JW Broadcasting: Diciembre de 2022 (graduación de la clase 152 de la Escuela de Galaad)

Bienvenidos al programa de diciembre de 2022.

El 10 de septiembre se graduaron los 24 estudiantes de la clase 152 de Galaad.

A muchos de los estudiantes ya se les había invitado hacía tiempo.

Pero esperaron hasta que se redujeron las restricciones por la pandemia.

Y ahora, después de cinco meses de estudio intenso, ¿cómo usarán lo que aprendieron?

¿Qué los ayudará a hacer bien su trabajo?

¿Y cómo pueden fortalecer a los hermanos?

Estas y otras preguntas se contestarán en la primera parte del programa de graduación de Galaad.

Bueno, estudiantes, ¡llegó el día!

Ahí los veo a todos sonrientes, esperando a que empiece el programa.

Seguro que les cuesta creer que finalmente llegó el día de su graduación.

Pero también sabemos que están entusiasmados, que tienen muchas ganas de empezar con sus asignaciones.

Ya sea en su lugar de origen o en un destino nuevo.

Durante los últimos meses han aprendido un montón, y han metido toda esa información en su mente y corazón.

Y ahora ya están listos para ponerlo en práctica cuando salgan de aquí para irse a sus destinos.

Pero no solo debemos tener entusiasmo al cumplir con nuestra asignación, también necesitamos tener paciencia.

Así que me gustaría hablarles durante unos minutos sobre este tema: tengamos entusiasmo, pero también paciencia.

¿Por qué?

Porque ahora, cuando vayan a sus destinos, quizás se vean tentados a poner en práctica lo que han aprendido y cambiarlo todo.

Pero recuerden que no se cambia el mundo de la noche a la mañana, ni siquiera una sucursal.

Además, es muy fácil abrumarse cuando tratamos de hacer demasiadas cosas al mismo tiempo.

Así que por eso es importante tener entusiasmo, pero también paciencia.

Nuestro Señor Jesucristo es un excelente ejemplo en esto.

Cuando él vino a la Tierra, todo el mundo necesitaba escuchar su mensaje.

Pero tuvo que esperar unos 30 años, tuvo que crecer y esperar al momento de Jehová para empezar a predicar.

Y eso requirió que fuera paciente, ¿verdad?

¿Y qué pasó cuando Jesús empezó a predicar?

¿En qué se centró él?

¿Se lo imaginan mirando alrededor viendo todo lo que había que cambiar en el mundo en ese momento?

Pues vayamos a la Biblia.

Vamos a leer Mateo 15:24.

Aquí les habla a sus apóstoles.

Dice: “Él respondió: ‘Solo se me envió a las ovejas perdidas de la nación de Israel’ ”.

Pues qué interesante.

Aquí Jesús dice que tenía que hacer una labor específica.

¿Y cuál era esa labor?

Predicar “a las ovejas perdidas de la nación de Israel”.

Si vamos unos capítulos atrás —vamos a Mateo 10—, los versículos 5 y 6 explican que Jesús mandó a sus apóstoles a predicar.

¿Y qué fue lo que les dijo?

“No vayan por el camino que lleva a otras naciones y no entren en ninguna ciudad de Samaria.

Más bien, vayan vez tras vez a buscar a las ovejas perdidas de la nación de Israel”.

Así que, cuando Jesús manda a predicar a sus apóstoles en este momento, ¿qué es lo que les recuerda?

Pues les dice que ellos también tienen que hacer una labor específica, concreta.

No tenían que tratar de predicarle a todo el mundo a la vez, a los samaritanos, a los gentiles.

Tendrían que centrarse solo en “las ovejas perdidas de la nación de Israel”.

Así que, cuando pensamos en esto, ¿qué aprendemos de estos dos versículos?

Bueno, primero, sí, todo el mundo necesitaba escuchar el mensaje.

Pero ¿qué hizo Jesús?

¿Y qué esperaba que hicieran sus apóstoles?

Que se dieran cuenta de que tenían que hacer una labor específica.

Que no se abrumaran pensando que ellos tenían que cambiar el mundo de la noche a la mañana.

Jesús confió mucho en Jehová.

Sabía que Dios, poco a poco, haría que el mensaje llegara a más personas y a otros lugares.

Y sabemos que eso fue lo que pasó en el Pentecostés.

Y luego más adelante, en el año 36.

¿Y cuál es la lección para ustedes?

Ahora, al volver a su destino o al ir a uno nuevo, allí habrá infinitas posibilidades de ayudar a los demás —fortalecerlos, estabilizarlos en sentido espiritual—.

Pero, si tratan de hacerlo todo a la vez, se van a cansar, y probablemente los demás también se cansarán de ustedes.

Quizá conozcan el dicho “El que mucho abarca poco aprieta”.

Así que poco a poco vayamos haciendo lo que Jehová nos ha mandado.

Porque, si tratan de hacer muchas cosas de golpe, puede que al final no logren mucho y terminen muy cansados.

Por lo tanto, sean pacientes, como lo fue Jesús, y recuerden que ustedes tienen que hacer una labor concreta.

Concéntrense en ella, confiando en que Jehová hará que el buen ejemplo de ustedes beneficie a otras personas.

Poco a poco lo que ustedes hagan tendrá efecto en otros.

Ahora me gustaría ponerles un ejemplo.

Se trata del Pacífico sur.

Cuando un misionero llega al Pacífico sur, es por ponerles un ejemplo, digamos que llega a un país que tiene unas 100 islas habitadas.

¡Eres un nuevo misionero!

—Me acuerdo de ese sentimiento—.

Y, al llegar, te enteras de que solo en 10 islas hay testigos de Jehová, 10 islas que tienen publicadores y congregaciones.

Así que hay 90 que no.

Y ahora, ¿cuál creen que será la reacción entusiasta?

“¡Una lancha!

¡Necesitamos una lancha!

¡Tenemos que visitar las 90 islas, y lo tenemos que hacer ya, inmediatamente!”.

Bueno, normalmente se les manda solo a una congregación que cubre una zona.

Entonces, ¿qué aprendemos?

¿Qué pudiera ocurrir?

Pues, si quieres conseguir una lancha, y no hay nada de malo en tener una lancha y visitar otras islas… Pero, si te dedicas solo a eso, ¿qué hay de tu labor principal?

Además, ¿cómo vas a atender a todas las personas que muestren interés en las 90 islas?

No basta con dejarles unas cuantas revistas, tienes que estar ahí con ellas, ayudarlas y formar congregaciones.

Pero ¿qué pasa normalmente?

Es interesante ver que misioneros y otros predican en quizá las zonas que están más pobladas, y se concentran muy bien en su asignación.

Y, entonces, puede que personas de otras islas vayan a la zona donde están los misioneros.

Y allí se les predica.

Ellos muestran interés, empiezan a estudiar, vuelven a sus islas...

¿Y entonces qué?

Poco a poco el mensaje va llegando a todas las islas.

¿Cuál es la lección?

No piensen que tienen que hacerlo todo.

Céntrense, como hizo Jesús, en la asignación que recibieron.

Si lo hacen así, puede que se sorprendan con los resultados.

Pues eso es exactamente lo que le pasó a Jesús.

Vamos a volver a Mateo 15.

Recordemos, ¿dónde tenía que predicar Jesús?

El versículo 24 dice que era en “Israel”. Y, como vemos en este mapa, en aquel tiempo la frontera de Israel delimitaba la zona a la que podríamos llamar su territorio de predicación.

Pero, cuando Jesús dijo esas palabras, ¿dónde estaba?

¿Se acuerdan?

Veamos el versículo 21: “Jesús salió de allí y se fue a la región de Tiro y Sidón”.

¿Y dónde están Tiro y Sidón en el mapa?

¿Se dan cuenta?

Jesús no estaba en su territorio, estaba por allá con los gentiles, ¿por qué?

