JW Broadcasting​: Octubre de 2016

¡Bienvenidos a JW Broadcasting!

¿Qué veremos en este programa?

¿Qué harás si en tu noviazgo surgen problemas inesperados?

En la parte 3 de la serie Cómo prepararse para el matrimonio veremos cómo puedes “calcular los gastos” si estás pensando en casarte.

Viajaremos a Australia para conocer a Viv y Ann Mouritz.

Su vida en el servicio de tiempo completo los ha llevado por todo el mundo.

¿Qué les aconsejan a los que están decidiendo en qué faceta del servicio sagrado participar?

Disfrutaremos de un video musical que enfatiza el tema del programa.

Nos animará a resolver los desacuerdos con nuestros hermanos y a perdonarnos.

¡Este es el programa de octubre de 2016 de JW Broadcasting!

Iniciamos con un informe desde Ucrania.

En el 2014, las tensiones políticas provocaron un conflicto armado en la parte oriental de Ucrania.

En pocos meses, más de 7.600 Testigos tuvieron que huir de la zona y buscar refugio.

Otros se resguardaron en sus casas.

¿Cómo sobrevivieron en sentido físico y espiritual?

La sucursal, que se encuentra en Lviv a cientos de kilómetros, organizó las labores de socorro.

En las siguientes entrevistas, nuestros hermanos cuentan sobre el amor y el cuidado que recibieron de la organización y de ellos mismos.

Todo empezó de un momento a otro, y los hermanos tuvieron que salir huyendo.

No había suficiente comida.

Las tiendas estaban vacías.

Las medicinas escaseaban.

No teníamos agua ni electricidad.

¡Fue horrible!

Todo era un caos.

No sabíamos qué hacer.

¿Deberíamos quedarnos o huir?

Estaban con nosotros unos trillizos de siete años de edad.

En cuanto llegamos a un refugio, ellos empezaron a cantar una canción del Reino.

Los adultos nos unimos a ellos y, gracias a eso, ni siquiera escuchábamos el ruido de las explosiones.

Es cierto que salimos sin nada que comer y sin dinero, pero yo sabía que todo iba a estar bien.

Jehová no nos dejaría morir de hambre.

El bombardeo no se detenía, así que era imposible celebrar nuestras reuniones como normalmente lo hacíamos.

Tampoco podíamos predicar de la manera acostumbrada.

Era muy peligroso.

Cuando supimos de los disturbios en el este del país, el comité de la sucursal se reunió para analizar la situación.

Pedimos a Jehová que nos guiara para saber cómo ayudar a los hermanos tanto en sentido espiritual como material.

También mantuvimos al Cuerpo Gobernante al tanto de la situación.

Los hermanos locales donaron más de 156 toneladas de alimento y 21 toneladas de ropa.

Repartimos todo entre los hermanos y hasta entre personas que no eran testigos de Jehová.

Nos habían dicho que íbamos a recibir unas 5 toneladas de provisiones.

¡Nos quedamos boquiabiertos cuando recibimos 15 toneladas en lugar de 5!

Fue muy hermoso ver que los hermanos dejaban en los paquetes algunas notitas para nosotros.

Los hermanos que vivían en ciudades cercanas nos ofrecieron sus hogares, su comida, y lo más importante, su cariño fraternal.

Estábamos listos para ayudar a nuestros hermanos.

Aun si esto implicaba sacrificar tiempo que hubiéramos pasado con nuestras familias.

Por ejemplo, a las 6:00 de la mañana empezaba a llevarles a los hermanos las cosas que necesitaban.

Eso lo hice durante los dos meses y medio que duró la guerra y los dos meses de la reconstrucción.

En total recorrí 6.500 kilómetros en mi bicicleta.

Los ancianos de Slavyansk formaron pequeñas congregaciones en las que celebraban las reuniones para fortalecer espiritualmente a los hermanos.

Se hicieron reparaciones mayores en 20 casas y reparaciones menores en otras 72 casas y apartamentos de los hermanos.

Preparamos dos programas espirituales, no solo para los hermanos que vivían en la zona de guerra, sino para todos los hermanos de Ucrania, Rusia y Bielorrusia.

La asistencia fue de 325.000 personas.

Fue interesante ver la respuesta de quienes no eran testigos de Jehová.

A pesar de pertenecer a otro grupo religioso, comentaron: “Ustedes son los únicos que demuestran interés genuino.

Sus acciones dan prueba de su verdadero amor”.

Realmente es eso lo que nos hace diferentes.

Mi esposo y mi hijo notaron el amor desinteresado que mostraron nuestros hermanos.

Mi esposo empezó a estudiar la Biblia y ahora va a las reuniones.

No hace mucho, se matriculó en la Escuela del Ministerio Teocrático.

Yo mismo fui objeto de este amor, así que decidí reanudar mis clases de la Biblia.

Ahora me estoy preparando para el bautismo.

Lamentablemente, una de nuestras hermanas perdió la vida.

Me di cuenta de que uno puede perder todo, todo lo que tiene, pero nada se compara con el dolor de perder a un hijo.

Los hermanos y hermanas nos escucharon.

Lloraron con nosotros.

Es algo que no se puede describir con palabras.

Es como si Jehová me tomara en sus brazos y me dijera: “No te sueltes de mi mano.

Yo te sostendré y no te dejaré caer”.

En el pueblo de Jehová no hay barreras entre naciones.

Esto me demostró que estoy en la religión verdadera.

Seguimos orando por nuestros hermanos en Ucrania.

Estamos seguros de que Jehová los ama y que los cuidará en cualquier dificultad Nuestra hermandad internacional es muy especial.

Si nuestros hermanos necesitan ayuda, hacemos todo lo posible por dársela.

Además, nos causa mucha alegría estar con nuestros hermanos en las reuniones, la predicación y en otras ocasiones.

Amamos a nuestros hermanos y nos gusta pasar tiempo con ellos.

Pero, como somos imperfectos, a veces puede costarnos conservar el amor y la unidad.

Quizás alguien nos lastime o nosotros lastimemos a alguien.

Por esa razón, el tema del que quiero hablarles en el programa de este mes es: “Si hacemos las paces, Jehová nos bendecirá”.

