JW Broadcasting: Junio de 2019 (graduación de la clase 146 de la Escuela de Galaad)

Bienvenidos al programa de junio de 2019 de JW Broadcasting®.

En octubre de 2018, 56 estudiantes vinieron de diferentes partes del mundo para asistir a la Escuela de Galaad.

Disfrutaron de un curso de 20 semanas en el que estudiaron la Biblia a profundidad.

El propósito de la Escuela de Galaad es fortalecer la fe de cada uno de los estudiantes para que ellos a su vez puedan fortalecer a los hermanos allí donde se les asigne.

El 9 de marzo de 2019, tuvo lugar la graduación de la clase 146 en el Centro Educativo de la Watchtower, en Patterson (Nueva York).

Ahora van a disfrutar de discursos muy animadores que se presentaron en la primera parte del programa de graduación.

Nos alegra estar aquí para la graduación de la clase 146 de Galaad.

Les damos la bienvenida a quienes nos escuchan desde las instalaciones de Betel en Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico, y desde varias oficinas remotas de traducción.

En especial, damos la bienvenida a nuestros estudiantes de Galaad, que están a punto de graduarse de esta maravillosa escuela.

También les damos la bienvenida a sus familiares y amigos que los acompañan en este día tan especial.

Estudiantes, los veo emocionados, y no es para menos.

Estamos muy muy felices por ustedes.

Durante el curso, les han pedido que extraigan principios de muchos relatos bíblicos, ¿verdad?

Con eso en mente, el título de este discurso es: “¿Ven la lección más evidente y la más profunda?”.

Pongamos un ejemplo de cómo podemos hacer esto.

Vayamos a Lucas 5:1-11.

En este relato se muestra que algunos discípulos de Jesús tomaron la decisión de dejar todo atrás y seguirlo.

Les voy a dar el contexto: algunos discípulos de Jesús eran pescadores y lo habían seguido por un tiempo, pero luego regresaron a su negocio de pesca.

Jesús trató de llegarles al corazón y motivarlos a seguirlo a tiempo completo.

¿Qué hizo entonces?

Les mostró algo que les enseñaría una lección más evidente y una más profunda.

Vamos a leerlo en Lucas 5:1-11.

En primer lugar, fíjense en la lección más evidente que quería enseñar Jesús. Leamos: “En cierta ocasión, cuando la muchedumbre se agolpaba sobre él y escuchaba la palabra de Dios, él estaba de pie junto al lago de Genesaret.

Y vio dos barcas atracadas al borde del lago, pero los pescadores habían salido de ellas y estaban lavando sus redes.

Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le pidió que se apartara un poco de la tierra.

Entonces se sentó, y desde la barca se puso a enseñar a las muchedumbres.

Cuando cesó de hablar, dijo a Simón: ‘Rema hasta donde está profundo, y echen sus redes para la pesca’.

Pero respondiendo Simón, dijo: ‘Instructor, toda la noche nos afanamos y no sacamos nada, pero porque tú lo dices bajaré las redes’.

Pues bien, cuando hicieron esto, encerraron una gran multitud de peces.

En realidad, se les rompían las redes.

De modo que hicieron señas a sus socios que estaban en la otra barca para que vinieran y les prestaran ayuda; y ellos vinieron, y llenaron ambas barcas, de manera que estas se hundían.

Viendo esto, Simón Pedro cayó a las rodillas de Jesús, y dijo: ‘Apártate de mí, porque soy varón pecador, Señor’.

Pues, ante la redada de peces que habían pescado, quedaron pasmados él y todos los que con él estaban, y así mismo Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran partícipes con Simón.

Pero Jesús dijo a Simón: ‘Deja de tener miedo.

De ahora en adelante estarás pescando vivos a hombres’.

De modo que volvieron a traer las barcas a tierra, y abandonaron todo y le siguieron”.

Entonces, ¿cuál era la lección más evidente que podían aprender de este milagro?

Era esta: que sus necesidades estarían cubiertas si confiaban en Jesús y lo seguían.

Claro, para hacerlo, tenían que creer en Jesús, ¿verdad?

Tenían que escucharlo.

Vieron con sus propios ojos esa cantidad de peces, aquello no había sido un truco, y dedujeron que Jesús cubriría sus necesidades.

Esa era la lección evidente.

¿La captaron ellos? Sí.

¿Y cuál fue el resultado?

Bueno, el relato dice que abandonaron todo y siguieron a Jesús.

Es decir, abandonaron su negocio de pesca.

Lo dejaron todo y siguieron a Cristo.

Su fe y confianza en Jesús crecieron en ese momento, ¿verdad?

¿Cuál es la lección para ustedes?

Muy pronto, llegarán a sus destinos.

¿Recordarán cómo se beneficiaron de la capacitación de Galaad?

¿Qué lección evidente han aprendido aquí?

Que han fortalecido su fe y confianza en Jehová, y esto los ha ayudado a estar más cerca de él.

Y, cuanto más cerca estén de Jehová, más dispuestos estarán a cumplir con cualquier tarea y responsabilidad que él les dé.

Jehová los cuidará a través de su Hijo, los ayudará a cumplir con sus asignaciones, y ustedes podrán honrarlo a él.

Recuerden siempre a aquellos discípulos, que fueron lo suficientemente humildes como para captar la lección.

Abandonaron todo y siguieron a Jesús.

Ahora, hablemos de la segunda parte de la pregunta que mencionamos al principio del discurso.

¿Cuál era la lección más profunda que quiso enseñar Jesús?

En otras palabras, ¿qué otra enseñanza importante podían aprender ellos del milagro de Jesús?

Volvamos a Lucas, capítulo 5.

¿Qué ocurrió después de que los discípulos escucharan a Jesús, remaran a aguas profundas y echaran sus redes?

