JW Broadcasting: Marzo de 2022

¡Bienvenidos a JW Broadcasting®!

¿Qué veremos este mes?

Veamos un avance.

DiDi Brown perdió a su hija de una forma muy trágica.

¿Cómo la consoló Jehová?

Para algunas personas, los prejuicios raciales y nacionales son difíciles de superar.

Iremos hasta Grecia para ver una hermosa muestra de amor e imparcialidad.

Y la canción de este mes nos recordará que, cuando apartamos tiempo para Jehová, nos sentimos más cerca de él.

Este es el programa de marzo de 2022 de JW Broadcasting.

No hay duda de que vivimos en “tiempos críticos y difíciles de soportar”, tal como lo predijo el apóstol Pablo —por inspiración— en 2 Timoteo 3.

¡Cuántas veces hemos leído Mateo 24, Marcos 13, Lucas 21 y Apocalipsis 6!

Pero ¿quién se iba a imaginar que la pandemia, la violencia, los llamados desastres naturales y los disturbios nos afectarían tanto, en sentido económico, físico y hasta emocional?

Algunos de ustedes viven situaciones inimaginables.

Muchos han pasado por la muerte de seres queridos, encarcelamientos, palizas, enfermedades, apuros económicos… Y, en el caso de algunos, han sufrido varias de estas dificultades u otras al mismo tiempo.

Queridos hermanos, queremos que sepan que estamos orando por ustedes.

Por todo esto, el programa de este mes se titula “Jehová siempre nos consuela en los momentos difíciles”.

Un texto que todos los cristianos recordamos muy bien es 2 Corintios 1:3, 4: Respecto a la expresión “el Padre de tiernas misericordias”, la Biblia de estudio en inglés explica: “La palabra griega que se traduce ‘tiernas misericordias’ […] aquí hace referencia a un sentimiento de compasión o lástima por los demás.

A Dios se le llama <b>el Padre</b> —o la fuente— <b>de tiernas misericordias,</b> lo que indica que la compasión proviene de él y es parte de su forma de ser.

Estos sentimientos profundos impulsan a Dios a actuar con misericordia a favor de sus siervos leales que sufren dificultades”.

Y, sobre la expresión “el Dios de todo consuelo”, la nota explica: “La palabra griega […] que aquí se traduce como ‘consuelo’ significa literalmente ‘llamar al lado de uno’.

Transmite la idea de estar al lado de alguien que pasa por problemas o está triste, con el fin de ayudarlo y animarlo. […] Dios se vale de su poderosa fuerza activa para consolarnos y ayudarnos en situaciones que, para el ser humano, parecen insuperables”.

Pensemos en lo que esto implica.

Jehová quiere que sepamos que, sea cual sea nuestro problema, él está a nuestro lado, ayudándonos a afrontar cualquier dificultad.

Ahora bien, él no nos promete que nos va a quitar nuestros problemas.

Más bien, hace que el dolor que sentimos en los momentos difíciles sea más llevadero.

¡Qué imagen tan bonita!

Jehová, justo a nuestro lado, ayudándonos cuando la situación parece insuperable.

Le proponemos un proyecto de estudio personal.

En la Guía de estudio para los testigos de Jehová o en la BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower™, busque la palabra consuelo.

Esto le ayudará a sentirse todavía más cerca de Jehová y le convencerá de que Jehová quiere y puede consolarlo más que nadie en el mundo.

Mediante el apóstol Pablo, Jehová también nos dice cómo nos consuela cuando está a nuestro lado.

Veamos lo que dice Romanos 15:4: “El consuelo de las Escrituras”.

Nos faltaría tiempo para hablar de todas las formas en las que la Biblia nos consuela, pero veamos algunos ejemplos.

Un texto en el que últimamente hemos pensado mucho los siervos de Jehová es el que encontramos en Jeremías, capítulo 29.

Cuando Jehová le dio por inspiración este mensaje a Jeremías para los judíos, ellos estaban lejos de Jerusalén, cautivos en Babilonia.

Se sentían desanimados.

Pero incluso estando allá, cautivos, Jehová quiso darles consuelo.

Veamos sus palabras en Jeremías 29:10: Dios les dijo a los judíos exiliados que iban a estar en Babilonia durante mucho tiempo.

Pero también les dijo que les esperaba un futuro lleno de paz.

La última parte de este versículo dice: Y, en el versículo 11, él dice: Y Dios cumplió la promesa que les había hecho a los israelitas.

Él les había dicho que les esperaba un futuro maravilloso.

Hablando sobre este texto —Jeremías 29:11—, una obra de consulta dice: “Es difícil encontrar en las Escrituras una promesa tan maravillosa como esta, una promesa que expresa la tierna compasión de Yahweh [Jehová] hacia estos exiliados y que por fin pone ante ellos una verdadera razón para ser optimistas y tener esperanza”.

La promesa de Dios fortaleció la fe de hombres como Jeremías, Ezequiel y Daniel.

