JW Broadcasting: Abril de 2021

¡Bienvenidos!

Mi amigo Chris Mavor me ayudará a presentar este programa.

Chris, ¿qué veremos en el programa de este mes?

Gracias, hermano Herd.

Hoy veremos lo que podemos aprender del buen ejemplo de Felipe el evangelizador.

Aprenderemos por qué lo mejor es hacerle caso siempre a Jehová.

Y el video musical nos enseñará a evitar los pensamientos negativos y a centrarnos en las bendiciones de Jehová.

Este es el programa de abril de 2021 de JW Broadcasting®.

Hoy vamos a hablar del tema: “¿De verdad hago todo lo que puedo?”.

Para comenzar, leamos Gálatas 6:4.

Dice: Para examinar nuestras propias acciones, podemos preguntarnos: “¿Cómo está mi relación con Jehová?

¿Asisto de forma regular a las reuniones?

¿Me esfuerzo por participar en ellas y preparo bien mis comentarios?

¿Cómo voy con mi estudio personal?

Pensando en la predicación, ¿estoy dando el máximo?

Y mis revisitas, ¿podría prepararme mejor para hacerlas?

¿Estoy dirigiendo algún curso de la Biblia?

Si es así, ¿estoy contento con cómo lo dirijo?”.

En definitiva, nos estamos preguntando: “¿De verdad hago todo lo que puedo?”.

Quizás veamos que otros en la congregación hacen más que nosotros.

Pero recordemos lo que leímos ya en Gálatas 6:4.

¿Qué decía allí?

¿Debemos compararnos con otros?

No, el texto decía que no lo hiciéramos.

Así que enseguida podríamos pensar que hacemos lo que podemos y razonar que ya con eso es suficiente.

Pero no olvidemos la primera parte del versículo: tenemos que examinar nuestras propias acciones.

Tenemos que comparar lo que estamos haciendo con lo que en realidad podríamos estar haciendo.

Estemos activos y no pensemos que no tenemos que mejorar.

1 Corintios 10:12 nos advierte: Puede que digamos: “Yo hago todo lo que puedo.

¿Qué más puedo hacer?”.

Pero veamos si realmente es así, pensémoslo.

Analicemos detalladamente cómo estamos usando el tiempo que tenemos.

¿Podemos usar el tiempo de otras actividades para cosas espirituales?

¿Qué pensamos?

¿Hacemos lo que podemos de verdad?

Puede que sí o puede que no.

Depende de con quién nos comparemos.

Veamos un par de ejemplos.

Pensemos en un corredor: entrena mucho, tiene una dieta adecuada, se mantiene en forma, cuida su salud, usa el mejor calzado deportivo y así por el estilo.

Hace todo lo que puede, pero llega el día de la carrera y pierde.

Hacer todo lo que pudo no fue suficiente.

¿Por qué?

Porque, comparado con los otros corredores, fue más lento.

Por ejemplo, el atleta Yohan Blake perdió contra Usain Bolt en una carrera de 100 metros por solo una fracción de segundo en el 2012.

Hizo lo que pudo, pero eso no fue suficiente para ganar.

El segundo ejemplo.

Pensemos en una niña de unos siete años.

Un día, en la escuela, hace un dibujo.

Y la maestra no le pone muy buena nota.

Cuando la niña lo lleva a casa, la madre tacha la nota de la maestra y le pone la mejor nota.

Luego, contenta, pone el dibujo de su hija en el refrigerador.

¿Cuál es la diferencia entre la maestra y la madre?

Que la maestra compara a su estudiante con otros compañeros de su edad.

Pero la madre sabe que hizo todo lo que pudo y no la compara con los demás.

De igual forma, Jehová nunca compara lo que hacemos con lo que hacen los demás.

Veamos lo que dice el Salmo 103:14.

Cuando Jehová examina lo que hacemos en su servicio, ¿cuál es una de las cosas que toma en cuenta?

Salmo 103:14 dice: Cuando aquí dice que “somos polvo”, se refiere a que somos frágiles y poca cosa.

Y, como Jehová “se acuerda de que somos polvo”, nunca nos pide más de lo que podemos dar.

Ahora bien, también es cierto que él espera que le obedezcamos y que hagamos todo lo que podamos al servirle.

¿Recuerdan Marcos 12:30?

Estoy seguro de que muchos de ustedes se lo saben de memoria.

Allí Jesús dijo: Esto implica todo lo que tenemos, todo lo que somos.

Al ir a predicar, usamos todas nuestras fuerzas en esa labor.

Eso está muy bien.

Pero ¿de qué sirve usar todas nuestras fuerzas cuando vamos a predicar si no usamos nuestra mente para decir las palabras adecuadas al hablar con una persona?

