Nos encanta tenerlos con nosotros.
Bienvenidos al programa de diciembre de 2021 de JW Broadcasting®.
Acaba de terminar la clase 150 de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower.
Hemos llegado a este momento histórico gracias a la ayuda de nuestro Dios, Jehová.
La clase 150 fue un poco diferente.
Solo había 24 estudiantes, y normalmente son muchos más.
Y, como debido a la pandemia del COVID-19, había restricciones para viajar, los estudiantes eran todos de Estados Unidos.
Aunque esta clase fue diferente a las de años anteriores, el objetivo no ha cambiado: fortalecer su fe para que ellos puedan fortalecer a otros dondequiera que vayan.
El programa de la graduación ayudó a los estudiantes a centrarse en cosas importantes que los guiarán ahora y en el futuro.
Aquí tienen la primera parte de la graduación, que se celebró el sábado 11 septiembre de 2021 en el Centro Educativo de la Watchtower, en Patterson (Nueva York).
Voy a contarles algo que pasó hace muchos años.
Era el lunes 6 de marzo de 1972.
Algunos de ustedes ni siquiera habían nacido.
Aunque yo sé de uno que sí, y se lo puedo decir De primera mano. Es igual… Así que mi esposa y yo pudimos asistir a la graduación de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower.
Aunque, en esos tiempos, era difícil que te invitaran si no eras betelita.
Era la clase número 52.
Pues, estábamos en el Salón de Asambleas de Nueva York, todo abarrotado.
Los discursos fueron muy buenos.
Para nosotros fue un honor estar allí y escuchar la graduación de la clase 52.
Y hoy estamos aquí, más o menos 100 clases después, en la clase 150.
Los que tenemos la oportunidad de ver la graduación en directo estamos muy contentos.
Pero en unos meses el resto de los hermanos también podrá verla.
Amigos, las cosas han cambiado, ahora todos la vemos, pero antes no se podía.
Recuerdo que en aquella ocasión el presidente de la graduación fue el hermano Knorr.
Y hay que decir que él amaba la Escuela de Galaad.
No hay duda de eso.
Y Jehová usó mucho al hermano Knorr para ponerla en marcha, allá por 1943.
Dios sabía que la bestia volvería a aparecer, así que él los apoyó y les dijo: “Sí, hace falta esta escuela”.
Y durante años se formó a misioneros.
Aunque en realidad lo que quería contarles tiene que ver con un discurso buenísimo.
Ya había escuchado al hermano Franz el verano anterior en una asamblea en el Estadio de los Yankees, pero allí en la graduación lo teníamos más cerca.
Y ¿saben qué?
Me dejó boquiabierto.
Si tuvieron la oportunidad de escucharlo, pudieron ver que Jehová le dio una mente prodigiosa.
Se sabía un montón de textos de memoria.
Yo solía decirles a mis amigos: “Si no prestas mucha atención a lo que dice, te vas a perder.
No vas a entender nada”.
Pero, si estabas atento, te dejaba impresionado, porque él siempre hablaba con el corazón, desde lo más profundo.
En esa ocasión él explicó Eclesiastés 5.
Y quería hablar de esto hoy porque creo que tiene mucho que ver con ustedes.
El discurso trataba de los votos.
En los primeros siete versículos se habla sobre los sueños.
Y me encantó lo que dijo.
Aquella explicación me dejó impresionado.
Estos sueños no se refieren a los que tenemos por la noche, quizás después de un día muy difícil, pero uno no llega a esa conclusión por sí solo por más que lea Eclesiastés, da igual la versión que uses.
Estos sueños en realidad están relacionados con dejar que nos distraigan nuestras metas en la vida, lo que queremos lograr.
Eso sería “vanidad”, como decía antes la Biblia.
Ahora dediquemos algunos minutos a analizar Eclesiastés 5 y veamos algunos detalles interesantes de este capítulo de la Biblia.
Si quieren, pueden buscar más información en la Guía de estudio —claro, ahora no, cuando lleguen a casa—, y así podrán comprender mejor lo que enseña Eclesiastés.
El hermano Franz lo aplicó a la clase.
Por ejemplo, el versículo 1: “Vigila tus pasos”.
Eso es para ustedes, que están a punto de graduarse.
Jehová les dice: “Vigilen sus pasos”.
Lo han hecho hasta ahora, pero deben seguir vigilando sus pasos.
Y también habla de “los insensatos”.
Claro, ustedes no lo son, pero nunca sean así.
Y me encanta lo que dice el versículo 2: “No te apresures a abrir la boca”.
¿Saben qué?
Hay mucha gente que necesitaría oír este consejo, ¿verdad?
Uno piensa: “¿Es que no se calla nunca?”.
Yo creo que deben hablar hasta cuando están dormidos, de verdad.
No se callan ni debajo del agua.
Entonces, la expresión “no te apresures a abrir la boca” aquí se refiere a cuando hablamos con Jehová.
Y qué bueno es este consejo para ustedes, los varones, que tienen que dar discursos.
Pero también para las hermanas.
No se apresuren a abrir la boca cuando le oren a Jehová, cuando hablen con el Soberano del universo.
Dice que usemos pocas palabras.
Es decir, a Jehová no le impresiona la palabrería.
Lo que le gusta es que le oremos con sinceridad.
Él quiere a quienes lo quieren.
No importa el idioma en el que le oren, él valora sus oraciones.
Y luego dice: “Porque los sueños son el resultado de demasiadas preocupaciones”.
Pero, como vimos antes, estos sueños no son los sueños que tenemos después de un día lleno de actividad.
Más bien, aquí se refiere a quienes se centran en sí mismos.
No hagan eso.
Por favor, no se centren en sí mismos.
Los que lo hacen hablan demasiado.
Así que tengan mucho cuidado con esto, porque ahora van a tener que orar mucho más en público, es probable que no hayan orado tanto en toda su vida.
Lo que sí deberían tener en cuenta es que… —y no es que estemos aquí criticando las oraciones de nadie, no, no—, con eso hay que tener mucho cuidado, pero a veces escuchas una oración en Betel, y dices: “Mira, que queremos desayunar”.
En algunas ocasiones, no he podido evitar decirles a mis amigos: “Ahí estaba Jesús, la persona que mejor hablaba en todo el planeta y, cuando llegaba la hora de comer, miraba hacia el cielo y daba las gracias”.
“Amén, a comer, muchachos”.
Y, es verdad, a veces pueden derramarle el corazón a Jehová, pero no están hablando con un auditorio, están hablando con el Soberano del universo.
Espero que no piensen: “Ahora soy graduado de Galaad —en especial los hermanos—, haré oraciones más largas”.
Espero que no.
No hagan eso, solo en privado.
Y ahora viene algo muy importante.
En el versículo 4, hay una idea que debemos recordar.
Leeremos desde el 4: “Cuando le hagas un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, porque a él no le agradan los insensatos”.
Y lo dice bien claro: “Lo que prometas […], cúmplelo”.
“Lo que prometas […], cúmplelo”.
Y sigue: “Es preferible que no hagas un voto a que hagas un voto y no lo cumplas”.
Así que esta es una advertencia seria.
Termina diciendo: “No permitas que tu boca te haga pecar”.
Y, cuando hablamos de los votos, los matrimonios lo entienden bien, porque hicieron un voto, un voto que no se puede romper.
Para Jehová no es un asunto de poca importancia.
Y, si le hemos hecho un voto a él, cuidado.
Tenemos la obligación de cumplir con él.
Fíjense en lo que dice a continuación: “No permitas —dice el 6— que tu boca te haga pecar ni digas delante del ángel —fíjense en lo que dice aquí— que fue un error”.
Los ángeles tienen muchas tareas diferentes.
Nosotros solo conocemos algunas de las tareas que Jehová les ha dado a los ángeles relacionadas con los humanos.
¡Increíble! Pero lo que sí sabemos es que los ángeles comprueban si cumplimos los votos.
Uno no va y le dice al ángel: “Disculpa, me equivoqué.
Perdóname”.
Hiciste un voto.