Para confirmarles su promesa a los judíos, Jehová se la repitió, como vemos en Jeremías 31:17: “Y hay una esperanza para ti en el futuro […].

Tus hijos volverán a su propio territorio”.

Por supuesto, tal como Jehová predijo, Ciro —el rey de Persia— conquistó la ciudad de Babilonia.

Luego él permitió que los judíos regresaran a su tierra.

Después de 70 años de cautiverio, por fin volvieron a Jerusalén.

Jehová de veras cumplió su promesa.

¿Y qué tiene que ver esto con nosotros?

Todas las promesas que Jehová ya cumplió nos garantizan que lo que nos ha prometido a nosotros también lo cumplirá, sin importar nuestras circunstancias.

Él mismo dijo: “Y cumpliré mi promesa”.

¿Verdad que eso nos consuela?

Pero, como sabemos, el mayor consuelo que Jehová nos da es mediante Jesús, su Hijo unigénito.

Cuando estuvo en la Tierra, le dio esperanza a la gente.

Su ministerio incluyó obras maravillosas; hizo muchos milagros, como curar enfermos.

Y, sobre todo, les enseñó a las personas sobre el Reino de Dios.

Sin embargo, la esperanza más grande que tenemos es gracias al rescate de Jesús.

Mediante su Palabra inspirada, nos damos cuenta de que Jehová nos asegura que no solo comprende los problemas por los que pasamos, sino que desea consolarnos y darnos fuerzas.

Nuestro cariñoso Padre celestial cuida de forma especial a los que se esfuerzan por obedecerle.

Pero, en su gran misericordia, también atrae a las personas humildes de corazón que aún no lo conocen.

¿Cuántos de nosotros conocimos a Jehová y aprendimos la verdad justo cuando estábamos pasando por momentos difíciles?

Eso no es casualidad; es una prueba clara de que Jehová nos quiere y de que desea consolarnos y darnos esperanza.

Mis queridos hermanos, la gran tribulación está muy muy cerca.

Nos esperan situaciones aún más difíciles.

Y, durante la gran tribulación, tendremos que confiar por completo en Jehová.

Así que debemos saber identificar y aceptar los medios que él usa para consolarnos.

Tengamos presente lo que dijo Pablo, lo que vimos al principio, en 2 Corintios 1:4.

¿Por qué no se lo aprende de memoria?

Jehová es un Dios que “nos consuela en todas nuestras pruebas”.

Hace tiempo entrevistamos a dos hermanos que llevan muchos años en el Betel de Estados Unidos: al hermano Gerald Grizzle, ayudante del Comité de Personal, y al hermano Sam Roberson.

Los dos sirvieron muchos años de superintendentes viajantes antes de venir a Betel.

El hermano Grizzle ha servido en Betel desde 1978 y el hermano Roberson desde hace casi 20 años.

El Cuerpo Gobernante los ha asignado a hacer visitas de pastoreo a la familia Betel de Estados Unidos.

¿Visitas de pastoreo?

¡Pero si ellos no necesitan ánimo!

¿Qué problemas pueden tener los betelitas?

Veamos lo que dicen nuestros hermanos.

Hermano Grizzle, ¿cuáles son algunas situaciones difíciles a las que se enfrentan los betelitas?

La familia Betel mundial representa, a pequeña escala, a todos nuestros hermanos.

Con esto quiero decir que, como leemos en 1 Pedro 5:9, sabemos “que toda la hermandad está pasando por los mismos sufrimientos”.

Algunos de nuestros hermanos en Betel están pasando por problemas graves de salud, y aun así siguen en su asignación.

Otros están preocupados por sus padres, ya mayores; y, aunque amaban Betel, algunos han tenido que salir para cuidarlos.

Y también hay quienes pasan por periodos de depresión o de tristeza.

Pero todos estos queridos hermanos tienen una actitud muy bonita.

Están decididos a no permitir que los problemas por los que están pasando los dominen.

Más bien, gracias a su fe en Jehová, están decididos a seguir centrados en sus asignaciones.

Gracias por explicarnos esto.

Hermano Roberson, ¿cómo han logrado consolar a estos hermanos?

Cuando nos enteramos de que un betelita está pasando por un momento difícil, hacemos estas cuatro cosas.

En primer lugar, oramos por el hermano y buscamos algunas ideas bíblicas que le puedan ayudar en su situación.

Y, todo esto, antes de la visita.

En segundo lugar, durante la visita, escuchamos de verdad.

Me refiero a que procuramos escuchar con el corazón y no solo con los oídos.

Procuramos sentir lo que él siente, procuramos mostrar compasión.

Luego, en tercer lugar, le recordamos al hermano con la Biblia que en esos momentos tan difíciles no está solo.

Y vemos que esto funciona.

Por ejemplo, hace poco visitamos a un hermano que estaba pasando por un problema muy grave.

Entre otras cosas, analizamos con él Éxodo 3:7, 12.

El versículo 7 dice: “Jehová añadió: ‘De veras he visto el dolor de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas por culpa de los que los han esclavizado’ ”.

