No hay nadie en todo el universo más generoso que Jehová. En Salmo 145, 16 leemos, “estás abriendo tu mano y satisfaciendo el deseo de toda cosa viviente. Todos tenemos El honor y la responsabilidad de imitar a Jehová y estar dispuestos a abrir nuestra mano. Busquemos en la Biblia esta idea que formaba parte de la ley que Jehová dio a Moisés. Leamos de Deu. Cap. 15, desde el ver. 7 dice: “en caso de que alguno de tus hermanos en pobreza en medio de ti, en una de tus ciudades, en tu tierra que Jehová, tu Dios te da, no debes endurecer tu corazón, ni ser como un puño para con tu hermano pobre, porque debes abrirle tu mano generosamente y sin falta prestarle a cambio de prenda cuánto necesita de lo que esté necesitado. Como vemos, Jehová nos enseña que como Él, debemos abrir nuestra mano en vez de cerrar el puño. A veces nuestros hermanos pasan necesidades y nos damos cuenta de que nuestra ayuda les serviría mucho. No obstante, es fácil sentirse impotente ante la situación o hasta pensar que no podemos hacer nada. Ha dicho alguna vez me gustaría poder ayudarte o si hay algo que yo pueda hacer, no dudes en decírmelo. Bueno, regresemos a Proverbios 3:27, el texto de hoy y leámoslo de nuevo. “No retengas el bien de aquellos a quienes se les debe, cuando sucede que está en el poder de tu mano hacerlo”. Cierta obra de referencia dice lo siguiente sobre este versículo. Retener significa negarse hacerlo bueno a favor de alguien. Quizás por eso en el siguiente versículo, el 28 se indica: “No digas a tu semejante, anda y vuelve y mañana daré cuando hay algo contigo”. ¿Cuál es la lección? Jehová nos está enseñando a pensar en lo que sí podemos hacer, en lo que está en el poder de nuestra mano. ¿De qué depende nuestra manera de reaccionar ante la necesidad ajena? ¿De cuánto dinero tenemos? No necesariamente. Si de verdad deseamos abrir nuestra mano para ayudar, veremos que siempre hay algo que podemos hacer, sin importar que tengamos mucho o poco en sentido material. Recuerdo que cuando yo servía en la sucursal de Canadá, un hermano joven que trabajaba en la imprenta enfermó durante algún tiempo. Cierto día, un miembro del comité de sucursal puso alimentos y otras cosas en una bolsa y la dejó en la Puerta de su habitación. Aquel acto de generosidad animó mucho al hermano, pero no sólo lo animó a él, sino a todos nosotros porque le contó a toda la familia betel lo que había ocurrido, aunque ya han pasado casi 20 años, todavía recuerdo ese gesto. En otra ocasión, estando todavía en Canadá, ocurrió una grave inundación en la zona de Winnipeg el comité de sucursal preguntó a los miembros de la familia betel si querían aportar algo para las labores de socorro. Me impresionó ver que en tan solo uno o dos días se juntaron más de 10.000 dólares y eso pasó hace 20 años, así que estamos hablando de una gran suma de dinero. Todos aquellos betelitas se concentraron en lo que sí podían hacer para ayudar. La realidad, hermanos, es que siempre hay oportunidades para hacer algo por los demás, para abrir nuestra mano y ser generosos y amables. ¿Vamos a sufrir si actuamos así? Proverbios cap. 11, ver. 25, asegura. “El alma generosa será en gorda de ella misma y el que liberalmente riega otros, el mismo también será liberalmente regado. Esto es una gran verdad. Una historia que apareció en 1869 en una revista de agricultura ilustra los ciertas que son esas palabras de Proverbios. Se trataba de dos hermanos carnales, uno tacaño y pobre y otro rico y generoso. Un día se encontraron en un granero. El pobre preguntó al rico. ¿Por qué prosperas tanto si siempre eres generoso y das a manos llenas, mientras que yo que doy tampoco sigo siendo pobre? Te mostraré por qué contestó el hermano rico. 2 Como se encontraban al lado de un barril lleno de semillas, el hombre metió la mano y trató de agarrar tantas de aquellas suaves y relucientes semillitas como pudo. Y entonces cerró el puño. Cuando lo abrió, casi todas las semillas se escurrieron por entre sus dedos. Eso es lo que tú haces, dijo. Entonces volvió a meter la mano, pero esta vez abierta y pudo sacar muchas semillas. Esto es lo que hago yo, dijo. ¿Cuál es la lección? Qué en una mano abierta para dar siempre habrá más que en una mano que se sierra para no compartir. Y no es verdad que Jehová puede poner más en una mano abierta que en una cerrada que deberíamos hacer entonces hermanos. Jehová nos ha puesto el ejemplo. Es la persona más generosa del universo. Además, nos ha dicho que abramos la mano para dar. No que la cerremos. Así que estemos atentos a las necesidades de los demás. En lugar de alejarnos o decir, si hay algo que yo pueda hacer, no dudes en decírmelo. Pensemos en lo que podemos hacer para ayudarlos. Y siempre que labramos para actuar con generosidad, Jehová nos bendecirá y, de ser necesario, pondrá más en nuestra mano para que podamos dar a los demás
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