Si nuestros hermanos necesitan ayuda, hacemos todo lo posible por dársela.
Además, nos causa mucha alegría estar con nuestros hermanos en las reuniones, la predicación y en otras ocasiones.
Amamos a nuestros hermanos y nos gusta pasar tiempo con ellos.
Pero, como somos imperfectos, a veces puede costarnos conservar el amor y la unidad.
Quizás alguien nos lastime o nosotros lastimemos a alguien.
Por esa razón, el tema del que quiero hablarles en el programa de este mes es: “Si hacemos las paces, Jehová nos bendecirá”.
Se basa en Mateo 6:14.
Leamos este importante versículo.
Justo después de enseñarles a sus discípulos a orar, Jesús les dijo en el versículo 14: ¿Hasta qué grado influyen estas palabras en cómo ve Jehová la adoración que le rendimos a diario?
Pensemos: al final del día le oramos a Jehová.
Le rogamos que su nombre sea santificado y que venga su Reino.
También le pedimos que bendiga al Cuerpo Gobernante y a los que llevan la delantera.
Después incluimos en la oración algunos asuntos personales.
Y al final decimos: “Jehová, sé que soy imperfecto y que peco contra ti todo el tiempo.
Por favor perdóname.
Permíteme estar limpio a tus ojos y tener tu aprobación”.
La pregunta es: ¿escuchará Jehová mi sincera oración?
¿Me perdonará?
¿Qué dijo Jesús?
Leamos de nuevo el versículo 14: ¿Notaron que Jesús dijo: “Si perdonan...”?
Eso nos enseña que el perdón no es automático.
Hay una condición; tiene un precio.
¿Cuál es?
Jesús indicó que perdonar a los demás es el precio que Dios fija.
¿Y qué hará Jehová entonces?
Jesús dijo: “También los perdonará a ustedes”.
Pero ¿será justo y razonable que Jehová nos diga: “Te perdonaré solo si tú perdonas a los demás”?
Bueno, suponga que usted enferma de gravedad y pierde su empleo.
No ha podido pagar la renta en varios meses.
Está desesperado.
Se encuentra prácticamente sin salida.
Le preocupan su esposa y sus hijos.
Así que va con el dueño de la casa y le pide que tenga paciencia y lo espere hasta que mejore la situación.
Le explica que cuando todo marche bien de nuevo y encuentre trabajo, hará todo lo posible por saldar la deuda.
El dueño le dice: “No te preocupes”, pues entiende su situación.
Le dará tiempo y no le cobrará la renta sino hasta que su situación haya mejorado.
Y no solo eso: cubrirá los gastos de su familia durante los meses difíciles.
¿Cómo se sentiría usted?
¿Cambiaría su forma de tratar a los demás?
Pues bien, por ser imperfectos, todos estamos en deuda con Jehová y merecemos morir.
Simplemente no tenemos con qué pagarle.
Pero si le rogamos a Jehová que nos ayude, él, que es tan bueno y misericordioso, nos dirá: “No te preocupes”.
Él incluso ha dado la vida de su hijo para pagar nuestra deuda.
Y por medio de ese sacrificio, está dispuesto a cubrir nuestros gastos —los pecados que cometemos cada día— y darnos su perdón hasta que la situación mejore...
cuando seamos perfectos en el nuevo mundo.
Ahora repasemos una vez más la breve pero profunda declaración de Jesús en Mateo 6:14: “Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial también los perdonará a ustedes”.
¿Es eso justo?
¿Razonable?
¿Realista?
¡Claro que sí!
Es más, hacer las paces y perdonar a nuestros hermanos es una de las mejores maneras de imitar a Jehová, pues él es compasivo y misericordioso.
¿Qué nos ayudará a hacer las paces sin demora?
Antes de hacer nada, debemos tratar de que el amor cubra el error.
Preguntémonos: “¿Puedo perdonar y olvidar?”.
Hacerlo es una hermosa manera de mantener la paz y la unidad de la congregación.
