Imagine las caras de asombro de los apóstoles.
Jesús, ya resucitado, está delante de ellos en el monte de los Olivos.
Antes de desaparecer entre las nubes, Jesús dice las impactantes palabras que encontramos en Hechos, capítulo 1, versículo 8: ¡Vaya tarea!
Tenían que predicar las buenas noticias del Reino por toda la Tierra.
Seguro que los discípulos se sintieron abrumados y se preguntaban cómo solo un puñado de predicadores podría lograr semejante tarea.
Diez días después, recibieron el espíritu santo prometido y se pusieron a trabajar.
Es verdad que se enfrentaron a muchos desafíos, pero eso no los detuvo.
Tres años después, la obra había aumentado, y se empezó a predicar también a los gentiles.
Podemos leer el emocionante pasaje en el capítulo 10 de Hechos.
Primero, un ángel se le aparece a Cornelio, un oficial del ejército que teme a Dios.
Después, Pedro sigue la guía del espíritu santo, que lo lleva a la casa de Cornelio.
Allí, Pedro le da un testimonio completo sobre Jesús no solo a Cornelio, sino también a su familia y amigos.
Pedro termina explicando que ha recibido una comisión, la de ser evangelizador.
Leamos Hechos 10:42 y veamos los dos aspectos principales de la obra de predicar que Jesús empezó.
Primero, Jesús mandó a sus discípulos que le predicaran al pueblo.
Además tenían que dar “un testimonio completo”.
Los discípulos tenían que buscar a las personas de buen corazón.
Para ello, tenían que intentar llegar a todas las personas que pudieran.
Aunque fueron perseguidos con crueldad, los cristianos del siglo primero obedecieron el mandato de Jesús de predicar y dar un testimonio completo.
Más o menos para el año 60 de nuestra era, no habían pasado ni 30 años desde que los cristianos recibieron su comisión, Pablo pudo decirles a los de la congregación de Colosas que las buenas noticias se habían predicado en toda la creación bajo el cielo.
¡Qué gran demostración del poder del espíritu de Dios y de la fe, el entusiasmo y la determinación de aquellos primeros cristianos!
A finales del siglo diecinueve, un pequeño grupo de estudiantes de la Biblia aceptó el reto de dar un testimonio completo.
En abril de 1881, la revista “La Torre del Vigía de Sion” publicó un artículo con el impactante título “Se solicitan 1.000 predicadores”.
Actualmente, los testigos de Jehová predican en 240 países y territorios.
Pero eso tiene sus desafíos.
¿Cuáles son algunos de ellos y cómo podemos superarlos?
Muchos de nuestros hermanos tienen que enfrentarse a largas distancias, terrenos difíciles, climas extremos y otras dificultades para viajar.
En algunos lugares, tan solo encontrar a la gente ya es un reto.
Además de todo esto, Apocalipsis 14:6 nos recuerda que las buenas noticias llegarían “a toda nación, tribu, lengua y pueblo”.
Para conseguirlo, algunos tienen que aprender un nuevo idioma y aprender a hablar con personas de distintos antecedentes religiosos, étnicos y culturales.
Hay lugares donde la gente no quiere escucharnos y nos trata mal, o donde las condiciones de vida son muy duras.
Jesús nos advirtió que habría opositores que tratarían de detener la predicación.
Seguro que todos nos enfrentamos a diferentes desafíos, dependiendo de nuestro territorio.
Y no podemos ponernos a dar solución a cada uno de los obstáculos a los que nos enfrentamos.
Pero nos puede venir bien ver cómo otros están superando algunos obstáculos, y eso nos puede ayudar a pensar en diferentes maneras de enfrentarnos a los nuestros.
Analicemos tres principios bíblicos que nos ayudarán a tener éxito en nuestro ministerio: ¿De qué manera nos ayuda confiar en Jehová?
Veamos un ejemplo.
En los años noventa, los Testigos de Francia fueron objeto de una avalancha de noticias negativas en los medios.
Por culpa de este ataque, algunos hermanos perdieron sus trabajos, los niños Testigos sufrieron burlas en la escuela y la predicación se puso muy difícil en algunos lugares.
¿Qué hicieron?
En enero de 1999, pasó algo importante.
El Cuerpo Gobernante aprobó que se hiciera una campaña especial para distribuir un tratado que demostraba que todas las acusaciones eran falsas.