Bueno, el relato paralelo, que está en Marcos 7, nos dice que Jesús quería pasar algún tiempo a solas con sus apóstoles, para relajarse.

Porque siempre estaban rodeados de gente, muy ocupados.

Y seguro que entendemos muy bien cómo se sentía Jesús.

Así que se fue con sus apóstoles fuera de Israel, fuera de su territorio, de la zona en la que normalmente predicaban, para poder estar solos y tranquilos.

¿Y qué sucedió?

Bueno, el relato cuenta que se le acercó a Jesús una mujer.

Como nos indican las notas de estudio, la mujer era griega, de nacionalidad sirofenicia, es decir, que era ciudadana o habitante de esa área, del área sirofenicia.

Entonces esta mujer se acerca a Jesús y le suplica ayuda.

Se notaba que no era una mujer judía, probablemente tampoco hablaba hebreo, y desde luego no entraba en la categoría de las ovejas perdidas de la nación de Israel.

Así que, cuando esta mujer está tratando de hablar con Jesús, él les recuerda a sus apóstoles lo que dice el versículo 24, a quiénes debía predicar.

Pero este era un caso especial, porque esta mujer sirofenicia estaba demostrando que sabía quién era Jesús.

Fíjense en el versículo 22, ella dice: “¡Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David!”.

Ella era una gentil, no tendría por qué saber quién era David.

Pero, cuando ella dice “Hijo de David”, como indican las notas de estudio, estaba mostrando fe en Jesús, reconociendo que era el Mesías.

Así que no era cualquier mujer sirofenicia.

Bueno, ¿qué hizo Jesús?

Pues puso un poquito a prueba a la mujer y utilizó un ejemplo.

Le dijo que en una casa primero comen los niños, la familia, y luego comen los perritos.

Aquí Jesús estaba eligiendo muy bien sus palabras.

Esto es interesante.

No sabemos en qué idioma le habló Jesús a la mujer.

Pero La Atalaya dice que él quizás entendía griego y lo hablaba a veces.

Y los apóstoles obviamente entendían griego, escribieron libros de la Biblia en este idioma.

Sea como sea, el relato, este relato inspirado, se escribió en griego, y se usó este término: “perritos”.

¿La ofendió Jesús?

No.

Nuestras publicaciones explican que al usar el diminutivo estaba siendo cariñoso, amigable.

Y, en cualquier caso, su rostro reflejaba cariño, quizá estaba sonriendo, porque ella no se molestó.

Bueno, entonces, ¿qué hizo Jesús?

Aunque él dejó claro cuál era su territorio, en el versículo 28 le dijo: “Mujer, ¡qué fe tan grande tienes!

Que se te cumpla lo que deseas”.

Qué bonito.

¿Es esta la única vez que Jesús hizo algo así por una persona que no era judía?

En Juan 4 tenemos otro caso aparte del de la mujer sirofenicia.

Juan 4 habla de la mujer samaritana.

Ella tampoco era judía, y Jesús le predicó.

Y gracias a eso muchos samaritanos de aquella ciudad aceptaron a Jesús como el Mesías.

¿Y qué hay de aquel oficial del ejército romano al que Jesús ayudó?

Jesús dijo que no había encontrado a nadie en Israel con una fe tan grande.

Bueno, ¿qué lección sacamos de todo esto?

Pues que Jesús se centró en su territorio.

Nunca perdió de vista cuál era su asignación principal.

Pero, cuando surgieron oportunidades de ayudar a personas que no pertenecían al grupo al que él tenía que predicar, estuvo dispuesto a hacerlo, porque estas personas tenían un buen corazón.

Aunque Jesús sabía bien que aún no era el momento de predicar a otras naciones, estuvo dispuesto a ayudar a estas personas también.

Entonces, ¿qué lección aprendemos todos nosotros?

Cuando vayan a sus destinos, tendrán una asignación específica, ya sea en Betel o en el campo.

Ustedes sabrán bien cuál es su asignación.

Así que no empiecen a mirar por ahí, a fijarse en las responsabilidades de los demás, a darles consejos y a pensar: “¿Por qué no cambian?”.

A ver, ustedes han cambiado mucho en los últimos meses, pero ellos no.

¡Y sobrevivieron sin ustedes!

Así que ¿cuál es la clave?

Concéntrense en su asignación.

Sean trabajadores, tengan entusiasmo, pero también paciencia.

Sí, confíen en Jehová.

Si se centran en su asignación, si trabajan duro, si aprovechan las oportunidades que vayan surgiendo, seguro que Jehová los bendecirá por su entusiasmo y por su paciencia.

Y, dicho todo esto, ahora tenemos por delante un programa muy interesante.

Primero, tendremos al hermano Kenneth Cook, miembro del Cuerpo Gobernante.

El hermano Cook presentará el discurso titulado “Demuestren que se apoyan en Jehová y él los ayudará”.

Adelante, hermano Cook.

Para empezar, voy a contarles algo personal que me ocurrió.

Cuando los hermanos me dijeron que me iban a nombrar miembro del Cuerpo Gobernante, uno de ellos me dijo: “Notarás que ahora va a recaer sobre ti mucha más responsabilidad.

Pero también notarás que, para ayudarte en tu trabajo, Jehová te dará más espíritu santo.

Seguro que podrás hacerlo”.

La verdad es que esas palabras me animaron y me tranquilizaron muchísimo.

Lo cierto es que todos los siervos de Jehová, sin importar las responsabilidades que tengamos, debemos apoyarnos en él para poder cumplir con nuestra labor.

Pero ¿cómo demostramos que nos apoyamos en Jehová?

Pues de varias maneras.

Pero vamos a centrarnos en tres de ellas: siguiendo las instrucciones, mostrando fe y usando el sentido común o la capacidad de pensar que nos ha dado Jehová.

Veamos la primera de ellas.

A veces, lo único que hay que hacer para que Jehová nos ayude a realizar nuestro trabajo es sencillamente seguir las instrucciones.

Podemos ver un ejemplo de esto en Marcos 14.

Seguramente recordarán cuando Jesucristo les pidió a dos de sus discípulos que fueran a Jerusalén y que prepararan allí un cuarto grande donde pudieran celebrar la Pascua.

Les dio instrucciones específicas.

Por ejemplo, les dijo que se iban a encontrar con un hombre que llevaba una vasija de barro con agua y que tenían que seguirlo.

Después, a partir del versículo 14, Jesús les mandó: “ ‘Donde sea que él entre, díganle al señor de la casa: “El Maestro dice: ‘¿Dónde está el cuarto de invitados, para que yo coma la Pascua con mis discípulos?’ ”.

Y él les mostrará en la parte alta una habitación grande, amueblada y lista.

Hagan allí los preparativos para nosotros’.

Los discípulos se fueron, entraron en la ciudad y lo encontraron todo tal como él les había dicho”.

Las instrucciones eran sencillas, ¿verdad?

Él les dijo adónde ir, a quién tenían que seguir, lo que tenían que decir y qué debían hacer.

Los dos discípulos siguieron al pie de la letra las instrucciones, y Jehová los ayudó para que todo saliera bien, como ya todos sabemos.

Entonces, ¿qué lecciones pueden aprender de esto?

Pues que habrá ocasiones en las que lo único que tengan que hacer sea seguir las instrucciones al pie de la letra.

Esto les va a pasar muchas veces en sus asignaciones.

Pero recuerden que, para recibir la ayuda de Jehová, hay que ser obedientes.

Ahora bien, otras veces podrían pedirles que hicieran algo que fuera más difícil.

Por ejemplo, digamos que les piden que ayuden a alguien con un carácter un poco complicadito.

O quizás les pidan que resuelvan un problema que otros no han sido capaces de solucionar.

Se lo piden a ustedes porque han recibido más capacitación.

¿Qué los ayudará en esos casos?

Una fe fuerte, el segundo punto.

A veces necesitarán más fe de lo habitual para cumplir con su asignación.

Veamos el ejemplo de Ananías.