Se basa en Mateo 6:14.

Leamos este importante versículo.

Justo después de enseñarles a sus discípulos a orar, Jesús les dijo en el versículo 14: ¿Hasta qué grado influyen estas palabras en cómo ve Jehová la adoración que le rendimos a diario?

Pensemos: al final del día le oramos a Jehová.

Le rogamos que su nombre sea santificado y que venga su Reino.

También le pedimos que bendiga al Cuerpo Gobernante y a los que llevan la delantera.

Después incluimos en la oración algunos asuntos personales.

Y al final decimos: “Jehová, sé que soy imperfecto y que peco contra ti todo el tiempo.

Por favor perdóname.

Permíteme estar limpio a tus ojos y tener tu aprobación”.

La pregunta es: ¿escuchará Jehová mi sincera oración?

¿Me perdonará?

¿Qué dijo Jesús?

Leamos de nuevo el versículo 14: ¿Notaron que Jesús dijo: “Si perdonan...”?

Eso nos enseña que el perdón no es automático.

Hay una condición; tiene un precio.

¿Cuál es?

Jesús indicó que perdonar a los demás es el precio que Dios fija.

¿Y qué hará Jehová entonces?

Jesús dijo: “También los perdonará a ustedes”.

Pero ¿será justo y razonable que Jehová nos diga: “Te perdonaré solo si tú perdonas a los demás”?

Bueno, suponga que usted enferma de gravedad y pierde su empleo.

No ha podido pagar la renta en varios meses.

Está desesperado.

Se encuentra prácticamente sin salida.

Le preocupan su esposa y sus hijos.

Así que va con el dueño de la casa y le pide que tenga paciencia y lo espere hasta que mejore la situación.

Le explica que cuando todo marche bien de nuevo y encuentre trabajo, hará todo lo posible por saldar la deuda.

El dueño le dice: “No te preocupes”, pues entiende su situación.

Le dará tiempo y no le cobrará la renta sino hasta que su situación haya mejorado.

Y no solo eso: cubrirá los gastos de su familia durante los meses difíciles.

¿Cómo se sentiría usted?

¿Cambiaría su forma de tratar a los demás?

Pues bien, por ser imperfectos, todos estamos en deuda con Jehová y merecemos morir.

Simplemente no tenemos con qué pagarle.

Pero si le rogamos a Jehová que nos ayude, él, que es tan bueno y misericordioso, nos dirá: “No te preocupes”.

Él incluso ha dado la vida de su hijo para pagar nuestra deuda.

Y por medio de ese sacrificio, está dispuesto a cubrir nuestros gastos —los pecados que cometemos cada día— y darnos su perdón hasta que la situación mejore...

cuando seamos perfectos en el nuevo mundo.

Ahora repasemos una vez más la breve pero profunda declaración de Jesús en Mateo 6:14: “Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial también los perdonará a ustedes”.

¿Es eso justo?

¿Razonable?

¿Realista?

¡Claro que sí!

Es más, hacer las paces y perdonar a nuestros hermanos es una de las mejores maneras de imitar a Jehová, pues él es compasivo y misericordioso.

¿Qué nos ayudará a hacer las paces sin demora?

Antes de hacer nada, debemos tratar de que el amor cubra el error.

Preguntémonos: “¿Puedo perdonar y olvidar?”.

Hacerlo es una hermosa manera de mantener la paz y la unidad de la congregación.

Pero si olvidar la ofensa fuera muy difícil, hay dos textos bíblicos que nos ayudarán especialmente a resolver las diferencias.

Son Mateo 5:23, 24 y Mateo 18:15-17.

Hay que tomar en cuenta que cada uno de estos textos describe una situación distinta, por lo que tienen aplicaciones diferentes.

La aplicación del capítulo 5 de Mateo es mucho más abarcadora y nos ayuda a buscar la paz en casi toda situación.

La del capítulo 18 es más limitada, pues se refiere a situaciones específicas y de mayor seriedad.

Analicemos el primer texto, Mateo 5:23, 24: Para poder comprender bien estos 2 versículos y lo que significan para nosotros hoy, tenemos que entender lo que significaron para los judíos del siglo primero.

Dibuje la escena en su mente mientras retrocedemos 2000 años y viajamos a la ciudad de Jerusalén.

Estamos en una de las fiestas anuales.

Hay decenas de miles de personas en la ciudad.

Usted ha ido para ofrecer un sacrificio: un hermoso cordero, el mejor que tiene.

Es un animal limpio, sin defecto alguno.

Usted atraviesa con el cordero una serie de patios, hasta llegar al patio de los sacerdotes.

Llegar hasta ese punto le ha tomado casi todo el día.

Ahora va a poner sus manos sobre el animal y a hacer una oración para pedir perdón.

En eso, se acuerda de algo.

¿De qué?

El versículo 23 dice: Así que piensa: “¡Mi hermano sí tiene algo contra mí!

La última vez que nos vimos, saludó a todos menos a mí.

Estaba molesto.

Pero ¿por qué?

No recuerdo haberle hecho nada.

¡Es demasiado sensible!

Siempre se enoja por todo”.

¿Estaba pensando Jesús en todo eso cuando dijo las palabras del versículo 23?

¡No!

Él nunca dijo nada sobre lo que ese “algo” pudiera significar.

Tampoco habló de quién tenía la razón y quién no.

Jamás mencionó que quizás alguien fuera demasiado sensible, que siempre se enojara, que no estuviera satisfecho con nada o que tuviera un carácter difícil.

¿Por qué no?

Porque lo que hay detrás de ese “algo” no es lo que importa.

¿Qué es lo que realmente importa?

¡Que la paz está en peligro!

Existe un problema que debe resolverse.

Si no hay paz entre los hermanos, su amistad con Jehová podría dañarse.

¡Eso es lo que importa!

Por eso, ¿qué debemos hacer?

La respuesta nos la da el versículo 24: Aquel sacrificio animal también era importante; no hay duda de eso.

Representa nuestra adoración a Jehová, como reunirnos, predicar y celebrar nuestra adoración en familia.