Alguien podría decir: “Hoy me esforcé mucho yendo de casa en casa, subiendo y bajando escaleras...

Y, aun así, nadie me escuchó, no pasé de la introducción”.

Pregunto: ¿diría usted que usó su mejor introducción?

¿Cuánto tiempo lleva usando esa introducción?

¿Sería mejor una nueva?

Aunque pensó que estaba haciendo todo lo posible, ¿podría mejorar usando toda su mente para prepararse mejor antes de predicar?

Por ejemplo, ¿ha intentado usar las introducciones de la reunión de entre semana?

También hay introducciones en el libro Razonamiento a partir de las Escrituras, páginas 9 a 15.

¿Qué cara ve el amo de casa cuando abre la puerta?

¿Ve una cara feliz y amable?

¿Ve que trae buenas noticias o que trae malas noticias?

¿Lo ve feliz o triste?

Recordemos que hoy día tenemos que llevar el mensaje de “las buenas noticias del Reino”.

Aunque pensamos que ese mensaje cambiará dentro de poco.

Así que haga todo lo que pueda hasta que sepa hacerlo mejor.

Y, cuando sepa hacerlo mejor, haga todo lo que pueda.

Además, seguro que asistimos a todas las reuniones y prestamos mucha atención.

Y eso está muy bien.

Pero ¿es suficiente con esto para amar a Jehová con toda nuestra mente?

¿O nos esforzamos también por meditar en todo lo que aprendemos en las reuniones para acercarnos más a Jehová?

Santiago 4:8 dice: “Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes”.

Este es uno de los beneficios de asistir a las reuniones.

Ahora veamos otro beneficio de reunirnos con regularidad.

Leamos Hebreos 10:24, 25.

Aquí veremos una forma de dar y recibir ánimo.

Los versículos 24 y 25 dicen: ¿Comenta usted en las reuniones?

¿Prepara bien los comentarios?

¿Animan sus comentarios a los hermanos?

¿Está dando lo mejor?

Si es así, de verdad está haciendo todo lo que puede.

¿Y qué hay de su estudio personal?

¿Y de su adoración en familia?

¿Está dando lo mejor?

¿De verdad está haciendo todo lo que puede?

“Yo leo La Atalaya y ¡Despertad! siempre que salen”, diría alguien.

Y no hace falta decir que eso está muy bien.

Pero, de todo lo que ha leído últimamente, ¿qué cosas han profundizado su amor y su gratitud por Jehová?

¿Hubo algo que lo acercó más a él?

¿Está usted usando toda su mente para meditar y pensar en lo que lee?

¿Le ha impactado algo tanto que le llegó al corazón?

Es posible que no podamos aplicar enseguida todo lo que aprendamos.

Pero tal vez más adelante podamos recordarlo y ponerlo en práctica cuando nos haga falta.

¿Hace todo lo que puede por ayudar a su esposa y sus hijos a estar fuertes en sentido espiritual?

Sí, tienen su adoración en familia casi todas las semanas.

Eso es muy bueno.

Pero ¿se prepara bien para el estudio o simplemente decide a última hora lo que van a estudiar?

¿Y si su esposa le lanzara la comida en la mesa todas las noches sin ni siquiera pensar en si es saludable para toda la familia?

Piénselo.

¿De verdad hace usted todo lo que puede?

¿Qué come un cerdo?

Desperdicios.

Pero no le demos lo mismo a una ternera porque no se lo comerá.

¿Y por qué hablamos de si de verdad hacemos todo lo que podemos?

Es solo un recordatorio para analizarnos, para ver si de verdad estamos haciendo todo lo que podemos en nuestra adoración a Jehová, por nuestras familias y por nuestros hermanos en la congregación.

Y no lo olvidemos: no debemos comparar lo que nosotros podemos dar con lo que otros pueden dar.

Solo Jehová sabe si estamos haciendo todo lo que podemos.

Él es un Juez justo e imparcial.

Como todos somos imperfectos, podemos vernos de forma distorsionada.

Por lo tanto, es sabio que nos analicemos constantemente, así veremos dónde tenemos que mejorar.

¿De verdad hacemos todo lo que podemos?

A mí me gustaría pensar que sí.

Y usted, ¿qué piensa?

¿Cómo le gustaría que lo conocieran?

En el siglo primero, a un cristiano llamado Felipe lo conocían como “el evangelizador”.

En el siguiente video, veremos qué hizo Felipe para tener esa reputación y lo que aprendemos de su buen ejemplo.

Por favor, busquen sus asientos.

Es hora de iniciar el programa de graduación.

Nunca imaginamos que viviríamos algo así.

Sin lugar a dudas, este día lo hemos esperado con ansias.