Que atraparon tantos peces que llenaron dos barcas hasta casi hundirlas.

El relato no dice lo que hicieron los discípulos con los peces, pero sí que llegaron a la orilla.

Un hombre capaz de caminar sobre el agua no iba a dejar que se hundieran.

Ahora veamos la lección más profunda que había tras este milagro de Jesús.

¿Recuerdan lo que les dijo a sus discípulos después de que atraparan los peces y después de que ellos quedaran asombrados?

Les dijo que dejaran de tener miedo, que ahora estarían pescando vivos a hombres.

Con este milagro, Jesús les enseó algo más profundo, ¿verdad?

No solo tendrían cubiertas sus necesidades materiales (esa era la lección más evidente), sino que, aún más importante, también se convertirían en pescadores de hombres y tendrían mucho éxito.

En otras palabras, aquel milagro apuntaba a otro incluso mayor que ocurriría después.

Si aquella gran cantidad de peces representaba que tendrían mucho éxito como pescadores de hombres, entonces, años después, cuando pensaran en aquel milagro y visualizaran las barcas llenas de peces, recordarían que les quedaba mucho trabajo que hacer como pescadores de hombres, es decir, “pescando vivos a hombres” para ayudarlos a ser discípulos de Cristo.

Así mismo, lo que han aprendido en Galaad los ayudará a seguir apoyando esta obra vital que nunca se repetirá.

Esta es la lección más profunda que han aprendido en su capacitación.

Por lo tanto, sin importar el trabajo que les asignen ni el lugar a donde vayan a servir, nunca olviden la lección más evidente y también la más profunda que han aprendido gracias a que han asistido a esta escuela.

Confíen en que Jehová y su Hijo los ayudarán en todo momento y usen lo que aprendieron en Galaad para apoyar esta labor tan importante, tanto en las sucursales como en los territorios a donde vayan a servir.

Bueno, hablaremos un poco más de esto en la parte final del programa de hoy.

Ahora, vamos a disfrutar de varios discursos muy animadores que fortalecerán su fe y confianza —la de todos nosotros—, y además destacarán el maravilloso propósito de Dios, que todos apoyamos.

Para empezar, nos alegra tener con nosotros a un miembro del Cuerpo Gobernante, el hermano David Splane, quien nos presentará el discurso “Si lo buscan, lo encontrarán”.

Si lo buscan, lo encontrarán.

¿Buscar qué?

Lo bueno que tienen nuestros hermanos.

Y, cuando lo encuentren, no duden en reconocerlo.

Ahora bien, todos sabemos que esto es algo que debemos hacer, pero a veces tenemos que luchar contra la tendencia a ser un poco críticos con los demás.

En ocasiones, cuestionamos sus motivos, quizás porque estamos un poco celosos.

Piensa en ese hermano de tu congregación que es tan buen orador.

Cuando le toca dar un discurso, el Salón está a rebosar.

Todo el mundo elogia sus discursos, ¡hasta tu esposa!

Tus discursos, no mucho.

“Mira este presumido.

A mí no me impresiona”.

O piensa en esta otra situación: trabajas en un departamento con uno de estos hermanos irritantemente eficientes.

Nunca llega tarde, no falta ningún día a trabajar, hace un montón de cosas al día y casi nunca se equivoca.

“Eso tampoco me impresiona.

Don Perfecto nos está haciendo quedar mal a los demás”.

Bueno, estamos cuestionando los motivos del hermano.

Pero ¿podríamos buscar lo bueno que tiene don Perfecto?

¿Podríamos darle el beneficio de la duda?

Quizás sus padres lo educaron así, para dar lo mejor a Jehová.

En otras palabras, si él pudiera dar más, daría más, porque quiere ofrecerle a Jehová lo mejor que tiene.

Ahora, piensa en lo siguiente: él nunca ha criticado lo que tú haces por Jehová.

Sencillamente se concentra en dar el máximo en su servicio.

Eso mismo hacía cuando era precursor y es lo que está haciendo en su servicio en Betel.

Entonces, ¿cómo tratarás a don Perfecto?

¿Le dirás: “Baja el ritmo.

Nos estás haciendo quedar mal a los demás”?

Bueno, si lo hicieras, lo estarías animando a dar a Jehová menos de lo que puede.

Pero Jehová espera y merece lo mejor de nosotros.

¿Qué deberías hacer?

Reconoce su don: “Logras hacer mucho en un día.

Ojalá tuviera tu energía”.

¿Y qué hay de don Presumido, el impresionante orador?

“Jehová te ha dado un don especial, y lo usas muy bien”.

No es tan difícil, ¿verdad?

En ocasiones, los ancianos tenemos que evaluar a hermanos para ver si reúnen los requisitos para ciertas responsabilidades.

Y, aunque no estamos ciegos a sus defectos, intentamos mantener un punto de vista positivo.

Sin embargo, a veces, tenemos que hablar de algún punto negativo del hermano.

Pero ¿se trata de un hecho aislado, o de un patrón de conducta?

Es verdad que, si tenemos la costumbre de buscar el lado positivo, algunas veces nos decepcionaremos.

Aun así, es mejor decepcionarse de vez en cuando que desarrollar una actitud de resentimiento o desconfianza hacia nuestros hermanos.

Veamos un ejemplo en la Biblia que nos enseña que cuestionar los motivos de nuestros hermanos pudiera traer consecuencias negativas.

Está en 1 Samuel, capítulo 17.

Repasemos un poco el contexto.

Israel se está enfrentando a los filisteos, y Jesé ha enviado a su hijo menor, David, a ver cómo están sus tres hermanos mayores que sirven en el ejército.

Cuando David llega, escucha a Goliat desafiar a los hombres de Israel para que uno de ellos luche con él a muerte.

Nadie acepta el reto.