Y, si nos fijamos en el final del versículo, notamos algo muy bonito.

Jehová no dice: “Conozco los sufrimientos de mis siervos”.

Él dice: “Conozco bien los sufrimientos de mis siervos”.

Y luego, para darle confianza a Moisés —que en ese momento tenía miedo de presentarse ante el faraón—, Jehová le dijo en el versículo 12: “Él le respondió: ‘Yo estaré contigo’ ”.

Son solo tres palabras, pero con mucho poder.

Jehová le dio a Moisés esta garantía.

El pueblo podía estar seguro de que Jehová estaba con ellos, de que los apoyaba y de que no se iba a apartar de su lado en ningún momento.

¡Qué tranquilizador, ¿verdad?!

Y, en cuarto lugar, antes de terminar la visita, hacemos una oración junto con el hermano.

Y, en la oración, usamos su nombre.

Esto ayuda mucho, porque estamos hablando con Jehová, el Gran Pastor.

En 1 Tesalonicenses 5:14, el apóstol Pablo dijo: “Hermanos, les rogamos que […] consuelen a los deprimidos, apoyen a los débiles y sean pacientes con todos”.

Y esto es lo que nos esforzamos por hacer.

Gracias por estas ideas tan interesantes.

Y, hermano Grizzle, hermano Roberson, ¿qué efecto ha tenido esta labor en ustedes?

Hermano Grizzle, por favor.

En estos tiempos tan difíciles, he podido sentir el amor de Jehová por sus siervos.

En todos estos años, yo mismo lo he experimentado.

He sentido cómo él me ha cuidado en los momentos difíciles.

Hace algún tiempo perdí a mi madre, a mi hermano y a mi padre; en un periodo de un año murieron los tres.

Y, en el 2017, perdí a mi querida esposa, Bonnie.

Juntos, servimos fielmente a Jehová durante unos 65 años.

Pero oré mucho, estudié, recibí el cariño de los hermanos, y así Jehová me dio consuelo.

Y estoy muy agradecido, porque ahora tengo la oportunidad de consolar a otros.

Muy emotivo, hermano Grizzle.

Gracias.

Hermano Roberson, ¿qué efecto ha tenido esta labor en ti?

En mi caso, algo que me marcó fue lo que me pasó hace varios años mientras Linda y yo servíamos en el circuito.

Resulta que perdí la voz.

Me tuvieron que operar de las cuerdas vocales, y no pude hablar durante seis semanas.

Me sentía como un pájaro sin alas.

¿Se imaginan lo que es para un superintendente de circuito no poder hablar?

Nunca había tenido que escribir tantas notas como escribí en esas seis semanas.

Pero, a pesar de esta y otras situaciones difíciles que hemos pasado —parecidas a las de Gerald—, Jehová siempre nos ha ayudado a aguantar.

Así que para mí es un privilegio compartir el consuelo que Jehová me ha dado con muchos otros.

Y, al hacer estas visitas, vemos el interés del Cuerpo Gobernante por todos, incluidos los que tienen más responsabilidades.

De veras reflejan las cualidades de Jehová, quien es “el Dios de todo consuelo”.

Muchísimas gracias, hermanos.

Agradecemos de verdad sus comentarios.

Valoramos las visitas que hacen.

Pero sobre todo valoramos su ejemplo, porque vemos su aguante, vemos cómo Jehová los ha consolado a ustedes, y también vemos lo que hacen para consolar a otros.

Muchas gracias.

Bajo la dirección del Cuerpo Gobernante, se sigue un sistema parecido para dar ánimo a betelitas de todo el mundo.

Ahora vamos a dirigirnos a algunos de ustedes en particular.

Por culpa de las preocupaciones, ciertas decepciones o las heridas emocionales causadas por un hermano, algunos se han alejado de la organización de Jehová.

Otros quizás fueron expulsados de la congregación pero ahora quieren volver.

Queremos decirles esto: dejen que Jehová los consuele y les dé fuerzas.

Jehová quiere que ustedes se acerquen a él, y él les va a ayudar.

Recuerden lo que dice Santiago 4:8: “Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes”.

Jehová siente un gran amor por quienes hacen esto.

Miren lo que él dice en Ezequiel 34:16: Algunos que han vuelto dicen que una de las cosas más difíciles fue cruzar la puerta del Salón del Reino.

Pero recuerde: es Jehová quien le vendará las heridas.

Usted es su ovejita, él lo va a curar.

En el mismo capítulo, en el versículo 12, Jehová dice: Con el mismo amor que siente Jehová, el esclavo fiel le dice a usted: “Lo vemos como una oveja perdida, no como un caso perdido”.

Y, queridos hermanos, queremos que todos ustedes recuerden que, en los momentos difíciles —pase lo que pase—, Jehová siempre nos consuela.

Durante el programa, escucharemos experiencias de hermanos a los que Jehová consoló.

Mientras ellos se expresan, fíjese en todas las maneras en que Jehová los ayudó y piense en cómo puede usted ayudar a otros.

