorprendió fue la reacción de mi mamá.

No estaba nada contenta y se puso muy violenta.

Pensaron que me estaba volviendo loco, que me estaban lavando el cerebro.

Recuerdo que hicieron de todo para recordarme la fuerte amistad que había entre nosotros.

Me presionaban emocionalmente.

Pero tenía que tomar una decisión.

Aunque los quería mucho y estaba muy apegado a ellos, tomé la drástica decisión de decirles que desde ese momento ya no me juntaría con ellos.

Esta situación despertó mi curiosidad.

De hecho, terminé estudiando con Francesco.

Verlo tan decidido me hizo pensar.

Era evidente que las cosas que nos decía eran ciertas, que era la verdad.

Además, el valor que mostró para cumplir con su decisión de alejarse de sus amigos hizo que todos quisiéramos saber más sobre el mensaje que estaba predicando.

Yo culpaba a la verdad por quitarme a mi amigo, un amigo con el que antes hacía las cosas que me gustaban.

Pero, aunque le había dicho que se había vuelto loco, dentro de mí sabía que esto tenía que ser muy importante porque él estaba totalmente convencido, y todos lo veíamos.

Así que me di cuenta de que lo que nos estaba diciendo tenía que ser cierto.

Para mi sorpresa, uno a uno, todos mis amigos comenzaron a estudiar la Biblia.

Al ir estudiando me di cuenta de que esta era la verdad.

Antes, el odio motivaba mis decisiones.

Ahora, el amor motiva lo que hago, y esto me hace sentir bien.

Ahora puedo decir que Jehová usó a María y a Francesco para atraerme a él.

Creo que ha sido un milagro de Jehová.

La verdad me ayudó a cultivar paz y felicidad.

Estas cualidades me han permitido tener una familia como la que nunca tuve cuando era pequeño.

Lo que me hace sentir más satisfecho en la vida es tener una amistad con Jehová.

Cuando veo a alguien que me recuerda a cómo éramos nosotros, siento que tengo que predicarle.

La paciencia que demostró María me motiva a ser paciente.

A pesar de nuestra reputación, María no se rindió.

Ella nos mostró que a la vista de Jehová nadie es un caso perdido... nadie.

Hasta que encontraron la verdad, aquellos jóvenes eran —como ellos dicen— “de esas personas a las que no debes acercarte”.

¿Se habría atrevido a predicarles?

Nuestra hermana María no lo dudó.

¿Y han notado lo que hizo el hermano que aceptó primero la verdad?

Fue a hablar con sus amigos y rompió su amistad con ellos.

Sabía que necesitaba amigos que estuvieran tan decididos como él a servir a Jehová.

Y nosotros también.

Sabemos que eso es lo mejor.

Todos ellos ahora son hermanos.

Limpiaron sus vidas.

¿Cuál fue el cambio más sobresaliente?

Uno de ellos dijo: “Antes, el odio motivaba mis decisiones.

Ahora, el amor motiva lo que hago”.

Tanto si somos nuevos en la verdad como si llevamos décadas sirviendo a Jehová, podemos seguir perfeccionando la santidad y progresando en sentido espiritual.

Lo veremos en el siguiente video.

Fíjense en cómo pusieron los hermanos en práctica las sugerencias de “La Atalaya”.

Cuando has hecho el esfuerzo de ir a servir a otro país y aprender otro idioma, puede ser difícil seguir progresando, porque quizá sientas que ya has hecho bastante.

Crecí estudiando la Biblia porque mi madre era testigo de Jehová.

Por eso pensaba que ya tenía suficiente conocimiento de la Biblia.

He servido como superintendente viajante junto a mi esposa durante dieciocho años.

Ahora que nos hemos hecho mayores, hemos pasado por muchas pruebas que nunca habíamos pasado.

Cuando me casé y tuve hijos, se me hizo difícil explicarles a los niños los detalles de algunos personajes o relatos de la Biblia.

Entonces me di cuenta de que no tenía suficiente conocimiento de la Biblia.