Pero, según lo que dijo Jesús, ¿qué es lo más importante?

Resolver los desacuerdos, estar en paz con nuestros hermanos.

Solo entonces estaremos en posición de ofrecer nuestra dádiva a Jehová.

En efecto, si hacemos las paces, Jehová nos bendecirá.

Pero ¿cuándo podemos aplicar el principio de Mateo capítulo 5?

Siempre que haya que limar las asperezas.

Pudiera tratarse de un malentendido.

O tal vez no hubo ningún malentendido, sino que realmente le dimos a alguien razones para ofenderse.

Sea como sea, si nos damos cuenta de que tiene algo contra nosotros, hay que hacer las paces.

Y los principios expuestos en este texto también aplican cuando nosotros somos los ofendidos.

En este caso, nosotros podemos tomar la iniciativa, resolver las diferencias y hacer las paces con nuestro hermano.

¡Y Jehová bendecirá esa buena actitud!

Ahora abran su Biblia en Mateo capítulo 18.

Hace un rato hemos dicho que la aplicación de los versículos 15 a 17 es más limitada.

¿Por qué?

Miren el versículo 15: Aquí Jesús dice: “Si tu hermano comete un pecado”.

Esto es muy diferente a solo decir que “tiene algo contra ti”.

Estamos hablando de una situación mucho más seria.

¿Cuál?

La versión revisada del libro Organizados, en la página 136, explica que Jesús “hablaba sobre problemas graves relacionados con bienes materiales, como el fraude o no devolver un préstamo.

El pecado también podría ser la calumnia, es decir, manchar seriamente la reputación de alguien”.

Así que hay asuntos que pueden solucionar los implicados pero que también son tan serios que el pecador puede ser expulsado si no se resuelven.

Antes de poner en práctica Mateo 18:15, debemos considerar si realmente es necesario abordar el asunto o si sería posible perdonar a la persona así sin más.

Si es un problema de dinero, ¿estaría usted dispuesto a perder lo que le deben?

Cada quien debe decidir.

¿Qué debemos hacer si hemos decidido hablarlo?

Jesús nos lo indica en el versículo 15 al decir que primero pongamos al descubierto la falta con la otra parte a solas.

No debemos hablar del asunto con otros ni tratar de ponerlos de nuestro lado.

Tampoco debemos ir con los ancianos para que lo solucionen por nosotros.

Antes bien, tratamos de resolverlo nosotros mismos.

Y como nuestro objetivo es arreglar el problema, conservar nuestra amistad con Jehová y ayudar a nuestro hermano a hacer lo mismo, insistiremos si no responde bien la primera vez.

Hay que recordar que Jesús no dijo: “Vayan solo una vez a poner al descubierto la falta”.

Cuando usted dé ese primer paso, deje claro que su propósito es ganar a su hermano.

También sería apropiado aclararle que está siguiendo los pasos indicados en Mateo 18:15 para solucionar los desacuerdos.

Por supuesto, lo anterior debe decirse con bondad.

No debe sonar a una amenaza.

Pero sí es necesario dejarle ver que el asunto es serio.

¿Y si no lográramos ganar a nuestro hermano con el primer paso?

Veamos el segundo paso en el versículo 16: Hay que hablar con él en compañía de 1 o 2 personas más.

¿Nuestros 2 mejores amigos?

No.

El objetivo es ganar a nuestro hermano.

Ir a él con nuestros mejores amigos solo logrará alejarlo.

En vez de eso, sería lógico elegir a otros cristianos maduros.

¿Y por qué cristianos maduros?

Bien, ¿pudiera ser un malentendido?

¿Podrían ayudarnos a razonar?

¿Habrá otra solución?

Si intervienen hermanos que son maduros en sentido espiritual, ellos nos podrán orientar.

En la mayoría de los casos, dar los primeros 2 pasos nos permitirá ganar a nuestro hermano y preservar la paz de la congregación.

Pero si no responde a sus continuos esfuerzos por ayudarlo, ¿qué sigue?

Tendrá que tomar una decisión.

¿Estaría dispuesto a perdonar a su hermano, incluso si eso implicara perder dinero?

Si decide seguir adelante con el asunto, vea lo que dijo Jesús en el versículo 17: En este punto intervendrá el cuerpo de ancianos en representación de la congregación.

Ellos analizarán los detalles para determinar si será necesario formar un comité judicial.

Felizmente, rara vez una situación llega a tal extremo, ya que los desacuerdos casi siempre se resuelven de forma pacífica.

Hablemos nuevamente de aquella oración sincera a Jehová.

“¿Habrá escuchado él mi oración?

¿Me perdonará?” Si en ese momento usted se da cuenta de que necesita hacer las paces con algún hermano, ore a Jehová sobre eso.

Pídale que lo ayude para que sus emociones no lo cieguen y pueda buscar la paz, ¡y hágalo lo antes posible!

Una vez que hayamos seguido los sencillos pasos que indicó Jesús y hayamos perdonado a los demás, habremos cumplido con la condición; habremos pagado el precio que Jehová fija.

¿Y qué hará él por nosotros ahora?

Como dijo Jesús, nos perdonará.

Eso nos dará la paz interior que acompaña a una conciencia limpia.

Sabremos que Jehová nos aprueba y bendice.

Ahora sí podremos hacer una valiosa contribución a la hermosa hermandad de la que tenemos el honor de formar parte.

Hay más lecciones en el capítulo 18 de Mateo que nos enseñan a mantener la paz y unidad con los hermanos.

Resolver los desacuerdos es muy importante.

Pero Jesús también advirtió sobre el peligro de ser una causa de tropiezo.

En un programa de adoración matutina, el hermano Stephen Lett mencionó tres formas de evitar hacer tropezar a alguien.

La imagen de alguien tropezándose nos es muy familiar, ¿verdad?

Todos hemos visto a alguien tropezarse.

De hecho, a todos nos ha pasado eso alguna vez, y las consecuencias pueden ser muy diversas.

Por ejemplo, alguien puede trastabillar, incorporarse rápidamente y continuar como si nada hubiera pasado.

O alguien puede tropezarse, caerse, fracturarse un hueso y con el tiempo, tras muchas terapias, recuperarse.