Pero no deberíamos cumplir nuestros votos porque haya un ángel vigilando.
Lo hacemos porque amamos a Jehová.
Cuando hacemos un voto, ya sea el del matrimonio o cualquier otro, es el amor a Jehová lo que nos motiva a cumplirlo.
Recuerden, para él es un asunto importante. Finalmente, el versículo 7 dice: “Porque, tal como muchas preocupaciones traen sueños, muchas palabras traen ilusiones vacías”.
Qué buen punto, ¿verdad?
Ahora ustedes saben mucho más de la Palabra de Dios.
Esta clase es especial, y Galaad es una escuela especial.
Tenemos otras, como la Escuela para Evangelizadores —hablaremos de ella—, pero esta es especial.
Jehová ha nombrado hombres para enseñarles.
El Comité de Enseñanza selecciona a hombres que están totalmente dedicados a servir a Jehová para enseñarles durante las clases.
Y aprendieron muchísimos detalles de la Palabra de Dios.
Por eso podemos decir que esta escuela es especial.
Así que denle las gracias a Jehová por esta capacitación, y usen lo que aprendieron para darle gloria a Dios.
Esta es una idea muy parecida a la que se menciona en la última frase del versículo 7: “Teme al Dios verdadero”.
Queridos estudiantes de la clase, por favor, nunca olviden estas palabras.
Teman al Dios verdadero, recuérdenlo siempre.
No se centren en ustedes mismos, que su vida no gire en torno a ustedes.
No hagan eso.
Todo lo que aprendieron aquí no serviría para nada, para nada en absoluto.
No es que crea que lo vayan a hacer, no es eso.
Pero es un buen consejo que Jehová les da en su Palabra.
Y tienen mucha más información sobre esto.
Está en la Guía de estudio. Seguro que disfrutarán mucho estudiando Eclesiastés.
Bueno, ahora viene un orador al que queremos mucho, que se ha preparado a conciencia, el hermano Mark Sanderson.
De hecho, tenemos un buen grupo de hermanos que han trabajado mucho para presentar estos discursos.
Mark es un miembro del Cuerpo Gobernante, y el título de su discurso es una pregunta: “¿Cómo llegarán a ser?”.
Escuchemos al hermano Sanderson.
En Lucas 6:40, Jesús dijo: “El estudiante no está por encima de su maestro, pero todo el que esté perfectamente instruido será como su maestro”.
Bueno, ¿qué les viene a la mente cuando leen este versículo?
Quizás en lo primero que piensen es en alguien que estudia la Biblia con ustedes.
O puede que piensen en una escuela, como por ejemplo Galaad, donde reciben instrucción.
Pero, en realidad, todos somos maestros todos los días: somos maestros en nuestra vida cristiana.
Los hermanos nos observan, sobre todo si tenemos responsabilidades o recibimos ciertas asignaciones en la organización.
Y aquellos con los que trabajamos estrechamente aprenden de nosotros y llegarán a ser como nosotros.
Veamos el ejemplo del apóstol Pablo.
Sabemos que Pablo fue un maestro excepcional.
Imagínense, tuvo el privilegio de escribir bajo inspiración 14 libros de las Escrituras Griegas Cristianas.
Pero esa no fue la única forma en la que Pablo enseñó; él también fue maestro de otras maneras.
Su forma de vivir fue un ejemplo muy muy poderoso.
Ahora bien, ¿qué podían aprender otros del ejemplo de Pablo?
Veamos algunas de estas cosas.
Vayamos a 1 Tesalonicenses 2:7: “Al contrario, los tratamos con amabilidad, como cuando una madre amamanta y cuida con ternura a sus hijos.
Así que, por el tierno cariño que les teníamos, estábamos decididos a darles no solo las buenas noticias de Dios, sino también nuestras vidas, pues llegamos a amarlos mucho”.
¡Qué bonito!
Pablo trabajó muy duro por sus hermanos.
Fue amable.
Fue cariñoso.
No solo estuvo dispuesto a enseñarles las buenas noticias del Reino, sino, como dice el versículo 8, a darles su propia vida.
Y, hermanos, eso es precisamente lo que hizo.
Pablo dijo que estaba dispuesto a hacer “todas las cosas por las buenas noticias”.
Veamos algunas de las cosas que hizo.
Vayamos a 2 Corintios 11.
Recordemos algunas cosas por las que pasó el apóstol Pablo.
2 Corintios 11:23 dice: “¿Son ministros de Cristo?
Respondo como un loco: yo lo soy mucho más que ellos.
He trabajado más, he estado más veces en prisión, he recibido incontables golpes y he estado a punto de morir muchas veces.
Cinco veces recibí de los judíos 40 golpes menos uno, fui golpeado con varas tres veces, me apedrearon una vez, naufragué tres veces y pasé una noche y un día en altamar”.
Y la lista sigue, sigue y sigue.
Entonces, ¿qué cosas pudieron aprender de Pablo los que trabajaron con él?
En otras palabras, ¿cómo influyó el sobresaliente amor que Pablo demostró por Dios, su aguante, su esfuerzo y su altruismo sincero en las personas que estaban con él?
Veamos un ejemplo, el de Timoteo.
Este joven colaboró con el apóstol Pablo muy estrechamente.
¿Qué dijo Pablo sobre él?
Leámoslo en Filipenses 2:20.
Pablo dijo: “Porque no tengo a nadie más con una actitud como la de él, alguien que sinceramente se preocupe por ustedes.
Porque todos los demás buscan sus propios intereses y no los de Jesucristo.
Pero ustedes saben que él ha demostrado cuánto vale, porque sirvió como esclavo conmigo en la difusión de las buenas noticias, igual que un hijo con su padre”.
Pregúntense: “¿Por qué tenía tan buena actitud Timoteo?
¿Por qué era él tan abnegado?
¿Por qué se esforzó tanto por ayudar a los demás?”.
La respuesta es clara: es porque estaba perfectamente instruido no solamente por las palabras, sino por el ejemplo de Pablo.
Bueno, podríamos decir lo mismo de Priscila y Áquila.
El apóstol Pablo dijo que ellos habían arriesgado el cuello por él.
¿Y de quién habrán aprendido eso?
Podríamos seguir mencionando los nombres de muchos amigos de Pablo que lo imitaron.
Pero ¿cuál es la lección?
Que, por su manera de vivir como cristiano, Pablo les enseñó mucho a los que estaban con él.
Y ellos llegaron a ser como Pablo.
¿Y por qué es todo esto tan importante para ustedes, los que se gradúan hoy de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower?
Bueno, ya están a punto de graduarse, y van a recibir asignaciones para ayudar a fortalecer y estabilizar la obra en el campo y en las sucursales.
Pero esto suena un poco abstracto.
¿A qué nos referimos con “el campo y las sucursales”?
A las personas.
Son personas.
Hombres y mujeres espirituales y fieles que están deseando aprender, que quieren que se les instruya, que quieren alcanzar todas las metas que se han puesto en su servicio a Jehová y que quieren seguir creciendo y ser cristianos maduros.
Y, para estos hermanos, ustedes son un ejemplo, porque estuvieron en Galaad.
Así que ellos los van a observar, los van a escuchar con mucha atención, y aprenderán de ustedes.
Hace muchos años fui a servir a la isla de Terranova, porque allí hacía falta ayuda.
Y en la congregación teníamos el honor de contar con el hermano Fred Wiens, que era graduado de Galaad, de la clase número siete.
El hermano Wiens se había bautizado en 1928 y era un cristiano ungido.
Pero tengo que confesarles algo: no me acuerdo de ninguno de los discursos que dio Fred.
Pero lo que nunca he olvidado es lo cariñoso que era, su sentido del humor, su entusiasmo por el ministerio, el amor que sentía por la gente… Es decir, el ejemplo que puso.
Fred le predicaba a todo el mundo.
Y, cuando digo “a todos”, es a todos.
Una vez, predicando, paramos a echar gasolina y, en cuanto nos detuvimos, Fred salió del auto.
Cuando ya íbamos a irnos, empezamos a buscarlo por todas partes.