Además de que te estás adaptando a la cultura de las personas del territorio, también estás rodeado de hermanos de muchas culturas diferentes en la congregación.

Me esfuerzo por cumplir con mis responsabilidades con equilibrio, como cuidar de nuestros padres y de nuestra propia salud.

Esto puede ser muy agotador y causar tensión entre mi esposa y yo.

Me ayudó mucho el artículo de estudio “Sigamos progresando en sentido espiritual”, de “La Atalaya” de febrero de 2018.

Las frases “cuando hemos identificado en lo que debemos mejorar, tenemos que empezar a hacer cambios” y “es cuestión de vida o muerte” me llegaron al corazón.

Me di cuenta de que tenía que analizar seriamente mi vida y hacer cambios que me ayudaran a mí y a mi familia.

En el artículo había una cita del hermano Barr.

Él dijo que “muchos cristianos fracasan ‘porque no actúan con diligencia’”.

Entonces pensé: “¿Me estoy esforzando por ser lo suficientemente madura en sentido espiritual como para resolver cualquier dificultad que surja con los hermanos de una manera que agrade a Jehová?”.

Entendí que, para progresar en sentido espiritual, tenía que pensar como Jehová y seguir la guía de los principios bíblicos.

Eso significaba que debía dejar a un lado mi orgullo; y, si este volvía, debía dejarlo a un lado otra vez y esforzarme por pensar como Jehová.

Tengo la mala costumbre de querer hacerlo todo por mi cuenta y no delegar cosas en los demás.

Me pregunté: “¿Qué decisión agradará a Jehová?”.

Hay que asegurarse “de qué cosas son las más importantes”.

Sentí que debía capacitar a hermanos de la congregación que son más jóvenes para poder delegar responsabilidades en ellos.

El artículo animaba a seguir los principios bíblicos.

Dos principios muy útiles para mí han sido Proverbios 15:28 y Filipenses 2:4, porque me han ayudado a ver que, antes de dar una respuesta, tengo que pensar en qué es lo mejor para los demás.

Al leer los relatos de la Biblia, empecé a dedicar tiempo a meditar en cómo me sentiría si fuera uno de esos personajes bíblicos.

Ahora puedo explicar mejor las cosas al estudiar con mis hijos.

Me siento muy feliz al ver cuánto disfrutan de las actividades cristianas.

Ahora mi hijo juega a hacer como si estuviera en una reunión.

Y a mi hija le encanta ir a predicar.

Habla con la gente porque le gusta, no porque se lo pidamos nosotros.

Las cosas ahora son totalmente diferentes a cuando yo era pequeño, y eso me hace muy feliz.

Al poner en práctica este principio, aligero mi carga y reduzco el estrés.

A su vez, eso me ayuda a mantener la alegría y a fortalecer la relación con mi esposa.

Además, siento que soy más accesible para los hermanos de la congregación.

Tener la “mente de Cristo” me ha ayudado en mi asignación, porque me ha permitido acercarme mucho a los hermanos y hermanas de la congregación, y esto me ha hecho sentir muy feliz en mi servicio.

Y, además, cuando no sé qué hacer (algo que me pasa bastante), puedo seguir los principios que me da Jehová.

Eso me hace sentir protegida y segura.

Padres de familia, ¿vieron que Yusuke se tomó muy en serio la sugerencia de analizar su vida y buscar maneras de mejorarla?

Se dio cuenta de que, aunque tenía cierto conocimiento de la Biblia, necesitaba estudiar y meditar más para profundizarlo.

Así llegó a ser un mejor maestro para sus hijos.

En el caso de Jane, ella ya estaba haciendo un buen trabajo como precursora en un país extranjero.

Pero, aunque no lo crean, le costaba tratar con hermanos de otras culturas.

¿Nos pasa lo mismo?

¿Cuál era el problema de Jane?

Ella dijo: “Debía dejar a un lado mi orgullo”.

Cuando lo hizo, logró ver las cosas como Jehová las ve.