Primero escucharemos a Maombi Vianney.

Yo soy del Congo, pero mi familia y yo tuvimos que huir porque había una guerra.

Recuerdo que, mientras corríamos, caían bombas y se escuchaban disparos; todo el mundo gritaba...

Vivíamos aterrorizados.

Cada día pensábamos que ese día podía ser el último de nuestras vidas, que no íbamos a sobrevivir.

De hecho, solo mamá y yo sobrevivimos.

Al final, acabamos en un campo de refugiados en el país de Ruanda.

Y me crie allí, en el campo de refugiados.

La vida era muy dura, durísima.

Pero lo peor era ver a tanta gente pasando hambre.

Además, había unos niños muy malos que me pegaban.

Y yo no tenía un hermano mayor que me defendiera.

Así que no podía hacer nada.

Es verdad que vivía rodeado de sufrimiento, pero estaba seguro de que tenía que haber un Dios que se preocupara por nosotros.

Por eso empecé a buscarlo… a orarle.

Empecé a ir a la iglesia, a la iglesia católica.

Sin embargo, cuando tenía siete años conocí a dos Testigos, dos señoras que eran testigos de Jehová.

Estas hermanas tenían una amplia sonrisa y llevaban la Biblia en la mano.

Me dieron una hojita que hablaba del Paraíso.

Tener esperanza, saber que nos espera un futuro mejor, un futuro maravilloso, que la vida tiene sentido… todo eso me llenó de felicidad.

Más tarde conocí a un niño que tenía un libro de los testigos de Jehová.

Y en él leí Éxodo 20:4, donde dice que no debemos adorar a otros dioses, solo a Jehová.

Cuando lo leí, ¡me quedé… tan sorprendido!

Y a la vez decepcionado y enojado conmigo mismo porque lo había estado haciendo todo mal.

¡No estaba adorando al Dios verdadero!

Desde ese momento, no volví a entrar en una iglesia católica.

Le pedí a Dios que me diera fuerzas para buscar a los Testigos, para buscar un Salón del Reino.

Poco después fui a la reunión, ¡a mi primera reunión!

Y lo primero que me llamó la atención fue el cariño que se tenían los hermanos.

Y, al acabar la reunión, todos los hermanos me abrazaron.

Nadie me había tratado nunca así.

Pero lo mejor de todo, lo mejor, fue que ese día aprendí que el nombre de Dios es Jehová.

Me pareció que era un nombre maravilloso, que estaba lleno de fuerza y de poder.

El día que le oré a Jehová usando su nombre, que hablé con él directamente, él se convirtió en alguien tan real para mí… se convirtió en mi protector, en mi hermano mayor, en más que mi hermano mayor.

Porque esa vez que le oré a Jehová usando su nombre, ese mismo día, los muchachos que me golpeaban de pronto quisieron ser mis amigos; justo el día después de la reunión.

Vi que Jehová me protegió de quienes querían hacerme daño.

En ese instante, pude ver la mano de Jehová.

Él me salvó.

Entonces me dije: “¡Este es mi Dios!”.

Y decidí que nunca lo abandonaría, que le serviría toda la vida.

En el 2011 dejamos Ruanda y nos mudamos a Estados Unidos.

Ya estando aquí, le pregunté a una señora si conocía a los testigos de Jehová y me dijo: “Claro que los conozco”.

Así que ella se puso en contacto con ellos y volví a reunirme con los hermanos.

En el 2012 me bauticé y, en ese momento, llegué a ser oficialmente un testigo de Jehová.

Poco después de que me bautizara, llegaron más refugiados al país.

Como yo había pasado por lo mismo que ellos, podía comprender muy bien cómo se sentían, y Jehová me dio la maravillosa oportunidad de consolarlos.

Antes de conocer a Jehová, estaba hundido en la oscuridad.

Pero, después, Jehová hizo tantas cosas por mí… Fue como si me hubiera dicho: “¡Hijo, sal de la oscuridad!”, y me hubiera traído a la luz.

Cuando sirves a Jehová, cuando confías en su mano poderosa, ves quién es él realmente.

Si está pasando por algún problema y está buscando a Dios, esperamos que la historia de Maombi lo anime.

Jehová sabe por lo que usted está pasando, y él atrae a las personas buenas hacia él.

¿Se dio cuenta de una cosa?

Maombi recibió consuelo, y entonces quiso consolar a otros.

En el siguiente video, veremos lo intenso que puede ser el amor de nuestros hermanos.

LaQuita trabajaba para una oficina municipal de Virginia Beach.

Como era funcionaria, tenía un horario que le permitía concentrarse en su predicación.

Esto sucedió un viernes.

Mi madre y yo habíamos ido al médico esa mañana.

Llegamos a la casa, y estaba preparando algo para comer cuando recibí una llamada.

Era alguien de mi familia y quería saber si había visto las noticias.

Enseguida llamé a mi hija por teléfono, pero saltó el contestador.

Así que pensé: “Voy a mandarle un mensaje”, y se lo mandé.

Pero no me contestó.

