Quisiera invitarlos a que abramos la Biblia juntos en 2 Timoteo 4:7, 8.
Ahí encontramos el contexto de las palabras del texto del día.
Como sabemos, Pablo le escribió esta carta a Timoteo en el año 65 o alrededor del año 65 de nuestra era.
El apóstol se encontraba preso en Roma, estaba encadenado y sabía que muy pronto sería ejecutado.
Así que podemos preguntarnos: ¿estaba Pablo aguantando todas estas pruebas con alegría?
Vamos a leer lo que encontramos en 2 Timoteo 4:7, 8.
Pablo dijo: “He peleado el noble combate, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe.
A partir de ahora está reservada para mí la corona de la justicia que el Señor, el justo juez, me dará como recompensa en ese día, pero no solo a mí, sino también a todos los que han esperado con ganas su manifestación”.
Son palabras llenas de valor y alegría de alguien que en realidad estaba a punto de morir.
Pablo sabía que haber aguantado fielmente en su servicio había valido totalmente la pena.
Sabía lo ciertas que eran las palabras de Jesús registradas en Mateo 24:13, que todo el que aguantara “hasta el fin” —ya sea el fin de su vida, o del sistema de Satanás— sería “salvado”.
Al igual que Pablo, todos estamos en una carrera que debemos terminar.
La cuestión ahora es cómo nos va en ella.
Bueno, vamos avanzando; y estamos más cerca de la línea de meta que cuando empezamos, lo cual es excelente.
Pero tal vez estamos cansados, cansados de esta pandemia, cansados de oír malas noticias, cansados de ver a nuestros amigos y familiares sufriendo por diferentes razones a medida que este mundo malvado se acerca a su fin.
Esta mañana, para darnos fuerza y que no se nos pase por la mente rendirnos, ¿qué les parece si primero analizamos lo que implica el aguante para un cristiano y luego repasamos la animadora promesa que nos hace Jehová, que tanto amor leal nos tiene?
Primero: según la Biblia, ¿qué es el aguante?
El sustantivo griego que se traduce “aguante” da la idea de una actitud valerosa, firme y paciente, que no pierde la esperanza aun a pesar de obstáculos, persecución, pruebas o tentaciones.
Es una hermosa cualidad.
Y el verbo que suele traducirse “aguantar” transmite la idea de quedarse en un lugar sin abandonarlo, permanecer firme, perseverar.
El libro Organizados para hacer la voluntad de Jehová, en el capítulo 17, da una muy buena descripción de esta cualidad.
Sería bueno que la leyeran después, pero me gustaría enfocarme en lo que dice una oración: “Sin aguante, es imposible permanecer en la verdad”.
¿Y por qué es el aguante —esta cualidad tan bonita que todos debemos cultivar— tan importante para cada uno de nosotros, independientemente de cuánto tiempo llevemos en la verdad?
Pongamos un ejemplo.
Piense en los corredores de una carrera.
Para poder participar, todos los corredores deben de cumplir con ciertos requisitos.
Es lógico.
Pero ¿qué pasaría si durante la carrera un corredor se rindiera poco antes de llegar a la línea de meta?
¿Estará en mejor posición que una persona que se haya rendido al comenzar la carrera o que alguien que ni siquiera haya reunido los requisitos para participar?
No.
El resultado de cansarse o rendirse siempre es el mismo: quedan descalificados; ninguno va a recibir el premio.
¿Qué aprendemos?
Que todos —sin importar cuánto tiempo llevemos corriendo y sin importar lo cansados que nos sintamos ahora— debemos estar decididos a alcanzar la meta con la ayuda de Jehová.
Esta idea me recuerda algo que me dijo una vez el hermano Mancoca.
Si ustedes leyeron el Anuario que cuenta la historia de Angola, seguro que habrán leído acerca del hermano João Mancoca.
La lealtad que demostró durante periodos de intensa persecución es algo que todos deberíamos querer imitar.
El hermano Mancoca sigue con vida.
Tiene 95 años y es un hermano muy fiel.
Está lleno de energía y apoya la labor del Comité de Sucursal en Angola.
Hace varios años, tuvimos el privilegio de conocerlo.
El hermano tenía 88 años entonces.
Supuestamente mi visita tenía el propósito de animarlo, pero estoy seguro de que él me animó más a mí de lo que yo a él.