David es un hombre de fe, y no puede creer lo que está pasando.

Así que dice: “¿Quién es este filisteo incircunciso para que tenga que desafiar con escarnio a las líneas de batalla del Dios vivo?”.

El hermano mayor de David, Eliab, está escuchando y...

Retomemos el relato en el versículo 28.

1 Samuel, capítulo 17, y leamos el versículo 28: “Y Eliab su hermano mayor llegó a oír cuando él hablaba con los hombres, y la cólera de Eliab se enardeció contra David, de modo que dijo: ‘¿Para qué has bajado?

¿Y a cargo de quién dejaste aquellas pocas ovejas allá atrás en el desierto?

Yo mismo conozco bien tu presuntuosidad y la maldad de tu corazón, porque has bajado con el propósito de ver la batalla’”.

¿Qué aprendemos de la personalidad de Eliab en este versículo?

No mucho.

Ya han notado que es una pregunta con trampa.

Solo se nos ha presentado a Eliab, pero no sabemos mucho sobre él, y no vamos a juzgar a nadie simplemente por un incidente aislado, ¿verdad?

Preguntémonos: “¿Fue aquello una excepción, o Eliab siempre era así?

¿Se trató de un hecho aislado, o de un patrón de conducta?”.

Cuando analices una situación, pregúntate: “¿Alguna vez me he sentido tan frustrado con uno de mis hermanos imperfectos que le he hablado mal y después he tenido que disculparme?”.

¿Eres una mala persona por eso?

La clave es esta: ¿fue una excepción?

¿Se trató de un hecho aislado, o es un patrón de conducta?” Estas son preguntas que tenemos que hacernos cuando tratemos con nuestros hermanos.

No condenemos a alguien solo por algo que pase en cierto momento.

Podríamos decir que, en aquella ocasión, Eliab se equivocó.

Cuestionó los motivos de David y no lo trató bien.

Pero eso no fue lo peor.

Supongamos que David hubiera escuchado a Eliab decirle: “Baja el ritmo.

Nos estás haciendo quedar mal a los demás”.

¿Qué podría haber pasado?

Imagina que David hubiera dicho: “Eliab, tienes razón.

Soy un poco presuntuoso.

¿Quién me creo que soy para pensar que puedo luchar contra este fuerte guerrero?”.

Bueno, eso podría haber tenido consecuencias desastrosas para Israel, al menos, temporalmente.

¿La lección?

No desanimes a nadie de darle el máximo a Jehová, incluso si es mejor que lo que tú le puedes dar.

Ahora, leamos otro suceso aislado de la vida de Eliab y veamos algo positivo de este hombre.

Busquemos lo bueno de Eliab.

1 Samuel, capítulo 22.

1 Samuel 22.

El versículo 1 dice: “De modo que David procedió a irse de allí y a escapar a la cueva de Adulam [aquí David estaba huyendo de Saúl]; y sus hermanos y toda la casa de su padre llegaron a oírlo y se pusieron a bajar allí a donde él [sus hermanos, incluyendo a Eliab]”.

¿Cuál es el punto?

Bueno, cuando David lo necesitó, Eliab estuvo allí.

David pudo contar con él.

Y, con el tiempo, uno de los hijos de David se casó con una de las hijas de Eliab.

¡Esperen!

¡Un momento!

Leímos que David huyó de Saúl, pero no huyó de Goliat, ¿verdad?

David huyó de Saúl.

Probablemente el espíritu de Jehová le indicó a David cuándo debía quedarse y pelear, y cuándo debía huir y esconderse.

Eso ya es otro tema..., para otro discurso.

Seguro que será bueno para nuestra presión sanguínea que aprendamos a dar un giro positivo a situaciones que podrían ser negativas.

Quizá te haya pasado algo así: estás caminando por un pasillo detrás de un hermano que, al cruzar por una puerta, deja que se cierre de golpe en tu cara.

¿Es el hermano egocéntrico, o solo despistado?

¿Cómo decides tomarte lo que ha ocurrido?

¿Era aquel orador un presumido, o en esa ocasión simplemente le puso demasiado entusiasmo?

¿Era el hermano muy exigente, o estaba intentando ser minucioso?

¿Antipático y orgulloso, o solo tímido?

Ahora bien, algún día, algunos de ustedes, hermanos, recibirán cierto grado de autoridad y tendrán que tratar con otros.

Cuando eso ocurra, recuerden esto: los que siempre andan buscando errores se pierden muchas cosas buenas, pero los que buscan lo bueno en los demás tendrán “un banquete constantemente”.

¡No lo olviden!

Y que Jehová los bendiga.

Los queremos.

Muchísimas gracias por este discurso tan animador, hermano Splane.

A continuación escucharemos a un miembro del Comité de Sucursal de Estados Unidos, quien presentará el discurso “Él hace que llegue a ser”.

Escuchemos al hermano Troy Snyder.

Como graduados de Galaad, van a ser enviados para fortalecer y dar estabilidad a las valiosas ovejas de Jehová.

Y serán enviados justo ahora, a las puertas de la gran tribulación.

Ahora bien, ¿qué texto bíblico los fortalecerá y dará estabilidad a ustedes para que puedan ayudar a otros?

Bueno, piensen en esto: ¿qué verdad les reveló Jehová a los israelitas para fortalecerlos justo antes de ser liberados de Egipto?

Busquemos en nuestras biblias el capítulo 3 de Éxodo y fijémonos en qué verdad les reveló.

¿Recuerdan este relato?

Moisés le pregunta a Jehová: “¿Qué les puedo decir a los israelitas para que confíen en que los vas a liberar?”.

En esencia, eso era lo que le estaba preguntando.

Fíjense en lo que Jehová les dijo para fortalecerlos en el versículo 14: “Dios dijo a Moisés: ‘Yo resultaré ser lo que resultaré ser’.