También alguien puede tropezarse, caerse, golpearse la cabeza y nunca recobrar la salud, incluso podría morir.

Pues lo mismo sucede si alguien tropieza en sentido espiritual.

Puede recuperarse enseguida o tardar un poco de tiempo o podría nunca recobrar la salud espiritual y alejarse de la verdad.

No podemos anticipar qué sucederá cuando alguien tropieza.

Por lo tanto, debemos cuidarnos de nunca hacer tropezar a nadie.

Por favor, abran la Biblia en Mateo, capítulo 18.

Centrémonos en una contundente declaración.

En Mateo 18:6, Jesús dijo: “Pero cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que ponen fe en mí, más provechoso le es que le cuelguen alrededor del cuello una piedra de molino como la que el asno hace girar y que lo hundan en alta mar”.

Con lenguaje muy gráfico, Jesús nos explica que, si hacemos que alguien deje la verdad, podríamos acarrearnos ruina eterna.

Por lo tanto, surge la pregunta: ¿cómo podríamos hacer tropezar a alguien?

Curiosamente, existen muchas similitudes entre hacer que alguien tropiece físicamente y que lo haga espiritualmente.

Analicemos tres.

La primera: empujar a alguien puede hacer que tropiece, especialmente si está parado en un piso disparejo.

Esto aplica tanto en sentido físico como espiritual.

Ahora pensemos en Jehová.

Él podría empujar a cualquiera de nosotros, ¿verdad?

Podría obligarnos a servirle.

Sin duda, él tiene el poder para hacerlo, pero nunca usa su poder de esa forma.

Por el contrario, Jehová nos invita, nos anima y nos explica las bendiciones y las consecuencias de nuestros actos.

Pero es nuestra decisión, ¿verdad?

Por ejemplo, en Isaías 48:18, Jehová dice: “¡Oh, si realmente prestaras atención a mis mandamientos!

Entonces tu paz llegaría a ser justamente como un río, y tu justicia como las olas del mar”.

Jehová nos suplica que le obedezcamos, pero no nos obliga.

Pensemos en lo siguiente: si Jehová no nos obliga, tampoco querría que nosotros obligáramos a otros.

Por ejemplo, los padres deben evitar empujar a sus hijos para que sirvan a Jehová.

Más bien deben suplicarles, tocar sus corazones y mostrarles las bendiciones que obtendrán si obedecen.

Otro ejemplo, los ancianos jamás deben intentar empujar a las ovejas de Jehová.

Escuché sobre un anciano que, durante su intervención, pidió que levantaran la mano los que saldrían a predicar al día siguiente.

Solo unos pocos lo hicieron.

Entonces regañó a la congregación porque más publicadores debían salir a predicar.

Luego, pidió que levantaran la mano nuevamente y, como se imaginarán, aún menos hermanos lo hicieron.

Piensen en este otro ejemplo: quienes dan cursos bíblicos no deben empujar a sus estudiantes para que hagan lo correcto.

“¡Tienes que dejar de fumar!

¡Tienes que deshacerte de esas imágenes!” No, no ejerzan presión, más bien motiven a sus estudiantes llegándoles al corazón.

Veamos un ejemplo más: ninguno de nosotros debería empujar a los compañeros de la escuela, del trabajo o a familiares para que se hagan Testigos.

Presionar a las personas para que hagan algo, aunque la intención sea buena, ha hecho que muchos tropiecen y se alejen de la congregación por muchos años.

Algunos hermanos dicen que cuando una persona aprende la verdad, deberían encerrarla por 6 meses para minimizar los daños que puede ocasionar.

En realidad, ese dicho no es correcto.

No deben encerrar al hermano, sino imitarlo.

El nuevo hermano siente entusiasmo por la verdad.

Claro, nosotros debemos ayudarle a encauzar ese fervor para que no intente obligar a sus familiares u otras personas a que acepten las verdades que tanto lo entusiasman.

Segundo punto: ¿de qué otra forma pudiéramos hacer tropezar a alguien?

Colocando un obstáculo en su camino.

Una vez más, esto es cierto en sentido físico y espiritual.

Y el resultado será el mismo si ponemos la piedra de tropiezo con o sin intención, ¿no es cierto?

Como se ha mencionado hoy en el comentario de La Atalaya, el habla saludable y la buena conducta nos ayudarán a evitar convertirnos en causa de tropiezo.

Por otra parte, el habla malsana y la conducta inmunda pueden hacer tropezar fácilmente a quienes están dentro o fuera de la congregación.

Ahora, ¿qué sucede cuando se trata de un asunto en donde tenemos derecho bíblico para hacer algo?

¿Nos sentiríamos responsables si, por ejercer ese derecho, alguien tropezara?

Bueno, abramos la Biblia en 1 Corintios capítulo 8.

Esta pregunta se contesta en este versículo.

Primera a los Corintios 8:9 dice: “Pero sigan vigilando que esta autoridad suya no llegue a ser de algún modo tropiezo para los que son débiles”.

¿No les parece interesante?

Aunque tengamos el derecho de elegir, si esa elección hace tropezar a alguien, de acuerdo con este pasaje no ejerceríamos ese derecho.

El apóstol Pablo, en el versículo 13 del mismo capítulo, dijo que no volvería a comer carne jamás si eso hacía tropezar a su hermano.

Al igual que Pablo, ¿estamos dispuestos a renunciar a nuestros derechos relacionados con, por ejemplo, dejarnos crecer la barba, usar mucho maquillaje o beber alcohol, si estos hacen tropezar a alguien?

Ahora bien, ¿cuál es la tercera forma en que podríamos hacer tropezar a una persona?

No advirtiéndole sobre un posible peligro, es decir, un pecado de omisión.

Y, una vez más, aplica tanto en sentido físico como espiritual.

Pongamos un ejemplo en sentido físico, imaginemos que el piso está mojado y una persona desprevenida se va acercando al lugar.

¿Le advertiríamos del peligro?

Si no lo hiciéramos y la persona se cayera y se lastimara, ¿no tendríamos alguna responsabilidad?