Y hay muy buenas razones para ello.

—Es un momento histórico y especial.

—Todo empezó hace unos años.

Si quisieran invitar al superintendente de circuito y a su esposa a comer, —pueden hablar con el hermano Vega.

—Recuerdo muy bien esa visita y esta pregunta.

El título del discurso del martes es “¿Qué podemos aprender de Felipe el evangelizador?”.

¿Qué podíamos aprender de Felipe?

La verdad es que ya estábamos haciendo muchas cosas en el servicio a Jehová.

Lilly y las niñas se hacían disponibles para lo que hiciera falta.

Yo ayudaba con el mantenimiento de Salones del Reino.

Y la predicación ocupaba un lugar muy importante en nuestro horario.

Pero, como pasa en muchos lugares, cuando alguien mostraba interés en el mensaje, era difícil encontrarlo otra vez.

Me preguntaba si teníamos que hacer algunos ajustes en nuestra rutina espiritual.

Como el título del discurso me había llamado la atención, pensé que sería buena idea que investigáramos la vida de Felipe en nuestra adoración en familia.

Hechos, capítulo 6.

Felipe fue uno de los siete hermanos que fueron elegidos para distribuir alimento a las hermanas viudas de Jerusalén.

Ese fue un trabajo importante, pero Felipe hizo mucho más que eso.

No lo sabía.

Debido a la persecución, Felipe tuvo que huir de Jerusalén a Samaria.

Samaria todavía no había aceptado la palabra de Jehová.

Pero Felipe vio esta difícil situación como una oportunidad de hacer más en el servicio a Jehová.

La mayoría de la gente de Samaria todavía no había oído las buenas noticias.

Felipe predicó con entusiasmo, y muchos aceptaron el mensaje y se bautizaron.

Pero algún tiempo después un ángel habló con él.

Le dijo a Felipe: “Prepárate y ve hacia el sur”.

Así fue como encontró al eunuco etíope y pudo predicar en otras ciudades.

Felipe estuvo dispuesto a servir donde hubiera necesidad.

Y siempre mantuvo ese mismo entusiasmo.

Unos 20 años después, todavía era conocido como “el evangelizador”.

Para ese tiempo, su vida había cambiado.

Era padre de familia.

Tenía cuatro hijas.

Pero eso no le impidió ser hospitalario cuando Pablo y los que viajaban con él los visitaron.

Momentos como esos debieron fortalecer mucho la espiritualidad de sus hijas.

Esa noche pensamos en algunas cosas que queríamos hacer.

Lo primero fue invitar al superintendente de circuito y a su esposa a comer.

Hacía tiempo que no los invitábamos.

Las experiencias que contaron Alex y Carla animaron a las chicas a esforzarse por alcanzar sus propias metas espirituales.

Pero, igual que le pasó a Felipe, nos llegaron algunos cambios inesperados.

Estuve sin trabajo algunos meses.

Fue una época estresante, pero también fue una oportunidad de hacer más en el servicio a Jehová.

Ahora podía visitar a las personas en otros horarios.

Intentamos aprovechar nuestra nueva situación para predicar con entusiasmo, como Felipe.

Y ahora estamos aquí, viendo a nuestras niñas graduarse de la Escuela para Evangelizadores del Reino.

Lo que aprendimos de Felipe marcó un antes y un después en esta familia de evangelizadores.

La Biblia está llena de ejemplos como el de Felipe.

Y hoy también encontramos buenos ejemplos en el pueblo de Jehová.

Imitarlos nos ayudará a tomar buenas decisiones y a afrontar problemas difíciles.

Veamos la siguiente entrevista a Eugene y Odile Nteziryayo, quienes fueron a la clase 145 de Galaad.

¿Qué podemos aprender de su ejemplo de fe y aguante?

Hoy nos acompañan Eugene y Odile Nteziryayo.

Ellos son graduados de la clase 145 de Galaad y ambos vivieron momentos horribles en Ruanda.

Odile, tu familia es tutsi y eso debió ponerlos en grave peligro.

Sí, mataron a personas de todo el país, y mis padres y mi hermano también fueron asesinados.

Vi cómo algunos líderes religiosos tomaban parte en la masacre.

No podía creer que personas que habían convivido tranquilamente con sus vecinos ahora estuvieran dispuestas a matarlos.

¿Y cómo conociste a Jehová?

Pues, después del genocidio, me fui a vivir con mi tía, y su familia era Testigo.

Así que ellos me dieron clases de la Biblia.

Estudiamos el libro Vivir para siempre, y allí vi una lámina en la que aparecía un líder religioso bendiciendo a las personas en la iglesia, pero también bendiciendo a los soldados que iban a la guerra.

