Supongamos que una hermana estudiosa se les acerca cuando termina la reunión del domingo y les dice, Yo sé que en los últimos mil novecientos años siempre ha habido ungidos en la tierra, pero hace poco dijimos que no ha existido un esclavo fiel y discreto que haya estado suministrando alimento espiritual a su debido tiempo durante los últimos mil novecientos años. ¿Cómo se explica eso? ¿Por qué cambiamos nuestra manera de ver el asunto? Bueno, estoy esperando. ¿Qué dirían? Analicemos cuatro factores.
En primer lugar, el alimento espiritual. ¿De dónde proviene? De la Biblia. Y en los últimos mil novecientos años, ¿qué ha ocurrido con la Biblia? Bueno, hasta el año mil cuatrocientos cincuenta y cinco, aproximadamente, no se imprimió ninguna Biblia.
Las que circulaban se habían copiado a mano. Eran muy valiosas, muy caras y había muy pocas. Entonces, ¿cómo podían acceder a ese alimento espiritual las personas? Además, la mayoría de las Biblias eran en latín y muy pocos en Europa entendían esa lengua.
De hecho, según los historiadores, hasta aproximadamente el año mil, algunos reyes europeos ni siquiera sabían leer. Así que, si uno no sabía leer, era muy difícil acceder a una Biblia. Y si, además, no entendía latín, ¿cómo podría recibir el alimento espiritual? Incluso algunos miembros del clero católico no dominaban muy bien el latín.
Se aprendían de memoria lo que se decía en la misa y el domingo repetían más o menos lo que habían memorizado. A veces fingían estar hablando en latín porque no recordaban las palabras. ¿Dónde estaba, pues, la fuente del alimento espiritual? No sorprende que la mayoría de los reformadores protestantes hubieran sido sacerdotes católicos, pues eran los únicos que tenían acceso a la Biblia y podían leerla.
Así que el primer factor a tener en cuenta es la fuente del alimento espiritual. Pero imaginemos que vivimos en el año 1600 o 1700 y pico. Entonces ya tenemos acceso a la Biblia.
Ahora bien, ¿Cuál es la actitud de los reformadores protestantes con relación a la Biblia? La verdad es que su actitud no fue muy diferente a la de la iglesia católica. Muchos reformadores aceptaron lo que quisieron de la Biblia y rechazaron lo demás. Por ejemplo, Martín Lutero dijo que la Carta de Santiago era una epístola de paja y no le gustaba nada la Carta a los hebreos.
¿Por qué? Porque los escritos de Pablo y Santiago no apoyaban sus ideas. Por eso rechazó esas partes de la Biblia. También es importante el hecho de que Lutero, Calvino, Zwinglio y Wycliffe creían en la predestinación. Creían que Dios ha decidido de antemano quién irá al cielo y quién irá al infierno. Quizás alguien piense. ¿Y qué? Después hablaremos de eso. Es importante. Es muy importante. Así que hemos visto dos factores.
La fuente del alimento espiritual no estaba al alcance de todos y la actitud de algunos que tenían acceso a la Biblia no era muy buena. Un tercer factor, las divisiones. Entre los reformadores había profundas divisiones porque no aceptaban lo que la Biblia enseña, como daban más importancia a sus propias ideas que a lo que dice la Biblia.
No se ponían de acuerdo. No es que hubiera solo dos relojes. Es como si hubiera varios relojes y cada uno marcara una hora distinta.
Por ejemplo, Lutero no pensaba que el uso de imágenes fuera algo tan malo, pero Zwinglio sí. Con relación a la Cena del Señor, Lutero tenía un punto de vista muy parecido al de los católicos. Según él, el pan y el vino se convertían en el cuerpo y la sangre de Cristo, pero no se trataba de un sacrificio ritual.
En cambio, Zwinglio decía, no, el pan y el vino son símbolos. Solo representan el cuerpo y la sangre de Cristo. La cuestión del bautismo de niños enfureció a los reformadores.
Muchos reformadores decían, sabemos que la Biblia no apoya la idea del bautismo de bebés, pero eso lleva haciéndose mucho tiempo, así que lo vamos a seguir haciendo. ¿Y si uno se negaba a hacerlo? Bueno, los sanabaptistas insistieron en bautizar por inmersión a adultos. ¿Qué hicieron entonces los reformadores y sus seguidores? Arrestaron a los sanabaptistas, los torturaron y les dijeron, ¿quieren inmersión? Pues les vamos a dar inmersión.
Los llevaron al río y los sumergieron hasta ahogarlos. Esto no lo hizo la Inquisición Española. Fueron los reformadores protestantes que se lanzaban al cuello de otros protestantes.
Cuando Enrique VIII empezó a quemar a evangélicos ingleses, los evangélicos alemanes se alegraron. Pensaban que aquellos se lo merecían porque no creían exactamente lo mismo que ellos. Ana Bolena.
¿Recuerdan a Ana Bolena, la segunda esposa de Enrique VIII, aquella a la que decapitaron? Una de las causas por las que la ejecutaron fue que la Iglesia Anglicana, supuestamente protestante, se enteró de que ella era evangélica y estaba apoyando en secreto la impresión y distribución de la Biblia. Por eso, la Iglesia Anglicana contribuyó a su trágico final. Los reformadores también se llamaban unos a otros paganos, perros o cerdos.
Así que ya hemos hablado de la fuente de alimento espiritual, de la actitud hacia la Biblia y de las terribles divisiones entre los reformadores. Ahora bien, ¿Qué actitud se esperaría de un esclavo fiel y discreto hacia la predicación? Bueno, aunque parezca extraño, al principio la Iglesia Católica se tomó más en serio que los reformadores protestantes, la comisión de predicar en todo el mundo. Hagan memoria de lo que aprendieron en las clases de historia.
¿Quién llevó el Evangelio a China? ¿Quién intentó convertir a los indígenas americanos? ¿Quién se atrevió a entrar en el Amazonas? No fueron los reformadores protestantes, por lo menos al principio. Fueron los católicos.
Un historiador escribió, Los reformadores no estaban convencidos de que la obra misional fuera útil y necesaria. Martin Lutero creía que los musulmanes eran incorregibles y que los judíos nunca se convertirían.
¿Por qué los protestantes no querían ir a predicar a otros países? Eso nos lleva al ¿y qué de antes? ¿En qué creían? En la predestinación, en que Dios ya tiene decidido quién irá al cielo y quién irá al infierno.
Y no solo eso, también tiene decidido qué naciones irán al cielo y cuáles al infierno. Así que, ¿por qué molestarse en predicar? Esa actitud podría afectarnos a nosotros, de modo que pensáramos, Dios nunca permitirá que una persona buena muera en Armagedón, así que no hace falta que predique. Ahora bien, el objetivo de este análisis no es presentar a estos hombres como si fueran demonios.
No sabemos cómo los vio Jehová. No sabemos si alguno de ellos era ungido y simplemente no entendía bien algunas cosas. De hecho, nosotros no entendíamos bien algunas cosas al principio.
La idea es esta. Si miramos la historia de manera objetiva, no encontramos a un esclavo fiel y discreto suministrando alimento al tiempo apropiado. Primero, porque al principio la fuente de ese alimento no estaba disponible.
Después, porque la actitud hacia el alimento espiritual no fue siempre buena. Además, los reformadores estaban absolutamente divididos. Y finalmente, por la actitud hacia la predicación.
Hubo algún intento, pero el esclavo no tiene 1900 años de existencia.