Hoy hablaremos de la relación que tenemos con nuestros familiares no Testigos y de que nuestra lealtad a Jehová debe estar por encima del amor que les tenemos.
Contestaremos tres preguntas.
¿Por qué pueden surgir problemas si ponemos a Jehová por encima de nuestros familiares?
¿Hay algún ejemplo en la Biblia de alguien que puso su lealtad a Jehová por encima del amor a sus familiares?
Y ¿cómo podemos ser leales a Jehová y al mismo tiempo demostrar que amamos a nuestros familiares no Testigos?
Primera pregunta: ¿por qué pueden surgir problemas cuando ponemos a Jehová por encima de nuestros familiares?
Jesús dijo que pasaría.
Busquen conmigo Mateo, capítulo 10.
Aquí Jesús explica que, cuando alguien se hace cristiano, podría sufrir la oposición de su familia.
Mateo 10:34, 35: “No piensen que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada.
Porque vine a causar división.
El hijo estará contra su padre, la hija contra su madre y la nuera contra su suegra”.
Cuando Jesús dijo “No piensen que vine a traer paz”, estaba explicando lo que podría pasar cuando alguien se hiciera su discípulo.
Seguir las enseñanzas de Jesús sería todo un reto si sus familiares las rechazaban.
¿Y verdad que a algunos nos ha pasado esto?
Cuando nos hicimos Testigos, a nuestros familiares no les gustó nada, y quizás sigan sintiendo lo mismo.
O puede que no estén de acuerdo con las decisiones que tomamos o con las metas que tenemos, como ser precursores o servir en Betel.
Eso es lo que le pasó a un hermano de nuestra familia Betel.
Cuando era joven y conoció la verdad, su padre le dijo que lo había decepcionado muchísimo.
Su padre estaba desconcertado, porque antes de estudiar la Biblia este hermano tenía un futuro prometedor en este mundo.
Y después, cuando lo invitaron a Betel, el hermano cuenta que a su padre le afectó un montón, porque estaba convencido de que estaba tomando una pésima decisión.
El hermano escribió: “Mi papá siempre fue cariñoso y responsable.
Nunca nos faltó nada y nos apoyaba en todo.
Sentí que lo estaba defraudando.
Era como si le estuviera dando la espalda y no le estuviera mostrando el aprecio que él se merecía.
Fue durísimo para mí”.
Él estaba muy triste.
Y es que no queremos hacerles daño, es obvio, porque amamos a toda nuestra familia.
¿Dónde está entonces el problema?
Cuando decidimos servir a Dios y nos dedicamos a él, pusimos nuestra lealtad a Jehová por encima del amor a nuestra familia.
Al ver que nuestras prioridades han cambiado, pueden pensar que los estamos rechazando.
Esto puede crear una división, como la que causa una espada.
Eso fue lo que dijo Jesús en Mateo 10.
¿Hay algún ejemplo en la Biblia de alguien que puso su lealtad a Jehová por encima del amor a sus familiares?
¿Qué les parece el hombre que están viendo en sus pantallas?
Jonatán, el hijo del rey Saúl.
En 1 Samuel, capítulo 18, dice que poco después de que David venciera a Goliat “surgió una gran amistad entre Jonatán y David”.
Y, como Jonatán quería a David como a sí mismo, hicieron un pacto.
Durante el resto de su vida, Jonatán le fue leal a David y, como David era el escogido de Jehová, Jonatán también le fue leal a Jehová.
Tiempo después el padre de Jonatán, el rey Saúl, decidió que iba a matar a David, así que Jonatán se enfrentó a un conflicto de lealtades.
¿Seguiría poniendo la lealtad a Jehová por encima del amor a sus familiares?
Sabemos que sí, pero esto causó una división en la familia.
Vamos a ver lo que pasó en 1 Samuel 20.
Leamos los versículos 30 a 33, y fíjense en la división que surgió entre Jonatán y su padre.
1 Samuel 20:30: “Entonces Saúl se enfureció con Jonatán y le dijo: ‘¡Hijo de una rebelde!
¿Te crees que no sé que estás de parte del hijo de Jesé?
¡Eres una vergüenza para ti y para tu madre!
Mientras el hijo de Jesé siga vivo aquí en la tierra, tú y tu reino no estarán seguros.
Así que manda a alguien a buscarlo, porque tiene que morir’.
Pero Jonatán le respondió a su padre Saúl: ‘¿Por qué tiene que morir?
¿Qué es lo que ha hecho?’.