O puede que, igual que Yutaka Kimura, nos estemos enfrentando a cambios en la vida.

¿Qué aprendemos de su ejemplo?

Él delegó responsabilidades y cambió sus prioridades.

Y eso requirió humildad.

¿El resultado?

Menos estrés y más felicidad.

A menudo, cuando nos hacemos un autoexamen sincero, descubrimos qué cosas debemos cambiar.

Eso es lo que veremos en la siguiente escenificación.

Hice pasar vergüenza a mi esposa esta noche.

Sé en qué momento fue, pero yo no quería hablar de ese tema.

Aunque en el fondo sabía que Yoomi tenía razón.

Me estaba volviendo una persona grosera.

Ya me había comportado así muchas veces.

Me había estado quejando de la forma como un hermano dirige las reuniones para salir a predicar.

Le tenía envidia a un siervo ministerial al que le estaban dando más responsabilidades.

Y hablaba muy mal de los padres de Yoomi.

Pensaba que ya me había librado de mi vieja personalidad, pero todavía me quedaba algo de ella.

A algunos de mis amigos ni siquiera les molestaba eso, al contrario, les gustaba que yo fuera así.

Había cambiado poco a poco, y no veía lo lejos que había llegado.

¿Qué crees que debo hacer para cambiar?

¿Y si buscamos algo sobre cómo debemos hablar en la BIBLIOTECA EN LÍNEA?

Me parece bien, vamos a ver.

Estudiamos el consejo de Efesios 4:29, que dice: Esa imagen tan impactante me sacudió.

Las palabras corrompidas son tan repugnantes como la comida podrida.

No quería que las cosas que yo dijera fueran desagradables para mi esposa ni para nadie más.

Pero, para cambiar, necesitaba un plan.

Ahora me esfuerzo de verdad por pensar antes de hablar.

Y me he puesto la meta de felicitar a alguien en cada reunión por las cosas buenas que hace.

También me he puesto una meta con respecto a mis conversaciones.

Trato de que sean sanas, veraces y bondadosas.

Es impresionante ver lo bien que se siente uno cuando habla con bondad a los demás.

Pero no debería sorprenderme, porque es simplemente otra manera de demostrar el amor de Dios.

Creo que nunca olvidaré esa imagen de fruta podrida.

Pero ¿verdad que ahí está la clave?

Nadie quiere que sus palabras o sus conversaciones sean así.

Queremos perfeccionar la santidad con conversaciones sanas.

¿Qué podemos hacer para hablar siempre de manera edificante y amable?

Debemos hacernos un autoexamen, tal como lo hizo el hermano.

¿Por qué decimos cosas que lastiman a otros?

Él descubrió que la “vieja personalidad” estaba aún latente en su interior, y se dio cuenta de que algunos de sus amigos fomentaban en él una actitud crítica.

Pero no se quedó ahí.

Trazó un plan y se puso metas.

Cambió su manera de pensar y, por lo tanto, de hablar.

La gente ahora quería estar a su lado, y eso lo hacía feliz.

Como en el caso del hermano, puede que, hasta sin darnos cuenta, estemos retrocediendo en sentido espiritual.

Pero debemos seguir adelante, perfeccionando la santidad.

A continuación, escucharemos a un hermano que dio varios pasos hacia atrás.

Veamos lo que le ayudó a recuperar su amistad con Jehová.

Mi primer contacto con los Testigos fue cuando tenía unos 20 años.

Al ir aprendiendo la verdad, fui haciendo grandes cambios.

Dejé de fumar, de decir malas palabras y abandoné las drogas.

También cambié mi comportamiento violento y dejé por completo las artes marciales.

Después, me bauticé como testigo de Jehová.

Aquel día fue maravilloso, nunca lo olvidaré.

Al poco de bautizarme, me empecé a envolver cada vez más en mi trabajo en un teatro.

El ambiente allí era muy inmoral.

Los hermanos de la congregación me advirtieron con cariño de los peligros y me aconsejaron que buscara otro trabajo.