No estaba en la tienda, no estaba en el baño…, no lo encontrábamos por ningún lado.
Al final decidimos buscarlo por los autos.
¡Justo ahí era donde estaba!
Fred había tocado la ventana de un auto, se había metido dentro y les estaba predicando a todos.
Claro, Fred ya recibió su recompensa celestial, pero su ejemplo de bondad, cariño, entusiasmo y amor por las personas sigue enseñándome a mí y a todos los que lo conocieron.
Hasta el día de hoy.
Así que todos ustedes tienen que preguntarse: “¿Qué les estoy enseñando a otros con mi ejemplo?”.
Sean como Pablo.
Amen a sus hermanos con todo el corazón.
Mediante su ejemplo, creen un ambiente agradable, cálido, como el de un invernadero, donde las plantitas puedan crecer y florecer.
Con su buen ejemplo, pueden estimular una congregación, un circuito, un departamento de Betel o incluso una sucursal.
No creen a su alrededor un ambiente gélido, helado, como si fueran un ejecutivo frío y distante.
Porque, en un congelador, todas las plantitas van a dejar de crecer y se marchitarán.
Más bien, estén dispuestos a compartir no solo todas las verdades bíblicas que aprendieron en Galaad, sino además sus sentimientos e incluso su propia vida.
Entonces, cuando todos estos hermanos espirituales con los que trabajan estén debidamente instruidos, ¿cómo llegarán a ser?
Llegarán a ser igual que ustedes.
Que nuestro maravilloso Dios, Jehová, los bendiga donde quiera que vayan.
Muchas gracias, hermano Sanderson, por ese interesante análisis bíblico y por las experiencias del pasado.
Ahora el hermano estará diciendo: “Deberías haber prestado más atención”.
No, no, no.
Está claro que lo querías mucho.
Está bien, era una broma.
Ahora, Clive Martin, ayudante del Comité de Redacción, presentará un discurso interesante, “Recuerde las condiciones para la paz”.
¿Alguna vez han tenido que pedir la paz?
Mientras piensan la respuesta, busquen, por favor, Lucas, capítulo 14.
Me gustaría que se imaginaran que estamos dentro de esta escena.
Jesús ha estado explicando lo que hace falta para ser un discípulo suyo.
Y, luego, en el versículo 31, él dice: “¿O qué rey —y vamos a suponer que ustedes son ese rey—, al salir a guerrear contra otro rey, no se sienta primero y consulta si con 10.000 soldados puede hacer frente al que viene contra él con 20.000?
Entonces, si no puede hacerlo, envía a un grupo de embajadores a pedir la paz mientras el otro rey todavía está lejos”.
¿Cómo creen que sigue la conversación?
“Yo quiero la paz, y estas son mis condiciones”.
¡No creo!
Sería algo más como: “No quiero ser tu enemigo.
Dime lo que tengo que hacer, por favor, para estar en paz contigo”.
Y, en el versículo 33, Jesús explica lo que significa esto: “Igualmente, tengan la seguridad de que ninguno de ustedes puede ser mi discípulo si no se despide de todos sus bienes”.
Eso nos pasó a nosotros.
Llegó un momento en el que nos dimos cuenta de que no queríamos ser enemigos de Jehová.
Así que estuvimos dispuestos a sacrificarlo todo —propiedades, carrera, posición, todo— con tal de tener el honor de estar en paz con Jehová y de ser discípulos de su Hijo.
Y ustedes, estudiantes de la clase 150, gracias a que buscaron la paz con Jehová, están en el servicio especial de tiempo completo.
Y han trabajado fielmente para Jehová durante años.
Ustedes me recuerdan muchísimo a un grupo de personas que literalmente pidieron la paz.
Esta historia está en el libro de Josué, en el capítulo 9.
¡Exacto! Estamos hablando de los gabaonitas.
¿Están ya en Josué 9?
Los gabaonitas habían oído todo lo que Jehová había hecho por su pueblo, Israel, y contra sus enemigos.
Y ellos no querían ser sus enemigos.
Así que hicieron lo mismo que el rey del ejemplo de Jesús.
¿Qué fue?
Enviaron a unos embajadores.
Josué, capítulo 9… Y así empieza la historia, en el versículo 6: “Hemos venido de una tierra lejana.
Hagan un pacto con nosotros”.
Pero, como no los recibieron muy bien al principio, insistieron, en el 8: “Somos tus siervos”.
Es decir, “Pon las condiciones, queremos la paz”.
Los gabaonitas estaban dispuestos a sacrificarlo todo para poder estar en paz con Israel y con Jehová.
Pero Josué y los jefes no estaban muy contentos con ellos.
¿Por qué?
Porque se enteraron de que los gabaonitas no venían de una tierra lejana, como decían.
¡A nadie le gusta que lo engañen!
Así que la cosa se puso muy tensa.
Vamos al versículo 23.
Josué les dijo: “De ahora en adelante serán malditos, y siempre serán esclavos que recogerán leña y buscarán agua para la casa de mi Dios”.
¿Qué dirían los gabaonitas?
Versículo 25: “Estamos en tus manos.
Haz con nosotros lo que tú creas que es bueno y recto”.
Y así se establecieron las condiciones para la paz.
Versículo 27: “Josué les impuso el deber de recoger leña y buscar agua para el pueblo y para el altar de Jehová en el lugar que él escogiera, y eso es lo que siguen haciendo hasta el día de hoy”.
Ahora unas preguntas y unas lecciones para nosotros.
¿Qué piensan ustedes de la asignación de los gabaonitas?
A ellos les dijeron que era un castigo.
Pero piensen en esto, no iban a ser esclavos en las casas de los israelitas.
Aquel trabajo humilde estaba directamente relacionado con la adoración pura, y así apoyarían al pueblo de Dios.
Todo un honor, ¿verdad?
Es justo el tipo de servicio que consideraríamos un gran honor.
Hablemos del tipo de trabajo.
¿Les dieron ese trabajo porque no eran nadie, porque no sabían hacer nada?
¿Fue por eso que se lo dieron?
Busquen ahora Josué 10:2.
Veamos quiénes eran los gabaonitas: “Gabaón era una ciudad grande, […] como una de las ciudades reales.
Era mayor que Hai, y todos sus hombres eran guerreros”.
Hombres capaces, muy hábiles.
Sin embargo, los gabaonitas se habían dado cuenta de que, si ni siquiera les podían ganar a los israelitas, Jehová no los necesitaba para reforzar su ejército y conquistar la tierra.
Era mucho mejor preguntarle a Jehová lo que quería que hicieran, y hacerlo.
Así que el sacrificio realmente valió la pena.
Pero ¿significa eso que sus habilidades no valían para nada, que nunca se usarían?
No.
Por ejemplo, unos siglos más tarde, Ismayá el gabaonita fue uno de los 30 hombres poderosos de David.
Para distintas situaciones, distintas habilidades.
¿Cómo utilizó Ismayá su habilidad?
Con humildad defendió la adoración pura y al pueblo de Dios.
Así que las asignaciones eran diferentes, pero el propósito era el mismo.
Otra pregunta: ¿era esta una asignación como para empezar, temporal?
“Mira, esto está bien por ahora, pero, cuando se acabe la conquista, podremos recuperar nuestra posición en la sociedad”.
Volvamos al capítulo 9, versículo 27.
¿Recuerdan lo que escribió Josué sobre la duración de su asignación?
“Eso es lo que siguen haciendo hasta el día de hoy”.
Y no solo hasta el momento en el que lo escribió.
Unos 900 años después, había siervos del templo entre los exiliados que volvieron de Babilonia a Jerusalén para restaurar la adoración pura y, probablemente, entre ellos había descendientes de los gabaonitas.
Piénsenlo, estos siervos del templo de nuevo estuvieron dispuestos a dejar atrás su casa y hacer un viaje muy difícil para apoyar la adoración pura y retomar sus tareas.
Desde luego, debían valorar mucho su asignación para hacer esos sacrificios.
Mientras íbamos hablando, ¿anotaron algunas lecciones personales?
A mí se me ocurren cuatro.