Y añadió: ‘Esto es lo que has de decir a los hijos de Israel: “Yo resultaré ser me ha enviado a ustedes”’.

Aquello fortaleció a los israelitas.

Entendieron que Jehová les estaba diciendo: “Seré lo que sea necesario para llevar a cabo mi voluntad”.

Y, tal como menciona el apéndice A de la edición revisada de la “Traducción del Nuevo Mundo”, al parecer su nombre también significa “él hace que llegue a ser” o “él hace que su creación (todos nosotros) llegue a ser” lo que sea necesario para cumplir su voluntad.

¿Y no concuerda esto con quién es Jehová?

Sabemos que él es el Creador, ¿verdad?

Él nos creó.

Él hizo el universo.

Él es el Dios que hace que llegue a ser.

Noten que esta verdad, esta impresionante verdad, puede fortalecerlos y estabilizarlos...

porque está relacionada con algo que Jehová está deseando darles.

Veamos qué es.

Vayamos a Jeremías, capítulo 10.

Encontraremos un aspecto del nombre de Jehová que nos revela algo sobre su personalidad y nos muestra algo que él está deseando darles.

Leamos a qué nos referimos en el versículo 6.

Ahí dice: “De ninguna manera hay alguien semejante a ti, oh Jehová.

Tú eres grande, y tu nombre es grande en poderío”.

En efecto, el nombre de Jehová está relacionado con su poder.

Eso es lo que su nombre nos revela sobre él.

Y Jehová está deseando usar ese poder para fortalecernos.

Recuerden que fue el poder de Jehová lo que dividió el mar Rojo.

También fue su poder lo que hizo que el sol se detuviera mientras Josué estaba en una batalla.

Fue el poder de Jehová lo que hizo que un pájaro alimentara a Elías.

Y otra vez fue su poder lo que permitió que un profeta cansado y exhausto corriera más rápido que un carro.

¿No nos anima saber que Jehová nos está diciendo: “Les voy a dar mi poder”?

Porque muchas veces nos sentimos agotados, que no podemos más.

Pero Jehová nos está diciendo: “Los amo tanto que les voy a dar el poder que necesitan para llevar a cabo mi voluntad”.

¿Pueden ver por qué Satanás y los enemigos de Jehová han intentado ocultar el nombre de Jehová?

No solo porque ese nombre lo identifica, sino porque quieren esconder el poder que tiene ese nombre, lo que significa para nosotros y cómo nos fortalece.

¿Saben qué más hace su nombre?

Nos consuela.

Nos da seguridad.

Puede disipar nuestros temores.

Fíjense en cómo hizo esto con uno de los siervos de Jehová.

Volvamos a Jeremías, ahora al capítulo 1.

¿Recuerdan que a Jeremías se le asignó una tarea muy difícil como representante de Jehová?

¿Y qué le dijo Jeremías a Jehová?

Le dijo: “Solo soy un muchacho”.

Era como si le dijera: “Jehová, no tengo experiencia.

Sé que me has capacitado, me has dado una buena base espiritual.

Pero no estoy seguro de poder hacer lo que me pides.

Tengo miedo”.

¿Qué le dijo Jehová para fortalecerlo?

¿Qué hizo Jehová que llegara a ser Jeremías?

Veamos el versículo 18.

Jeremías 1:18 dice: “Pero en cuanto a mí, aquí he hecho de ti hoy una ciudad fortificada y una columna de hierro y muros de cobre contra todo el país, para con los reyes de Judá, para con sus príncipes, para con sus sacerdotes y para con la gente de la tierra”.

“Una ciudad fortificada”.

Jehová le dijo: “Te fortaleceré.

Haré que seas una columna de hierro.

Te daré el valor que necesitas para realizar tu labor”.

“Muros de cobre”.

¿Qué tienen de especial los muros de cobre?

Bueno, quizás tenga que ver con la forma en la que Jehová creó el cobre.

¿Qué puede hacer el cobre?

Aunque lo sometamos a una fuente de calor intenso, no se dobla, no se deforma ni pierde su dureza.

¿Se dan cuenta?

Era como si Jehová le dijera a Jeremías: “Jeremías, haré que puedas resistir el calor”.

Y eso mismo es lo que Jehová hace con ustedes.

Él hará posible que todos ustedes puedan resistir cualquier situación.

Los muros eran de cobre, podían fortalecer a Jeremías, igual que podían proteger una ciudad.

Es como si, en sentido emocional, mental, espiritual y físico, Jehová le diera a Jeremías lo que necesitaba para realizar la labor que le había mandado.

Aquello lo fortaleció.

¿Pueden imaginarse cuántas veces tuvo que haber recordado esas palabras cuando se enfrentaba a pruebas?

Por ejemplo, cuando lo persiguieron, lo pusieron en un cepo.

Eso es tortura, una clase de tortura.

¿Pueden imaginarse a Jeremías orando: “Jehová, hazme llegar a ser lo que necesite para permanecer fiel”?

¿Hizo Jehová que Jeremías no sintiera dolor?

No lo sabemos.

Pero lo que sí sabemos es que Jeremías permaneció fiel.

Aquella prueba no le hizo cambiar de parecer, ni acabó con su ánimo ni quebrantó su lealtad.

¿Y qué hay de la ocasión en la que Jeremías, ante el templo y delante de los sacerdotes y los líderes, tuvo que decirles que su precioso templo iba a ser destruido?

Además, para ejemplificárselo, tuvo que romper en pedazos una vasija de barro contra el suelo.

¿Se imaginan cómo fue la oración de Jeremías?

“Jehová, ayúdame a llegar a ser lo que necesite para dar mi mensaje.

Dame calma.

Dame valor.

Ayúdame a tener la fortaleza que necesito”.