De manera similar, en sentido espiritual Gálatas 6:1 nos dice que, si alguien da un paso en falso, ¿qué se espera que hagamos antes de que se dé cuenta de ello?

Tratar de reajustar a tal hombre.

Pero añade, con espíritu de apacibilidad.

No lo empuje; adviértale del peligro y corríjalo con cariño.

Hemos analizado 3 ámbitos que debemos cuidar a fin de nunca hacer tropezar a alguien: no empujamos a nadie para que sirva a Jehová; nos esforzamos por nunca causar tropiezo, aun sin querer, por ejemplo al insistir en ejercer nuestros derechos; y, en tercer lugar, nunca dejamos de dar advertencias con cariño a quien se acerca a un posible peligro.

En lugar de ser un tropiezo, deseamos ser una influencia positiva, ¿no es verdad?

Pues lo seremos si ayudamos a otros a mantenerse firmes y les tendemos una mano a quienes han caído.

No queremos hacer tropezar a un hermano, pero eso nos podría suceder si no tenemos cuidado.

¿Por qué no recordar las tres formas que mencionó el hermano Lett de evitarlo?

Y entonces, examinar cómo nos va como padres, ancianos, maestros de la Biblia o como cristianos.

Nuestro esfuerzo por fomentar la unidad en la congregación siempre valdrá la pena.

Queremos tener solo hermosos recuerdos de los años en que hemos trabajado junto a nuestros hermanos.

Así recuerda la hermana Esther Lozano sus 73 años en el servicio especial de tiempo completo Todos aquí me dicen Honey, pero me llamo Esther Lozano.

Nací en Fresno (California) en 1919.

Me bauticé en 1935, ¡y he disfrutado muchísimo de servir a Jehová!

Llegué a ser precursora especial, y después me invitaron a la Escuela de Galaad.

Asistí a la cuarta clase de dicha escuela, en 1944.

Cuando servía de precursora especial, no tenía una idea muy clara de lo que significaba estudiar, pero fue hermoso ver cómo Galaad nos preparó para lo que vendría en el futuro.

Tan pronto nos graduamos, serví en Brooklyn por dos años junto con Esther López.

Luego me asignaron a México.

Llegué en 1947... y aún sigo aquí; significa que he estado más de 68 años en México.

Cuando llegué, había 7 betelitas y 22 misioneros; todos vivíamos en la sucursal.

Era una sucursal y hogar misional a la vez.

El progreso en México tiene mucho que ver con que las familias son muy unidas, y cuando el esposo acepta estudiar, la esposa y los hijos se unen, así que toda la familia termina por aceptar la verdad.

En 1961, la hermana Esther Lozano predicó a nuestros abuelos.

Mi abuelo fue el primero en interesarse en lo que decía el libro De paraíso perdido a paraíso recobrado.

Le dejé el libro a su esposa, y ella se lo dio a él.

Entonces él dijo que eso era justo lo que había estado buscando.

Y me preguntó: “¿Y cuándo puedo bautizarme?”.

Tres revisitas después, se inició el estudio con toda la familia.

El hijo mayor, de solo 13 años, me dijo: “¡Yo también quiero bautizarme!”.

Hace como un año, él me visitó y me entregó una carta en la que decía lo feliz que se sentía porque yo había ido a su casa a predicarles.

Ese fue un hermoso capítulo de mi vida.

Gracias a ello, ahora somos 23 testigos de Jehová en 4 generaciones, y ahora mi hermano y yo estamos sirviendo en Betel de Centroamérica.

¡Ah, casi olvidé hablar de mi esposo!

Él era el superintendente de la sucursal de México.

Habíamos estado en la misma sucursal cinco años, y, claro, ya nos conocíamos bien, pero nunca me fijé en él porque yo siempre andaba predicando.

¡No sé cómo es que decidió que él quería casarse, pues yo sabía que esa no era su meta!

Yo le escribí al hermano Knorr y le pregunté si le sorprendería oír que nos íbamos a casar.

Y él me contestó.

Entre otras cosas me dijo esto en su carta: “Desde que te conozco, siempre has sido muy alegre y platicadora.

Pero el hermano Lozano es un hombre de muy pocas palabras.

¡Debo admitir que hacen una interesante combinación!

Ambos podrían apoyarse mutuamente en el servicio a Jehová”.

Considero uno de mis más valiosos tesoros tener esta carta del hermano Knorr.

Cuando Rudy murió, no dejé que esa gran pérdida me detuviera.

Recordé que había dedicado mi vida a Jehová y que él esperaba que yo siguiera dando a mi dedicación el primer lugar.

Así que no me sumí en la pena; me mantuve más ocupada en las actividades teocráticas.

Trabajo con el correo.

Estoy en la oficina como una hora y media por la mañana, y una hora y media por la tarde.

El resto del tiempo estudio aquí en mi cuarto.

Me alegra mucho todavía poder asistir a la adoración matutina y, ¡claro!, participar en la predicación.

Doy dos cursos bíblicos cada semana.

Me encanta convivir con otras personas que también han dedicado su vida a Jehová.

Eso me hace muy feliz porque sé que Jehová los ve como sus preciosos hijos e hijas.

No sé por qué, pero muchos de los misioneros se me acercan y me dicen que yo soy una fuente de ánimo para ellos, cuando realmente son ellos quienes me animan a mí.

He tenido magníficos ejemplos que seguir a lo largo de toda mi vida.

Solo puedo decir: “Gracias, Jehová, por el gran honor de servirte”.

La hermana Lozano es un magnífico ejemplo.

Ha permanecido en su asignación y ha forjado fuertes lazos de amistad.

¿Se fijaron en qué otra bendición recibió?

Encontró un esposo que también tenía la meta de servir a tiempo completo.

Claro, no todo noviazgo conduce al matrimonio.

Si estás saliendo con alguien, ¿puedes ver más allá de tus sentimientos y lograr ver las diferencias entre ustedes?

¿Cuáles son sus defectos?

¿Puedes aceptarlos, o son tan serios que sería mejor terminar la relación?

Eso veremos en la tercera y última parte de la serie Cómo prepararse para el matrimonio.

¡Al fin, el gran día llegó!