Pero no los escuché.

Llevaba mucho tiempo trabajando allí, así que pensé: “No me va a pasar nada”.

Pero estaba equivocado.

Mi conciencia se endureció, y acabé pecando gravemente contra Jehová.

Cuando dejé la verdad, me ofrecieron varios trabajos.

Comencé a dirigir un club nocturno que cerraba a las seis de la mañana.

Se hacían muchas fiestas y había mucha droga.

También volví a practicar artes marciales.

Empecé a relacionarme con criminales peligrosos y, poco a poco, me hice amigo del criminal más influyente de la ciudad de Oslo.

Con el tiempo, me metieron en la cárcel por ser violento.

Los miembros de un grupo religioso vinieron a la prisión y nos invitaron a todos los presos a un evento donde se serviría pastel.

Aquello sonaba muy bien.

Me dejé tentar por un pastel.

También tocaron música.

Después de un rato, comenzaron a hablar en lenguas, y yo me sentí muy incómodo.

No quería tener nada que ver con aquello, pero no pude levantarme.

Yo era un hombre grande y fuerte, pero, literalmente, no pude levantarme de la silla.

En mi vida, he pasado por muchas situaciones aterradoras.

Pero en aquel momento de verdad sentí miedo.

Le oré a Jehová y, al instante, fui liberado y pude levantarme y salir de allí.

Yo, un hombre tan fuerte, llorando como un bebé...

Luego, llamé a mi esposa y le pedí que me trajera una Biblia y algunas publicaciones.

Tenía que volver a estudiar y acercarme a Jehová.

El reto más grande fue la oración; comenzar a comunicarme con Jehová después de haberme alejado tanto de él y de haber hecho cosas malas.

Me quedaba un largo camino por recorrer.

Un texto que recuerdo en especial es Isaías 1:18.

Ahí, Jehová dice: “Vengan y arreglemos las cosas entre nosotros”.

Aquello me llegó al corazón.

También dice que, si tus pecados son “como rojo escarlata”, él hará que queden “blancos como la nieve”.

Fue como si Jehová hubiera apartado la oscuridad y me hubiera dado su mano para sacarme de ahí, de vuelta a la luz.

Seis meses después de que me readmitieran, mi esposa le dedicó su vida a Jehová y se bautizó.

Ella fue un tremendo apoyo durante todo ese tiempo.

Al principio, estaba muy nervioso, pero, cuando entraba al Salón del Reino, ese sentimiento desaparecía.

El espíritu de Jehová está ahí.

La forma en la que los hermanos se tratan es totalmente diferente a lo que veía en mi anterior estilo de vida.

Sentimos que Jehová nos ha bendecido mucho.

Por supuesto, todos cometemos errores de vez en cuando, pero ahora estoy completamente convencido de que Jehová es misericordioso.

Cuando estaba en su peor momento, Petter dijo que se sentía muy lejos de Jehová.

Si de algún modo nos sentimos identificados con él, podemos estar seguros de que nosotros también podemos arreglar las cosas.

Podemos vivir lo mismo que Petter: Jehová le ayudó a salir de la oscuridad y a volver a la luz.

Recordemos, es como si Jehová nos dijera a cada uno de nosotros: “Veo tu potencial.

Puedes lograrlo”.

Hoy en día son los jóvenes los que se enfrentan a algunos de los mayores desafíos.

El video musical de este mes está dedicado a ellos.

Se titula “Aguanta un poco más”.

♪♪ La mente no me deja en paz, hay días que ya no puedo más.

Estoy cansada de llorar, mi cabeza grita: “¡Basta ya!”.

Cuando mi cielo no es azul, leo la Biblia y vuelvo a ver la luz, me alivia la inquietud, siento que Jehová me dice: (ESTRIBILLO) “No te rindas ahora, el nuevo mundo viene ya.

Solo un poco de tiempo, tus lágrimas se irán, pelea y ganarás, aguanta un poco más, más, aguanta un poco más”.