Y Jehová lo hizo.

Jehová ayudó a Jeremías una y otra vez.

El propio nombre de Jehová deja claro que ustedes tendrán éxito.

Serán capaces de llevar a cabo su voluntad.

De hecho, ya lo han estado haciendo.

Cuando se presentaron a la familia Betel, nos contaron cómo Jehová ha hecho que ustedes lleguen a ser.

Por ejemplo, una de ustedes nos explicó que, de jovencita, su familia la echó de casa junto a su hermana debido a su amistad con Jehová.

¿Y qué ocurrió?

Que Jehová hizo que ella y otros a su alrededor —los hermanos— llegaran a ser lo necesario para que ella pudiera mantenerse cerca de Jehová.

Otro de ustedes nos contó que, mientras trabajaba en la ampliación de unas instalaciones teocráticas, tuvo que trabajar cortando ladrillos con mucho calor y con todo el equipo puesto.

Y nos dijo que no perdió la alegría.

¿Por qué?

Porque Jehová hizo que llegara a ser.

Otro de ustedes también nos contó que sentía que su servicio a Jehová no era suficientemente bueno.

Y perdió la alegría.

Pero ¿qué ocurrió?

Jehová hizo que alguien llegara a ser lo necesario para animarlo y fortalecerlo.

Y uno de ustedes nos contó que Jehová lo ayudó a hacer cosas que pensaba que nunca sería capaz de hacer.

No hay duda de que Jehová ha hecho que todos ustedes lleguen a ser lo necesario para efectuar su voluntad.

Así que, cuando estén desanimados, cuando tengan miedo, cuando no se sientan capacitados, oren a Jehová.

Pídanle ayuda para que lleguen a ser lo necesario a fin de cumplir su voluntad.

Pídanle que les ayude a hacer lo que sea necesario para glorificar su nombre.

Piensen en esto: ¿cuándo les reveló Jehová la verdad sobre su nombre a los israelitas?

Fue justo antes de que tuvieran que afrontar pruebas.

¿Y cuándo nos la reveló a nosotros?

Bueno, con la revisión de la “Traducción del Nuevo Mundo”.

Esta revisión nos ayudó a pensar en ello, en el poder que tiene su nombre, y justo en el momento en que estamos a punto de pasar al nuevo mundo.

¿A qué pruebas se enfrentarán?

¿Qué retos tendrán?

¿Qué ocurrirá durante la gran tribulación?

En realidad, no importa, porque adoran a Jehová.

Ese es su nombre, el Dios que hace que llegue a ser.

Agradecemos mucho tu excelente discurso, hermano Snyder.

Ahora escucharemos al hermano Donald Gordon, quien sirve como ayudante del Comité de Publicación.

El título es “Vivan sincronizados con Jehová”.

Queridos estudiantes, estos cinco meses han estado descargando en sus memorias mucha información valiosa sobre Jehová.

El curso ha terminado, la descarga ha finalizado.

Están sincronizados.

O eso es lo que parece.

Claro, Jehová no nos creó como computadoras que solo almacenan información en su memoria.

Fuimos creados “a su imagen”.

Por eso, cuando adquirimos conocimiento sobre Jehová, tenemos la capacidad de absorberlo y reflejar su imagen, es decir, pensar como él, sentir como él.

Empezamos a actuar como él.

Jehová nos ha dado su Palabra y nos ha creado con la capacidad de entenderla hasta el grado de reflejar los preciosos rasgos de su personalidad.

Así, podemos estar sincronizados con Jehová.

Esto lo honra y lo hace feliz.

¿Cómo?

Bueno, de entre todos los que vivieron sincronizados con Jehová, Jesucristo es el ejemplo más notable.

Todo lo que hizo, lo que dijo, lo que pensó estuvo en total armonía con su Padre.

Jesús mencionó: “No puedo hacer ni una sola cosa por mi propia iniciativa”.

Es como una pareja que lleva muchos años casada.

Con solo mirarse, sin una sola palabra, ya saben lo que el otro está pensando.

Están sincronizados.

También nos viene a la mente una pareja de patinadores deslizándose sobre el hielo en total armonía.

Un ejemplo que muestra que Jehová y Jesús trabajan en unidad, sincronizados, fue cuando la mujer que sufría de hemorragias se curó con solo tocar el borde de la prenda de Jesús.

Ese es uno de nuestros milagros favoritos.

Revivamos la historia registrada en Marcos 5:29, 30.

Ella se abre paso entre la multitud, toca la vestidura y entonces...

Versículo 29: “Inmediatamente se secó la fuente de su sangre, y sintió en su cuerpo que había sido sanada de la penosa enfermedad.

Inmediatamente, también, Jesús reconoció en sí mismo que de él había salido poder, y, volviéndose entre la muchedumbre, se puso a decir: ‘¿Quién tocó mis prendas de vestir exteriores?’”.

En el mismo momento en que la mujer sintió que se había curado, Jehová y Jesús estaban trabajando en completa armonía.

En realidad, hasta ese momento, puede que Jesús no fuera consciente de que Jehová se había fijado en esa mujer y deseaba curarla.

Sabemos que Jehová podría haberla curado por él mismo, por así decirlo, sin que Jesús se enterara.

Pero no, él quiso hacerlo usando a su Hijo, quien sabía que su Padre estaba trabajando en armonía con él.

Por eso, cuando Jesús sintió que salía poder de él, quiso saber quién había sido curado —“¿A quién vio mi Padre que yo no vi?”—, porque, claro, estaban trabajando en unidad.

A pesar de que esa mujer era impura y no debía estar allí, Jesús estuvo completamente de acuerdo con su Padre.

Su punto de vista sobre ella estaba sincronizado con el de Jehová.

Y estaba muy feliz de que Jehová lo usara para curarla.

