La paciencia.
Busquemos Santiago 1:19.
El texto dice así: “Quiero que sepan, mis queridos hermanos, que todos deben ser rápidos para escuchar [para eso hace falta paciencia], pero lentos para hablar [más paciencia] y lentos para la ira”.
Aunque la palabra paciencia no aparece en este versículo, para hacer lo que dice aquí hace falta paciencia.
Así que podemos decir que habla de la paciencia.
Para ser pacientes hay que esperar.
Pero ser pacientes no es solo eso; también está envuelta nuestra actitud.
Piensen, por ejemplo, en cuando están en su automóvil y el tráfico no avanza; están detenidos.
O cuando están en una larga fila en un establecimiento esperando para pagar lo que quieren comprar, o cuando en el restaurante no vienen a atenderlos.
O cuando están esperando a alguien que tarda en llegar o es muy lento en hacer algo.
¿Con qué actitud esperan?
¿Saben esperar con paciencia?
Encontramos un ejemplo magnífico en la Biblia.
Se trata de Elihú.
Busquemos Job, capítulo 32.
De Elihú aprendemos mucho sobre la paciencia.
Él amaba profundamente a Jehová y sentía un respeto muy grande por la verdad.
Y, cuando escuchó las barbaridades y las mentiras que decían los tres supuestos amigos de Job, incluso las cosas que decía Job mismo, se enojó mucho.
Y tenía razón para sentirse enojado.
Podemos ver lo enfurecido que estaba en Job 32:1-3.
“Así que, como Job estaba convencido de su propia justicia, estos tres hombres dejaron de responderle.
Pero Elihú hijo de Barakel el buzita, de la familia de Ram, se enojó mucho.
Se enfureció con Job porque este había tratado de demostrar que él tenía razón y no Dios.
También se enojó mucho con los tres amigos de Job porque, al no poder encontrar una buena respuesta, habían declarado a Dios culpable”.
¿No les parece interesante?
A Elihú le hizo falta mucha paciencia.
Él no los interrumpió, ni a Job ni a sus tres compañeros, aunque se daba cuenta de lo muy equivocados que estaban.
Los tres amigos de Job, que supuestamente lo iban a consolar, mintieron sobre Jehová y lanzaron acusaciones falsas contra Job.
Así que era normal que estuviera enojado.
Pero fijémonos en un detalle que vale la pena destacar.
Es algo que debemos imitar.
Elihú esperó.
Antes de hablar y de expresar sus sentimientos, esperó con paciencia.
Leamos los versículos 4 a 6.
Job 32:4-6: “Elihú había estado esperando para contestarle a Job, pues ellos eran mayores que él.
Cuando Elihú vio que los tres hombres no tenían nada que responder, se enfureció.
Entonces Elihú hijo de Barakel el buzita comenzó a hablar.
Dijo: ‘Yo soy joven y ustedes son hombres de edad.
Así que me quedé callado por respeto y no me atreví a decirles lo que sé’”.
¿Qué nos enseña sobre la paciencia este versículo?
No interrumpamos.
Si dos personas están conversando, no interrumpamos.
¿No han visto a alguien hacer esto?
Uno está tranquilamente conversando con alguien y, de repente, otro aparece de la nada y te interrumpe; se mete en la conversación.
Eso no está bien.
Es de mala educación.
Recuerdo una vez que estaba en un Salón de Asambleas y vi a un hermano, un hermano muy conocido, que estaba hablando con una hermana, y yo solo quería saludarlo.
Me emocioné tanto de verlo que me fui directo y los interrumpí para saludarlo.
Pues pueden imaginarse lo que me pasó a continuación.
La mirada que me dio el hermano fue fulminante por mi falta de educación.
Y, ¿saben?
Tenía razón.
Yo me equivoqué.
No debí haber interrumpido una conversación que estaban teniendo dos personas.
Y a veces nos pasa.
Queremos que se nos oiga —dar nuestra opinión— porque pensamos que es importante.
Pero ¿es más importante que lo que los demás tienen que decir?
La verdad es que puede ser un hábito difícil de romper, eso de interrumpir.
Así que no interrumpamos a los demás, aunque pensemos que lo que tenemos que decir es importante.
Hacer eso sería de muy mala educación.
Si tenemos que interrumpir, que sea por algo de vida o muerte.
Después de todo, puede que lo que tengamos que decir no sea tan importante.
Hay otra lección sobre la paciencia que podemos aprender de Elihú.
Está en Job 32:11, 12.
Dice lo siguiente: “Miren, esperé a que ustedes hablaran; estuve escuchando sus razonamientos mientras buscaban qué decir.