En cambio, en la congregación pude ver el amor que se mostraban los hermanos unos a otros.

Estaban dispuestos a arriesgar la vida por ellos.

¡Oh, qué conmovedor!

Y, Eugene, tengo entendido que tú no fuiste víctima directa de la violencia, pero ¿te enfrentaste a alguna otra dificultad?

Tuvimos muchos problemas económicos.

El dinero no nos alcanzaba ni para comprar un poco de comida.

Recuerdo que...

todavía puedo ver a mi madre tirada en la cama, llorando desconsolada, pues no sabía qué hacer para darles algo de comer a sus hijos.

Los ancianos me pidieron que fuera al Salón del Reino y, cuando llegué, me entregaron 18.000 francos ruandeses.

Ellos me dijeron que nuestros hermanos y hermanas del extranjero nos habían hecho este regalo.

Así que corrí de vuelta a casa, encontré a mi madre aún en la cama y le entregué el dinero.

Nunca olvidaré las lágrimas de alegría que derramó mi madre aquella vez al ver lo que los hermanos habían hecho por nosotros.

¡Qué bonito!

Y dime, Odile, cuando piensas en todas las injusticias y el maltrato que sufrieron tú y tu familia, ¿qué sientes que te ha ayudado a no amargarte?

La predicación me ha ayudado muchísimo.

Cada vez que hablo de las promesas de la Biblia, estas se vuelven más reales para mí, como la esperanza de la resurrección, por ejemplo.

Decirles a las personas que los muertos no están conscientes de nada me ayuda a convencerme a mí misma de que mis familiares no sufren y de que van a resucitar.

Hablar de esas cosas me consuela.

Un texto que me viene a la mente es 1 Juan 2:6, 7.

Ahí, el apóstol Juan les recuerda a los cristianos el mandamiento que Jesús les dio de amarse unos a otros como él los amó.

Los cristianos de esa época enfrentaron persecución y tuvieron que obedecer este mandato de una forma nueva y diferente.

Todos nos amamos, pero todas las cosas por las que pasamos los hermanos en Ruanda —esas situaciones tan difíciles— nos exigieron llevar a la práctica el mandamiento de una forma especial.

Tuvimos que demostrar amor unos por otros al punto de arriesgar nuestras vidas por nuestros hermanos.

La Escuela de Galaad me ha ayudado a recordar lo importante que es que ame a mis hermanos tal y como lo hizo Jesucristo.

Nuestros queridos hermanos de Ruanda nos han dado un gran ejemplo de valor, de fe y, claro, de amor.

Por favor, nunca olviden que los queremos muchísimo.

—Gracias.

—Gracias.

Gracias por acompañarnos.

Esta fue otra edición de “Experiencias sobresalientes”.

Qué experiencia tan conmovedora, ¿verdad?

Podemos imitar el buen ejemplo de nuestros hermanos de Ruanda si ayudamos a nuestros hermanos cuando lo necesitan.

En los últimos años, hemos tenido videos sobre la vida de Jonás, Josías y otros ejemplos de fe.

¿Saben cómo logran los hermanos que estas producciones sean realistas y exactas?

Vayamos detrás de las cámaras de Nehemías: La felicidad que viene  de Jehová es nuestra fortaleza. En los días de Nehemías, los judíos se sintieron felices de participar en un inmenso proyecto de construcción.

Con la ayuda y la guía de Jehová pudieron terminar el trabajo en solo 52 días.

Se nota que has estado trabajando, ¿eh?

Durante la producción de Nehemías: La felicidad que viene de Jehová es nuestra fortaleza, las murallas de Jerusalén se volvieron a construir, pero esta vez en los estudios de Mount Ebo en Brewster, Nueva York.

Para este proyecto se necesitaban muchos voluntarios.

Todos estos hermanos usaron su tiempo, energías y diferentes habilidades para producir esta herramienta de enseñanza exacta y de calidad.

Poder participar los hizo muy felices.

Hizo falta una buena planificación desde el mismo comienzo.

Todos los días comenzaban con un análisis bíblico y con una oración.

Los hermanos encargados del vestuario y el maquillaje prepararon a los actores para cada escena.

También había hermanos que ayudaron a los actores a sentirse cómodos frente a las cámaras.

Y...

¡Acción!

Hermanos, por favor.

¿Han atacado ya a alguien?

Seguro que sí.

Él vio algo...

Mientras el equipo de producción grababa en un estudio, en otro se preparaba todo para las siguientes escenas.

Para añadir realismo, se hicieron objetos muy detallados y muchas veces se usó la impresión 3D.

Gracias a la cuidadosa investigación con la que se hicieron los objetos, el vestuario y los sets de grabación, se logró recrear con exactitud la época de Nehemías.