La primera, del rey del ejemplo de Jesús y de los gabaonitas aprendemos que la paz con Jehová es un gran tesoro, y estamos dispuestos a sacrificarlo todo para conseguirla.
La segunda, entre las condiciones de Jehová, está servirle con humildad para promover la adoración pura y apoyar a su pueblo.
Y para nosotros ese tipo de servicio es todo un honor.
La tercera, para distintas situaciones, distintas habilidades.
Luego es posible que llegue un cambio de asignación, para ustedes o para cualquiera.
En cualquier caso, no competimos, no nos comparamos… Las asignaciones podrán ser distintas, pero nuestro objetivo no cambia, es siempre el mismo.
Y, la cuarta, amamos nuestras asignaciones.
Queremos permanecer en ellas mientras Jehová nos lo permita.
En resumen, valoramos nuestras asignaciones, queremos mucho a Dios.
La paz con Jehová es un tesoro que nunca queremos perder.
Muchas gracias.
Excelente discurso.
Ahora estamos en paz, hermano Martin.
Gracias por esas bonitas palabras.
Lo que viene ahora es algo especial para ustedes, clase 150 de Galaad.
Se habrán preguntado qué será de su vida después de la graduación.
Quizá lo llevan haciendo un par de semanas.
“¿Cómo voy a usar lo que he aprendido en Galaad para fortalecer y dar estabilidad a las congregaciones y a la sucursal?”.
El hermano Sanderson ya habló un poco de eso, y seguiremos hablando del tema.
Ese es el objetivo de Galaad.
Y ahora una pregunta.
Piensen.
¿Qué les parecería poder ver lo que va a pasar en 2, 4, 6, o hasta 30 años?
¿Ver el futuro?
¿Desde aquí y ahora?
Sería genial poder hacerlo, ¿eh?
Bueno, pues ahora van a ver algunos videos que el Comité de Enseñanza ha preparado especialmente para esta graduación.
Se trata de cuatro entrevistas a graduados de Galaad donde están sirviendo ahora.
Y los cuatro hermanos sirven en Comités de Sucursal.
Son miembros del comité.
Ahora veremos una de las entrevistas, y luego las otras tres entrevistas, cada una después de un discurso, discurso y entrevista.
Para la primera entrevista, vamos a viajar a la República Democrática del Congo.
Allí conoceremos a uno de los graduados de la clase 138 de Galaad.
Él nos va a explicar cómo le ayudó lo que aprendió en Galaad a ser humilde al trabajar con los hermanos y con sus compañeros del comité.
Espero que les guste.
Los hermanos Kabitshwa volverán al Congo.
No puedo expresar con una sola palabra o con una frase cómo me siento después de haber recibido esta capacitación en Galaad.
Al estudiar en profundidad la personalidad de Jehová he entendido mucho mejor cuánto valora él a las personas.
Y esto me ha ayudado a pensar en maneras de fortalecer a otras personas y a poner sus necesidades por delante de las mías.
Por ejemplo, mi esposa y yo nos ofrecimos para ayudar a los hermanos con la limpieza del lugar de la asamblea regional.
Se reían porque creían que estábamos de broma.
Pero al final nos asignaron algunas tareas humildes.
Estábamos muy contentos, y además eso me permitió conocer mejor a los hermanos de los circuitos.
Cuando haces este tipo de cosas, llegas mucho más al corazón de los hermanos que solo dando discursos.
Galaad también me ha enseñado a honrar y respetar más a mis compañeros del Comité de Sucursal.
En el comité en el que yo sirvo, hay hermanos de diferentes edades.
Yo soy una persona que normalmente habla mucho, pero los hermanos del comité me han enseñado que tengo que ser humilde y escuchar.
Por ejemplo, una vez tenía que presentar un proyecto al comité, y me esforcé muchísimo para hacer una buena presentación.
Estaba totalmente seguro de que lo aprobarían.
Pero ¡adivina!, no aprobaron ninguna de mis opciones.
Sinceramente, eso me molestó mucho, y me sentí muy desanimado.
Entonces me acordé de cómo había reaccionado otro miembro del Comité de Sucursal en situaciones parecidas, y eso me ayudó.
Galaad me ha enseñado lo bueno que es imitar las cualidades de cada uno de los hermanos con los que trabajo, sin importar quiénes sean o la experiencia que tengan.
El pueblo de Jehová está compuesto de personas de diferentes culturas y antecedentes, y a veces esas diferencias pueden provocar una gran brecha que amenaza nuestra unidad.
En una de las clases de Galaad, el instructor usó Mateo 5:3 para mostrar que la única manera de salvar esa brecha es siendo personas espirituales.
Así que, siempre que me siento angustiado por los sentimientos negativos o cuando estoy a punto de explotar, le pido a Jehová que me ayude y trato de acercarme más a él y a Jesús estudiando la Biblia.
Puedo decir que Galaad me ha dado la herramienta que necesito para construir un puente de unión entre los hermanos siempre que vea una brecha.
Y esa herramienta es: fortalecer mi propia amistad con Jehová.
¡Qué entrevista tan interesante!, ¿verdad?
Ya estamos deseando ver las otras.
Bueno, el siguiente orador es un ayudante del Comité de Enseñanza.
Lleva mucho tiempo ahí.
No estoy diciendo nada de tu edad, Bill.
Te conservas muy bien.
Es que su esposa Sandy está justo aquí.
Tengo que tener cuidado.
Siempre nos encanta escuchar lo que nos tienes que decir, hermano Malenfant.
El título es “Presuma de Jehová”.
A mucha gente le encanta presumir.
Los políticos con frecuencia presumen de sus logros y de lo que han prometido hacer por quienes voten por ellos.
Y a los hombres de negocios les encanta presumir del éxito que tienen y de todo el dinero que ganan.
¿Y los deportistas?
Bueno, ya saben que muchos de ellos son muy orgullosos.
Les encanta presumir de sus trofeos y de lo alto que han llegado.
Hay una expresión inglesa muy interesante que se usa en el mundo de los deportes de élite para referirse a los que han llegado más alto.
La expresión es The GOAT, greatest of all time, el mejor de todos los tiempos.
¿Pueden creer que alguien piense que ha sido el mejor de toda la historia en lo suyo?
Cuando escuchamos la expresión “el mejor de todos los tiempos”, solo podemos pensar en una persona.
Él sí que fue el hombre más importante, el mejor de todos los tiempos: Jesucristo.
Pero su grandeza no tenía nada que ver con la política, los negocios o los deportes.
Jesús era el mejor porque alababa a Dios y presumía de Jehová.
Jesús sabía muy bien lo que dice Jeremías 9:23, 24.
Este consejo es realmente bonito.
Jeremías 9:23, 24 dice: “Esto es lo que afirma Jehová: ‘Que el sabio no presuma de su sabiduría, que el poderoso no presuma de su poder y que el rico no presuma de sus riquezas’.
‘Pero que quien presuma lo haga de esto: de tener entendimiento y conocimiento de mí, de que yo soy Jehová, aquel que demuestra amor leal, justicia y rectitud en la tierra, porque estas son las cosas que me gustan’, afirma Jehová”.
¿Verdad que es precioso?
Así que presumir de Jehová en realidad significa que estamos orgullosos de nuestro Dios, que nos enorgullece llevar su nombre.
Estamos orgullosos de la clase de Dios que es Jehová.
Lo sabemos por las Escrituras y por lo que vemos en su organización.
Y a Jehová le gusta que sus siervos presumamos de él: de su cuidado, de su justicia, de sus promesas y de su amor leal.
Y ustedes, estudiantes de la clase 150 de Galaad —y debería añadir estudiantes a punto de graduarse—, tienen muchísimas razones para presumir de Jehová.
Ustedes saben que, durante su ministerio, Jesús también presumió de Jehová.
Si estudian en profundidad las Escrituras y piensan en todas las cosas que Jesús dijo, verán en cuántas ocasiones él presumió de Jehová.
Solo por poner un ejemplo.
¿Recuerdan al joven gobernante rico que le dijo a Jesús “Buen Maestro”?