Eran como las diez, diez y media de la noche, cuando finalmente nos confirmaron que la habíamos perdido en aquel tiroteo.

Y la verdad es que ese fue el peor día de mi vida.

Al día siguiente, desde las siete de la mañana, se nos llenó la casa de hermanos, hermanos que venían a apoyarnos y a animarnos, desde la mañana hasta la noche.

Y fue de gran ayuda.

Nos ayudó a pensar en otra cosa en aquellos momentos tan duros.

El cariño que nos mostraron fue impresionante, fue algo increíble.

Y eso fue lo que nos ayudó a aguantar, a soportar todo aquello.

Eran nuestra familia, nuestra familia espiritual.

El gobierno de la ciudad se ofreció para organizar el funeral de todas las víctimas.

Como iba a venir tanta gente, a nosotros nos cedieron el teatro de Norfolk para el funeral de LaQuita.

Los hermanos se encargaron de todo lo demás.

En realidad, la oficina municipal no tuvo que hacer nada, solo prestarnos el teatro.

Y lo que de verdad les impresionó a los funcionarios fue que el funeral, todo, se hizo en una hora.

Vinieron algunos funcionarios al funeral y también periodistas de algunos periódicos para cubrir la noticia.

Ellos insistieron mucho en que querían hablar con nosotros.

Así que dos de mis hermanos les dieron toda la información con la ayuda de los dos hermanos que habían venido de Betel.

Yo no tuve que ocuparme de nada, y eso fue un alivio para mí.

Sigo recibiendo tarjetas, mensajes de texto de los hermanos…, y eso me anima mucho.

Isaías 41:10 ahora es mi texto favorito: En todo esto he sentido de verdad la mano de Jehová.

Es como si me sujetara por los hombros y me dijera: “Todo va a estar bien.

Tú vas a estar bien. Yo estaré ahí”, y lo ha hecho.

Cada día noto su ayuda.

Si le puede pasar a otro, me puede pasar a mí.

Y, en este caso, así fue.

Pero trato de verlo con equilibrio, y medito en todo lo que va a hacer Jehová para solucionarlo.

Esa es mi mayor esperanza, ver cómo Jehová repara todo el daño que se ha hecho.

Él lo prometió, y tengo fe en que todas sus promesas se cumplirán.

Así que estoy deseando volver a ver a mi hija.

Isaías 43:2 dice, en parte: “Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo y, al atravesar los ríos, estos no te cubrirán”.

A los siervos de Jehová nos puede ocurrir una tragedia o un suceso imprevisto.

Pero, aunque suframos mucho, jamás se nos destruye.

Siempre le perteneceremos a Jehová, “el Padre de tiernas misericordias”.

Jehová siempre está a nuestro lado; pero llevamos vidas tan ocupadas… Por eso, en el nuevo video musical, veremos las bendiciones que recibimos cuando apartamos tiempo para Jehová.

♪♪ Pocas horas y tantas cosas que hacer.

Tenemos que luchar contra el reloj sin olvidarnos de Jehová.

Por eso: Dedícale tiempo, no te olvides de él.

Que este mundo no te aleje de Dios.

Dedícale tiempo.

¿Cómo harás crecer tu amistad con Dios, tu confianza en él, tu amor y tu fe?

¿Cómo podrás serle fiel?

Por eso: Dedícale tiempo, no te olvides de él.

Que este mundo no te aleje de Dios.

Dedícale tiempo.

Busca momentos para meditar.

Verás que tu esperanza es más real.

Que nunca te olvides de él.

Saca tiempo para él.

Dedícale tiempo, no te olvides de él.

Que este mundo no te aleje de Dios.

Dedícale tiempo.

Saca tiempo.

Saca tiempo.

Saca tiempo.

Saca tiempo. ♪♪ ¡Qué importante es meditar en lo que Jehová hace por nosotros!

“Verás que tu esperanza es más real”.

¿Se juzga con dureza a usted mismo?

Tal vez nos desanimemos por nuestros errores y faltas, reales o imaginarios.

En este episodio de la serie “Siga los consejos de la Biblia”, fíjese en lo que puede ayudarle.

Desde que era pequeño, mis padres siempre me decían: “Órale a Jehová sobre tus metas espirituales.

Esfuérzate.

Y, después, deja que Jehová haga el resto”.

Y eso es lo que hice.

Y la verdad es que Jehová me ha bendecido muchísimo.

Hasta me invitaron a trabajar en la construcción de una sucursal.

Estaba superemocionado… Al menos al principio.

Bueno, no me malinterpreten.

No es que no valorara estar allí, para mí era un gran honor.

Pero el trabajo era más duro de lo que yo pensaba.

Tenía mucho que aprender.

Además, tengo que admitir que quería impresionar a mi superintendente.

Así que me esforcé mucho, quizás demasiado.

¿Ves todo eso de ahí arriba?

—Pues tenemos que quitarlo todo.

—OK.

¿Crees que lo podrás terminar hoy?

Sí, claro.

Sin problema.