Voy a gritarle a la vida que no me pienso dar por vencida.

Cuando lo veo todo gris, oro a Jehová y vuelvo a ser feliz, se acerca más a mí, siento que Jehová me dice: (ESTRIBILLO) “No te rindas ahora, el nuevo mundo viene ya.

Solo un poco de tiempo, tus lágrimas se irán, pelea y ganarás, aguanta un poco más, más, aguanta un poco más, pelea y ganarás, aguanta un poco más”.

“Aguanta un poco más, solo un poco más, solo un poco más”.

(ESTRIBILLO) “No te rindas ahora, el nuevo mundo viene ya.

Solo un poco de tiempo, tus lágrimas se irán, pelea y ganarás, aguanta un poco más”. ♪♪ ¡Qué bonita canción y qué buen recordatorio!

Jehová nos ayuda a ganar el “combate de la fe”.

¿De qué maneras?

Como hemos visto, lo hace mediante la familia, los hermanos, el ministerio y su Palabra, la Biblia.

Proteger la Palabra de Dios y su nombre ha implicado una lucha durante muchos siglos, una lucha que se está ganando.

Este es el tema de la exposición de la Biblia, en la central mundial, en Warwick (Nueva York).

Hagamos una pequeña visita.

La Biblia es un tesoro de tiempos modernos.

Nos enseña la verdad sobre Dios, la vida y la esperanza que tenemos para el futuro.

Es más, contiene otro tesoro de un valor incalculable: el nombre de Dios, Jehová.

Lo que Jehová ha hecho para que su nombre se conservara en las Santas Escrituras a pesar de todos los intentos de eliminarlo es una historia fascinante.

Y está aquí, en la exposición de la Biblia de la central mundial, en Warwick.

Comencemos la visita.

En la entrada, encontramos el nombre divino escrito 7.216 veces, en muchos idiomas.

Ese es el número de veces que aparece en la “Traducción del Nuevo Mundo”.

Jehová siempre ha dado a conocer su nombre, incluso a los primeros seres humanos.

Cuando nació Caín, Eva dijo: Desde entonces, la gente conocía el nombre de Jehová y lo usaba.

La mención más antigua conocida del nombre divino en letras hebreas se halla en la Piedra Moabita, del siglo noveno antes de nuestra era.

El rey moabita Mesá dijo con jactancia contra Israel: “Tomé de allí los vasos de Jehová y los ofrecí delante de Kemós”.

También hay pruebas de que antiguamente se usaba el nombre de Dios de manera cotidiana.

Este rollo de plata, que data del siglo séptimo antes de nuestra era, contiene la inscripción más antigua que se conoce de un texto bíblico con el nombre divino.

Dice: Lo que es más importante, existen copias antiguas del texto bíblico que contienen el nombre divino.

Los Papiros Fouad, del siglo primero antes de nuestra era, son fragmentos de la “Septuaginta” griega, la primera traducción de la que hay constancia de las Escrituras Hebreas al griego.

En ellos, Deuteronomio 32:3 dice: Aunque el texto está en griego, el nombre divino está escrito en hebreo. Los judíos de habla griega del tiempo de Jesús usaban la “Septuaginta”.

Así que, cuando Jesús leía las Escrituras y las usaba para enseñar, la gente le oía usar el nombre de Dios.

Desgraciadamente, ya para el siglo tercero, el nombre divino se eliminó de la “Septuaginta” y fue sustituido por el título “Señor”.

Por ejemplo, el Códice Vaticano, del siglo cuarto, contiene el texto de la “Septuaginta” griega, pero omite el nombre de Dios.

Este documento, en Deuteronomio 32:3, dice: “Proclamaré el nombre del SEÑOR”.

Pero Jehová no permitiría que su nombre se olvidara.

De hecho, nunca se eliminó de las copias en hebreo de la Biblia.

Unos escribas judíos elaboraron el Códice de Alepo alrededor del año 930.

Este códice, en Deuteronomio 32:3, dice en hebreo: “Proclamaré el nombre de Jehová”.