Él ya tenía mucha fe, pero recibió una comisión que exigía de él más fe.

Busquemos Hechos, capítulo 9.

Leamos desde el versículo 10.

Hechos 9:10: “En Damasco había un discípulo llamado Ananías, y el Señor le dijo en una visión: ‘¡Ananías!’.

Él respondió: ‘Aquí estoy, Señor’.

El Señor le dijo: ‘Levántate, ve a la calle llamada Recta y busca en la casa de Judas a un hombre de Tarso llamado Saulo.

Resulta que está orando y ha visto en una visión que un hombre llamado Ananías entra y pone las manos sobre él para que recupere la vista’.

Pero Ananías le contestó: ‘Señor, he oído a muchos hablar de este hombre y de todo el daño que les hizo a tus santos en Jerusalén.

Y aquí tiene autoridad de parte de los sacerdotes principales para arrestar a todos los que invocan tu nombre’.

Pero el Señor le dijo: ‘Ve, porque este hombre es un instrumento escogido por mí para llevar mi nombre a las naciones, así como a reyes y a los hijos de Israel.

Yo le mostraré claramente todo lo que tendrá que sufrir por mi nombre’ ”.

Las instrucciones estaban muy claras.

¿Adónde tenía que ir Ananías?

A la calle llamada Recta.

¿A quién tenía que buscar?

A un hombre llamado Saulo.

¿Y dónde estaba Saulo?

En la casa de Judas.

Jesús incluso le dice a Ananías lo que Saulo estaba haciendo: estaba orando.

Luego le da a Ananías más instrucciones: tiene que poner las manos sobre él para que recupere la vista.

Así de sencillo.

Jesús se encargaría del resto.

¡Qué buen ejemplo de lo que es dar instrucciones precisas!

Pero ¿notaron por qué Ananías tenía que demostrar más fe?

El hombre al que iba a visitar había perseguido cruelmente a los santos de Jerusalén y, como Ananías le dijo a Jesús, también tenía autoridad de parte de los sacerdotes principales para arrestar a todos los que invocaban su nombre.

¡Imagínense, como si Jesús no lo supiera!

El caso es que Ananías se sintió superado.

Sintió que aquella asignación era demasiado para él.

Esa es la verdad.

¿Qué lo ayudaría?

Tener más fe.

Y Jesús sabía exactamente cómo darle más fe.

Fíjense en lo que hizo: primero le repitió la orden “Ve”.

Y luego le dijo: “Porque este hombre es un instrumento escogido por mí para llevar mi nombre a las naciones, así como a reyes y a los hijos de Israel”.

Jesús le hizo pensar en lo que pasaría más adelante.

Lo hizo mirar al futuro.

¿Por qué lo hizo?

Porque quería que se centrara en lo que vendría después.

Sabía que eso lo ayudaría a fortalecer su fe.

Y eso era justo lo que Ananías necesitaba.

¿Y cuál fue el resultado?

Recuerden lo que Ananías le dijo a Saulo.

Según el versículo 17, cuando se vieron, Ananías lo llamó “hermano”.

Ananías pasó de tener dudas a confiar completamente en las instrucciones de Jesús.

Igual que Ananías, ustedes afrontarán dificultades en el futuro —como nos sucede a todos—, pero pueden estar seguros de que Jehová sabe lo que necesitan y de que él y su Hijo los van a ayudar.

Traten de ver el cuadro completo; piensen en las recompensas que recibirán por sus esfuerzos.

Jehová siempre los bendecirá si demuestran tener fe en él.

Bueno, ya vimos que es importante seguir las instrucciones y tener una fe fuerte.

Hablemos ahora del último punto: usar el sentido común o la capacidad de pensar.

Analicemos el ejemplo de Elías.

Veamos el relato en el que este hombre viaja a Sarepta, una ciudad costera de Fenicia.

¿Y qué fue a hacer allí?

Pues resulta que había una gran sequía en Israel, y Jehová iba a utilizar a alguien de aquella ciudad para que ayudara a Elías.

Jehová le dijo a Elías: “Yo le ordenaré allí a una viuda que te dé de comer”.

Según el relato, no parece que Jehová le diera más detalles sobre la viuda.

Así que ¿cómo la iba a encontrar?

¿Se pondría a buscar a la viuda con más dinero del lugar, o demostraría fe y usaría su sentido común o capacidad de pensar?

Vamos a ver qué es lo que hace Elías.

1 Reyes 17:10.

Ahí dice: “Así que él se fue a Sarepta.

Cuando llegó a la entrada de la ciudad, se encontró a una viuda recogiendo leña.

La llamó y le dijo: ‘Por favor, tráeme un vasito de agua para beber’ ”.

Así que ¿qué hizo Elías?

Según parece, se acercó a la primera viuda con la que se encontró.

Y no era una viuda rica, sino pobre.

De hecho, el relato dice que Elías ni siquiera había entrado en la ciudad.

¿Qué nos enseña esto de Elías?

Primero, que siguió las instrucciones de Jehová sin ningún tipo de prejuicios.

Y, segundo, que además de mostrar fe y obediencia usó su capacidad de pensar.

¿Por qué lo decimos?

Porque el sentido común y la fe lo llevaron a hablar con la primera viuda con la que se encontró.

Elías estaba convencido de que Jehová le dejaría claro a quién había escogido para ayudarlo.

Y Jehová recompensó su obediencia, fe y sentido común, porque aquella mujer era la elegida.

Claro, el espíritu santo guio a Elías.

Pero no podemos olvidar que, por haber sido siempre obediente a Jehová, él había desarrollado su capacidad de pensar y su fe.

Recordemos que Jehová ya había utilizado a unos pájaros para alimentarlo.

Así que también podía utilizar a una viuda pobre.

¿Cuál es la lección para ustedes, y para todos?

A veces nos dicen con lujo de detalles cómo llevar a cabo una asignación.

Y, otras veces, poco o nada.

En esos casos, nuestra fe y nuestra capacidad de pensar nos recuerdan que debemos confiar en Jehová y buscar su guía mientras nos esforzamos por hacer su voluntad.

Y, si lo hacen así, él siempre los ayudará en el momento preciso.

En resumen: los ejemplos que vimos nos enseñan que debemos ser obedientes, tener una fe fuerte y usar nuestro sentido común al servir a nuestro Padre celestial.

Recordar estas lecciones los ayudará a cumplir con las asignaciones que Jehová les dé.

Nuestro Dios les da el poder que va más allá de lo normal a los que se apoyan en él y lo demuestran siguiendo los puntos que hemos visto.

Estamos seguros de que ustedes siempre lo harán así.

Muchas gracias, hermano Cook.

Nos ayudaste a ver que, si nos apoyamos en Jehová, él nos ayudará.

Ahora el siguiente orador es el hermano Jeffrey Winder, que es ayudante del Comité de Personal.

El hermano Winder va a contestar una interesante pregunta: “¿Cuánto más nos podemos acercar?”.

¿Cómo responderían ustedes a la siguiente pregunta: “¿Se sienten más cerca de Jehová ahora o se sentían más cerca antes de venir a Galaad?”?

La respuesta está bien clara, ¿no creen?

Tal vez se sientan igual que algunos hermanos que asistieron también a la Escuela de Galaad en el pasado.

Un hermano dijo: “Ahora estoy más cerca de Jehová.

Creo que por fin he entendido claramente lo que significa andar con Dios.

Ahora lo veo como un amigo en quien puedo confiar y no solo como alguien a quien dirigir mis oraciones”.

Una hermana dijo: “Tengo claro que la Escuela me acercó más a Jehová.

Con el estudio profundo que hicimos de la Biblia, sentí como si esta fuera una carta que Jehová escribió solo para mí”.

Otro hermano dijo: “Pude ver el mensaje de Jehová con claridad, como algo real, dirigido a mí.

Llegué a sentirme más cerca de Jehová que nunca.

Es un sentimiento que jamás en mi vida olvidaré”.