Pídeles a Jin y a Young que te ayuden con el elevador.

Jin es un experto, él te ayudará.

Está bien.

El trabajo no parecía tan difícil.

Y, además, me habían enseñado cómo hacerlo.

Si los tengo que esperar, no lo acabo hoy ni en sueños.

Y al final metí la pata.

Lo que hice fue darles más trabajo a los demás.

¡Qué desastre!

Ian, ¿estás bien?

Sí, estoy bien.

¿Podemos hablar un momento en mi oficina?

Sí, claro.

Me sentí como un inútil.

Aunque todos cometemos pequeños o grandes errores...

Los hermanos hablaron conmigo y fueron muy amables.

Pero aun así seguía pensando: “¿Qué estoy haciendo yo aquí?

Sería mejor que me fuera a mi casa”.

Santiago 3:2 dice: “Porque todos tropezamos muchas veces”.

Así que la pregunta es “cuando tropezamos, y eso nos va a pasar a todos, ¿qué debemos hacer?”.

Jake, por favor.

Cuando mi papá me estaba enseñando a andar en bicicleta, me caía mucho.

Era muy difícil.

Pero yo me levantaba y lo intentaba otra vez.

Y, ahora, puedo ir muy rápido.

Por eso, cuando te caes, te tienes que levantar otra vez.

Es verdad, Jake.

Muy buen comentario.

¡Guau! Jake tenía razón.

Debía tragarme mi orgullo y levantarme otra vez.

Me di cuenta de que tenía que tomarme más en serio mi asignación y no pensar tanto en mí mismo.

Y aprendí que, en vez de hacer las cosas yo solo, tenía que ser más realista en cuanto a lo que podía hacer y lo que no.

Todavía tenía mucho que aprender, así que seguí esforzándome y mejorando.

Y, con el tiempo, incluso pude ayudar a los hermanos nuevos.

Le agradezco a Jehová que me haya enseñado que en la carrera por la vida seguramente vamos a tropezar antes de llegar a la meta.

Pero lo más importante es levantarse y seguir adelante.

A algunos no les gusta ser amigos de gente de otros países o razas.

Pero esto puede cambiar siendo imparciales, como Jehová.

El resultado: gran alegría.

Veamos un ejemplo de esto en el siguiente informe.

El 18 de septiembre de 2020, un ciclón mediterráneo poco frecuente —conocido como el medicán Ianós— azotó Grecia e inundó una comunidad romaní en Mavrika, a las afueras de Karditsa.

Las autoridades y los servicios de emergencia evacuaron a más de 1.000 romaníes que vivían allí.

Pero una familia de siete miembros que estudia la Biblia con los testigos de Jehová no pudo salir.

Estaba lloviendo muchísimo y el nivel del agua subía rápidamente.

Agarré a mi esposa y me puse a mi hijo en la espalda.

A duras penas conseguimos llegar a una casa cercana.

No podíamos contactar con las autoridades.

Teníamos mucho miedo y lo único que podíamos hacer era quedarnos allí.

No sabíamos qué hacer.

Estábamos asustados y muy preocupados.

Nunca nos había pasado algo así.

El agua había subido mucho, y ya llevábamos allí esperando varias horas.

Le pedí a mi padre que hiciera una oración, y lo hizo… muchas veces.

Había mucha gente de todas las edades.

Tenían miedo y estaban llorando.

La familia empezó a mandarnos videos pidiéndonos ayuda.

Veíamos el miedo en su cara.

Queríamos ayudarlos, pero no podíamos porque era imposible llegar hasta donde estaban.

Lo único que podíamos hacer era orar por ellos y mandarles mensajes para animarlos.

Estábamos muy angustiados.

Los niños no paraban de llorar.

Oré a Jehová y le supliqué que me diera paz; arrojé todas mis cargas y mis miedos sobre Jehová.

Enseguida sentí una gran paz y desapareció la ansiedad.

Sentí cómo el espíritu de Jehová me dio fuerzas durante las horas siguientes hasta que amaneció.

La situación era muy difícil.

Habían sufrido mucho.

Tenían la ropa sucia.

No, no podía dejarlos allí.

Dormimos en una casa que nos consiguieron los hermanos.

Así pudimos relajarnos y descansar.

También nos dieron de comer.

Le doy muchas gracias a Jehová por guiarnos y por cuidarnos.

Él es nuestro Salvador.

La primera vez que fui a la reunión después de las inundaciones, me volví a sentir tranquilo.

Traté de volver a hacer las cosas que hacía antes: estudiar, ir a las reuniones, preparar comentarios… La verdad es que me sentí superbién.

Había protegido mis documentos, como mi tarjeta de identidad, así que el agua no les hizo nada.

Nuestros vecinos no estaban preparados; pero nosotros, gracias a lo que Jehová nos enseña, teníamos listas nuestras mochilas de emergencia.

Como una semana después, pudimos regresar a Mavrika.

Las casas estaban en pésimas condiciones, llenas de lodo.

El Comité de Socorro nos ayudó enseguida.