Aun así, durante siglos, la mayoría de la gente no tuvo acceso a una Biblia en su idioma ni a una que contuviera el nombre divino.

En la “Vulgata” latina, que se terminó aproximadamente en el año 405, se omitió el nombre de Dios.

Sin embargo, fue la traducción oficial de la Iglesia católica durante más de mil años.

Pero un nuevo invento aceleró los acontecimientos: en poco tiempo habría nuevas traducciones que restituirían el nombre de Dios, y que estarían disponibles para muchas más personas.

Alrededor de 1453, Johannes Gutenberg produjo una importante edición de la “Vulgata” latina.

Se trata de la primera Biblia que se imprimió con tipos móviles.

Esta es una página original de una Biblia de Gutenberg.

Aunque solo se imprimieron 180 ejemplares, su invento fue una revolución en el mundo de la imprenta.

Solo veinte años más tarde, Anton Koberger ya imprimía hasta mil biblias por tirada.

Aquella fue la primera producción en masa de la Biblia.

Aquí pueden ver un ejemplar original de la segunda edición de la Biblia latina de Koberger, de 1477.

Más tarde, a principios del siglo dieciséis, el texto de la Biblia en los idiomas originales volvió a despertar el interés de los eruditos.

Por primera vez, se imprimieron en los idiomas originales las Escrituras Hebreas y Griegas juntas.

Esta es la “Políglota complutense”, impresa entre 1514 y 1517.

Una Biblia políglota es una Biblia en varios idiomas, que se disponen en columnas.

En la “Políglota complutense”, el texto bíblico aparece en latín, hebreo, arameo y griego.

Al comparar el texto hebreo con el latín, los eruditos vieron en qué lugares de la “Vulgata” latina el nombre de Dios había sido reemplazado por “SEÑOR”.

Ahora bien, el hecho de que los traductores de la Biblia vieran el nombre divino en el texto hebreo original ¿los motivaría a devolverlo a su lugar en sus traducciones?

Sí, eso fue lo que algunos hicieron.

En 1551, Sebastián Castalión publicó una nueva traducción latina de la Biblia.

Parece que fue el primero en usar siempre el nombre de Dios en una traducción al latín de las Escrituras Hebreas.

Algunos traductores a otros idiomas también usaron el nombre divino.

En 1530, William Tyndale publicó en inglés una traducción de Génesis a Deuteronomio.

Fue la primera traducción bíblica en inglés que contenía el nombre de Dios.

La “Reina-Valera”, muy conocida en español, se publicó en 1602.

Contiene el nombre divino a lo largo de las Escrituras Hebreas.

Este es un ejemplar original —muy difícil de encontrar— de la primera edición en inglés de la Versión del rey Jacobo que se publicó en 1611.

Solo emplea el nombre “Jehová” en cuatro pasajes.

Aun así, la Versión del rey Jacobo se convirtió en el libro más distribuido en el mundo.

Unos doscientos años más tarde, Benjamin Boothroyd, un ministro religioso experto en hebreo, decidió revisar la Versión del rey Jacobo.

Esta traducción inglesa, de 1817, fue la primera Biblia en inglés que usó el nombre “Jehová” en todas las Escrituras Hebreas.

Hasta entonces, algunos misioneros habían llevado la Biblia a nuevos territorios.

Pero, sin el nombre divino, la gente no podía diferenciar entre el Dios de la Biblia y sus dioses falsos.

Así que se incluyó el nombre de Dios en muchas traducciones a idiomas de Asia, África, las islas del Pacífico y América.

La Versión de los Delegados, en chino, de 1854, es un ejemplo de una Biblia usada por misioneros que utiliza sistemáticamente el nombre divino en las Escrituras Hebreas.

Pero aún quedaba un lugar en el que no se había restituido el nombre de Dios: las Escrituras Griegas Cristianas.

Esta es la “Políglota de Núremberg”, publicada por Elias Hutter en 1599.