Pero si olvidar la ofensa fuera muy difícil, hay dos textos bíblicos que nos ayudarán especialmente a resolver las diferencias.
Son Mateo 5:23, 24 y Mateo 18:15-17.
Hay que tomar en cuenta que cada uno de estos textos describe una situación distinta, por lo que tienen aplicaciones diferentes.
La aplicación del capítulo 5 de Mateo es mucho más abarcadora y nos ayuda a buscar la paz en casi toda situación.
La del capítulo 18 es más limitada, pues se refiere a situaciones específicas y de mayor seriedad.
Analicemos el primer texto, Mateo 5:23, 24: Para poder comprender bien estos 2 versículos y lo que significan para nosotros hoy, tenemos que entender lo que significaron para los judíos del siglo primero.
Dibuje la escena en su mente mientras retrocedemos 2000 años y viajamos a la ciudad de Jerusalén.
Estamos en una de las fiestas anuales.
Hay decenas de miles de personas en la ciudad.
Usted ha ido para ofrecer un sacrificio: un hermoso cordero, el mejor que tiene.
Es un animal limpio, sin defecto alguno.
Usted atraviesa con el cordero una serie de patios, hasta llegar al patio de los sacerdotes.
Llegar hasta ese punto le ha tomado casi todo el día.
Ahora va a poner sus manos sobre el animal y a hacer una oración para pedir perdón.
En eso, se acuerda de algo.
¿De qué?
El versículo 23 dice: Así que piensa: “¡Mi hermano sí tiene algo contra mí!
La última vez que nos vimos, saludó a todos menos a mí.
Estaba molesto.
Pero ¿por qué?
No recuerdo haberle hecho nada.
¡Es demasiado sensible!
Siempre se enoja por todo”.
¿Estaba pensando Jesús en todo eso cuando dijo las palabras del versículo 23?
¡No!
Él nunca dijo nada sobre lo que ese “algo” pudiera significar.
Tampoco habló de quién tenía la razón y quién no.
Jamás mencionó que quizás alguien fuera demasiado sensible, que siempre se enojara, que no estuviera satisfecho con nada o que tuviera un carácter difícil.
¿Por qué no?
Porque lo que hay detrás de ese “algo” no es lo que importa.
¿Qué es lo que realmente importa?
¡Que la paz está en peligro!
Existe un problema que debe resolverse.
Si no hay paz entre los hermanos, su amistad con Jehová podría dañarse.
¡Eso es lo que importa!
Por eso, ¿qué debemos hacer?
La respuesta nos la da el versículo 24: Aquel sacrificio animal también era importante; no hay duda de eso.
Representa nuestra adoración a Jehová, como reunirnos, predicar y celebrar nuestra adoración en familia.
Pero, según lo que dijo Jesús, ¿qué es lo más importante?
Resolver los desacuerdos, estar en paz con nuestros hermanos.
Solo entonces estaremos en posición de ofrecer nuestra dádiva a Jehová.
En efecto, si hacemos las paces, Jehová nos bendecirá.
Pero ¿cuándo podemos aplicar el principio de Mateo capítulo 5?
Siempre que haya que limar las asperezas.
Pudiera tratarse de un malentendido.
O tal vez no hubo ningún malentendido, sino que realmente le dimos a alguien razones para ofenderse.
Sea como sea, si nos damos cuenta de que tiene algo contra nosotros, hay que hacer las paces.
Y los principios expuestos en este texto también aplican cuando nosotros somos los ofendidos.
En este caso, nosotros podemos tomar la iniciativa, resolver las diferencias y hacer las paces con nuestro hermano.
¡Y Jehová bendecirá esa buena actitud!
Ahora abran su Biblia en Mateo capítulo 18.
Hace un rato hemos dicho que la aplicación de los versículos 15 a 17 es más limitada.
¿Por qué?
Miren el versículo 15: Aquí Jesús dice: “Si tu hermano comete un pecado”.
Esto es muy diferente a solo decir que “tiene algo contra ti”.
Estamos hablando de una situación mucho más seria.
¿Cuál?