¿Recuerdan aquel momento?
¿Qué le respondió Jesús?
“¿Por qué me llamas [a mí] bueno?
Nadie es bueno excepto uno solo: Dios”.
¡Qué manera tan impresionante de presumir de Dios, de darle gloria!
Ustedes van a poder presumir de Jehová —aunque ya lo llevan haciendo mucho tiempo— porque ahora, cuando se marchen de aquí, podrán cumplir con sus asignaciones y mostrar lo mucho que confían en su Dios, Jehová.
Pueden presumir porque han experimentado lo que dijo Jesús en Juan 8:32.
Él dijo: “Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”.
Eso es algo que todos sabemos, ¿no?
Pero no le resten importancia.
Valoren la libertad que tienen ahora gracias a que un día conocieron la verdad.
Ustedes fueron liberados de las mentiras de este mundo que tienen a la gente esclavizada, haciéndoles creer cosas falsas sobre la vida y la muerte.
También son libres de la idea de que el hombre puede solucionar los problemas de este mundo.
Eso es imposible.
No tienen la capacidad de hacerlo.
A ningún hombre le corresponde “dirigir sus pasos”, ni aun siendo perfecto.
Jehová también puede salvar a su pueblo.
Incluso aunque suframos persecución, Jehová puede intervenir en el momento que él considere oportuno.
Otra cosa de la que pueden presumir es de ser esclavos de Jehová.
Y son privilegiados, porque pocos esclavos pueden elegir a su amo.
Y ustedes lo hicieron.
Ustedes eligieron a Jehová como su amo, decidieron servirle.
Y saben que él está de su lado.
Por eso son felices, porque han decidido servir a Jehová y a Cristo.
Y esta libertad no es como las demás, porque nadie, absolutamente nadie, tiene la libertad que nosotros tenemos siendo esclavos de Jehová: una libertad que nos permite hacer muchas cosas en el servicio a Jehová, y al mismo tiempo disfrutar de la vida que nuestro Dios nos ha dado.
También pueden presumir de la hermandad, de poder juntarnos en las asambleas para adorar a Jehová.
Y Jesús está cumpliendo su palabra.
Donde están dos o tres reunidos en su nombre, él está en medio de ellos.
Tanto si son decenas de miles de personas en una asamblea como dos o tres reunidos en secreto, allí está Jesús acompañándolos.
Además, pueden presumir del gran honor que es la oración.
Piensen en ello un momento.
Pueden hablar con el Creador, con el Todopoderoso, personalmente.
Eso es algo realmente impresionante.
Pero es un honor que nosotros tenemos.
Y presumimos de tener la oportunidad de hablar con Jehová y pedirle su ayuda, su espíritu, su guía, su fuerza, su protección.
Y hay otra cosa de la que pueden presumir que a mí me parece fascinante.
Ustedes pueden estar orgullosos de llevar el imponente nombre testigos de Jehová.
Piénsenlo bien.
Ustedes llevan el nombre de Jehová.
Y cuánto nos alegra que allá por 1931 la parte visible de la organización de Jehová decidiera llamarse testigos de Jehová.
Y no es solo el nombre de una religión.
Es una descripción de lo que somos: personas que viven para darle gloria a Dios.
Somos testigos del Creador del universo.
Nosotros tenemos ese privilegio.
Y eso nos hace diferentes de todas las religiones del mundo.
Ninguna otra religión quiere llevar ese nombre.
Pero a nosotros nos encanta llamarnos así.
Y puede que algunos de ellos, quizá unos pocos, se arrepientan de no tenerlo.
Nosotros somos el pueblo que lleva el nombre de Dios.
1 Crónicas 16:10 dice: “Hablen con orgullo de su santo nombre.
Que se alegre el corazón de los que buscan a Jehová”.
Y es que, en ciertas situaciones, alegrarse está relacionado con estar orgullosos de algo o de alguien, por ejemplo, de Jehová.
Y ustedes pueden presumir de algo muy especial que Jehová les ha dado.
Pueden ver lo invisible.
No todo el mundo puede hacer eso.
La mayoría de las personas de este mundo solo pueden ver lo que tienen delante de sus ojos.
Pero no pueden ver lo invisible.
Recuerdo a un hombre que decía: “Pero ¿qué ha hecho Dios por mí?”.
Pobre hombre… estaba ciego, ciego en sentido espiritual.
Él tenía comida, bebida, productos de la tierra… Pero no podía ver más allá de las cosas físicas.
No podía ver que existía un Creador maravilloso que le estaba dando todas las cosas que tenía.
Ustedes pueden ver lo invisible.
Pueden ver a Jesucristo reinando en los cielos.
Pueden ver el Paraíso que está a punto de llegar.
Pueden ver la resurrección.
Y pueden ver cómo está usando Jehová su espíritu santo para ayudar a su pueblo hoy día.
Está claro que solo mencionamos unas pocas cosas de las que pueden presumir.
Pero estoy seguro de que van a seguir presumiendo de Jehová.
Y yo sé que ahora todos ustedes están muy contentos.
Acabaron el curso, lo hicieron bien, están a punto de graduarse de la escuela… Y a partir de ahora se les abrirán enormes puertas de actividad.
Así que sea cual sea su asignación, da igual el trabajo o el lugar al que se les envíe, hagan esto, por favor.
Sean humildes, sean felices y trabajen duro.
Y valoren siempre mucho el grandísimo honor que tienen: presumir de Jehová.
Muchas gracias, Bill.
Como siempre, fue un placer escucharte.
En la siguiente entrevista, veremos a un graduado de Galaad que actualmente está sirviendo en el Ecuador (Sudamérica).
Este hermano sirve en el Comité de Sucursal del Ecuador, y es un graduado de la clase 142 de Galaad.
Presten atención a lo que dice.
Fíjense en la buena influencia que tuvieron algunos graduados en él desde que era niño.
Y en lo mucho que le ha ayudado Galaad a valorar lo que es importante de verdad.
Los hermanos Tapia regresarán a Ecuador.
La capacitación que se da en Galaad es una forma de enseñanza muy bonita que Jehová usa para que algunos de sus siervos ayuden a otras personas.
Como hay graduados de Galaad por todo el mundo, esta escuela está teniendo un gran impacto en todos los hermanos que trabajan con los graduados, los está ayudando mucho.
Mis padres estudiaron la Biblia con unos misioneros de Galaad, y ellos los ayudaron a llegar al bautismo.
Así que tengo muy buenos recuerdos de aquellos graduados que venían a mi casa cuando yo era pequeño.
El mayor regalo que me ha hecho la Escuela de Galaad es que ahora conozco mucho mejor la bonita personalidad de Jehová.
Llevo estudiando la Biblia desde que era niño, pero los instructores de Galaad me han ayudado a relacionar algunas partes de la Biblia con otras que yo no había relacionado antes.
A Galaad no se va a aprender nuevas habilidades, que a veces pueden eclipsar las cualidades espirituales.
Más bien, una parte importante de la escuela se basa en estudiar la personalidad de Cristo.
Y, ya sabes, a Jesús se le recuerda no tanto por sus habilidades, sino por lo bien que reflejaba la preciosa personalidad de su Padre.
Al llegar a conocer mejor a Jehová y a Jesús, pude darme cuenta de en qué tenía que mejorar yo.
Claro, te puedes desanimar cuando no haces las cosas como las harían ellos, pero eso me ha ayudado a cambiar mi punto de vista y a confiar en Jehová, a pedirle su guía y a esperar con paciencia su respuesta.
Una de las mejores lecciones que he extraído de Galaad es que las personas son más importantes que las tareas o que las fechas de entrega.
Nosotros trabajamos para beneficiarlos a ellos, por eso tengo que mostrar amor a todos mis hermanos.
Sinceramente, no me siento preparado para esta asignación, pero he aprendido que, si Jehová te pone una tarea, seguro que también te dará lo necesario para realizarla.
Bonita experiencia.
De veras nos gustó.
Ahora tenemos a uno de los instructores de Galaad, el hermano James Cauthon.
Y el título de su discurso es “Nos va bien bajo presión”.