Después de meses de preparación, todo estaba saliendo justo como imaginé.

¡Esperen!

Esa no soy yo.

Esa soy yo.

Mientras miraba a mi hermana casarse, no podía evitar pensar en mi futuro.

Luego empecé a salir con Shane, y todo era perfecto.

Pasábamos mucho tiempo hablando por teléfono.

Las cosas se daban con naturalidad.

Estaba convencida de que él era el indicado.

Pero, con el tiempo, empecé a notar algunas cosas.

Vi en él ciertas tendencias.

Y las cosas no parecían mejorar.

Ya ni siquiera estaba segura de que tuviéramos las mismas metas.

Me sentía sola.

¡Pero qué bien que no lo estaba!

Mi madre me preguntó con bondad cómo iban las cosas, así que se lo conté.

“Tal vez Shane no sea el indicado”, le dije.

Pensé que me obligaría a ir en una u otra dirección, pero no fue así.

Más bien, me aseguró que si él no era la persona para mí, yo iba a estar bien.

Mis padres me recordaron lo que debía hacerse al construir una torre.

Jesús dijo: Me di cuenta de que yo estaba a punto de construir una “torre” —mi vida junto a Shane— y necesitaba “calcular los gastos” antes de comprometerme.

Me animaron a hablar con Shane acerca de las cosas que me preocupaban.

Así que lo hice.

Mi madre tenía razón: todo salió bien.

Y me sentí mucho mejor.

Shane y yo decidimos que lo mejor era terminar la relación.

Y, unos años más tarde, encontré a alguien que ama a Jehová tanto como yo...

un hombre al que amo con todo mi corazón.

Nuestra hermana sabiamente comparó su relación con una construcción.

Calculó los gastos y tomó nota de las tendencias que vio en su novio mucho antes de que se convirtieran en problemas matrimoniales.

Claro, no debemos esperar que nuestra pareja sea perfecta.

Pero tratar de ajustar las cosas durante el noviazgo es otra oportunidad que da Jehová para resolver las diferencias en paz.

Hay algo que tienen todos los matrimonios felices: ponen en primer lugar a Jehová y se apoyan para cumplir con su dedicación personal a Dios.

Ese es el caso de Viv y Ann Mouritz, que sirven en la sucursal de Australasia.

Han estado casados por 65 años y entre ambos suman 131 años de servicio de tiempo completo.

Escuchen sus recomendaciones para los jóvenes que quieren saber qué pueden hacer en la organización de Jehová.

Emprendí el servicio de precursor en noviembre de 1948, hace ya muchos años.

Decidí que a eso me dedicaría: a ser precursor.

Yo dije: “Jehová, haré lo que me pidas.

Aceptaré todo trabajo que me des e iré adonde tú quieras que vaya.

No pediré asignaciones, pero tampoco rechazaré las que lleguen”.

Así es como decidí vivir la vida.

Cuando llevaba un año de precursor, recibí una carta que decía: “Sírvase llenar este formulario”.

Era una solicitud para servir en Betel, y pensé: “Pues ir a Betel no estaba en mis planes”.

Pero yo le había prometido a Jehová que iría adonde fuera, sin quejarme.

Trabajé en la imprenta limpiando latas de tinta y elaborando programas de impresión, entre otras cosas.

Después me asignaron a la prensa.

Pero, al poco tiempo, me transfirieron a la oficina.

Servir en Betel fue una gran escuela.

Allí aprendí a vivir en armonía con nuevos hermanos.

También conocí más sobre la organización de Jehová y cómo funciona.

Tuve el honor de trabajar con hermanos de amplia experiencia.

Me asignaron a una congregación llamada Metropolitan.

Allí conocí a Ann.

Nos casamos en octubre de 1951, y dos semanas después, yo ya era precursora.

Apenas tenía 20 años cuando nos invitaron a servir en la obra de circuito.

Como solo tenía un año de precursora, sentía temor de predicar con hermanas de muchos años de experiencia; ¡algunas hasta eran ungidas!

Lloré casi todo el camino a Melbourne.

Nos encariñamos con todos los hermanos, en especial con los niños; ¡cómo los queríamos!

Entonces tuvimos la oportunidad de ir a Nueva York a la asamblea internacional de 1958.

Al enterarse de nuestro viaje, la organización nos envió una solicitud para Galaad.

Pensamos: “¡Guau!

¿Y ahora qué hacemos?”.

Pero dijimos: “Bueno, no diremos que no”.

Después de aquella asamblea, nos enviaron a Canadá como precursores especiales durante seis meses.

El hermano Knorr decía que los casi 40 hermanos de países de la Commonwealth estábamos “en reserva”.

Esa también fue una experiencia fascinante: ¡vimos la nieve por primera vez!

Bueno, al menos yo.

Tomamos fotos de la nieve y el hielo para mostrarlas en una futura asignación, por si íbamos a algún lugar caluroso como la India o África.

Pero Jehová tiene buen sentido del humor: ¡nos envió a Finlandia!

Tanto en Galaad como en otras escuelas teocráticas uno llega a conocer mejor la organización de Jehová y su funcionamiento.

No sabíamos nada de Finlandia, excepto que hacía frío, era un lugar muy limpio y estaba muy lejos de Australia.

Estando en un lugar tan lejano, sabíamos que no sería posible ir a casa o ver a la familia por muchos muchos años.

Cuando llegamos a Finlandia, la obra todavía estaba prohibida en Rusia y en otros países cercanos.

Los hermanos necesitaban alimento espiritual, y teníamos que enviárselo.

Algunos viajaban como turistas a esos países para encontrarse con los hermanos y entregarles las publicaciones.

Sin la bendición de Jehová y su espíritu, no habríamos podido lograrlo.

Me asombra pensar en la gran cantidad de alimento espiritual

que los hermanos lograron entregar, traducir y distribuir en aquellos países.

Y lo hicimos así por más de 20 años sin contratiempos; esto solo fue posible gracias a Jehová.

Dejar Finlandia no fue fácil: teníamos sentimientos encontrados.

Pero vimos la mano de Jehová en este cambio, pues volvimos a Australia justo en el momento en que mis padres necesitaban ayuda.