No hay duda de que este estudio profundo que han hecho ustedes de la Biblia los ha acercado más a Jehová.

Pero, una pregunta: ¿cuánto más se pueden acercar?

¿Pueden estrechar aún más su relación con Jehová?

Han logrado mucho en los cinco meses que han estado aquí, pero ¿acaso existe un límite o un tope del que no se puede pasar?

Repasemos dos puntos para contestar esa pregunta.

El primero lo hallamos en Santiago, capítulo 4.

Leamos juntos la primera parte del versículo 8.

Y tengamos en cuenta, mientras lo leemos, esta pregunta: ¿podemos seguir acercándonos indefinidamente a Jehová?

Santiago 4:8 dice: “Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes”.

¿Qué nos indican exactamente estas palabras?

Es verdad que este término que se presenta aquí de acercarse a alguien podría también usarse para referirse a ponerse al lado de alguien.

Y en ese caso sí existe un límite que no podemos sobrepasar.

Pero eso no es lo que quiere decir Santiago 4:8, ¿verdad?

Es como cuando decimos que tenemos un amigo cercano.

No queremos decir que está cerca de nosotros físicamente, sino que tenemos una relación estrecha e íntima con esa persona.

Así que acercarnos a Dios significa estrechar la amistad que tenemos con él, fortalecer ese vínculo.

¿Y nos dice este versículo que existe algún límite a lo cerca que podemos estar de Jehová?

Lo que da a entender es que, mientras más nos acerquemos a Dios, más se acercará él a nosotros.

Y eso nos lleva al segundo punto: el ejemplo que nos dejó el Hijo de Dios, Jesucristo.

Él tuvo una relación muy cercana con Jehová, aprendió mucho de él.

¿Recuerdan lo que dice Isaías 50:4?

Jesús dice que, cuando estaba en el cielo, Jehová lo despertaba cada mañana, despertaba su oído para que escuchara “como los que reciben enseñanza”.

¿Les recuerda esto a su paso por Galaad, cuando Jehová les despertaba el oído cada mañana?

Pero Jesús no estuvo aprendiendo de su Padre solo por cinco meses, sino que estuvo con él miles de millones de años.

Y durante todo ese tiempo siguió acercándose más y más a Jehová y fortaleciendo su amistad con él.

¿Qué aprendemos de todo esto?

Al profundizar en la Biblia durante cinco meses, su amistad con Jehová se ha estrechado muchísimo.

Y Santiago 4:8 nos anima a seguir acercándonos a Jehová.

Jesús lo estuvo haciendo durante millones de años y ¡miren la relación tan estrecha que tiene con él!

Entonces, ¿qué creen?

¿Cuánto podemos acercarnos a Jehová?

No hay límites.

Podemos estar tan cerca de Jehová como queramos estar.

Qué bueno es saber eso, ¿verdad?

Veamos ahora cómo se relaciona esto con su asignación.

Porque esta es una lección muy importante que ustedes se pueden llevar de Galaad.

Estudiar la Biblia en profundidad nos acerca más a Jehová.

Y una de las razones por las que esta lección es tan importante es que el éxito que tengan en sus asignaciones dependerá en gran parte de lo estrecha que sea su relación con Jehová.

El éxito que puedan tener en sus asignaciones dependerá de su relación con Jehová.

¿Por qué decimos eso?

Lo decimos por lo que sucede cuando al ir estudiando la Biblia nos acercamos más a Jehová.

Acompáñenme al libro de los Salmos, por favor.

Busquemos Salmo 25:4.

Dice: “Dame a conocer tus caminos, oh, Jehová; enséñame tus sendas”.

Esto es lo que sucede cuando estudiamos la Palabra de Dios.

Llegamos a conocer los caminos de Jehová.

La Atalaya lo explicó así una vez: “Al adquirir un entendimiento cada vez más profundo de la Palabra de Dios, nos imbuimos del modo de pensar de Jehová”.

Así es, “nos imbuimos” de su modo de pensar.

Miren cómo define un diccionario la palabra imbuir: “inculcar o infundir algo [como una cualidad] ”, “impregnar de algo”, “penetrar”, “empapar”.

Es como cuando un tinte impregna toda la tela.

Estamos hablando de que el modo de pensar de Jehová impregne todo nuestro ser, cada aspecto de nuestra personalidad.

¿Es eso posible?

Pensemos de nuevo en el ejemplo de Jesús.

Durante millones de años, Jesús fue acercándose más a Jehová, aprendiendo de él.

¿Y qué sucedió en todo ese tiempo?

Jesús fue impregnándose del modo de pensar de Jehová.

Y tan impregnado estaba que pudo decir en Juan 14:9: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también”.

Es decir, todo lo que dijo Jesús y todo lo que hizo mientras estuvo en la Tierra fue un reflejo perfecto de lo que hubiera hecho y dicho el mismo Jehová.

Y, hermanos, es por eso que decimos que el éxito de sus asignaciones dependerá de lo estrecha que sea su relación con Jehová.

Cuanto más se acerquen a Jehová mediante el estudio profundo de las Escrituras, más impregnados estarán de su modo de pensar y más se parecerá lo que hagan y digan a lo que haría Jehová.

¿Cómo se reflejará eso en su vida?

Piensen en lo siguiente: si a ustedes se les da la responsabilidad de tomar decisiones que afecten a otros hermanos en su departamento, en la sucursal o en las congregaciones, seguro que querrán seguir la guía de Jehová, hacer todas las cosas como a él le gusta.

Pues, cuanto más cerca estén de Jehová y más estrecha sea su relación con él, más se parecerán las decisiones que tomen a las de él.

Pero claro, no es que siempre haga falta tomar decisiones grandes e importantes si queremos fortalecer y estabilizar a los hermanos.

Es en realidad en el día a día cuando fortalecemos a los hermanos con lo que hacemos y decimos.

De hecho, ¿no aprendemos mucho de esas breves conversaciones que tuvo Jesús con otros, todas esas conversaciones informales que se registran en la Biblia para nuestro beneficio?

Ustedes podrán fortalecer a los demás de formas parecidas.

Por ejemplo, si reflejamos la forma de pensar de Jehová en asuntos personales como la forma de vestir y arreglarnos, los demás seguro que lo notarán y se sentirán impulsados a tomar buenas decisiones en estos asuntos.

También pueden reflejar la forma de pensar de Jehová en cuanto a cómo usar el tiempo.

Van a estar muy ocupados.

Pero, cuando los hermanos los vean en la predicación, en las reuniones con sus responsabilidades, ellos se fijarán, y eso los animará a poner las cosas más importantes en primer lugar.

Y cada vez que traten de desviar una conversación negativa, cada vez que estén dispuestos a realizar una tarea humilde, cada vez que se tomen el tiempo para escuchar la otra versión de la historia antes de decidir…, en todos estos aspectos de su vida, estarán demostrando que se han acercado a Jehová, que se han empapado de su forma de pensar y que actúan tal y como él lo haría.

Si lo hacen, definitivamente, fortalecerán y darán estabilidad a sus hermanos.

Pues bien, los queremos porque tienen una estrecha relación con Jehová.

Y esta es la lección que queremos que se lleven a casa con ustedes: el estudio profundo de la Biblia tiene un buen efecto en su relación con Jehová.

¡Sigan acercándose a él!

Recuerden que no hay límites.

Así tendrán éxito en su vida.

Le pedimos de todo corazón a Jehová, su gran amigo, que los bendiga al poner en práctica en sus asignaciones todo lo que aprendieron en Galaad.

Bueno, seguro que a todos nos ha encantado la respuesta a la pregunta “¿Cuánto más nos podemos acercar?”.

Todos nos sentimos cerca de Jehová, pero qué bonito saber que nos podemos acercar cada día más a él.

El discurso del siguiente hermano es muy animador, y tiene un título intrigante: “Compren un campo en Anatot”.