Como resultado, tenemos uno de nuestros relatos favoritos de la vida de Jesús.

¿Qué lección aprendemos?

Pues, que, sea en el trabajo que se nos asigne, en la congregación, en el ministerio..., queremos que nuestra opinión sobre los demás esté sincronizada con la de Jehová.

A menudo, tendemos a ver a otros desde nuestra óptica.

Esta pudiera estar empañada por nuestras opiniones y puntos de vista, quizás influenciados por malentendidos, ideas equivocadas, información incorrecta o incluso porque tenemos que perdonar más.

Y, ¿saben?, si algunos de estos sentimientos están afectando nuestro juicio o nuestra relación con otros, aunque solo sea un poquito, pudiera ser que no estemos sincronizados con Jehová.

Tanto él como Jesús se centraron en la fe de aquella mujer.

“Tu fe te ha devuelto la salud.

Ve en paz”.

Por lo tanto, esforcémonos siempre por ver a los demás como Jehová los ve.

Así lo honraremos y permitiremos que nos use en armonía con su voluntad.

Hubo otra ocasión en la que estar sincronizado con su Padre le requirió a Jesús más tiempo y esfuerzo.

Al escoger a sus 12 apóstoles, quería estar en armonía con su Padre, pero eso no iba a ocurrir con una mirada.

Claro, Jesús conocía a la perfección a su Padre.

Y también conocía muy bien a los hombres que tenía en mente.

Aun así, tuvo que orar muchas horas para escoger a los 12 apóstoles.

Será igual en su trabajo o cuando tengan que tomar decisiones en su asignación.

No pueden simplemente confiar en su conocimiento de la Biblia, por muy profundo que sea.

Al tomar decisiones, tienen que orar a Jehová.

Probablemente tengan que orar mucho y meditar.

No dejen de pedirle ayuda a Jehová cuando se enfrenten a decisiones difíciles.

Y, por supuesto, confíen en su Palabra.

Estudien la Biblia, oren a nuestro Padre y mediten en lo que nos pide.

En las clases, ustedes han aprendido que el conocimiento de Jehová es como un diamante de muchas caras.

Hay un texto bíblico interesante que nos ayuda a entender otra faceta de ese conocimiento.

Es Efesios 3:19.

Efesios 3:19 dice: “Y de conocer el amor del Cristo que sobrepuja al conocimiento”.

¿Cómo es posible que conocer el amor del Cristo sobrepuje o supere al conocimiento?

Bueno, ya han aprendido que el verbo griego traducido “conocer” implica “saber de manera práctica, por la experiencia”.

Los Evangelios nos enseñan mucho sobre el amor de Cristo.

Hemos estudiado su paciencia, su humildad, su deseo de perdonar, etcétera.

Hemos disfrutado de leer y estudiar.

Pero solo lo aprenderemos de verdad si lo ponemos en práctica.

Pongamos un ejemplo.

Una persona estudia para llegar a ser médico.

Tiene que estudiar mucho durante muchos años.

Pero cuando termina de estudiar, tiene que poner en práctica lo que ha aprendido atendiendo pacientes en un hospital.

Ahora empieza a usar lo que aprendió, a poner en práctica en la vida real lo que aprendió en clase.

El conocimiento que adquiere con la práctica supera al conocimiento que adquirió de los libros.

Ustedes han estudiado a Cristo, tienen la teoría, han aprendido.

Estudiantes, han tenido el privilegio de leer y estudiar durante cinco meses sobre la paciencia de Cristo, su amor, perdón, humildad, compasión...

Atesoran ese conocimiento.

Están sincronizados.

Pero no del todo.

Ahora les toca poner en práctica lo que han aprendido, todo ese conocimiento.

Irán a sus congregaciones, trabajarán junto a otros hermanos, saldrán a predicar.

Tendrán que afrontar situaciones difíciles, complejas, y tendrán que poner en práctica lo que aprendieron de Cristo.

Entonces es cuando lo conocerán de verdad.

Han leído y estudiado lo que pensaba, pero ahora sabrán cómo se sintió.

Sabrán lo que se siente cuando uno se sacrifica a favor de los demás.

¿Qué se siente cuando actuamos con la humildad de Jesús?

¿Qué se siente cuando perdonamos de corazón como él lo hizo?

Así, con la práctica, llegarán a “conocer el amor del Cristo” que supera al conocimiento.

Ya no se trata solamente de sincronizar lo que han aprendido y atesorado sobre Jehová, sino de sincronizar sus acciones, su vida, su personalidad... con Jehová.

De hecho, tal como se expresó el rey David en el Salmo 139, ustedes, queridos estudiantes, han hallado los valiosos pensamientos de Jehová en su Palabra.

Continúen buscándolos, recordándolos, atesorándolos y poniéndolos en práctica.

Entonces estarán viviendo sincronizados con Jehová.

Te agradecemos tu emotivo discurso, hermano Gordon.

Ahora escucharemos a uno de los instructores de Galaad, el hermano Mark Noumair.

El título de su discurso es el siguiente: “Ofrezcan su arco”.

Con solo veinte años, ya era un líder nato.

Comandaba mil soldados.

Su tribu era legendaria por sus hazañas militares.

Era famoso por ser un hábil arquero.

Su arco siempre daba en el blanco.

Era el primogénito, el príncipe favorito.

Valiente, leal, querido por todos.

Todo apuntaba a que Jonatán iba a ser el próximo rey de Israel.

Todo, excepto que él no era el elegido por Jehová.

¿Cómo reaccionaría cuando viera que era David quien recibiría ese privilegio de Jehová?

¿Qué haría cuando David fuera llevado de forma permanente a la casa del rey?

¿Se lo comerían la envidia y los celos?

¿Se sentiría amenazado?

¿Planearía acabar con la reputación de David?