Pero, para mostrar cómo era la vida en Jerusalén en ese tiempo, también se necesitaban otras cosas.

Por ejemplo, participaron muchos animales.

Después de hacerse la mayor parte de la grabación, el equipo de efectos visuales creó escenarios digitales.

Estos se añadieron a las escenas para que se vieran todavía más reales.

A lo largo de la historia, el pueblo de Jehová siempre ha hecho trabajo de construcción.

Nehemías fue uno de los muchos siervos de Dios que usaron sus energías para apoyar ese trabajo.

Lo mismo hizo el equipo que trabajó en la producción de Nehemías: La felicidad que viene de Jehová es nuestra fortaleza. Estos hermanos se esforzaron mucho y trabajaron felices, y el resultado final nos ayuda a sentirnos más agradecidos y a amar más a Jehová.

Podemos aprender mucho del buen ejemplo de Nehemías y otros.

Pero, como muestra el siguiente video, también podemos aprender mucho de aquellos que han tomado malas decisiones.

Cuando yo nací, mis papás ya eran Testigos.

Y siempre trataron de ayudarnos a ser amigos de Jehová.

Pero me sentía muy sola, y sentía que no tenía nada en común con la gente de mi edad: ni su estilo de vida, ni la forma en la que hablaban, ni la música que escuchaban.

Así que esa fue una época difícil porque tenía que decidir qué clase de persona quería ser.

Y, dependiendo de la decisión que tomara, podría tener amigos o quedarme sola.

A lo largo de los años, me ha tocado ayudar a muchos hermanos que se han debilitado en sentido espiritual.

Y, lamentablemente, eso también les ha pasado a algunos amigos míos.

Nadie es inmune a la influencia de este mundo.

Nací en un hogar cristiano, así que durante mi infancia y adolescencia fui muy feliz sirviendo a Jehová.

Pero la situación se complicó un poco cuando empecé a trabajar.

La gente de mi trabajo me invitaba a hacer cosas con ellos, salir a tomar algo.

Incluso hubo algunos compañeros que querían que fuéramos más que amigos.

Es agradable que alguien se interese en ti, te hace sentir bien.

Pero, claro, era difícil tener que decirme a mí misma todo el tiempo: “Tú sabes que esta relación no va a ninguna parte, no va a funcionar, no vas a ser feliz porque este hombre no ama a Jehová”.

Recuerdo que un día estaba en mi auto en un estacionamiento y comencé a orarle a Jehová llorando, y le dije: “No puedo más.

Ya no puedo más.

Mis amigos están empezando a dejar la verdad.

Me siento muy sola, pero quiero seguir sirviéndote”.

Cuando terminé de orar, me fui a mi casa y hablé con mi mamá.

Ella me escuchó, y entonces me miró y me dijo: “Todo lo que Jehová te dice es por tu propio bien”.

En ese momento algo me hizo clic y sentí que Jehová me estaba diciendo: “Te quiero mucho.

Sé que estás pasando por una etapa muy difícil, pero voy a estar contigo.

Te esperan muchas bendiciones y una vida muy bonita y emocionante, pero tienes que ser paciente y aguantar”.

Aunque no fue fácil, resistí la tentación.

Pero una amiga a la que quería mucho y que estaba pasando por lo mismo no resistió y acabó dejando a Jehová.

Cuando me enteré de que había sido expulsada, fue algo...

Me dolió muchísimo.

Me puse muy triste.

No dejaba de pensar en lo difícil que iba a ser su vida a partir de ahora.

Después de un tiempo volvió a Jehová.

Ahora está criando sola a su hija.

Un día estaba hablando con ella por videollamada y la niña, que estaba por ahí detrás jugando, de repente la miró y le dijo: “Mamá, ¿por qué te casaste con alguien que no ama a Jehová?”.

Ella entendía que tenemos que obedecer las normas de Jehová.

A los ancianos nos encanta poder ayudar a las personas a restablecer su relación con Jehová.

Pienso mucho en lo que le pasó al rey David.

Al final, Jehová lo perdonó porque sabía que tenía un buen corazón.

Aun así, David tuvo que sufrir las consecuencias de sus errores toda su vida.

He recibido muchas bendiciones por ser obediente.

Una de ellas es que me casé con alguien que sirve a Jehová.

Él es muy bueno, y somos muy felices.

Siempre hay que mantenerse cerca de Jehová y obedecerle.

La Biblia dice: “Prueben y vean que Jehová es bueno”.

Cuando lo haces, te das cuenta de que no necesitas buscar la felicidad en ninguna otra parte.

A veces pienso en los hermanos que dejaron la verdad y que volvieron pero siguen sufriendo por las malas decisiones que tomaron.