El hermano Gage Fleegle, que es ayudante del Comité de Servicio, presentará este discurso, “Compren un campo en Anatot” Era el año 608 antes de nuestra era.

El profeta Jeremías llevaba casi 40 años de fiel servicio.

Ahora estaba preso en el Patio de la Guardia en Jerusalén.

Y los ejércitos babilonios trataban de abrir una brecha en la muralla.

En menos de un año, la ciudad quedaría totalmente arrasada.

No había nada que Jeremías pudiera hacer.

No tenía escapatoria; estaba atrapado.

¿Se han visto alguna vez en una situación así, en una situación sin salida?

Quizás ustedes se enfermaron o se enfermó un familiar o murió un familiar.

Quizás la pandemia los hizo sentirse atrapados.

A algunos hermanos los han perseguido y los han encarcelado, y puede que eso también nos ocurra a nosotros antes de que acabe este sistema.

Vivimos en tiempos críticos y difíciles de soportar.

¿Qué puede ayudarlos a ustedes a hacer frente a las pruebas que les vengan?

Abran sus Biblias en Jeremías, capítulo 32.

Veamos un suceso en la vida de Jeremías que sirvió de señal.

Recordemos que Jeremías está preso.

Jeremías 32:6-8.

“Jeremías dijo: ‘Recibí estas palabras de Jehová: “Hanamel, el hijo de tu tío Salum, vendrá y te dirá: ‘Cómprate el campo que tengo en Anatot, porque tú eres el primero que tiene el derecho de recomprarlo’ ”.

Y, tal como Jehová había dicho, Hanamel —el hijo de mi tío— vino a verme al Patio de la Guardia y me dijo: “Por favor, compra el campo que tengo en Anatot, en la tierra de Benjamín, porque tú tienes el derecho de quedarte con él y recomprarlo.

Cómpratelo”.

En ese momento supe que aquello era por las palabras de Jehová’ ”.

¿Qué le dijo Jehová a Jeremías que hiciera?

Que comprara un campo.

¿Un campo?

¿Con los babilonios a punto de tirar las puertas abajo?

Seguro que Jeremías pensó: “Lo que quiero es escapar, no comprar un campo.

¿¡Y encima tengo que comprar el campo allá en Anatot!?”.

Jeremías conocía muy bien Anatot.

Estaba hacia el noreste, a unos kilómetros de Jerusalén.

Nació allí en una familia de sacerdotes.

¿Tendría buenos recuerdos de Anatot, quizás de cuando era jovencito?

Seguramente, aunque ya había pasado mucho tiempo.

No hacía tanto, algunos hombres de Anatot, quizás sus familiares, habían amenazado con matarlo.

No les gustaban sus profecías.

Bueno, ¿obedecería Jeremías, aunque quizás no fuera fácil para él?

Él siempre fue obediente.

Incluso cuando Jehová le dijo que no se casara y que no tuviera hijos.

¿Qué hizo en esta ocasión?

Versículos 9 y 10: “Así que le compré a Hanamel —el hijo de mi tío— el campo de Anatot.

Le pesé el dinero: 7 siclos y 10 piezas de plata.

Entonces lo registré en una escritura, la sellé, mandé llamar testigos y pesé el dinero en la balanza”.

¡Podría trabajar en asuntos legales!

Él hizo la compra legalmente.

Jeremías explica más adelante que hizo dos escrituras: una sellada y una sin sellar.

Total transparencia en la transacción.

Pero ¿por qué Jehová le pidió a Jeremías que comprara un campo en Anatot?

Jeremías ya estaba convencido de que los judíos volverían a Jerusalén.

Volverían al cumplirse los 70 años de la profecía.

Pero ahora Jehová fortalece la fe de Jeremías dándole algo específico en que pensar.

Ahora puede ver un futuro en el que comprar y vender volverá a ser habitual en Israel.

Bueno, ¿se cumplió finalmente la promesa que Jehová había hecho?

Está claro que sí.

Esdras escribió que, en el primer grupo de exiliados que volvieron de Babilonia, había 128 hombres que eran de Anatot.

Las promesas de Jehová se cumplen siempre.

Ahora, ¿cómo podemos, cómo pueden, comprar un campo en Anatot?

Claro, no esperamos que salgan corriendo y que compren un campo en un lugar que se llama Anatot.

Les voy a dar una pista.

Vayamos a Hebreos 11:1.

“La fe es la certeza de que sucederá lo que se espera, la prueba convincente de que existen realidades que no se ven”.

Esta expresión también se puede traducir así: “Fe es el título de propiedad de las cosas que se esperan”.

La mayoría de nosotros no somos dueños de ningún terreno.

Pero puede que tengamos un auto a nuestro nombre, y esos documentos prueban que ese auto es nuestro, que nos pertenece.

La fe es como un título de propiedad de algo futuro.

Garantiza que lo que se promete será nuestro.

Jeremías tenía un título de propiedad y nosotros también lo tenemos: la fe.

Entonces, ¿cómo compramos un campo en Anatot?

No es un caso de tipo y antitipo, solo es una comparación.

Compramos un campo en Anatot cuando demostramos fe en Jehová y en sus promesas.

¿Nos sentimos sin salida?

Busquemos en la Biblia promesas que nos reconforten.

Esto nos dará las fuerzas para seguir aguantando.

Por ejemplo, si tenemos una enfermedad grave, la Biblia nos promete: “Ningún habitante dirá: ‘Estoy enfermo’ ”.

Si sufrimos por la muerte de un ser querido, la Biblia nos asegura que va a haber una resurrección.

Y, aunque la prueba no desaparezca todavía, tener fe en las promesas de Jehová nos ayudará a aguantar.

Y aprendemos algo más de Jeremías.

Vayamos a Jeremías 32:13-15 para ver cuál es la lección.

Jeremías escribió: “Entonces, en presencia de ellos, le ordené a Baruc: ‘Esto es lo que dice Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: “Toma estas escrituras, la escritura de compra sellada y la otra escritura que se dejó sin sellar, y ponlas en una vasija de barro para que se conserven por mucho tiempo”.

Pues esto es lo que dice Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: “Se volverán a comprar casas, campos y viñas en este país” ’ ”.

¿Por qué le pidió a Baruc que lo ayudara con la compra del campo de Anatot?

Porque así le contagió aquella fe fuerte a Baruc.

Nos imaginamos la convicción con la que dijo: “Esto es lo que dice Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel”.

Ningún otro escritor usa tantas veces la expresión “Jehová de los ejércitos”.

Es como si dijera: “Sin duda Jehová derrotará a los babilonios.

Estas promesas no son una estafa.

Son reales, totalmente confiables”.

¿Cuál es la lección para nosotros?

Nuestra fe fortalece la fe de nuestros hermanos.

Una hermana llamada Joyce, mientras luchaba contra el cáncer, preparó lo que ella llamaba “tarjetitas curativas”.

En ellas incluía textos bíblicos, fotos y citas de nuestras publicaciones y de algunas canciones, y se las daba a las personas que necesitaban ánimo.

En una de ellas ponía uno de sus salmos favoritos.

Salmo 112:7, 8: “No temerá recibir malas noticias.

Su corazón es firme, confía en Jehová.

Su corazón es inamovible; no tiene miedo; al final, él mirará triunfante a sus adversarios”.

Nuestra Joyce recibió muchas malas noticias.

Pero su fe en las promesas de Jehová era muy fuerte.

Tristemente, hace unos años perdió su batalla contra el cáncer, pero había comprado un campo en Anatot.

Y, sin duda, verá el cumplimiento de las promesas de Dios.

Incluso ahora sus tarjetas nos animan.

Nos recuerdan las promesas de Jehová y nos fortalecen la fe.

Entonces, queridos estudiantes, ¿qué hemos aprendido hoy?

La fe es el título de propiedad de lo que esperamos.

La fe en la Palabra de Dios nos ayuda a superar las pruebas y los problemas.

Y nuestra fe puede tener un efecto muy positivo en los demás.