Al fin y al cabo, David tenía treinta años menos que él y provenía de una familia insignificante.

Entonces, ¿qué haría Jonatán?

Vamos a verlo.

Hizo algo impresionante.

Lo encontramos en 1 Samuel 18:3, 4.

Y esto es en lo que queremos que piensen: en lo que hizo y en cómo ponerlo en práctica, porque es muy valioso para ustedes.

1 Samuel 18:3, 4: “Y Jonatán y David procedieron a celebrar un pacto, porque él lo amaba como a su propia alma”.

Y fíjense en el 4: “Jonatán se despojó de su vestidura sin mangas que llevaba puesta y se la dio a David, y también sus prendas de vestir, y aun su espada y su arco y su cinto”.

Este impresionante acto, lleno de significado, indicó que Jonatán se sometía a la voluntad de Jehová.

Iba a apoyar humildemente a David.

Pero piensen en esto.

Al ofrecerle su arco a David, Jonatán le estaba dando algo que era muy importante para él.

La Biblia describe a Jonatán como un guerrero, más veloz que las águilas y más poderoso que los leones.

Ya ganaba batallas contra los filisteos incluso antes de que David naciera.

Pero ¿le preocupaba perder el respeto de otros?

¿Acaso se preguntaba: “¿Qué pensarán los demás de mí?

¿Perderé mi credibilidad si apoyo a alguien mucho más joven que yo?”?

No.

Y tampoco pensó que Jehová lo hubiera rechazado a él por haber elegido a David para ser el rey.

El arco y el resto del equipo de guerra eran su marca identificativa y representaban su poder militar.

Pero el arco no era lo que hacía valioso a Jonatán.

Lo que lo hacía valioso era el amor, el amor por Jehová, el amor por sus decisiones.

Esto es lo que queremos destacar.

Y una vez que Jonatán hubo ofrecido su arco, nunca se arrepintió, ni siquiera cuando supo que David sería el próximo rey.

Él respetaba la voluntad de Dios, y repetidas veces apoyó a David.

Seguro que lo animaba, diciéndole: “Eres el elegido de Jehová”.

Jonatán no era inseguro.

No tenía miedo de parecer poca cosa.

No se sentía amenazado al ver que David se hacía más poderoso, ni lo veía como un rival a quien eliminar.

Bajo el punto de vista humano, Jonatán salió perdiendo.

Perdió la oportunidad de ser rey, perdió la estrecha relación que tenía con su padre e incluso puede que para algunos perdiera prestigio.

Pero, para Jehová, Jonatán salió ganando.

En la Biblia se habla muy bien de su apoyo desinteresado a David, algo que nunca hubiera ocurrido si se hubiera opuesto a la decisión divina.

Ni siquiera estaríamos hablando de esto ahora si Jonatán hubiera tenido un punto de vista humano de la decisión de Jehová.

Y aquí está la primera lección importante: no midan su valía por las asignaciones que reciban.

Es el amor que le tienen a Jehová lo que los hace valiosos.

Quien ama a Jehová es una herramienta muy poderosa en sus manos, y eso es lo que ustedes son.

¿Cómo pueden imitar a Jonatán?

Ofreciendo su arco.

Lo harán si apoyan las decisiones que se toman en la organización de Jehová, incluso si eso implica perder algo que aman o desean conseguir.

Por ejemplo, a algunos se les ha mandado a servir a otro país, y puede que ni siquiera hubieran pensado en mudarse a otro lugar.

Se sentían bien donde estaban, felices con la labor que realizaban.

Gracias.

Muchas gracias por apoyar desinteresadamente las decisiones que se toman a favor de la obra de Jehová por todo el mundo.

Gracias.

O puede que se les haya capacitado en algo en concreto, algo que les encanta.

Y ahora se asigna a otra persona a hacer su trabajo.

¿Harán como Jonatán y se esforzarán de corazón por apoyar y animar al hermano que ahora los reemplazará?

¿Y qué hay de ustedes, hermanas?

¿Qué ocurriría si se asignara a otra hermana a hacer la labor que ustedes tanto aman?

Se levantan todos los días...

“Me encanta mi trabajo”.

Y ahora se te pide que capacites a esa hermana.

¿Qué harás?

¿Ofrecerás tu arco?

O le dan a la hermana la oficina que tanto deseas, la que tiene ventana.

Sí, esa misma.

Ya le has echado el ojo.

Quizás tú llevas más tiempo en Betel.

O quizás ella es más joven que tú.

Pero puede que los hermanos responsables tomaran en cuenta detalles que no sabes.

¿Qué harás?

¿Qué harían todos ustedes en esas situaciones?

¿Aceptarán el hecho de que apoyar las decisiones de la organización a veces implica hacer sacrificios?

Bueno, asegúrense de que aman más a Jehová que su asignación.

Y esta es una lección muy muy importante, la número uno, y es vital que piensen en ello, que ofrezcan su arco.

Ya han demostrado esa actitud, pero estamos recordándoles algo que quizás necesiten oír antes de ir a sus destinos.

Ahora, quiero que piensen en esto un momento.

Comparen el buen ejemplo de Jonatán con el de su hermano, Is-bóset.

Cuando Saúl murió, 2 Samuel 2:8, 9 dice que su general, Abner, hizo rey a Is-bóset.

No fue leal a la decisión de Jehová.

E Is-bóset estuvo de acuerdo.

“Quiero ser rey”.

Is-bóset ansiaba esa posición, y aquello llevó a una guerra civil, llevó a muchos problemas.

En lugar de ofrecerle su arco y su equipo de guerra a David, 2 Samuel 2 explica que Is-bóset provocó una guerra contra David, lo que resultó en una masacre; murieron 380 hombres en Israel.

Is-bóset no apoyó a David, que era el elegido de Jehová.