De modo que no fue necesario dejar Betel ni el servicio de tiempo completo para apoyarlos.

Luego nos enviaron a Rusia, en 1999.

Allí nos quedamos 2 años y medio.

Me daba un poco de temor ir a Rusia, pero resultó ser una de las asignaciones más inolvidables que hemos tenido.

En Rusia, los hermanos no sabían cómo predicar de casa en casa porque la obra había estado prohibida por años.

Fue algo nuevo, pues uno no puede llegar a la puerta y simplemente iniciar una conversación: la gente quiere saber por qué estás allí.

Además, no podemos volver a visitar a las personas que encontramos en las calles porque no sabemos dónde viven.

Pero si les predicamos en sus casas, sí podemos regresar.

Así que los hermanos vieron las ventajas de ir de casa en casa.

Claro, hubo que adaptarse.

Los superintendentes de circuito también tuvieron que aprender a visitar las congregaciones.

De Polonia llegaron algunos para ayudar.

Fue un gran cambio: después de trabajar toda su vida bajo proscripción, ahora lo harían como en muchos otros lugares del mundo.

La mejor decisión que he tomado fue poner mi vida en las manos de Jehová y decirle: “Tú decide adónde iré y lo que debo hacer”.

Hasta hoy he tenido la sensación de que todo lo que he hecho ha sido un aprendizaje para algo más en el futuro.

Y aún sigo aprendiendo; quizás ahora sea para el nuevo mundo, porque ya no me queda mucho tiempo en este.

¿Qué pasará entonces?

¡Pues quién sabe!

Si me permiten una recomendación: no sean ustedes quienes decidan… ¡dejen que Jehová lo haga!

Los hermanos Mouritz siempre dejaban que fuera Jehová quien los asignara.

El hermano Mouritz ha servido en los comités de las sucursales de Finlandia, India, Rusia, Polonia, Ucrania y Australasia.

Ha tenido el privilegio de visitar más de 70 países como representante de la central mundial.

Por supuesto, podemos servir en cualquier faceta del ministerio, según nuestras circunstancias.

Pero cuando le pedimos a Jehová que nos guíe, demostramos que confiamos en que él nos enviará adonde sea mejor para su organización y para nosotros.

Los betelitas que han sido asignados al campo también demuestran un espíritu dispuesto para hacer la voluntad de Jehová.

Los cambios en Betel han puesto mayor énfasis en la obra de predicar.

Se están enviando más recursos y maestros experimentados a la cosecha.

En este informe de la sucursal de Sudáfrica escucharemos a algunos hermanos leales que están siguiendo la guía de la organización.

El 23 de septiembre de 2015 se anunció en todas las sucursales que el Cuerpo Gobernante solicitaba a las familias Betel reducir su tamaño.

Para mí fue muy emocionante cuando se dio aquel anuncio el miércoles 23 de septiembre.

Sabía que se trataba de un momento histórico.

Después del anuncio, mis ojos se llenaron de lágrimas porque me di cuenta de lo cerca que estamos del fin.

Recuerdo que cerré los ojos y le dije a Jehová: “Haré lo que tú me pidas”.

Al momento de recibir mi nueva asignación, me quedé paralizada.

Cuando me enteré de mi nueva asignación, me dio mucho miedo.

La noticia me tomó por sorpresa.

No la esperaba.

Nos sentíamos tristes y confundidos, pero los hermanos de Betel y de la congregación nos dieron mucho ánimo.

Por instrucciones del Cuerpo Gobernante, se nos asignó a servir de precursores regulares.

Ese mismo jueves llenamos las solicitudes.

Siempre me han gustado las palabras de 1 Samuel 12:22, donde se dice: “Porque Jehová no abandonará a su pueblo, por causa de su gran nombre”.

Nunca olvidaré el tiempo que pasé en Betel porque fue maravilloso.

Pero ahora me quiero concentrar en el precursorado y disfrutarlo plenamente.

Le pedimos a Jehová específicamente un lugar para vivir que fuera sencillo y que nos permitiera centrar nuestra atención en el ministerio.

A todos los que han recibido una nueva asignación quisiera decirles que Jehová es nuestro Padre, y él nunca renunciará a esa responsabilidad.

Siempre nos cuidará.

Cuatro matrimonios dejarán nuestra congregación.

Me gustaría decirles a los hermanos de los lugares a los que han sido asignados que recibirán a personas muy espirituales que, sin duda, llegarán a ser muy valiosas en sus congregaciones.

Además, quiero agradecer a los hermanos de nuestra nueva congregación por habernos ayudado a conseguir empleo y, como mencionó Bonnie, alojamiento.

Su apoyo nos permitió ver nuestra nueva asignación con entusiasmo.

Y, claro, siempre vimos la mano de Jehová.

El Comité de Sucursal dijo: “Debemos hacer estos cambios pronto”.

Así que le pedimos a la familia Betel 2 o 3 semanas para organizarnos.

Los hermanos agradecieron esta muestra de consideración.

Poco después, varias congregaciones llamaron por teléfono para ofrecer empleo y alojamiento a quienes saldrían.

Nuestra congregación está muy feliz de recibir a un matrimonio joven de ex betelitas.

Aquí hay varios jóvenes que de seguro se beneficiarán de la influencia de los hermanos que acaban de llegar.

Ya los hemos ayudado a conseguir alojamiento, a establecerse y a integrarse a la congregación.

¡Bienvenidos a nuestro nuevo hogar!

Llevamos poco más de una semana aquí.

Los hermanos nos han ayudado a pintar la casa, a colocar el piso y a limpiar todo.

Trabajaron muy duro para apoyarnos.

Aquí tenemos recuerdos de nuestros amigos de Betel.

Hace 6 meses asistimos a la Escuela del Servicio de Precursor.

Los hermanos nos ayudaron a conseguir trabajo.

Jehová ha respondido nuestras oraciones y, en muchas ocasiones, ha aliviado nuestras inquietudes aun antes de que se lo pidamos.

Estas experiencias de Sudáfrica son un ejemplo de lo que sucede en todo el mundo.

El amor que nos mostramos refleja el gran amor que Jehová siente por cada uno de nosotros.