Así que, cuando los persigan, compren un campo en Anatot.

Cuando sufran por alguna enfermedad, compren un campo en Anatot.

Cuando pierdan a alguien querido, compren un campo en Anatot.

Y muy pronto su fe será recompensada.

Pasearán por ese campo cuando Jehová cumpla sus promesas.

¡Qué buen discurso!

Para ser sincero —no sé ustedes, pero yo—, cuando vi el título “Compren un campo en Anatot”, pensé: “¿Adónde quiere llevarnos?”.

A ver... eso fue lo que pensé.

Bueno, hermano Fleegle nos llevaste a un buen lugar.

Explicaste que la fe es como un título de propiedad.

A partir de ahora podemos usar esta frase entre nosotros: “Compra un campo en Anatot”.

Y, si le decimos eso a alguien y se queda sorprendido, diremos: “No estuviste en la graduación de Galaad”.

Bueno, muchas gracias.

Queridos estudiantes, ¿verdad que durante los últimos meses se han encariñado con sus instructores?

Los han escuchado día tras día.

Y han aprendido y compartido mucho con ellos.

Los siguientes dos discursos estarán a cargo de dos de los instructores.

Y ellos les dirigirán unas palabras de ánimo a ustedes.

El primero de ellos será el hermano Trent Lippold, que nos va a hacer una pregunta muy interesante: “¿Qué es lo que te define?”.

Era un hombre poderoso.

Derrotó a los héroes del enemigo.

Mató a un gigante y a un león, y no se llamaba David.

¿Quién era?

Veámoslo en la Biblia.

Busquemos 1 Crónicas, capítulo 11, desde el versículo 22: “Benaya hijo de Jehoiadá era un hombre valiente que hizo muchas hazañas en Cabzeel.

Mató a los dos hijos de Ariel de Moab, y en un día de nieve se metió en una cisterna y mató a un león.

También mató a un egipcio de tamaño extraordinario; medía cinco codos de alto.

Él solo llevaba un palo, mientras que el egipcio tenía una lanza […] que era como el rodillo de un telar.

A pesar de eso, se enfrentó al egipcio, le arrebató su lanza y con ella lo mató”.

Pues era Benaya.

Estos versículos nos dicen mucho sobre él, sobre las cualidades que este hombre tenía.

El versículo 22 nos dice que “era un hombre valiente” y “que hizo muchas hazañas en Cabzeel”.

Cabzeel… Cabzeel era un pequeño lugar situado en el extremo sur de Judá, en la frontera con Edom, en medio de la nada.

Pero Benaya servía allí, y estaba contento.

Puede ser que allí estuviera su casa o que se le hubiera destinado a ese lugar.

Bueno, no sabemos todos los detalles, pero Benaya estaba en Cabzeel.

Y la Biblia dice que él hizo muchas hazañas, que fue valiente en Cabzeel.

Mató a un león, con valor.

Pero ¿vieron?

“Se metió en una cisterna” y mató al león.

¡Qué valiente!

De esa cisterna solo iba a salir uno de los dos vivo, y fue Benaya.

Además, se metió en la cisterna “en un día de nieve”.

No esperó a que llegara un día soleado.

Sabía que ese era el día.

Circunstancias difíciles… No le importó.

Benaya bajó y mató al león.

Tenemos más cualidades en el versículo 23.

Benaya mató a un egipcio de tamaño extraordinario.

Pero noten: “Él solo llevaba un palo, mientras que el egipcio tenía una lanza […] que era como el rodillo de un telar”.

Solo llevaba un palo, no tenía las armas adecuadas.

Fue valiente, adaptable y decidido.

Veamos lo que hizo Benaya.

Dice: “A pesar de eso, se enfrentó al egipcio, le arrebató su lanza y con ella lo mató”.

Valiente, decidido, adaptable e ingenioso… cualidades muy buenas y admirables.

¿Definieron a Benaya estas buenas cualidades?

No del todo.

Tenía una cualidad por encima de estas, y era su lealtad.

Su lealtad total a su Dios, Jehová.

Eso es lo que nos enseña la Biblia sobre Benaya.

Era un hombre leal a Jehová.

Pero un detalle sobre la lealtad.

Hay una línea fina entre la lealtad a Jehová y la lealtad a uno mismo que a veces se difumina.

A veces, se borra por culpa de la imperfección y el egoísmo.

Esa línea entre la lealtad a Jehová y la lealtad a uno mismo puede ser muy difícil de ver.

De hecho, la lealtad a uno mismo puede estar ahí latente, hasta que cambian las circunstancias y, de repente, se despierta.

El ejemplo de Benaya y otros de su época nos muestra un gran contraste entre la lealtad a Jehová

y a uno mismo.

Pensemos en Benaya.

Él vivió en una época muy difícil.

David era fugitivo, estaba con sus hombres, y probablemente uno de ellos era Benaya.

Estos hombres lucharon con David, hombro a hombro.

Eran como hermanos, leales, dispuestos a dar la vida por él.

Y, por supuesto, también eran leales a Jehová.

Por ejemplo, entre los hombres de David había tres hermanos, hermanos carnales.

Se mencionan en los versículos 20 y 26: Joab, Abisái y Asahel.

¿Qué pasó con estos hombres cuando las circunstancias cambiaron, cuando Saúl murió y David se convirtió en el rey?

En medio de todos estos cambios, ¿qué pasó con estos hombres poderosos?

Veamos la diferencia entre Joab y Benaya.

¿Qué fue lo que hizo Joab?

Él quiso aprovecharse de la situación cuando hubo un cambio de circunstancias.

Y su lealtad a sí mismo eclipsó la lealtad que le tenía a Jehová.

Por ejemplo, Joab quiso hacer las cosas a su manera y decidió matar a Abner, con quien David había hecho un pacto.

Hizo las cosas a su manera porque quería el puesto de Abner.

Su ambición egoísta se apoderó de él y eclipsó su lealtad a Jehová.

Él era un hombre valiente,

ingenioso, adaptable… cualidades admirables.

Pero, al desaparecer la lealtad que le tenía a Jehová, perdieron todo su valor.

Pero ¿qué hizo Benaya en estas circunstancias?

Él no participó en ningún complot, como lo hicieron Joab y sus hermanos.

Él fue leal a Jehová y también fue leal al ungido de Jehová, David.

Leamos lo que dicen los versículos 24 y 25: “Estas son las cosas que hizo Benaya hijo de Jehoiadá, y su fama era como la de los tres guerreros poderosos.

Ahora bien, aunque él destacaba todavía más que los treinta, no llegó al nivel de los tres.

Sin embargo, David lo puso al mando de su guardia personal”.

En las mismas circunstancias que Joab, Benaya se aferró a Jehová.

Su profunda lealtad a él lo protegió.

Y, en medio de todo eso, ¿qué fue lo que David vio en Benaya?

David vio en Benaya lo mismo que él demostró en su vida: una lealtad profunda e inquebrantable a Jehová.

Podemos verlo en el versículo 25, ¿verdad?

Dice que David “lo puso al mando de su guardia personal”.

David sabía que tenía que poner ahí a alguien en quien confiara mucho, se trataba de su guardia personal.

Si el hombre en ese puesto era leal a Jehová, también sería leal a él.

Eso fue lo que David vio en Benaya.

Décadas más tarde, llegó otra época de cambios cuando David murió y Salomón se convirtió en rey, otro cambio de circunstancias.

¿Se aprovechó Benaya de la situación?

¿Cómo se comportó?

Hizo lo mismo de siempre: fue totalmente leal a Jehová.

Y, cuando Salomón se convirtió en rey, recompensó a Benaya.

El hijo de David, Salomón, el ungido de Jehová, recompensó a Benaya por su lealtad.

Busquen conmigo Proverbios 19:22.

El rey Salomón sabía lo que era la lealtad.

Él era el hijo de David.

Y fíjense en lo que escribió sobre la lealtad en Proverbios 19:22.