La campaña comenzó un viernes por la mañana temprano y, en solo tres días, los Testigos distribuyeron por toda Francia 12 millones de ejemplares del tratado.
Esta campaña les dio más fuerzas y más valor para predicar.
Durante los 19 años siguientes, ha ido aumentando la cantidad de publicadores, y el número de precursores regulares ha sobrepasado los 15.000.
Si en su zona se escuchan constantemente noticias negativas sobre los Testigos, ¿significa eso que necesitan una campaña especial para defender la verdad?
No necesariamente.
Aunque la campaña los animó mucho, los hermanos de Francia dijeron que lo que realmente les dio fuerzas y valor fueron las palabras de 2 Crónicas 32:8.
Vamos a leerlo.
Nos encontramos en los días del rey Ezequías de Judá.
El pueblo estaba desanimado por las constantes amenazas y los insultos de los asirios.
¿Qué los fortaleció?
Refiriéndose al rey de Asiria, el rey Ezequías dijo: ¿Y cuál fue el resultado?
Solo escuchar el recordatorio de que Jehová los ayudaría fue suficiente para fortalecer a los judíos.
Jehová los ayudó enviando a un ángel que destruyó al ejército enemigo.
¿Usa Jehová a los ángeles para ayudarnos a nosotros hoy día?
Veamos lo que dice Apocalipsis 14:6: Intentemos percibir la guía de los ángeles y la del espíritu santo de Dios.
Si usted se siente impulsado a tocar una puerta más o a hablar con la persona que tiene al lado en el autobús, ¡hágalo! ¡No se quede callado!
Puede que un ángel lo esté dirigiendo a una persona que tiene “la actitud correcta para obtener vida eterna”.
Vamos a hablar ahora del segundo principio bíblico que nos ayudará a dar un testimonio completo: ser flexibles.
Ahora vamos a leer 1 Corintios, capítulo 9, versículos 22 y 23: Llegar a ser de todo.
Hacer todas las cosas.
En otras palabras, ser flexibles.
Pongamos en práctica las sugerencias de la Guía de actividades. Familiaricémonos con las herramientas que tenemos en el kit de enseñanza.
Fijémonos en cómo los publicadores y los precursores experimentados usan esas herramientas.
Tratemos de entender los sentimientos y las circunstancias de las personas de nuestro territorio.
Puede que en el mismo territorio tengamos que usar diferentes métodos de predicación.
Por ejemplo, en el 40 % de los edificios de viviendas del territorio de los Takahashi no se permite la entrada a los Testigos, así que ellos predican con los carritos y de manera informal para llegar a esas personas.
Hablemos ahora del tercer principio bíblico: mantenernos centrados.
En Mateo 6:22, Jesús dijo: Mantener los ojos enfocados significa llevar una vida sencilla para poder centrarnos en las cosas espirituales.
Las distracciones no nos permiten dedicarle nuestra atención y energías a la obra de dar un testimonio completo.
Para enseñarles la verdad a los que tienen “la actitud correcta para obtener vida eterna”, primero hay que encontrarlos.
Movemos cielo y tierra para encontrar a las personas, ya sea que estén en sus casas, en las calles, en los parques, en las tiendas o en sus lugares de trabajo.
El interruptor de la predicación no puede apagarse.
Ese interruptor debe estar siempre encendido, todo el tiempo.
No solo aprovechamos todas las oportunidades que surjan para predicar, sino que también las creamos.
¿Y si los esfuerzos que hacemos para encontrar a la gente no dan resultado?
Bueno, Jesús no dijo que todas las personas fueran a hacerse discípulos antes de que viniera el fin.
Más bien dijo que el fin vendría después de que las buenas noticias del Reino se predicaran en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones.
El apóstol Pablo se mantuvo centrado en su ministerio.
Imitemos la actitud positiva que él tenía y que describió en Hechos, capítulo 20, versículo 24: Muy pronto ya no tendremos la oportunidad de dar un testimonio completo.
Así que usemos bien el tiempo que nos queda y busquemos a las personas sinceras para enseñarles la verdad.
Imitemos la fe de Ezequías: confiemos en Jehová.
Aprendamos del apóstol Pablo: seamos flexibles.
Y obedezcamos a Jesús: mantengámonos centrados.
De ese modo superaremos el reto de dar “un testimonio completo”.