Hermanos que vivían a 300 kilómetros (190 millas) nos enviaron suministros de emergencia.

Los hermanos nos demostraron su amor de formas prácticas.

Trabajaron duro y nos ayudaron por puro amor.

Ver la unidad del pueblo de Dios me impresionó mucho y me emocionó profundamente.

Y todo esto para la gloria de Jehová.

Cuando llegamos a ayudar a esta familia, los demás gitanos se sorprendieron muchísimo.

Nos pidieron que les ayudáramos también, pero nosotros les dijimos que primero íbamos a ayudar a nuestra familia, a nuestros hermanos.

Se sorprendieron mucho cuando llamamos “familia” a nuestros hermanos gitanos porque nosotros no éramos gitanos.

Lo que pasó refleja muy bien lo que dice Efesios 4:16.

Los hermanos se ayudaron igual que las coyunturas del cuerpo cooperan entre sí.

Todos trabajamos unidos para ayudar a nuestros hermanos que lo necesitaban.

Jehová me está enseñando y me está ayudando.

De veras confío en él.

He recibido muchas bendiciones de parte de él y he visto lo bueno que es conmigo.

En un mundo lleno de tristeza, Jehová me llena de felicidad.

Sé que él nos escoge por lo que ve en nuestro corazón.

Él se merece toda la gloria.

En total, 7 miembros de la familia Tsakiris están estudiando la Biblia.

Cinco, que son sordos, lo hacen con el grupo de señas griego.

Cuando azotaron las tormentas, las fuertes ráfagas de viento impidieron rescatar a unas 20 personas, entre las que estaba la familia Tsakiris.

Al principio, otros gitanos que quedaron atrapados culparon de las tormentas a esa familia por estar estudiando con los Testigos.

Pero, cuando vieron la ayuda que le dieron los hermanos a esa familia, les dijeron: “Ustedes son la religión verdadera, muestran amor de verdad”.

La serie “Cuando eres adolescente” ya ha ayudado a muchos jóvenes Testigos a manejarse por la vida.

Este episodio trata sobre las amistades.

Escucharemos a un hermano y a una hermana que al final tomaron buenas decisiones con la ayuda de los principios bíblicos.

Puede que esto no nos sorprenda, pero lo que de verdad nos interesa aquí es el cómo. ¿Cómo pasaron de saber los principios bíblicos a ponerlos en práctica?

Cuando yo nací, mi papá y mi mamá ya eran testigos de Jehová.

Así que estudiaba la Biblia con ellos, íbamos a las reuniones y también salíamos a predicar juntos.

Como mi familia era Testigo, yo sabía que obedecer lo que dice la Biblia era lo mejor para mí.

Además, a mis papás les encantaba hacer cosas espirituales, y ahora me doy cuenta de que en realidad no quería decepcionarlos.

La verdad es que seguir los principios bíblicos no es una carga, no es tan difícil.

Al final ves que hacer lo que dice la Biblia es lo mejor para nosotros, siempre da buenos resultados.

A veces me preguntaba cómo sería mi vida si no fuera testigo de Jehová, porque me gustaba estar con mis compañeros de clase, me reía mucho con ellos.

Tengo buenos recuerdos de cuando iba a la escuela.

Me llevaba bien con mis compañeros, también con los profesores… La verdad es que fue una época muy buena.

Mis papás siempre me decían que no me hiciera tan amiga de mis compañeros de clase.

Pero yo sentía que ellos se portaban bien, que eran buenas personas.

Por eso no entendía por qué mis papás se preocupaban tanto.

Muchos de mis compañeros de clase iban a la iglesia, y también tenía muchos profesores que creían en Dios o eran personas religiosas.

Un día, pasó algo y todo el mundo se enteró de que yo era testigo de Jehová.

Yo sabía que a veces la gente tiene prejuicios contra nosotros, pero me sorprendió mucho que después de eso ya nadie me tratara igual.

Comencé a pasar más tiempo con mis compañeros de clase, pero, mientras más tiempo pasaba con ellos, más claro veía que nuestras vidas eran superdistintas.

Ellos siempre hablaban de adónde habían ido el fin de semana, de todas las cosas que se habían comprado… Pero yo lo único que había hecho era ir a la reunión y a predicar.

La verdad, sentía que me estaba perdiendo algo.

Veía que me dejaban de lado y que ya nadie quería ser mi amigo.

Yo sabía que seguir los principios bíblicos era lo mejor para mí, pero, cuando pasé por esa situación tan difícil, comencé a tener dudas.

Empecé a sentir que yo era aburrida comparada con mis compañeros.

Así que, cuando hablaban de lo que querían hacer en el futuro, a mí me daba vergüenza decirles cuáles eran mis metas.

Así que con todo lo que me estaba pasando me pregunté: “¿Qué debería hacer ahora?”.

Algo que me ayudó mucho fue hablar con mis padres y contarles cómo me sentía.

Y un día en la adoración en familia nos pusimos a hablar de ese tema.