¡Qué agradecidos estamos por ser parte de esta hermandad mundial!

El Cuerpo Gobernante agradece profundamente la respuesta leal de la hermandad a la guía de la organización.

Los cambios no siempre son fáciles, pero ver cómo Jehová bendice los nuevos programas espirituales y los cambios nos ayuda a aceptarlos.

Las cartas de agradecimiento que se reciben ayudan a que el Cuerpo Gobernante esté aún más seguro de que Jehová está guiando a su organización.

Una hermana de Estados Unidos escribió acerca de JW Broadcasting: “A menudo, el programa parece ser la respuesta directa a una oración”.

Y añadió: “Después de un día difícil, ¿qué regalo de Jehová me esperaba en casa?

El programa de marzo de 2016 acerca del desánimo”.

Tras ver el programa de enero de 2016, una familia de Austria escribió: “Nuestro hijo mayor sirve en la sucursal de Selters (Alemania).

Aunque estamos muy orgullosos de él, lo echamos mucho de menos.

Nos encanta la nueva canción ‘Te entrego lo mejor de mí’.

Nos conmueve saber que conocen nuestros sentimientos y valoran nuestras ofrendas”.

Jehová nos está dando lo que necesitamos, cuando lo necesitamos, y ¡con cuánta variedad!

Por ejemplo, el siguiente video musical encaja muy bien con el tema sobre resolver las diferencias.

Comienza con un problema entre una joven madre y su suegra.

Nos recuerda que: “Hay que perdonarnos”.

¡Niños, ya está aquí la Abuelita!

―¡Abuelita!

―¡Ay hola!

♪♪ Dar ayuda tú te propones.

Tienes las mejores intenciones, mas tus palabras son como un puñal.

No dejaré, aun así, que te alejes tú de mí.

(Estribillo) Hay que lograr la paz, tú y yo.

Antes de que hoy se ponga el sol, hay que olvidar lo que pasó, por favor.

Yo siempre a ti te amaré.

Aunque los dos el bien procuramos, el enojo puede lastimarnos.

Pero es tan fácil perdonar.

Al ver tu lealtad y amor, el enojo se acabó.

(Estribillo) Hay que lograr la paz, tú y yo.

Antes de que hoy se ponga el sol, hay que olvidar lo que pasó, por favor.

Nuestra amistad no acabará.

Ya nada romperá el lazo que hoy nos une en hermandad, Pues el amor destruye al rencor.

Siempre tú mi hermano serás.

(Estribillo) Hay que lograr la paz, tú y yo.

Antes de que hoy se ponga el sol, hay que perdonarnos y dejar todo atrás.

Nace el perdón del corazón.

Fuerte es mi amor.

Yo vivo sin rencores. ♪♪ ¿Lograron ver los 2 ámbitos en los que es esencial perdonar?

Vimos que eran la familia y la congregación.

En este mundo imperfecto, siempre tendremos algo que perdonar.

Busque oportunidades en su vida para imitar a Jehová y perdonar a los demás.

Concluimos nuestro programa con una visita a la central mundial en Warwick (Nueva York).

La familia Betel ha estado mudándose a sus áreas de trabajo.

Más de 25.000 hermanos y hermanas trabajaron en la construcción: voluntarios temporales, siervos de construcción, betelitas, grupos de construcción y voluntarios que habían trabajado en la construcción de Salones del Reino.

A principios de este año, se estaban haciendo los preparativos finales para la llegada de los que sirven en la central mundial.

Cuando se abra a las visitas, estas podrán disfrutar de una exposición bíblica, una exposición sobre la historia de los testigos de Jehová y un museo interactivo que muestra cómo Jehová guía a su organización en la actualidad.

Le damos gracias a Jehová por la ayuda que tantos dieron para completar la nueva central mundial.

Esto incluye tanto a miles de voluntarios como a millones de ustedes que apoyan la obra mundial con sus constantes donaciones.

Les enviamos nuestro amor y le pedimos a Jehová que bendiga a toda nuestra hermandad.

¡Desde Brooklyn (Nueva York), esto ha sido JW Broadcasting!



Tal vez te interesen estas entradas

Entrada destacada

Avance: Las buenas noticias según Jesús | Episodios 2 y 3

Hay alguien entre ustedes al que no conocen. Es el que viene detrás de mí. Y yo ni siquiera merezco…

Popular Posts

JW Broadcasting: Abril de 2025

JW Broadcasting: Abril de 2025

¡Bienvenidos a JW Broadcasting®! Los testigos de Jehová vem…

George Aljian: Cómo sobrellevar la plaga de tu propio corazón

George Aljian: Cómo sobrellevar la plaga de tu propio corazón

Imagina que vas a salir de viaje. Te han regalado los bolet…

JW Broadcasting: Marzo de 2025

JW Broadcasting: Marzo de 2025

Bienvenidos a JW Broadcasting®. ¡Qué alegría que estén con …

2025 | Informe 2 del Cuerpo Gobernante

2025 | Informe 2 del Cuerpo Gobernante

Bienvenidos, queridos hermanos. Para empezar, tenemos una n…

2024 | Informe 2 del Cuerpo Gobernante

2024 | Informe 2 del Cuerpo Gobernante

¡Bienvenidos, hermanos! ¿Han pensado en lo que vimos en la …

Avance: Las buenas noticias según Jesús | Episodios 2 y 3

Avance: Las buenas noticias según Jesús | Episodios 2 y 3

Hay alguien entre ustedes al que no conocen. Es el que vien…

Evitemos las cosas que destruyen la paz (fragmento)

Evitemos las cosas que destruyen la paz (fragmento)

Hola a todos, soy Clara de Happy Jewels, con más ideas para…

“La palabra profética” nos fortalece

“La palabra profética” nos fortalece

Este análisis se basa en las palabras de 2 Pedro 1:19. Ahí …

Ronald Curzan: Jehová nos ayuda a vencer gigantes (Mar. 1:11)

Ronald Curzan: Jehová nos ayuda a vencer gigantes (Mar. 1:11)

A veces nos dan una tarea o una responsabilidad, y sentimos…