Dijo: “Lo deseable en un hombre es su amor leal”.

La lealtad, eso es lo que Jehová espera de nosotros.

Así que Benaya era un hombre poderoso y tenía muy buenas cualidades.

¿Lo definieron?

No del todo.

Él destacó principalmente por su profunda y absoluta lealtad a Jehová.

Y, precisamente gracias a esa lealtad, sus otras cualidades cobraron valor.

Así que fortalezcan su lealtad a Jehová todos los días orando y estudiando.

Eso es lo que han aprendido aquí.

Usen lo que han aprendido para fortalecer su lealtad a Jehová.

Eso fue lo que hizo Benaya.

¿Qué había aprendido él?

Era hijo de Jehoiadá.

Jehoiadá era uno de los sacerdotes principales de Israel.

Así que Benaya se crio entre rollos, no entre espadas.

Era hijo de un sacerdote.

Esa fue su escuela.

Igual que Benaya, estén dispuestos a trabajar sin pensar en el puesto.

Recuerden que la lealtad no se pone a prueba cuando todo va bien, sino cuando hay dificultades.

Tengan cuidado cuando cambien las circunstancias, protejan su corazón.

Queridos estudiantes, tienen preciosas cualidades, las hemos visto en estos meses.

Pero que sea la lealtad, su profunda y total lealtad a Jehová, lo que los defina.

Muchas gracias, hermano Lippold.

Nos hemos sentido como estudiantes en una clase de Galaad, ¿verdad?

Nos has ayudado a ver la importancia de ser leales.

Y, ahora, el siguiente instructor, que es ayudante del Comité de Enseñanza, el hermano Noumair.

Él presentará un discurso muy motivador, “¡Marchen con Jehová!”.

Un hombre joven recibió una asignación, y esta no era para débiles.

Tendría que anunciarle al pueblo la devastación de amadas ciudades, que quemarían el templo de Jehová, que se llevarían cautiva a la gente...

Y, al cumplir con su misión, que no era nada fácil, tendría que enfrentarse a burlas y hasta a intentos de asesinato.

Y, por si fuera poco, pasaría por momentos de desánimo, soledad, inseguridad… Y, cuando recibió su misión, este joven dijo: “Jehová, yo no puedo hacer esto, solo soy un muchacho”.

Este joven era de Anatot y se llamaba Jeremías.

¿Qué ayudaría a este profeta a tener éxito en su asignación?

Le sería muy útil tener en cuenta algunas cosas que mencionó el hermano Fleegle sobre la fe.

Necesitaría una fe enorme y confiar en Jehová.

Y, además de eso, tendría que aprender a marchar.

Jeremías estaba listo para ponerse en primera línea de batalla, una batalla para defender la adoración pura de los que la odiaban.

Y, como todo buen soldado, una de las primeras cosas que aprendes a hacer es marchar.

Marchar es mucho más difícil que caminar.

Para marchar se requiere resolución, fortaleza física, aguante y mantener un paso firme, constante, regular.

Y, como Jeremías tendría que entrar en batalla, necesitaría aprender a marchar.

¿Qué lo ayudaría?

Recordar algunas palabras que se escribieron cientos de años antes, que están en Deuteronomio 31:6.

Podemos leerlas juntos.

Estas palabras eran muy importantes para Jeremías.

Moisés estaba animando al pueblo a que confiara absolutamente en Jehová.

Y es que la nación de Israel estaba a punto de entrar en la Tierra Prometida y tendrían que enfrentarse a enemigos, luchar...

Veamos lo que dijo Moisés.

Deuteronomio 31:6: “Sean fuertes y valientes.

No se asusten ni les tengan miedo, porque Jehová su Dios es el que va [o marcha] con ustedes [él marcha con ustedes].

Él no los dejará ni los abandonará”.

Entonces, ¿cómo iba a marchar Jehová con este muchacho?

En Jeremías 1:8, Jehová le dice: “No te dejes intimidar por su apariencia, porque ‘yo estoy contigo para salvarte’ ”.

“No tengas miedo”.

Esto significa que, cuando una persona marcha con Jehová, Jehová marcha con ella, animándola, dándole fuerzas.

Es como si Jehová le dijera a Jeremías: “No te preocupes.

Ven a mi lado y marchemos juntos”.

Y eso fue justo lo que hizo Jeremías por los siguientes 67 años.

Jehová le dio fuerzas a Jeremías.

Pensemos en todo lo que logró con la ayuda de Jehová.

Él le predicó a gente muy terca, a reyes malvados, a sacerdotes corruptos, e incluso a apóstatas.

Y, mientras marchaba, él veía a Jehová marchando con él, era consciente de eso.

Jehová lo cuidó cuando estuvo en prisión.

En una época de hambre, se aseguró de que tuviera suficiente comida.

También lo rescató de una cisterna.

¿Ven? Todo esto era real, era cierto, era palpable, no se lo había inventado.

Jehová marchaba con él.

Ver cómo Dios lo ayudaba lo fortaleció y le dio más confianza.

Jehová marchaba con él, y así preparó a Jeremías para su siguiente prueba.

¿Y por qué estamos hablando de esto?

Porque la situación de ustedes es muy parecida a la de Jeremías.

¿Por qué?

Porque, al salir de Galaad, se les pondrá en primera línea.

Tendrán que defender la adoración pura como quizá nunca lo hayan hecho antes.

Queremos que sigan en la batalla, que sigan marchando.

Por ejemplo, ¿qué hay si allá donde estén la oposición se convierte en persecución?

¿Y si en el territorio de su sucursal hay revueltas o empieza una guerra?

Es más, ¿y si tienen que arriesgar su vida para proteger a otros, como está pasando en Ucrania y sus alrededores?

¿Qué harán si les pasa eso?

Los ojos de los hermanos van a estar puestos en ustedes.

¿Serán capaces de ser un buen ejemplo para ellos?

Sí, sí que podrán.

Porque, cuando ustedes marchan con Jehová —no olviden esto—, cuando marchan con Jehová, él hace algo muy especial en los momentos en los que se sienten débiles.

Pensemos en lo que le pasó a Jeremías.

En una ocasión, estaba tan mal que quiso rendirse.

“Me rindo”.

Jeremías 20:9: “No hablaré de él y no hablaré más en su nombre”.

“Estoy agotado, cansado, no puedo más.

Voy a dejar de marchar”.

Se estaba derrumbando.

Entonces, ¿cómo lo ayudó Jehová?

¿Qué hizo por él?

Jehová no dijo: “Bueno, Jeremías, está bien.

Si estás tan cansado, buscaré otro profeta”.

No, Jehová no hizo eso.

¿Qué fue lo que hizo?

Y esto es algo que me gustaría que siempre recordaran.

Jeremías 20:11.

¿Cómo lo ayudó Jehová a seguir marchando?

“Pero Jehová estuvo conmigo”, ¿como qué, como un amigo, como un hermano?

No, no, no.

“Como un temible guerrero”.

¿Y cómo llegó a ser Jehová un temible guerrero, un soldado poderoso, que iba justo al lado de Jeremías?

¿Cómo lo hizo Jehová?

Bueno, ¿qué pasa en la guerra?

Cuando un soldado ve que su compañero se tambalea y cae, ¿qué hace?

Corre hacia él, lo ayuda a levantarse, lo agarra, lo rodea con el brazo, y juntos se van a un lugar seguro.

Eso fue justo lo que hizo Jehová por Jeremías.

De hecho, Jeremías mismo lo dijo.

En Jeremías 20:7.

Veamos lo que nos dice.

Él sintió esto.

Leemos: “Usaste tu fuerza contra mí y ganaste”.

¿Usaste tu fuerza contra mí?

¿Qué quiere decir eso?

Jehová utilizó su fuerza para contrarrestar la debilidad de Jeremías.

Y, al ver que Jehová hacía esto por él una y otra vez, Jeremías pudo lograr cosas que jamás habría podido lograr por sí mismo.