Leímos Mateo 5:11, que dice: Pero, claro, ¿cómo puedes ser feliz si te persiguen?

Porque, la verdad, yo no me sentía nada feliz en ese momento.

Un día mi mamá me mostró Marcos 8:38, y esa parte que dice que, si nos avergonzamos de Jesús, él se avergonzará de nosotros de verdad me llegó.

Y me di cuenta de que en el fondo me daba vergüenza ser testigo de Jehová.

En medio de toda esta situación, un hermano que estaba dando el discurso público en nuestra congregación leyó Mateo 19:29.

Ahí dice que si dejamos cosas que nos parecen importantes para servir a Jehová, recibiremos cien veces más.

Así que intenté seguir ese consejo.

Decidí dejar lo que yo pensaba que era importante para ver qué pasaba, qué bendiciones me daba Jehová.

Entonces mis papás me ayudaron a hacer planes con hermanos y hermanas que servían en diferentes facetas del tiempo completo para que pasara tiempo con ellos y me contaran cosas que habían vivido.

Eso me ayudó a decidir qué quería hacer con mi vida.

Una de las mejores bendiciones que recibí por tomar esa decisión fue que pude conocer a un montón de hermanos y hermanas.

Me di cuenta de que había muchos jóvenes que pensaban igual que yo y que se habían puesto las mismas metas.

Ellos sí que eran buenos amigos.

Cuando mis compañeros volvieron a hablar de sus metas, ya me sentía más segura y pude contarles las mías.

Estoy muy agradecida a mis papás por ayudarme a tener el valor para hacer eso.

He podido ver que Jehová siempre cumple lo que promete.

Yo decidí vivir la vida como Jehová quiere y obedecer los principios de la Biblia, y siento que Jehová ha cumplido su promesa.

He recibido cien veces más de lo que he dejado.

La verdad es que ahora me siento muy contenta, y estoy totalmente segura de que, si sigo los consejos de la Biblia al tomar decisiones, siempre voy a tener los mejores resultados.

Ellos sabían lo que dice la Biblia, pero vieron su verdadero valor cuando pusieron en práctica sus principios.

En el programa de este mes aprendimos que, en los momentos difíciles, Jehová no deja de consolarnos.

Puede que los siervos de Jehová, como la hermana Brown y su hija, pasen por auténticas tragedias.

Pero, nos pase lo que nos pase, aun si morimos, siempre le perteneceremos a Jehová.

Las verdades de la Biblia consolaron a Maombi, que no se rindió hasta encontrar a Dios.

Y, por último, todos podemos consolar a los demás y mostrarles imparcialidad y amor.

Veamos la videopostal para este mes.

En esta ocasión visitaremos a nuestros hermanos de Alaska.

Alaska está en la esquina noroeste de Norteamérica.

Un tercio de su territorio está en el círculo polar ártico.

En algunas zonas, las temperaturas pueden bajar hasta -60 °F, es decir, -54 °C.

Es una tierra poco poblada que se caracteriza por sus glaciares, su permafrost, su tundra…, y en la que abundan los osos, los caribúes, los alces, las ballenas, y hay decenas de tipos de peces.

Visitemos la congregación Kuskokwim, en Bethel.

Sí, escucharon bien: ¡el nombre del pueblo es Bethel!

Los 22 publicadores de la congregación predican en 13 pueblos conectados por canales navegables.

Cambian de medio de transporte dependiendo del tiempo y las estaciones.

Como en muchos pueblos no hay carreteras ni autos, son muy comunes los vehículos todoterreno y las motos de nieve.

En realidad, este “camino” pasa por encima de un río congelado.

Aquí vemos a un grupo de publicadores de camino al pueblo de Kwethluk.

Los hermanos viajan en dos o más vehículos por cualquier problema que pueda pasar.

Las horas de luz varían con las estaciones.

Van desde 6 horas en el invierno hasta 19 horas en el verano.

En la congregación hay 9 precursores regulares y 5 especiales.

Como promedio, se dirigen 85 cursos bíblicos cada mes.

Además de una congregación de habla inglesa, hay un pregrupo de habla yupí.

Los trineos de perros son un rasgo importante de la cultura yupí; de hecho, se usan para hacer carreras varias veces al año.

Este estudiante de la Biblia lleva una prenda típica llamada qaspeq. En las reuniones, muchos comentan en yupí y se les traduce al inglés.

Aunque la mayoría de los publicadores no habla yupí con fluidez, se valen de las publicaciones y los videos traducidos a este idioma cuando predican.

Normalmente, los bautismos tienen lugar en asambleas celebradas en la ciudad de Anchorage.

Pero esta estudiante se dedicó a Jehová durante la pandemia del COVID-19.

Así que, a pesar del frío que hacía, se bautizó en este río, que está en la zona donde ella creció.

Nuestros hermanos de la congregación Kuskokwim, en Bethel, Alaska, les envían su amor y saludos a los hermanos de todo el mundo.

Desde la central mundial de los testigos de Jehová, esto es JW Broadcasting.





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