Les presté mucha atención, pero ninguno pudo probar que Job estaba equivocado ni responder a sus argumentos”.
Elihú escuchó con mucha atención lo que dijeron aquellos hombres que habían ido a consolar a Job y también lo que dijo Job.
Reunió la información antes de responder.
¡Qué buena lección!
A veces nos apresuramos y juzgamos a la gente, o juzgamos sus motivos al hacer o decir algo.
Sacamos conclusiones precipitadas sin tener toda la información.
Y después nos arrepentimos y decimos: “¡Qué vergüenza!
Debí haberme quedado callado.
Fue una estupidez juzgar tan rápido”.
Por lo tanto, como Elihú, debemos evitar sacar conclusiones precipitadas sobre los motivos de los demás cuando hacen algo o dicen cualquier cosa.
Podemos equivocarnos, especialmente si reaccionamos antes de saber por qué hicieron o dijeron eso.
Tener paciencia puede evitar que hagamos cosas que luego nos avergüencen.
Así que es algo bueno ser pacientes.
Por lo que se ve, Elihú era un hombre de emociones muy fuertes.
Por eso su paciencia es aún más digna de destacar.
Él se enojó muchísimo cuando escuchó lo que decían los tres compañeros de Job.
No hay duda de que defendía la verdad con mucha pasión.
¡Tenía que dejar las cosas claras!
Sabía que aquellos hombres estaban mintiendo.
Mintieron sobre Job.
Incluso mintieron sobre Jehová.
Pero se contuvo hasta que terminaron de decir todo lo que querían.
¡Qué interesante!, ¿verdad?
Y, es más, leamos Job 32:17-20.
Veamos cómo se sentía Elihú.
Estaba a punto de explotar.
Y a veces nosotros también nos sentimos así; sentimos que tenemos que decir algo ya.
Pero es importante que en esos momentos frenemos.
Leamos los versículos del 17 hasta el 20: “Yo también daré una respuesta, también diré lo que sé, porque estoy repleto de palabras; el espíritu dentro de mí me obliga a hablar.
Por dentro estoy como vino sin respiradero, como odres nuevos a punto de reventar.
¡Déjenme hablar para que me alivie!
Abriré los labios y daré una respuesta”.
¿Se fijaron, hermanos?
Así es como se sentía Elihú.
Pero se contuvo, controló sus emociones.
Tuvo que frenar el impulso de expresar lo que pensaba —de decir lo que sentía— y quizás durante mucho tiempo, mientras estaba escuchando cómo aquellos tres criticaban a Job y lo que Job decía para defenderse.
Estuvo allí, parado —o sentado—, escuchó con atención, se controló y, en el momento adecuado, habló.
Ya hemos leído lo enojado que estaba Elihú, tanto con Job como con aquellos tres supuestos amigos.
Lo vimos claramente, ahí, en los primeros versículos del 32.
Pero, si seguimos leyendo en el 33, nos impresiona ver cómo arregló las cosas.
Nos puso un excelente ejemplo a todos sobre cómo hay que dar consejos, en particular si a quien vamos a dar consejo nos ha hecho enojar con algo que ha dicho o ha hecho.
Leamos los versículos 1 a 7.
Elihú dijo: “Pero ahora, Job, oye mis palabras, por favor; escucha todo lo que digo.
Por favor, presta atención.
Tengo que abrir la boca, mi lengua tiene que hablar.
Mis palabras expresan la rectitud de mi corazón y mis labios cuentan con sinceridad lo que sé.
Fue el espíritu de Dios el que me hizo y el aliento del Todopoderoso el que me dio vida.
Respóndeme si puedes; preséntame tus argumentos; toma tu posición”.
Y notemos estas palabras llenas de empatía: “Mira, para el Dios verdadero, yo soy igual que tú; también fui formado del barro.
Así que no deberías tenerme terror ni sentirte aplastado por la presión de mis palabras”.
¡Qué buen ejemplo nos puso!
Puede que estemos muy enojados con alguien y queramos ponerlo en su lugar.
Puede que incluso le haga falta una buena reprimenda.
Pero hay que corregir con amor.
De hecho, Elihú era un buen amigo.
Cuando alguien te está corrigiendo, uno sabe si lo está haciendo porque está enfadado contigo o si lo hace porque te quiere, porque eres su amigo y te corrige para ayudarte.
Este es el ejemplo que nos puso Elihú.
¡Qué buena lección aprendemos de este siervo de Dios sobre la paciencia y los buenos modales!