La versión revisada del libro Organizados, en la página 136, explica que Jesús “hablaba sobre problemas graves relacionados con bienes materiales, como el fraude o no devolver un préstamo.
El pecado también podría ser la calumnia, es decir, manchar seriamente la reputación de alguien”.
Así que hay asuntos que pueden solucionar los implicados pero que también son tan serios que el pecador puede ser expulsado si no se resuelven.
Antes de poner en práctica Mateo 18:15, debemos considerar si realmente es necesario abordar el asunto o si sería posible perdonar a la persona así sin más.
Si es un problema de dinero, ¿estaría usted dispuesto a perder lo que le deben?
Cada quien debe decidir.
¿Qué debemos hacer si hemos decidido hablarlo?
Jesús nos lo indica en el versículo 15 al decir que primero pongamos al descubierto la falta con la otra parte a solas.
No debemos hablar del asunto con otros ni tratar de ponerlos de nuestro lado.
Tampoco debemos ir con los ancianos para que lo solucionen por nosotros.
Antes bien, tratamos de resolverlo nosotros mismos.
Y como nuestro objetivo es arreglar el problema, conservar nuestra amistad con Jehová y ayudar a nuestro hermano a hacer lo mismo, insistiremos si no responde bien la primera vez.
Hay que recordar que Jesús no dijo: “Vayan solo una vez a poner al descubierto la falta”.
Cuando usted dé ese primer paso, deje claro que su propósito es ganar a su hermano.
También sería apropiado aclararle que está siguiendo los pasos indicados en Mateo 18:15 para solucionar los desacuerdos.
Por supuesto, lo anterior debe decirse con bondad.
No debe sonar a una amenaza.
Pero sí es necesario dejarle ver que el asunto es serio.
¿Y si no lográramos ganar a nuestro hermano con el primer paso?
Veamos el segundo paso en el versículo 16: Hay que hablar con él en compañía de 1 o 2 personas más.
¿Nuestros 2 mejores amigos?
No.
El objetivo es ganar a nuestro hermano.
Ir a él con nuestros mejores amigos solo logrará alejarlo.
En vez de eso, sería lógico elegir a otros cristianos maduros.
¿Y por qué cristianos maduros?
Bien, ¿pudiera ser un malentendido?
¿Podrían ayudarnos a razonar?
¿Habrá otra solución?
Si intervienen hermanos que son maduros en sentido espiritual, ellos nos podrán orientar.
En la mayoría de los casos, dar los primeros 2 pasos nos permitirá ganar a nuestro hermano y preservar la paz de la congregación.
Pero si no responde a sus continuos esfuerzos por ayudarlo, ¿qué sigue?
Tendrá que tomar una decisión.
¿Estaría dispuesto a perdonar a su hermano, incluso si eso implicara perder dinero?
Si decide seguir adelante con el asunto, vea lo que dijo Jesús en el versículo 17: En este punto intervendrá el cuerpo de ancianos en representación de la congregación.
Ellos analizarán los detalles para determinar si será necesario formar un comité judicial.
Felizmente, rara vez una situación llega a tal extremo, ya que los desacuerdos casi siempre se resuelven de forma pacífica.
Hablemos nuevamente de aquella oración sincera a Jehová.
“¿Habrá escuchado él mi oración?
¿Me perdonará?” Si en ese momento usted se da cuenta de que necesita hacer las paces con algún hermano, ore a Jehová sobre eso.
Pídale que lo ayude para que sus emociones no lo cieguen y pueda buscar la paz, ¡y hágalo lo antes posible!
Una vez que hayamos seguido los sencillos pasos que indicó Jesús y hayamos perdonado a los demás, habremos cumplido con la condición; habremos pagado el precio que Jehová fija.
¿Y qué hará él por nosotros ahora?
Como dijo Jesús, nos perdonará.
Eso nos dará la paz interior que acompaña a una conciencia limpia.
Sabremos que Jehová nos aprueba y bendice.
Ahora sí podremos hacer una valiosa contribución a la hermosa hermandad de la que tenemos el honor de formar parte.