El lugar más profundo de la Tierra es la fosa de las Marianas y se encuentra en el Pacífico occidental.
¿Cómo podemos darnos una idea de su profundidad?
Piense en el edificio Empire State.
Para llegar del fondo de la fosa hasta la superficie, habría que apilar 25 edificios como ese.
Imagínense lo profunda que es esta fosa.
Y también es uno de los lugares más peligrosos de la Tierra.
¿Por qué es tan letal?
Por una cosa: la presión.
En el fondo de la fosa la presión es de ocho toneladas por pulgada cuadrada.
Esto es algo realmente impresionante.
Para que se den una idea, eso equivaldría a tener unos 50 aviones jumbo encima de usted.
Los científicos estaban seguros de que ningún ser vivo podría sobrevivir bajo esa presión.
Pero se equivocaron.
Cuando al fin desarrollaron un submarino que llegaba hasta el fondo de la fosa, ellos descubrieron que sí había seres vivos.
Y no estaban luchando por sobrevivir.
Les iba muy bien.
Pero ¿cómo es esto posible?
Esto es posible porque Jehová, el Creador de todas las cosas, sabe manejar la presión.
De hecho, él es un experto manejando la presión.
Y este es un hecho que nos tranquiliza a todos.
¿Por qué?
Porque la presión en este sistema de cosas aumenta cada día más.
Hay cargas, estrés, ansiedad… que nos afectan a todos por igual.
Y la Biblia nos enseña que esta presión va a aumentar en el futuro cercano.
Pero lo bueno es que Jehová no solo nos prepara para que podamos sobrevivir a esa presión.
Él nos ayuda para que nos vaya bien.
Un ejemplo.
Imagínese que está en esta situación: está rodeado de personas que lo odian.
Y estas personas no solo lo persiguen para quitarle la vida, sino que también han esparcido mentiras sobre usted por todas partes.
Así que han arruinado su reputación.
La gente a su alrededor sale huyendo tan pronto lo ve.
No quieren tener nada que ver con usted porque creen que sus días están contados.
Tal parece que el peligro lo acecha adondequiera que vaya y, como resultado de estos problemas, tiene que luchar contra la depresión.
No puede dejar de pensar en sus errores.
Y esta situación afecta su salud.
No puede dormir, no tiene fuerzas, su cuerpo no aguanta más.
Pues justo eso fue lo que le pasó a David.
De hecho, en Salmo 31:10-13 pueden leer sobre esto.
David estaba bajo presión, de eso no hay duda.
Tampoco hay duda de que estaba sufriendo.
Es muy obvio.
Pero había algo más de lo que no hay duda: de que podía contar con Jehová.
Así que Jehová se convirtió en un refugio para David.
Vamos a ver lo que dijo en el capítulo 31 de los Salmos.
Note cómo inicia su oración en el Salmo 31, a partir del versículo 14.
Dice: “Pero yo, oh, Jehová, confío en ti.
Declaro: ‘Tú eres mi Dios’.
Mis días están en tus manos.
Rescátame de las manos de mis enemigos y de quienes me persiguen.
Haz que tu rostro brille sobre tu siervo.
Por tu amor leal, sálvame”.
Las cosas que David vivió le enseñaron la importancia de abrirle su corazón a Jehová y pedirle ayuda en los momentos difíciles.
Estaba convencido de que Jehová siempre bendice a quien le ora, demuestra confianza en él y espera con paciencia a que él actúe.
Y, hermanos, es que la clave para que nos vaya bien aun cuando estamos bajo mucha presión es hacer que la presión que hay en nuestro interior compense la que viene de fuera.
Cuando hacemos esto, no importa cuánta presión externa haya.
La aguantamos.
Y ¿cómo hacemos eso nosotros?
Pues, en el caso de David, Jehová le dio el valor y la fuerza que necesitaba para combatir o compensar las presiones externas a las que estaba sometido.
Y ¿cómo sabemos que esto fue así?
Vamos al Salmo 31 nuevamente.
Vamos a leer el versículo 21 y quiero que se fije en este cambio.
Dice: “Alabado sea Jehová, porque, de una manera maravillosa, me ha mostrado su amor leal en una ciudad sitiada”.
Y ahora el 23: “¡Amen a Jehová, todos los que le son leales!
Jehová protege al fiel”.
Y, por último, el 24: “Sean valientes, y que sea fuerte su corazón, todos ustedes, los que esperan a Jehová”.
Así que Jehová escuchó y contestó la oración de David.
Esa oración que él hizo con fe y con paciencia.
David confió en Jehová y Jehová lo ayudó a aguantar y, lo que es más, hizo que le fuera bien.
Sí, él lo ayudó a sentirse feliz.
La Biblia enseña que David fue verdaderamente feliz al atender sus asignaciones y responsabilidades.
¿Esto qué nos enseña?
Número uno: David fue capaz de soportar toda esa presión porque tenía una fe inquebrantable en Jehová.
Número dos: debido a la amistad que David tenía con Jehová, supo esperar con paciencia a que él actuara.
Y número tres: cuando alguien fiel a Dios es humilde y le pide ayuda a Jehová, él, impulsado por su amor leal, le da las fuerzas para compensar la presión.
Y les diré algo más: lo que David vivió en aquella especie de fosa tuvo un impacto mayor del que se imaginó.
Por ejemplo, cuando Jonás estuvo dentro del gran pez, citó palabras del Salmo 31.
Jeremías, que pasó por momentos muy oscuros en su vida, aludió muchas veces al Salmo 31.
Y, cuando Jesucristo, el mismísimo Hijo de Dios, estaba a punto de morir, en sus últimas palabras citó Salmo 31:5.
Así que es seguro que él meditó en esto muchas veces.
¡Qué gran ejemplo nos dieron David, Jonás, Jeremías, Jesús y muchos más!
Todos ellos confiaron en Jehová, y Jehová jamás dejó de ayudarlos a compensar la presión.
Y hará lo mismo en su caso.
En conclusión: la realidad es que no importa a cuánta presión estemos sometidos.
Lo importante es que tengamos las fuerzas para compensar esas presiones y que no dejemos que se interpongan entre nosotros y nuestro servicio y adoración a Jehová.
Y, entonces, esas presiones externas que suframos no nos alejarán de Jehová, sino que nos acercarán a él.
Los seres vivos que prosperan en la fosa de las Marianas son un ejemplo hermoso y positivo de que Jehová tiene la capacidad de ayudar a su creación a lidiar con la presión.
Jehová siempre nos bendecirá si no dejamos de orarle, de confiar en él y de ser pacientes.
Él nos ayudará a aguantar.
Si permanece cerca de Jehová, no solo tendrá las fuerzas para soportar las presiones de este mundo, sino que le irá mejor en sentido espiritual.
Muchas gracias, hermano Cauthon, por estas palabras tan llenas de sabiduría.
Y, ahora, en la siguiente entrevista, veremos a un hermano que sirve como miembro del Comité de Sucursal de Sri Lanka.
Él es un graduado de la clase 146 de Galaad.
Cuatro clases atrás.
Escuchen atentamente cómo le ayudó la escuela a ver en qué aspectos de su personalidad tenía que mejorar para fortalecer y dar estabilidad a los hermanos de su zona.
Los hermanos Sivakumaran volverán a Sri Lanka.
Una cosa maravillosa de Galaad es que, desde el principio, estudias cómo ha tratado Jehová a la humanidad a lo largo de la historia, y eso te hace ser humilde.
Soy muy poca cosa y tengo un papel muy pequeño en la organización de Jehová.
Me di cuenta de eso.
Antes de ir a Galaad, yo creía que era una persona amorosa.
Todos queremos pensar que somos así.
Pero estando allí me di cuenta de que estaba pasando por alto algo importante.
Había hermanos a los que nunca les había prestado atención, y entenderlo me enseñó una gran lección.
No es solo discursar, lo que los hermanos necesitan es atención.
Tengo que dedicarles tiempo y ayudarlos a entender que su Padre, Jehová, los quiere mucho.