Hablando de su fiel aguante en el pasado, hizo un comentario muy interesante.
Él dijo: “No es lo que he hecho lo que importa, sino lo que hago ahora.
Eso importa”.
Como el hermano Mancoca, ustedes, hermanos mayores que llevan muchos años corriendo en esta carrera, ustedes entienden lo que es el aguante.
Saben que implica perseverar, seguir esforzándose, mantener la esperanza y la alegría sin importar cuántos o lo difíciles que sean los problemas.
Y esa debería ser la meta de todos: aguantar hasta el fin.
Ahora los invito a leer junto conmigo 1 Corintios 10:13.
Aquí encontramos una promesa muy animadora; ya la conocemos.
Pero, mientras la leemos y la analizamos, piensa en cómo puede beneficiarte a ti mismo.
También piensa en alguien en tu familia o en tu congregación a quien le ayudaría mucho recordar estas palabras.
Y, tal vez en las próximas semanas, podrías pensar en otras personas a las que también les beneficiaría oír esta promesa.
1 Corintios 10:13.
Dice: “A ustedes no se les ha presentado ninguna tentación que no sea común a todas las personas.
Pero Dios es fiel y no dejará que sean tentados más allá de lo que puedan soportar, sino que, cuando venga la tentación, también les dará la salida para que puedan aguantarla”.
Entonces, ¿cuál es exactamente la promesa que Jehová nos hace aquí?
Es esta: sea cual sea la prueba que tengamos que enfrentar antes de llegar a la línea de meta, Jehová nos ayudará a aguantarla si confiamos en él.
Tal vez haya notado en la lectura dos verdades fundamentales sobre las que se apoya esta promesa.
La primera la encontramos al comienzo del versículo 13.
Dice que las pruebas que enfrentamos son algo “común a todas las personas”.
¿Qué significa eso?
Significa que los problemas que enfrentamos ahora —como estrés, ansiedad, dificultades…— son cosas que nos pasan a todos.
Así que son cosas que deberíamos de ser capaces de soportar, siempre y cuando nos apoyemos en Jehová.
El contexto de estas palabras, que podemos encontrar en 1 Corintios 10:6-11, nos muestra que Pablo hizo referencia a las pruebas que los israelitas enfrentaron en el desierto.
Piensen en las situaciones que tuvieron que enfrentar.
Ninguna de las pruebas que enfrentaron durante esos 40 años eran imposibles de superar para un humano o, más bien, para un israelita que fuera fiel y confiara en Jehová.
Sin embargo, Pablo dijo que algunos israelitas desobedecieron en varias ocasiones.
Tristemente, algunos de ellos se dejaron llevar por sus malos deseos.
No porque esas pruebas fueran humanamente imposibles de soportar, algo demasiado difícil; tampoco fue porque Jehová les hubiera fallado.
No, al contrario, fue porque ellos no confiaron en Jehová.
¿Cuál es la segunda verdad fundamental aquí?
Bueno, que “Dios es fiel”.
Y sabemos que eso es cierto.
Hemos visto de primera mano cómo Jehová es un Dios fiel que nos ha apoyado en todas las pruebas que hemos enfrentado.
La historia del pueblo de Jehová nos ha demostrado que él es un Dios lleno de amor leal, no cabe duda de ello.
Él les demuestra su amor leal a todos los que le obedecen.
Como Josué, si meditamos en cómo hemos visto la mano de Jehová en nuestra propia vida, así como en la historia de su pueblo desde el tiempo de los israelitas, llegamos a una conclusión, a la misma que él llegó: estamos completamente convencidos de que “ni una sola palabra de todas las buenas promesas que Jehová” nos ha hecho “ha fallado”.
Estamos seguros, igual que ayer, Jehová será fiel hoy, mañana y siempre que enfrentemos alguna prueba.
Hay dos cosas que no debemos olvidar: primero, que Jehová no permitirá que una prueba llegue a ser tan difícil que sea imposible soportarla y segundo, que él siempre nos dará la salida.
Así es, hermanos, hay muchas formas en las que Jehová puede eliminar una prueba o ayudarnos a aguantarla con alegría, con esperanza y con determinación para que todos nosotros podamos llegar a la meta.
Que todo lo que hemos repasado hoy nos ayude a seguir corriendo con aguante un día más sirviendo a Jehová, y que también nos sirva para animar a otros a seguir corriendo la carrera sin rendirse.