Eso me convence de que no vale la pena dejar a Jehová.

Él es como un padre.

Lo que quiere es protegernos y cuidarnos.

Las cosas siempre saldrán bien si las haces a la manera de Jehová.

En mi familia hemos tenido muchas bendiciones.

Por ejemplo, mis cuatro hijos decidieron servir a Jehová.

Él se ha convertido en el centro de su vida y han podido disfrutar de muchos privilegios en su servicio.

Así que, para mí, hacer las cosas a la manera de Jehová ha sido una gran bendición.

Creo que, cuando pruebas el mundo, Satanás se asegura de que lo disfrutes al principio.

Pero eso se acaba cuando ya ha conseguido de ti lo que quería.

Una de las mayores bendiciones que he recibido son mis amigos.

Son personas que aman a Jehová y quieren servirle tanto como yo.

Estoy convencida de que Jehová no les da a todos exactamente las mismas bendiciones, sino que piensa en cada uno de nosotros y escoge las que sabe que nos harán más felices.

He visto que aprender de los errores no es lo mejor.

Lo mejor es hacerle caso a Jehová.

Jehová quiere que seamos felices y que nos ahorremos las consecuencias de las malas decisiones.

Si su lealtad se está poniendo a prueba de alguna forma, recuerde lo que dijo el hermano: “Lo mejor es hacerle caso a Jehová”.

Claro, si queremos aprender de él, tenemos que dejar que nos enseñe, permitirle que nos moldee.

De esto habló el hermano Gary Breaux en una adoración matutina.

El texto de hoy, Isaías 64:8, dice claramente que Jehová es el “Alfarero” —de hecho, es el Gran Alfarero— y que “nosotros somos el barro”.

Ahora bien, ¿de qué formas nos moldea Jehová?

Bueno, una manera es dando forma a nuestra personalidad cristiana.

¿Y cómo lo hace?

Él usa su Palabra, la Biblia, su espíritu santo y también la congregación.

Así que, en los próximos minutos, vamos a analizar algunas formas en las que Jehová nos ayuda a moldear nuestra personalidad.

Pues, hablemos de dos aspectos de la personalidad cristiana: la humildad y la bondad.

Como dijimos, un medio que Jehová usa para moldear nuestra personalidad es su Palabra, la Biblia.

Y, en Hebreos 4:12, dice que la Palabra de Dios tiene muchísimo poder.

Así que, al leer ciertos versículos de la Biblia, tenemos que examinar nuestra personalidad y preguntarnos: “¿Soy como dice aquí la Biblia?

¿Cómo puedo mejorar?”.

Veamos, por ejemplo, la humildad.

Busquemos Filipenses 2:3, 4.

Este texto nos puede ayudar muchísimo.

De hecho, nos dice lo que deberíamos hacer.

Filipenses 2:3, 4: “No hagan nada motivados por un espíritu conflictivo o egocéntrico, sino que humildemente piensen que los demás son superiores a ustedes, mientras buscan no solo sus propios intereses, sino también los de los demás”.

Así que, cuando leamos este texto, debemos examinarnos y preguntarnos: “¿Cómo lo estoy haciendo?

¿Lo estoy haciendo bien?

¿Estoy mejorando, especialmente si antes me resultaba muy difícil ser humilde?

¿Está Jehová de alguna forma ajustándome, moldeándome, puliéndome con estas poderosas palabras que hemos leído?”.

O también podemos hacernos estas preguntas: “¿Soy de esos que parece que siempre quieren mandar?

¿Doy la impresión a los demás de tener esa actitud?”.

O, como dice aquí, “¿pienso que los demás son superiores a mí?”.

Por ejemplo, podríamos admitir: “La verdad es que esa hermana es mucho más paciente que yo”.

“Tengo que reconocer que este hermano es mucho mejor maestro que yo”.

Como vemos, Jehová utiliza ciertos textos bíblicos para ayudarnos a moldear nuestra forma de pensar.

Pero además de usar textos bíblicos, Jehová también usa ejemplos de la Biblia, siervos suyos que demostraron esa cualidad.

Como dice el comentario de hoy, el propio Jesucristo fue un ejemplo de verdadera humildad.

Así que busquemos el texto que se menciona aquí.

El Evangelio de Lucas, capítulo 22.

Y, cuando leamos el relato, pensemos: “¿Qué me enseña?

¿Qué hizo Jesús?

¿Y cómo lo puedo imitar?”.

Lucas 22:24.

Esto ocurrió la noche antes de que Jesús muriera.

El texto dice: “Entonces también surgió una fuerte discusión entre los discípulos sobre quién de ellos era considerado el mayor”.

Bueno, claramente aquí había un problema de humildad.