Una palabra que se oye mucho durante la escuela es compasión. Israel cometió muchos errores, pero Jehová nunca fue demasiado duro con ellos.
Él solo quería que se arrepintieran.
Esa fue una bonita lección.
Como soy superintendente, siempre que voy a hablar con alguien tengo que pensar en esta pregunta: “¿Voy a criticar o voy a animar?”.
Por ponerte un ejemplo, antes de ir a Galaad, estaba a cargo de Hogar.
Era estricto, y diría que hasta tacaño, sinceramente.
Pero la escuela me hizo ver claramente que tenía que cambiar.
Debía ser más generoso y más compasivo.
Recuerdo muy bien lo que dijo un instructor: “Decir que no a todo puede ser adictivo y es la solución más fácil”.
Pero se nos dejó claro que hay que decir que sí, siempre que se pueda, y ayudar a los hermanos.
Las palabras de Jesús describen lo que se aprende en Galaad: a amar a Jehová y al prójimo.
Eso es lo que te enseñan en esta escuela.
Y algo que pienso cada vez que me acuerdo de las lecciones de Galaad es que tengo mucho que cambiar, muchas cosas que poner en práctica para que mi personalidad agrade a Jehová.
Así que tengo un buen camino por delante, pero estoy en ello.
Le pedimos a Jehová que ustedes, futuros graduados, se examinen a fondo y puedan fortalecer y animar a los hermanos allá donde vayan.
Qué humilde fue el hermano al contarnos esto, ¿verdad?
Ahora es el turno de otro instructor de la escuela de Galaad, que también es ayudante del Comité de Enseñanza, Mark Noumair.
Presentará el discurso “Yo me aferro a ti, y tú me agarras a mí”.
Hermano Noumair.
Hermanos, en este discurso vamos a ver lo poderoso que es el amor leal.
Porque esta cualidad, el amor leal, y el poder que tiene, puede ayudarlos a enfrentarse a los desafíos, a las dificultades, y a hacerlo confiando en Jehová.
¿Recuerdan la definición de amor leal?
Bueno, fue una pregunta de uno de los exámenes.
La respuesta era: “Es el amor motivado por un fuerte compromiso y un apego profundo”.
Y leamos cómo describe el rey David el amor leal que había entre él y Jehová.
En el Salmo 63:8, dijo: “Me aferro a ti; tu mano derecha me agarra con fuerza”.
Así que esto es el amor leal: “Yo me aferro a ti, y tú me agarras a mí”.
Vayamos ahora al primer siglo.
Había una mujer, una mujer que era un ejemplo sobresaliente de aferrarse a Jehová.
Se trata de Ana.
¿Qué hizo?
Vamos a verlo.
Vayamos a la Biblia, a Lucas 2:36, 37, y veamos qué podemos aprender y cómo aplicarlo: “También había allí una profetisa, Ana hija de Fanuel, de la tribu de Aser.
Era una mujer de avanzada edad que, después de casarse, había vivido con su esposo siete años y ahora era una viuda de 84 años de edad.
Siempre estaba en el templo, donde prestaba servicio sagrado día y noche ayunando y haciendo ruegos”.
Bueno, aquí está.
Esto es todo.
Lo único que sabemos de Ana es esto, lo que escribió Lucas.
Cuando Lucas nos la presenta, Ana tiene 84 años de edad.
Seguro que no vivió lo suficiente como para ser seguidora de Jesús, para ser ungida con espíritu o para predicar las buenas noticias del Reino.
Eso es todo.
Claro, si solo nos quedamos con esto.
¿Pero y si no?
¿Y si profundizamos?
¿Cómo les puede ayudar el ejemplo de Ana?
Vamos a verlo.
Ana nació alrededor del año 86 antes de nuestra era.
Cuando tenía 23 años de edad, en Jerusalén había mucha violencia y conflictos.
Había luchas entre los líderes judíos, como los macabeos, hasta que llegó el general romano Pompeyo.
El ejército romano vino para poner orden, y unos 12.000 judíos murieron en esa guerra.
Y es posible que el esposo de Ana fuera una de las víctimas.
Luego, cuando Ana tenía 47 años, los romanos nombraron a Herodes rey de Judea. ¿Herodes?
Este hombre no era descendiente de David.
Ni siquiera era israelita, era un edomita.
Los edomitas eran archienemigos de la adoración verdadera.
Y, para colmo, los hipócritas líderes religiosos judíos le hacían la vida imposible a la gente, incluso a las viudas como Ana.
Así que tuvo que ver cómo la “casa de oración” de Jehová, el lugar que tanto amaba, se convirtió en una “cueva de ladrones”.
La adoración pura se estaba apagando.
¿Qué haría Ana?
Podría haber tropezado.
Podría haber pensado: “Siempre he apoyado la adoración verdadera.
He tenido fe en las profecías sobre la llegada del Mesías.
Voy al templo todos los días.
He hecho lo que es correcto.
Pero las cosas van de mal en peor.
Dios dejó morir a mi esposo, un edomita está reconstruyendo el templo… ¿Qué está pasando?
¿Nos habrá dejado Jehová?
¿Debería yo dejarlo a él?”.
Ana pudo haberse rendido, pudo haberse amargado, pero no lo hizo.
¿Por qué? ¿Por qué?
Porque su amor leal estaba arraigado en su corazón.
Y eso la ayudó.
Su amor leal era profundo y tenía las raíces bien agarradas a Dios.
Eso le dio el poder para seguir aferrada a él a pesar de las circunstancias.
Ana estaba decidida a servir a Jehová y a darle lo mejor.
¿Y qué es lo que hizo ella?
Leámoslo de nuevo en el 37.
Ana “siempre estaba en el templo”, estaba en el lugar correcto.
“Prestaba servicio sagrado día y noche”, hacía lo que es correcto.
“Ayunando y haciendo ruegos”, tenía la actitud correcta.
Estaba haciendo lo correcto, en el lugar correcto, con la actitud correcta.
Aunque Ana era una mujer mayor que parecía ser frágil, nada le impidió aferrarse a su mejor amigo, Jehová.
Era como si Ana dijera: “Me aferro a ti, Jehová”.
Y él vio su amor leal.
En Lucas 2:38 dice que Ana estaba presente en el templo cuando Jesús era un bebé y sus padres lo llevaron allí.
¿Y qué hizo ella cuando lo vio, según el versículo 38?
Dice que “se acercó a ellos y empezó a darle gracias a Dios y a hablar acerca del niño a todos los que estaban esperando la liberación de Jerusalén”.
¿Notaron la alegría de Ana?
¿Se imaginan cómo se sintió al ver y, quizás, al tener en sus brazos al futuro Mesías?
Esto era algo que aquella anciana jamás se hubiera imaginado en toda su vida.
El bebé que estaba viendo era una prueba, una prueba sólida, una evidencia clara de que Jehová no había abandonado a su pueblo.
Y tampoco había abandonado a Ana.
No fue solo que Ana se aferró a Jehová, sino que Jehová la agarró a ella.
Y además… además la recompensó.
Eso es el amor leal.
La fe de esta mujer era tan conocida que unos 50 años después, 50 años después, Lucas se sintió impulsado a escribir sobre ella.
¿Cómo sabía Lucas toda esta información?
¿Quién se la contó?
¿Quizás habló con María o la entrevistó?
¿O los mayores le dijeron: “Había una mujer llamada Ana, siempre estaba en el templo, nunca faltaba”?
No lo sabemos.
Pero lo que sí sabemos es que Jehová inspiró a Lucas para que escribiera sobre ella en la Biblia y que esto nos sirva de lección a nosotros.
Y aquí estamos unos 2.000 años después, usando su vida como ejemplo de completa lealtad, de integridad inquebrantable.
Hacen bien en imitarlo.
Entonces, ¿qué pueden aprender ustedes de Ana?
Puede que afronten una pérdida de algún tipo.
Tendrán que soportar las imperfecciones de los demás.
Puede que alguien los ofenda o que tengan que enfrentarse a ciertos cambios en su vida que no son agradables.
O quizás puede que piensen que alguien en la organización los ha tratado injustamente o que los ha juzgado mal.