Entonces Saúl le arrojó la lanza para matarlo, y a Jonatán le quedó claro que su padre estaba decidido a matar a David”.
¿Se imaginan qué situación?
Probablemente pocos hayamos pasado por algo así con familiares no Testigos.
Pero ¿qué haría Jonatán?
¿Empezaría a pensar que tenía que cambiar sus prioridades y poner el amor a su familia por encima de su lealtad a Jehová?
Versículo 42: “Jonatán le dijo a David: ‘Vete en paz, porque los dos ya juramos por el nombre de Jehová.
Dijimos: “Que Jehová sea testigo para siempre entre tú y yo, y entre tus descendientes y los míos” ’ ”.
La lealtad a Jehová era lo primero en el corazón de Jonatán, y él demostró que el amor a Jehová estaba por encima del amor a su familia.
A pesar de todo, él apoyó a su padre siempre que fue posible.
¿Cómo lo sabemos?
Por lo que dice 1 Samuel 31:2 sobre una batalla contra los filisteos.
Dice: “Los filisteos persiguieron de cerca a Saúl y a sus hijos, y lograron matar a Jonatán, a Abinadab y a Malki-Súa, hijos de Saúl”.
Así que Jonatán apoyó a su padre hasta que murió.
Sin embargo, nunca dejó de ser leal a Jehová.
¡Qué buen ejemplo para aquellos que tenemos familiares que no son Testigos!
Los amamos, los apoyamos siempre que es posible, pero ponemos nuestra lealtad a Jehová Dios en primer lugar.
Al igual que Jonatán, ¿cómo podemos ser leales a Jehová y, a la vez, demostrarles amor a nuestros familiares no Testigos?
Esa es la tercera pregunta.
Vamos a ver algunos principios bíblicos que nos pueden ayudar.
Aquí tenemos cinco de ellos.
Cuatro aparecen en el artículo de La Atalaya en el que se basa el comentario de hoy.
Número 1: Cuando surja un problema con un familiar que no es Testigo, intentemos razonar con él con cariño.
Como leemos en 1 Samuel 20:32, Jonatán trató de razonar con Saúl sobre el tema de David.
¿Recuerdan lo que le preguntó?
“¿Por qué tiene que morir?
¿Qué es lo que ha hecho?”.
Claro, no siempre funciona esto de razonar, como le pasó a Jonatán, pero al menos tenemos que intentarlo.
Número 2: Tratemos de entender lo que piensan.
Intentemos ver las cosas desde su punto de vista y escuchemos con atención para saber qué les preocupa.
Proverbios 20:5 dice: “Los pensamientos del corazón del hombre son como aguas profundas, pero el hombre discernidor sabe sacarlos”.
Número 3: Hablemos con apacibilidad.
Pidámosle a Jehová que nos dé su espíritu santo para que podamos hablar con nuestros familiares con calma.
Si dicen o hacen algo que nos lastime, recordemos lo que dice 1 Corintios 4:12, 13: “Cuando nos insultan, bendecimos; cuando nos persiguen, aguantamos con paciencia; cuando nos calumnian, respondemos de manera apacible”.
Número 4: Tengamos una buena conducta.
Nuestra buena conducta puede tener un efecto más positivo que nuestras palabras.
1 Pedro 3:16 dice: “Mantengan una buena conciencia para que, digan lo que digan contra ustedes, los que hablan contra ustedes sean avergonzados a causa de su buena conducta como seguidores de Cristo”.
Número 5: Anticipémonos a los problemas.
Proverbios 22:3: “El prudente ve el peligro y se esconde”.
Claro, eso no significa que tengamos que escondernos de nuestros parientes, sino que debemos pensar qué situaciones o temas podrían causar problemas y cómo los manejaríamos.
Estos cinco principios bíblicos nos ayudarán a mostrar amor a nuestros familiares no Testigos sin dejar de ser leales a Jehová.
¿Cómo le fue al betelita del que hablamos antes?
Su padre dijo: “Me di cuenta de que mi hijo iba en serio.
Él estaba completamente decidido a seguir sirviendo a Jehová.
Más tarde, cuando visité Betel, me impresionó ver el orden y la limpieza que había allí.
Eso me convenció de que él había tomado una buena decisión”.
El hermano concluye: “Mi papá ahora también es testigo de Jehová.
Es precursor regular junto con mi mamá, y los dos estamos en el mismo cuerpo de ancianos”.
Sigamos el ejemplo de este hermano y de Jonatán, el hijo de Saúl, y pongamos nuestra lealtad a Jehová por encima del amor a nuestros familiares.