Ahora, sigamos leyendo el relato.

Vayamos a los versículos 26 y 27.

Jesús dijo: “Sin embargo, ustedes no deben ser así.

Más bien, el que sea mayor entre ustedes, que se vuelva como el más joven, y el que dirige, como el que sirve.

Porque ¿quién es mayor?

¿El que come, o el que sirve?

¿Acaso no es el que come?

Pero yo estoy entre ustedes como el que sirve”.

Y Jesús no se limitó a decirlo.

Los apóstoles vieron, durante tres años y medio, el magnífico ejemplo de su Maestro sirviendo a los demás.

¡Qué humilde era!

Y, cuando leemos la Biblia, vemos claramente la humildad de Jesús y aprendemos cómo podemos imitarlo nosotros.

Así que es bueno que nos preguntemos: “Y yo, ¿soy una persona orgullosa?

¿Qué piensan los demás?

¿Les doy esa impresión?

¿Y cómo me veo a mí mismo?

¿Como ‘el que come’?

¿O como ‘el que sirve’?”.

Otro medio que Jehová utiliza para moldear nuestra personalidad cristiana es el espíritu santo.

Pero ¿cómo lo hace?

Bueno, si recuerdan, en Gálatas 5:19, se habla de “las obras de la carne”.

Y luego, en el versículo 22, se habla del “fruto del espíritu”.

“Las obras de la carne” y “el fruto del espíritu”.

Así que una obra es algo que uno hace; es el resultado de nuestras acciones.

Y, en este relato, Pablo menciona, como podemos ver, algunas “obras de la carne”; es decir, diferentes resultados de acciones que las personas hacen, ya sea a propósito o porque son imperfectas.

Pero, por otro lado, Pablo habla del “fruto del espíritu”, no las obras, sino el fruto que produce.

Y esto quiere decir que estas cualidades, que son fruto del espíritu, no son el resultado de algo que nosotros hagamos para tratar de ser mejores personas, sino que son el resultado de la influencia del espíritu de Dios en nosotros.

Es esta tremenda fuerza, este inmenso poder de Jehová, lo que nos mueve a actuar de cierta manera.

Puede ayudarnos a aplicar cierto versículo o a escuchar cierto consejo.

Así que oremos a Jehová pidiéndole espíritu santo para desarrollar estas cualidades cristianas que Pablo menciona.

Si nos fijamos en el versículo 22, una de estas cualidades es la amabilidad.

¡Qué importante es esta cualidad para un cristiano!

Así que, cuando el Gran Alfarero nos observa, ¿ve que necesitamos hacer algún cambio y ser más amables al tratar con los demás?

Si es así, ¿le oramos a Dios: “Por favor, Jehová, ayúdame a desarrollar el fruto del espíritu”?

De nuevo, en la Biblia encontramos ejemplos de personas que demostraron esta cualidad, ejemplos de personas que fueron amables con los demás.

Y, en este caso, no hay duda de que Jehová es el mejor ejemplo.

Vamos a verlo.

En Génesis 3:7, se dice que Adán y Eva comieron del fruto y “se dieron cuenta de que estaban desnudos”.

Así que ¿qué hicieron?

“Cosieron hojas de higuera” para taparse.

Pero luego, en el versículo 21, antes de que Jehová los expulsara fuera del jardín de Edén, adonde había espinos y cardos, ¿qué hizo?

Bueno, el versículo dice que “les hizo largas ropas de piel [...] para que se vistieran”.

Eso sí es ser amable de verdad.

Sin duda, estos ejemplos deberían llegarnos al corazón y moldearnos para ser más amables con los demás.

Un beneficio de ser amable es que a la gente le gusta estar con personas así.

Proverbios 11:17 dice: “El hombre bueno se beneficia a sí mismo”.

¿Verdad que nos sentimos bien cuando estamos con alguien bueno o amable?

Una persona amable hace amigos fácilmente y también los conserva.

Es muy interesante que el libro Benefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático dice que “quien es bondadoso y de genio apacible obra con delicadeza”.

Y, en la lección “Calidad de la voz”, fíjense en lo que dice: “A la gente le influye mucho no solo lo que se dice sino cómo se dice.

Si una voz es agradable, cálida, amigable y bondadosa, ¿no es verdad que se siente más inclinado a escucharla?”.

Sin duda que sí.

Y, por cierto, la edición de estudio de La Atalaya de noviembre de 2018 tiene un artículo muy bonito sobre la amabilidad, una cualidad que, como dice el título, “se demuestra con palabras y acciones”.

Bueno, hoy hemos hablado de dos cualidades cristianas que todos tenemos que seguir cultivando: la humildad y la amabilidad.

Permitamos que Jehová siga moldeándonos.