Contiene las Escrituras Griegas Cristianas en 12 idiomas, entre ellos el hebreo.

En esta versión, el libro de Juan cita de Salmo 118:26: “Bendito el que viene en el nombre de Jehová”.

En su traducción hebrea del evangelio, Hutter conservó el nombre de Dios al citar del salmo.

Y también hizo eso en muchos otros lugares de las Escrituras Griegas.

Esto sirvió de precedente para que otros traductores usaran el nombre divino en las Escrituras Griegas siempre que apareciera en las citas de las Escrituras Hebreas.

Esta es la sexta edición de la traducción del Nuevo Testamento de Herman Heinfetter, de 1864.

Se trata, probablemente, de la primera versión inglesa que emplea el nombre de Dios en más de cien lugares en las Escrituras Griegas.

La “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras” se publicó por primera vez entre 1950 y 1960.

Los traductores se beneficiaron del trabajo de los eruditos que, antes que ellos, habían decidido conservar el nombre de Dios en sus traducciones bíblicas.

Hoy día, la “Traducción del Nuevo Mundo” está disponible, entera o en parte, en más de ciento setenta idiomas.

El nombre de Dios, Jehová, tiene derecho a estar en su Palabra inspirada.

Esta exposición contiene solo algunas de las numerosas pruebas que lo demuestran.

La Biblia es un precioso regalo de Jehová: nos enseña sobre sus obras, sus cualidades y el propósito que tiene para la humanidad, a la que tanto ama.

Él nos invita a todos a leerla, a acercarnos a él y a que lo conozcamos por su santo nombre, Jehová.

A lo largo del programa hemos visto cómo perfeccionar “nuestra santidad con el temor de Dios”.

Perfeccionar la santidad...

puede parecer imposible.

Pero, recordemos, es un proceso continuo.

Lo vimos cuando analizamos el caso de los jóvenes italianos que abandonaron su vida violenta e inmoral.

Y hemos observado lo que hicieron algunos cristianos maduros como Jane, Yusuke y Yutaka para seguir progresando en sentido espiritual.

Aprendimos que podemos hablar de manera más edificante si analizamos nuestras motivaciones y nuestras compañías.

La historia de Petter Heinrichs demuestra que, con la ayuda de Jehová, es posible regresar a la verdad.

Y en el video musical hemos visto que nuestros jóvenes están ganando la lucha, a pesar de las presiones particulares que sufren.

Para concluir, visitaremos a los hermanos de Puerto Rico.

Con sus playas escondidas, valles exuberantes, montañas...

esta hermosa isla es el hogar de más de tres millones de habitantes, entre ellos, cerca de veinticuatro mil testigos de Jehová.

Pero, por su ubicación en el Caribe, Puerto Rico es propenso a sufrir tormentas tropicales y huracanes.

Uno de los más destructivos de la historia, el huracán María, tocó tierra hace dos años.

Murió mucha gente y muchas casas quedaron arrasadas.

La isla entera se quedó sin electricidad durante meses.

Miles de hermanos, tanto de Puerto Rico como del resto del territorio que atiende la sucursal de Estados Unidos ayudaron con las labores de socorro.

Repararon o reconstruyeron 106 Salones del Reino, 2 Salones de Asambleas y más de 800 casas de nuestros hermanos.

La Congregación Barahona, que se encuentra en el centro de la isla, tenía la visita del superintendente de circuito cuando llegó el huracán.

El cuerpo de ancianos y el superintendente de circuito se pusieron en contacto con toda la congregación inmediatamente.

A pesar del desastre, el domingo celebraron la reunión como de costumbre.

De hecho, aunque afrontaron condiciones muy difíciles durante muchos meses, la congregación no canceló ni una sola reunión.

Muy pocos días después del huracán María, los hermanos volvieron a predicar de casa en casa y así reanudaron su actividad.

La respuesta ha sido muy animadora.

Actualmente dirigen 50 cursos bíblicos.

Los 117 publicadores de la Congregación Barahona les envían cariñosos saludos.

Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.



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