Y esta es la lección que queremos que aprendan.

Todo eso que Jeremías vivió transformó su timidez, sus sentimientos de inseguridad, su falta de confianza en una valentía extraordinaria.

Jehová estaba con él como un temible guerrero.

Él valoraba la misión que le había dado a Jeremías.

Él estuvo a su lado y lo ayudó a cumplir su misión.

Esto era importante para Jehová.

Jehová también valora lo que ustedes van a hacer.

Y pueden estar seguros de que Jehová hará lo mismo por ustedes.

Queremos que tengan esa confianza.

De hecho, una hermana que no hace mucho tiempo se graduó en esta escuela vivió esto en carne propia.

Poco tiempo después de que llegara a su destino, la arrestaron.

Metieron a nuestra hermana en la cárcel, estaba presa.

Y durante todo ese tiempo le dieron muy poca comida, y tuvo que aguantar maltrato constante.

¿Cómo pudo aguantar?

¿Cómo pudo mantenerse fuerte? ¿Cómo?

Pues marchando con Jehová.

Y ella nunca perdió de vista que pertenece a todo un ejército que marcha con un temible guerrero.

Miren lo que ella dijo: “Recordar a mis compañeros de clase, imaginarme sus caras, eso me daba fuerza.

Era como si viera sus rostros sonriendo.

Recordaba dónde estaba sentado cada uno, todas las filas, de la primera a la última.

Recordaba de dónde era cada uno y qué asignación tenía antes.

Esto hizo que el tiempo pasara muy rápido, y ya no sentía dolor.

Cantaba en mi mente las canciones del Reino.

La que más cantaba era Tu nombre es Jehová. Otra canción que me llegaba al corazón era la 38, Jehová te cuidará. Para que me sonara más personal, cambié el pronombre te por me. Así me ayudaba a mí a no rendirme.

No tenía Biblia.

Pero todos los días pensaba en la esperanza de vivir para siempre en el Paraíso y en la resurrección.

Pensar en esto me dio una felicidad y una calma que no se pueden describir.

A veces, pensaba que quizá acabaría muriendo.

Pero el temor a la muerte no me paralizó”.

Sí, ella pensó en la idea de tener que morir, pero el temor a la muerte no la paralizó.

El temible guerrero, Jehová, marchaba con ella.

No había prisión ni reja que impidiera a Jehová marchar con ella.

Y hace poco nuestra hermana fue liberada de la prisión.

¿A qué pruebas se enfrentarán?

Ustedes no saben por lo que pasarán, ni ustedes ni nosotros.

Pero traten de ver la ayuda de Jehová.

¡No dejen de luchar!

Y, cuando identifiquen la ayuda de Jehová, se darán cuenta de que es real, palpable.

Acuérdense, Jehová nunca dejará de marchar con ustedes.

Recuerden que son parte de un gran ejército.

No están solos.

Cuando veas que un compañero necesita ayuda, no mires para otro lado.

Ayúdalo a seguir marchando.

¡Ayúdalo, ayúdalo!

Son un ejército.

Para eso se les preparó.

¿Qué aprendieron en la escuela?

No a ser independientes, sino interdependientes.

No independientes, sino un equipo con todos sus hermanos.

¡Hagan eso!

Ayuden a sus compañeros a levantarse, a que sigan marchando.

Y, aunque no saben a qué pruebas se enfrentarán, están listos.

Por eso, cuando vayan a sus destinos, sean valientes y fuertes.

Con cada prueba que superen, con cada prueba que aguanten, se harán más fuertes.

Recuerden que siempre tendrán al temible guerrero, al soldado poderoso, marchando ahí con ustedes.

Ahí estará Jehová.

Así que vayan.

No importa dónde los lleve la batalla, vayan.

Estén resueltos a cumplir su cometido: apoyar a sus hermanos y seguir marchando con Jehová.

¡Qué palabras tan animadoras!

Me parece que no las van a olvidar en muchos años.

Y, estudiantes, van a tener que disculparme.

No sabía que Anatot iba a ser la palabra del día.

Si lo hubiera sabido, al principio, en mi discurso, habría dicho: “Tenemos que seguir el ejemplo de Jesús.

Según Mateo 16:14, algunos pensaban que él era Jeremías, quien era de Anatot”.

Pero, bueno, ya lo dije.

Muchas gracias de nuevo, hermano Noumair.

Nos ha animado muchísimo este discurso.

Aunque estos discursos estaban dirigidos a los estudiantes, tienen lecciones para todos nosotros.

¿Les gustó la primera parte?

Pues la segunda y la tercera pronto estarán disponibles en nuestro sitio web.

Nuestra videopostal viene de Estados Unidos.

Este país tiene una extensión enorme y una gran variedad de paisajes: montañas majestuosas, desfiladeros serpenteantes, islas tropicales y enormes desiertos.

Pero, a lo largo y ancho de este país, también hay una gran variedad de personas.

Para ayudar a tantas como sea posible, más de 1,2 millones de publicadores predican en 114 idiomas.

Sea que prediquen en su idioma materno o en otro idioma, se esfuerzan por llegar al corazón de la gente.

Uno de los idiomas en los que más se predica en Estados Unidos es el criollo haitiano.

Aquí viven aproximadamente un millón de personas de origen haitiano.

Más de 10.000 publicadores predican en este idioma.

La cultura haitiana es muy alegre.

Se ve en sus bailes, en su ropa colorida y en su rica gastronomía.

En la zona norte de Miami, en Florida, hay un barrio al que llaman la Pequeña Haití.

Aquí, la congregación Criollo Haitiano Oeste, de 80 publicadores, busca a quienes quieran aprender la verdad.

Los publicadores predican en los parques, en las calles, por carta y a los familiares de sus estudiantes.

Entre todos, dirigen un promedio de 126 cursos de la Biblia.

Los hermanos de la congregación Criollo Haitiano Oeste, de Miami, les envían su cariño a los hermanos de todo el mundo.

Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting®.



Tal vez te interesen estas entradas

Entrada destacada

Avance: Las buenas noticias según Jesús | Episodios 2 y 3

Hay alguien entre ustedes al que no conocen. Es el que viene detrás de mí. Y yo ni siquiera merezco…

Popular Posts

George Aljian: Cómo sobrellevar la plaga de tu propio corazón

George Aljian: Cómo sobrellevar la plaga de tu propio corazón

Imagina que vas a salir de viaje. Te han regalado los bolet…

JW Broadcasting: Marzo de 2025

JW Broadcasting: Marzo de 2025

Bienvenidos a JW Broadcasting®. ¡Qué alegría que estén con …

El deseo de su corazón

El deseo de su corazón

El rey David quería de todo corazón participar en la constr…

JW Broadcasting: Abril de 2025

JW Broadcasting: Abril de 2025

¡Bienvenidos a JW Broadcasting®! Los testigos de Jehová vem…

JW Broadcasting: Febrero de 2025

JW Broadcasting: Febrero de 2025

¡Bienvenidos a JW Broadcasting®! Este mes hablaremos de una…

2024 | Informe 2 del Cuerpo Gobernante

2024 | Informe 2 del Cuerpo Gobernante

¡Bienvenidos, hermanos! ¿Han pensado en lo que vimos en la …

Antony Griffin: Dios nos llena de energías (Filip. 2:13)

Antony Griffin: Dios nos llena de energías (Filip. 2:13)

Pues bien, ¿te parece que en ocasiones te faltan las dos co…

Mark Sanderson: Siempre tenemos presente su aguante

Mark Sanderson: Siempre tenemos presente su aguante

Quisiera hablarles brevemente sobre el tema: “Siempre tenem…

Ronald Curzan: Jehová nos ayuda a vencer gigantes (Mar. 1:11)

Ronald Curzan: Jehová nos ayuda a vencer gigantes (Mar. 1:11)

A veces nos dan una tarea o una responsabilidad, y sentimos…