Para ello, él usa su Palabra, la Biblia, y también su espíritu santo.

Además, dijimos que Jehová usa la congregación.

Por eso, aceptemos los consejos que recibimos, ya sea desde la plataforma o que nos dé algún hermano, para mejorar en estos campos.

Y, si lo hacemos, también podremos decir las palabras registradas en Isaías 64:8: “Pero ahora, oh, Jehová, tú eres nuestro Padre.

Nosotros somos el barro y tú eres nuestro Alfarero; todos somos la obra de tus manos”.

¿Siente a veces que hacer todo lo que puede no es suficiente?

Como dijo el hermano Herd, puede pasar.

Pero la canción de este mes nos recuerda que podemos luchar contra esos sentimientos y encontrar la paz.

♪♪ ¿Por qué no dejo de pensar que lo hago siempre todo mal, que yo soy de lo peor, y que no merezco amor?

Si siento que no puedo más, me ayuda tanto orarte, Jehová.

Por ti seré valiente y lucharé con mi mente.

Lo voy a intentar con todo mi ser.

No pienso dar mi brazo a torcer.

Voy a dejar mis penas atrás.

Si estoy con Jehová, encuentro la paz.

Quisiera hacer tu voluntad y hacerle frente a la ansiedad.

No es cuestión de no caer, sino de ponerse en pie.

Por eso voy a predicar, a hablar del Reino que pronto vendrá.

Protejo mi cabeza, me deja en paz la tristeza.

Lo voy a intentar con todo mi ser.

No pienso dar mi brazo a torcer.

Voy a dejar mis penas atrás.

Si estoy con Jehová, encuentro la paz.

Me siento en paz.

Ya me cansé, es un error, no es verdad, no soy lo peor.

Tengo que echar afuera el estrés.

Jehová cuidará mi mente y mi corazón.

Así podré sentirme en paz.

Lo voy a intentar con todo mi ser.

No pienso dar mi brazo a torcer.

Voy a dejar mis penas atrás.

Si estoy con Jehová, encuentro la paz. ♪♪ Qué canción más animadora, ¿verdad?

Lo que le pasaba a esta hermana nos puede pasar a todos: hombres y mujeres, casados y solteros, jóvenes y mayores.

En este programa, vimos que Jehová nos enseña con el ejemplo de otros.

El ejemplo de Felipe nos anima a predicar con entusiasmo.

Aprendimos cómo Jehová nos ayuda a no cometer errores y a no sentirnos decepcionados.

Vimos cómo Jehová usó a los hermanos para ayudar a Eugene y Odile en momentos difíciles.

Y el video musical nos recordó que podemos encontrar la paz si protegemos nuestra mente y nos centramos en las bendiciones de Jehová.

Antes de despedirnos, veamos una nueva videopostal.

Esta vez, viene de los hermanos de la República de Lituania.

Lituania es un país pequeño en la orilla este del mar Báltico.

Sus paisajes están llenos de hermosas playas, bosques, ríos y miles de lagos, además de muchos castillos.

Durante siglos, el mar Báltico ha arrastrado hasta su orilla trozos de resina de árbol fosilizada, lo que se conoce como ámbar, que hasta el día de hoy se utiliza para hacer joyas.

En Lituania, hay cerca de 3.000 publicadores que dirigen más de 1.800 cursos bíblicos cada mes.

Nuestros hermanos predican de muchas formas.

Por ejemplo, disfrutan de predicar de casa en casa en ciudades y pueblos, y también participan en la predicación pública por todo el país.

El puerto más grande de Lituania está en la ciudad de Kláipeda.

Allí llegan cruceros con turistas de muchos países.

En el centro de la ciudad, los hermanos tienen un local donde la gente puede conseguir publicaciones en muchos idiomas y ver videos de jw.org.

La predicación informal también es muy efectiva en la costa del mar Báltico, en la ciudad vacacional de Birstonas y en la ciudad de Kaunas.

El istmo de Curlandia es un brazo de tierra lleno de vegetación de unos 100 km (o 60 millas) que separa el mar Báltico de la laguna de Curlandia.

Muchos turistas lo visitan cada año, y los testigos de Jehová están allí para hablar con ellos.

A nuestros hermanos les encanta estar juntos y pasar un rato animador.

Ven los programas de JW Broadcasting y comen juntos.

Algunos platos típicos lituanos son el shashlik, una carne asada en una varilla, y la sopa borsch fría, una sopa de remolacha y crema agria, servida con papas calientes.

Nuestros hermanos de Lituania nos mandan sus saludos y amor cristiano.

Muchas gracias, Chris.

Fue un programa muy animador.

Hermanos, queremos que sepan que los queremos mucho.

Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.



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