¿Qué harán entonces?
Esto es lo que van a hacer: se aferrarán a Jehová.
Y verán cómo él los agarra con fuerza.
Se aferran a él, y él los agarra a ustedes.
Por ejemplo, recuerdo a un hermano que servía en una congregación de otro idioma que dejó de ser anciano por culpa de un malentendido.
Él pensaba que la decisión era injusta y estaba muy dolido.
Pero él y su esposa no dejaron de aferrarse a Jehová y siguieron con su rutina espiritual.
Un día en una asamblea regional, un hermano se le acercó y le dio las gracias por el discurso que había dado.
Él había ayudado en el departamento de Limpieza, pero no había dado ningún discurso.
Entonces el hermano le dijo al que había sido anciano: “Veo tu sonrisa, tu actitud positiva… Así que para mí diste un discurso sobre la lealtad.
Hablaste fuerte y claro”.
El hermano que había sido anciano cuenta: “Aquello nos enseñó mucho a mi esposa y a mí.
Ningún problema ni desgracia tienen que ser una amenaza para nuestra espiritualidad.
No deben desanimarnos de servir a Dios.
Hemos visto que, si nos equivocamos, nos rechazan o nos juzgan mal, no es que hicimos algo malo, sino que es algo que le pasa a todo el mundo.
En lugar de hundirnos, crecimos”.
Así que esta pareja no se centró en sus problemas.
Se aferró a Jehová.
¿Cómo?
Imitando a Ana.
Ellos siempre estaban adorando a Jehová (estaban en el lugar correcto), prestando servicio sagrado día y noche (hacían lo que es correcto), “ayunando y haciendo ruegos”, y a veces hacían esos “ruegos” con lágrimas en los ojos, pero con la actitud correcta.
Y Jehová los agarró con fuerza, nunca los soltó.
Ese hermano sigue en una congregación de otro idioma.
Volvió a ser anciano y da unos discursos excelentes.
Hermanos, ¿qué queremos recordar de este discurso?
Queremos recordar esto: cuando se les presenten pruebas (que se presentarán), o cuando vengan desafíos (que vendrán, porque así es la vida), estén en el lugar correcto, hagan lo que es correcto y tengan la actitud correcta.
Si hacen esto, estarán diciendo: “Jehová, me aferro a ti y confío en que tú me agarras a mí”.
Gracias, muchas gracias, hermano Noumair.
Es un ejemplo precioso para todos nosotros.
Sin duda alguna.
Y la última entrevista que vamos a escuchar nos lleva a África Occidental, al país de Ghana, donde sirven David y Lynne Jones.
Ellos asistieron a la clase 95, y se graduaron en septiembre de 1993.
Los asignaron a Kenia, en el este de África.
Luego estuvieron ocho años en Burundi.
Y ahora sirven en Ghana, y David es miembro del Comité de Sucursal.
Puede que se acuerden de esta pareja cuando vean la entrevista porque su clase apareció en el video Hasta los cabos de la Tierra, que coincidió con el 50 aniversario de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower.
Seguro que nos marcó mucho aquel video.
Es cierto que el objetivo de la escuela de Galaad ha cambiado desde entonces, pero sus comentarios sinceros demuestran que han fortalecido a los hermanos y les han dado estabilidad en los lugares en los que han servido.
Ahora vean el video.
Pues ha llegado el día de entregarles las asignaciones a los estudiantes.
La mañana en la que íbamos a recibir la asignación, bajamos a la adoración matutina, y entonces nos pusimos en una fila y esperamos a que nos la dieran.
Tenía un nudo en el estómago, me sentía fatal.
Estaba muy nerviosa, porque sabía que lo siguiente que dijera el hermano Jaracz, la siguiente frase que saliera de su boca, marcaría el resto de mi vida.
Y pensar que han pasado 28 años desde que recibimos nuestra primera asignación… La Escuela de Galaad nos ayudó a entender que las cosas no siempre serían fáciles y que, cuando tuviéramos problemas, no deberíamos agobiarnos, sino mantener la calma y confiar en Jehová.
Para mí, una sección especial del programa de la escuela es la que trata de Jesucristo y los Evangelios.
Jesús fue siempre amable, fue siempre razonable cuando trataba con otras personas.
Así que en clase no se centraban en el conocimiento, sino en cómo podemos imitar a Jesús al tratar a otros.
Y recuerdo un par de frases: “Las personas por encima de la productividad” y “el mejor modo de actuar es siempre el más amable”.
Me han acompañado todos estos años.
Nos enseñaron a estudiar.
Y aprendimos un método muy práctico: crear como un cajón lleno de principios para que, cuando llegara una prueba, pudiéramos ir allí y extraer el principio que nos hiciera falta en cada situación.
Y es verdad que, mientras estás en la escuela, vas almacenando toda esta información.
No sabes ni dónde ni cuándo la usarás, pero al menos ya tienes el método.
Almacenas la información en el cajón y, cuando la necesitas, la sacas y la utilizas.
Por ejemplo, recuerdo que en una de las clases se hablaba de Romanos 15:3, que dice que “ni siquiera el Cristo se agradó a sí mismo”.
Y, cuando lo pienso, me acuerdo de lo que sentí cuando llevábamos dos años sirviendo como misioneros y nos asignaron a la obra de circuito.
En aquel entonces me pregunté: “¿De verdad voy a poder con esto?”.
Pero después me acordé de la explicación de Romanos 15:3, que Cristo no se agradó a sí mismo.
No se trata de mí, se trata de hacer la voluntad de Jehová y servir a los demás.
Recordar todo eso me ayuda a verme en el cuadro completo y a pensar: “Si Jesús pudo hacerlo, eso es lo que yo tengo que hacer, poner a los hermanos en primer lugar”.
Y disfrutamos muchísimo en aquel circuito.
No sé ni por qué me preocupaba, porque cuando terminaron los tres años no queríamos irnos.
Cuando estás en Galaad no te das cuenta del todo de lo mucho que va a influir en ti.
Y, aunque han pasado muchos años, todavía me sorprendo a mí mismo meditando en las lecciones que aprendí en aquellas clases.
Veo cómo han moldeado mi forma de pensar y de sentir durante todo este tiempo.
Así que podría decir que, efectivamente, Galaad me ha cambiado la personalidad, la vida en realidad.
Cuando me veo de pie en aquella fila, ¿sabes?, recuerdo perfectamente lo que sentí en esos momentos.
De verdad que tenía un nudo en el estómago.
Pero durante estos 28 años no me he arrepentido de aquello ni un solo minuto.
Estar con los hermanos, tener distintas asignaciones… Desde luego, puedo decir sin lugar a duda que no lo cambiaría por nada del mundo.
Bueno, hasta ahora, hemos disfrutado mucho de este rico banquete espiritual, pero aún hay más.
¡Cuánto van a ayudar los graduados a los hermanos donde sea que vayan!
La segunda y la tercera parte de la graduación se publicarán en jw.org a lo largo del mes.
Seguro que están deseando ver el resto del programa.
Para terminar este programa, viajaremos a Tahití.
Es la isla más grande de la Polinesia Francesa, un territorio compuesto de unas 120 islas.
Es un lugar precioso, con montañas, enormes cascadas y atolones de arena blanca.
Además, es un lugar lleno de vida.
Las mantarrayas navegan por el océano, y la tierra produce una gran variedad de flores hermosas.
La belleza de esta isla no se limita a sus paisajes naturales.
La hospitalidad de su gente también la embellece.
A los hermanos de la congregación Vaima les encanta hablar con otros de las cosas maravillosas que dice la Palabra de Dios.
Su territorio abarca desde el centro de la ciudad hasta las montañas y lugares tan remotos como Rikitea o la isla de Apataki.
Ellos predican a los pescadores locales en las playas y a los marineros en los enormes puertos.
Y están teniendo muy buenos resultados.
Actualmente, los hermanos están dirigiendo 107 cursos bíblicos.
Y, sí, los 107 hermanos de la congregación Vaima les envían todo su cariño a cada uno de ustedes.
Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.