Is-bóset era muy diferente a su hermano Jonatán.

Pero, ahora, imagínense que Jonatán hubiera seguido vivo cuando murió Saúl y que Abner hubiera ido a Jonatán y le hubiera dicho: “Jonatán, quiero que seas el rey.

Serías un gran rey”.

¿Habría aceptado Jonatán?

¿Habría dicho: “Devuélveme el arco”?

¿Se lo habría quitado a David y le habría dicho: “Yo solo fingía lealtad.

Esto es lo que de verdad quiero.

Quiero ser rey”?

No.

No.

Él nunca habría hecho algo así.

¿Por qué?

Porque, no solo le dio el arco a David, no solo le dio su equipo de guerra, no, también le dio todo su apoyo al elegido de Jehová.

Y esa es la cualidad que admiramos de él.

Esa es la gran diferencia entre Jonatán, quien vio una oportunidad de apoyar la decisión de Jehová, e Is-bóset, quien no pensó ni un momento en que Jehová estaba dirigiendo a David.

Y los resultados hablan por sí mismos.

Jonatán fue querido y honrado.

Pero Is-bóset fue odiado y asesinado.

Cuando Jonatán murió, David se puso tan triste por la pérdida de su amigo que esto lo movió a hacer algo.

Lo que hizo está registrado en 2 Samuel 1:17, 18.

Me gustaría que lo leyéramos juntos.

2 Samuel 1:17, 18: “Y David procedió a salmodiar esta endecha [o canción] sobre Saúl y Jonatán su hijo, y a decir que a los hijos de Judá se les debía enseñar ‘El arco’”.

La canción se llamaba “El arco”.

¿Podría ser que David pensara en el arco que Jonatán le había dado cuando se hicieron amigos?

Jonatán apoyó a la nación sin esperar recibir un cargo o posición elevada.

Fue muy leal.

David jamás olvidó esa poderosa lección.

Y tampoco lo hizo la gente de Judá, pues David mandó a todos que se aprendieran la canción de memoria.

Ofrecer tu arco es una imagen con mucho significado.

Cuando trabajamos desde el anonimato, pasando desapercibidos, apoyamos lealmente las decisiones de Jehová a pesar de los sacrificios, a pesar de los errores de otros, a pesar de las decepciones o a pesar de situaciones que puedan parecernos injustas.

No nos preocupemos por todo eso.

Son cosas que pasan en la vida.

Levántense.

No se detengan.

Sean fuertes.

Háganse ejemplos de lo que significa ser leal.

Para eso se les ha capacitado.

Y Jehová se fijará en ustedes y los bendecirá, igual que hizo con Jonatán.

Jehová no pensó de Jonatán que no fuera suficientemente bueno como para ser rey.

No.

Por el contrario, valoró su lealtad e hizo que su ejemplo quedara registrado en su Palabra inspirada.

Así que, cuando vayan a sus destinos, ¿cuál será su arco?

Todos tenemos uno.

¿Es el trabajo que se te ha encomendado?

¿Es esa comisión que te han dado y que solo disfrutan unos pocos?

¿Es esa responsabilidad en la que tienes que dirigir a muchos?

Bueno, piensen en esto: llegará un momento en el que pondrán a alguien en un puesto de responsabilidad y se les pedirá que lo apoyen, que trabajen bajo su dirección, que lo ayuden.

Cuando llegue ese día, pregúntense: “¿Qué haré?”.

Y no solo ustedes, hermanos.

Las hermanas también.

Es decir, ustedes, esposas, ¿mostrarán también su apoyo?

Y ustedes, las solteras, ¿apoyarán los cambios?

Ahí está la clave.

Pregúntense: “¿Ofreceré mi arco como Jonatán?

¿Lo haré de corazón?

¿Lo ofreceré sinceramente a cualquiera que reciba alguna responsabilidad en la organización?”.

Tengan por seguro que, a cambio, Jehová les ofrecerá a ustedes un tesoro inimaginable.

Se trata de su favor y aprobación.

El favor y la aprobación de Jehová.

¿Qué hay mejor que disfrutar de eso ahora y de la vida en el nuevo mundo?

Y, cuando estén allí, no duden en buscar a aquel que los motivó a ustedes a ofrecer su arco.

Muchas gracias, hermano Noumair, por darnos ánimo con tu discurso.

Hemos disfrutado de maravillosos discursos esta mañana, ¿verdad?

¡Qué discursos tan animadores!

En las próximas semanas, podrán ver la segunda y la tercera parte del programa de graduación.

Búsquenlas en la sección “Últimos programas” o en la pestaña “Videos” de JW Broadcasting.

Para concluir el programa de este mes, vayamos a la isla tropical de Kosrae, en Micronesia.

Kosrae está en el océano Pacífico y está llena de densas junglas, manglares, atractivas playas y, además, rodeada de hermosos corales.

Mucha gente de la isla vive del turismo, la pesca o la agricultura.

Aunque el idioma oficial de Kosrae es el inglés, hay una Oficina Remota de Traducción al kosreano.

Cuatro hermanas y un hermano ayudan a traducir las publicaciones a este idioma.

En Kosrae, hay una congregación con dos misioneros, dos precursores especiales y dos precursores regulares.

En total, hay unos quince publicadores que les predican a los más de seis mil habitantes de la isla.

Su arduo trabajo está dando buenos resultados.

Por ejemplo, en el 2018 asistieron 82 personas a la Conmemoración, y en la asamblea regional hubo un máximo de 65 personas.

También, ese año, la congregación informó unos sesenta cursos bíblicos.

Los hermanos de Kosrae les envían sus saludos y amor cristiano.

Y, por medio de este programa, les mandamos nuestros saludos y amor cristiano a ellos.

¡Esto es JW Broadcasting, desde la central mundial de los testigos de Jehová!



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